Capítulo 6: drivers license.
No nos vamos de la comisaría hasta terminar de concretar la denuncia por el auto robado de Lilah. Al ser tan costoso tiene rastreador vía GPS, pero quien se lo llevó es tan buen ladrón que lo desactivó. Su búsqueda inicia en el club de Weston, donde este ya no se encuentra y nos atiende su nueva gerente, interrogando a los trabajadores y viendo las cámaras de seguridad. Lilah, quien solo había estado enojada y maldiciendo, deja escapar algunas lágrimas de ira y frustración cuando confirmamos que se trata del hombre moreno con el que estuvo mientras no estaba con ella, lo que vemos en la sala de seguridad del club después de que cierra al público.
—¿Algún día conoceré a alguien que no sea un idiota?
Paso mis brazos por encima de sus hombros.
—No te merecen, Lil.
Me mira mientras se apoya en mí.
—Nunca confíes en un hombre, Sofía. Ya sea porque comience conquistando tu corazón siendo un príncipe y luego se convierta en un monstruo, porque su segunda profesión sea ser ladrón o por el tamaño de su pene... siempre te decepcionan. —Su barbilla tiembla—. De la única persona de la que debes esperar algo es de ti misma.
Presiono mis labios juntos, un poco en desacuerdo con ella.
—El problema no es tuyo al confiar en alguien, es de los demás por traicionarte —susurro, dándome cuenta también que es algo que puedo aplicar a mi relación con Derek.
*****
Tal y como prometió, después de pasar gran parte de la madrugada junto a ella en la comisaría y de contarle sobre los Wertheirmer, oferta que me dijo que no podía rechazar con un brillo de entusiasmo en sus ojos marrones, el cual se debió a que según ella si me relacionaba con ellos nos rodearíamos de modelos y deportistas, Lilah me despierta a las nueve de la mañana con una montaña de panqueques. Le toma unos cuantos intentos sacarme de la habitación de invitados que adopto como mía cada vez que me quedo aquí, pero cuando logra sentarme en una de las sillas de su comedor llena rápidamente mi estómago con comida. Luego ella y Frankie toman recipientes con palomitas mientras preparamos mi espectáculo para el cumpleaños de Gen. Elle usa su teléfono todo el tiempo, distrayéndose en Instagram y Tik Tok cuando se aburre de nosotras. Lilah también, pero para buscar chistes para niños.
—Chicos, ¿quién de ustedes sabe qué bebe el hombre invisible a la hora del almuerzo? —pregunto fingiendo sostener un micrófono frente a mi boca, a lo que Frankie me mira—. ¡Leche evaporada!
Espero que rían, pero ninguno de ellos lo hace. Lilah deja caer la palomita que estaba a punto de comerse y parpadea. Me siento entre ellos mientras la observo buscar más chistes, pero nada funciona como queremos. Genuinamente, me acabo de dar cuenta esta mañana de que es más fácil hacer llorar a alguien en lugar de reír. Los comediantes son genios y merecen más crédito.
—Encontraremas la manera —dice ella al ver mi cara de angustia.
Niego.
—No creo que pueda hacerlo, pero de todas maneras buscaré un regalo para Gen y me disculparé.
Curva sus labios hacia abajo.
—Me ofrecería a llevarte, pero se robaron mi auto.
Sacudo la mano en su dirección, sin querer tocar el tema que la mantuvo llorando toda la noche. No por el auto, Lilah se puede comprar miles de ellos, sino por haber sido descuidada y haber permitido que alguien se riera de ella. Seguí insistiendo en que no era su culpa, pero no me oyó.
—Llamaré un taxi.
******
La Mansión Wertheirmer queda en Bluffview, uno de los barrios más costosos de Dallas, con casas de hasta diez millones de dólares en las que viven algunos famosos, políticos y empresarios de la ciudad. Detengo mi auto en la dirección que me arrojó Google Maps y miro la construcción por más de unos segundos, sorprendida con cuán hermosa y moderna, pero a la vez clásica, luce. Sus muros son altos y de ladrillos blancos. El diseño del techo transversal gris sobre ellos es hermoso, al igual que el que posee el jardín delantero. Es como la combinación del castillo de Disney y la casa de algún magnate de la tecnología. Una multitud de globos morados y de brillo adornan el sendero que conduce a la fiesta. Ya que todos los puestos de estacionamiento están llenos con los autos de los invitados de la fiesta de Gen, avanzo media calle hasta hallar un sitio.
Antes de bajarme me miro en el espejo retrovisor, asegurándome de que todo esté bien con el peinado que me hice con varias trenzas pequeñas adornando mi flequillo antes de extenderme para tomar el regalo de Genevieve Lo mantengo sujeto a mi cadera mientras me dirijo a su casa, sonriendo al ver tanto el Lamborghini de Weston como el G Wagon de Ibor estacionados uno junto al otro bajo techo. Incluso sus autos lucen lindos juntos. Un hombre en traje me contempla de arriba abajo cuando me detengo en la entrada. Es moreno, joven y de ojos claros examinadores.
Es el mismo hombre de seguridad que cargó con Lilah.
—Señorita García. Espero que su amiga recupere su auto pronto —dice permitiéndome el paso—. El Señor Wertheirmer pensó que ya no vendría debido a ello. Iba a llamarla mañana. Le prometo que está haciendo todo lo posible para encontrarlo o, en su defecto, reponer el daño.
Solo faltan unos minutos para mi supuesta presentación y el auto de Lilah desapareció frente a su club porque alguien que estaba dentro de él resultó ser un ladrón, así que comprendo por qué pensaría algo como eso. Leo el nombre de la placa sobre su pecho antes de hablar de nuevo.
—Muchas gracias, Steven.
Asiente.
—De nada, Señorita García. La fiesta es atrás.
Llega un punto en el que no me sigue escoltando, pero desde allí puedo ver la celebración. La casa es más hermosa por dentro. Sus paredes están decoradas con arte moderno y antiguo, chimeneas y fotografías familiares de los Wertheirmer en partes del mundo que no todos tienen la oportunidad de conocer: Venecia, Dubái, París, Aspen. Mis labios se curvan al ver el set, la cocina, en el que Ibor suele crear contenido para sus redes sociales. Me detengo frente a las puertas corredizas de cristal que dan con el patio trasero para contemplar de más cerca la celebración. Si la entrada estaba decorada de manera maravillosa, la parte trasera es un paraíso de morado, brillo, dulces y niños corriendo de un lado a otro con stickers adornando sus mejillas. Weston e Ibor le hicieron una fiesta temática a Gen sobre Olivia Rodrigo en la que solo faltó la cantante.
Su voz resuena por debajo de las risas. Identifico a Ibor sentado en una mesa, acariciando la espalda de Genevieve, mientras Weston está de pie junto a ella explicándole algo. Por la expresión en el rostro de Gen apuesto a que está triste porque Olivia no vino a presentarse. Sé que algunos pensarían que es ridículo tomando en cuenta que hay personas, como yo, a las que ni siquiera se les pasaría por la mente que una super estrella de la industria musical pudiera aparecerse en sus cumpleaños, pero es lindo que los niños no tengan límites para sus sueños. Además, Weston casi lo logra. No es culpa de nadie que la artista se haya enfermado.
Pero ver el rostro triste de Gen mientras sus padres intentan animarla me rompe el corazón, en especial cuando Weston Jr. presiona su mano contra su mejilla y Gen solo lo aleja. Ibor la regaña suavemente por eso mientras toma al pequeño rubio en brazos y Weston se aleja para hablar por teléfono con expresión enojada, probablemente amenazando a los microbios que enfermaron a Olivia con demandarlos, dejando a la cumpleañera sola. Los tres utilizan uniformes de fútbol morados con brillos que dicen que pertenecen al equipo de Gen.
—Steven —susurro regresando a la entrada, a lo que él me mira con una ceja arriba—. Necesito tu ayuda con algo.
*****
Steven deja a alguien más en su lugar antes de ayudarme acercándose a la mesa del DJ y al presentador. Estoy tan nerviosa por lo que estoy a punto de hacer que siento mariposas haciendo estragos en mi estómago mientras me preparo en el baño. Allí tomo varias bocanadas de aire y preparo mi gesticulación antes de salir al patio cuando faltan un par de minutos para mi show.
Probablemente haga el ridículo.
—¿Sofía? —preguntan Weston e Ibor al mismo tiempo cuando paso junto a ellos, lo que hace que luego se miren entre sí, y solo me detengo para darle su regalo a Gen.
Mis mejillas están rojas y mi cuerpo arde.
—No es Olivia Rodrigo en vivo, pero espero que te guste.
Gen lo toma con la frente arrugada con disgusto, pero ahora que me he dado cuenta de que ese es su estado natural no me afecta tanto. Al menos no por mí, sino por ella. Por lo que la ha llevado a ser así. A diferencia de Weston Jr. y sus padres, quienes están arreglados de acuerdo a la fiesta con demasiado esmero, usa una sencilla sudadera morada y vaqueros con estampado de mariposas.
—Gracias —susurra y la voz del presentador hace que giremos el rostro hacia él.
Es un hombre de cabello gris con un traje plateado brillante.
—¡Ahora para el siguiente número, Sofía García!
Al ser el centro de atención de la fiesta sonrío hacia todos, en especial hacia Weston Jr, quién me observa con curiosidad. No sé cómo es biológicamente posible, pero se parece a ambos. Sus ojos son azules como los de Ibor, pero con la forma de los de Weston. Su cabello es dorado, al igual que el de Weston, pero las facciones de su rostro son más similares a las de Ibor. Más suaves. Es como una versión bonita de West, pero más maliciosa y traviesa de Ibor. Mi corazón salta cuando me regresa la curvatura de labios y aplaude, animándome aunque ninguno de sus amigos parezca tener interés alguno en observar mi número. Me dirijo a sus padres después del tierno momento.
—Voy al escenario. Pueden echarme por acosarlos a ambos después. —Observo solo a Weston—. No me acerqué a Ibor intencionalmente. Él fue al restaurante en el que trabajaba.
Arruga la frente.
—¿Estás trabajando en un restaurante?
—Estaba —susurra Ibor—. La despidieron.
Su esposo lo mira con ojos entrecerrados.
—¿Por acosarte?
La mandíbula de Ibor se aprieta mientras niega.
—Por ayudarnos.
Weston parpadea.
—¿Ella es la niñera demente que corrió tras la otra niñera demente que te fotografió con Gen de la que me hablaste?
El jugador de fútbol me ofrece una mirada de disculpas mientras responde.
—Sí.
Weston gira su rostro hacia mí, pero no me quedo para ver qué contiene su mirada y reanudo mi camino al escenario. A lo largo del trayecto puedo sentir la presión de ser el foco de atención aplastándome, pero una vez llego al escenario y me encuentro frente al micrófono intento concentrarme en el rostro de Gen. Ella sigue arrugando la frente.
—Hola. Me llamo Sofía y soy maestra kínder. —Miro al resto de los niños—. Tenía miedo de presentarme aquí, pero luego me di cuenta de que ser la suplente de Olivia Rodrigo significa que nada de lo que haga, por más fabuloso que sea, la igualará, por lo que no hay expectativas que superar. Espero al menos lograr que se rían. —Miro de nuevo a Gen y envuelvo mis manos en el micrófono tras escuchar sus risas. No solo estoy parada frente a un montón de niños y sus padres que esperan que los entretenga, sino que también siento que no estoy en sintonía con la fiesta. Se supone que solo vendría a dejar su regalo y a disculparme, por lo que llevo vaqueros y una sencilla camisa manga larga de estampado floral—. Felices ocho años, Gen —murmuro antes de cerrar mis ojos y empezar a escuchar el sonido del piano de la canción que elegí.
Sé que todos esperan que cante, pero no lo hago.
Me limito a escuchar la letra dentro de mi cabeza y a repetirla, haciendo playback.
I got my driver's license last week
Just like we always talked about
'Cause you were so excited for me
To finally drive up to your house
But today I drove through the suburbs
Crying' cause you weren't around
No tengo ni idea de qué se supone que debo hacer para que mi presentación sea mejor, preocupándome al no escuchar las risas que estaba lista para recibir apenas empecé, así que me limito a cerrar los ojos y a continuar. Una parte de mí sigue aterrada, pero la otra disfruta como fan cantando la canción de una de sus artistas favoritas. Me atrevo a abrir los ojos cuando un grupo de niñas empieza a aplaudir y no riéndose, sino para animarme a continuar.
Mi pecho vibra al identificar a Gen entre ellas.
—And all my friends are tired. Of hearing how much I miss you, bit I kinda feel sorry for them. 'Cause they'll never know you the way that I do, yeah. —Vuelvo a cerrarlo cuando la emoción de la letra se hace demasiado intensa—: Sidewalks we crossed. I still hear your voice in the traffic, we're laughing. Over all the noise. God, I'm so blue, know we're through, but I still fuckin' love you, babe. —Mis dedos se aprietan más en torno al micrófono al final—: I know we weren't perfect but I've never felt this way for no one and I just can't imagine how you could be so okay, now that I'm gone. 'Cause you didn't mean what you wrote in that song about me. 'Cause you said forever, now I drive alone past your street. Yeah, you said forever, now I drive alone past your street.
Tras terminar me tomo unos segundos para recuperarme antes de enfrentarme al público. Mis labios empiezan a temblar, riendo, cuando recibo sus aplausos y risas antes de que empiecen a pedir otra canción. Estoy por negarme cuando observo a Gen haciendo lo mismo, sonriendo.
El ceño fruncido ha desaparecido de su rostro.
—¡Otra, otra, otra! —gritan y los complazco.
No estoy lista para evaluar la reacción de Weston e Ibor, para sentirme mal si piensan que arruiné el cumpleaños de su hija, así que vuelvo a cerrar mis ojos antes de indicarle al DJ qué pista es la que quiero ahora y empezar a cantar de nuevo.
—Car rides to Malibu, strawberry ice cream, one spoon for two... —empiezo y luego me congelo cuando noto tanto a Weston como a Ibor sentados junto a Gen, los dos mirándome con tanta intensidad que mis mejillas se vuelven rojas y mis piernas tiemblan.
A pesar de que intento que ser el centro de atención de ambos no me afecte, lo hace.
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