Capítulo 2: Holly Lewis
Al estar a la misma altura del chico que me extendió la mano, lo miré a los ojos; eran dos lindas esmeraldas. Ahora sabía perfectamente quién era.
—Siento lo del balón —dijo regalándome una cálida sonrisa.
—Tranquilo, no pasa nada. Estoy acostumbrada a que me pasen cosas así —le contesté con amabilidad.
—¿No tendrías que estar en clases? —mire la hora en mi móvil, y jure que por un segundo casi me da un mini infarto.
—Sí, me tengo que ir —dije cogiendo la mochila, que estaba sobre las gradas.
Salí corriendo, llegaba quince minutos tarde a la clase de filosofía.
Pase el pasillo de la planta baja corriendo, el aire empezaba a faltar en mis pulmones, así que me tome unos segundos para respirar.
Solo me quedaba pasar dos clases y llegaría a la clase.
Toqué la puerta, segundos después la puerta fue abierta por una profesora que en mi vida había visto.
—Su nombre —exigió saber, antes de que pudiera disculparme por haber interrumpido su clase.
—Angie Campbell —le respondí como si fuera un soldado.
—Entre —ordeno con autoridad—. Al final de la jornada hablaremos -finalizó y volvió la pizarra.
Entre a la clase y me fui al final del todo, porque solo habían dos sitios y era al final.
Me senté al lado de una chica de cabello rojizo —que lo llevaba recogido en una coleta alta—, tez pálida. Era nueva, lo digo porque nunca la había visto. Empecé a sacar la libreta de filosofía, estaba por sacar el estuche cuando me di cuenta de que no tenía ni el estuche, ni la libreta de dibujos.
¡Joder, como se puede ser tan despistada en la vida! Si no tuviera la cabeza pegada a mi cuerpo la perdería, de lo despistada que soy.
Le pedí a la chica que estaba a mi lado que me dejara un bolígrafo. Toda la clase me la pasé tomando apuntes y en algún momento me distraía mirando a por la ventana, observando al equipo entrenar.
Las clases pasaron volando, y al final de la jornada me reuní con mi amigos en el estacionamiento.
—Chicos, tengo que ir a hablar con la profesora de filosofía, no hace falta que me espereis —les informe.
Fui directo a la sala de los profesores, toqué la puerta varias veces y fue abierta por la profesora de biología —con las ganas que tenía de verle la cara de vieja amargada—, le enseñe una sonrisa de las "más sinceras" y hablé.
—Buenas tardes, profesora —la saludé con cordialidad—. ¿Sabe dónde está la profesora de filosofía?
—Ella está en la sala de audiovisuales.
—Okey, gracias.
Salí de la sala de profesores refunfuñando por la falta de consideración de esa profesora.
La sala de audiovisuales estaba en la primera planta a mano derecha, no me tocó caminar mucho ya que era la primera puerta que había. Llamé a la puerta y al escuchar un "adelante" entré al interior de la clase.
—Tome asiento.
Hice lo que ella me pidió y me senté, la profesora se puso a mi lado y volvió a hablar.
—Me puede explicar, ¿Por qué llegó tarde a la clase?
— Sí, resulta que después de la hora del almuerzo me fui al campo de fútbol americano y perdí la noción del tiempo.
—Espero que este incidente no se vuelva a repetir en mis hora de clase —sentenció la profesora.
—No volverá a pasar profesora — le afirme con seguridad—. ¿Qué pasó con el profesor Díaz?
—El viernes pasado él se cayó de las escaleras y ahora está de baja por todo lo que resta de trimestres y parte del segundo trimestre —me explico—. Ya se puede marchar.
Salí de la aula y fui en dirección al campo de fútbol americano, esperaba que mis cosas estuvieran en las gradas; ya que nadie, a excepción de mis hermanos, han visto mis diseños y dibujos.
Mire la en las gradas donde había estado en la hora del almuerzo, no había nada.
Un inmenso dolor recorrió mi cuerpo, quizás porque aquel cuaderno tenía un gran valor sentimental...
Salí de ahí y a la salida del instituto, donde vi a la misma chica que estaba en la clase de filosofía. Me acerqué a ella y la salude.
—Hola.
La joven se giró sorprendida.
—Hola, Angie.
—¿Esperas a alguien?
—Sí, a mi hermano pero creo que se olvidó de mí.
—Si quieres puedo esperar contigo o acompañarte a tu casa.
—Prefiero que me acompañes a mi casa, no recuerdo mucho los calles de la ciudad y creo que me perderé —dijo lo último riendo.
Me dijo la dirección de su casa y fuimos caminando, al parecer ella vivía en la misma calle que yo a tan solo un par de casas de distancia.
—¿Cómo te llamas? —le cuestione.
—Holly Lewis.
—¿Eres la hermana de Ryan Lewis?
—Sí, por desgracia comparto su sangre —se quejo haciendo una mueca muy divertida que me hizo reir.
Intercambiamos numero y nos despedimos. Wow, no sabía que Ryan tenía una hermana
Llegué a mi casa y como de costumbre no había nadie; mi hermano estaba en la escuela, mi padre de seguro en el hospital y mi madre en la escuela—esa era mi rutina diaria, estar sola hasta que me tocaba ir a recoger a Josh a la escuela—.
Hoy era uno de los días que se podía decir que tenía "libres", ya que no tenía nada que hacer.
Me senté en el sofá y me puse a haber «El Zorro: la espada y la Rosa». Es una novela que me encantó desde que la empecé a ver.
Una hora después estaba saliendo de la casa para ir a la escuela, no estaba lejos. Solo eran quince minutos caminando y como aún me quedan tres meses para poder hacer el examen práctico.
Me puse los auriculares y emprendí el camino a la escuela.
Los niños de primero, estaban en la puerta de la escuela junto a sus profesores. Había un cúmulo de gente en la puerta entrando a buscar a los niños más pequeños.
Mi hermano me vio y le avisó a su profesora, se despidió de todos sus compañeros y vino corriendo a abrazarme.
—¡Tata! ¿Podemos ir al parque un rato, junto a mi amiga? -me preguntó muy ilusionado.
—Claro que sí, sólo falta que la persona que haya venido a buscarla esté de acuerdo.
Mi hermano se fue corriendo hacia donde estaba su amiga. Ella era de tez pálida, de cabello castaño, con algunas ondas y lo llevaba suelto.
Los dos aparecieron frente a mi. La amiga de mi hermano me regaló una sonrisa al estar frente a mi.
—¡Hola! Soy Zoe —dijo mientras me daba un abrazo.
— Encantada de conocerte, soy la hermana mediana de Josh. Me llamo...
—Zo... —dijo una voz a mis espaldas—¿Angie?
Las narraciones de Angie no tendrán el nombre.
Besos💖
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