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Golden Hour

Kunigami contesta el celular, sus labios se aprietan y sus ojos se cierran cuando lo primero que escucha es la voz de su madre, quien, no suena para nada feliz.

—¿Dónde estás?

El de cabello naranja ni siquiera tiene una excusa que decir, su plan se extendía y se limitaba hasta el hecho de salir de casa sin ser visto, lo cual consiguió con ayuda de su hermana mayor.

Rensuke es un chico bueno, por su cabeza nunca se había asomado la idea de escapar de su casa aunque solo fuese por un par de horas. Sabía que no era un ángel completamente, pero era un buen hijo e intentaba cumplir con las peticiones de sus padres en cada ocasión pues no eran muchas, ni tampoco muy complicadas. Ser respetuoso, ser amable, y ser cortés. Seguir sus ideales y mantener buenas calificaciones junto a un buen comportamiento. No era difícil y no le importaba cumplir, pero en esta ocasión pues la situación...

La situación lo trajo a esto.

Él no quería escapar, le pidió permiso a sus padres, pero estos se negaron alegando que era muy joven y lo que planeaba podría ser reemplazado por un plan más sencillo y adecuado. Pero hay situaciones que los adultos no comprenden, como si hubiesen olvidado aquel momento cuando los sentimientos eran más intensos y las vivencias parecían definir lo que eras.

Ese momento donde sientes que, joder, esto es lo que significa ser adolescente, como en las películas cliché de la televisión. Con el corazón latiendo desbocado y las emociones a flor de piel. Cuando la brisa fresca se siente como un milagro y sientes que tu sonrisa podría durar para siempre aunque sabes que no es cierto.

Kunigami quería algo como eso.

Su vida no era mala, y ya había sentido algo como eso antes pero la diferencia está en que quiere sentirlo de nuevo.

Realmente Rensuke siente que necesita sentirlo de nuevo junto a la persona que quiere antes de que se vaya de su lado.

La puerta del copiloto se abre y cuando gira en consecuencia, lo primero que encuentra son un par de ojos rosáceos y una cascada de cabello rosado que cae sobre sus hombros con soltura cuando mueve su cuerpo y tira su bolso en el asiento trasero para luego caer sobre el asiento junto a él. Chigiri sonríe, el corazón de Kunigami late con un poco más de fuerza, una extraña mezcla entre la emoción y el nerviosismo.

La duda que plantó la voz de su madre en su cerebro desaparece. Ahora solo puede pensar en Chigiri, en su cercanía, en lo brillante que está su sonrisa, en lo genial que se ve con ese suéter de lana grisácea y su desprolija camisa blanca de mangas largas.

—Estoy con Chigiri. —responde. El nombrado calla al verlo en llamada, atando en su garganta lo que sea que iba a decir, bajando su sonrisa, hasta que en sus labios solo queda una fina línea.

—¿Qué? No me digas, Rensuke. Tu padre y yo te dijimos que no...

—Lo sé, mamá. Yo... —Hay algo en el interior del pelinaranja que quiere hacerlo pedir perdón pero se siente incorrecto. Aún no ha hecho nada demasiado malo (Además de huir de casa. A la cual planea volver luego.) Traga saliva y se relame los labios antes de volver a hablar: —Yo volveré mañana. Lo prometo.

—¡Yo...!

Kunigami cuelga, y activa el modo avión antes de pensarlo demasiado. En su segundo acto desobediente del día, deja a su madre hablando sola, dando la oportunidad de aumentar su enojo a un nivel mucho mayor que antes.

“De cualquier forma... Estará furiosa cuando vuelva” piensa desganado, un suspiro cansado escapa de su boca.

Junto a él, Hyoma carraspea y no es que se haya olvidado de su presencia, pero tomó la decisión consciente de no pensar demasiado en eso para evitar alterar incluso más sus emociones.

—¿Todo bien? —pregunta, acomodando un mechón de cabello rosa tras su oreja. —Sé que tus padres no estaban de acuerdo con esta idea. No necesitas acompañarme, Kunigami. Aún puedes volver, si dices estar arrepentido seguramente ellos no se enojaran tanto. Y yo tampoco voy a molestarme si decides irte.

Es lindo.

Es demasiado lindo la forma en la que juega con sus dedos entre los mechones de su cabello al hablar. Y también es demasiado tierna su preocupación por él.

—Prometí que iría contigo, Chigiri. Y planeo cumplir esa promesa. —contesta con total seguridad. —Además de que, ya están muy enojados conmigo. Mínimamente espero llegar hasta la última de las consecuencias para poder estar castigado mientras recuerdo lo que hicimos.

—¿Qué te hace estar tan seguro de que no te arrepentirás de esto?

—Porque estoy contigo. —responde, ni siquiera sabe de dónde salió esa valentía. —Y sí es contigo, no hay forma de arrepentirse.

Kunigami sonríe. Chigiri abre los ojos con algo de sorpresa y sus mejillas se pintan un poco de rosa, pero no puede verlo bien porque se cubre el rostro con su cabello. Carraspeando un poco antes de decir que es hora de iniciar el viaje si no quieren llegar tarde.

Simplemente asiente, arrancando el auto y entrando en el camino.

Hay silencio alrededor de ellos, pero no se siente pesado. Es una extraña comodidad en la cual se encuentran perfectamente bien, porque ambos han pasado tanto tiempo juntos que no necesitan hablar para sentir que llenan un espacio. El silencio para ellos no es un vacío o una molestia porque estando en compañía del otro, todo está bien.

Deben pasar alrededor de veinte minutos antes de que el menor se acerque al estéreo del auto. No pregunta, ni pide permiso, simplemente agacha su cuerpo hasta alcanzar los botones y conectar las bocinas a su celular, Rensuke mantiene la vista en el camino, solo desviandola por cortos segundos para ver cuando el largo cabello rosa tiene la oportunidad de rozar contra sus dedos sobre la palanca de cambios. Y no le importa que lo haga, pero algo se encoge en su corazón y piensa que extrañará ese largo cabello rosa rozando su cuerpo.

La música empieza a sonar, Chigiri le sube el volumen, no tan alto para ser molesto pero lo suficiente para tener que alzar la voz si en algún momento deciden hablar.

La luz del sol golpea el perfil de Hyoma, su piel es tan blanca y tan pulcra que refleja la luz creando un brillo único en el interior del auto. Chigiri recuesta el asiento un poco más atrás, sube los pies en el tablero y empieza a tararear la canción mientras mira por la ventanilla los edificios difusos.

Kunigami tamborilea sus dedos sobre el volante intentando calmarse. Es una sensación tonta, pero el corazón se le acelera al verlo así, tan relajado y tan tranquilo.

Chigiri está ahí y no tiene sentido llorar su ausencia porque aún sigue aquí con él, pero verlo así siendo tan... Joder, sabe que le hará demasiada falta.

Tardará mucho tiempo en encontrar a alguien más que pueda tomarse esas libertades con tanta soltura. Y...

Y no. Piensa. Nadie será como él.

Porque nadie más tiene esa elegancia para acomodar su cuerpo en el asiento, nadie más tiene el descaro de poner la música aún cuando sabe que al conductor no le gusta, y nadie en este maldito mundo lucirá tan hermoso como él haciéndolo.

Porque es Chigiri y él es el único que puede hacer todo eso de esa manera. El único que puede hacer estas cosas y conseguir una sonrisa de parte de Rensuke porque si fuera alguien más, ya habría apagado el estéreo y empujado sus pies para no ensuciar el tablero pero es...

Es Chigiri. Y si él lo hace, está bien.

O no lo está, pero justo ahora no puede pensar en ninguna cosa que pueda hacer Hyoma para lograr molestarlo aunque su cerebro rápidamente le da una razón para enojarse con él por más estúpida que sea.

Y es que está enojado porque Chigiri va a irse. Maldición.

Es estúpido enojarse por eso porque sabe que él no quiere hacerlo, pero tiene que irse, no puede evitarlo.

Y duele.

Duele que vaya a irse porque aunque tiene otros amigos, y tiene a sus compañeros del equipo de fútbol. Nadie puede reemplazarlo.

¿Quién más que Chigiri para invitarlo a romper las reglas sin que nadie se entere?

¿Quién más que Hyoma para hacer la tarea por las tardes escuchando música mientras hablan de distintas cosas?

¿Quién más que él para acelerar su corazón?

Pues es una obviedad que hasta sus hermanas han notado y es que la forma que tiene su corazón de acelerarse, sus manos de temblar, su boca de secarse y sus mejillas de sonrojarse no es más que la obvia confirmación que está enamorado de Chigiri Hyoma.

Y eso está bien, por supuesto. ¿Por qué estaría mal enamorarse de él? ¿Quién podría culparlo?

Las chicas de su preparatoria lo entienden muy bien, pues muchas de ellas suspiran al verlo pasar. Su casillero se llenó de obsequios en San Valentín, y no es raro que reciba confesiones detrás de la cafetería de la escuela.

Kunigami se siente culpable de sonreír cuando ve a alguna de esas chicas irse entristecidas, porque el pelirrosa no está interesado en ningún amor adolescente y siempre rechaza esas confesiones de amor. Lo cual alegra al corazón egoísta pero enamorado de Rensuke, porque quiere que Chigiri sea feliz, como quiera y con quién sea, pero mientras se mantenga soltero le da algo de alivio. Pues su corazón dolería de ver al chico que le gusta con alguien más.

—¿En qué piensas tanto?

La voz de Hyoma lo saca de sus pensamientos, lo mira de reojo antes de volver la vista al camino y simplemente niega, restándole importancia.

—Nada en especial. —responde.

—¿Cuánto falta para llegar?

Rensuke mira por un segundo el GPS. Conoce el camino lo suficiente y usa la herramienta solo para evitar retrasos, pues necesitan llegar a la hora justa.

—Unos veinte minutos.

—¿Vamos a...?

—Confía en mí. —El de ojos naranjas interrumpe a su acompañante antes de sonreír con calma. —Llegaremos.

—Confío en tí. —Chigiri vuelve a recostar la cabeza contra el asiento, su voz es suave y su vista se pierde en el camino que les espera. —En lo que no confío es en el tránsito.

—Vamos con buen tiempo. No tienes porqué preocuparte.

Kunigami sonríe y Chigiri solo asiente con calma.

El sol entra por las ventanillas del auto, y choca contra la piel de su acompañante pero Rensuke piensa que ni siquiera es necesaria la luz del sol para conseguir que Hyoma brille.

Después de todos, él es como un ángel.

Siempre logra hacerlo sonreír, el tiempo junto a él a veces parece demasiado corto aún cuando han pasado horas, y estando juntos se siente en una burbuja en la cual no necesita nada más.

Desearía que los minutos fueran como horas para que esta aventura pueda durar para siempre. No tener miedo al mañana y no sentir que el tiempo juntos se está acabando a cada segundo que pasa, no es el fin del mundo y seguramente seguirán hablando por teléfono, se llamarán, se enviaran mensajes y no van a perder el contacto pero...

Maldición. ¡No es lo mismo!

Quiere estar lo suficientemente cerca para sentir la calidez de su piel, para acariciar la suavidad de su cabello, para escuchar su respiración junto a él...

Hyoma llegó para iluminar su vida, y no quiere perder esa cercanía por culpa de algo que no puede controlar.

—Kunigami...

Su voz es un susurro, una caricia que llega justo a su corazón, aunque tal vez está exagerando porque la música aún sigue sonando fuerte en el estéreo y sus pies siguen sobre el tablero con rebeldía. El pelinaranja aparta la mirada del camino por un segundo, cuando lo ve, sus ojos rosas tienen una mirada gloriosa que solo consigue acelerarle el corazón y está actuando como un jodido cursi de mierda, joder y él solo...

—¿Qué sucede? —pregunta.

Hay una risa ronca que nace desde la garganta del menor antes de abrir la ventanilla del auto y asomar su cabeza. Kunigami se asusta y quiere decirle que se detenga, pero al mismo tiempo se da cuenta de que son los únicos en la carretera justo ahora luego de haber tomado ese camino poco transitado, la brisa marina entra por la ventanilla, el olor a sal golpea su nariz y el cabello de Chigiri se agita contra el viento mientras ríe.

Es una risa burbujeante que le llega al corazon y se siente un tonto por emocionarse por las cosas más pequeñas, pero a la vez es imposible no hacerlo, pensando en lo hermoso que se ve con su sonrisa, con su rostro iluminado por el sol, y con sus ojos brillantes.

Chigiri vuelve a entrar al auto, hay un eco de su risa que Kunigami no puede apartar cuando sus ojos se encuentran.

—Llegamos. —responde y se ve tan increíblemente feliz que es imposible para el de ojos naranjas no terminar contagiado de su sonrisa.

No tardan mucho en estacionar el auto, Hyoma baja con velocidad, tomando su mochila del asiento trasero y sale disparado para poder empezar a preparar todo. El tiempo corre, y de tardarse un poco más van a perder la oportunidad.

Kunigami va a la parte trasera del auto para sacar la pequeña canasta con las cosas que consiguió preparar y para cuando se acerca al pelirrosa, él ya tiene todo preparado mientras lo espera.

—Eres demasiado lento, héroe. —Chigiri se burla de él, recostado sobre la manta celeste mientras mira el mar frente a ellos, esperando.

Kunigami coloca la cesta a un lado de ellos y se recuesta junto a él mientras lo mira con curiosidad.

—¿Qué esperamos?

—La hora dorada. —responde con seguridad.

—¿Y cuando es...?

—Solo espera y lo sabrás...

Su respuesta es enigmática y misteriosa mientras que sonríe. Aunque Kunigami tiene toda la intención de llegar con Chigiri hasta donde sea, no puede decir que todo el tiempo lo entienda. Hay veces que no sabe qué es lo que hace, ni porqué lo hace, a veces rompe las reglas y a veces simplemente las cumple sin rechistar. En ocasiones es la persona más seria que ha conocido en su vida y cuando menos se lo espera puede saltar sobre su espalda y empezar a gritar entre risas.

Chigiri es un misterio que logró enamorarlo sin siquiera intentarlo. Y de solo pensarlo se siente feliz y triste porque... Se irá.

—¿Ya terminaste de empacar?

La pregunta duele pero es inútil negar la verdad de lo que pronto acontecerá.

—Sí, el camión de mudanzas salió hoy. —responde, acomodando un mechón de cabello tras su oreja. —Solo queda un par de cambios de ropa y mi mochila. Saldremos mañana al mediodía.

—Oh, me alegro que todo esté saliendo bien. —La voz de Kunigami es amable e incluso sonríe intentando suavizar el ambiente aunque sus labios ceden con rapidez al no poder fingir una alegría que no siente.

No puede ser tan egoísta como para pedirle quedarse, pues es una oportunidad que la madre de Hyoma no puede perder, un mejor empleo, ingresos más altos y estar en la misma ciudad que su hija mayor, permitiendo una vez más que su familia este junta. Pues aunque no lo aparenta, Rensuke conoce a su amigo lo suficiente para saber que extraña a su hermana cada vez que va a visitarlo y se encuentra con las suyas.

Y hablando de ellas, sus hermanas lo matarían de verlo ahí, acostado, sin hacer nada. Su hermana mayor lo había ayudado a escapar bajo la amenaza de que debía confesar sus sentimientos antes de que fuera demasiado tarde, mientras que la menor lo alentó diciendo que seguramente sería correspondido pero Kunigami no podía dejar de sentir miedo al pensar en la posibilidad de equivocarse y crear un ambiente incómodo imposible de solucionar si el menor se iba y decidía dejar de contestar su celular.

Pues no es como que pueda ir hasta su casa tan fácilmente como antes, tocar su ventana o molestarlo en el salón de clases. Chigiri se irá a Tokio, y la distancia será palpable, su comunicación se limitará a las pantallas y...

Kunigami tiene miedo.

Tiene miedo de perderlo porque una cosa es que se vaya lejos y siga estando presente. Aunque sea a través de una pantalla, por audios de voz o mensajes de texto, Chigiri seguirá estando ahí porque es su mejor amigo, pero si sus sentimientos no son correspondidos corre el riesgo de perderlo y que ya no quiera saber más sobre él. Y sabe que es lo mejor en ese caso, porque no debería estar junto a alguien que desprecia sus sentimientos pero Rensuke es un puto conformista o un jodido masoquista porque prefiere seguir aceptando esa dulce amistad que le acelera el corazón, que ser codicioso y tal vez perderlo todo por un amor que no pueda ser correspondido.

—¿Me extrañarás? —Chigiri pregunta de forma repentina, mientras cambia de posición para poder mirarlo. El pelinaranja traga saliva, cambiando también su postura para estar enfrentados, sus respiraciones golpean el rostro del otro, sus rodillas se tocan, la mirada de Kunigami lo traiciona por un momento y mira por un segundo los labios del menor antes de volver a ver los ojos rosados frente a él.

La pregunta es tan obvia que hasta el ligero tono de duda en su voz se siente como una ofensa a su persona.

Porque la respuesta es sí, sí, sí, sí ¡Maldición! ¡Sí!

—No tienes idea de cuánto te extrañaré. —contesta. Puede ver los labios de Chigiri extenderse en una sonrisa feliz, y siente su corazón descontrolarse, el valor apoderándose de su cuerpo, así que se acerca un poco más hasta que sus narices se rozan, tan cerca que puede respirar su aroma y casi sentir el brillo que nace de su piel.

—Ya es la hora. —Hyoma susurra contra sus labios, Rensuke tiembla y no sabe cómo reaccionar cuando el pelirrosa se levanta con rapidez, jalando de su brazo para levantarlo y correr hasta la orilla del mar.

Kunigami se siente mareado, sus pies tocan la temperatura fría del agua y apenas puede pensar cuando siente los dedos cálidos de Chigiri sujetar su barbilla y mover su cara hasta que su vista queda en dirección al horizonte.

Está ocurriendo, la hora dorada justo ahora, está pasando. El sol se oculta en el horizonte y parece estar siendo tragado por el mar. El dorado brilla en el cielo uniéndose al naranja, al rosa y al azul, las nubes parecen algodón, las sombras ocultan cada vez más cosas a su alrededor. Y cuando gira su mirada en dirección a Chigiri, la forma en la que su piel brilla y sus ojos rosas se combinan con el paisaje que los rodea, piensa que podría ser la imágen más hermosa que ha visto en toda su vida.

Se siente casi mágico este momento y la valentía que había estado bullendo en su interior aún se mantiene activa, así que sin darse la oportunidad de dudar ni un segundo posa sus manos en la barbilla de Hyoma para acercarlo más a su cuerpo, la sonrisa que le muestra un segundo antes, es la única respuesta que necesita para unir sus labios por primera vez.

Ellos se besan con suavidad, con anhelo, permitiendo en ese contacto transmitir todos los sentimientos que habían estado guardando por quién sabe cuánto tiempo. Al momento de separarse, Chigiri sonríe una vez más, abrazándose de la cintura del mayor.

—Estaba esperando que te atrevieras a dar el paso. Eres muy lento, héroe. —La burla en su voz es obvia pero al mayor no le importa ni un poco. —¿Esta hora te recuerda a algo?

Kunigami está demasiado feliz como para entender del todo, así que lo mira con confusión antes de pensar por un par de segundos.

—Yo... —Hay algo de duda en sus palabras antes de caer en cuenta de que siempre fue demasiado obvio y por culpa de los nervios no lo había recordado. —Nos conocimos en el atardecer. Te encontré en la azotea de la preparatoria.

—Y tú eras el héroe que venía a salvarme antes de que un profesor me castigue por estar dónde no debía. —Chigiri se burló, apretando más su agarre en torno a la cintura del mayor, acercándolo más a su cuerpo.

—¿Qué hacías allá arriba? Nunca me lo dijiste.

—Ver la hora dorada. —responde con simpleza. —No hay mejor lugar que verlo desde arriba. Aunque ahora que lo pienso...

—¿No hay mejor lugar que verlo desde la orilla del mar? —Kunigami siente sincera curiosidad, usando sus manos para apartar los mechones de pelo que se pegan a la cara del menor a causa del viento.

—No hay mejor momento que verlo contigo. —contesta. El pelinaranja siente sus mejillas enrojecer a más no poder mientras aparta la vista a otro lugar. Y Chigiri ríe al ver su vergüenza.

Con solo oír su risa puede sentir la emoción bullendo en su interior y no sabe qué es lo que pasará a partir de ahora con ellos, solo está seguro de una cosa y es que...

Cuando su madre preguntó dónde estaba, su respuesta, aunque sincera, no era completamente honesta. Porque sí, está con Chigiri pero la verdad es mucho más que eso.

No debió decir solo estoy con Chigiri, debió decir, con toda la seguridad que sentía ahora mismo en su enamorado corazón...

Estoy aquí con el amor de mi vida.

[...]

“La hora dorada” es ese momento en el atardecer donde el sol ocultándose deja una fina línea dorada y una iluminación tan hermosa que es considerada un momento perfecto para tomar fotografías.

Y creo que todos los que hemos tomado un minuto para apreciar el atardecer podemos decir que sin dudas es un momento mágico.

La canción me gusta mucho y ciertamente me recuerda al sentimiento de estar completamente enamorado, sin pensar en nada más allá de esa persona que nos acelera el corazón, y apreciando hasta su forma de respirar.

Por eso Chigiri no tiene tantas líneas, solo es Kunigami completamente enamorado y sufriendo por su partida.

En otros datos, Rensuke tiene 18 por eso puede conducir pero aún está en preparatoria, así que vive con sus padres y Hyoma tiene 17 pues aún no es su cumpleaños. Y el viaje solo era eso, ver el atardecer y acampar a la orilla del mar. Sus padres no lo consideraban seguro.

Si quieren saber qué pasó, pues Kunigami volvió y fue castigado. No se arrepintió de nada porque pudo confesar sus sentimientos y besarse con el chico que le gusta. Ellos siguieron en contacto aunque no como novios y cuando Rensuke se graduó, fue a una universidad en Tokio, donde al estar más cerca, ambos empezaron una relación.

¡Que viva el amor!

Espero que les haya gustado.

Créditos por la preciosa edición de la portada para -minyeol ¡Muchas gracias! ❤️

¡Y muchas gracias por leer! ✨❤️




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