CAPÍTULO 9
Dedicado a @Yerry_708090
Leer este capítulo escuchando esta canción. La idea surgió de este tema.
«Es justo que la verdad salga a relucir y mi sobrino tiene derecho a disfrutar de su auténtico padre» «Y recibir el cariño de padre que ese desgraciado de Jesús jamás le brindó.»
Diana alberga la esperanza de ver unidos de nuevo al músico, por el que siempre ha sentido predilección, y su hermana, aunque no sabe si eso será posible. Ya han pasado muchos años y han llevado vidas distintas. A veces el amor no es suficiente para que dos personas acaben juntas y felices, pero esos dos merecen serlo, en especial su hermana, que siempre ha amado al músico y ha vivido un pésimo matrimonio.
La abogada siempre fue partidaria de contarle la verdad al sueco, pero Fabiola se negaba en rotundo. Estaba y aún sigue molesta con el hombre que tanto amó hace años, por eso no quiso que supiera nada. Lo que la periodista no puede negarle y no puede negarse a ella misma es que el músico todavía remueve cosas en lo más profundo de su ser. Sentimientos que permanecen latentes en su corazón, aunque en apariencia haya pasado página respecto al músico. No es cierto. Su hermana no puede disimular sus sentimientos cuando tiene al nórdico delante. Puede que hayan pasado los años, pero Diana sabe que el corazón de su hermana debe estar latiendo muy fuerte y con la misma rapidez de antaño. Ambos son dos personas aún jóvenes, pero entrados en la madurez cuyos mutuos sentimientos no parecen haber cambiado demasiado.
La última vez que se vieron estaban en plena juventud, plena pasión y así fue como se enamoraron; apasionadamente.
A pesar de la mala vida que el hombre con el que se casó le dio durante todos esos años de tormentoso matrimonio, la conductora sigue estando hermosa. Y Mitchell, a pesar que ya no es aquel muchacho bellísimo de ojos azules y cabellera espectacular como la de un león, a pesar de los años, algunas arrugas surcando su rostro y una melena lisa, cobriza y bastante más corta que la de antaño, sigue siendo un hombre muy, pero que muy guapo.
Lejos de allí, el aún marido de Fabiola, movido por la ira al ver que la que aún es su mujer ha vuelto a ver a su verdadero amor comienza a darle vueltas a la cabeza para hallar la forma más cruel y efectiva de causar daño a la presentadora.
—No te vas a olvidar de mi tan fácil. Si tengo que inventar algo sobre ti y para dañar tu imagen y tu reputación, lo haré. No tienes idea de lo que soy capaz, ni del poder que tengo, pero pronto lo vas a descubrir.
Mientras la abogada observa a su pareja favorita, se ha convertido sin saberlo en el centro de atención de una persona. Mark, el joven representante del cantante que desde que la vió está casi más pendiente de ella, que de su representado.
El público femenino presente en el plató se divide entre las que han puesto sus ojos en un aún, muy atractivo cantante y su mánager, un chico bastante más joven y con un físico radicalmente distinto. Wolfgang, un hombre de alrededor de cincuenta años, no tan delgado como en su juventud, pero todavía en buena forma, la piel clara, los ojos azules y melena lisa cobriza.
Mark, varios años más joven que el sueco, cubano, de cabello negro corto, piel muy morena, ojos oscuros y cuerpo musculoso. Las más jóvenes se fijan en el representante, mientras que las mujeres de más de cincuenta años han puesto sus ojos sobre el músico. Algunas de ellas se sienten atraídas por los dos hombres a pesar de lo diferentes que son en el aspecto físico.
Diez minutos más tarde, Fabiola da paso de nuevo a publicidad después de finalizar la entrevista al intérprete y despedirle.
Para cerrar la conversación, con broche de oro y antes de pasar a publicidad, el artista se dirige al escenario a interpretar una de sus canciones. El rockero toma su guitarra y comienza a tocar un tema de su última disco. Una hermosa canción de amor.
Cuando la presentadora escucha la canción, la historia le suena familiar. Es idéntica a su historia de amor con el sueco y baja la mirada por unos instantes sonriendo con melancolía, para volver a levantarla poco después. Él no deja de mirarla mientras canta, siente deseos de acercarse a ella, sentarse a su lado, acariciar su cara y cantarle cerquita. Aunque lo desea con todas sus ganas se reprime. Tal vez a ella no le apetezca. Se ha dado cuenta que sigue resentida con él y no quiere hacer algo que la haga sentirse incómoda. Todavía es muy pronto, acaban de reencontrarse después de tantos años y tiene muchas cosas que explicarle. Confesarle que su amor por ella siempre fue honesto, limpio y puro, que si se casó con Linda fue solo por despecho y que nunca la ha amado.
Pero, ¿Cómo explicárselo? ¿Cómo confesarle que siempre la ha amado?
El hijo de Fabiola observa absorto cantar a su ídolo, ignorando que el sueco recuerda, con esa canción, la historia de amor que vivió con su madre. El muchacho se pregunta que pasaría a si su madre y su ídolo se enamoraran.
«Tal vez él si podría hacer feliz a mi madre.» «Ese hombre es tan diferente a mi padre...»
El músico va en busca del hijo de la mujer que ama y le sube al escenario con él invitándole a compartir escenario. A pesar que la canción es nueva, el sobrino de Diana ya se la sabe. Se compró el disco el mismo día que salió a la venta y ya lo tiene más que memorizado. En apenas unas horas se lo aprendió.
El muchacho cree que todo aquello es un sueño, un sueño del cual no quiere despertar. El sueco le deja cantar solo una estrofa y se sorprende al comprobar que el chico tiene, a pesar de su juventud, una gran voz. Aunque más le sorprende es que posee una voz muy similar a la suya cuando él era un adolescente y empezaba en el mundo de la música con su banda.
Pese a que no debería hacerlo, no ha sabido resistir la tentación y se acerca al sofá en el que la periodista le hizo la entrevista para cantarle y lo hace acompañado del hijo de Fabiola.
Aunque la escena la pone un poco tensa porque su corazón late a toda prisa, la presentadora trata de mantener la compostura. A pesar de tener ya cuarenta y cinco años, se emociona como una quinceañera
al ver a su dos grandes amores cantando juntos para ella.
Diez minutos más tarde, la rubia da paso de nuevo a publicidad y despide al intérprete. Aprovechando el corte de publicidad y que la presentadora aún no se ha ido, el músico la toma por la cintura y le da dos besos mientras le dice algo al oído.
—Me encantó haberte visto. Estás tan hermosa como siempre. —casi le susurra el cantante a la mujer.
Ella siente como se derrite y como la piel de su cuello se le eriza.
El cantante se aleja de su antiguo amor. Aunque sabe que no debió hacer eso, pues la gente podría darse cuenta de que entre ellos pasaba algo, no pudo evitarlo. Además quería volver a tenerla más cerca por unos breves instantes, sentir el calor de su cuerpo, ese calor que ambos desprendían cuando se encontraban uno cerca del otro.
Fabiola sigue usando ese sutil, exquisito y femenino perfume que tan loco le volvía. Ese aroma le sigue volviendo loco, ella entera sigue teniendo ese efecto en él. Le sigue volviendo loco como la primera vez. Se dio cuenta de ello en cuanto volvieron a verse hace unos minutos de manera inesperada, en cuanto la tuvo sentada a escasos centímetros de él. Los años pasaron para ambos pero sigue tan hermosa como siempre a pesar de sus arrugas, que aunque no son muchas si son las suficientes que muestran una vida vivida, no una vida feliz.
Sabe que debería alejarse para siempre de la vida de esa mujer y no torturarla más, pero es algo que no puede evitar y menos ahora que sospecha que ella sigue sintiendo algo por él.
Se dice que los hombres tienen dificultades para leer y entender el lenguaje corporal de una mujer, aunque ese no es su caso. Él sí posee esa habilidad. Tal vez haberse criado con tantas mujeres en casa con esa especial sensibilidad, sin una figura masculina presente le hizo mucho más hábil a la hora de captar ese tipo de cosas. Dos de sus hermanas se especializaron en ello y tomaron cursos de formación con un experto en comunicación no verbal, Paul Ekman un experto en microexpresiones faciales en el que se inspiró la serie de televisión estadounidense Lie To Me para crear el personaje central de la historia, Cal Lightman, protagonizada por Tim Roth así como el argumento de la serie.
Las hermanas del rockero potenciaron así su don natural para detectar las microexpresiones faciales algo que solo puede detectar el uno por ciento de la población sin entrenamiento. Ambas trabajan ahora para la policía estadounidense para detectar las mentiras de la gente a través de su involuntaria gestualidad facial. Sus servicios son muy cotizados incluso en juicios.
Al rockero le tentaron en los años ochenta para que se uniera a un equipo haciendo lo mismo que sus hermanas llevan años haciendo, pero su vocación siempre fue la música.
Mitchell se aleja de allí acompañado de su representante mientras que Diana y su sobrino acuden junto a Fabiola que, aunque intenta evitarlo, mira al músico alejarse. Él también vuelve la cabeza para mirarla. Ella gira la cabeza para no seguir mirándole, pero él que se ha dado cuenta de todo sonríe complacido.
Lejos de allá Jesús, que ha presenciado toda la entrevista y está furioso porque la que es todavía su mujer se ha reencontrado con el hombre que siempre ha amado, llama a su corrupto abogado para que entre los dos organicen algo para hacer el máximo daño posible a Fabiola.
Diana, que de tonta no tiene un pelo y conoce al individuo que estuvo casado con su hermana, intuye que si su aún cuñado ha visto el programa estará lleno de rabia y querrá desquitarse de su esposa. Ese tipo es un psicópata que nunca admitió que ella amaba a otro. Pese a que la periodista fue honesta con él, estaba y sigue tan obsesionado con ella. Quería que esa mujer fuese suya y nada le importó, quería probarse a él mismo que podía quedarse con ese trofeo pues eso era en principio Fabiola para él ; un trofeo. Su belleza le volvió loco, además la mujer comenzaba a ascender en su carrera y le auguraban un gran futuro en el mundo de la comunicación. Su embarazo nunca fue un impedimento para trabajar y desarrollarse, aquellos que la contrataban no querían renunciar a tenerla en su equipo solo porque iba a ser madre, además la chica comenzaba a ser tentada y solicitada por varias cadenas de televisión pese a que aún no era famosa. Su talento no pasaba desapercibido para nadie y tenía un feeling especial con la audiencia.
Su esposo esperaba vivir del éxito, el dinero y la fama de su cónyuge sin dar un palo al agua y por supuesto obtener de otras mujeres lo que ella no le daba; sexo. Era algo que ya estaba acostumbrado a hacer ya que se dedicaba a seducir mujeres ricas e importantes, más mayores que él por lo general, para vivir de ellas. La diferencia con Fabiola es que la hermana de Diana tenía su misma edad, no era rica pero iba en camino de ganar mucho dinero y comenzaba a ser famosa, además a diferencia de la otras damas, era hermosa y se encontraba en la plenitud de su juventud. Esas otras víctimas se enamoraron de Jesús con mucha facilidad, algo que con ella nunca logró. Eso ha dañado el ego del hombre y ha aumentado su obsesión enfermiza por ella. Ya que la va a perder quiere verla destruida.
—Tengo que destrozarte para que no te olvides nunca de mi cuando ya estemos divorciados. —comenta el vividor apretando un bolígrafo con tanta fuerza en su mano que termina rompiéndose y la tinta le mancha la mano.
Horas después mientras Fabiola prepara la cena junto a su hermana y su hijo, el muchacho empieza a hablarle del rockero, pero su madre que aún no se ha repuesto del encuentro con Mitchell evita responder a su "tesoro" como ella acostumbra a llamarle. Diana que se ha dado cuenta interviene.
—Otro día habláis de eso, cariño. Ha sido un día duro para tu madre que quiere cenar y acostarse. —responde la abogada mirando a su hermana de manera cómplice.
Fabiola le devuelve la mirada, le agradece la ayuda. La abogada no necesita que su hermana le dé las gracias verbalmente ya que se conocen tan bien, hay tanta complicidad entre ambas que muchas veces se entienden con tan solo una mirada.
—Como quieras mamá, perdona si te incomodé. —dice el muchacho tomando a su madre de la cintura y besando con ternura una de sus mejillas.
—Tú nunca me incomodas, cariño. Eres mi tesoro. —ella le abraza y la besa en la frente y su hijo sonríe.
Diana los mira con ternura, la relación que hay entre madre e hijo es muy especial.
En su hotel, Mitchell recuerda su encuentro con ella y comienza a componer una canción.
La mañana siguiente, las hermanas y el muchacho acuden a una cafetería a la que suelen acudir con relativa frecuencia a tomar un café antes de comenzar el día. Al entrar Fabiola ve al músico intentando disfrutar de una taza de café mientras un grupo de fans de ambos sexos le piden fotos y autógrafos. Cuando los ojos de ambos se encuentran, el resto las personas que tienen alrededor parecen desaparecer por completo.
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