CAPÍTULO 8
Leer este capítulo escuchando este tema. La idea surgió de esta canción.
—Dime muchacho, te escucho. Y por favor háblame de tú. —le sonríe el músico.
—Gracias, estoy acostumbrado a tratar de usted a todas las personas que son mayores que yo. Me lo enseñó a la madre, dice que es mejor así hasta que conozcas a la persona y ella te de permiso, por cuestión de respeto. —se sincera el joven mirando a su progenitora.
—Eres un chico encantador y tu madre te ha educado muy bien. —contesta el sueco mirando también a la presentadora fijamente. —Insisto en que me hables de tú, no me sentiré menos respetado por ello. Se nota que tu madre es una gran y hermosa mujer. ¿Qué querías pedirme? Habla muchacho.
Ella turbada baja la mirada.
—Verá, mis amigos y yo tenemos un grupo de rock y... me gustaría...saber. ¡Oh Dios, qué nervioso estoy!..—comienza a hablar el joven muy nervioso e impresionado con el corazón latiéndole a toda prisa por la presencia de su ídolo. —Quisiera saber si... aceptaría...venir a algún ensayo un día y darnos su opinión. —consigue decir al final.
—¡Por supuesto que me gustaría acudir, muchacho! Por cierto, ¿quién es el vocalista del grupo? —se interesa el músico.
—Yo, ¿por qué? —desea saber el joven.
—Porque si no os molesta incluso me gustaría tocar algo con vosotros, cantar algún tema de los vuestros contigo. —se sincera Mitchell.
El nórdico ni siquiera sabe porque ha dicho eso, pero ese muchacho le inspira algo que no se puede explicar.
La cara del hijo de Fabiola muestra una expresión de sorpresa.
—¿Es en serio? —pregunta el chico iluminándose el rostro de felicidad.
—Totalmente en serio. —afirma el antiguo novio de Fabiola.
—¿Una estrella como usted quiere tocar y cantar con unos desconocidos como nosotros? —se sorprende el hijo de la periodista.
—Así es. —le confirma el músico con una sonrisa en los labios.
—Pero usted es un músico exitoso, con talento y mundialmente conocido. Nosotros en cambio... —dice el joven.
—También sois músicos, no sois conocidos pero debéis tener fe y paciencia, luchar duro. La única diferencia entre vosotros y yo es que soy famoso, nada más. Todo el mundo comienza así, desde abajo, al menos casi todo el mundo. Lo más importante es el talento y que alguien os dé la primera oportunidad para demostrarlo, y algo me dice que tenéis talento.
—¿De verdad lo cree? Pero si ni siquiera nos ha escuchado tocar. —le responde el joven.
—Es intuición y no suelo equivocarme. Seguro que cuando os escuche tocar se confirma lo que pienso.
—La verdad, no sé que decir después de tanto halago. —se sincera el sobrino de Diana.
En ese momento el regidor continúa con el programa.
—Muy bien, todo el mundo en sus puestos, volvemos de publicidad. —ordena.
Todos siguen las instrucciones, Fabiola y Mitchell vuelven a sentarse muy cerca el uno del otro, pero ella sigue sin querer hablar con el sueco que desiste y opta por no intentar más un acercamiento a ella. Le duele mucho esa actitud fría y distante de la presentadora hacia él, pero no puede culpabilizarla. Ella ni se imagina que el músico se casó con otra persona amándola a ella, pero dolido creyendo que había jugado con él. Ahora que sabe como sucedieron de verdad las cosas se da cuenta que una vez más su impulsividad le ha perjudicado en la vida. Siempre ha sido bastante arrebatado y eso le ha traído consecuencias. Está tratando de cambiar y parece que lo ha conseguido aunque sigue siendo un poco impetuoso. De no ser porque están en un programa de televisión y todo un país los observa se llevaría a Fabiola muy lejos de allí, lejos del hombre que aún es su marido. Entonces le daría todo el amor y la ternura que no ha podido entregarle durante todos esos años. Todo el amor que sigue sintiendo por ella como el primer día y que no ha disminuido con el paso del tiempo.
La peluquera y el maquillador los retocan a ambos y segundos más tarde el programa continúa su emisión normal.
Las antiguas amigas de Fabiola, que no se han perdido ni un solo minuto del programa disfrutan pensando en la hermana de Diana están seguras que la periodista dirige la palabra a su antiguo amor solo por cuestión laboral y que fuera de cámaras le trata como a un completo extraño. Después de todo ambos se odian, ellas se encargaron de eso, y han rehecho sus vidas junto a otras personas.
Lejos de allí, el aún marido de la reportera ve el programa que la mujer de la que se acaba de separar presenta y enfurece. No puede creer que Fabiola haya vuelto a ver al rockero después de tantos años, pero lo que más le enerva es saber que aunque lo disimula ella sigue sintiendo algo por él. A pesar de los años transcurridos desde que se vieron por última vez, Jesús es consciente que el corazón de la hermana de Diana siempre ha pertenecido al cantante. Por su culpa jamás le amó y le hace responsable de su fracasado matrimonio con su mujer, sin pararse a pensar que él es el único responsable.
Su esposa nunca le engañó, siempre le dejo en claro que amaba a otro hombre y que iba a tener un hijo con él. Aún así, el empresario insistió en casarse con ella confiando en que, una vez casada, se olvidaría de una vez por todas de ese dichoso sueco. Tampoco se puede decir que Jesús haya intentado demasiado ganarse el amor de la mujer con la que había contraído nupcias poco a poco, muy al contrario. A pesar de no amarle Fabiola trató de hacerle la vida agradable, trató de amarle sin éxito, pero él siempre la trató de forma cruel y déspota exigiéndole...
—¡Qué te olvides de ese músico de pacotilla y me respondas como mujer!
Al principio había solo malas palabras, insultos, vejaciones, todo verbal, sin embargo con el tiempo a las agresiones verbales se les unieron las agresiones físicas. Jesús espera, desea que Mitchell no sienta ya nada por ella, que tan solo haya jugado con Fabiola como ella siempre ha creído.
—Porque si no es así y pretenden unirse de nuevo... —comenta el individuo mirando con odio a la pareja.. —Y si tengo que usar a su propio hijo para hacerles daño, lo haré. O conmigo o con nadie.
En el plató, junto al regidor del programa, Diana y Mark ven la entrevista con especial atención. El agente del artista es bastante más joven que él pero el compositor ha puesto su carrera en sus manos porque confía en que el muchacho es muy bueno en su trabajo, ya que a pesar de su juventud posee una dilatada carrera profesional como representante de artistas. Hubo incluso quien le criticó por elegir a un mánager más joven, y por si fuera poco cubano, aunque al cantante siempre le ha importado poco lo que opinen algunas personas.
A pesar que Fabiola y Mitchell son unos profesionales y la entrevista sigue su cauce normal, a ambos les está costando mucho mantener la compostura.
Todo el mundo observa la entrevista con atención, nunca se sabe lo que el pelirrojo puede contestar a una pregunta ya que se caracteriza por no ser un hombre políticamente correcto. Dice lo que piensa, no lo que la gente, a algunas personas les gustaría oír. Es una persona correcta, educada y amable pero siempre hace lo que le dicta el corazón o lo que le apetece. A pesar de lo que se dice de los nórdicos, que son gente fría, él no se ajusta a esa descripción en absoluto. Es cálido, cercano, muy apasionado. Sin embargo, en esta ocasión el artista se muestra muy tranquilo y calmado, como hechizado.
Diana, entre tanto se prepara para llevar el divorcio de Fabiola ya que el primer abogado de su hermana es un corrupto que ha decidido pasarse al bando contrario y ahora defiende los intereses del todavía esposo de la conductora en su proceso de divorcio. Jesús ha logrado tenerle de su lado ofreciéndole una escandalosa suma de dinero para que se aliara con él y el letrado no lo dudó un segundo. El millonario está dispuesto a abusar de su poder y utilizar su dinero para acabar con ella. Su nuevo abogado y él están haciendo hasta lo imposible por retrasar y obstaculizar su separación de la presentadora.
La hermana de la periodista, indignada con ambos, no piensa descansar hasta ver a la periodista libre de ese "elemento" lo antes posible. Además en la demanda de divorcio interpondrá una denuncia por malos tratos que la mujer lleva años sufriendo en silencio. Aunque la letrada siempre la aconsejó que le denunciara, Fabiola no ha querido hacerlo. Pero no lo ha hecho por respeto a su marido, pues no se merece consideración alguna por su parte, sino por su hijo, ya que por desgracia, es el único padre que conoce.
«Pero ahora que Mitchell y mi hermana se han vuelto a encontrar quizás sea hora de todo se descubra y que pase lo que tenga que pasar.» piensa la mujer observando a Fabiola. —Jesús es tan mala persona que sería capaz de usar a mi sobrino en contra de su propia madre para hacerle daño aunque el chico nunca le haya importado en lo más mínimo.
A pesar que Fabiola registró a su bebé como hijo de madre soltera, su cuñado sería capaz de reclamar la paternidad de su sobrino para arrebatárselo a su hermana. Si se da cuenta que no puede evitar el divorcio, que no podrá evitarlo, hará lo que esté en su mano para hacer la vida imposible a la persona con la que un día se casó.
La abogada sonríe al comprobar como el cantante mira embelesado a Fabiola, a pesar de los años y la distancia no puede negar que sigue sintiendo algo por ella. Él es diferente al resto de los hombres que conoce, es fiel a sus sentimientos a pesar que a veces su impulsividad le haga cometer errores. Sabe que es honesto y leal.
Años atrás y por culpa de su aspecto, su cabello largo, su ropa ajustada, todo el mundo pensaba cosas no muy agradables sobre ellos, excepto Fabiola, que mucho antes de conocer al grupo supo apreciar algo en el vocalista, algo mucho más allá de su imponente físico. La gente se reía de ella y la acusaba de ser demasiado ingenua, pues según las mayoría de ellos, unos chicos como aquellos, con esos pelos, esas formas de vestir y su música los convertía en juerguistas, mujeriegos y delincuentes.
¡Qué equivocada estaba la gente!
Cuando Fabiola presentó a Diana a los músicos se estableció una corriente de mutua simpatía entre todos ellos y Diana, en especial con el intérprete de la banda. La abogada recuerda como se amaban y los felices que eran Mitchell y su hermana. Fabiola acompañó al grupo en algunos conciertos y aunque en público no se hacían carantoñas Diana podía darse cuenta de lo que ambos se querían solo por la forma de mirarse.
El vástago de la presentadora sigue presenciando como su madre hace preguntas a su mayor ídolo, todavía no se puede creer que haya podido conocerle y mucho menos que haya podido hablar con él y darle un abrazo. Está fascinado por su cercanía. No es frío, ni distante como otros compañeros de profesión que sí lo son y que no poseen ni la mitad de su talento.
En ese mismo momento, la hermana de Fabiola toma una decisión después de haber visto hace un rato al rockero y a su sobrino juntos.
«Sé que no me vas a perdonar por ello, pero tengo que hacerlo, hermana.» «No puedes protegerle siempre.» «Tu hijo ya es mayor para entenderlo.» —piensa la letrada observando a la conductora. —«Si no se lo dices tú, se lo digo yo.» «Tiene derecho a saberlo.»
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