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CAPITULO 5: EL REENCUENTRO

Leer este capítulo escuchando esta canción. La idea surgió de este tema.


—Al principio no pues pensaba que lograría sin mayor esfuerzo lo que estaba buscando, después de todo estaban casados y una esposa se debe a su marido en cuerpo y alma. Pero cuando se dio cuenta que no podría acostarse con ella, en la noche de bodas la abofeteó por primera vez. Y solo fue la primera a lo largo de los años. —se sincera Diana con Mitchell bastante furioso.

El rockero masculla en sueco

—¿Dijiste algo, Mitchell? —inquiere la abogada.

—Si antes no quería conocer a ese individuo ahora sí. —responde el artista sintiendo como la rabia se apodera de él

Le gustaría tenerlo enfrente para darle lo que se merece.

El teléfono móvil de Diana suena y en la pantalla lee un mensaje de Fabiola que desesperada le pide que vaya al estudio cuando acabe el programa pues necesita hablar con ella. La chica enseguida sospecha que el motivo de la angustia de su hermana tiene mucho que ver con su ex marido y la llama enseguida.

—¿Qué te ha hecho ahora ese desgraciado? —le pregunta Diana a su hermana. —Lo que te ocurre tiene que ver con él, ¿verdad? —interroga la abogada a la periodista.

El músico presta atención a la conversación de su amiga que habla con Fabiola.

Sería tan sencillo hablar con ella...

—Ahora no puedo hablar, estoy ensayando. Salimos al aire en una hora y estoy repasando el guión del programa, en especial la entrevista que haré a un personaje famoso. —contesta Fabiola pasando las hojas del guión.

—¿Sabes ya de quién se trata? —desea saber su hermana.

—No, ya sabes que nunca me lo dicen.

El intérprete guarda silencio mientras Diana conversa con su hermana. Aunque siente deseos de hablar con Fabiola después de tantos años, y oír su voz, desecha la idea pues lo más probable es que no quiera saber nada de él y lo entiende, así que disimula mirando por la ventanilla si es bien de vez en cuando mira a Diana hablar con su hermana.

La hermana pequeña de Fabiola sonríe al darse cuenta. Es posible que Fabiola le siga importando más de lo que todo el mundo, en especial la propia Fabiola, cree. Incluso cabe la posibilidad que incluso siga sintiendo algo por ella, que el amor que le tuvo años atrás no haya muerto del todo. Es algo que sin duda la haría muy feliz, intuye que su hermana no le es del todo indiferente al compositor aun después de tantos años.

Ojalá no sea solo un deseo suyo más que una realidad. Le gustaría tanto que lo retomaran donde lo dejaron...Además hay algo mucho más fuerte que les une.

El músico, ahora con el cabello rojizo y liso, mira a la que pudo ser su cuñada. Sabe que le oculta algo y a pesar que quisiera saberlo, ya que sospecha que tiene que ver con Fabiola, no quiere presionar a la letrada.
No quiere meterse en la vida de su antiguo amor, ni atormentarla aunque ahora sea libre y tenga la tentación de verla de nuevo.

Siendo honesto consigo mismo, desde que supo la verdad de lo sucedido el día del aeropuerto por boca de Diana, ha deseado volver a verla cada minuto, cada instante de su vida a lo largo de los años. Pero no ha podido ser. Necesita pedirle perdón por desconfiar de ella, aunque quizá no desee hablar con él.

Mitchell, que siempre ha sido un hombre algo impulsivo y apasionado, sabía que eso le podría traer problemas en un futuro, como así ha ocurrido. En lugar de creer que la venezolana le había traicionado debió hablar con ella, conocer el motivo de su ausencia en el aeropuerto y no casarse por despecho días más tarde con otra mujer.
Su carácter impulsivo le hizo cometer el mayor error de su vida, ese del que lleva años arrepintiéndose.

Diana pide al conductor que pare, pues ya ha llegado a su casa. Antes de bajar del automóvil le da su número de teléfono a Mitchell.

—Llámame cuando necesites hablar con alguien, "cuñado". —sonríe la abogada mientras le guiña un ojo. —En este país nunca estarás solo porque acá tienes una amiga. —termina de decir la muchacha dándole un beso en cada mejilla. —Espero tu llamada.

Él sonríe mientras ve alejarse a su "cuñada" fijándose en el edificio en el que Fabiola vive con su hermana. Ambas siempre han estado juntas incluso cuando la mayor de ellas se casó se llevó a Diana a vivir con ella ya que no quería dejarla sola. Y menos mal que fue así pues Fabiola ha podido apoyarse en Diana en los peores momentos de su matrimonio que han sido muchos, la mayoría en realidad.

Pero si el ex marido de la presentadora se piensa que la mujer está sola e indefensa en el mundo se equivoca. Él la va a proteger aunque sea desde la sombra y sin que ella se entere. Será como su ángel protector aunque suene ridículo y anticuado. Siempre ha detestado demasiado a los hombres que maltratan a una mujer, ya sea de manera física o psicológica. Si ese individuo intenta algo con Fabiola, si se atreve a ponerle una sola mano encima a la hermana de Diana, tendrá que enfrentarse a él. A ver si es tan valiente de enfrentarse a otro hombre en igualdad de condiciones. Son basura.

En realidad, odia a todo aquel que agrede a otro ser humano sea de la manera que sea. Si por casualidades de la vida llega a conocer a semejante individuo, al detestable ser que ha convertido su vida en un infierno, le va a dejar muy claro lo que piensa de él.

El cantante se siente culpable de todo lo que Fabiola ha vivido con ese imbécil.

«Si hubiera confiado más en ella y no hubiera creído que se había reído de mis sentimientos...» «Debía sospechar que algo le había pasado.» «Este carácter mio tan impulsivo me hizo pensar lo peor de ella y al regresar a Suecia uni mi vida a la de la primera mujer que conocí por rabia.» «Metí la pata y de no ser por eso quizás ella y yo estaríamos juntos ahora.» piensa el rockero mirando por la ventanilla mientras se alejan del domicilio de Fabiola y Diana.

—¿Qué te pasa Mitchell? Estás muy pensativo. —le pregunta su mánager Mark.

—Estaba meditando sobre el pasado y los errores que cometemos a veces por impulsivos, errores que luego pasan factura. —se sincera el cantante.

—¿Lo qué te pasa tiene que ver con esa chica, la que viste en el aeropuerto y acercamos hasta su casa? —pregunta su joven representante.

—Sí. —confirma el artista.

—Entonces ella forma parte tu pasado. Pero es una mujer muy joven. ¿Es ella?

—No es Diana. Ella es la hermana de Fabiola. —se sincera el músico con su amigo.

—Comprendo. Entonces la mujer que te robó el corazón es Fabiola, no Diana. —responde el muchacho.

—Eso es. Ver de nuevo a Diana me trajo muchos recuerdos. Conocí a Fabiola hace años en este país tan hermoso y me robó el corazón para siempre pues no he vuelto a amar a otra mujer.

—Espera un momento, si no recuerdo mal estuviste casado varios años. —contesta Mark sorprendido.

—Sí, pero nunca amé a la mujer que fue mi esposa. Me casé con ella por simple y puro despecho.

Mitchell le cuenta a su agente todo lo que vivió en el pasado.

—De modo que por culpa de las "amigas" de Fabiola, tú te casaste con otra mujer. —dice el chico señalando la palabra "amigas" con dos dedos de cada mano.

—De eso yo fui el único culpable, nadie me puso una pistola en el pecho para hacerlo. Me comporté como un idiota y no sabes como me arrepiento de ello. Cuando habían transcurrido unos días de mi boda recibí una carta de Diana en la que me explicaba porque su hermana no había ido al aeropuerto el día que nos fuimos de Venezuela.

—¡Qué triste! No puedo comprender porque sus amigas hicieron eso sabiendo que os amabáis.

—Porque eran y seguro que siguen siendo unas malas personas y unas envidiosas.
Conocí a Fabiola y esas chicas el mismo día. Desconfíe de ellas desde el primer momento y advertí a Fabiola que tuviera cuidado con ellas. —se sincera el rockero con su amigo.

—¿Cómo puedes decir eso? No se debe juzgar a nadie sin haberle conocido apenas. —le responde su agente

—Lo sé y no es algo que acostumbre a hacer pero en algunas ocasiones no es necesario conocer a alguien para saber como es porque enseguida se delatan, tanto para bien, como para mal. Me bastó con lo que vi para darme cuenta. A ninguna le importó en lo más mínimo dejarla sola e irse a perseguir a un grupo de chicos, pero cuando llegaron y no la vieron allí se molestaron mucho. Siempre he tenido la sensación que la trataban como a una criada, como si ella no tuviera opinión propia, ni pudiera decidir por si misma, siempre a expensas de aquello que ellas deseaban. Cuando regresamos al lugar donde habían dejado las toallas le reprocharon que se fuera de allí. Si Fabiola se alejó de aquel lugar fue para ayudar a un niño que se había perdido en la playa. Fueron muy desagradables y altaneras con ella sin importarles quienes podían estar escuchándolas. La humillaron y si algo no soporto son las injusticias y que humillen a alguien por el simple placer de hacerlo.

—Supongo que ella se sintió mal. —asegura su agente.

—Sí, pero se quedó callada. Fabiola es una mujer muy prudente y con mucha clase, pero yo... —le explica el músico.

En ese momento Mark comienza a reír a carcajadas.

—Conociéndote seguro que tú sí dijiste algo. —responde su joven mánager.

—Sí. Es que estaba furioso por el descaro de sus "amigas", algo que esas idiotas habían hecho antes con la diferencia que ellas fueron tras un grupo de chicos y Fabiola por ayudar a alguien. Esa era la diferencia. Les dije que eran unas egoístas y unas interesadas.

—Imagino que no les sentó nada bien escuchar eso. —comenta su representante.

—Así es, pero cuando descubrieron quienes éramos cambiaron de manera radical su actitud conmigo y mis compañeros, comenzaron a ser amables con nosotros. —se sincera el artista con una expresión de enfado en su rostro.

—¡Qué hipócritas! Y a ti con ese carácter que tienes seguro que te entraron ganas de matarlas. —se ríe su agente. —Las ignorarías.

—¿Cómo no hacerlo con personas así? El resto de mis compañeros y yo estuvimos el resto del día hablando con Fabiola, pendientes de ella, aunque claro sus amigas intentaron captar nuestra atención varias veces sin éxito.

—Imagino que eso las haría enfurece por preferir a su amiga pobre antes que a ellas.

—Sí, pero me importaba muy poco pues estaba convencido que el capricho se les pasaría tan pronto como había aparecido. —se sincera Mitchell.

—Por lo visto no fue así. —responde su amigo.

—En cuanto supieron lo que había surgido entre ella y yo comenzaron a darle vueltas a la forma de vengarse de los dos. Y ese día fue cuando nos marchabámos de Venezuela. No sé como se enteraron que Fabiola y yo habíamos quedado en el aeropuerto para despedirnos. Lograron que me marchara de este país odiando a Fabiola y creyendo que había jugado con mis sentimientos y que nunca me amó como yo a ella Consiguieron separarnos para siempre. —se sincera el Mitchell con pesar. —Si ella al menos fuera feliz intentaría olvidarla, pero algo me dice que no lo ha sido. Hablé con su hermana y aunque no me lo dijo, sé que el ex marido de Fabiola debe ser un imbécil que la está haciendo sufrir y no se lo voy a consentir. No permitiré que dañe a una mujer tan maravillosa.

—Ten cuidado, no te metas en problemas. —le aconseja su mánager.

—Tranquilo, no voy a ir por él ni nada parecido, no soy un persona violenta, aunque voy a cuidar de Fabiola sin que ella lo sepa. —asegura el músico.

—Todavía no has podido verla, ¿verdad? —inquiere su representante.

—No y tal vez sea mejor así pero velaré por ella de todas formas.

—Han pasado muchos años, quizás si volvieras a verla ya no sientas lo mismo por ella. Tal vez los años hayan hecho mella en su aspecto.

—Eso no me importa, no me enamoré de su aspecto, sino de su alma. De lo que si estoy seguro es que seguirá conservando su melena rubia de la que tan orgullosa se sentía y con razón. —recuerda el pelirrojo con una sonrisa en los labios.

Lejos de allí, el hijo de Fabiola se entera que su cantante favorito se encuentra en Venezuela y planea ir a verle a algún lugar en el que actúe.
Desde que gracias a su madre el chico escuchó las canciones, tanto del grupo de rock en el que Mitchell cantaba años atrás, como las de los trabajos en solitario del vocalista de la banda, el sobrino de Diana se ha vuelto un fan incondicional tanto de la música del grupo, como de la del sueco. Fue después de descubrir esas composiciones cuando el chico tuvo más claro que nunca su futuro se encontraba en el mundo discográfico, así como el estilo musical que deseaba desarrollar.

A pesar que Jesús quiso deshacerse en su momento de todos esos discos, ni ella ni su hijo se lo permitieron. En especial el muchacho que adoraba esa música y no comprendía porque su progenitor la odiaba tanto. Después de todo tan solo eran unos discos.

Jesús sabía perfectamente que esos discos eran recuerdos de ese hombre de los que ella jamás ha querido desprenderse.

El muchacho se comunica con su madre por teléfono para informarle sobre lo que acaba de descubrir.

—Hola mamá. ¿Cómo estás? Por cierto, acabo de enterarme que nuestro cantante favorito acaba de llegar a Venezuela para dar unos conciertos acá. Podríamos ir juntos a verle. Quizás incluso, con un poco de suerte le conozcamos algún día. Me encantaría que eso pasara. Parece un buen tipo, amable, sencillo y cercano. —le dice el chico muy emocionada.

Saber que su amor imposible está de vuelta en Venezuela después de tantos años trae a la memoria de Fabiola recuerdos felices de lo que vivieron juntos, aunque también amargos. Si su hijo supiera que su madre ya conoce al rockero y que algo les unió hace tantos años se sorprendería.

—No lo sé, ya veremos cariño. Tengo mucho trabajo. —responde ella con el corazón agitado al recordar al músico.

¿Cómo va a decirle a su hijo todo lo que vivieron juntos? Y sobre todo, ¿Cómo va a decirle que el cantante es su verdadero padre y no el hombre que él cree?

No podría soportar sus ojos acusadores reprochándole que le haya mentido toda la vida.

¿Qué pensaría si supiera que su padre biológico no es el hombre con el cual su madre se casó?

Aunque su ex esposo jamás le ha sido fiel, al menos que ella sepa, y cuando le conoció ya estaba embarazada del rockero, la maldad del individuo que se casó con la periodista  le impulsaría a hacer daño a Fabiola. Y la mejor forma de lograrlo sería que su propio hijo la odiara al dudar de la moralidad y decencia de su progenitora.

Diana, feliz por haber visto de nuevo a Mitchell, planea un reencuentro entre su hermana y él aún sabiendo que tal vez a Fabiola no le resulte agradable verle de nuevo.

La conductora, ya en plató, repasa el guión del programa mientras el peluquero retoca su melena. Su cabellera rubia sigue siendo tan larga y bonita como antaño, aunque de vez en cuando se la corta un poco para sanearla.

Han pasado ya algunos años desde el día en que ambos se conocieron en una playa de Venezuela. Recuerda eso bastante más a menudo de lo que le gustaría, además de como sus amigas la dejaron sola y como Mitchell la defendió de ellas. Tampoco puede olvidar como consiguieron que no acudiera al aeropuerto a despedirle y como fingiendo que se habían arrepentido de lo que habían hecho le dejaron marchar y se rieron pues sabían que por mucho que corriera ya no llegaría a tiempo. Pero ese no es momento de recuerdos, debe centrarse en el programa de ese día.

Mientras repasa las últimas líneas del guión no puede evitar volver a pensar en él ya que aunque pretenda mentirse a ella misma asegurando que no quiere volver a verle, en el fondo de su corazón sabe que si lo desea aún sabiendo que está felizmente casado.

Fabiola se mira en un pequeño espejo controlando que el maquillaje esté perfecto. Aunque apenas se maquilla y cuando lo hace es de manera casi imperceptible, en esta ocasión su maquilladora del programa ha tenido que subir la intensidad y cantidad de su maquillaje para ocultar el moratón que la hermana de Diana tiene en el rostro. Lo cierto es que debe felicitarla ya que ha logrado disimularlo tan bien que apenas se nota. Aunque los espectadores desde sus casas no se darán cuenta de nada, quien esté cerca suyo si podría hacerlo.

El músico, por su parte, se prepara para hacer su aparición en un programa de televisión.

El regidor del programa le comunica a Fabiola que estarán en el aire en treinta segundos y transcurrido ese tiempo el programa de Fabiola da comienzo y la presentadora anuncia la presencia del primer invitado de la noche.

—Como todos sabéis, yo soy la única persona del equipo que desconoce la identidad del invitado misterioso de cada programa. Sólo cuando sale descubro de quien se trata y hoy no va a ser la excepción. Así que, como hacemos siempre en este punto, seréis vosotros, el público, —dirige su mirada hacia el público del estudio. —quien realice preguntas a nuestro invitado para averiguar su identidad. Preguntas que yo le repetiré. ¿Quién quiere preguntar primero? —comenta la presentadora.

—Yo. —dice una mujer de unos treinta años levantando la mano.

Fabiola se acerca a ella y le acerca el micrófono para que la chica interrogue a la persona desconocida.

—¿Eres mujer? —pregunta la chica.

Como hace siempre Fabiola repite la pregunta.

—¿Eres mujer?

—No. —responde la persona a la que verán en unos instantes.

—¿Eres un deportista famoso? —interroga en esta ocasión un chico de unos veinte años.

Fabiola repite la segunda pregunta.

—¿Eres un deportista famoso?

—No.

—Siguiente pregunta. —dice la presentadora.

—¿Eres del mundo del espectáculo? —inquiere en esta ocasión una señora de unos sesenta años.

Fabiola repite la pregunta.

—¿Eres del mundo del espectáculo?

—Sí.

En ese momento, el regidor entrega a Fabiola las preguntas de la entrevista que la mujer debe hacer en unos minutos a la persona que está a punto de aparecer en plató. Eso nunca le ha gustado. Desconocer la identidad del invitado misterioso hasta el momento en que aparece por la puerta del estudio le impide recopilar información sobre la persona a la que va a hacer tantas preguntas.
Pero esas son las normas del programa.

—Bien, veamos quien nos acompaña hoy. Ha llegado la hora de conocer a nuestro invitado misterioso. —dice Fabiola dirigiendo su mirada hacia las escaleras para recibirle.

El sueco hace su aparición en el programa y la gente emocionada al ver una estrella de tanto nivel y prestigio allí, le aplaude y vitorea.

Cuando Fabiola le ve bajar las escaleras, su cara cambia de color por la impresión de ver al europeo allí. Su corazón se acelera. Por momentos cree estar viendo visiones, imaginando que Mitchell camina hacia ella, pero no tarda en comprobar que todo aquello es real, que el hombre que más ha amado se encuentra allí, en el estudio donde se graba su programa. La vida les ha puesto frente a frente por primera vez después de tantos años. Aunque delante de todo el mundo trata de comportarse con naturalidad, por dentro está nerviosa como una quinceañera.

Cuando el músico está frente a Fabiola y descubre que ella es la presentadora del programa al que ha ido y que será ella quien le entreviste no puede evitar una cara de sorpresa. Todo esperaba menos que volvería a encontrarse con Fabiola poco después de regresar a Venezuela.

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