CAPÍTULO 3
Leer este capítulo escuchando esta canción. La idea de esta historia surgió al oír este tema.
Durante el tiempo que permanecieron en Venezuela Fabiola estuvo con ellos. Les mostraba los rincones más típicos y hermosos del país así como sus comidas típicas.
Los suecos nunca habían probado las arepas tan propias del lugar y cuando lo hicieron les encantaron.
Incluso alquilaron un coche para poder recorrer más pueblos de esa nación tan llena de gente hermosa.
La gente les reconocían por la calle pero ellos trataban de actuar con la mayor normalidad posible sobre todo cuando se les acercaban a pedirles fotos y autógrafos.
Cuando eso sucedía, la amiga del grupo se apartaba, más bien se escondía, mientras ellos atendían a sus fans.
EL gentío, que ya la había visto con ellos, se preguntaba quien era ella. La mayoría suponía que sería la novia de alguno de ellos aunque se equivocaban. En ese momento solo era una amiga de los músicos, al menos en esos días.
Luego sucedió lo inevitable, la atracción y la química que habían surgido desde la primera vez que Mitchell y Fabiola cruzaron sus miradas con el tiempo y los instantes que pasaban juntos convirtieron todo eso en amor. Un gran y profundo amor.
Era algo que el resto de la banda venía venir. No podían estar el uno sin el otro.
Ella los acompañaba donde quiera que fueran. En los conciertos que la banda dio en Caracas cuando ya era novia del vocalista, la hermana de Diana optaba por permanecer en la sombra. Deseaba vivir aquella historia sin que nadie lo supiera ya que entonces, y como acostumbran a hacer, la prensa los perseguiría por todas partes. No se daban muestras de amor en público para no delatarse, eran muy discretos. Ambos lo preferían así.
En alguna que otra ocasión Diana los acompañaba a algún recital aunque apenas era una adolescente y se debía a sus estudios. Desde el primer día se llevó bien con toda la banda, en especial con el vocalista principal de la banda. También se percató de lo que ocurría entre su hermana y el cantante de la banda y estaba encantada con ello.
El día que se marcharon del país Fabiola quedó con Mitchell en ir a despedirlos al aeropuerto, luego sería ella la que viajaría días más tarde para reunirse con él.
Ella nunca llegó a despedirlos y el rubio se fue con el corazón destrozado pensando que había jugado con sus sentimientos y la odió. No imaginaba que las envidiosas amigas de la mujer que amaba se habían enterado del romance y se las ingeniaron para que faltara a su cita con él.
Fabiola intentó marcharse sin éxito, pero ellas no se lo permitieron. Cuando la dejaron marchar al fin Fabiola creyó que se habían apiadado de ella. Nada más lejos de la realidad. Solo la dejaron ir porque sabían que ya no llegaría a tiempo de despedirle.
En cuanto el chico de rizos dorados regresó a su país se casó de manera repentina con otra mujer a la que apenas conocía. Lo único que pretendía es que Fabiola se enterara de ello y hacerla daño.
Poco después y por boca de su hermana, Diana se enteró de lo que las queridas amigas de la rubia habían tramado para separarlos. En ese momento quiso matarlas con sus propias manos sobretodo cuando Fabiola le contaban como se reían de ella sabiendo que ya no llegaría a tiempo de verle, ni de despedirse de él.
Diana quería ponerlas en su sitio y más cuando un día por casualidad las escuchó hablar de lo que habían hecho jactándose de ello. Aunque la rabia la consumía decidió no hacer nada por respeto a su hermana, además tan solo era una adolescente y ellas mujeres "supuestamente" adultas.
Algún día les haría pagar por todo eso.
Lo único que podía hacer era escribir al rockero para contarle la verdad. Le costó un poco dar con su dirección en Suecia y cuando la tuvo en su poder escribió una extensa carta en la que le explicaba con lujo de detalles la razón por la cual Fabiola no acudió al aeropuerto a despedirlo. También le contó como ella misma escuchó a las sinvergüenzas amigas de su hermana hablar entre risas de lo que habían hecho para separarlos y él se marchara creyendo que ella se burló de sus sentimientos.
Cuando Mitchell terminó de leer aquella carta enfureció.
Estaba indignado con esas mujeres de las que nunca se fió aunque mayor era el enojo que tenía contra él mismo. Debió esperar, confiar en Fabiola y que ella le explicara que fue lo que ocurrió para que no acudiera al aeropuerto, pero su maldita impulsividad le llevó a casarse con la primera mujer que conoció a su regreso a Suecia.
El músico devolvió una carta a Diana donde le contaba que se acababa de casar por despecho porque pensaba que Fabiola de burló de él. Ni siquiera amaba a la mujer que había convertido en su esposa. Todo fue por despecho y tampoco tenía intención de intimar con ella.
Eso es lo que le cuenta Mitchell a Mark en el avión en el que se acercan cada vez más a Venezuela.
—¡Si sus malditas y envidiosas amigas no se hubieran metido entre nosotros dos destrozando un amor tan fuerte quien sabe que habría pasado con Fabiola y conmigo! Tal vez estaríamos casados y felices con familia o quizás estaríamos separados, pero gracias a ellas nunca lo sabremos. —se sincera el rockero con su amigo y representante.
—Quien sabe lo que la vida os tenga reservado. Si os amáis aún quizás haya una nueva oportunidad para vosotros. —responde el joven.
—Seguramente esté casada. Cualquier hombre querría tenerla a su lado. Tendrá hijos a diferencia de mi. Ojalá sea feliz después de lo que yo le hice. —se lamenta arrepentido el intérprete mirando por la ventana. —Si me perdona solo puedo aspirar a quizás ser su amigo.
Lejos de allí, el exmarido de Fabiola, de quien acaba de separarse, trata de manipular a su hijo con el fin de ponerle en contra de su madre. Todo es en vano ya que el chico no se deja engañar por él. Ya no.
—Cuando era un niño me manipulaste diciéndome cosas sucias sobre ella que eran falsas, pero ya soy lo bastante mayor y puedo darme cuenta de cuál es la verdad. Desde que recuerdo has sido muy desconsiderado con mamá a pesar que ella siempre trató de hacerte la vida agradable. Nunca fuiste cariñoso con ninguno de los dos, en especial conmigo. En cambio ella se desvivía por atenderme y llenarme de cariño. —le reprocha el adolescente.
—Tu madre no es la mujer cándida y maravillosa que tú crees. —responde su progenitor con dureza.
—Nada de lo que me digas o hagas va a manchar la imagen que tengo de ella, papá, así que haz el favor ahorrarte tus comentarios porque no me interesan. —le aclara el joven de cabello rubio alto y delgado a su progenitor dejándolo solo.
En otro lado, Diana, la hermana de Fabiola se encuentra por casualidad con las amigas de su hermana mientras camina por la calle hacia su trabajo en el bufete de abogados, aunque la muchacha las ignora y finge no haberlas visto.
Como el cinismo de ese grupo de mujeres es mayor que su desvergüenza todas logran darle alcance a la abogada. Diana al ignorarlas las hiere en su orgullo porque si algo no soportan es que las ignoren por completo como hace la joven en esos momentos. Una vez que están junto a ella comienzan a entablar una conversación aunque la joven no se muestra muy interesada en nada de lo que tenga que ver con esas odiosas mujeres.
-—¡Qué casualidad! ¡Por fin volvemos a verte después de tanto tiempo! —exclama una de ellas en voz alta.
—¿Fabi cómo está? —pregunta aquella muchacha que veinte años atrás llamaba de esa manera a la hermana de Diana delante de Mitchell y sus compañeros de banda, aún a sabiendas que ella odiaba que la llamaran así.
A pesar de los años transcurridos seguía mantenido esa vieja costumbre y aunque podría evitar llamarla así disfruta haciéndolo pues sabe que
la molesta. Por eso precisamente lo hace, porque le gusta verla molesta.
Diana la mira entonces contrariada y no duda en contestarle.
—Se llama Fabiola, FA-BIO-LA. Ya es hora que le digas Fabiola y no Fabi aunque cuanto menos la hables o te dirijas a ella mucho mejor. Que yo sepa en ningún momento te dio permiso para que la llames así. —responde la abogada mirándola con desaprobación.
—¿Tu hermana se casó, tuvo hijos? Hace tiempo que no sabemos de vosotras. —pregunta una tercera.
En realidad todas saben la vida de Fabiola detalle por detalle pues se han encargado de averiguar. La única razón por la cual interrogan a su hermana es por curiosidad para sonsocarle algo que no sepan y luego poder criticar a la mujer.
—Ni falta que os hace saber de nosotras. —responde Diana intentando marcharse de allí.
Sin embargo, las antiguas amigas de Fabiola no están dispuestas a dejar que se vaya, al menos no aún. Necesitan saber más de su antigua amiga.
—Entendemos que no nos hayas reconocido al vernos. Hemos cambiado mucho. —dice otra de ellas
—¿Y quién dice que no os he reconocido? Os reconocí desde el primer minuto en que os vi pero no me interesa nada que venga de vosotras. Ni siquiera un saludo. —se sincera la abogada con las mujeres. —Si habéis cambiado pero como todo el mundo porque los años pasan para todos los seres humanos aunque en lo esencial no habéis cambiado en absoluto. Seguís siendo las mismas personas malas, envidiosas, estiradas y arpías de hace años que se hacían pasar por amigas de mi hermana pero que la separaron de su gran amor por pura y simple envidia. Fabiola, no Fabi, creía en vosotras sin embargo a mi jamás me inspirasteis la más mínima confianza. —las reprocha Diana con dureza. —Desde que rompió toda amistad y contacto con unas personas tan falsas e hipócritas como vosotras le va mucho mejor. —les espeta la abogada en la cara. —Y por último, si mi hermana se casó o no ese no es asunto que os incumba. Ya la habéis hecho bastante daño. —les responde la abogada airada.
—¡Oye mocosa! ¿Con qué derecho nos hablas de ese modo tan insolente? —le reprocha la más altanera del grupo.
—Con el derecho que me otorga todo el mal que le habéis causado. Ni se os ocurra volveros a acercar a nosotras. —les advierte la letrada alejándose de ellas.
Si bien Diana es una mujer dulce, tierna y cariñosa que siempre intenta tratar a la gente con el máximo de los respetos hagan lo que hagan pierde los papeles cuando se meten con su hermana que junto a su sobrino es la única familia que tiene.
Adora a Fabiola a quien considera una segunda madre. Tras perder ambas a sus padres en un accidente de tráfico, Fabiola se ocupó de su única hermana, Diana, varios años menor que ella. No muchos pero si los suficientes.
Diana creció y cuando tuvo edad suficiente se puso a trabajar para liberar a Fabiola de la pesada carga que supone mantener los gastos de una casa, mantenerlas a ambas y pagar los estudios de la más joven de las dos hermanas. Era muy joven cuando se echó esa carga sobre la espalda pero alguien debía hacerlo y ella era una mujer muy luchadora y madura.
Entre las dos lograron poco a poco prosperar económicamente y disfrutar de un mejor nivel de vida aunque ambas valoren más otras cosas. Siempre han permanecido juntas. Ni siquiera cuando Fabiola se casó con su ya exmarido se separaron. A pesar que él no se mostraba muy partidario de que su cuñada viviera con ellos su mujer le dejó bien claro que Diana estaría con ellos le gustara o no.
La abogada quiere tanto a su hermana...y le debe tanto... que le duele verla sufrir. Le duele no verla feliz.
No es feliz desde que la separaron de Mitchell, pero sobre todo desde que se casó con el hombre que fue su marido, una mala persona a la que ella jamás amó.
Su corazón siempre le perteneció al sueco. Está segura que su hermana le sigue amando aunque él la odie y a pesar de haber estado casada durante años con otro hombre. Y algo le dice que el músico puede sentir todavía algo por ella.
«Sé que suena algo cursi, que los cuentos de hadas no existen pero el amor que se tengan esos dos era demasiado grande como para haberse extinguido tan pronto.» piensa la abogada.
«¿Qué pasará si algún día volvieran a verse por azares de la vida?» «Es algo muy difícil porque es una celebridad muy importante». «Sin embargo, ¿quién sabe lo que puede pasar?»
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro