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CAPITULO 2: FABIOLA

Leer este capítulo escuchando esta canción. La idea de la historia surgió al oír este tema.


Mientras caminan de regreso a sus toallas comienzan a hablar. Forman una bonita pareja.

A Mitchell le sorprende que la joven no le haya reconocido. De hecho es la primera vez que le ocurre.
Le trata como a una persona normal y corriente.
Resulta agradable poder conversar de manera normal y tranquila con otro ser humano sin tener la sensación permanente que la otra persona con la que se habla está pendiente de impresionarle solo porque eres alguien famoso. Una estrella del rock.

Al llegar a sus toallas sus respectivos amigos les esperan desde hace tiempo.

—¿Te parece bonito lo que nos has hecho? ¿Dónde te habías metido? —le reprocha una de sus amigas a la venezolana hablándole en inglés jactándose de su conocimiento de dicho idioma.

Fabiola aunque la ha entendido a la perfección evita responder su compañera. Ella siempre es así. Es el músico quien indignado le replica a la mujer.

—Eso no pareció importaros mucho cuando la dejasteis sola para perseguir a ese grupo de chicos. Entonces os dio igual. La diferencia entre ella y vosotras es que...—se dirige a la joven. —Disculpa preciosa no sé tu nombre.

—Fabiola. —le cuenta la chica.

—Como decía, la diferencia es que Fabiola abandonó vuestras toallas para ayudar a un niño perdido. Sois unas egoístas y unas interesadas. —comenta el sueco mientras la rubia le mira sonriendo.

La hermana de Diana no puede evitar sentirse halagada por la atención y defensa de un hombre tan guapo respecto a su persona.

—¡No te metas! ¡No es asunto tuyo imbécil melenudo! ¡Además Fabi es mi amiga y la trato como me apetece! ¡Tú no tienes velas en este entierro! —reprocha la altanera amiga de la joven, airada, mirándola con una cínica sonrisa.

La chica sabe que la muchacha de largo cabello detesta que la llamen Fabi. Ella se llama Fabiola.

¿Tan difícil es que la llamen por su nombre completo?

Ya no es una niña. Antes quizá podría tener algo de sentido que la llamaran así, pero ya no. Ellas saben que le molesta y por eso lo hacen.

Los compañeros de banda de Mitchell la miran asombrados. Esa mujer es aparte de estúpida, muy insolente. El resto de las chicas miran a los músicos, murmurando entre ellas y poco a poco se van sorprendiendo.

El sueco que es un hombre de noble corazón pero con mucho carácter también, la contesta bastante molesto.

—Sí lo es porque no soporto las injusticias. Me molesta mucho que tratéis así a alguien que se supone que es amiga vuestra.

Una de sus compañeras se acerca a ella por detrás y le dice algo al oído. Ella mira a su amiga y segundos más tarde, su rostro así como su actitud hacia el rockero cambian por completo, mostrándose ahora amable y cordial con él.

—Lamento haberte hablado de esa forma, si yo hubiera sabido quien eres... —se disculpa la mujer mostrándole una gran sonrisa algo forzada.

—Sí. Lo más probable es que si yo no fuese una persona famosa hubieses seguido hablándome de la misma manera que antes. —le reprocha el cantante mirándola con desaprobación. —Detesto a la gente que habla de una manera u otra según la persona que tenga delante.

Entonces la muchacha se justifica.

—Es normal que nos sorprendamos. Nunca habíamos conocido a unas estrellas del rock como vosotros. Ella, —dirige su mirada hacia Fabiola, —debe ser la única que ignora quienes sois, porque de saberlo actuaría igual o peor que nosotras ya que es admiradora vuestra. —sonríe de manera triunfal al pronunciar las últimas frases. —Ella sí que es una histérica y una hipócrita.

—¿Por qué supones cosas que no son ciertas? —contesta Fabiola. —Sí, es cierto que soy fan de ellos y por esa misma razón los reconocí en cuanto los vi, aunque no veo porque motivo tendría que tratarlos de distinta forma sabiendo quienes son. No dejan de ser personas como el resto independientemente de su fama. No te negaré que es muy agradable tener la posibilidad de conversar con una persona que admiras tanto y cambiar impresiones. Pero ya tengo veintiocho años, no soy una adolescente que grita emocionada al ver a sus ídolos. —se sincera Fabiola. —Son gente normal, allá el que crea que por ser famosos son superiores o puede aprovecharse uno de ellos intentando conseguir dinero a su costa recurriendo a cualquier cosa, que de esos hay.

El músico la mira con admiración con una pequeña e involuntaria sonrisa en sus labios. Esa mujer aparte de bonita es tan sincera y madura...Le seduce su manera de hablar y su inteligencia.

Mitchell la aparta de sus amigas porque desea hablar con ella.

—No entiendo como puedes ser amiga de ese "grupito" —dice el rockero pronunciando la palabra grupito con evidente desdén. —No tenéis nada que ver.

—Supongo que es la costumbre, somos amigas desde los quince años. —responde la hermana de Diana.

—Tal parece que la única que ha madurado eres tú. Ellas se siguen comportando como si tuvieran esa edad. Aunque te acabo de conocer creo que deberías estar con otra clase de gente. Ten mucho cuidado con ellas. No son tan amigas tuyas como piensas. Es muy probable que te critiquen a tus espaldas por la envidia que te tienen. —le aconseja el artista.

—¿Envidiarme a mi? ¿Por qué? Es absurdo. Ellas son ricas, con más éxitos con los hombres. Y se codean con gente importante y poderosa. Yo solo soy una chica de origen humilde que si está donde está es porque se ha matado a estudiar. Mi familia es muy pobre y aunque no puedo quejarme del dinero que gano en este momento no soy rica como ellas, ni tan bella. —se sincera la joven con el músico. —Nunca gozaré de la misma vida que ellas, ni podré tener los mismos hombres educados y con clase. Soy una mujer normal que intenta ayudar a su familia.

Las amigas de Fabiola la miran sorprendidas No tenían ni la más remota idea que la chica supiera hablar sueco.

—Eres hermosa y dulce. Tienes todo lo que tienes gracias a ti misma. Además eres honesta y transparente. Ellas son unas egoístas hipócritas e interesadas. Ten cuidado, mucho cuidado con ellas. Me parece que no son tan amigas tuyas como te quieren hacer creer. Ellas mismas se han delatado hace un rato. —le dice el sueco. —Ni mis amigos ni yo tenemos intención de seguir conversando con ellas. En cambio contigo es diferente. Si nos apetece ver de nuevo a una mujer tan especial y encantadora como tú. —se sincera el músico con ella. —Nos gustaría que nos enseñaras un poco Caracas ya que es la primera vez que estamos en Venezuela y nos gustaría conocer un poco de tu hermoso país.

Ella acepta la propuesta del músico.

Los días pasan y como Fabiola prometió al europeo les ha estado enseñando los rincones más bellos de Caracas.

—Algún día volveremos a este país para conocerlo más a fondo y volver a disfrutar de sus bellezas. —dice el rockero mirándola a los ojos.

Ella le sonríe.

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