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CAPÍTULO 14


—No es culpa de ninguno de los dos. Sí, tal vez ella no debió salir huyendo de la cafetería, escapando de ti, pero de lo que dice la prensa no tenéis la culpa. Este tipo de prensa es así en todos los países, por desgracia. Además por lo que he podido leer y averiguar esa clase de periodistas detestan a tu chica. —le confiesa su joven agente al sueco.

—¿Qué la odian? —se sorprende el músico. —Pero, ¿Por qué? Fab es incapaz de hacer daño a nadie.

En ese momento Mitchell recuerda algo que su mánager ha dicho.

—¿Has dicho mi chica? —dice el rockero. —¿Por qué?

—Porque lo es, al menos tú quisieras que fuera así. —le aclara el cubano.

El sueco guarda silencio. No puede rebatir ese argumento a su mánager porque tiene razón y lo sabe. Sería absurdo negarlo, no puede mentirse a si mismo. Otra cosa es que ella no quiera saber nada de él.

—¿Qué la detestan? ¿Y quién podría odiarla? Sí, en su momento yo la odié pero porque era más joven e imbécil. Debí esperar a que me diera una explicación, pero estos individuos de la prensa pueden ser malvados y crueles con todo el mundo, con los famosos en especial. —asegura el rockero bastante molesto con esa clase de "prensa".

—Por lo que he podido saber, Fabiola ha tenido bastantes enfrentamientos con este tipo de periodistas. —le confiesa su agente

—Si Fab se ha enfrentado a ellos seguro que habrá sido por algún motivo importante. —comenta el músico.

—Al parecer ella les denunció en varias ocasiones y ganó todas esas demandas. —le informa su agente.

En ese momento el músico esboza una sonrisa de complacencia.

—Seguro que se lo merecían. —asegura el cantante.

—Les enfrentó por las mentiras que cuentan de la gente y eso hizo que todos ellos se volvieran en su contra. —le explica Mark. —Y se han vengado de ella por eso inventando mentiras. Tu chica, —vuelve a referirse así respecto a Fabiola. —les ha ganado todas las demandas que les ha puesto por difamación y ataques personales.

—¿Y se puede saber que han dicho esas ratas sobre mi..? ¿Sobre Fabiola? —pregunta el rockero.

—Cosas bastante feas además de cuestionar su honestidad como periodista. —le explica su joven agente.

El sueco estalla en carcajadas.

—Y supongo que ellos se consideran periodistas profesionales y maravillosos. —se burla Wolfgang. —¡Qué cara más dura! Muéstrame las cosas que han dicho de ella.

—Vale, pero tómatelo con calma porque lo que vas a ver no te va gustar nada.

Al escuchar esas palabras de su representante el europeo comienza a preocuparse por las cosas que hayan dicho de la mujer de la que un día se enamoró y a la que aún no ha podido olvidar.

Mark toma su tablet, se conecta a Internet y comienza a buscar los titulares que la prensa amarilla ha publicado sobre Fabiola.

"La presentadora del Late Nitgh más exitoso de la televisión es una
mujer sin moral"

"Fabiola Ramírez llegó a la popularidad después de pasar por varias camas"

"La presentadora trabajó como prostituta antes de llegar a la fama"

La cara del cantante se va ensombreciendo a medida que lee todas aquellas salvajadas que han publicado sobre ella. Siente deseos de golpear a cada persona que se llama a si misma periodista por las mentiras que han vertido sobre ella. Aunque ha ganado todas esas demandas por los insultos, esos titulares aún permanecen en la Red.

Lejos de allí, uno de esos reporteros se reúne con alguien que se ha puesto en contacto con él para hablarle acerca de la presentadora y del rockero. Cuando el periodista escucha lo que tiene que decirle esa persona sonríe y le hace un propuesta.

—Esta información es demasiado jugosa e importante para contarla a través de una revista. Esto es para un programa en horario de máxima audiencia. ¿Aceptaría venir a contar eso y otras cosas? —invita el reportero a la persona que ha contactado con él.

—Solo una condición. No quiero que mi rostro se vea. Eso podría traerme problemas. Estas men...confesiones que voy a hacer van a arruinar la imagen de esa mujer.

—Quiere decir las MENTIRAS que van a contar. —responde el hombre de prensa sensacionalista a su fuente a la que le cambia la expresión del rostro cuando se da cuenta que se ha delatado. —No se preocupe por eso. Nada de lo que hemos dicho de ella es cierto y muchas de las cosas que decimos de otras personas y hechos tampoco lo son, pero eso vende y la gente se cree todo lo que decimos aunque sea contradictorio con lo que hemos dicho antes. —sonríe el individuo con maldad.

—Entonces perfecto. —sonríe de la misma forma la persona que contactó con el periodista.

Ambos seres se estrechan la mano sellando así un pacto que les va a beneficiar a ambos de alguna u otra manera.

En la casa que comparten desde hace años, Diana observa a su hermana mayor tratando de realizar las tareas domésticas que le tocan aunque su hijo Mitchell le sirve de mucha ayuda. Desde muy niño y a pesar de la oposición del machista Jesús, Fabiola enseñó a su hijo a hacer todas las tareas que en una casa se requieren. El hecho de ser hombre no debía ser una razón para no enseñarle a hacerlo. Si un día se independiza tendrá que hacerlas por si mismo, no debe esperar que una mujer, por el hecho de serlo, se encargara de todas ellas. Eso no le iba a hacer menos hombre.

—Lo que hace a un hombre menos hombre es la forma en que trata a una mujer, a otros hombres, a niños o otros seres vivos. Nunca olvides eso, amor. —le decía la rubia a su vástago cuando el machista individuo que el joven cree es su padre le decía que eso no era de hombres.

Eso le dijo la rubia en varias oportunidades cuando su machista marido trataba de convertir al hijo de su mujer en un fiel reflejo de si mismo pero más joven. Aunque no quería a ese muchacho y trató que su madre abortara lo utilizaba cuando quería para lo que le convenía. Trataba de transmitir su machismo y desprecio por las mujeres.

Su cuñada que se daba cuenta de las intenciones de Jesús se enfrentó a él en más de una oportunidad, algo que el ex marido de Fabiola no soportaba. Eso causó momentos de gran tensión entre ambos y el individuo levantó la mano para agredir a Diana que lejos de amedrentarse como su hermana se enfrentaba a él y le retaba para que la agrediera. El tipo no llegó nunca a consumar esas agresiones porque en el fondo le gustaba agredir a mujeres indefensas a las que previamente había anulado como persona y Diana no hubiera dudado en responder a su ataque con cualquier objeto que tuviera a mano.

Con Fabiola era diferente, siempre la agredía cuando estaban a solas y antes de hacerlo la humillaba incluso amenazando con hacer daño al hijo de Fabiola, muy niño por entonces, si ella se atrevía a contar algo. Hasta que la abogada descubrió lo que estaba pasando y amenazó al individuo con un cuchillo si lo volvía a hacer.

Minutos después alguien llama a la puerta, y cuando Diana va a abrir encuentra allí a Mitchell y Mark. Sorprendida, Diana abraza al rockero.

—¡Cuñado! ¡Qué alegría verte! ¿Cómo has encontrado nuestra casa? ¿Cómo tú por aquí?

—Tengo mis recursos para encontrar lo que quiero cuñada. ¿Seguro que es un buen momento para visitar a..?¿Para visitaros? —pregunta el músico.

—Tú siempre eres bien recibido aquí, Mitchell. Pasa. Estás en tu casa.

Mitchell ingresa primero en el interior de la vivienda y luego lo hace Mark después de mirar a Diana durante unos segundos y sonreírla.

—¿Quién es, Diana? —pregunta Fabiola.

Mitchell sonríe al ver a madre e hijo haciendo cosas en casa. Hay tanto amor entre ambos...

El cantante observa a su alrededor y descubre varias fotos suyas por el salón y discos del grupo y de él como solista algo que le hace esbozar una sonrisa.

Pero, ¿dónde están las fotos que se hicieron él y Fabiola cuando estaban juntos? ¿Por qué no le ha contado a su vástago que ambos ya se conocían? ¿Por qué ocultarlo?

—Mamá, ten cuidado. Ya lo hago yo si te cuesta. Tienes que cuidarte ese brazo. Mitchell Wolfgang además de un gran artista es un gran hombre. Estoy orgulloso de tenerle como mi cantante favorito.

El sueco sonríe al escuchar esas palabras.

—Cuidó de ti y se aseguró que te atendieran bien. No sé porque a veces finges que le odias porque sabes que no es así. Además ¿porque ibas a odiarle? Le conociste en tu programa. Es un gran tipo, y una persona sencilla. Imagino que sus hijos deben ser felices de tenerle como padre. Por desgracia yo no puedo decir lo mismo, no puedo estar feliz del padre que me ha tocado. 

Al escuchar esas palabras Fabiola se pone nerviosa. Su hijo tendrá que saber la verdad tarde o temprano. Por su parte Mitchell se compadece del muchacho al oír como se expresa de su progenitor.

—Me encantó conocerle. Aunque supongo que su propuesta de venir a escucharnos tocar fue algo que dijo más por amabilidad que por otra cosa. —se lamenta el joven.

—No, muchacho. Lo que te propuse es cierto. Cuando quieras que vaya a escucharos tocar solo tienes que ponerte en contacto conmigo. —dice el rockero en ese momento. —Tus palabras me halagan. Muchas gracias.

Al escuchar la voz de Mitchell, madre e hijo se giran y le miran. Sin embargo ambos tienen reacciones diferentes. El muchacho corre a abrazar a su ídolo que le recibe de manera afectuosa y con una gran sonrisa mientras que Fabiola no se mueve de donde está. No puede dejar de mirar a ese hombre y su corazón late como el de una adolescente que vive su primer amor, sin embargo, el resentimiento hacia el cantante por creer que la engañó y su tormentoso matrimonio con Jesús, la golpearon demasiado duro. Aunque en el caso del hombre del que se está divorciando, sus golpes duros también fueron físicos.

Diana sonríe al contemplar a la pareja y se lleva al agente del sueco y a su sobrino a dar un paseo por la calle, aunque por sitios seguros ya que la inseguridad del país está muy presente.

—¿Cómo sigue tu brazo, Fab, Fabiola? —pregunta él cuando está justo detrás de ella y casi puede tocarla.

La presentadora, que apenas puede controlar los nervios que él la provoca al estar tan cerca de ella, responde dándole la espalda.

—Mejor, aunque no creo que eso te importe demasiado. En realidad, nunca te importé demasiado. —responde ella molesta.

—Eso no es cierto. Siempre me importaste demasiado, por eso actúe como un idiota cuando creí que te habías burlado de mi al no ir al aeropuerto. Pero siempre te he tenido presente en mi mente. Incluso cuando traté de convencerme a mi mismo de que te odiaba

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