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CAPITULO 10

Leer este capítulo escuchando esta canción. La idea surgió de este tema.

El sueco la sonríe, pero la venezolana lejos de devolverle la sonrisa se aleja de él en cuanto le es posible. El hijo de la presentadora le da un abrazo a su ídolo y segundos después se reúne con su madre. Diana sí le sonríe y al igual que su sobrino abraza al rockero.

—Tu hermana me odia. —se sincera Mitchell cabizbajo mientras mira a Fabiola. —Y eso me duele.

—Fabiola es incapaz de odiar, pero está muy dolida. Lo pasó fatal cuando supo que te habías casado con otra mujer poco después de regresar a Suecia. —responde la abogada mirando ella también a su hermana. —Está convencida que jamás la amaste, que la engañaste y la sedujiste tan solo para llevártela a la cama y que salías con esa mujer con la que te casaste mucho antes de conocerla a ella. —le confiesa la chica al músico.

—No es así. Estaba despechado al creer que se había burlado de mis sentimientos y que no fue a despedirme al aeropuerto porque en realidad no me amaba. Al llegar a Suecia me casé con la primera mujer que conocí. —le cuenta el cantante.

—Eso ella no lo sabe y no estoy muy segura de que te creyera si se lo cuentas. Tiene demasiado dolor por dentro. Dime la verdad, "cuñado", ¿la sigues queriendo? —le pregunta la letrada.

—Para serte honesto, aunque nunca la he olvidado en varios momentos pensé que tan solo era nostalgia por lo que pudo ser y no fue, pero cuando la volví tener frente a mi supe que, aunque la vida y los años nos cambiaron, mis sentimientos por ella siguen dentro de mi como el primer día. —se sincera el rockero con la hermana de la periodista.

—Siendo así, tienes mucho por hacer,"cuñado". —le guiña la joven un ojo. —Tienes que reconquistarla.

—Espera, no corras tanto. Eso es lo que yo siento, no estoy seguro que ella me quiera todavía. —comenta Mitchell volviendo a mirar a Fabiola.

—Mira "cuñado", conozco a mi hermana más de lo que se conoce ella y también conozco sus sentimientos. Aunque no me haya dicho nada sé que te sigue amando pese a que intente engañarse pensando que ya formas parte de la historia, de su historia ya pasada.

—Han pasado muchos años, hemos vivido muchas cosas cada uno. La vida nos cambió y ya no somos los mismos, no somos los mismos jóvenes que antaño se amaron locamente con esa pasión tan propia de la juventud. ¿Crees que funcionaría? —se sincera el intérprete con la abogada.

—¿Quién ha dicho que las relaciones de pareja son fáciles? La vida es una constante lucha pero entre vosotros dos hay algo muy importante ; el amor que aún os seguís teniendo.

—A veces eso no basta para que una pareja funcione. —le responde el antiguo cantante de la banda.

—Pues debería ser suficiente. —se lamenta la muchacha.

—La vida real es mucho más complicada. —responde el cantante.

Minutos después llega el mánager del cantante a la cafetería y se queda mirando a Diana una vez más. Esa mujer tiene algo especial que le atrae como un imán. No solo es que sea preciosa y tenga un cuerpo hermoso, es algo más. Desprende un magnetismo especial donde quiera que esté al igual que su hermana Fabiola.

—Olvidas una cosa. Tu hermana sigue casada. —le recuerda el europeo.

—Está separada. El divorcio es solo cuestión de tiempo e intentaré acelerarlo lo más posible. Lo suyo no fue un matrimonio, sino una gran metedura de pata. —se sincera la letrada.

—Sí. Igual que mi matrimonio. La rabia al pensar que tu hermana había jugado conmigo me hizo actuar de manera impulsiva y sin pensar. Aunque no soy tan impulsivo como hace veinte años, todavía no he podido cambiar eso de mi carácter.

—Eso es parte de ti, de tu personalidad. Es bueno que reconozcas algo de tu personalidad que no te agrada pero tampoco puedes dejar de ser tu mismo. Creo que más que impulsivo eres apasionado tanto para lo bueno como para lo malo. Dicen que los nórdicos sois fríos, pero tú demuestras que eso no es del todo cierto. Mi hermana solo ha sido feliz contigo.

—Yo también la amaba. —se sincera él. —contesta el artista.

—¿La amabas? ¿En pasado? ¿Ya no la quieres? –desea saber Diana. —La forma en la que os amabais es algo con lo que mucha gente sueña.

–Sí, pero a pesar de mis sentimientos por ella, por nosotros, por nuestras vidas, han pasado veinte años. Tuvimos vidas diferentes. —le explica el artista.

—Eso no fue culpa vuestra, sino de ciertas y detestables personas. —dice la abogada con una expresión severa y molesta en su cara. —De no haberse entrometido impidiendo que os vieráis en el aeropuerto hubieseis acabado juntos.

Las insistentes miradas de Mark ponen nerviosa a Diana mientras habla con su "cuñado".

—Tengo que dejarte, cuñado, mi hermana no me quita los ojos de encima. —le dice la abogada al rockero. —Querrá saber que tanto hablamos. —sonríe la muchacha con cierta malicia.

—¿Y se lo vas a decir? —pregunta el músico.

—¿Quién sabe? Tal vez sí, tal vez no. Depende como se porte. Dejaré que sufra un poquito porque aunque ella me dirá que no le importa lo que hayamos hablado yo sé que sí.

Él sonríe.

—¿Conoces a Mark, mi representante? —pregunta el músico a su amigo mientras la pareja se mira.—Mark, ella es mi amiga Diana, siempre la ha considerado mi "cuñada". —sonríe el sueco mirándola.

—La hermana de Fabiola, supongo. —asevera el muchacho.

Ambos se dan dos besos.

—¿Nos conoces? —sonríe Diana.

—¡Claro! Mitch me ha hablado mucho de vosotras. Se quedó corto al describir vuestra belleza. —responde el muchacho mirando a la abogada fijamente haciendo que la mujer se sonroje un poco.

El músico sonríe al ver como se miran y finge una tos para hacerlos volver a la realidad.

—Tu hermana y tu sobrino te esperan. Otro día hablamos con más calma. —le dice el vocalista sonriendo de nuevo.

—Eh..¿Qué?.. Sí, sí. —balbucea ella cuando reacciona.

Diana se despide del europeo y encamina sus pasos en dirección a donde se encuentran su hermana y sobrino, gira la cabeza y sonríe al mánager del artista.

—Bienvenido al club, colega. —le dice el músico dándole una palmada en el hombro a su agente.

—¿Qué club? ¿De qué hablas? —responde el muchacho sin prestar atención a su representado y siguiendo a la abogada con la mirada.

—Lo sabes bien. Fue ver a las hermanas y caer a sus pies. —responde el rockero.

—Tampoco exageres, ni siquiera la conozco. Que me parezca preciosa y me atraiga no quiere decir nada. —se defiende el muchacho.

—Tienes la misma cara y la misma reacción que tuve yo al conocer a Fabiola. Yo tampoco me enamoré de ella en ese momento, es absurdo. Pero quise seguir conociendo a esa mujer después de lo que presencié en la playa. No solo por ayudar a ese niño, sino por lo que esas amigas suyas le hicieron. Me pareció una mujer interesante de conocer y quise hacerlo. Y terminé enamorado más pronto de lo que yo imaginé. Y aquí me tienes, veinte años después y cuando pensaba que tal vez mis sentimientos eran pasado, se volvieron presentes cuando la tuve frente a mi tras toda una vida alejados. Pero yo no puedo hacer nada, Fabiola está demasiado dolida conmigo para siquiera mantener una conversación. Si supiera que existe una posibilidad de perdón, una pequeña posibilidad de poder reconquistarla lo haría.

—¿Y por qué no hacerlo? —le pregunta su agente.

—Por miedo. —se sincera el el sueco.

—¿Miedo? Eso no es muy propio de ti. Nunca has sido un cobarde. —se sorprende su agente.

—Esto es distinto. Hay sentimientos implicados, no soy perfecto y no quiero hacerle más daño del que inconscientemente ya le hice. —se sincera el músico mirando a Fabiola que trata de ignorarlo.

En la mesa que ocupan Fabiola, Diana y el hijo la periodista, Diana mira a su hermana.

—Deberías hablar con él. —le aconseja la abogada.

—Este no es el momento adecuado para eso. —responde la madre de Mitchell mirando a su hijo.

—Pues algún día tendrá que ser, Fab. Tenéis una conversación pendiente. —le recuerda su hermana pequeña.

—No tenemos nada que hablar. —se defiende Fabiola.

—Sí, y lo sabes. Debéis actuar como personas adultas y civilizadas. Y luego, ¿quién sabe lo que pueda pasar?  —le asegura la letrada mientras hace una señal a un empleado del local para que les tome nota de sus pedidos.

El joven hijo de la presentadora, que es a pesar de su juventud, un chico muy avispado e inteligente, se percata que algo pasa. El muchacho gira su cabeza para mirar a su ídolo y el sueco le sonríe.

Lejos de allí, el hombre que estuvo casado con Fabiola tantos años años tiene una nueva idea para destruir a la conductora de televisión. No solo pondrá a su hijo en contra de ella, además lo que ha pensado va a destrozar su imagen pública.

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