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Finalmente había llegado la pelea final entre Basil y el Profesor Ratigan. Una rata de alcantarilla contra un ratón detective capaz de resolver cualquier acertijo que se le cruce en su camino. Habían entrado de golpe en el gran reloj más importante de todo Londres, el Big Ben. Basil tan solo podía escuchar el constante sonido de los engranajes del reloj juntándose y separándose mientras que afuera se escuchaba como de a poco venía una fuerte tormenta, ya se podían oír los rayos caer con gran fuerza y rapidez que dejarían sordo a cualquiera.
Aturdido por el golpe, Basil se levantó y buscó con la mirada a la pequeña niña, Olivia Flaversham, pero no lograba verla ni oírla por ningún lado. Pero entonces la escuchó gritar detrás de él, "¡cuidado!", pero aquel ratón detective no le dio tiempo a reaccionar cuando su mayor enemigo ya lo había golpeado, tirándolo del engranaje. Viéndolo colgado e incapaz de defenderse, Ratigan iba a darle otro golpe cuando Olivia mordió su mano para impedir que lo hiciera pero causando que aquella rata maníaca la soltara cayendo al engranaje de espaldas, por otro lado, Basil no se quedó atrás y aprovechó que se estaba quejando por la mordida para engancharlo por la capa al engranaje situado detrás del profesor. Ratigan intentó zafarse pero en el proceso pateó a la niña quien cayó en otro engranaje que estaba a punto de aplastarla. Afortunadamente para ella, Basil logró salvarla a tiempo subiendo a lo más alto del Big Ben. Ratigan los vio y su furia aumentó hasta las nubes, arrancando su capa y yendo tras ellos rompiendo en el proceso parte de su traje elegante, que ahora se veía como lo que siempre ha sido; una cruel, salvaje y despiadada rata asesina que quería acabar con todos y adueñarse de Londres.
Estando a pocos centímetros de su globo aerostático improvisado, Basil intentó regresar a Olivia con su padre pero no llegaba. En ese momento Ratigan apareció furioso y empujó a Basil cayendo ambos en las manecillas del reloj, afortunadamente el padre de Olivia logró agarrarla antes de que caiga con ellos también. Basil luchó con todas sus fuerzas pero Ratigan era más fuerte que él dejándolo muy mal de tantos golpes y arañazos que le daba al pobre ratón, lastimándolo gravemente, rompiendo parte de su ropa como también dejándole marcas en algunas zonas de su cuerpo, entre ellas los ojos...su sangre se mezclaba con las gotas de lluvia de la tormenta provocando un pequeño y delgado río de sangre. Entonces, finalmente, Ratigan lo tiró del Big Ben y, creyendo que finalmente acabó con su mayor enemigo, se puso a reír de manera maligna celebrando su victoria pero justo en ese momento el reloj sonó provocando un temblor que hizo que Ratigan perdiera el equilibrio y cayera también. Ahora ambos caían a gran velocidad. Basil ya estaba aceptando su fin, se acabaron las aventuras y resolver casos para él...y todo por querer ayudar a una indefensa niña a encontrar a su padre. Toda una vida dedicada al misterio se acababa en ese mismo instante...
En ese momento una mano agarró con fuerza la de Basil y rápidamente lo subió de nuevo al gran reloj, poniéndolo a salvo mientras observaba como Ratigan seguía cayendo hasta llegar al final. Su cuerpo se estampó contra el suelo, el impacto fue tan fuerte que sus huesos se rompieron como si de cristales se trataran y sus tripas salieron disparadas por los aires manchando el suelo con su sangre creando así un río al mezclarse con la lluvia que caía. Había sido un final bastante grotesco para él.
Horas después...
De a poco Basil comenzaba a despertar, apenas estaba consciente sintió dolor en su cuerpo pero no era tan intenso como antes, estaba curado y vendado recostado sobre una suave y cálida cama que lo relajaba bastante, pero sus ojos también estaban vendados por lo que no podía ver absolutamente nada. Tan solo podía escuchar. En ese momento sus orejas se movieron al oír la puerta de la habitación abrirse, seguido de eso escuchó un suave taconeo acercarse a él. Pensó por un momento que se trataba de la señora Judson pero después se dio cuenta de que no era ella porque nunca usaba tacones. Siempre andaba con unos zapatos planos cómodos.
???:¿Cómo te encuentras?
Una suave y linda voz captó su atención de inmediato. Sonaba delicada como la de un ángel, pero también tan hermosa y cautivante como la de una sirena.
Basil: -Tardó unos segundos en reaccionar hasta que finalmente le responde- S-si...eso creo...g-gracias... -Su voz apenas era audible pues aún estaba débil por sus heridas causadas por el fallecido Profesor Ratigan-
???:Tranquilo, aún necesitas recuperarte. Esas heridas son profundas. -Se sienta en una silla cerca de él sosteniendo un plato hondo de sopa caliente- Te traje algo de comer para que te sientas mejor. -Prepara la primera cucharada de sopa y sopla un poco para que no le queme para después acercarla a su boca- Abre.
Basil abrió su boca aceptando la comida que, sin duda, era la mejor que había probado en su vida. Incluso era mucho mejor que la que preparaba la señora Judson. Hizo lo mismo más veces hasta dejar el plato completamente vacío. Basil quedó satisfecho estando un poco mejor. Nuevamente le dio las gracias y aquella chica misteriosa le dijo que volviera a dormir.
Basil:E-espere...¿p-puedo saber q-quién es usted?
???:Me temo que esa respuesta tendrá que esperar un poco.
Y dicho aquello la misteriosa chica se marchó con el plato vacío, dejando a Basil solo en la habitación para que pudiera descansar....
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