Nuestra historia
Esta historia ha sido publicada varias veces en fanfiction, posiblemente la recuerden o tal vez no. Solo me queda decir que le hice muchos, muchos, muuuuchooos cambios. Hice lo posible por acercarme a las personalidades de los santitos de Géminis (y es seguro que fracasé en ello xD).
Advertencias; Esta historia no es yaoi, personajes OoC, muerte de un personaje,
Aclaraciones; Los santitos de Géminis tienen 7 años recién cumplidos, hay un personaje llamado Aram de Géminis el cual es mi Oc. Espero no les moleste, solamente son menciones, porque él ya paso a mejor vida :(
Sin más que decir, disfruten :D
La inspiración para esta historia fue la siguiente frase y el fanart que utilice como portada, créditos al espectacular artista :D
—X—
—¿Alguna vez le tuviste miedo a la oscuridad, mamá?
—Si apagara la luz en este momento ¿tendrías miedo?
—No.
—Es porque no le temes a la oscuridad, Barry. Le temes a estar solo en la oscuridad. Y eso es porque no te has dado cuenta de algo.
—¿De qué?
—Que nunca vas a estar solo.
Nora Allen a Barry Allen, serie The Flash.
—Una promesa—
El día que llegó al Santuario, tenía miedo. Miedo a lo desconocido y a lo que deparaba su futuro en ese lúgubre lugar que a pesar de estar rodeado de ruinas antiguas -verdaderamente hermosas- y verdes campos, auguraba solamente trágicos finales.
Claro, cualquiera deduciría eso si en toda tu corta existencia te dicen que entrenarás hasta el cansancio, vivirás, pelearás y morirás por la causa de una Diosa que protege a la tierra y a sus habitantes en ella. Con tan solo siete años recién cumplidos, sobre sus hombros ya pesaba el bien de toda la humanidad.
Kanon se mordió el labio, eso solamente era una décima parte de su miedo; también temía por su hermano mayor; Saga. Si algún día el hombre que los había llevado ahí, el maestro Shion, se le ocurría separarles ¿Qué pasaría? ¿Qué sería de él sin su gemelo? Kanon sabía bien que si eso pasaba, la mitad de su alma y corazón irían tras Saga.
Ahora, a casi tres años de estar en ese santo lugar, había descubierto un nuevo miedo; A la oscuridad que cobijaba al templo de Géminis en esos lúgubres y agonizantes instantes. Era una oscuridad horrible que la envolvía, a pesar de estar iluminada por un par de antorchas apostadas a cada lado de los pilares y que con su tenue fulgor hacían ver más imponentes las figuras talladas en piedra de Pólux y Cástor, que le miraban con ojos inexpresivos y vacíos, como si estuviesen asqueados por su dolor y llanto.
La oscuridad se tornó más densa y pesada, que le hacía imposible respirar y a cada pequeño paso que daba se acrecentaba más y más. Y que, por momentos, era inquietantemente atrayente e hipnotizante.
Caminaba con lentitud, por pura inercia, solamente lo hacía porque tenía que hacerlo. A su lado, su hermano le seguía al mismo ritmo que él había impuesto desde que salieron del Coliseo. Guardaba un absoluto silencio que en ningún momento pidió, pero internamente lo agradecía. Era como sí entre ambos hubiesen llegado a un mutuo acuerdo sin necesidad de concretarlo con palabras. Era algo que adoraba de Saga, su capacidad de entenderle sin necesidad de explicarle detalles.
Kanon suspiró, no se animaba a mirarlo, ni de reojo, pues temía ver en el rostro de su igual la misma tristeza y dolor que le atenazaba en esos momentos, porque si veía un atisbo de sufrimiento, se derrumbaría en llanto. Era una tristeza tan grande que le había quitado la capacidad de hilvanar pensamientos y palabras coherentes, y aunque pudiera no podía ni quería hacerlo.
Toda la energía que siempre se enorgullecía en presumir hasta en las peores situaciones se le había agotado por tanto llanto en cuanto sepultaron a las orillas del Santuario al hombre que consideraba como un padre.
Saga también lloró, por más que intentó hacerse el fuerte ante los espectadores de su pena. Ambos lloraron y sintieron en sus pequeños corazones que faltaron más lágrimas para despedirse para siempre del hombre que les había cuidado desde que tenían memoria. Aram merecía todo un océano de lágrimas.
El siempre alegre Aram de Géminis, su maestro, su amigo, su padre ¡Tantas cosas que fue para ellos y que jamás tendrían la manera de hacérselo saber!
Jamás le pasó por su pequeña mente que el pelinegro caería en batalla, pues era un hombre fuerte, sagaz, decidido y muy poderoso. Muy difícilmente le hacían retroceder en los entrenamientos que tenía con los de su mismo rango.
Ahora yacía sepultado bajo dos metros de tierra. Fue despedido por todo el Santuario por lo alto, con el mayor honor y gloria que merece un fiel Santo de Athena.
¡¿Pero que valía toda esa gloria y alabanza si les había dejado solos?! Solos y a su suerte ¿Quién les entrenaría? ¿Quién les contaría cuentos al dormir? ¿Quién les diría "los quiero, Pitufos" con un acento alemán muy notable? ¿Acaso sería la estatua de Athena? Por más que Kanon se esforzaba, no podía amar a algo que no conocía todavía, algo que no tenía en sus brazos, no podía escuchar, oler y tampoco verlo frente a frente.
No podía amar ciegamente a un ser que, para él, era inexistente.
Aram era alguien real, alguien que respiraba, sentía, reía y amaba. Era lo más cercano a lo que se le llama padre, su familia.
Tragó saliva con pesadez y se mordió los labios. Sabía que lo peor estaba por venir, ahora tendría que enfrentarse a esa inmensa soledad de saberse desprotegido en ese lugar donde las penas y muerte agobian, donde solamente se aferran a un ser que nacerá a saber en cuantos años y tienen bien claro que su único propósito es morir.
Nacer, crecer, entrenar, pelear y morir. En ese orden, sin un verbo más y sin uno menos.
Error, falta sacrificarse, ya que él ha sacrificado su infancia por una causa en la que no cree. Y lo que le falta por entregar a esa Diosa ambiciosa.
—Recita la plegaria a nuestra señora Athena, Kanon. —le indicó el pelinegro, cruzado de brazos —Y hazlo bien.
—¡Oooh Diosa! —bufó Kanon, mirando con aburrición el papiro donde estaba la imagen de la Diosa de la Guerra empuñando con orgullo su sagrado báculo.
Aram se masajeó el entrecejo con molestia ante el tono tan descarado del menor y por ese juego de palabras que eran una clara ofensa a la máxima deidad del Santuario. Ya no sabía cuántas veces tuvo que castigar al infante por cometer tal acto.
—Ya Kanon, hazlo bien, entiende por favor.
—Bien, bien. —entrompó los labios e infló el pecho —¡OOOOOHDIOSA!
—¡KANON!
Sonrió tenuemente ante ese recuerdo, ese día Aram le castigo por su descarada rebeldía, igual que las otras veces que hizo mofa de Athena. Una mofa que haría hasta el fin de sus días, porque él jamás se arrodillaría ante ella.
Y Aram, Aram jamás le volvería a regañar por ser un niño desobediente. De nuevo, el dolor en su corazón le hizo olvidar los gratos recuerdos de su padre que vivirían para siempre en el pasado y que, tristemente, no crearía nuevos.
Se humedeció los labios, sintiéndolos resecos por la falta de agua y comida. Era un milagro que siguiera en pie ante la falta de alimento y descanso.
Se armó de valor y vio de reojo a Saga, el cual miraba la imponente casa con dolor, en sus mejillas solamente quedaban ligeras manchas blanquecinas, producto de las lágrimas que había derramado sobre su hombro cuando estaban dándole el último adiós a Aram. Sus ojos verdes tenían un brillo opaco y era obvio que en cualquier momento empezaría a llorar.
Viéndole así, de esa manera, una necesidad de protegerle le envolvió por completo. Sabía que Saga era fuerte a pesar de estar sumido en ese espiral de tristeza.
Saga era luz, era su sol, su paz, su todo, su hermano. Y por ello no dejaría que nada ni nadie se lo quitase. Ni siquiera esa Diosa que tanto quería su gemelo, ni esa oscuridad tan aterradora que le regalaba la enorme casa de Géminis.
Nada me quitará a Saga. Prometió a la nada y a todo con determinación. Aunque él no fuera nada más que un niño rebelde, protegería y no permitiría que nadie le apartara de su hermano. Lo resguardaría con todo lo que tenía a la mano, aunque antepusiera la felicidad de Saga antes que la suya.
Un viento helado le hizo temblar, eran principios de invierno y supo que ese frio no tenía nada que ver con la estación. Alzó la vista y miró las escasas estrellas que estaban en el cielo, incluso ellas brillaban menos, como si compartieran su dolor.
Infló el pecho y con un deje de coraje guardó todos esos miedos que le martillaban la cabeza, ocultó en un baúl invisible todos sus temores, sus penas y lágrimas. Saga era fuerte, pero hoy Kanon tenía que ser fuerte por ambos.
Por Saga, principalmente.
Suspiró con determinación y volvió la vista a Saga, el cual permaneció con su mirada fija en el templo. Sus ojos estaban hinchados y acuosos.
—¿Estas listo? —preguntó, mirando fijamente a Saga, luchando para que no flaqueara su audacia y se quebrara su tierna voz.
Saga ladeo el rostro, alzando ambas cejas en señal de confusión.
—¿Para qué debo estar listo?
—¿Para qué crees, cabeza hueca? —gruñó, incapaz de controlar su soez vocabulario que bastantes problemas le traía —Para entrar.
Saga se abrazó así mismo, asintiendo lentamente.
Kanon se volvió hacia la casa, mandó al diablo su temor por la oscuridad y caminó con convicción al interior del templo. Saga no le siguió, permaneció ahí de pie, con el alma rota.
El sollozo que soltó Saga le hizo detenerse y regresar con rapidez a donde estaba su igual. Las lágrimas resbalaron nuevamente por el infantil rostro de Saga, brotando como las flores en primavera. Dio varios pasos hacia atrás, alejándose de Kanon y del templo. Poniendo distancia de algo que le atemorizaba.
—No, no, no... —empezó a decir, una y otra vez —No quiero entrar ahí para ver que Aram ya no está, Kanon. —gimoteó —No volverá a contarnos cuentos antes de dormir, a acariciar y peinar mi cabello. —Kanon se mordió los labios —No le volveré a escuchar diciéndote que te comportes, a escucharle cantar y decir groserías en alemán. No quiero entrar y descubrir que ahora estamos realmente solos
Realmente solos.
Kanon no perdió tiempo, corrió junto a Saga y sin darle oportunidad a rechazarle, le abrazó como si su vida dependiera de ello, y vaya que si dependía de eso.
Saga no respondió su abrazo, era renuente a tales actos de amor y cariño. Y a Kanon poco le importó, le abrazó con más efusividad, mostrándole en ese solo gesto cuanto lo amaba.
—No quiero entrar ahí. —farfulló Saga contra su hombro.
—Lo sé, lo sé. —respondió con calma y comprensión, acariciando con torpeza los mechones azulados de su igual —Yo tampoco quiero, Saga, no sabes cuanto desearía correr lejos. —tragó saliva —¿Recuerdas cuando llegamos aquí? Teníamos cuatro años.
Sonrió, recordando en medio de tanto dolor uno de sus momentos más hermosos que tuvo con Aram. Agradeció al universo entero por hacerle recordar ese instante que se llevaría hasta la tumba.
—Sí, lo recuerdo. —respondió el mayor, apartándose un poco.
—¿Qué hicimos en cuanto llegamos? —preguntó de nuevo, dándole ligeras palmaditas en la espalda.
—Rompiste un jarrón antiguo y tu no dejabas de burlarte del acento de Aram. Yo solamente me dediqué a observar tu desastre.
—Eres un mentiroso. —resopló, ligeramente divertido —También te burlaste de su acento.
—Me burlaba de ti, tu voz parecía el chillido de un cerdito.
—Mi acento era perfecto y no parecía un cerdo, aunque digas lo contrario. —se apartó de Saga para verle directamente a los ojos —Pero, ¿Recuerdas lo que hizo Aram cuando nos trajo aquí, a Géminis?
Saga tembló en ese medio abrazo, Kanon temió que se desplomara al suelo, lo sintió tan frágil y desamparado.
—Nos tomó de las manos. —murmuró en voz extremadamente bajita, alzando su mano derecha para mirarla como si fuese lo más extraordinario del mundo. Kanon no perdió de vista todos sus movimientos y por pura inercia tomó la mano de Saga, apresándola con fuerza entre sus manos, como si algo invisible apareciera de pronto e intentara arrebatarle a su hermano. Trazó pequeños círculos en el dorso para transmitirle calma al mayor.
—¿Y después? —inquirió, sintiendo como Saga se relajaba por segundos. El mayor ni enterado se daba de esa pequeña caricia, su mirada se centraba en cualquier cosa; en Kanon, en el templo, en las estrellas, en Pólux y Cástor, en la oscuridad y la soledad que habitaba en ella.
—Creo que eso fue todo. —respondió al final, incapaz de hacer memoria. Fingiendo no recordar.
Kanon resopló, reprimiendo el deseo de cruzarse de brazos y darle una mirada condescendiente a Saga por su memoria de pez, que sabía no poseía. Saga recordaba esa conversación, su mirada lo traicionaba.
—No, Tweedledee, recuerda. —Saga bufó y rió al mismo tiempo. Ese apodo le gustaba y lo odiaba en partes iguales.
—Fue todo, Tweedledum. —Kanon sonrió y negó con la cabeza. Saga tragó saliva y le dio un pequeño apretón, reuniendo el valor suficiente para decir lo que les dijo Aram esa vez —Nos dijo que —se humedeció los labios —... Que nunca estaríamos solos mientras él sostuviera nuestras manos...
La mirada de Saga se tornó desesperada, su cuerpo se volvió a tensar y el agarre se hizo más rudo, al grado de lastimarle. Kanon se aferró con una sola mano a Saga y con la otra le jaló del hombro, para abrazarle. Su cabeza se apoyó en la coronilla de Saga, mientras este se refugió en su infantil pecho. Los sollozos y jadeos de Saga aumentaron, las lágrimas volvieron a brotar y mancharon la vieja camisa del menor.
—Pero... —empezó a decir contra su pecho, su voz sonaba distorsionada y extraña —pero él ya no está aquí para tomar nuestras manos ¡Estamos solos de nuevo, Kanon! ¡Aram nos dejó y nunca volverá! —gritó con tristeza. Kanon luchó por no llorar ante esa cruel y horrible afirmación.
Aunque doliera, aunque pesara, aunque su pequeño corazón deseara mostrar su dolor y reunirse con el de Saga para llorar sus penas, él debía mantenerse firme, ser fuerte.
Ser fuerte por los dos.
—Saga... —le llamó. El mencionado se apartó un poco para mirarle, Kanon alzó sus manos entrelazadas para que lo viese. Saga miró con asombro como sus manos estaban entrelazadas. Kanon acertó en que Saga no se había dado cuenta de eso hasta ahora —¿Qué ves, Saga?
Ladeó el rostro, sin quitar la vista de encima a sus extremidades —Nuestras manos entrelazadas.
—Es correcto, Copia mayor... Y mientras tú y yo estemos así, tomados de las manos, nunca estaremos solos... Porqué nos tenemos uno al otro. —y era cierto, solamente Kanon tenía a Saga y viceversa. Sin más ni menos, sin menos y sin más —Y nunca pienses que me voy a ir de tu lado, siempre estaré contigo para molestarte y quererte. —"Y protegerte" —Jamás estarás solo, así como yo tampoco lo estaré mientras yo te tenga aquí —señaló su corazón —Así estemos a mil kilómetros de distancia, siempre estaremos unidos. —un suspiro escapó de sus labios —Y Aram también estará con nosotros, a pesar de que ya no lo vemos, él nos cuida. Él aun sostiene nuestras manos, y nunca nos va a soltar. Así como nunca voy a dejarte solo, Saga.
Saga apretó con un poquito más de fuerza la mano de Kanon. Permanecieron así, abrazados, dándose un mutuo consuelo que era necesario para calmar sus atribulados y maltrechos corazoncitos. Y hubieran seguido así toda la noche, de no ser por Saga que pregunto en voz baja;
—Estoy listo ¿Tú lo estás, Kanon?
Kanon se apartó y sin decir nada, dio un par de pasos al frente, sin soltar por un solo instante la mano de Saga. El mayor no tardó en alcanzarle.
—Si tú me acompañas en mi aventura, siempre estaré listo. —respondió Kanon.
Ambos entraron, sin soltarse. Caminaron por el lúgubre salón de batallas y se perdieron en los pasillos que daban a su habitación. La oscuridad y la soledad estaban en cada esquina y rincón del magnífico lugar, acechándolos, en espera de que su fortaleza y amor fraternal flaqueara. Pero eso no pasaría hoy, ni mañana, quizá en unos años, pero eso no importaba en esos momentos. Mientras en esos instantes estuvieran unidos, el desolador e infeliz futuro que les esperaba no era una amenaza.
Estando juntos, Saga no temería a la soledad y Kanon tampoco se sentiría pequeño ante la maldita oscuridad, si estaban tomados de las manos todo estaría bien.
—...—
Esta breve historia tendrá continuación, no les prometo fecha, porque ya saben que a veces tardo años en actualizar :(
Por eso siempre escribo one-shots, pero ya saben cómo son las musas de caprichosas. Serán tres o cuatro capítulos y es 99% que el último sea narrado desde la perspectiva de Kanon, ya que es quien de manera directa e indirecta fue el que causo la caída de Saga (bueno, eso pienso yo xD). Y porque Kanon es mi personaje favorito, lo amo, LO AMO. Y mi amor es tan infinito que ya lo tengo tatuado en mi piel xD. Estúpido, manipulador y sensual Kanon, te amo chiquito ;D Y también a Saga, los amo, los amo.
No me queda nada más que agradecer que llegaran hasta aquí, les deseo unas felices fiestas y feliz año nuevo. Gracias por leer :D
Nota especial para;
Nyam-mx y Eramaan Viimeinen (¡DiosaGéminis!)
Sensuales e increíbles chicas, gracias por acompañarme a lo largo de este año y ser testigo de mis locuras. Gracias por cada una de sus palabras que ya tengo tatuadas en mi mente y corazón. Siempre que me siento triste y desanimada sea por la razón que sea, los vuelvo a leer y créanme que siempre sonrió como una tonta ante la pantalla del celular.
Nyam, tú me impulsas a mejorar y seguir adelante con mis locos desvaríos, a no rendirme y a recordar por qué escribo, y eso es para que olviden un poquito de la cruel realidad a la que a veces nos enfrentamos... Y también para que lean en el trabajo xD Yo también quisiera poder vivir ese sueño don Pool, poder leer en mi trabajo, pero pos no se puede :(
Eramaan para mí siempre serás mi amada DiosaGéminis, has estado junto a mi desde mis épocas bien oscuras, has visto mis errores que cometí en un inicio y has sido testigo de los cambios que he tenido (espero que sean cambios para bien xD). Tu apoyo incondicional me ayuda a no abandonar este maravilloso fandom al cual amo con todo mi kokoro. Tus espectaculares fanfics son mi oasis en este desierto llamado vida, que a veces te trata bien y otras te hace añicos. Me haces olvidar, reír y amar ¡Amo tu humor! ¡Soy tu faaan!
Chicas, les deseo una muy feliz e increíble navidad, beban poco y amen mucho. Nunca cambien, son mujeres maravillosas y extraordinarias. Desearía tenerlas frente a mi para abrazarles y expresarles cuanto les agradezco por estar conmigo a cada historia que publico, ustedes ya forman parte de mi vida y ocupan un lugar especial en mi corazón. Esta historia es un pequeño regalo por las vísperas navideñas, espero les guste n.n
Muchas gracias por todo, les mando un fuerte abrazo :D
SafiroBipolar
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