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Extra 6

YoonGi estaba durmiendo profundamente cuando sintió que su esposo le lanzó de repente un codazo en el estómago. Para su mala suerte JiMin tenía mucha más fuerza de lo que era consciente. De modo que él se dobló en dolor, gruñendo entre dientes.

Ahí estaba la razón por la que siempre despertaba primero. Como diez minutos antes de abrir los ojos, su omega se agitaba. Luego volvía a acurrucarse contra YoonGi y despertaba tranquilamente como si no fuera un ángel boxeador.

Pero YoonGi nunca se lo diría. Sería su secreto hasta su lecho de muerte.

Porque no era del todo sufrimiento. Después del dolor siempre podía disfrutar de JiMin acurrucado a su lado. En esos minutos se permitió mirar a su esposo con cariño; contempló sus pestañas tupidas mostrándose presumidamente contra sus mejillas sonrojadas, sus labios hechos un pequeño puchero y sus manos fuertemente aferradas a la pijama de YoonGi como si este fuera a desaparecer en medio de la noche.

Seguramente si JiMin no lo golpeara en sueños, YoonGi se despertaría todo desorientado al estar junto a un omega tan hermoso. El omega más hermoso de todos en su cama.

Al menos YoonGi tenía algo de tiempo para procesarlo.

Fue justo después que JiMin comenzó a despertarse. Sus párpados revolotearon hasta que sus bellos ojos estaban abiertos, aunque todavía continuó adormilado.

Aprovechándose de su estado, YoonGi se inclinó para besarle la nariz.

—¿Cómo dormiste, lobito?

Sin intenciones de responderle inmediatamente, JiMin se acurrucó un poco más cerca. Hizo que su ropa de dormir se deslizara lo suficiente para mostrar su marca de apareamiento. Sumamente hipnotizado YoonGi se inclinó para besar la cicatriz sana de su mordedura.

—Dormí muy bien —JiMin le respondió finalmente. Estaba ronco de una manera tan adorable que YoonGi sonrió contra su hombro—. ¿Cómo está nuestra...?

Antes de que el omega pudiera formular su pregunta el sonido de su bebé llorando, a través de las bocinas conectadas de cuarto a cuarto, lo interrumpió.

—Ah, el dulce sonido de unos buenos días —YoonGi bromeó, poniéndose de pie un poco más ágil que su esposo.

Pero no fue el primero en llegar al cuarto continuo. Sólo se quedó de pie en el marco de la puerta y miró a JiMin inclinarse sobre la cuna amarilla de la habitación para extraer a su pequeño tesoro llorón.

—¿Qué pasa? Ya, ya. Es tu hora de desayuno, lo sé. ¿Tus padres son unos dormilones? También lo sé.

YoonGi miró intensamente cómo Dal detuvo su llanto tan pronto JiMin la cargó, sin creerlo. Apenas podía creer lo afortunado que era de haber marcado a JiMin, agregarle una hija a la mezcla lo hizo sentir como si estuviera viviendo a través de un sueño.

Pero ver al amor de su vida convertirse en el padre de su hija fue el verdadero sueño.

Las feromonas calmantes que JiMin produjo para su hija también alcanzaron a YoonGi. Respirándolas como un adicto, pensó que JiMin entró tan naturalmente en la paternidad como un pez en el agua. Era como su segunda naturaleza.

—Una linda cachorrita llorona —YoonGi murmuró con cariño cuando JiMin trajo a su hija a su lado para darse los buenos días.

Su bebé sólo estiró una mano curiosa en su dirección, pero no se esforzó por ir a sus brazos. YoonGi no la culpó por tener un favoritismo por su padre omega. Al contrario, coincidía con ella. Cualquier persona caería más fuerte por JiMin.

Ambos bajaron a la cocina. Dal terminó en su silla de bebé mientras sus padres trabajaban al desayuno, más JiMin que YoonGi en realidad. Porque el omega se esforzó en hacer batidos nutritivos mientras YoonGi sólo hizo simples huevos fritos con tocino.

—Para ti —JiMin anunció felizmente, dándole su batido y un beso.

YoonGi recibió lo primero con una sonrisa forzada y lo segundo estirando los labios para recibir otro. Cuando fue ignorado porque su esposo se giró, apenas tuvo tiempo de hacer una mueca. Amaba a JiMin, pero odiaba las cosas nutritivas que le obligó a tomar.

Olvidando el batido en la mesa quizás a propósito, YoonGi fue a llenar los tazones de sus mascotas. El ruido del alimento en sus platos finalmente los atrajo. El gato moteado y el poodle aparecieron en conjunto, caminando a la par. Como fueron cachorros adoptados al mismo tiempo las diferencias de su raza nunca existieron. Jugaban, dormían y comían juntos. Eran inseparables.

Dal exclamó entusiasmada en cuanto los vio. Sólo dejó de gritarles cuando YoonGi le ofreció su mamila llena de leche preparada por JiMin.

Habitualmente era JiMin quien la alimentaba, porque sus instintos de omega lo hacían bastante receloso con ese asunto. Pero como especialista en el cuerpo, sabía que era importante que ella trabajara su habilidad motora.

Aunque no significaba que se mantendría alejado por completo. Todavía se sentó junto a Dal y le limpió la barbilla con una servilleta.

—Tengo que apresurarme o llegaré tarde —murmuró, demasiado ocupado en su hija como para notar su propio desayuno. YoonGi sonrió enternecido antes de tomar sus palillos y comenzar a alimentar a su esposo, después a él.

Su rutina estaba tranquila porque sólo uno de los dos debía ir al trabajo. Y desde el nacimiento de Dal, JiMin había estado comenzando a aceptar ofertas de trabajo fuera del hospital para tener tiempos libres a su gusto. Por consiguiente, había programado una cita en la tarde con un jugador de basquetbol que YoonGi admiraba.

—Déjame llevarte —se ofreció gustoso, sacando a Dal de su silla alta.

—¿No te causaré problemas? —Su esposo lo miró esperanzado, pero todavía no lo aceptó. Se mantuvo cauteloso al llevar los platos sucios al fregadero.

—Para nada, nubecita. Además, puedo conseguir otro autógrafo con suerte.

JiMin se rio, pero lo aceptó, yendo a ponerse su uniforme de enfermería y maquillarse un poco.

Durante todo ese tiempo, YoonGi se cambió de ropa y después la cambió a ella con ropa azul porque jodidamente no iba a seguir los estereotipos con una bebé, soplando frambuesas en su piel para hacerla reír.

Estaba haciéndole un peinado de palmera a su hija con algo de torpeza cuando JiMin le anunció que estaba listo.

—Sí, sí, sólo termino esto.

Gruñó cuando los cabellos de su hija se vinieron hacia adelante y casi le picaron los ojos. Entonces lo intentó de nuevo. JiMin se rio, enviándole su diversión por medio de su lazo y seguramente le tomó una fotografía por el sonido, pero tanto YoonGi como Dal decidieron ignorarlo.

Después se subieron a su pequeño coche negro con YoonGi al volante. Sus instintos más profundos de alfa hicieron que todavía amara ser el chófer de su esposo. Le gustaba llevarlo a todos porque eso lo hizo sentir más seguro. No del tipo controlador, simplemente servicial. Seguramente durante el resto de su vida.

Cuando estaban a mitad del camino, Dal estaba en los asientos traseros dónde tenía su asiento de bebé y los dedos de JiMin se colaron entre los de YoonGi a través de la consola.

YoonGi miró a su esposo y lo descubrió mirando por la ventana, por lo que significaba que lo había tomado de la mano inconscientemente. El gesto hizo que su amor se desbordara a través del vínculo.

Se derramó.

Le habría gustado permanecer así por mucho tiempo. Pero desgraciadamente llegaron a su destino. Su omega debió sentirse de la misma forma, porque suspiró sin soltar sus manos incluso si ya se habían estacionado afuera de la mansión donde trabajaría.

—¿O quizás podamos volver a casa?

Después de reírse YoonGi le dio un beso en la frente.

—Ya llegamos hasta acá.

Aún no mejoró el estado de ánimo de JiMin.

—Me siento mal por trabajar ahora que tú tienes unas pocas vacaciones después de tu última temporada.

—Está bien. Ven aquí. —Desabrochándose el cinturón, alcanzó a JiMin a mitad del camino. Lo sujetó del mentón para encajarle sus labios. Fue un beso suave que rápidamente se volvió intenso y terminó con los dedos de JiMin tirando de su cabello. A JiMin realmente le gustaba hacer eso para comenzar a provocarlo, no es que YoonGi se quejara—. Ve a hacer lo que amas. Estaremos en casa después.

JiMin se veía aturdido por un momento. Su mirada estaba vidriosa, sus labios hinchados después del beso. Pero una vez que se aclaró, asintió y después le echó un vistazo a Dal. Ella estaba jugando con sus pies, ignorante de todo.

—Ya me voy, Dal —le avisó, tomando su bolso con todas sus herramientas médicas.

Como Dal estaba aprendiendo a reconocer su nombre balbuceó, intentando alcanzar a su papá. Pero JiMin no lo notó porque ya estaba cerrando la puerta del carro.

—Te amamos —YoonGi le gritó, comenzando a arrancar el auto.

Una vez en marcha estaba pensando en volver a casa cuando recibió un correo electrónico sobre una cuestión del trabajo. Kai se lo leyó a través de la pantalla en su coche.

Frunció el ceño. Después miró a su hija a través del espejo retrovisor.

—¿Te molestaría una parada rápida, cachorra?

Obviamente Dal no le respondió, estaba haciendo sonidos adorables y señalando el camino. Con burbujas de saliva y todo. YoonGi lo tomó como un sí.


Al llegar al estadio de hockey nacional de Corea, estacionó el coche en un lugar seguro y después sacó una cangurera para Dal que guardaba en la cajuela junto con su pañalera.

Nunca fue fácil para YoonGi abrocharse el equipo solo, pero al final lo consiguió como siempre. Fue capaz de sentar a su hija de forma que su cabeza pudiera descansar en el hueco de su cuello, cerca de su glándula de olor. De esta forma Dal no se sentiría demasiado abrumada por los olores si podía tener demasiado cerca el de su padre.

Como si hubiera leído sus acciones nobles, Dal balbuceó y puso su pequeña mano sobre la mejilla de YoonGi. Tan tiernamente que YoonGi sintió sus ojos aguarse.

Dal tenía sus ojos, el tono de su piel y nada más. El resto de su cara eran los rasgos de JiMin. Su nariz, la forma de sus mejillas, su mentón, sus rodillas, sus dedos regordetes, el color de su cabello peculiar. Lógicamente su genética no sobrevivió ante la belleza de JiMin y YoonGi amaba con su vida al resultado.

Esta era su hija. Una parte del amor que JiMin y él se tenían hasta que se materializó. Era una pequeña personita. Cuando Dal tomaba uno sólo de sus dedos entre sus manos, el corazón de YoonGi simplemente se rompía de la fragilidad en esa imagen.

—¿Amas a tu papá alfa, eh? —le preguntó en un susurro.

Sin embargo, su momento de adoración se rompió cuando Dal lo cacheteó entre risas.

—Mierda, sí, yo también. —YoonGi se sobó la cara con un gemido cuando su cachorra continuó riéndose. Definitivamente era la hija de Min JiMin, era hermosa y fuerte. El mundo no estaba preparado para su existencia.

Ambos se movieron al estadio. En ese momento estaban los omegas entrenando para su competencia, los alfas estaban de vacaciones. NamJoon estaba en la pista no muy lejos de las gradas donde YoonGi y su hija estaban.

Dal lo reconoció casi de inmediato. YoonGi sonrió divertido, imaginándose que tan pronto como lo supieran SeokJin, JungKook y TaeHyung iban a estar muy celosos.

Su entrenadora apareció entonces, casi materializándose de la nada.

—YoonGi, que bueno verte. Siento interrumpirte en tu descanso. —La mirada de su entrenadora cayó en su bebé y su vieja mano se movió inmediatamente para acariciarle la cabeza. YoonGi sólo lo permitió porque gracias a la edad su entrenadora ya no olía demasiado. Era seguro que le habría gruñido si otro alfa con olor fuerte se habría acercado a su cachorro—. Si no me equivoco son tus primeras vacaciones con tu hija, debes necesitarlas mucho.

—Hicimos un espacio —YoonGi dijo, refiriéndose a JiMin y a él—. ¿Por qué, entrenadora? ¿Hay algo que anda mal?

No pudo evitar morderse los labios, preocupado. Su vida había estado yendo tan bien últimamente que era sospechoso, ¿estaba por enfrentarse a su primer problema en cuestiones de trabajo?

Sin embargo, sus preocupaciones se disiparon en parte cuando la mujer alfa le sonrió.

—Para nada. Sólo quería mencionarte algo sobre los rumores, ¿los has escuchado?

—Sí.

—Pronto me voy a jubilar. —La mujer mayor confirmó con una mueca de satisfacción—. Pero no quiero irme sin asegurar el futuro del equipo a través del nuevo guía.

—Entrenadora, me da miedo lo que está insinuando.

Aunque YoonGi en realidad dijo que era miedo, estaba sonriendo nerviosamente. Sus manos se aferraron a las piernas de su hija, aunque no era necesario sostenerla.

—Me preguntaba si estás interesado en ser el asistente del futuro entrenador. Todavía podrás jugar y seguirás siendo el líder del equipo nacional. Pero la diferencia es que, en unos años, cuando decidas retirarte del juego, entonces podrás sostenerte de algo. Tendrás un historial para hacerlo. Sé que tienes un historial en Canadá y gracias a la negligencia de tu propio país tardaste en construirlo, aquí. Es por eso... Que debes solidarlo.

YoonGi abrió la boca.

Se quedó absolutamente en blanco hasta que Dal babeó sobre su cuello al intentar hacer burbujas. YoonGi regresó de golpe a la realidad, echándole un vistazo rápido a su hija antes de dirigirse a la entrenadora.

—P-por supuesto, sé que es más trabajo. Pero también he estado pensando sobre después de retirarme y muchas gracias. No tengo muchas palabras. Gracias. Trabajaré duro, no la defraudaré —YoonGi le prometió en un balbuceo nervioso.

Los nervios no arruinaron su emoción. Había pensado el tema cuando SeokJin tomó el lugar del entrenador en la universidad. YoonGi había estado por aceptar el puesto, pero todavía quería jugar una temporada más, tal vez dos. Su cuerpo todavía le permitiría estar en el hielo un tiempo más.

Sabía que había sido una decisión arriesgada con Dal en su vida. Pero JiMin le dijo que lo resolverían juntos, como un equipo. No tenía que resolverlo demasiado rápido porque no estaban precisamente preocupados por el dinero, no después de la herencia que JiMin recibió.

En aquellos días su antiguo entrenador lo entendió amablemente. Pero el alfa no pudo evitar sentirse inquieto cuando la puerta se cerró.

Ahora la puerta estaba abierta de nuevo. En un futuro podría ser entrenador el equipo nacional de Corea después de ser un jugador.

—Lo sé, YoonGi. Por eso te estoy eligiendo sobre todos los jugadores que llevan más tiempo aquí.

—Mierda, yo... Gracias. —Impulsado por el honor, YoonGi intentó hacer una inclinación. Apenas pudo hacer un cuarto de lo que debió ser una reverencia hasta el suelo, porque no quería aplastar a Dal. Mucho menos asustarla, incluso si ella gritó de emoción por el juego de altura.

—Todos conocen tu historia. Todos sabemos que has trabajado duro. Las recompensas vienen a su tiempo —Su entrenadora, o ya casi antigua entrenadora, le dijo antes de marcharse.

En la intimidad de su relativa soledad, YoonGi sintió que podría llorar. Por eso se aferró a su hija y la olió, encontrando consuelo en la forma en que ella tenía impregnado el aroma calmante de su esposo combinado con la suya y su propio aroma de bebé.

Casi como si hubiera notado su mención, el vínculo con su omega se llenó de incertidumbre. JiMin debió sentir todo el choque de sus emociones un poco tarde por estar tan lejos. De cualquier forma, YoonGi respondió a la sensación con amor, disculpándose por haberlo agitado.

Cuando renunció a la oferta de la NHL para casarse con JiMin nunca pensó que estaba perdiéndose de algo. Su vida estaba llena con su equipo poco reconocido y sus planes para unir su vida con el amor de ella.

Fue un día antes de que su luna de miel terminara cuando YoonGi recibió la oferta: El equipo nacional de Corea se enteró sobre la oferta de la NHL y decidió que no podía quedarse atrás. Pidieron hacerle una prueba a YoonGi. Después de todo, ¿qué podría hacer un alfa trans?

YoonGi les calló la puta boca a todos y ahora estaba aspirando a ser el próximo entrenador.

El trabajo en el equipo Nacional de Corea no sólo ayudó a que JiMin se sintiera menos culpable por impedirle estar en la NHL, cuando claramente nunca fue su culpa. También ayudó a pagar la gestación de Dal. Tardó menos tiempo del estimado con su ahorro gracias a ese trabajo.

Entonces YoonGi pensó que suplicar por un reclutador en sus años de universitario ya había sido compensado.

En ese momento, el entrenamiento de los omegas terminó y todo el grupo fue como una ola a YoonGi en lugar de ir a las duchas. El alfa apenas conocía sus nombres, pero les dio una sonrisa amable y sostuvo a su hija más protectoramente.

—¿Esa es tu hija, YoonGi-ssi? —Una de los chicos preguntó y Dal balbuceó en el pequeño escondite que su papá le creó. Ella estaba tan ansiosa por hablar para su edad.

—¡Es tan linda!

—¿Cómo se llama, Hyung?

—¿Ya tiene un año?

—¡No seas tonto, no tiene dientes!

NamJoon apareció entonces, con una expresión de desaprobación ante sus compañeros de trabajo.

—¿Recuerdan que los bebés no vienen al mundo sólo por los alfas? Váyanse a duchar. —YoonGi miró confundido como todos los omegas olieron tristes—. Eres tan lento en serio, estaban coqueteando contigo.

—¿En serio? —YoonGi estrechó los ojos. Él pensó que había mejorado al leer románticamente su entorno comparado con la universidad. Porque podía saber que quería JiMin y no siempre fue a través del vínculo.

Pero al parecer, sólo había mejorado románticamente con su marido.

—Te ves como un papá soltero responsable —NamJoon explicó muy sabiamente y YoonGi simplemente no lo entendió.

Se mantuvo confundido hasta que recordó a JiMin. Cuando Dal había llegado a casa y estaba aprendiendo a sostenerla, JiMin gimió frustrado por no poder concentrarse en los vídeos explicativos "Te ves tan bien siendo el padre de mi hija". JiMin lo regañó.

Esa noche anudó a JiMin dos veces una vez que Dal finalmente se durmió.

Una cosa de omegas, YoonGi supuso ahora. Tal vez tendría que aprovecharse de eso para molestar un poco a su esposo, demostrarle que era el alfa perfecto para cuidar a su hija e impresionarlo. Quería impresionarlo todo el tiempo, igual que cuando eran novios.

—Entonces gracias. Sólo tengo ojos para JiMin.

Por el contrario de SeokJin y TaeHyung, NamJoon no actuó empalagado por la mucha azúcar que derramaron juntos.

—Por supuesto, estás casado con JiMin y con el hockey. Sí, sí.

—Ho. ¡Dy!

YoonGi y NamJoon abrieron los ojos. Hubo tanto silencio como pudo haber en un estadio de hockey, mientras Dal sonreía inocentemente. Luego continuó hablando sola, sin que ningún deportista le hiciera segunda.

—JiMin me dijo que es demasiado pronto para que ella hable —NamJoon susurró—. No es una palabra, ¿verdad?

No, en realidad fue un sonido más que una palabra. Sin embargo, YoonGi miró a su hija con orgullo.

—¿Sabes lo que eso significa, NamJoon? Mi hija es la próxima estrella del hockey.

Cuando JiMin llegó a casa oliendo a leche materna, YoonGi no lo esperaba. Así que fue atrapado con las manos en la masa. Es decir, fue encontrado con Dal intentando sostener un stick de peluche a los pies del sofá.

Toda la casa estaba adecuada para la existencia de su bebé, cada mueble estaba cubierto de protectores de esquinas y había áreas seguras en la casa para que Dal pudiera estar de forma independiente. En la sala YoonGi había construido un pequeño corral que ahora estaba lleno de juguetes para su edad. Así que cada vez que sus padres quisieron mirar la televisión, simplemente pusieron a Dal en el espacio a sus pies.

—Lobito, pensé que te recogería.

—Terminé rápido después de escuchar tus noticias. —La suave sonrisa de JiMin se diluyó un poco cuando notó que tenía su hija en sus manos—. Pero alfa, ¿qué hace Dal con eso?

Tan pronto como Dal miró a su padre, se olvidó del palo de hockey falso. Chilló de gusto cuando JiMin la levantó en sus brazos, sacándola del corral.

—Escucha, escucha, tengo una buena explicación. Ella dijo hockey. —Hizo una mueca cuando JiMin se apuntó a su boca, mostrándole sus lindos colmillos de omega—. Sé que no tiene dientes, fue como un sonido. Te lo prometo. Dal, di hockey. Hockey.

Como era de esperarse, Dal no le prestó atención. Ella hizo un puño descuidado sobre la camiseta de JiMin y tiró de ella.

JiMin miró confundido a su esposo, mientras se habría su camiseta de enfermero.

—¿Bueno?

—Te lo prometo —YoonGi juró con un puchero, poniéndose de pie y mirando a su hija como una pequeña traidora que se aferraba al pezón de su padre omega. Aunque no se apagó del todo. Se mantuvo eufórico—. Pensé que era una señal, lobito. Podría ser mi herencia, el hielo podría correr por sus venas.

JiMin besó su decepción. Fue un poco torpe porque YoonGi estaba todavía detrás de la cerca infantil, pero cuando salió recibió otra vez la boca de su esposo apropiadamente.

—Bueno, te creo. Tampoco me opongo que tenga actividades deportivas que puedan darle un desarrollo, pero que sea cuando pueda sostenerse sobre sus dos pies, alfa. —La sonrisa divertida de

JiMin se volvió una mueca cuando Dal comenzó a succionar la leche.

Ella debió oler que los pechos de su padre se habían llenado.

Era una cachorra muy glotona y casi siempre JiMin no podía darle toda la leche que su hija le exigió. El medicamento especial que llevó mientras Dal se gestaba ayudó a que sus pechos se llenaron un poco. Pero no lo suficiente para el apetito de su hija.

JiMin a menudo se frustraba. Era normal que llorara cuando veía a Dal gestándose en su incubadora artificial, porque quería tenerla en su vientre y no en esa caja solitaria. Después lloraba porque Dal siempre exigía más su leche que la leche de fórmula como naturalmente se esperó.

Así que cuando Dal se apartó de su pezón más pronto de lo habitual, haciendo que algunas gotas blancas se derramaran, JiMin frunció el ceño. YoonGi se inclinó y frotó esa arruga amablemente con su pulgar. También abrazó a su esposo con envolverle las caderas, volviendo a Dal el relleno del sándwich. Alivió sólo un poco la frustración de su omega.

—¿Estuvo tomando leche mientras yo no estuve? Debí haberte enviado un mensaje porque sentí que me pesaban los pechos y así podría haberle dado más. También por eso vine rápido.

JiMin dejó a Dal en su área de juego otra vez. Posteriormente se ocupó en sostener su pecho lleno y apretar su pobre pezón café. No tenían un tiraleche porque nunca pasó algo así y ahora YoonGi supuso que fue una negligencia de alfa de su parte no proveer uno para su omega. Seguramente a su esposo le dolía que sus pechos estuvieron tan pesados que no cabrían en los dedos de YoonGi, seguramente le dolía oler tan fértil.

YoonGi inmediatamente dejó de mirar cuando sintió que su aroma se agitaba. Él se fue a la cocina, se sirvió un vaso de agua e intentó enfriarse al beberlo.

Pero todavía escuchó el grito de su esposo desde la sala de estar.

—¡Alfa pervertido, puedo olerte hasta acá!

Las mejillas de YoonGi se pusieron rojas como las de JiMin al ser descubierto. Fue una cosa que comprobó cuando regresó a la sala y se encontró con los ojos de su esposo desde el corral de Dal.

—Compórtate —JiMin le susurró y YoonGi hizo un sonido atascado en su garganta. Era mucho más fácil de decir que hacer. Se volvió casi imposible cuando su esposo se veía tan bonito así de ruborizado—. Hasta que se duerma Dal.

Pero saber que no era el único hambriento, hizo a YoonGi muy feliz.

—Mírate, estás totalmente corrompido. ¿O siempre fuiste así?

En respuesta JiMin se sonrojó violentamente. No negó, ni afirmó nada, mientras le ayudaba a Dal a poner los juguetes dentro de un bote para luego vaciarlos. YoonGi tomó un lugar junto a su esposo y se unió al juego. Lo hizo todo mejor para su bebé.

Entre las risas de Dal, YoonGi sintió como su esposo se apoyaba contra su hombro. Lo que le permitió besar su cabeza y entrelazar sus dedos. Por último, le dio acceso al cuello de sus sueños.

YoonGi se inclinó para presionar su nariz en su mordida de apareamiento y respiró profundamente el aroma de JiMin mezclado con el suyo gracias a su vínculo. Incluso si JiMin se retorció de unas cosquillas agradables, decidió no arrancarse de ahí por un buen rato.

Incluso si tenía toda una vida para disfrutarlo, no se movió.

Él amaba y era amado como merecía.

Gracias a un viaje en Metrobús y su cielo lleno de nubes.

Fin



🍋 Bien, limones. Hemos llegado al fin. 

Antes no quise decir nada al respecto, ni agradecerles por sus lecturas seriamente porque no quería despedirme. Pero ha llegado el momento.

Tengo muchos sentimientos encontrados, porque NI fue mi proyecto más tardado de escribir. Pero mayormente estoy agradecida con todos los lectores que se quedaron, aunque el fic pudo volverse tedioso, incorrecto o monótono en muchas partes. Gracias a todos.

NI es un fic que aspiraba a profundizar en todas las dificultades de la comunidad trans y además de darles un poco de visibilidad, recordarles que son tan suficientes como cualquier otra persona y merecen su final de cuentos de hadas.

Tal vez alguna vez publique otro extra, no lo sé. Tampoco sé si nos veremos en un futuro proyecto o no. Por el momento: Gracias.

¡Los quiero!

Cassandra

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