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Extra 3

Aunque sus invitados lucieron sus mejores ropas, YoonGi era incapaz de quitarle los ojos a su esposo.

Era el momento de lanzar el ramo. SeokJin dijo algo estúpido y en consecuencia JiMin estaba riendo tanto que sus ojos se achicaron. Con su cabello rizado, su maquillaje rosa y su esponjoso vestido, se veía como un príncipe jodidamente feliz.

La vista hizo que los pies de YoonGi se clavaran en su lugar. Le resultaba difícil de digerir que ese príncipe que radiaba luz ahora era su esposo.

Suyo. Todo suyo.

Afortunadamente tenía toda una vida para digerirlo.

Los omegas invitados se reunieron para atrapar el ramo de JiMin. Pero eran tan pocos que algunos alfas se unieron para hacer algo de bulto. Entre ellos, SeokJin quien ya estaba sujetando de las muñecas a NamJoon como el tramposo incorregible que era.

Sin embargo, cuando JiMin lanzó el ramo no fue en dirección de los jugadores de hockey. Aterrizó justo en la mesa donde TaeHyung aún estaba comiendo. La elección del destino fue evidente porque no había nadie más alrededor, sólo el beta.

La expresión asqueada de TaeHyung hizo que todos los invitados estallaran en risas.

YoonGi también se mantuvo riendo fuertemente, saboreando el momento para no olvidar nunca ese tipo de felicidad. Sólo se puso serio cuando escuchó a los alfas invitados pedir el lanzamiento de la liga.

Trató de no demostrarse grosero. No quería serlo, simplemente quería guardar ese momento sólo para JiMin y él. No era ser grosero, era ser sólo un poco posesivo con su esposo.

Sus ojos cautelosos se encontraron con los de JiMin a la distancia. Inmediatamente su omega cortó la charla que estaba manteniendo y caminó hacia él. Seguro pensó que el contacto visual era una forma de pedirle que se acercara para quitarle la liga.

—No, lobito —le dijo YoonGi, mientras lo recibía en sus brazos—. Voy a callarlos, porque quiero quitártela más tarde. En privado.

JiMin se sonrojó visiblemente. Sus manos enguantadas se enroscaron en la solapa de su traje para tirarlo más cerca, en un ángulo específico. YoonGi lo entendió, enseguida se acomodó para que su esposo pudiera susurrar en su oído.

—E-eh, bueno, estoy usando dos... Una en cada muslo. —La imagen mental que JiMin le proyectó, hizo que sus fosas nasales se dilataran. Sus manos se apretaron sobre el cuerpo de JiMin—. Porque sabía que pensarías así.

Volviendo a su espacio personal, JiMin le sonrió un poco tímido, algo ruborizado. Como si no fuera el mismo engatusador precioso que guardó una liga para que su alfa se la quitara suciamente. Y mierda, YoonGi lo amaba muchísimo.

—Déjame conseguirte una silla entonces.

NamJoon le ayudó a traer una. JiMin se sentó en ella obedientemente, riéndose de los comentarios de sus amigos.

Con su omega distraído, YoonGi se puso a trabajar. Se deslizó dentro del vestido, tomando una de las piernas y haciendo que JiMin la apoyara contra su hombro. La posición le trajo recuerdos agradables. En especial cuando enterró su nariz en la glándula de olor del muslo que había elegido para desnudar.

Una sonrisa traviesa tiró de los labios de YoonGi al notar que su esposo no estaba riendo más. Estaba tenso. Inquieto cuando YoonGi encontró la liga con los dientes y comenzó a retirarla lentamente. Sus rodillas se apretaron alrededor de la cara de su esposo.

—¿JiMin? —TaeHyung le preguntó.

Sólo en ese momento YoonGi decidió dejar de bromear con su esposo antes de que su olor cambiara frente a sus conocidos. Desdichadamente terminó de sacar la liga con sus dedos.

La lanzó sin prestar ni un poco de atención a la dirección, porque estaba demasiado ocupado observando cómo JiMin se alisó las arrugas del vestido y escapó por ahí con las mejillas rojas.

—¡Sí! ¡En sus malditos traseros solteros! —SeokJin gritó con el objeto preciado en la mano como si fuera una casualidad y no hubiera empujado al hermano intelectual de YoonGi fuera del camino. Por consiguiente, YoonGi tuvo que llevar una botella de champagne a la mesa de todos sus hermanos en un gesto de consuelo.

Su relación con sus hermanos había cambiado en el buen sentido, así que YoonGi no quería que tuvieran una estúpida rivalidad con SeokJin.

Estaba terminando con su tarea, cuando se encontró con una cara conocida a la lejanía. Como sus invitados eran contados, YoonGi pudo reconocerlo fácilmente. Después de todo, JungKook había madurado sin cambiar demasiado.

Se acercó a él.

—¡Oye, Kook! No sabía que habías venido. —Mucho antes de que JungKook pudiera decir algo, YoonGi lo envolvió en un medio abrazo. Se sintió un poco nostálgico al descubrir que el aroma del alfa menor había madurado ligeramente.

Había pasado tiempo desde la última vez que fue visto. JiMin y él lo invitaron a la boda sin esperanzas de que apareciera, pero llegó.

—Sí, llegué tarde porque me preocupé de que fuera incómodo.

YoonGi intentó no hacer una mueca. Estando en Canadá, se había enterado que SeokJin y JungKook terminaron. No tomó por sorpresa a nadie, SeokJin quería una relación de iguales y JungKook tardó demasiado para dárselo.

Pero luego se volvió peor. El alfa más joven se alejó totalmente en su grupo de amigos con tal de iniciar el contacto cero. JungKook se volvió un fantasma en la universidad.

—No te preocupes, JiMin y yo te colocamos en una mesa separada. —JungKook se encogió tristemente ante sus palabras. En realidad, sus ojos tristes de cachorro no habían cambiado mucho—. ¿No está bien?

—Tenía la esperanza de sentarme junto a SeokJin...

—Ah, mierda.

Así que se trataba de eso.

El silencio de YoonGi puso todavía más nervioso a JungKook.

—¿Está saliendo con alguien?

—Creo que no. Podrías intentar preguntarle, siempre que no le rompas el corazón de nuevo.

—¡Sí, esta vez lo cuidaré si me lo permite!

YoonGi se sintió un poco inseguro, pero le dio una palmadita de ánimos a la espalda de JungKook. Esperaba estar haciendo lo correcto, sobre todo para SeokJin.

De lo único que estaba seguro era que había tomado la mejor decisión al invitar a sus amigos más cercanos de Canadá porque uno de ellos, el tipo más alto y de un cabello rubio cenizo estaba coqueteando con TaeHyung.

En algún momento, el alfa canadiense tomó asiento junto a TaeHyung.

La distancia era clara, no había nada sobre invadir el espacio personal del otro. Todo fue demasiado discreto. El beta siguió jugando con su pastel, sólo escuchando a su acompañante hablar. Sosteniendo con otra mano el ramo de JiMin.

Si YoonGi no lo conociera mejor habría pensado que no estaba interesado. Pero las mejillas de TaeHyung eran como dos cerezas. El amor claramente estaba en el aire.

Pensando en amor, YoonGi recordó a su avergonzado esposo que nunca volvió a él.

—¿Nam, has visto a mi omega?

NamJoon que estaba mirando la lista de reproducción para la noche detuvo su tarea y lo miró divertido.

—¿Llevan casi dos horas casados y ya está escapando de ti?

YoonGi le gruñó. Ni si quiera tenía idea de por qué lo intentó con sus amigos primero. Él debió buscar a alguien más sabio. Eso fue lo que hizo después.

—Abuelo, ¿ha visto a JiMin?

El abuelo de JiMin, levantó una ceja. Tan duramente que YoonGi no pudo evitar estremecerse un poco.

—¿Desde cuándo tienes el permiso para dirigirte a mí como si fuéramos familia? —Haciendo un casi puchero, YoonGi se atrevió a señalar el anillo en su dedo anular. No necesitó decir más. El mensaje fue lo suficientemente claro para que el beta mayor le lanzara una mirada furiosa—. Sólo búscalo en la residencia.

YoonGi tuvo que recorrer cada piso del lugar, hasta llegar a la terraza. Casi estaba perdiendo las esperanzas cuando lo encontró. Entonces se quedó en silencio por un rato, sólo admirando la espalda de su omega, su cabello siendo revuelto por el aire, su cuerpo iluminado por las luces de hada.

Tomó una fotografía mental y después se volvió más ambicioso. Se movió para darle un abrazo por la espalda, adorando el respingo que JiMin dio.

—Oh, alfa. Te estaba buscando. —JiMin se giró en sus brazos y YoonGi pensó que la posición nueva era para un abrazo y beso al mismo tiempo. Por consiguiente, fue algo triste cuando JiMin puso una mano en su pecho para alejarlo. La mano que tenía el anillo de matrimonio—. Me fui a buscar algo para curar tu herida.

Fue en ese momento que YoonGi le prestó atención a las cosas que JiMin tenía en las manos. Gasas, cinta médica y algo que se miró embotellado. Esperaba que fuera desinfectante.

El jugador de hockey le entregó su mano a su esposo y su doctor personal para que le echara un vistazo.

—Mierda, olvidé eso.

Como era de esperarse, JiMin frunció el ceño. Tan adorablemente que no fue nada amenazante.

—Alfa, ¿cuántas veces debo decirte que las heridas se pueden infectar? Que nunca te haya pasado no significa que no sea posible. Sólo tienes suerte. —A la par que JiMin terminó su sermón médico, terminó de curar su mano con un vendaje perfecto—. Ayúdame a cuidarte, alfa. De eso se trata el matrimonio.

YoonGi mentiría si diría que no divagó durante la primera parte de su regaño, pero captó el mensaje- Como un tipo de médico, JiMin odió cada vez que su alfa se hizo daño porque lo amaba demasiado para verlo herido.

—Te amo —murmuró, poniendo sus manos en la definida cintura ajena y presionando un beso en sus labios.

Lo amaba tanto que era desgarrador.

—No estabas escuchando —JiMin lo acusó, riéndose del encogimiento de hombros de YoonGi. Después se aferró a esos hombros con cariño—. Te amo también, alfa.

Abajo la música sonaba, una canción lenta.

YoonGi se balanceó con su omega en un diminuto baile, casi como si fuera un vals que tomó fuerza a cada momento. A la luz cálida y la intimidad de estar solos, surgió su segundo y al mismo tiempo primer baile, como esposos que terminó con las manos del alfa en la espalda baja de su omega y un encuentro de sus labios.

El beso se tornó tan intenso que YoonGi empujó su lengua encontrándose de inmediato con la de JiMin. El contacto resbaladizo se volvió tan irresistible que pronto estaba empujando a su omega contra la pared más cercana. Por muy caliente que estuviera no iba a pensar con su nudo para iniciar algo cerca del balcón.

Sus manos descendieron hasta encontrar las mejillas del culo redondo de JiMin, su lugar favorito para que sus palmas descansaran. Pero esta vez no se mantuvo tranquilo, apretó la grasa y manoseó a su antojo. Cuando soltó un azote contra la nalga izquierda, JiMin se sacudió deliciosamente.

—Para, alfa... —gimió, exponiendo su cuello con necesidad—. Me voy a mojar si sigues así y todos lo van a saber.

YoonGi siseó, empujando su cara contra el hueco de la garganta que JiMin le ofreció.

El tratamiento de JiMin había comenzado relativamente hace poco tiempo. Pero su organismo trabajaba absolutamente rápido y estaba tan ansioso por acercarse a su verdadera naturaleza que absorbió el medicamento como una esponja.

Así que sí, JiMin ya tenía su propio lubricante natural. Era poco y YoonGi nunca se confiaba, todavía seguía preparándolo con lubricante comprado, pero era la cantidad suficiente para hacer que su alfa perdiera la cabeza por el tesoro entre sus muslos.

—¿Deberíamos irnos a nuestra casa? —sugirió. Realmente esperaba que su omega cediera, pero si todavía quería quedarse YoonGi tendría que acomodar su erección de alguna forma—. Te prometo que te voy a anudar tan bien y marcar...

Abruptamente se calló.

Mierda, marcaría a JiMin. Había pasado por alto eso. Como los ojos de JiMin también se habían abierto ante la mención, YoonGi supo que no era el único.

—Déjame... Dejar a Nam y Tae a cargo.


Al llegar a su nueva casa, JiMin fue tomado en brazos por YoonGi al clásico estilo nupcial. Así atravesaron la puerta juntos como si fuera la primera vez. Como si algunos días atrás no hubieran trabajado todo el día en la mudanza.

—Oh, dios. Esto es tan vergonzoso —chilló como si no le gustara. Aunque a juzgar por la risa de su alfa, él claramente sabía lo emocionado que estaba por el gesto. Realmente lo valió incluso si chocaron con algunas maletas sin desempacar antes de llegar a su dormitorio.

Ahí YoonGi dejó a JiMin en el colchón, tan suavemente que no rebotó ni un poco. Tal vez fue porque su alfa quería ser suave, o tal vez porque no podía dejarlo ir. JiMin se inclinó un poco más a la segunda opción cuando YoonGi se acomodó en el espacio de sus piernas abiertas con ojos de depredador.

—¿Cómo quieres que te joda esta noche especial, Min JiMin?

—¿Cuántas veces me vas a llamar así? —JiMin preguntó en un gemido luego de que YoonGi chupó su cuello. No hizo un chupetón probablemente sólo porque no quería ensuciar la piel que mordería más tarde.

—Toda una vida. Sabes que amo darte algo mío. Porque eres mío y soy tan tuyo.

Mientras la lengua de YoonGi jugaba con el sitio sensible de su cuello, sus grandes manos se deslizaron para acunar su ingle. Como resultado JiMin apenas pudo pensar sobre la pregunta que recibió anteriormente. Todo lo que podía hacer era gemir desesperadamente al mismo tiempo que su alfa lo masturbaba sobre la tela del vestido.

—¿Lento y después rápido? —preguntó demasiado abrumado. Entonces las sensaciones desaparecieron y todo lo que tuvo fue un suave beso en su frente.

—Tus deseos son órdenes, mi príncipe.

Así que YoonGi lo desvistió luego de salir de su traje a toda prisa. Con JiMin fue lento, Primero mordió juguetonamente la punta de sus dedos para retirarle los guantes. Los guantes fueron los primeros en irse, calcetas después. JiMin apenas pudo llevar el orden en su cabeza, YoonGi besó cada trozo de piel tostada que se fue asomando lentamente de la manera justa para marearlo.

Sin embargo, el toque tierno de su alfa titubeó al descubrir que debajo del vestido de cuentos de hada había más.

JiMin se sonrojó, pero mantuvo los ojos firmes en su esposo. Quería ver su reacción a la lencería de dos piezas que consiguió para su noche de bodas. Había comprado algo que no saliera del vestido, así que era un bandeau rosa con bordados de corazón que no hizo nada por esconder sus pezones erguidos y una tanga del mismo estilo

—Tú... —Su esposo gruñó, con sus colmillos fuera y sus ojos profundamente dilatados.

—¿S-sí?

Entonces las caderas de YoonGi empujaron. JiMin no pudo no responder, ofreciendo su trasero como una ofrenda. Como consecuencia tuvieron sexo sobre la ropa. YoonGi embistió como si realmente estuviera dentro de JiMin. Demasiado entusiasmado.

—Eres... Mierda, mierda, mierda. Me lo pediste despacio. Recuérdame que me lo pediste despacio.

—Sólo al inicio —susurró JiMin. Estaba profundamente complacido por la reacción de su alfa. Él se había sentido tan bonito en esa ropa interior delicada con su collar de compromiso, pero comprobarlo hizo que lubricara mucho más que las veces anteriores. Incluso si había aprendido que la ropa no tenía rangos, todavía se sintió delicado.

Era el omega masculino más bonitamente femenino. Para su YoonGi.

Con las manos temblorosas, YoonGi le quitó otro ligero. Besando y lamiendo toda la piel a su paso como si estuviera sediento de su piel. Su lengua jugó un poco con la entrada de JiMin, se arrastró por la grita en sus mejillas para beberse toda la humedad. Si su barbilla se empapó no le importó.

—Sabe como tú. Podría beberte toda la noche. Es lo único que necesito. Tan mojado... —Los balbuceos sin sentido de YoonGi se callaron de golpe cuando le dio otro uso a su boca. En un segundo el pene de JiMin estaba erguido por fin libre de la lencería y en otro segundo estaba desaparecido detrás de los labios de su esposo.

Su esposo comenzó a chuparlo con tanto entusiasmo que JiMin quiso alejarlo pateando, pero sus piernas estaban atascadas porque sus bragas estaban alrededor de sus tobillos.

—¿Ahora rápido? No más juegos previos. —Tuvo que decir. Peligrosamente cerca del borde—. ¿Por favor, alfa?

YoonGi leyó su desesperación y con los labios brillosos se apartó.

Los muslos e ingle de JiMin estaban cubiertos de la saliva de su esposo.

—Omega, estás todo desesperado y empapado, pero todavía eres tan educado. Los lobitos buenos como tú se merecen su marca, ¿no?

Mientras su esposo se cernía de nuevo sobre él, JiMin esperó. Aulló de placer cuando YoonGi rodó una de sus pelotas en su mano izquierda. Los dedos derechos se encargaron de jugar con su agujero para comenzar a prepararlo y JiMin no pudo hacer más que gemir y gemir sin nada que hacer ante el ataque de placer. Porque cuando intentó empujar sus caderas contra los dedos de YoonGi. Su esposo movió su muñeca y lo folló a un ritmo animal, casi retándolo a seguirle el ritmo.

—Mírate, mírate. Eres mío. —YoonGi se inclinó para besarlo de manera que sus ruidos desesperados se silenciaron por un segundo. Hizo que accidentalmente la polla dura de YoonGi chocara contra el costado de JiMin.

El omega le echó un vistazo, ya estaba demasiado familiarizado con la tensa erección, así que no necesitó mirar para tomarla en sus manos. Jugó ciegamente con ella hasta que estuvo bien dilatado. Quería que fuera bueno en ambos sentidos porque YoonGi solía priorizarlo en cada sentido.

Su alfa fue muy bueno todo momento.

Como justo en el momento de guiar su pene por su agujero. La cabeza de la polla de YoonGi se apenas enganchó con su entrada y el dueño ya estaba deteniéndose, respirando entre dientes para que JiMin pudiera tomarlo a su ritmo, sin importarle las gotas de líquido preseminal que ya estaban derramándose.

Entonces JiMin tuvo que tomarlo en sus manos. Sin previo aviso, cambió las posiciones. Ahora era él quien estaba arriba, sentado sobre el regazo de su esposo a horcajadas.

YoonGi apenas pudo detenerlo, sólo lo miró sorprendido y se apoyó contra la cabecera de su cama cuando JiMin se sentó rápidamente sobre su pene. Los dos suspiraron cuando encontraron placer a su modo.

Entonces JiMin comenzó a cabalgar a su esposo y sus sonidos se hicieron más ruidosos cuando su pene se rozó entre sus cuerpos. Ni si quiera estaba formulando palabras ya, sólo lloriqueando altamente cada vez que chispas de placer corrieron por todo su cuerpo.

Dios, se cansaría rápido en esta posición porque no tenía tanta resistencia como YoonGi. Así que necesitaba su orgasmo, marca y nudo de paso, nada más. Su orden era más rápida que una petición de autoservicio.

YoonGi debió leer su necesidad perfectamente, siempre sintonizado con sus deseos, porque con una mano frotó sus pezones a través del bandeau y con la otra tomó su miembro. Era tan bueno con la disociación que JiMin gritó su nombre con lágrimas en sus ojos.

—¿Listo, nubecita? ¿Listo para unirte a mí? —preguntando, YoonGi se inclinó para tirar del collar de compromiso con sus dientes. El broche estaba hecho pensando que eso sucedería, así que el collar cayó sin daño entre sus cuerpos.

Lágrimas se deslizaron de los ojos de JiMin mientras asentía. Cuando el frenesí del orgasmo amenazó con golpearlo a un segundo, el alfa deportista lo miró a los ojos y retiró la mano que había estado jugando con su pecho para entrelazarla con la suya.

Casi siempre se tomaban de las manos al venir. Un hábito que conservaron desde su primera vez juntos. Si la posición no le permitió, cambiaron de posición. Porque sus dedos entrelazados fueron su ancla mientras el mundo se desvanecía en un borrón blanco de placer.

Esa noche sus manos juntas pesaron más que nunca.

Una vez que JiMin comenzó su espasmo, YoonGi se inclinó para depositarle un beso sobre su glándula odorífica, abrió la boca y mordió.

Lo mordió.

En la habitación sonó el largo gemido roto de JiMin, el chapoteo obsceno de su lubricante, el sonido de su piel desgarrándose y también sonó como un soplo del viento. Sonó como el cielo llenándose de nubes para sentirse como en casa.

Se sintió como casa. Tranquilo, hermoso y lleno de paz.

Posteriormente vino el tren de sensaciones que chocó contra JiMin.

Primero miró a través de los ojos de un bebé llorando a un omega masculino diciéndole "Te llamarás YoonGi como tu abuelo". Vino entonces la imagen de unos patines raspando un camino congelado. Había un gato negro jugando con los cordones de sus zapatos. Después estaba en un consultorio, con un terapeuta hablando un montón al fondo y la vista sólo enfocada en la ventana del sitio. Una tarde lluviosa donde YoonGi corrió del estadio a los dormitorios. La imagen de NamJoon, SeokJin y JungKook bromeando mientras comían pizza en una tarde de verano. Y por último JiMin miró a través de los recuerdos de YoonGi cómo se miró el día que se conocieron y cómo se miró ahora que estaba siendo mordido.

Todo eso, transcurrió en un segundo y luego el tren de recuerdos ajenos simplemente se esfumó.

El primer segundo de vuelta a la realidad, JiMin experimentó dolor y luego... Luego el placer de su corrida se extendió demasiado, haciéndolo ver estrellas detrás de sus párpados.

Fue tan largo que JiMin notó que era inusual. Un orgasmo normal nunca duró tanto.

Con un vistazo, supo por qué: su alfa lo estaba llenando de su corrida caliente, transmitiéndole su placer a través del vínculo.

El vínculo que se sintió pesado, cálido, firme entre ellos. Era difícil de explicar, pero era como una cuerda invisible que tejió toda la esencia de YoonGi a la de JiMin. Cada fibra que representó a Min JiMin, se unió firmemente a las de Min YoonGi.

JiMin podía sentir al alfa como nunca. Estaba hipersconsciente de su respiración agitada, su cuerpo sensible después de venirse tan mal, el sonrojo que tintó sus mejillas después del esfuerzo físico y la inmensa felicidad que sintió cuando se miraron a los ojos.

La sensación del vínculo finalmente se asentó en YoonGi. Debió tardar un segundo en llegar al otro lado.

—Te siento... —YoonGi murmuró, atrapando su mejilla con una mano. JiMin se inclinó hacia la palma, manchándola sin querer con una de sus lágrimas. No era su culpa, estaba demasiado crudo por el vínculo que no pudo evitarlo.

Fue una sorpresa cuando una gota salada se deslizó también del ojo de YoonGi. Sólo de uno, del mismo ojo que JiMin estaba llorando. Una muestra más de lo conectados que estaban.

—Sí, alfa.

—Joder... Te marqué, JiMin. Yo te di una marca, por fin pude... Soy un alfa y tú eres mi omega. —Las palabras de YoonGi no tenían mucho sentido, pero JiMin lo entendió todo. Sujetó a su alfa y envío olas de consuelo por su vínculo. La nueva forma de comunicarse era sumamente sublime, hablar se sintió algo tosco en ese momento.

YoonGi le devolvió el cariño a través de su lazo, inclinándose para lamer su mordida. Su saliva haría que cicatrizara sanamente.

—Me siento muy orgulloso de llevar tu marca. Gracias, alfa. —JiMin acarició su cabello negro. Abrió la boca, pero no para decir algo, sólo para balbucear cuando sintió el nudo expandirse dentro de él.

—No, gracias a ti, lobito. —YoonGi levantó la cabeza y sujetó sus dedos, todavía más fuerte—. Mi vida ya era tuya, pero ahora ya es oficial. Debió ser así desde que supe que te amaba.

—Se siente como si hubiera sido hace mucho tiempo... —Escuchó a su alfa tararear en acuerdo. JiMin no pudo mirar su expresión porque se zambulló de nuevo para besar su cuello. JiMin le permitió su ligera obsesión con el resultado de sus colmillos, porque todo lo que sintió era amor puro corriendo por el vínculo—. Al mismo tiempo, siento que sucedió ayer.

—Sí, esposo. Justamente así. 

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