Extra 1
JiMin estaba pensando en un apartado específico de su tesis, mientras se movía a la cafetería del famoso hospital de fisioterapia donde estaba teniendo breves turnos.
Sin ser nada presuntuoso, JiMin estaba seguro que tan pronto tuviera su título, le ofrecerían un puesto serio como doctor. Pero, ¿era lo que quería?
¿Quería establecerse en Corea? ¿Olvidarse de todo y tomar un vuelo a Canadá a la primera hora de la mañana?
—Hola, JiMin.
La voz de su compañera de área hizo que JiMin saliera de sus pensamientos. Él sonrió encantadoramente, escogiendo su vaso para su bebida.
—Buenas noches, Noona.
Para ese punto parecía que la conversación ya no iba a ningún lado, así que JiMin se dispuso a elegir la cantidad de fresas en su malteada. Obviamente excediéndose de lo normal.
Estaba tan concentrado que se sobresaltó tontamente cuando su compañera volvió a hablar.
—Debes estar emocionado. —En realidad no, porque JiMin no tenía idea de por qué debería estarlo. Su confusión le hizo ladear la cabeza—. ¿No lo sabes?
—Eh, ¿no?
Su Noona claramente tuvo un debate mental sobre decirle o no. Al final su curiosidad ganó.
—Escuché que un chico de aquí se te confesará.
JiMin de inmediato se quedó callado.
—¿Qué? ¿Quién? —preguntó, abriendo sus ojos a cada segundo con pánico. Le echó un vistazo a su alrededor para hacer un repaso mental de quiénes podrían ser. ¿Un chico de recepción? ¿Algún doctor? ¿Un paciente?
—¡No puedo decirte! Arruinaría la sorpresa. —Eso era mucho peor. Ahora JiMin tendría que irse antes, sospechar de todos. Tal vez podría retirarse ahora y sólo pedirle a Tae que lo cubra. Aunque, se gastaría una de sus contadas faltas—. ¿Por qué tienes esa cara? ¿No es dulce?
Con un suspiro, JiMin puso su taza debajo de la máquina de bebidas. El ruido del líquido saliendo disparado para llenar su vaso ahogó un poco sus palabras.
—Sólo mi alfa es dulce, Noona —confesó con una sonrisa tirando sus labios. Como era de esperarse, su Noona no lo vio venir. Casi se vertió la taza de café que había estado bebiendo.
—¡¿Tienes un alfa?!
Con una sonrisa presumida, JiMin respondió.
—Sí, desde siempre.
Se estaba sintiendo bastante divertido por la sorpresa de su compañera. Ella probablemente pensó que era demasiado tímido para decirle dos palabras al chico que le gustaba.
Bueno, todavía pasaba, pero no demasiado frecuente.
—¡¿Y por qué no tienes marca?! —JiMin le mostró su anillo de promesa que usó el mayor tiempo posible. Su amiga pareció confundida, pero no se atrevió a preguntar. Demasiado amable como cotidianamente—. ¿Y por qué nunca lo he visto? Sales tarde de tu turno, debería ser un caballero y recogerte. No me digas que no es un caballero.
La mano de JiMin se movió para cubrir su risa ante la amenaza de su colega.
—Él lo es. Pero está trabajando fuera del país.
—Oh, es una relación a distancia. —Su Noona finalmente aplacó su enfado. Sólo lo miró con curiosidad—. ¿Cuánto tiempo han estado así?
El estado de ánimo en JiMin inmediatamente fue en picada. Sabía la fecha de memoria, contaba todos los días religiosamente.
—Ha pasado más de un año.
—¡Es mucho! ¿Cómo lo han hecho?
—Él viene todas las vacaciones, su trabajo es más estricto que el mío. Pero mi horario me permite visitarlo cada fin de mes, en avión porque las demás aeronaves son muy caras.
Aunque cada vez que su abuelo se enteró que JiMin estaba viajando en avión, sin escuchar quejas, le compró el boleto en la aeronave más costosa y después lo regañó por permitir que su descendencia se manejara en esos medios.
Al inicio JiMin los había rechazado. Pero pronto aceptó los regalos de su abuelo cuando descubrió las ventajas. De esa forma podía llegar a su alfa menos cansado y podía quedarse unas horas más.
—Wow, yo no podría.
—Yo tampoco puedo. Pero, Noona, a veces hay que aceptar los problemas del amor. Él ama su trabajo y Canadá ha hecho maravillas en su autoestima.
No fue sólo el hecho de que Canadá tuviera una política amorosa para toda la comunidad trans, sino que YoonGi no tuvo que cambiar la mentalidad de sus conocidos. Fue un nuevo inicio, un regalo que le dio mucha seguridad a YoonGi. Lo hizo más feliz, más abierto con su nuevo psicólogo, así que JiMin también estaba feliz.
Ver a la persona que amaba florecer era una experiencia increíble.
Cuando le dijo justamente lo que orgulloso que estaba fue en una tarde cualquiera, viendo películas. En ese momento YoonGi dejó de acariciar su vientre y lo miró, sonriendo a través de sus ojos. "Parece que acabas de leer mi mente, panqueque." Había dicho antes de besarlo por horas.
—¿Pero estarán separados para siempre?
Linda pregunta. JiMin miró su vaso.
—No, es que... Necesitaba resolver unos asuntos conmigo mismo, pero eso no me llevó mucho tiempo. —Sólo algunos meses de asesoría y sus manos aferradas a las de YoonGi—. Después él me animó a continuar la universidad aquí porque estuve recibiendo mucho reconocimiento gracias a mi servicio social. Creo que es tonto porque hay muchas universidades allá y podría... Empezar de nuevo.
—Oh, pero él es considerado.
Ese era el problema.
YoonGi fue demasiado considerado con él. Probablemente quiso demostrarle que la distancia no fue un problema para cumplir sueños y su relación, justo como JiMin hizo. Pero no era igual.
—¡Lo sé! Pero ahora sólo tengo que terminar la tesis, ni siquiera necesito estar aquí en Corea. Podría terminarla en Canadá, mi asesor se siente más cómodo trabajando por llamadas holográficas, pero... Bueno, él está raro.
Su Noona lo miró sin entender, bastante extrañada. Era de esperarse que estuviera así porque JiMin se estaba poniendo demasiado personal ahora. No era su culpa, su pecho ya llevaba demasiado tiempo oprimido.
—Ah, ¿sí?
—YoonGi estaba ansioso porque ya estuviéramos juntos, pero desde el mes pasado no ha mencionado la mudanza. Él no lo ha dicho... ¿Por qué?
¿Por qué? La pregunta se repitió y se repitió con una vocecita rota.
Desde que JiMin había ayudado a YoonGi a mudarse el año pasado, el pequeño piso en Canadá era como su nido. Tanto que JiMin no tuvo que llevar maletas para visitar a su alfa cada fin de mes, apenas y recordó en llevar su bolso porque tenía ropa ocupando espacio en el armario junto a YoonGi, un cepillo de dientes junto al cepillo de YoonGi y el sillón estaba lleno de sus peluches.
Por el amor de dios, incluso su novio le había construido un pequeño y bonito tocador para el maquillaje que tenía ahí.
Pero ya no era suficiente.
Vivir con YoonGi a fines de mes no era suficiente. No ahora que sus posibilidades se habían ampliado hasta permitirles estar juntos todos los días.
Sin embargo, su novio no lo mencionó.
—Tal vez esté ocupado.
Aunque JiMin no lo creía del todo, asintió. No es como si su Noona pudiera darle una buena respuesta. Nadie podría, sólo el mismo YoonGi.
—Gracias por escucharme, Noona. —Tomando su vaso y listo para marcharse, se obligó a darle una sonrisa a su confundida compañera—. Sé que no somos tan cercanos, pero mis amigos también son amigos de mi alfa y tienen una boca muy suelta. Por eso, no se lo dije a nadie.
—Cuando quieras, JiMin.
Regresando a su sitio de trabajo, JiMin se obligó a relajarse. Recordó su última visita en Canadá. Sorpresivamente en ese sitio comenzó a nevar antes de diciembre y tanto su novio como él, estuvieron haciendo angelitos de nieve.
Las cosas habían estado bien en ese momento. YoonGi no pudo dejar de amarlo en tampoco tiempo. ¿Simplemente no era lógico? No lo sabía y la ola de preocupación ante la incertidumbre lo mantuvo tan absorto que estuvo cerca de chocar fuertemente con TaeHyung al girar en uno de los pasillos.
—JiMin, pon un poco de atención. Los últimos días has sido un desastre. —El beta le lanzó una mirada inquisitiva. JiMin no pudo no encogerse en sí mismo con vergüenza—. Arréglate un poco. Parece que no has dormido en días.
—Lo siento, es que no tengo muchos ánimos...
Entonces el semblante duro de TaeHyung se aflojó. Su lengua también, cosa que no debió pasar.
—Tendrás una sorpresa. Cálmate. —TaeHyung fue a cubrir su boca de inmediato, pero fue demasiado tarde. JiMin ya lo había escuchado todo. Sus ojos bien abiertos fueron prueba suficiente.
—¿Qué? ¿Tú también lo sabes?
JiMin no tenía ni idea sobre cómo TaeHyung se involucró con el alfa anónimo y por qué lo estaba apoyando, sabiendo que YoonGi esperó ansiosamente su regreso. Ninguna explicación podría ser normal. Era raro incluso si a veces TaeHyung todavía tenía esos deslices de inconsciencia emocional.
—Espera, ¿lo sabes? ¿Te lo dijo?
El rumbo de la conversación fue todavía más confuso.
—No, pero parece que todo el hospital lo sabe —explicó JiMin, haciendo que el beta abriera los ojos tanto como él.
—¿Cómo logró...? —Por un pequeño instante, el beta se mostró muy irritado. Fue difícil para JiMin no mantenerse curioso—. Muy bien, no me interesa su ineptitud. Pero arréglate un poco entonces.
Después de eso, TaeHyung se esfumó camino a su puesto. Excepto que sus palabras se mantuvieron en la mente de JiMin el tiempo suficiente para hacerlo echarse un vistazo a su reflejo a través de la cámara de su tableta electrónica.
Cuando se encontró con su reflejo tristemente cansado, pensó que debería hacer algo y de paso enviarle una foto coqueta a su novio.
Aplicó un poco de corrector en sus ojeras y humedeció sus labios con labial de brillitos que sabía a fresa. También se recogió sólo un costado de su fleco con una horquilla de mariposa rosa. Sólo cuando terminó, posó para la cámara y presionó enviar junto con un breve mensaje.
"Hablemos cuando estés libre. ¿Sí, alfa?"
No consiguió respuesta evidentemente. Así que continuó trabajando, sintiéndose como un cachorro abandonado.
Una vez que su turno terminó, ya era un poco tarde y todo lo que JiMin quería hacer era buscar una de las sudaderas de su alfa para dormir con ella, toda una vida preferentemente. Si tenía un poco de suerte la prenda aún podría oler un poco a su YoonGi.
Era el plan original hasta que su compañero JaeHyun apareció en su campo de visión. Yendo directo hacia él con un ramo de margaritas.
—Dios, no, no —JiMin murmuró en voz baja, rápidamente actuando. Se dio la vuelta sobre sus talones a una velocidad inhumana que lo mareó. Aunque valió la pena cuando la voz de JaeHyun sonó algo lejana a sus espaldas.
—¡JiMin, espera!
—No, no, no.
No, ¿por qué JaeHyun? Los dos no eran demasiado cercanos, aunque sus breves charlas sí eran agradables.
El pánico persiguió a JiMin cuando la voz de su compañero se acercó un poco. No estaba siendo demasiado rápido, por lo que tuvo que comenzar a correr a la salida de emergencia del hospital. Para eso se vio en la necesidad de esquivar a TaeHyung en medio de su carrera.
—¡JiMin, no salgas! Aguarda...
Pero fue muy lento, JiMin ya había abierto la puerta mucho antes de escuchar toda la orden de TaeHyung y una vez fuera decidió no volver.
Incluso si el frío invernal le golpeó la cara por no tener una bufanda, valió la pena. No había rastro de JaeHyun.
Tratando de recuperar un poco el aliento, JiMin miró a su alrededor. La calle estaba calmada, no había más que una persona vagamente familiar al otro lado de la acera. Estaba tan bien abrigada con su gorro y bufanda tejidos que era imposible mirar su cara. La distancia tampoco ayudó para que JiMin lo reconociera.
Quizás lo habría descubierto tarde o temprano si JaeHyun no hubiera aparecido por donde él salió.
—JiMin, espera, casi no te atrapo.
El estómago de JiMin cayó.
—Oh, bueno, estaba... —Mientras intentaba buscar una excusa creíble, también intentó retroceder. Pero a cada paso que dio JaeHyun avanzó otro. Pronto JiMin reconoció que no tenía escapatoria.
Sólo aceptó su futuro incómodo cuando se le ofreció un ramo de margaritas naturales. Inmediatamente los ojos de JiMin se aguaron; las margaritas eran el sello personal de YoonGi. YoonGi era el único que debía darle esas flores.
—Sé que tus flores favoritas son las margaritas porque siempre hay en tu escritorio y sé que no podrás decirme que no así.
Al ofrecimiento de las flores, llegó una caja de chocolates obscuros. JiMin simplemente no supo que decir. Apenas pudo contenerse de llorar.
Sin embargo, no hubo necesidad de hacer algo.
Alguien más lo interrumpió.
Al mismo tiempo que una mano cálida rodeaba su cintura en un agarre amable, el toque era meramente reconfortante. Así como un aroma masculino invadió todo a su paso. En específico a JiMin.
—En realidad, no le gusta el chocolate obscuro, ni el chocolate con leche —YoonGi dijo, bajándose su bufanda hasta la barbilla. Su expresión era de pura superioridad—. A veces le gusta el chocolate blanco, aunque es raro cuando tiene antojo porque su favorito siempre será ese que sabe a fresas con crema. Y sus flores favoritas son las rosas, las rojas. Su escritorio está lleno de margaritas porque son más baratas de enviar para mí. Pero cuando puedo compro las rosas que merece mi pareja.
—N-no sabía...
JaeHyun continúo balbuceando, pero el cerebro de JiMin no pudo registrarlo. Sencillamente no le importó. Todos sus pensamientos eran un caos igual en cada rincón: YoonGi estaba ahí, YoonGi estaba, YoonGi, YoonGi y YoonGi.
Entonces YoonGi dejó de prestarle atención a JaeHyun, miró a su novio con una sonrisa de gomita.
—Hola, lobito.
Ese simple gesto fue tan amoroso que JiMin no pudo soportarlo más. Chilló y brincó hacia su novio. Era bueno que YoonGi lo conociera tan bien porque abrió los brazos justo a tiempo para atraparlo en el aire.
JiMin se aferró a él como un bendito pulpo, envolviendo las piernas sobre su cintura y los brazos en su cuello. Entonces estampó sus labios, tirando del cabello de su novio. Los mechones negros habían crecido tanto que se enroscaron a la mitad de su cuello y en ese momento JiMin los tiró, persiguiendo la boca de YoonGi.
No era su culpa que estuviera siendo un poco agresivo en la forma en que besó a YoonGi. Sólo era culpa del mismo YoonGi. Estaba tan sediento por él que le dolió cuando se separaron a tomar aire.
Sólo entonces registró lo que había pasado, en un orden muy extraño.
—¡Alfa, tú me dijiste hola! Creo que es la primera vez que lo dices... Espera. ¡¿Qué haces aquí?! ¡No son vacaciones!
YoonGi pareció incrédulo, con sus labios hinchados.
—¿De verdad nunca te saludo, omega precioso?
Sí, JiMin era un omega. Aceptarlo fue un camino difícil que ya había terminado.
Era un omega. El omega de su alfa.
—¡Sí, no lo haces así! Nunca... ¿Oh y JaeHyun?
La mueca de sorpresa de YoonGi se convirtió en algo atractivamente territorial. Tiró a JiMin más cerca, bombeando sus feromonas como loco.
—¿Así se llama ese bebé de alfa? —preguntó con desdén. JiMin no pudo hacer más que reír locamente enamorado, descansando su mentón en el hombro de YoonGi. No había exagerado cuando dijo que Canadá había hecho maravillas en la autoestima de YoonGi.
En ese momento JiMin se permitió respirar hondo el aroma característico de su pareja. Se sintió como si hubiera respirado correctamente después de un mes, después de su última visita a Canadá. Contener el aliento había terminado.
Lo mucho que amaba a su hombre era una cuestión de cuentos de hadas.
—Dios, no tienes idea de cuánto te extrañe. Este último mes ha sido, pensé que no me querías ya porque apenas tenías tiempo para mí... —YoonGi interrumpió su balbuceo triste con un besito en la frente. El mero hecho de besarlo así, hizo que JiMin se sintiera tan amado que podría desbordarse.
Fue mejor cuando su novio lo consoló verbalmente. Le encantaba ser mimado por palabras.
—Lo sé, lo sé, pero te prometo que valdrá la pena, amor. Tengo noticias importantes.
Al fisioterapeuta le tomó un gran rato notar la seriedad del asunto porque estaba demasiado ocupado bebiendo la presencia de su novio. Cuando se dio cuenta que YoonGi estaba ansioso, supo que necesitaba despabilar.
—Oh, está bien. Bájame para que tengamos una plática seria.
A regañadientes YoonGi accedió dejarlo en el suelo. Pero cuando su charla debió fluir, simplemente se quedó en silencio. Sólo se lamió sus labios una y otra vez, aunque gran parte de ese gesto en realidad fue porque tenía parte del labial de JiMin y el sabor le encantaba.
—No he estado ocupado en vano, hay cosas que pasaron y... —Su voz desafinó un poco, por lo que tuvo que gruñir a medias para arreglarlo—. Me ofrecieron un puesto en la NHL.
JiMin sabía muy poco de hockey. Cada vez que trató de aprender y su novio lo descubrió siempre terminó en una sesión de besos, porque YoonGi siempre fue mejor demostrando en acciones lo muy querido que se sentía.
Pero inclusive él sabía que la Liga Nacional de Hockey era una de las grandes metas para apuntar.
—¡Alfa! ¡Dios mío! —Gritó, saltando un poco— ¡Felicidades, felicidades! Lo tienes bien ganado, todo tu talento y esfuerzo finalmente...
YoonGi sujetó una de sus manos.
—Pero dije que no, mi omega.
—¿Qué? Pero... —Gracias a la sorpresa las palabras dejaron a su suerte a JiMin. Así que no pudo comunicarse, solamente miró sus dedos y los de YoonGi con mucha confusión.
—Porque me ofrecieron un puesto aquí en Corea.
—P-pero no es la NHL... Alfa, ya hemos pasado tiempo separados, ¿por qué no sólo aceptaste? No es como si pudieras irte más lejos.
—No quiero soltarte todo de golpe. —YoonGi llevó sus manos unidas a sus labios y besó los nudillos de JiMin. Se veía algo divertido por su confusión y muy emocionado. Era tan guapo cuando sus ojos brillaban así—. Pero finalmente puedo tener mi operación. Es oficial, lobezno.
El mundo pareció detenerse entonces.
La boca de JiMin se abrió, su mandíbula cayó.
—¿De tu nudo? —preguntó tontamente. Aunque ya lo sabía, ¿qué otra operación YoonGi estuvo esperando por años y lloró por no tenerla?
YoonGi hizo un sonidito afirmativo, mirándolo a los ojos. El ambiente estaba tan tenso y silencioso que JiMin escuchó a YoonGi lamerse los labios. Asimismo, su corazón estaba tronando en sus oídos, casi estaba seguro que su alfa también lo escucharía.
No era para menos. Su YoonGi tendría su propio nudo.
JiMin sería anudado del tipo de nudo que tendría a YoonGi entre sus muslos.
Trató de no pensarlo demasiado o su olor de excitación lo delataría.
—Dios mío —susurró para distraerse.
—Te recuerdo que eso no es todo. Después de la operación, si muerdo a alguien... Se formará un vínculo —YoonGi dijo, dando un paso entre ellos y sosteniéndolo más fuerte.
La implicación de eso hizo que JiMin se quedara en blanco. Tan blanco como las pequeñas machitas que aparecieron entre ellos. La lluvia de copos de nieve definitivamente cayó en un buen momento.
—¡Oh, está nevando! Es la primera nevada. Alfa, es la primera nevada y estamos juntos. —Su deportista lo miró bastante confundido. Era lógico que lo estuviera, JiMin había cortado una de sus conversaciones más importantes sólo por una nevada—. ¿No recuerdas lo que dicen? Si pasas la primera nevada al lado de la persona que amas estarán juntos por siempre.
—¿Por siempre? —YoonGi le cuestionó.
Sus ojos estaban mirándolo inmensamente. Tan profundamente que JiMin se echó para atrás. Soltó su agarre para cubrirse la boca, sonrojándose en diez tonos de rojo.
—B-bueno, no para siempre. No tienes que... ¡No quiero presionarte! Ni sonar intenso.
—Lo estás haciendo muy fácil, brownie. Esto es casi trampa.
—¿Eh? —Sin entenderlo mucho, JiMin parpadeó. Se sintió aún más confundido cuando YoonGi se volvió para buscar algo en la mochila que todo este tiempo llevó consigo. Al final, le mostró algo que se veía como una maceta.
En realidad, sí, era una maceta.
—Lobito, las cosas están así. No quiero trabajar más en Canadá porque ahora puedo ofrecerte un vínculo y ya hemos estado demasiado tiempo separados. —JiMin abrió la boca, YoonGi no lo dejó hacer más—. Y antes que digas que pudimos mudarnos a Canadá, no. Tú tienes raíces aquí, estás en un momento de tu carrera muy importante y es por eso que te compré una maceta, un poco de tierra y unas semillas reales. P-porque...
—¿Por qué? —lo animó JiMin, cada vez más impaciente.
Cada vez más sintiéndose como si pudiera desmayarse.
—Porque quiero echar raíces contigo. No quiero darte un ramo como el bebé de alfa, quiero construir algo contigo. —La valentía de YoonGi se esfumó. Por lo que el alfa gruñó, sonrojándose y comenzando a balbucear tonterías como de costumbre—. Mierda, ¿sonó muy raro? NamJoon me dijo que no, pero es un maldito obsesivo con sus plantas, obviamente lo encontró romántico.
Si no hubiera sido por los nervios, JiMin se habría echado a reír. Él no podía, sus labios no cedieron ni a una sonrisa.
—Alfa, ¿tú estás haciendo lo que creo?
—Sí. Para ser más directo... —YoonGi lo miró a los ojos y el tiempo se ralentizó entre los dos. Los copos de nieve cayeron más lentos, el ruido del hospital se silenció, el mundo mismo contuvo el aliento mientras Min YoonGi se arrodillaba sobre una de sus rodillas para pedirle matrimonio a Park JiMin—¿Me permites crear un futuro contigo, JiMin?
Lágrimas se acumularon en los ojos de JiMin y su garganta se cerró. Pero todavía luchó por no lanzarse al llanto.
Aún no.
—¿Realmente quieres casarte conmigo?
YoonGi lo miró como si su pregunta fuera una locura.
—Claro que quiero mudarme y casarme contigo, todo al mismo tiempo, en el orden que quieras. Te prometo que aquí tengo tu anillo y collar de compromiso. Di que sí.
Lo que menos le importó a JiMin fue el tonto anillo de compromiso. Aunque pensar en su alfa cambiando su anillo de promesa por el anillo de compromiso, lo golpeó duro. La promesa se había cumplido, YoonGi había vuelto de Canadá para hacerlo suyo.
Para no dejarlo ir nunca.
Para marcarlo. Darle su nudo.
—Abrázame, alfa —JiMin demandó, dejando a un lado la maceta y tirando a su prometido más cerca. Besándolo fuerte hasta perder el aliento. Sólo entonces notó que YoonGi lo estaba mirando todavía nervioso. Por supuesto, porque aún no había aceptado—. Dios, te amo, claro que sí. Quiero unir mi vida a la tuya en todos los sentidos.
La tensión de YoonGi se aflojó. Todo su cuerpo se sintió más suave cuando abrazó a JiMin como si su vida dependiera de ello.
—Soy el alfa más jodidamente afortunado —masculló de alivio. Por otro lado, JiMin estaba lleno de adrenalina. Era como si hubieran intercambiado sus energías.
—¿Cuándo te mudarás? ¿Tú operación? ¿Los trámites de tu trabajo?
—He estado tan ocupado todo este porque resolví todo eso, no te preocupes. NamJoon y Jin me dejaron vivir con ellos mientras conseguimos nuestra casa.
—Jesús.
Su casa. Una casa donde YoonGi y él tendrían papeles a su nombre. JiMin sonrió en grande, hasta que sus mejillas le dolieron. La idea de abandonar los dormitorios para vivir con el amor de su vida parecía de ensueño.
—Y mi operación será aquí, en mi primer consultorio.
—Oh, eso es tan lindo, alfa.
YoonGi sonrió en acuerdo. Luego su sonrisa se volvió algo sucia.
—Tal vez te gustaría ayudarme a elegir la forma de mi nudo. Después de todo... —Su mano se deslizó para pellizcarle la cadera—. Eres tú quién lo tendrá.
—¡Dios mío, alfa pervertido! ¡Eres un sucio! —Gritando con mucha diversión, JiMin se apartó como si estuviera en llamas.
—¿Pero tu sucio?
Sonriendo, JiMin atrajo a su prometido para otro beso. No pudo soportar demasiado tiempo separado de su alfa.
—Sí, mío.
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