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5

Trans era un prefijo, interesante como cualquier otro afijo que se usara para cambiar el significado de una palabra. Sin embargo, cobró un sentido especial para JiMin desde la confesión de YoonGi. Trans se iluminó fuertemente en el diccionario a diferencia de las demás letras.

Su adorado héroe resultó ser un alfa trans.

Al menos era la conclusión a la que JiMin llegó después de investigar sobre las personas que no se sentían identificadas con la jerarquía asignada durante su adolescencia. Leyó en su Tablet tantos sitios webs como pudo antes de que sus ojos ardieran.

Fue una sorpresa descubrir que no era una comunidad precisamente pequeña.

Aunque los casos no eran pocos, no era un tema hablado en ningún rincón del mundo. Gran parte de los testimonios se mantuvieron muy dentro del clóset porque era una cuestión negada, otros ya habían escuchado todas las formas posibles del rechazo.

El tema le resultó a JiMin sumamente atrayente. Familiar de una manera incomoda.

Conocía la sensación de estar fuera de su piel cuando se trataba de actuar como alfa, como si su cuerpo no le perteneciera. Por ese motivo necesitaba mejorar y olvidar el tema lo más pronto posible.

—No sentirte identificado con el rango que se te asignó... —murmuró, cayendo lentamente al suelo. Pasó de estar sentado frente a la mesa redonda a recostarse en el suelo alfombrado sólo para pensar más cómodamente.

Necesitaba tomarse un momento para clarificar sus ideas, por ello apagó su tableta electrónica un momento. No sin antes hacer una copia de seguridad de una página web que hablaba de Marie Ellie, la primera alfa en volverse una omega con una intervención médica.

¿Era el proceso al que se refería YoonGi? Sonaba familiar en dos puntos fundamentales: era muy costoso y lento.

—JiMin, acabas de comer. No te recuestes aún —le dijo su mamá alfa desde la cocina. Ella tenía un poder sobrenatural para notar cuando JiMin estaba haciendo algo incorrecto con un increíble radar de un kilómetro.

A pesar de eso, JiMin adoraba pasar los fines de semana en la pintoresca casa de sus madres. Había sido su hogar desde que nació hasta que aceptó vivir en los dormitorios de la universidad y en el último tiempo se convirtió en su refugio para sanación emocional.

—¡No lo hago! —Aunque gritó eso, no se movió ni un milímetro. Su madre no era ciega pero no lo regañó otra vez. Simplemente gruñó como toda alfa temible.

El sonido hizo que JiMin riera.

Una vez que su diversión se apagó, la sonrisa se mantuvo mientras recordaba a otro chico que podía mostrar los colmillos de la misma forma. La última imagen que tuvo de YoonGi fue la noche del viernes, sobre la espalda del jugador de hockey desapareciendo en la obscuridad luego de una despedida corta.

No podía sacarse de la cabeza la forma en que YoonGi olió esa noche. Ni hablar de su ruego para que dijera algo.

Probablemente tenía miedo de que JiMin lo rechazara como el resto del mundo.

JiMin escuchó los pasos pesados de su abuelo beta a través del suelo acolchonado. Eso lo hizo suponer que el hombre mayor estaba por regañarlo como su madre, así que esperó pacientemente el comentario.

—Niño, levántate. Vas a conseguir que el momento de tu digestión se arruine. —Al oír la voz de su abuelo, JiMin se levantó de inmediato. Obedeció tan rápido que el beta le sonrió complacido—. ¿Qué estás haciendo, eh?

El alfa universitario estuvo por decirle que haciendo nudos en su cabeza. Pero cambió de opinión, a su abuelo no le gustaría esa respuesta ambigua. También era la única persona que podía escucharlo hablar sobre sus problemas de la universidad, incluso si no era bueno aconsejando porque todo lo miraba desde el poder de un beta.

—Estoy investigando. Un amigo me confesó algo muy personal sobre él y estaba muy sorprendido, así que no le di una respuesta en ese momento. —Cosa que lo hacía sentirse culpable, pero JiMin entendía que si hubiera hablado esa noche habría dicho una tontería—. Quiero investigar para poder darle una opinión correcta.

Después de leer un testimonio escrito por un chico que padeció depresión gracias a los comentarios ignorantes, JiMin decidió firmemente que no quería el mismo caso para YoonGi.

No quería decir algo que pudiera herirlo. Nunca.

En ese instante, Ddochi, su pug de seis años corrió hacia él. Parecía demasiado apresurado por correr hacia su dueño, eligiendo depositar todo su peso de amor sobre el estómago de JiMin. Sin importar que el alfa perdió la respiración, recibió el cariño de su mascota sin quejarse.

—Todavía hace eso cuando te ve en el suelo. —Su abuelo comentó mirando a Ddochi con algo cercano al cariño. Era difícil de deducir viniendo del hombre que en su vejez aún usaba un traje carísimo sin arrugas.

Constantemente era difícil para JiMin creer que ese era el mismo hombre que puso en riesgo toda su fortuna por amor.

—Es porque todavía soy muy llorón —JiMin admitió, agradeciéndole a su pug sin palabras, sólo con un abrazo. Su perro había adquirido la costumbre de correr hacia él cada vez que lo encontraba en el suelo, porque no le gustaba olerlo triste en lo absoluto.

Su abuelo y él se miraron tristemente. Ambos sabían que la actitud de Ddochi tenía un gran motivo, ambos compartían un pasado azul melancólico que nunca podría desaparecer del todo.

Claramente el primero en romper el contacto sentimental fue el beta.

—El caso de tu amigo... ¿Es complicado? No quiero que te estreses por algo innecesario.

—¿No? Es sólo... No es lo que esperaba. Creo que esto me sorprendió tanto porque lo idealicé demasiado. —Ddochi comenzó a lamerle la barbilla y JiMin terminó por sonreír. Su abuelo no quería que sus emociones lo derribaran, su mascota se encargaba de reconfortarlo. La preocupación de sus dos seres queridos era una cosa invaluable.

—Ah, sí. —Su abuelo murmuró, sentándose elegantemente en su propio sofá de cuero—. Nunca pongas en un pedestal a alguien porque terminará por decepcionarte.

Siendo completamente objetivo, JiMin sí había puesto a YoonGi en un pedestal, el más costoso de todo el mundo porque estaba bañado en oro. No era ignorante al respecto.

Sólo que después de escuchar el comentario de su abuelo, se detuvo a preguntarse si YoonGi lo había decepcionado diciéndole que tenía algo de omega en su gran cuerpo de alfa.

Entonces la respuesta vino a él de una forma tan natural como pestañear.

No había nada más que cuestionarse. El asunto estaba resuelto.

—No me decepcionó, me tomó por sorpresa, pero eso no significa que sea menos alfa. O menos admirable. —JiMin nunca había estado más seguro sobre algo en su vida. Sentía la misma admiración hacia el héroe del metrobus, con o sin la información que ahora tenía sobre el tema. —. YoonGi sigue siendo... Increíble para mí.

La satisfacción de haber encontrado la respuesta perfecta hizo que levantara a Ddochi entre sus brazos, le daría a su pug una galleta.


YoonGi llegó puntualmente a su entrenamiento, igual que siempre. Estaba feliz por un nuevo día de trabajo sobre el hielo, excepto que su cuerpo estaba emanando un sentimiento completamente distinto. Las personas inteligentes se apartaron de él mientras caminaba en dirección a su casillero dentro de los vestidores.

—¿Mal lunes? —SeokJin preguntó, tan radiante como siempre. Su felicidad resultó demasiado deslumbrante para YoonGi. El alfa le gruñó suavemente, esperando que el sol de SeokJin brillara menos fuerte.

—Cállate.

—¿Estás bien, YoonGi? —JungKook ya listo para comenzar las clases, le cuestionó— No hueles muy feliz.

Después de comprobar que JungKook tenía razón, YoonGi se obligó a detener lo que estaba haciendo para frotarse el cuello, las muñecas y sin discreción el interior de los muslos. No quería oler como si quisiera iniciar una pelea durante el partido de práctica o su entrenador le reprocharía hasta morir.

—No es nada personal —se disculpó, pasándose una mano por el cabello—. Tuve una pelea con HoSeok.

—¿Sobre qué? —El más joven de los tres alfas preguntó inocentemente, consiguiendo que YoonGi se sintiera mal por omitir información importante.

Por otro lado, SeokJin carecía de esa ingenuidad. Él pensaba que algo sucedía entre los dos y malditamente adoraba molestarlo con ello.

—Debe ser muy molesto que tu roomie consiga todos esos rumores sobre un romance con el capitán de baloncesto.

Sólo era un tonto comentario de SeokJin. Pero la broma calzó en todos los lugares perfectos para que YoonGi sintiera como sus cejas se encontraban en su frente. Se forzó a relajar cada músculo de su cara, esperando no levantar más sospechas.

—No. Cosas de compañeros de habitación, lo normal.

—Uh, eso suena preocupante —JungKook pensó en voz alta, comenzando a quitarse su ropa normal para entrar en el uniforme de novato. El joven alfa tendría que sobrevivir el ciclo escolar para conseguir una camiseta con su nombre—. Yo nunca peleo con JiMin. Creo que es difícil saber si está en la habitación o no, dice que no le gusta hacer algún ruido que pueda molestarme.

La mención de JiMin hizo que el estado de YoonGi cambiara drásticamente para mal, su aroma lo hizo también. No fue nada discreto y terminó por atraer la atención de sus amigos.

—¿Pasó algo con JiMin? —SeokJin sugirió, mirándolo atentamente. JungKook también le dio una mirada con la diferencia de que estaba repleta de preocupación.

No había suficiente comodidad en el cuerpo de YoonGi para hablar del tema naturalmente. Por ello decidió quitarse la camiseta justamente en ese momento para no tener que enfrentar los ojos curiosos de sus amigos mientras les explicaba.

—Le dije que, que soy un alfa diferente al resto.

—¿No lo sabía? —Las palabras de JungKook hicieron que YoonGi sonriera a nada en particular. JiMin no había sospechado nada sobre su estatus como alfa, no hasta que él mismo sembró una duda. El estudiante de fisioterapia pensaba que era asombroso en cada una de sus partes.

—Él no tenía ni idea.

Después de esa noche en la universidad, YoonGi no estaba seguro de volver a recibir el mismo trato, no después del silencio en el que JiMin se mantuvo.

Sin importar lo mucho que lo quisiera, las cosas no volverían a ser lo mismo. Jamás recuperaría el brillo en los ojos del pequeño alfa castaño dedicado sólo para él. Era momento de aceptarlo, fue genial el tiempo que duró, pero oficialmente se había terminado.

—Ese chico es un poco lento. Me sorprende que no se hubiera dado cuenta antes —Jin dijo sin malicia y sin saber que le creó una leve herida al orgullo de YoonGi.

YoonGi no tenía suerte con ese tema. Las personas que recién lo conocían comenzaban a notar que había algo diferente con él. Únicamente era cuestión de tiempo para que lo comentaran directamente, de una forma no muy amable. JungKook fue un nuevo récord, no tardó ni veinte minutos en preguntarle si era un omega o no.

—Soy un gran alfa, nadie duda de eso. —YoonGi tuvo que decir como si realmente lo creyera. Porque ocultar sus inseguridades era la única manera que tenía para sobrevivir.

—Ah, por eso no querías que te mencionara alguno de tus apodos divertidos frente a él. —Su amigo alfa recordó, frotándose el hombro. El recuerdo del puñetazo que recibió por YoonGi debía seguir en su piel.

—SeokJin, apodarme como un auto que se transforma no es divertido. —Al ver cómo SeokJin pensaba hablar, YoonGi lo hizo primero. Ya sabía lo que diría su amigo, lo conocía lo suficiente—. Y no importa que sea el líder.

—Yo sólo quería honrar tu antiguo papel de capitán —El alfa SeokJin declaró con un dramático suspiro.

Como si la mención de la palabra tuviera algún efecto mágico, el capitán NamJoon apareció en los vestidores consiguiendo que todo el ruido de los alfas se detuviera. Todos murmuraron encantados por la inesperada aparición del jugador de cabello rosa.

Era de esperarse, NamJoon se había convertido en el omega más popular en el equipo de hockey hecho por alfas, simplemente por haber recibido el título de capitán una vez que YoonGi no estaba.

—¿Estaban hablando de mí o de SeokJin?

—De ti —SeokJin mintió, acercándose para poner un brazo sobre los hombros del omega. NamJoon no se quejó de lo tosco que fue el movimiento, lo resistió bien—. ¿Qué te trae por aquí?

—El entrenador me dijo que llegará tarde con ustedes. Por eso necesito hablar contigo, estaba pensando en un programa especial para nuestros equipos... —El omega le dio un golpe a YoonGi en la espalda a manera de saludo—. Tú quédate a cargo de estos alfas mientras me robo a tu capitán.

En respuesta de la orden, YoonGi le mostró los colmillos. Él no iba a recibir indicaciones de quien fue su subordinado mucho tiempo. Su orgullo de alfa ya había sido muy pisoteado por un día, mañana en la mañana podría soportarlo mejor.

—No tienes que demostrarme que eres un mejor líder, Nam —le recordó de mala gana.

Su demostración de fuerza no intimidó en nada al omega, únicamente le arrebató una carcajada profunda. NamJoon estaba tan acostumbrado a él que nada de lo que hiciera podría asustarlo.

—Créeme... Yo no tengo el mismo talento que tú.

Le creía. YoonGi era un alfa por naturaleza, su instinto de guiar a sus compañeros era pan comido. Pero miró a los dos capitanes caminar hacia una zona más apartada, sintiendo que se le oprimía el pecho de la envidia.

JungKook le puso una mano en el hombro, ofreciéndole su compañía en ese gesto.

—¿Extrañas ser capitán, YoonGi?

Gracias a su gigante talento golpeando los discos, YoonGi había sido capitán en el equipo de omegas desde que entró en la universidad. Terminó sólo cuando el entrenador accedió a cambiarlo con el resto de alfas. Fue en ese momento que NamJoon se quedó a cargo.

SeokJin ya era el capitán de los alfas, así que no hubo oportunidad para YoonGi de recuperar su título en su nueva sección.

La verdad ante la pregunta de JungKook era que extrañaba su antiguo puesto todo el jodido tiempo. En la sección de omegas era la segunda figura de autoridad después del entrenador.

A diferencia del grupo de alfas que la mayoría del tiempo se mantenían pensando que era un bicho raro con una buena habilidad. Lo único positivo en todo el asunto, era que ya no lo llenaban de comentarios agresivos diciéndole que volviera a dónde pertenecía.

—No necesito el título para tener autoridad —le respondió a JungKook de una forma tan segura que el menor retiró su apoyo físico. YoonGi se volvió hacia el resto de chicos de hockey— ¡Escuchen todos! SeokJin dice que empezamos un calentamiento.

Como era de esperarse, gran parte de los estudiantes no tomó en serio su grito. Los novatos fueron los únicos que comenzaron a agitar la cabeza de un lado a otro junto con el contado número de mujeres alfas.

Esforzándose en no molestarse, YoonGi salió de los vestidores para iniciar su propio calentamiento. Ese equipo no era su problema, sino de SeokJin.

En realidad, fue un alivio que el verdadero capitán no tardara mucho en regresar. Lo preocupante fue que se veía sospechosamente feliz.

—¿Cómo estuvo tu reunión con NamJoon? —YoonGi estrechó los ojos cuando la sonrisa de Jin no hizo más que crecer. Debía traer algo entre manos.

—Muy productiva. —Después de responder, SeokJin se miró las uñas por un momento— Por cierto... Hay un chico que me preguntó a NamJoon y a mí, si puede verte. Al parecer intentó atraparte antes de entrar a clases, pero llegaste antes que él.

YoonGi lentamente paró de moverse. En cuanto captó qué quería decir SeokJin se mantuvo tan quieto como una estatua, haciendo un gran contraste con su corazón que comenzó a ir terriblemente rápido.

Tenía una gran ilusión sobre la persona que lo esperaba e inevitablemente preguntó con esa emoción que sentía. Sabía que se veía como un niño en Disneyland, pero no le preocupaba lo suficiente en ese momento.

—¿Es JiMin? ¿Vino a verme? ¿Está esperándome a fuera?

SeokJin hizo una mueca de decepción, igual que si hubiera sido atrapado a mitad de la planeación de una sorpresa.

—¿No debiste preguntar primero por HoSeok? —YoonGi no pudo evitar reírse. Alejó la risa sacudiendo la cabeza. Conocía demasiado bien al omega para saber que eso nunca pasaría.

—Como si él alguna vez hubiera hecho eso. —No había sucedido cuando estaban conociéndose, ya no lo haría. En lugar de deprimirse por eso, YoonGi decidió volver a lo importante—. ¿Entonces sí es JiMin? ¿Lo es?

—¿No eras tú el alfa que estaba de malhumor? —El punto de Jin era válido, si YoonGi no tuviera tanta prisa se lo habría dicho—. Ve a saludarlo. Pero no tardes mucho que pensaba ponerte como el líder de una dinámica.

Tan pronto como tuvo el permiso concedido, YoonGi corrió a la entrada del estadio. Podía ver la figura de JiMin a lo lejos, así que la mejor opción fue rodear las gradas para acortar el camino. Ni si quiera el dolor de golpear su rodilla contra un par de asientos pudo suavizar el ritmo de sus pasos.

Por un momento se preguntó cómo escucharía las palabras de JiMin, si su ritmo cardiaco estaba justo sobre sus oídos haciendo que los demás ruidos muriesen.

Encontraría la forma. YoonGi sabía que el estudiante de fisioterapia no lo decepcionaría. No lo habría buscado así de duro para decirle que se jodiera por haberse presentado como omega. JiMin era más especial que el resto de personas que lo supieron.

Detuvo su carrera justo frente al pequeño alfa con su respiración hecha un verdadero desastre.

JiMin tenía el cabello más revuelto que de costumbre, las puntas cafés estaban cubriendo sus ojos llenos de estrellas. Despertó en YoonGi la abrumadora necesidad de peinarle los mechones para tener un poco más de esa mirada de admiración.

Esos ojos tenían un poder inexplicable sobre él.

—¡Oh, alfa YoonGi! —lo saludó JiMin, acompañado de un movimiento de su mano. Ese día tenía una sonrisa más nerviosa de lo usual, aunque seguía siendo igual de amigable que siempre.

Las últimas palabras hicieron que el corazón de YoonGi diera un vuelco completo.

—Me llamaste alfa... —murmuró sorprendido. Habría tartamudeado si tuviese que decir algo más largo que eso.

JiMin sonrió en grande. Haciendo que sus ojos se cerraran, la comisura de sus labios consiguiera felices arrugas y que sus gruesas pestañas adornaran sus mejillas sonrojadas por un instante.

—Estoy seguro que eso eres, ¿no, Hyung?

YoonGi era demasiado débil a los tratos de ese chico, por eso no pudo evitar un vergonzoso arranque de felicidad. Se lanzó sobre JiMin, envolvió sus brazos alrededor de su cintura y lo levantó en el aire. El aroma dulzón del contrario lo saludó intensamente en cuanto rompió la distancia entre los dos, fue sumamente agradable porque YoonGi pensó que nunca volvería a presenciarlo. JiMin era cálido y olía muy dulce, el jugador de hockey decidió que quería quedarse con el chico.

El pobre atacado, JiMin, chilló de la sorpresa. Pero terminó por reírse torpemente, aferrándose al estudiante de hockey por miedo a caer.

Las manos de JiMin sujetándose fuertemente a su uniforme deportivo finalmente lograron que YoonGi volviera en sí. Decidió devolver al alfa menor de donde lo tomó, asegurándose que sus zapatos se asentaran bien antes de soltarlo.

—Lo siento, fue la emoción... Nadie, nadie me ha tratado como tú y es adictivo —reconoció, diciendo la palabra entre una risa corta. Trató de reprimir la pegajosa felicidad, ya que necesitaba asegurarse una vez más—. Entonces, ¿no tienes problema con nada de mi naturaleza?

Miró a JiMin negar con la cabeza muy seguro.

—No tengo por qué. No te respondí esa noche porque me tomaste por sorpresa, pero... Está bien que seas un alfa algo diferente al resto. Creo que eso sólo te vuelve más genial que todos. —Al escuchar todo eso, YoonGi perdió el aliento de la felicidad. Quería volver a poner a JiMin en sus brazos, pero se contuvo. Eligió poner una mano en su esternón.

—Si todavía piensas que soy genial, ¿quieres que te ayude con tu problema de alfa?

Resultó satisfactorio ver a JiMin ampliar los ojos del entusiasmo.

—¡¿De verdad?! —JiMin respiró hondo, parecía que estaba tratando de poner su felicidad dentro de una caja—. N-no te dije todo esto porque quisiera conseguir algo de ti

YoonGi se encogió de hombros, tratando de aparentar indiferencia cuando en realidad podría correr todo un maratón.

—Lo sé y yo te dije que estaría feliz de hacer cualquier cosa por ti. —Eso había sido en un primer momento, ahora que YoonGi había obtenido tanto de JiMin, las condiciones habían desaparecido.

¿Habría algo que no haría por ese delicado alfa? Tendría que descubrir la respuesta sólo experimentando. 

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