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En un intento desesperado de sentirse mejor, JiMin tomó la ropa fuera de su sitio y comenzó a doblarla perfectamente. Esperó que ordenar su habitación se tradujera en ordenar sus pensamientos. Además, eliminar las evidencias del desastre en su cama debió hacerlo sentir más estable.
No lo hizo.
Únicamente se agobió más cuando descubrió que algunas camisetas se escondieron debajo de su cobertor, ¿se mantuvieron ahí incluso cuando YoonGi se quedó a dormir después del incidente en la fiesta? Que mala imagen. Con un suspiro, JiMin las recogió todas en un ritmo constante. Se detuvo sólo hasta que sus dedos se curvaron sobre una tela diferente.
Chupó una respiración al encontrar la camiseta del uniforme de YoonGi. Hipnotizado, la llevó hacia su nariz y terminó decepcionado desgarradoramente. En la prenda no quedaba nada del alfa, sólo su apellido y su número en el equipo, pero ya no olía a su dueño.
Ya no quedó nada en su habitación que oliera a YoonGi, todo se había esfumado.
JiMin se fregó los ojos con los puños, luchando contra la vista borrosa. En ese momento se sintió tan perdido sobre sí mismo, sobre su relación con el hombre que amaba. Todo lo que quería hacer era llorar rodeado en los brazos de YoonGi como si nunca hubiera arruinado las cosas.
No quiso herir a YoonGi. No quiso arruinar su relación en proceso. No quiso ser un tonto.
Las palabras que se le escaparon eran terribles. Sin embargo, nunca fueron para YoonGi. El alfa era genial, el alfa más genial de todo el mundo. En la mirada de JiMin nunca fue raro. Dios, ¿cómo podría serlo cuando YoonGi era un alfa tan naturalmente como respirar?
"¡No, no quiero ser malditamente raro!" Cuando lo dijo, únicamente estaba pensando en él. Tal vez si se hubiera detenido a recordar por un bendito segundo que YoonGi era un alfa trans, se habría callado la boca. No habría dicho nada porque sabría que su comentario de odio a sí mismo, no sólo lo golpearía a él.
De haber sabido que odiar una parte de sí mismo, también significaba que odiaba una parte de YoonGi, se habría amado en ese momento a la fuerza.
"¡No, no quiero ser malditamente raro!" Debió sonar espantosamente como "¡No, no quiero ser malditamente raro como tú!" Cuando nunca fue así, la sola idea hizo que JiMin quisiera llorar toda una vida. Nunca sería transfóbico con alguien de la comunidad, mucho menos lo sería con el hombre que adoraba hasta los huesos.
Pero sí podía ser transfóbico consigo mismo.
Porque a veces podía juzgarse a sí mismo más duro que al resto de personas.
Era tan natural en las otras personas, pero JiMin se sintió como un bicho raro.
No era una cuestión simple de autoestima, había que nombrarlo después de la confrontación que tuvo con YoonGi. Se sintió como transfobia interiorizada. Debía que llamar a las cosas por su nombre, ya era demasiado tarde para escapar.
Las lágrimas finalmente se derramaron fuera.
—JiMin, aquí está tu alarma solicitada. "Último juego de YoonGi alfa" —Kai dijo, para después inundar la habitación de música de elevador.
JiMin salió de su estupor con un sobresalto. Era cierto, le había pedido a Kai que programara el recordatorio para no lo olvidar el importante juego de YoonGi de alguna forma en medio de sus días de apareamiento.
Le dolió tomar aire con su pecho tan apretado del dolor, preguntándose que debería hacer teniendo en cuenta que en su último encuentro con YoonGi.
YoonGi probablemente ya no lo amaba más después de la estupidez que dijo porque era demasiado duro consigo mismo. Probablemente lo miró como un horrible transfóbico completo.
Miró la hora en su tableta. De no apresurarse, no llegaría a tiempo. La alarma en su habitación era para avisarle que ya debería estar fuera del dormitorio, JiMin había pensado que antes ya habría escogido su atuendo, tomado un baño, se habría maquillado, puesto bonito.
Quiso ver un poco feliz al alfa con su presencia esponjosa. Pero ahora YoonGi estaría todo menos que feliz al verlo. Tristemente JiMin todavía quería mostrar su presencia por el estadio, a pesar de que ya no lo merecía.
Sólo quería mirar a YoonGi en su día más importante. Le bastaría con ser una simple sombra.
De repente, se le ocurrió una idea.
—No tiene que saber que estoy ahí... —murmuró para sí mismo, apretando fuertemente la camiseta de YoonGi. Eso sonó como un buen plan, se sintió como un genio.
Rápidamente cambió sus pantalones de dormir por dos opciones. Tomó en sus manos unos pantalones que compró durante sus clases de alfa y unos pantalones rosas de piernas anchas con nubes tejidas en el dobladillo del final. Cualquier elección resultó un estereotipo de rango.
JiMin se sintió tan abrumado que simplemente empujó las dos prendas lejos, tomando algo más neutral.
Para la parte superior sujetó la camiseta de YoonGi en sus manos dudosas. En el pasado YoonGi le había pedido que la usara durante el juego, fue una petición tan posesiva que su corazón se sintió como si estuviera en un balancín. ¿Pero esas reglas todavía pudieron aplicar? ¿Dónde estaban ahora después de estar tan cerca de tenerlo todo?
Decidió que todavía vestiría la camiseta de YoonGi, pero sólo debajo de uno de sus suéteres terriblemente suavecitos para ser más discreto. Sólo en caso de tener un encuentro accidental con el jugador de hockey.
Fue justo en ese momento que su tableta electrónica comenzó a sonar. Suspirando, JiMin la apagó sin siquiera comprobar si era otra alarma o no.
La segunda vez que sonó tuvo que tomarse el tiempo de verificar el asunto o apagar el resto de alarmas que hubiera programado. Pero le tomó totalmente por sorpresa el nuevo giro de los acontecimientos, nunca esperó que su lector de contactos le mostrara "Consultorio de alfa" con grandes letras.
Un escalofrío corrió por su columna.
—¿Bueno? —respondió de inmediato, cerrando la puerta de su habitación al salir. Caminó por el frío pasillo mientras la secretaria comenzaba a hablar. Estaba bien abrigado, así que no fue por el clima que su piel se erizó, fue por terror puro.
—Buen día, joven Park. Estamos llamándole nuevamente por un motivo urgente.
—¿YoonGi está internado otra vez? —preguntó débilmente, iniciando una rápida caminata.
Mucho antes de escuchar una negación, JiMin comenzó a hacer sus propias conclusiones. No era posible que YoonGi estuviera en el hospital. Temprano en la mañana había revisado su chat grupal con todos sus amigos y se encontró con una foto de todos los alfas en sus uniformes, la espalda de YoonGi estaba al fondo. El mismo YoonGi había permanecido en línea después de eso, sólo envió un emoji de pulgares arriba.
—No. Es mucho peor, YoonGi no apareció en su cita programada cuando él ha tenido un historial impecable.
Mirando hacia el frente al recibir esa información tan extraña, JiMin se encontró con TaeHyung caminando directamente hacia él. Tenía una expresión preocupada, algo inusual en el beta.
En otro momento, JiMin lo habría atendido mejor. Actualmente sólo fue capaz de hacerle un saludo con la mano libre.
—¿Por qué lo hizo? —cuestionó de vuelta a la secretaria—. Tiene un juego final hoy, pero... Habría movido su consulta, faltar no suena como alfa.
YoonGi que siempre se mantuvo especialmente cuidadoso con no perder ninguna cita porque eso significó atrasarse en su sueño, ¿haciendo un error de programación con su partido final sin notificarle a sus doctores? Definitivamente no sonó como su YoonGi. Algo olió raro en todo el asunto.
La misma secretaria pareció no saberlo por el silencio que se instaló en la línea.
—¿Un partido de hockey? Permítame un momento, no cuelgue.
Incluso en el ruido de la interferencia, JiMin mantuvo el aparato pegado a su oreja. Estaba demasiado asustado para dejarlo ir. Aunque afortunadamente la conversación se pausó en el momento justo para que TaeHyung llegara a su lado.
Si el beta pudiera sufrir cambios de aroma, seguramente olería ácido. Insoportablemente ácido.
—JiMin, es YoonGi.
JiMin miró a su compañero de carrera, a uno de sus mejores amigos, sintiéndose como un ajeno en su propio cuerpo.
—¿YoonGi?
—Le prometí que no llamaría a un doctor, pero lo pensé toda la noche y te lo estoy diciendo a ti. Eso no es romper nuestra promesa.
—¿D-de que estás hablando, Tae? —JiMin chilló en desesperación, escuchando una voz distinta en la llamada. Le lanzó una mirada a TaeHyung, sin saber cómo organizar las dos conversaciones—. ¿Sí?
—Hola, JiMin. —El doctor de YoonGi tomó el mando de la llamada. JiMin reconoció su voz muy fácilmente—. Tendremos que rastrear la ubicación para traerlo a nuestras instalaciones, a menos que estés con él y puedas facilitarnos su ubicación. Eso sería de gran ayuda.
—Sé dónde está. ¿Pero tiene que ser justo ahora? Está en el juego más importante de su vida. ¿Si sólo es una cita no pasará mucho por su falta?
Conversó bastante la esperanza de haberlo solucionado todo, pero escuchó una segunda voz algo indistinguible.
—Él no lo sabe.
—JiMin, se está muriendo —TaeHyung le insistió para tener de vuelta su atención. No pudo ser un peor inicio de conversación, golpeó demasiado brusco a JiMin para mantenerlo totalmente sobrio.
—¿Qué...? —JiMin no hizo nada más que murmurar perdidamente, escuchando un ruido de cambio de manos en el aparato. Quiso hacer un montón de preguntas sobre por qué estaba diciendo tonterías, pero el beta continúo hablando.
—Anoche lo vi, se estaba retorciendo del dolor. Pensé que sólo era a causa de uno de sus entrenamientos, tú sabes que NamJoon se pone así a veces...
Entonces la llamada continuó, mientras TaeHyung estaba hablando sin pausas. JiMin escuchó a las dos personas sintiéndose cada vez más pequeño, escuchando sin escuchar. Como si no conociera el idioma.
—JiMin, soy el psicólogo de YoonGi. YoonGi aceptó acelerar su tratamiento para volverse un alfa más rápido, pero esto generalmente puede ser muy agresivo. Anoche nos llegó un reporte de que sus signos vitales fueron en picada...
—Entonces quedó inconsciente y estaba escupiendo sangre. Fue horrible, muy similar a un caso de una bronquitis crónica. —TaeHyung se estremeció, lo que fue muy raro considerando que el beta era el mejor de las clases por su incapacidad de inmutarse contra la sangre.
—No fue del todo honesto en sus terapias —El psicólogo dijo—. Ahora no contesta nuestras llamadas urgentes.
—Estaba demasiado ido.
Apenas procesando la imagen mental que TaeHyung proyectó sobre el estado de salud de YoonGi, JiMin trató de enfocarse más en la llamada, especialmente porque el doctor de YoonGi habló y se escuchó mortalmente serio.
—Necesitamos encontrarlo ahora. Si consume sólo un poco más del medicamento no estoy seguro que su cuerpo pueda soportarlo, no después de leer sus signos vitales de anoche. Podría ser una sentencia de muerte. YoonGi podría morir.
Tan pronto como apareció una posible solución, JiMin despertó. Se aferró a eso, a no ser completamente inútil y poder hacer algo por su alfa.
Sólo tenía que encontrar a YoonGi contra el reloj.
No fue demasiado complicado porque no estaba solo. Simplemente con un chasquido de dedos TaeHyung hizo que su chófer los llevara en su coche aéreo hasta el estadio a máxima velocidad. Eso redujo positivamente el tiempo de la misión a la mitad.
Pero no resolvió del todo la situación.
No cuando se concentró tanta gente alrededor de la entrada del estadio. Todos los fanáticos estaban siendo demasiado ruidosos, muy entusiasmados sobre el partido final de hockey de todas las universidades del país. Las personas que apoyaron a los gatos monteses fueron vestidos de azul, el equipo contrincante usó ropa roja.
JiMin se abrió paso entre la multitud, similar a intentar atravesar el océano. En ningún momento dejó de sujetar a TaeHyung de la mano. Se aferró a su amigo como si su vida dependería de ello.
—¡¿Cómo voy a encontrarlo, Tae?! —Ya que había demasiado ruido rodeándolos, JiMin tuvo que levantar la voz para ser escuchado por TaeHyung—. ¡¿Cómo haré que se detenga! Estará en los vestidores y no querrá dejar su partido. No lo hará, ¡me gruñirá y se enfadará! ¡Es tan terco, Tae! Moriría si pudiera jugar sólo hoy...
Porque YoonGi vivía por jugar hockey, JiMin lo sabía mejor que nadie.
De pronto sintió un tirón en sus manos que detuvo por completo su impulso de correr. Se volvió a mirar al beta, sumamente extrañado, pero su amigo conservó una mirada de seguridad que calló todas sus preguntas.
—Toma. —TaeHyung se quitó del cuello un carnet electrónico, de una constitución similar a su carta de identificación. Era una pantalla demasiado delgada que colgó de una fina correa—. Sólo di que eres un beta Kim, te permitirán el acceso a donde sea. Lo demás depende de ti, yo sólo te estoy atrasando.
Sin mucho tiempo, JiMin recibió el pase de acceso en su cuello. Luego de darle a su amigo un asentimiento de cabeza en agradecimiento, corrió más fuerte entre los pasillos del estadio.
La sensación de ahogamiento al correr desesperadamente le recordó a una vez que YoonGi lo llevó a correr a una carretera abandonada para su entrenamiento de alfa. Cuando las cosas se tornaron serias, JiMin se quedó solo. Él nunca habría sido igual de rápido que YoonGi, por lo que corrió siempre detrás de su alfa, viendo su espalda. Viendo el reto sin tomarlo.
Era momento de intentar alcanzarlo.
Deslizándose fuera de las garras de seguridad con su gafete falso, JiMin entró fácilmente en los vestidores.
Para ese punto, su respiración era un bendito desastre de tanto correr.
Con uno de sus últimos alientos fuertes, entró en el laberinto de casilleros. En ese sitio aceleró aún más sus pasos y agudizó la nariz. Sólo entonces su carrera fue recompensada con una reconfortante vista; al final del pasillo hecho de casilleros, estaba YoonGi apoyado contra un bloque de estos, mirando hacia abajo, consiguiendo que todo su fleco cubriera sus ojos.
El alfa hizo malabares para sostener una botella de agua junto con un frasco. Al mismo tiempo que consiguió un buen acomodo para derramar algunas pastillas en su mano, JiMin se acercó lo necesario para visualizar eso. ¿Tal vez consiguió píldoras para el dolor de su tratamiento?
Pero a juzgar por cómo brillaron en la palma de YoonGi a la luz del sol, eso no fue medicación para el dolor.
El color dorado no engañó a JiMin, ya que se trató del mismo dorado líquido que le inyectó a YoonGi alguna vez.
La confirmación de lo evidente lo agobió. YoonGi no se estaba deteniendo.
YoonGi estaba continuando con su tratamiento.
YoonGi continuó cavando su tumba al sufrimiento.
En segundos, la medicación mortal se acercó a los preciados labios de su alfa. JiMin tenía que hacer algo para detenerlo, sin embargo, no estaba lo suficientemente cerca para usar su cuerpo de alguna forma. La desesperación arañó su garganta de saber que YoonGi podría morir de ingerir ese medicamento, estaría consiguiendo una sentencia de muerte como dijeron sus doctores.
Así que sólo actuó. Sin notar la gravedad de lo que hizo hasta que estuvo hecho.
—¡YoonGi, suéltalas!
Entonces JiMin se detuvo en seco, velozmente horrorizado. Sus dedos temblorosos tocaron sus labios entumecidos. ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Cómo pudo cruzar el límite sagrado? ¿Cómo usó su Voz?
Su Voz en YoonGi.
YoonGi se congeló, sus manos temblaron violentamente sobre sus objetos. Separó los labios dando la impresión de que diría algo, pero únicamente respiró como un animal herido, luchando con toda su vida.
Luchando contra su biología.
—N-no, mierda... —YoonGi masculló al mismo tiempo que sus dedos se abrían y dejaban caer el frasco y la botella con un ruido ensordecedor. El agua se derramó formando un charco a sus pies, las pastillas se esparcieron por todo el suelo, pero el alfa no miró el desastre. Cerró los ojos fuertemente, sabiendo que había perdido.
La Voz de JiMin funcionó.
Contrario al alfa de hockey, JiMin observó la escena en el suelo, sin pestañar, queriendo vomitar. Demasiado cerca de vomitar, en realidad. Su estómago se volcó con tanta fuerza que la comida llegó peligrosamente lejos.
Se sintió tan incorrecto. Tan roto después de usar la Voz que le recordó su verdadero rango.
Pero mayormente se sintió como un traidor por haberlo hecho en YoonGi y hacerlo sentir de un rango distinto. No sólo era lo suficientemente tonto para llamarlo raro sin querer, ahora también usó su Voz para doblegarlo.
Era todo, YoonGi nunca lo amaría de nuevo. No lo llamaría lobito, no lo abrazaría para darle consuelo.
¿YoonGi nunca más tendría la confianza que JiMin le dio? Todo menos eso. Era lo todo lo que no podía arruinar.
Las ganas de llorar lo abrumaron, quitándole la capacidad de comunicarse correctamente.
—No quise...
YoonGi se rio. El sonido fue tan diferente a cuando JiMin hizo algo gracioso y YoonGi lo tiró sobre él, permitiéndole sentir como su pecho se sacudía gracias a la ronca carcajada. Porque ahora YoonGi estaba demasiado roto.
—Parece que la Voz todavía funciona —afirmó, perdiendo el rizo en sus labios. JiMin volvió a intentar comunicarse sin ahogarse en un sollozo.
—No quise...
—¿No querías? —YoonGi se burló, pateando la botella de agua con apenas algo de fuerza—. ¿No querías demostrarte que eres un verdadero alfa y no un omega porque eso sería raro? No me hubiera molestado si yo no fuera tu rata de laboratorio.
—No lo entiendes, no es así... Tus doctores dijeron... —YoonGi estaba mezclando los temas, YoonGi estaba alterado como JiMin lo estuvo en su última discusión. YoonGi estaba herido, estaba enfermo— No quiero que mueras.
—Para ti ya lo estoy —YoonGi gruñó las palabras, pasando a su lado como si JiMin fuera un fantasma.
En la nueva soledad, JiMin recordó una conversación que los dos tuvieron hace mucho tiempo, en su primera clase de alfa, cuando su amor por el alfa de hockey era apenas una cosa tímida que estaba alimentándose secretamente.
"El mundo sería mejor si no existiera esa maldita cosa." YoonGi había dicho cuando tocaron el tema de la Voz. "Si alguien la usara contra mí..."
"Esa persona estaría muerta para mí."
Esas fueron las propias palabras de YoonGi, demasiado sombrías para demostrar que era una línea seriamente inquebrantable.
JiMin se apoyó contra la primera pared que encontró a ciegas, presionando una mano contra su boca. ¿Qué había hecho? ¿Qué hizo?
Cuando YoonGi salió a jugar, todavía estaba temblando de frustración. En gran parte también del aturdimiento.
A pesar de todo sus sacrificios, aunque se sometió a un jodido tratamiento que lo estaba matando por dentro, al final no importó. Su naturaleza omega lo hizo doblegarse.
Gruñendo de odio ante el mero pensamiento, se colocó su casco y salió al hielo. Los primeros minutos se sintió como si estuviera debajo del agua, escuchando a su entrenador gritándole que se concentrara, mirando el partido a través de las rejas de protección de su casco.
Así describieron los omegas que se sintieron después de haber sido sometidos por alfas con la Voz. Fuera de su piel, como marionetas en su propio cuerpo.
YoonGi fue reducido a ese tipo de desastre por el chico que amaba.
Estaba tan destrozado que resultó muy fácil para un jugador contrario lanzarlo fuera de su eje hasta la valla. El entrenador rápidamente corrió a su lado, obviamente enfurecido por lo fácil que perdió el equilibrio en sus cuchillas.
—¡Muchacho, despierta! ¡Despierta de una maldita vez y juega!
El deportista hizo precisamente eso. Despertó.
Respirando fuerte, salió a la pista y rápidamente descargó toda su frustración con el disco. El objeto fue golpeado con la suficiente fuerza para avanzar un cuarto del hielo y golpear en la red después de atravesar las rodillas del portero.
Fue cuando el juego comenzó realmente.
Sólo un momento más tarde, le dio el pase perfecto a JungKook para anotar, el joven alfa hizo un perfecto trabajo en equipo, dando un tiro torcido que anotó. La mínima diferencia no hizo feliz al equipo contrario, ni si quiera YoonGi perfectamente sincronizado con SeokJin fueron capaces de detener a sus contrincantes.
Para compensarlo, YoonGi volvió a anotar un gol. El estadio ardió en afecto por él.
Fue en ese momento que el juego se detuvo para su primera pausa. YoonGi patinó fuera de la pista con una sed desgarradora. Apenas sintió que el entrenador lo tomó del hombro entre todo su equipo de protección.
—Aprovecha el descanso, hijo Ya nos regalaste algo de ventaja. —El joven alfa murmuró un agradecimiento, quitándose el en un solo movimiento para tomar un poco de la botella de agua que un compañero que no estaba jugando le ofreció, pero estaba tan mareado que no pudo distinguir quién era. Tampoco observó cuando la expresión del entrenador se transformó en mera preocupación—. ¿YoonGi? Tu nariz está sangrando y también tus oídos. ¿Te golpearon demasiado fuerte? Has que te revisen.
YoonGi no se tomó la molestia de comprobar si estaba sangrando o no. Murmuró algo para su entrenador y se dejó caer en la banca donde estaban sentados los jugadores extras.
Ya no lo preocupaban los efectos secundarios, todo fue mierda. Simplemente cerró los ojos, dejándose llevar por el cansancio.
Nada le importó.
Al menos hasta que percibió un aroma que lo hizo arrugar la nariz con disgusto. Sólo entonces abrió los ojos furiosamente, cargándose de energía asesina al encontrar a HeeChan de pie, frente a él, luciendo malditamente saludable el pedazo de mierda.
—¿Qué mierda haces aquí? —escupió, levantándose tensamente. Justo como lo hizo un gran tigre listo para saltar sobre su ignorante presa. Porque evidentemente HeeChan no entendió el peligro detrás de esa pregunta, respondió con aburrimiento.
—Los días de mi celo apenas terminaron. Por eso estoy en la puta banca.
YoonGi saltó sobre él, tomándolo de la camiseta con un solo movimiento. Una de las jugadoras de hockey de primer año gritó de la sorpresa, HeeChan tampoco lo esperó, no pudo escaparse del agarre en el cuello de su camisa.
—No tienes derecho a estar aquí. No mereces mostrar tu cara ilesa después de la fiesta.
—Hice muchas cosas en esa fiesta, vas a tener que ser más específico —HeeChan declaró en apariencia inocente. Claramente quería jugar con la paciencia de YoonGi, porque la maldad en sus ojos ante la mención de la fiesta no se pudo disimular. Él lo recordaba perfectamente.
—Tú lo sabes, pedazo de mierda. Te atreviste a ponerle las manos encima a mi pareja —YoonGi dijo, enseñando sus colmillos crecidos.
—¿Oh? ¿Hablas de ese alfa marica? Es tuyo, no vale la pena. Aunque sus piernas desnudas se sintieron increíbles, incluso pude tocar un poco de su trasero.
Un inicio de sonrisa malvada en HeeChan se ganó un gruñido profundo de YoonGi, un sonido completamente animal.
—¡Te voy a destrozar por ese cinismo! —YoonGi lo amenazó con una voz que no pareció humana, fue más un gruñido de un lobo que ya estaba mostrando las fauces. El jugador de hockey estaba tan fuera de sí que con un movimiento rápido apretó la garganta de HeeChan, apretó y apretó.
De la sorpresa y en un intento desesperado de escapar, HeeChan lanzó una patada. Golpeó a YoonGi en la rodilla, pero no consiguió igualar la pelea. En el mejor de los casos se volvió más reñida, terminó con YoonGi sometiendo a HeeChan en el suelo, sin liberarle la garganta del todo.
—¡Chicos, tranquilícense! —SeokJin intentó interponerse entre ellos. El entrenador también se acercó.
—¡El juego está por empezar, enfóquense!
La intervención de sus conocidos, consiguió que las manos de YoonGi cedieran ligeramente.
—Pero, ¿sabes cuál fue la mejor parte, YoonGi? —HeeChan siseó, aún sin recuperar por completo el aire. Pero eligió la provocación en lugar del escape—. Cuando comenzó a temblar de miedo en mis manos, j-justo como tú me estás asfixiando...
Sí, JiMin había estado tan asustado. La piel canela de su cuello conservó un anillo rojizo y sus dulces lágrimas se atascaron de la conmoción.
Por eso que HeeChan debía pagar.
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