Fue temprano en la mañana cuando JiMin despertó, después de YoonGi como habitualmente.
Lo supo porque tan pronto como comenzó a quejarse, un suave arrullo lo consoló.
—Todo está bien, nubecita. Estás seguro aquí. —Fuertes manos tallaron su espalda y JiMin se apretó más fuerte contra su alfa, enterrando la cara en la unión de su cuello y hombros. Todo para olfatearlo sin nada de discreción—. Eso es. Nadie más que tu alfa te dará su olor. Tu alfa te cuidará bien.
Aunque cambiaron su posición favorita para dormir, pasando de cucharita a un abrazo normal, todavía encontró la misma profunda protección. Con sus piernas profundamente enredadas y sus pechos al ras, no hubo un mejor despertar para JiMin.
Casi ronroneó cuando YoonGi besó su cabeza, su frente, luego sus pómulos, la punta de su nariz, sus mejillas y gracias a que JiMin se movió, el beso final aterrizó en sus labios.
Al separarse mantuvieron sus ojos enganchados los unos a los otros.
—¿Puedes hacerme una marca en el cuello? —preguntó en un susurro para respetar su burbuja. Estaba jugando con los cabellos en la nuca de su alfa cuando lo escuchó reír de su tono necesitado—. Sé serio, alfa. Por favor, hazme olvidar.
Entonces las caricias ajenas se detuvieron de golpe.
Tristemente YoonGi lo miró, poniendo un poco de distancia entre ambos.
El cerebro de JiMin se ocupó demasiado en recuperar el calor de YoonGi que no notó el aura de culpabilidad en su alfa hasta que él mismo lo expresó.
—Lo, siento tanto, esto es mi culpa... No habría sucedido eso sino te hubiera dejado solo. —Listo para protestar, JiMin abrió la boca. Pero no llegó más lejos—. Lo es. Quiero decir, tienes todo el jodido derecho de estar solo en una fiesta. Pero debí estar ahí cuando violentaron eso. No debí irme, fue como elegir a HoSeok sobre ti y no sabes cuanto me...
Para detener su balbuceo de autodesprecio, JiMin se atrevió a darle un besito a YoonGi. Obviamente el jugador de hockey se quedó boquiabierto, dándole una ventaja.
—No, no, alfa. Llegamos a un acuerdo y no debí sentirme ni un poco triste.
—No, es normal. Es por eso que tenemos que resolverlo, lobito. Aclarar las cosas entre nosotros. —El alfa le ofreció, mucho menos tenso que antes. Incluso se atrevió a volver al espacio personal de JiMin—. Primero, me gustaría hablar sobre lo que sucedió con HoSeok.
—Es por la fotografía. ¿De dónde salió?
—No tengo idea —YoonGi se encogió de hombros—. Es vieja.
—¿Alguien debió guardarla como material de chantaje?
—Tienes razón, sí. De cualquier forma, sólo hablamos. Le prometí que fingiría que no recordaba ese beso para que el escándalo no se haga más grande. Es todo lo que puedo hacer por él, porque no quiero hacer más. Fue todo. —La lengua de YoonGi salió disparada para lamer los labios rosas y finos. JiMin se distrajo por un momento con la vista, después asintió con la cabeza—. Oficialmente se terminó.
A JiMin le fascinó que estuviera recibiendo una explicación, lo hizo sentir muy querido. Con su corazón aleteando en su pecho, sonrió tímidamente. Después del susto de anoche, estaba recibiendo nada más que felicidad. Justo lo que necesitaba.
—¿Por qué se terminó? —preguntó felizmente cohibido. Miró a un lindo YoonGi nervioso, con su nuez de Adán subiendo y bajando bruscamente y un sonrojo evidente en sus pálidas mejillas. Al inicio balbuceó algunas cosas sin sentido, pero no se acobardó.
YoonGi no se echó para atrás.
Lo miró a los ojos y con su voz aguda gracias a los nervios, se confesó.
—¿No es obvio? Porque estoy enamorado de ti.
Ahí estaba, la confirmación real. YoonGi lo amaba. Finalmente.
Después de tanto tiempo de sostener una vela por YoonGi, sus sentimientos fueron correspondidos.
Jadeando de alivio, JiMin se emborrachó de unas felices ganas de llorar. Sumado a eso la sensación de su sangre quemando en sus mejillas, simplemente no pudo pensar. Todo lo que pudo hacer fue enterrar su cara en su almohada como si fuera un avestruz escondiéndose en la arena. La rica risa de YoonGi por su reacción sólo lo mareó aún más.
—¿Por qué eres tan lindo, eh? —YoonGi le dijo. Su sonrisa realmente se escuchó—. Eres una cosita tímida cuando no estás en celo. Sólo tienes que decir que es recíproco. De hecho, me gustaría escucharlo y después pedirte que salgamos. Porque sería mierda pedírtelo y no ser correspondido, ¿no?
Dios, era demasiado.
JiMin escapó de su escondite, sólo para negar fuertemente con la cabeza. YoonGi hizo un puchero y en represalia comenzó un ataque de cosquillas en su contra. Los dedos de YoonGi hicieron que se retorciera en la cama.
—¿Quién dice que es correspondido? —escupió entre risas, consiguiendo una tregua para tomar aire.
En lugar de molestarse con su comentario, YoonGi secuestró el pie de JiMin. Lo tomó por la fuerza, pasando su dedo índice por la palma varias veces. El estudiante de fisioterapia entonces estalló en una carcajada hermosa para su alfa.
Una vez que terminó de reír, sintió que YoonGi se aproximaba a él con una sonrisa. Su teoría fue acertada; recibió un suave beso en los labios que lo hizo parpadear lentamente hasta cerrar por completo los ojos. Primero fue un contacto suave, pero las cosas tomaron otro ritmo de inmediato. Pronto JiMin estaba separando los labios instintivamente. Estaba tirando del cabello de YoonGi y suspirando. Sus piernas se enredaron en los muslos de YoonGi, haciéndolo gruñir.
Considerando que necesitaban respirar de nuevo, se apartaron un poco. Pero JiMin todavía persiguió los labios de YoonGi. Como mantuvo los ojos cerrados, no descubrió que el jugador de hockey lo miraba inmensamente hipnotizado, sonriendo como un idiota.
Así que se besaron de nuevo, una y otra, otra vez. Hasta que estaban mareados y jadeantes.
—Aunque es de mañana... Sabes bien. —YoonGi murmuró sin aliento. Después se atrevió a darle una lamida de gato al labio inferior de JiMin.
Como resultado el estudiante de fisioterapia se sacudió como si hubiera sido electrocutado.
—Alfa, dices eso porque te gusto —JiMin resopló con una sonrisa en cuanto se recuperó, dentro de lo que pudo, el sonrojo nunca lo abandonó. Tal vez siempre se mantendría sonrojado alrededor de su alfa. Él esperaba que eso fuera mucho, mucho tiempo—. Pero no estoy seguro si puedo decir lo mismo.
Su pequeña broma se trajo una carcajada del jugador de hockey.
—Vamos, lobezno. No me habrías dejado entrar a tu nido si no me amaras —YoonGi habló un poco infantilmente, probablemente esperando que el sonrojo de JiMin se propagara. Sin embargo, su reacción fue bastante inesperada.
A la fuerza, JiMin se apartó. Ya no estaba riendo, miró a YoonGi con toda la seriedad que pudo.
—¿Qué?
Su pregunta se escuchó como un cristal rompiéndose. Algo que nunca volvería ser como antes.
YoonGi frunció el ceño, comenzando a inquietarse.
—El nido, de tu celo. ¿No lo recuerdas? Era como una tienda campaña, creo que todavía hay un poco de evidencia. ¿Lo ves? —Desesperado por recuperar la calidez de JiMin, YoonGi tomó una de las prendas en la cama y se la mostró.
El estudiante de fisioterapia no se atrevió a parpadear. Si bien era cierto que no había tenido tiempo de ordenar su cuarto después de los días de apareamiento, el desastre en su cama no tuvo por qué significar algo.
No era nada.
—No.
—¿No lo recuerdas? —El jugador de hockey insistió preocupado. JiMin sujetó entre sus dedos torpes la cobija para quitársela de encima, rápidamente comenzó a sentirse sofocado e incómodo. Su garganta se estaba cerrando en nudos.
—Recuerdo haber hecho algo así... Pero no. No, alfa. No fue un n-nido.
La sola palabra lo hizo tartamudear.
—¿Por qué hueles tan asustado? Está bien, lobito. —El aroma de YoonGi se intensificó para intentar envolverlo como un abrazo. Excepto que JiMin se resistió oliendo más acido hasta que el alfa se detuvo, derrotado—. Es natural que los omegas hagan nidos para sentirse seguros, es parte de lo que son...
—Sí, lo que son. ¿Pero por qué rayos yo haría un nido?
—JiMin... Porque eres un omega. —YoonGi se acercó para tomarlo de la cara ante el desprecio de su última pregunta. Fue un toque amable, pero severo, que le obligó a mirarle a los ojos.
Así que JiMin intentó escaparse de esa mirada porque se sintió como si estuviera mirando el interior de su alma. Tuvo que quitar las manos de YoonGi en su cara, rechazar el toque de su alfa no muy amablemente. Aunque a cambio, sintió menos opresión.
"Porque eres un omega."
El estómago de JiMin dio un vuelco terrible. Habría sido una amenaza de vómito si tuviera algo en el estómago, pero sólo resultó en ansiedad trepando por sus entrañas.
La seriedad de YoonGi para afirmarlo, lo asustó. Quizás era una secuela de su encuentro con HeeChan, quizás era porque ya no estaban jugando. No estaban fantaseado, no esta vez.
—¿De qué estás hablando? ¿Por qué estás diciendo cosas como esas? ¿Tú también estás asumiendo mi rango? Ayer NamJoon y SeokJin olvidaron que era un alfa y ¡Me llamaron omega! —Levantó la voz y cuando YoonGi intentó volver a tocarlo, JiMin lo apartó más fuerte que antes.
—Perdóname. No debí afirmarlo.
—No me toques, por favor —dijo, ignorando que YoonGi se sorprendió para darle paso a una herida. El alfa apretó fuertemente la boca, comenzó a salir de su tranquilidad también.
—¿JiMin, por qué sigues tan empeñado en negar lo obvio? Todos tus gustos son...
El castaño jadeó horrorizado.
—¿Gustos de omega? Pero tú dijiste que estaba bien y te creí. Creí que estaba bien por ti. —El labio inferior de JiMin comenzó a temblar violentamente—. Me vestí tan tonto porque confíe en ti.
Su voz comenzó a tambalearse de rabia porque ¿cómo pudo YoonGi mentirle tan descaradamente? ¿Por qué dijo una cosa y luego otra? Para JiMin, respirar se volvió una tarea muy pesada. Inhaló las feromonas de sorpresa de YoonGi, inhaló su propio miedo, pero todo eso se quedó atascado en su sistema.
—Espera, espera, lobito. No me estoy explicando bien. Mierda, mierda, está perfectamente bien tu forma de vestir. Sólo no quise decirlo directamente, pero hay muchos cabos sueltos que atar, ¿no? Tu propio deseo de ser un omega ya dice mucho.
JiMin agitó la cabeza fuertemente.
No.
Sólo no.
—No quería hacer un nido.
Pero lo había disfrutado tanto. Sobre todo, cuando YoonGi entró en él y le dijo que estaba orgulloso de su trabajo. Fue el mejor momento de su noche, de su vida probablemente. Todo encajó en su sitio.
—No es malo. Sé que te hizo feliz. —JiMin miró a sus pies, frustrado porque YoonGi pudo leerlo perfectamente—. Me hizo feliz también, como si fuéramos destinados.
Otra cosa se quebró en el interior de JiMin. Silbó mientras iba cayendo hasta que finalmente hizo contacto con el suelo. Todos los pedazos quedaron esparcidos.
—¿Qué? —JiMin escupió, empujando su cuerpo más. Tan lejos como pudo estar, acorralado contra una esquina de su dormitorio.
YoonGi también se levantó, mientras explicaba totalmente en pánico.
—He estado pensando, sólo, me atrajiste desde un inicio. Creo que instintivamente te reconocí como un omega desde que te conocí, así como tu me reconoces como alfa... Sólo no me di cuenta de inmediato porque eras muy estricto sobre ser un alfa y yo lo respeté. Pero es una cuestión del destino, lo pienso así.
Quizás en otro momento, las palabras de YoonGi habrían hecho que el corazón de JiMin tuviera un día en la montaña rusa. Quizás si las cosas fueran diferentes. Pero en ese momento fue como si la habitación misma comenzara quemarse, su corazón se estaba incinerando.
—Ese pensamiento es tan tonto —lo acusó, queriendo tomarlo de la camiseta y sollozar. No esperaba que YoonGi lo mirara boquiabierto, con sus ojos sospechosamente brillantes. Lentamente una sonrisa nerviosa ocultó todo su dolor, igual que el polvo va yendo debajo de la alfombra.
—¿Es tonto pensar que estábamos destinados a amarnos?
—No, eso no... Es que ¿dices que respetas mi rango, pero en el fondo me llamas omega? ¿No puedes aceptar que te gusta otro alfa y por eso te confiesas ahora que piensas que cambié?
—No, no, JiMin. No es así como lo pensé, es un asunto romántico de nuestras almas reconociéndose. —YoonGi se rio incómodamente, tomándose la frente. Su propio romanticismo ahora le pareció ridículo—. Me llamaría gay con todo gusto por ti, sólo por tenerte. Eso ya no me asusta.
—Yo...
—Me enamoré de ti porque encajas perfectamente conmigo. No me importa tu rango.
Tanteando un poco el terreno, YoonGi avanzó algunos pasos. JiMin ya no se echó para atrás, aunque tampoco cedió a la distancia. Estaban tan asustado, respirando como un ratoncito al borde del peligro.
—Entonces ámame siendo un alfa.
—Si eso es lo que quieres lo haré. Pero JiMin, ¿es lo que quieres? —¿Por qué YoonGi lo estaba confrontando sobre un tema del que JiMin sólo quería evadir? Era mejor vivir una fantasía de a ratos, era más fácil engañarse.
Porque JiMin siempre fingió que no encajó perfectamente con el perfil de un omega trans. Cada vez que acompañó a YoonGi a su consultorio, sólo quería cubrirse los ojos.
—N-no, no sé.
—Sé que es difícil, no te he dado la imagen de una persona transjerárquica siendo valiente del todo, pero estaré para ti en cada etapa como tú has hecho conmigo. Te amaré en cada etapa. ¿Qué te parece? ¿No quieres ser un omega trans y ser libre?
La pregunta suave del alfa consiguió que JiMin finalmente estallara.
—¡No, no quiero ser malditamente raro!
Por un momento, el tiempo se detuvo en el dormitorio.
Reinó el silencio a excepción del ruido de la agitada respiración de JiMin.
Sólo un instante después, JiMin fue muy consciente de lo que grito. Muy lentamente cubrió su boca con sus dedos, deseando regresar las palabras dentro. No se atrevió a mirar a YoonGi a los ojos, porque tuvo miedo de comprobar que realmente había herido a su alfa.
En el momento en que se animó su pecho se apretó.
El alfa mantuvo una expresión tan herida, como si hubiera recibido un puñal de frente y todavía no lo hubiera esperado. No dijo nada, no se movió, no lo superó de inmediato. Hasta que lentamente su sorpresiva decepción, se volvió algo obscuro.
Entonces fue muy tarde para arreglarlo, los ojos de YoonGi nunca habían estado tan ensombrecidos.
—No quise...
—¿Sabes, JiMin? Ser una persona transjerárquica no te vuelve malditamente raro. —YoonGi pronunció lo último en burla, sonriendo cruelmente. Hasta que todo eso se apagó. Fue malo, muy malo. JiMin habría preferido tener gritos, ser maldecido, llanto, cualquier cosa menos esa obscura indiferencia, casi ilegible—. Pero nunca pensé que tendría que explicarte eso. No a ti, que tú me lo enseñaste a mí...
—¡Alfa YoonGi, espera! —JiMin intentó detenerlo antes de que YoonGi alcanzara la puerta. Pero los pies del alfa se detuvieron a centímetros de la salida, únicamente para lanzarle una mirada mordaz sobre su hombro.
—¿Alfa YoonGi? ¿Alfa? Pura mierda.
Con el sonido del portazo, JiMin se sobresaltó. Estaba demasiado pasmado que ni si quiera sintió que había lágrimas escurriendo por sus mejillas, empapando por completo su rostro, desprendiéndose al final del mentón.
Sorbió por la nariz y aunque su cuerpo picó por el consuelo de su alfa, no tuvo el valor para ir tras él. Simplemente se deslizó contra la pared hasta llegar al suelo.
Sin tener idea de que, del otro lado de la puerta, YoonGi esperó ser detenido, pero como no recibió nada después de un tiempo, se fue limpiando bruscamente sus ojos.
Con el reloj de la pequeña cafetería marcando otra hora, YoonGi envolvió sus manos alrededor de su taza. La acción no le trajo nada de confort, su chocolate ya se encontraba frío de tanto esperar.
Tensó cada músculo, apretando los dientes. Para intentar resistir a la corriente dolorosa que lo atravesó. Sus huesos se sintieron como si se estuvieran engrosando en su cuerpo incapaz de soportar ese peso.
Para ignorar el dolor y matar el tiempo, bebió de su taza en movimientos torpes. El dulce lo acompañó mientras sonó vieja campanita y casi disfuncional de la cafetería. Fue cuando TaeHyung apareció, usando un traje sumamente caro.
—Llegas tarde —YoonGi acusó al beta. Tuvo que carraspear después de eso, su voz se escuchó completamente apretada por el dolor.
—No puedo simplemente deshacerme de todas mis ocupaciones familiares porque tú lo necesitas.
Una sonrisa iluminó el demacrado rostro del alfa.
—Afilado como siempre.
—Hoy no te cortaré. Ya perdí todo mi filo con mis familiares. —Ante el tono cansado de TaeHyung, YoonGi arqueó una ceja con curiosidad—. Estoy empezando a hacer mis movimientos, justo como el abuelo de JiMin me sugirió. En consecuencia, mi familia no tendrá más opción que ceder a mis deseos.
TaeHyung se cruzó de piernas y brazos, mirándose muy elegantemente.
Todos sus amigos estaban creciendo, encontrando sus pasos firmes sobre sus inseguridades.
El mero pensamiento llevó a YoonGi a respirar hondo por la nariz y forzar una sonrisa, incluso si todo su cuerpo lo impulsó a gritar de dolor.
—Sólo por ese motivo, te perdonaré la tardanza.
—Te ves como si hubieras llorado —TaeHyung mencionó agudamente. YoonGi no necesitó un espejo para confirmar esa observación. Él lo sintió, sus ojos estaban hinchados, pesados e inyectados en sangre.
—No quiero hablarlo.
—Curioso, la misma respuesta que JiMin me dio esta tarde. —Ninguno de los dos dijo nada, aunque la conexión era obvia. YoonGi mordisqueó su boca al pensar en JiMin lastimado. El beta debió leer su lenguaje corporal, ya que se quitó el saco e hizo un cambio de tema—. Vamos directo al grano, ¿por qué me citaste aquí y no me explicaste nada por mensaje?
—No es un asunto que sea tan simple y preferiría no dejar evidencia sobre esto —agregó a modo de juego. Pero TaeHyung no mostró signo de una sonrisa, por lo que él también olvidó su postura divertida—. De acuerdo, al grano. Quiero que consigas información sobre la ubicación de HeeChan.
Mientras lo pidió, YoonGi abrió las piernas. TaeHyung le dio una mirada aburrida.
—¿HeeChan no es quien intentó forzar a JiMin en la fiesta?
—Exactamente.
—Creí que era parte de tu equipo de hockey, ¿por qué necesitas su dirección? —preguntó TaeHyung, chasqueando los dedos al mesero. YoonGi lo encontró bastante desagradable, pero justificó a su amigo diciendo que era parte de su educación elitista.
Esperó a que tomaran la orden para explicarse, simplemente el mesero no debía escuchar. Una vez solos, pasó su pulgar por el borde de sus colmillos, sintiendo el filo. Fue una mierda que los dientes también le dolieran.
—SeokJin tenía razón cuando olió a JiMin ayer, HeeChan estaba en los últimos días de su celo cuando se presentó a la fiesta... Parece que se fue a casa a descansar, después de lo que hizo la pequeña mierda. No está en los dormitorios y nadie en el equipo me dirá dónde mierdas pasa sus celos. Así que estoy recurriendo a ti, sé que podrías darme la dirección de ese idiota con sólo una llamada. Ni si quiera tendría que esperar, me termino mi chocolate y tengo lo que quiero.
—Ya veo, YoonGi... —TaeHyung dijo, impresionado en lo absoluto—. ¿Pero para que querrías esa información?
YoonGi se tronó los nudillos. Después entrelazó los dedos para colocarlos sobre la mesa, se miró como todo un hombre de negocios.
—Para golpearlo. No fui detrás de él porque JiMin me necesitaba. Pero, no puedo estar tranquilo sabiendo que ese idiota tocó a JiMin sin ser consensuado y está tranquilamente ileso. Los dos sabemos que los reportes para alfas agresivos en sus celos son pura mierda. —Se mordió el interior de la mejilla, agriándose por ese hecho—. Por eso necesito hacer algo, protegerlo. Es parte de mi instinto de alfa haciéndose cargo de su compañero. Está más allá de mí.
Era un poco difícil de explicar, esa hambre de saber que JiMin debería estar seguro. Quería salvajemente envolverlo en una manta y matar a todo aquel que resultara una amenazara. Incluso si JiMin había roto su corazón en la mañana.
Todavía lo amaba.
La rabia hirviendo lentamente en sus venas, le causó dolor a YoonGi. Pero valientemente evitó doblarse sobre sí mismo y mostrarle a TaeHyung cuánto estaba sufriendo. Así el beta permaneció tranquilo, bebió su café recién traído como si estuviera tibio cuando en realidad estaba humeando.
—Si está más allá a de ti, deberías controlarlo porque no te ayudaré.
Las cejas de YoonGi se encontraron en un punto bajo de su frente. La decepción le supo amarga en su lengua o pudo ser su propio aroma.
—Pensé que tú lo harías.
—Escucha, aunque no tengo instintos de alfa u omega, no soy ajeno al concepto de la venganza. También quiero vengar a JiMin, así que enviaré a unos de mis hombres a hacer el trabajo sucio. Será limpio y sólo lo asustaremos un poco.
—Sirve, pero... ¿Por qué no me das esa información a mí? —No es que YoonGi fuera un malagradecido, la oferta sonó bastante bien. Simplemente conservó la curiosidad.
—Los alfas son más fuertes en sus días de sus celos, aunque le hayas dado una paliza a HeeChan antes, ahora es poco improbable. Además, mírate. Estás pálido por todos lados y puedo ver que algo te duele. ¿Qué está mal contigo?
—Joder, ¿de qué hablas?
—No trates de engañarme —TaeHyung le insistió, esta vez mirándolo con cierta preocupación genuina—. ¿Debería llamar a JiMin?
YoonGi se levantó de golpe.
—TaeHyung, no...
Tuvo la intención de darle toda una explicación a TaeHyung de por qué JiMin no debía saber nada de su charla. Sin embargo, no llegó tan lejos, rápidamente se contrajo del dolor con un grito ahogado.
Sudó frío, tambaleándose hacia a la inconsciencia.
Aunque no se desmayó lo suficientemente rápido para no ver cómo llegó hasta el suelo. De no ser por la vista, YoonGi no lo habría creído real. Su cuerpo estaba tan abrumado que el impacto de la caída fue equivalente a un cosquilleo dentro de todo su entumecimiento.
—YoonGi, YoonGi —TaeHyung lo llamó, pero lo único que YoonGi pudo escuchar fue un pitido ensordecedor. Todo estaba borroso a su alrededor, las sombras de las personas fueron y vinieron.
Seguro que cerró los ojos por un instante.
Cuando volvió en poco a sí mismo, se dio cuenta que TaeHyung estaba en el suelo junto a él, ayudándolo a cubrirse la boca con una servilleta. No hizo falta preguntar el motivo, lo descubrió tan pronto como tosió y sangre brotó de su boca.
Escupiendo sangre en el piso de una vieja cafetería, YoonGi tuvo un recuerdo. "Recuerda que el tratamiento es agresivo. No será amable contigo, eso sería improbable." Su doctor le había dicho muy severamente, haciendo su receta para comprar la medicación. En aquel día, la amenaza sólo pareció eso.
Una amenaza lejana.
—¡¿Llamo a una ambulancia?! —ofreció desesperadamente el mesero que antes los había atendido. TaeHyung rechazó su oferta con sólo un movimiento de manos.
—Tengo un médico familiar particular...
—Mierda, mierda, no. —YoonGi sostuvo la mano del beta mucho antes de que esta llegara a cualquier aparato electrónico. Aunque su toque fue jodidamente débil, sirvió para inmovilizar a su amigo—. No llames, te lo ruego. Mis médicos no pueden saber que estoy reaccionando así o me internarán.
Por primera vez, TaeHyung se mostró bastante perturbado.
—¡Eso es lo que necesitas! —le siseó, forcejando por ser libre.
—Después. Después de mañana podré hacerlo. Mañana es el final de mi torneo, te lo pido. Déjame mantener mi pacto con el diablo. —El alfa rogó, mantuvo un poco la esperanza. De todas las personas TaeHyung entendería mejor sus motivos, TaeHyung sabía de los sacrificios por los sueños.
Comprobó su hipótesis con éxito, cuando el beta se detuvo, renunciando a hacer su llamada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro