41
El cielo se llenó de enormes nubes grises, listas para descargar la tormenta sobre la ciudad. A YoonGi le pareció extraño, esa misma mañana el pronóstico del tiempo había anunciado un encantador día soleado.
Apretó los labios en una línea, no había nada que hacer contra el clima.
Con un mal presentimiento, YoonGi se dirigió a los dormitorios de omega. Las agujetas de sus tenis estaban desatadas, la cremallera de su chaqueta a medio subir y el bolso deportivo que colgaba de en antebrazo estaba completamente vacío.
El único motivo por el que se estaba acercando a su dormitorio fue porque el celo de HoSeok ya había terminado, eso le dijo el mismo HoSeok.
YoonGi no tuvo más opción que creerle porque su maleta de ropa ya se había terminado. Todo estaba en la lavandería de la universidad gracias a los arduos entrenamientos en la pista de hielo, así que no hubo más remedio.
Frente al número de su dormitorio, sus movimientos se congelaron un poco. Su instinto le pidió que diera la vuelta.
Quizás ese horrible presentimiento se debió a lo que sucedió la última vez que se acercó a HoSeok en celo. El recuerdo dejó secuelas horribles en su autoestima, pasaron semanas antes de que pudiera dejar de llorar por las noches. Eso debía ser.
Obligándose a ser valiente, YoonGi le pidió a Kai que le abriera la puerta.
En cuanto la inteligencia artificial acató su orden y los ojos de YoonGi se adaptaron a la penumbra, su boca se abrió, incapaz de emitir un solo sonido, pero con la intención de maldecir en voz alta.
Él, mejor que nadie, conocía la figura de HoSeok desnuda y los sonidos agudos que hacía al joder, cerca de la liberación. Tuvo ese panorama un montón de veces, a veces con algo de esperanza o con los ojos llorosos, aunque al mismo tiempo le pareció que nunca había visto a HoSeok de esa manera.
No como se miró debajo del capitán del equipo de basquetbol.
Ese alfa gruñó las palabras.
—¿Quieres mi nudo otra vez, omega? Cada vez que nos vemos es igual, fuiste una zorra desde el inicio de las clases.
Como si las palabras se hubieran vuelto un empujón tangible, YoonGi dio dos pasos atrás. Retrocedió torpemente. No sintió ganas de llorar, simplemente sintió un pozo de decepción ante la confirmación de lo obvio.
Siempre sospechó que HoSeok tuvo aventuras con alfas de otros deportes mientras ellos estaban involucrados en algo que habían llamado exclusivo. Pero YoonGi nunca quiso investigar porque estaba seguro de lo que encontraría.
Entonces HoSeok giró la cabeza, mirando justo a su dirección.
—¡Oh, YoonGi!
Fue tan fácil para YoonGi mirar debajo de la falsa sorpresa del omega. HoSeok había creado ese encuentro, no lució ni un poco avergonzado, no como el capitán de basquetbol al mirar a YoonGi y rápidamente correr a vestirse. ¿Qué esperó lograr HoSeok? Era el verdadero misterio.
Los ojos de YoonGi se posaron en su propia cama.
—Sólo vine por mis cosas.
Tomó su ropa sin levantar la mirada. Tan pronto como terminó de rellenar su bolso salió de la habitación, sin decir una sola palabra. Pero escapar no fue así de simple. HoSeok nunca permitiría que fuera así de simple.
—No es la primera vez y no es el único alfa. —La voz de HoSeok sonó a sus espaldas. YoonGi evitó girarse, simplemente lo miró por encima de su hombro. Desesperadamente el jugador de tenis lo siguió hasta el final del pasillo, oliendo todo desesperado—. ¡¿Estás celoso?!
Estaba gritando, haciendo un completo escándalo que puso incómodo al alfa.
—No, bien por ti —YoonGi simplemente dijo, apretando la mandíbula tanto como pudo. No quiso que las palabras de HoSeok le afectaran. Aunque lo hicieron. No por HoSeok, su enamoramiento se suicidó hace mucho tiempo.
Pero picó bastante en sus inseguridades. Su seguridad realmente se parecía mucho a un castillo de naipes, igual de frágilmente construida.
Un simple soplo y todo se vino abajo.
—¿Bien? ¡Dime algo, YoonGi! ¡¿No vas a enojarte e intentar reclamarme?!
Los labios de YoonGi se separaron. Se le ocurrió una larga lista de cosas que decir y de todas, la única que pudo decir fue un monosílabo acompañado de una sonrisa tenue.
—No.
Luego de eso, YoonGi simplemente se escapó. Caminó rápido por las escaleras, saltando cada dos peldaños para alejarse más rápido, escuchando a HoSeok llamarlo cada vez más angustiado.
Nunca volvería, sólo correría al frente e ignoraría la tormenta que se desató detrás de él.
Pasó un buen rato medio trotando hasta que sintió su tableta vibrar dentro de su bolso deportivo. YoonGi sólo tomó el aparato con intención de rechazar la llamada, pero al mirar que se trataba de JungKook no tuvo más opción que responder.
Apenas estaba encendiendo el altavoz cuando un grito de JungKook perforó la línea.
—¡YoonGi, es JiMin!
YoonGi se congeló lentamente. Casi en cámara lenta.
—¿Mi lobito? ¿Qué, qué t-tiene? —tartamudeó estúpidamente y nerviosamente.
—Kai me reportó anoche que la temperatura de JiMin llegó a grados altos. —Su visión se puso un poco borrosa en los bordes y la voz de JungKook se escuchó lejana en comparación con sus agitados latidos del corazón—. No escuché la alarma porque estaba con SeokJin, pero no sabemos qué hacer. ¡Hyung, estamos muy preocupados!
—¿D-dónde están?
—¡Afuera de nuestros dormitorios, pero...!
Sin esperar más, el alfa colgó la llamada repentinamente e inició una carrera camino al amor de su vida. Toda la adrenalina en sus movimientos hizo que los escáneres leyeran mal su tarjeta de identificación, así que tuvo que hacerlo dos veces. Las dos veces fueron una tortura, su mano tembló asquerosamente.
—¿Dónde está JiMin? —preguntó sin aliento tan pronto como llegó al lado de JungKook. SeokJin también estaba ahí y seguro sólo era cuestión de tiempo para que NamJoon y TaeHyung apareciera. Así que, ¿dónde estaba JiMin? No hubo rastros de su presencia por ningún lado—. ¿Ya está en la enfermería?
JungKook dejó de morderse las uñas para responder.
—No. Sigue en su habitación.
—¿Qué mierda?
—No me está dejando entrar, Hyung. Hice que Kai abriera, pero JiMin se aseguró de trabar la puerta manualmente, desde adentro —El alfa más joven le explicó rápidamente. Demasiado rápido, estaba muy nervioso—. Es obvio que no me quiere ahí. Soy un alfa, los alfas no están felices de tener a otros alfas cerca cuando están en celo.
Claro que YoonGi lo sabía, pero nunca esperó eso de JiMin. Su dulce amor no dio la impresión de ser alguien territorial, pero por supuesto, los celos eran la revelación de instintos. Todo aquello oculto que no pudo mostrarse gracias al racionalismo.
—¿Entonces qué...?
—Tú tienes que intentarlo —SeokJin sugirió, mirándolo con determinación—. Haz que abra.
—Pero mierda, tampoco me querrá ahí porque soy un alfa, intentará atacarme... O eso creo porque...
Sus manos se movieron a su pelo para hacer algo con toda la frustración que sentía.
—Ni si quiera te atrevas a menospreciarte, YoonGi —le interrumpió severamente Jin, haciendo que YoonGi olvidara que quería tirar de sus cabellos—. JiMin te ve como un alfa, pero te llamamos porque necesitamos intentarlo todo.
Sí, SeokJin tenía un gran punto. El estudiante de fisioterapia mereció que el mundo se volteara de cabeza sólo para ayudarlo.
Así que YoonGi se acercó para tocar la puerta. El miedo hizo que su saliva se volviera difícil de tragar. ¿Qué haría si JiMin no le permitía entrar? ¿O qué haría si JiMin abría la puerta? ¿Significaría que instintivamente lo miró como un omega? Mierda, que miedo más idiotamente egoísta.
Rugiendo, el puño de YoonGi hizo contacto con la puerta.
Su lobito lo necesitaba, su rango era lo menos importante ahora.
—¿Lobito? ¿Puedes escucharme? Soy yo. —Después de lo estúpido que debió sonar agregó. Su voz fue un hilo apenas perceptible—. Necesito saber cómo te encuentras y... ¿JungKook puede entrar?
Por un largo momento únicamente hubo silencio, nadie se atrevió a moverse para no hacer ruido. Entonces la voz de JiMin sonó débilmente.
—No, por favor, no lo quiero aquí.
JiMin se desgarró en las últimas palabras, en un volumen tan bajo que YoonGi tuvo que pegar su oreja a la puerta para escuchar mejor. El ambiente estaba demasiado silencioso, por lo que pudo escuchar su propio separar de labios al hablar.
—¿Y yo?
Hubo un ruido indescifrable al otro lado de la puerta. Para YoonGi sonó como si JiMin hubiera dado pasos gigantes.
—¿Quieres?
—Claro que quiero, lobito. Y no quiero agredirte, pero necesito ver cómo...
Antes de que YoonGi pudiera terminar la frase, la puerta se abrió. De una manera sumamente abrupta que el jugador de hockey tropezó hacia al frente al no tener el muro de apoyo. No tocó el suelo simplemente porque JiMin estuvo ahí para sujetarlo.
—Alfa... —JiMin masculló felizmente lejano y mierda, esa versión de JiMin debió acercarse mucho más a su versión borracha. Todo suave en su mirada, torpe en sus movimientos, ardiendo en sus mejillas. Estaba tan hermoso que YoonGi también perdió la sobriedad. La bomba de feromonas en el aire ayudó.
El aroma rápidamente golpeó a YoonGi como un tren de carga descarrilado. Cada rincón del lugar olió como brownies recién horneados en la misma bandeja que cupcakes de fresa y pasteles de melocotón. Fue demasiado dulce, justo como al alfa le gustaba.
Bastó con una inhalación para que YoonGi estuviera medio duro en sus pantalones. Él ignoró eso.
—E-Eh...
—Aquí —JiMin pidió, tomando lo que era suyo en dirección a su cama. YoonGi se distrajo por un segundo al ver la pequeña mano tirándole con tanta fuerza. Su pequeño lobito era mucho más fuerte de lo que mostró.
Cuando miró de nuevo al frente se sorprendió con lo que encontró. Tanto que sus pies se enredaron los unos con los otros.
En el centro de la cama, JiMin hizo un fuerte de almohadas. En realidad, eso habría sido un fuerte de almohadas, de no haber sido por las prendas de JiMin y YoonGi perfectamente mezcladas para dar la estructura de una casa de campaña circular.
Mierda. No era un fuerte de almohadas.
—Lobito... ¿E-esa es mi ropa? —Mientras preguntaba se volvió una estatua. JiMin hizo un pequeño gruñido de protesta e intentó conducirlo devuelta. Como ya no pudo mover a YoonGi por su cuenta, tuvo que pedirlo desesperadamente.
—Alfa, te quiero dentro.
¿Por qué esas palabras justamente?
YoonGi cerró los ojos, siseando para mantener el control. No quiso ver cuando JiMin lo condujo al interior de la ropa. Sus ropas, específicamente; una chaqueta de YoonGi, un suéter amarillo de JiMin, la camiseta deportiva de YoonGi, un chaleco bordado de JiMin, un gorro de lana que YoonGi olvidó en la habitación de JiMin, las almohadas de JiMin y el peluche de JiMin con aroma de YoonGi.
Había tanto de YoonGi y JiMin.
En un nido.
El panorama fue mucho más asombroso al abrir los ojos estando dentro. Las manos de YoonGi no fueron muy ágiles para sujetar a su lobito cuando este trepó hasta su regazo, porque estaba tan malditamente mareado de la impresión que podría desmayarse.
—¿No te sientes amenazado porque estoy aquí?
—No. ¿Te gusta? —JiMin rebotó la pregunta para nada interesado en la de YoonGi. Le dio al alfa la impresión de que su presencia no fue un problema, sino un regalo. Sus ojos brillantes no mintieron—. ¿Te gusta?
A los omegas les encantaba que sus alfas se sintieran orgullosos, YoonGi lo tuvo en cuenta responder.
—Hiciste un buen trabajo, omega. —El chico castaño sólo ronroneó gustoso a su alrededor.
Cuando hubo una nariz cerca de su glándula de olor, YoonGi luchó contra el impulso de estremecerse fuertemente. Muy quieto, miró hacia la lejanía mientras permitía que su omega se refugiara en su cuerpo.
De hecho, no hubo más que una nariz curiosa en su cuello.
—Me sorprende que no estés tratando de entrar en mis pantalones. Y también me hace sentir ofendido —agregó un poco divertido, atreviéndose a echarle un vistazo al rostro ajeno. Las cejas de JiMin se fruncieron adorablemente. Con sus pupilas dilatadas, sólo se miró más hermoso.
—¿Pantalones?
—Nada, lobito —Para mantenerlo ocupado, YoonGi tomó las muñecas del omega y las frotó con sus pulgares. Cuando tocó los muslos desnudos de JiMin, cerca de la ingle, para darles una marca de olor también, fue casi como sedarlo. El omega suspiró de placer y cerró los ojos—. Kai, dame un reporte de cómo son los celos de JiMin.
—Suele padecer mucha deshidratación. —Un gruñido interrumpió el informe de Kai. Era el sonido de los instintos de alfa comenzando a hacerse cargo de su pareja—. Se siente ansioso al estar solo. Por eso no sale de los dormitorios.
—Joder, ¿algo más?
—Si me permites agregar, según mi análisis de su comportamiento está siguiendo los lineamientos de un omega en su temporada de apareamiento.
—¿Te diste cuenta antes o después del nido? —YoonGi le respondió a Kai lo suficientemente sarcástico para que sus colmillos sobresalieran de sus labios al hablar. Ya que no recibió una respuesta de inmediato, chasqueó la boca.
—Dado que se está comportando como un omega, sentirá la necesidad de ser anudado hasta que su temporada termine.
—¿Qué, joder? —Sin poder reprimir el impulso de hacer algo, YoonGi se rascó violentamente el inicio de su cicatriz en la cara. Sus movimientos terminaron por sacar a JiMin de su ensoñación— ¿No hay otra forma que un jodido nudo?
El estudiante de fisioterapia parpadeó lentamente, ladeó un poco la cabeza.
—¿Nudo?
—N-no digas esa palabra. —YoonGi no pudo hacer más que tartamudear cuando la mano de JiMin se deslizó en dirección a su bragueta, su propio cuerpo se había paralizado. No pudo hacer más que respirar entre dientes y sólo sentir la mano intrusa ahuecar su media erección. Cuando JiMin lo sujetó con más confianza, naturalmente sus caderas empujaron hacia arriba—. Mierda, no...
—Alfa, dámelo. Lo quiero, tuyo —JiMin le pidió frunciendo el ceño y el ambiente caliente simplemente se enfrió para YoonGi. Él besó la frente de su dulce tesoro, rodeándolo con sus brazos, ahogándose en el aroma que tanto amaba para no escuchar sus inseguridades.
La situación le habría resultado menos hiriente si el enfrentamiento con HoSeok no estuviera tan fresco. Si el mismo JiMin no lo hubiera pedido antes.
—Voy a conseguir algo para hidratarte —anunció en un intento de distraerse e intentó ponerse de pie.
Sólo que JiMin no se lo permitió. Lo sujetó en un agarre mortal, con los ojos llorosos y su olor agriándose velozmente.
—¡No, alfa! No puedes irte, no quiero que vayas con otros omegas. N-no, por favor.
—Mierda, mierda, guarda la calma, mi luz. —YoonGi sujetó su rostro favorito entre sus manos. Obligando a que JiMin le sostuviera la mirada, para que pudiera encontrar sólo verdad en sus ojos—. No me estoy yendo con ningún otro omega, sólo tú. ¿De acuerdo? Pero necesito mi tableta, ¿puedes ser un buen chico y dejarme tomarla?
Aunque JiMin accedió a regañadientes. YoonGi tuvo que buscar su bolso deportivo que dejó caer al pie de la puerta, con su omega en sus brazos, recio a moverse un sólo centímetro. Entonces hizo una orden de alimentos a la habitación, pidiendo específicamente que todo fuese traído por un robot ayudante.
Si un omega se acercaba a unos metros de su nido, JiMin iba a enloquecer. Si un alfa ponía un pie cerca del dormitorio, YoonGi intentaría pelear con él a muerte.
La sola idea de un alfa acercándose a su omega en celo hizo que sus colmillos crecieran.
El desafío también estuvo en tomar la bolsa de compras sin soltar a JiMin, ni alejarse demasiado de la cama. El omega se enfureció porque ambos estaban saliendo de su nido demasiado para su gusto. En represalia aceptó tomar agua porque tenía mucha sed, pero no permitió que YoonGi le diera de comer la gelatina de fresa que le compró.
Tal vez JiMin inteligentemente sospechó que la gelatina contenía medicamentos para controlar su fiebre.
—Toma, lobezno. Lo necesitas. Complace a tu alfa, ¿sí? —Ante la implicación, JiMin separó un poco los labios, pero no lo suficiente para que la cuchara entrara en su boca. YoonGi contuvo el impulso de reír, eso sólo le daría fuerza a su amado enemigo. Pero ver a JiMin actuar así, le mostró que lo amaba en todas sus facetas. ¿Estaba jodido? Sin duda alguna—. Vamos, te daré lo que quieras cuando termines esto.
Entonces JiMin rápidamente tomó la cucharada. Terminó rápidamente las dos gelatinas, para después acostarse sobre su espalda, estuvo listo para pedir su deseo al rodear el cuello del alfa con sus brazos. YoonGi esperó entonces.
—Nudo.
—No puedo, JiMin... —YoonGi le recordó en un susurro, sonriendo destrozado. JiMin inconsciente de su dolor, frunció el entrecejo y lo intentó con algo más.
—Marca.
—¿Marca de olor? —El alfa intentó negociar, recibiendo una negación fuerte con la cabeza.
—Marca de apareamiento.
—¿Beso? —YoonGi puso en la mesa, JiMin lo miró interesado sólo entonces. Se lo pensó por un momento y dijo en voz baja:
—Beso, alfa.
Como si todo fuera un asunto clandestino.
Un beso.
Mirando los rosados labios de JiMin, YoonGi se pasó la lengua por los suyos y sintió el brutal deseo corriendo por sus venas. Sólo un pequeño roce, bastaría con eso para cumplir su trato sin violentar nada en su relación.
Sólo un beso.
Se dijo que apenas contaría como uno. Así que sujetó el rostro de JiMin con sus grandes palmas para inclinarlo en el ángulo correcto, se acercó lentamente y presionó un casto beso con los ojos medio cerrados. Fue tan corto que apenas empezó había terminado.
Sin embargo, JiMin no estaba teniendo nada de eso. De manera repentina, obligó a YoonGi a sentarse en el colchón y luego fue sobre él, montándolo. Y únicamente de esa forma, se abrazó al cuello de su alfa fuertemente, tirándolo para un beso largo
Sin haber tomado la cantidad correcta de aire porque no lo había anticipado, YoonGi casi se ahogó en el placer. No tuvo tiempo de cerrar los ojos, sus manos se congelaron en el aire ante el coctel de sensaciones. Los labios de JiMin eran suaves, muy, muy suaves. La cosa más esponjosa que YoonGi había sentido en su vida. También estaban mojados por el agua que antes bebió y sabían a fresa por la gelatina, eran deliciosos. Besar a JiMin se sintió como ganar diez partidos de hockey al mismo tiempo. Fue como volver a nacer. Besar a JiMin se sintió igual al paraíso.
Lentamente los ojos de YoonGi cayeron y sus manos encontraron un lugar natural para acomodarse en la cintura de su omega.
La forma de besar de JiMin era en exactitud como JiMin. Evidentemente inexperta, pero muy dulce y también hambrienta, besó a YoonGi como si fuera el único alfa del mundo capaz de complacerlo en su celo. YoonGi fue absolutamente adorado, JiMin acarició su alma herida. Besó sus inseguridades hasta hacerlas nada, simplemente con su boca bailando alrededor de la suya, abriéndose, cerrándose, borrando todos los recuerdos de otras bocas que YoonGi pudo tener. No existió nada más que JiMin, JiMin y JiMin. Todo se trató sobre él. Fue como volver a ser un joven primerizo recibiendo su primer beso, de su primer amor.
YoonGi podría morir bajo el peso de JiMin y sus besos torpes.
Tal vez murió.
—Alfa —JiMin gimió necesitado, un poco angustiado y YoonGi lo sujetó fuertemente de las piernas, respirando entrecortado cerca de la boca ajena. Sus dedos se clavaron con algo de fuerza en los carnosos muslos en un toque meramente territorial. Quería ayudar a su omega en su dolor, todos sus instintos picaron por hacerlo, su pene se llenó ante esa idea. La necesidad amenazó con consumirlo.
—Está bien, lobito. Alfa sabe lo que necesitas —dijo con su voz tres cuartos más graves de lo que era a causa de la excitación. Con las manos sobre sus caderas levantó a JiMin y lo acomodó en una posición que le permitía a su lobito montar su muslo, fue tan fácil maniobrarlo que su instinto de alfa se sació—. Eso es, eres tan bueno. Porque estás tan caliente por tu alfa, siendo tan buen chico por él.
El olor de YoonGi se volvió mucho más penetrante mientras le ayudaba a JiMin a macar un ritmo rápido en el empuje desordenado de sus caderas. Se estaba volviendo demasiado abrumador para él incluso si no fue quien recibió la estimulación. Pero, cuando JiMin hizo puños sobre su ropa y comenzó a rogar, fue puesto al límite.
—¿Tócame, alfa? Me siento todavía ¿vacío? Yo... Por favor. —Velozmente, YoonGi deslizó una mano dentro de la cinturilla de los pantalones cortos de JiMin, pero no dentro de su empapada ropa interior. Sólo lo acarició superficialmente.
—¿Es bueno, amor? —Esta vez la pregunta de YoonGi no fue en el sentido de la charla sucia, únicamente quería conocer los límites de su omega—. Quiero hacerte sentir tan bien, dime que te encantan las manos de tu alfa.
Sin embargo, lo único que JiMin pudo hacer fue asentir. Estaba muy alto, tenía los labios entreabiertos que liberaron bonitos gemidos, dejando caer su cabeza sobre sus hombros.
Al tener el cuello expuesto, YoonGi no pudo soportarlo. Su pecho retumbó por un gruñido profundamente rico, antes de inclinarse a morder la indefensa piel canela. Habría sido una marca de apareamiento, pero realmente sólo fue un chupetón un poco más rudo del resto. A pesar de la brusquedad, claramente le gustó a JiMin. Fue el impulso que necesitó para que, en un suspiro más agudo que los demás y su cuerpo tensándose como la cuerda de un arco antes de disparar, se corriera en sus pantalones.
La respiración irregular de JiMin sonó fuertemente.
El pecho de YoonGi también bajó y subió violentamente con cada respiración, ambos sintieron la necesidad de detenerse a respirar por un momento.
Teniendo a su omega dócilmente bajando de lo alto del pico del placer, YoonGi aprovechó para cambiarlo de ropa. No quería que su omega permaneciera pegajoso, tenía que mantenerlo en las mejores condiciones, cuidarlo.
—Esta es ropa de tu alfa, la dejé en este cajón para cuando la necesitara —le contó a JiMin, cambiándolo con una sonrisa de oreja a oreja y movimientos suaves—. Apuesto a que no sabías de mi escondite o la habrías usado en tu nido.
JiMin apenas respondió. Comenzó a parpadear cada vez más pesadamente y bostezó, se frotó los ojos con sus puños. YoonGi no pudo encontrarlo más hermoso. En su bruma post orgásmica, su cabello castaño más revuelto de lo normal se vio tan ido, tan hermoso, tan vulnerable para él.
Al volver a la cama, su lobito se movió a la velocidad de la luz con el objetivo de dormir sobre él, recostando la cabeza en sus clavículas. La posición hizo que YoonGi no pudiera mirar más que la coronilla castaña, pero le bastó. Ahí sintió que miraba todo su mundo.
Deslizó su mano dentro de la camiseta de su omega, ganándose un respingo de sorpresa. El alfa calmó el susto con un arrullo. Sólo cuando JiMin estuvo tranquilo, dulcemente comenzó un masaje en el suave vientre debajo de sus manos.
—¿Alivia el dolor de los cólicos? —YoonGi preguntó, aunque ya conocía la respuesta. JiMin pareció confundido por un momento, pero luego asintió. Escondió la cabeza en la curvatura del cuello de YoonGi, llorando con la misma fuerza que un rocío en la mañana.
Ya que el aroma de JiMin se mantuvo feliz, YoonGi no se angustió al sentir la humedad en su piel. Permitió que su pareja llorara lo necesario, luego lo sintió quedarse dormido por la falta de movimientos y él le siguió un poco después.
En el nido que fue construido para los dos, YoonGi se durmió con una sonrisa satisfecha porque le fue demostrado que era suficiente para su omega.
Él era suficiente.
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