40
Últimamente el padre de YoonGi había hecho numerosos esfuerzos para comunicarse con su hijo. Aunque el montón de mensajes no eran disculpas, sino peticiones para que llevara a JiMin a casa y los tres tuvieran una charla. No importó lo puntual que fue YoonGi en negarse, su padre no se rindió.
El hombre era demasiado terco para su propio bien. Pero YoonGi también lo era, en la misma medida. Así que rechazó la llamada de su padre con movimientos bruscos, después arrojó su tableta electrónica al fondo de su mochila en un único tiro sólo porque confiaba en su buena puntería.
No tenía tiempo, ni energía que desperdiciar discutiendo contra un vehículo que sólo iría en un sentido. Lo importante era su presente, debía concentrarse en su juego.
Faltaba menos de una hora para que iniciara el partido de la semifinal en su categoría y a cada momento que transcurrió, YoonGi se sintió más inquieto. Su piel comenzó a picar gracias a la ansiedad, sus garras crecieron ligeramente y sus feromonas se volvieron mucho más espesas de lo normal.
Su extraño y creciente nerviosismo fue en aumento de golpe cuando HeeChan apareció. Estar a solas con ese idiota nunca fue un buen augurio.
—¿De quién es ese olor a omega en celo? —Ante la pregunta sarcástica, YoonGi tensó cada músculo de su cuerpo canónicamente—. ¿Viene de ti, YoonGi?
Lo último en contraerse en YoonGi fue su mandíbula. Estaba muy dispuesto a golpear a HeeChan por dos razones. La primera; el idiota quería cogerse a JiMin sin siquiera reconocer su olor, que cosa más desagradable. La segunda; lo estaba llamando omega, no fue nuevo, únicamente tedioso como siempre.
—¿Nunca pierdes el tiempo para decir estupideces?
—Habría sido diferente si hubieras aceptado mi ofrenda de paz.
—Vete a la mierda. —Rápidamente YoonGi respondió, sacándose su camiseta para cambiarla por el uniforme. La prenda la escondió en su mochila esperando que el olor no atrajera más la atención de HeeChan. Fue como intentar esconder un sangrado en el océano, demasiado cerca de un tiburón hambriento.
La camiseta olía un montón a JiMin porque YoonGi estuvo con él toda la noche. No fue su plan original, pero despertó con su lobezno durmiendo en su pecho, así que lógicamente todo el olor a panecillos recién horneados con mucha azúcar se impregnó a cada parte de la tela.
Las feromonas de JiMin estaban aún más prendidas de lo normal ya que desde días anteriores el propio JiMin ya olía a celo.
—¿Pero entonces que olía tan bien?
Por mucho que YoonGi quisiera encajarle un puñetazo a HeeChan en la boca y callarlo de una maldita vez, no era un buen momento. Siendo responsable se mordió la lengua para evitar responder, sólo tomó su mochila, se cambió de sala.
No era habitual que huyera. Por ello, cuando llegó con el resto de sus amigos se sintió de un humor terrible. ¿Los cambios de humor venían en el paquete de efectos secundarios en la nueva velocidad de su tratamiento? Probablemente. Eso sólo irritó más a YoonGi.
Dejó caer la mochila directamente al suelo, listo para continuar su cambio de ropa. Pero el ruido sordo de su mochila saludando al suelo inevitablemente atrajo la atención de sus amigos, todos lo miraron extrañados por un largo rato.
—¿Qué te sucede? —NamJoon le preguntó, siendo el primero en atreverse a mencionar lo obvio.
—Nada en realidad. —YoonGi cambió velozmente el tema de conversación volviéndose hacia TaeHyung—. ¿Sabes algo de JiMin? No respondió mis últimos mensajes.
El beta se había escapado antes del final de sus clases para estar con sus amigos durante el partido de hockey. No es que JiMin no hubiera podido hacerlo, pero su lobito se sintió terriblemente mal y tuvo que abandonar el aula. Su celo estaba cerca, casi sobre él. Era cuestión de unas horas para que empezara.
Era un hecho seguro que no llegaría al partido de hockey, pero YoonGi no perdió la esperanza. O la esperanza no le permitió perderla.
—Tampoco respondió los míos.
A la mierda, había que ser realista y no egoísta. JiMin no iba a llegar, tomando en cuenta la forma en que olió la última vez que YoonGi lo visitó y el dolor que sintió en la mañana, ya debía estar en su etapa inicial.
Con un suspiro, YoonGi dejó que la frustración furiosa se escurriera de su sistema. Entonces sólo le quedó una aplastante decepción que lo llevó a sentarse en el suelo.
—Hermanos, estoy tan salado. Nunca puede venir a verme jugar en presencial. Sólo espero que esté bien...
—No es nada grave, Optimus. Sólo es un celo, es una mierda molesta que terminas disfrutando. —SeokJin tan descarado como siempre dijo—. Necesitas relajarte, oye, terminando el partido yo invito las bebidas. También podemos adelantar nuestra fiesta de Halloween en privado.
La oferta habría sido buena en otro momento, YoonGi hizo una mueca.
—No puedo. Tengo una cita en mi consultorio.
—¿No tuviste una cita ayer? —NamJoon mencionó objetivamente. YoonGi tragó saliva nerviosamente, no recordaba haberlo mencionado, sólo que su amigo omega sí. Esto era malo, sus amigos no debían saberlo o nunca lo perdonarían.
—No.
—Estás mintiendo. No recuerdo que tus citas fueran así de cercanas.
Lo más inteligente que YoonGi pudo hacer fue levantarse, sin mucha idea de cómo escapar. Excepto que terminó mareándose por la velocidad con la que se movió, las rodillas le temblaron, su cuerpo se tambaleó hacia atrás.
—¡Wow, YoonGi! —NamJoon gritó y acompañado de SeokJin corrieron a sostenerlo. TaeHyung tuvo el impulso de hacerlo, no llegó más lejos únicamente porque sus reflejos no eran tan rápidos—. ¿Qué pasó?
—Un mareo. Nada más.
—¿Un mareo antes del partido? Que señal más horrible.
—Estaré bien, Jin.
—YoonGi, tienes que tranquilizarte —TaeHyung mencionó bastante sereno. Pero esa debía ser su actitud médica como la de JiMin ante una situación de caos, no su antigua insensibilidad—. Déjame hacerte un chequeo.
Un chequeo no haría nada por él. YoonGi no permitió que el beta se acercara, se alejó en un parpadeo del agarre de sus amigos.
—No encontrarás nada que tú conozcas, Tae. —Bajo la atenta mirada de todos sus amigos, YoonGi se tomó una pequeña pausa que gastó en lamer sus labios resecos. SeokJin se cruzó de brazos antes de hablar.
—¿Qué estás haciendo, YoonGi?
—Nada.
No estaba haciendo nada. Nada que ellos pudieran notar.
—YoonGi —NamJoon insistió y YoonGi se plantó en sus pies para confrontarlos a todos. Supo en ese momento, que no había forma de escaparse, había derramado un poco de información y sólo con eso sus amigos nunca lo dejarían en paz.
Cerrando los ojos en señal de derrota, escupió la verdad.
—Aceleré mi tratamiento.
—¿Qué? ¿Cómo es eso?
A juzgar por el tono alarmado de NamJoon, no se lo tomó nada bien. La postura en defensa de SeokJin tampoco fue un signo de aprobación. YoonGi estaba en problemas definitivamente, no era estúpido para no saberlo.
—Sólo seré un alfa más rápido. No importa, no hay mucho sacrificio. —Discretamente dijo que no hubiera nada de sacrificio. Tae lo notó porque claramente era el chico que más sabía sobre hacer pactos con el diablo.
—Eso no es cierto, siempre hay un sacrificio que dar para recibir una meta tan grande. ¿Qué estás sacrificando?
—No importa mi cuerpo. No estoy complaciendo a alguien más, Tae —YoonGi lo mencionó siendo cuidadoso al respecto, pero mostrándole al beta que había una diferencia entre los dos—. Es algo que muero por tener.
El capitán de hockey finalmente estalló. Lanzó un puñetazo contra la pared, nadie parpadeó ante ello.
—¿Pero por qué ahora, YoonGi? ¿Por qué? ¡Estás bien así!
—Es tan fácil decirlo, Jin. Eres cis — YoonGi respondió, sintiéndose más amargo de lo que debería al mencionar lo obvio. Estaba excesivamente frustrado con el mundo de diferencias entre las personas cisjerárquicas y las personas transjerárquicas.
—Es sobre JiMin —NamJoon señaló hablando más siseado de lo normal. Estaba demostrando su furia a su propio modo—. Sé que es sobre JiMin, mi sexto sentido me lo dice.
Acorralado, YoonGi retrocedió. Chocó contra la banca metálica de rejillas del vestidor y parte de su equipo de protección se vino abajo. Siendo la oportunidad perfecta para ignorar a sus amigos, YoonGi se inclinó para recoger sus pertenencias.
Aunque no terminó su tarea, SeokJin se acercó para arrebatarle su collarín.
—YoonGi. ¿Esto es por JiMin o no? —La forma en que sus amigos lo estaban tratando era tan vergonzosa que YoonGi hizo puños con sus manos vacías y trató de levantar la cabeza. Aunque estuviera haciéndose daño, no tenían que humillarlo así—. Responde.
—Es sólo una parte.
El coro de decepción de sus amigos hizo que su cara se pusiera roja. Pero no agachó ni un poco la cabeza.
—Estás haciendo lo mismo que con HoSeok —NamJoon murmuró, consiguiendo que YoonGi se crispara. No iba a permitir que compararan a JiMin con HoSeok, ni en una mínima indirecta.
—Mierda, retira esa acusación. No es igual, JiMin no es nada igual que HoSeok y no siento la necesidad de cambiar para salvar lo nuestro. Sé que se ve igual, pero sólo quiero ser un buen alfa para intentar estar dentro de la liga de JiMin. —Nerviosamente, YoonGi se lamió los labios. Incluso soltó una risa autocrítica—. Está demasiado fuera de mi alcance...
—¡Es lo mismo, pedazo de idiota! ¡Te sientes insuficiente para él!
—¡Es porque lo soy! —YoonGi gritó, con sus colmillos reluciendo y sus amigos finalmente se quedaron callados y mantuvieron una expresión preocupada. Gruñendo para sí mismo, YoonGi se revolvió el cabello e intentó poner orden en su cabeza—. Escuchen es complicado, ¿sí? Tardé mucho tiempo en darme cuenta que amo a JiMin porque soy malo con mis sentimientos y un idiota lento.
—Lo sabemos.
De no haber estado tan inmerso en desahogarse, YoonGi le habría gruñido a TaeHyung. No lo hizo, miró su preciado stick que descansaba sobre una banca.
—Porque JiMin se convirtió en poco tiempo en mi luz y mierda, lo quería cerca todo el maldito tiempo y no entendía por qué. Pero soy un hombre de acción, sólo me golpeó hace poco, cuando salimos de vacaciones nosotros casi, uh, casi...
—Casi se besan —TaeHyung completó porque JiMin se lo había contado en cuanto estuvieron a solas.
El recuerdo estiró los labios de YoonGi hacia arriba.
—No quería admitirlo en ese momento, pero sí. Después me dijo que era gay, me puse celoso como la mierda de HeeChan y estaba ahí. —Lo que YoonGi tenía por decir, lo hizo sonreír completamente embobado. Levantando el mentón, orgulloso de sus sentimientos—. Realmente me atrae, en su personalidad, su aroma y su cara preciosa... Me gusta en todos los sentidos que te puede gustar alguien y q-quería pedirle que saliera conmigo.
Al escuchar a sus amigos hacer una fiesta ruidosa, YoonGi hizo un pequeño puchero de bochorno. Mirar la escena que crearon sus amigos, lo hizo sonrojar. Apenas notó que JungKook no participó, se mantuvo de brazos cruzados y distante.
—¿Y cuando se lo pedirás? —NamJoon felizmente levantó el pulgar al preguntar y antes de responderle, YoonGi se mordió los labios con culpa.
—Iba a hacerlo, lo prometo. Le compré una flor natural, en realidad eran dos margaritas porque no tuve suficiente dinero para una rosa y ensayé mi discurso toda la noche. Tenía escrito, lo que iba a decirle... —Sin mirar a nadie, el jugador de hockey sonrió tristemente. Si las cosas hubieran resultado como las planeó, quizás esa noche finalmente habría abrazado y besado a JiMin hasta al cansancio. Sin conformarse con toques amistosos como actualmente—. Pero, pero... Entonces tuve un golpe de realidad y recordé que no soy suficiente para él.
—No puedes decir eso, es...
—Jin, sé que parte está en mi cabeza y otra no. —Entonces vino la parte más dolorosa, YoonGi tocó un hematoma de su codo, sin prestarle atención realmente al dolor. Sólo registró el dolor del recuerdo—. JiMin me lo dijo ayer, él quiere ser anudado en su celo.
NamJoon hizo una mueca de asombro.
—¿De qué hablas? ¿Nuestro JiMinnie dijo eso?
Sí, al inicio YoonGi tampoco pudo creerlo. Pero, ¿por qué no? Cualquier persona atraída hacia los alfas y con un deseo sexual lo querría, JiMin cumplió con todas esas características. Era completamente sano, lógico y no es que su lobito estuviera dañando a terceros. Si el corazón de YoonGi se quebró, no era su problema.
—No está mal que lo quiera, es completamente natural. —Era natural que JiMin compartiera un calor con alguien que pudiera cuidarlo correctamente, casi era de esperarse—. Yo tampoco puedo darle una marca, no puedo, soy nada.
—Pero...
—Además, ¿qué pasa si las personas piensan que soy heterosexual? Sinceramente me asusta —admitió, intentando tragar el nudo en su garganta. Prácticamente ya estaba monologando, pero necesitaba tanto desahogarse—. No me importa ponerle un signo de interrogación a mi sexualidad mientras él se descubre. Puedo llamarme gay sin problemas, aunque no siento que sea mi etiqueta.
Porque él sabía que no era del todo gay. Le resultaría físicamente imposible salir con un alfa, porque ese alfa tendría lo que YoonGi desesperadamente quería. Muy probablemente le mordería las pelotas a su novio sólo por intentar cerrar los ojos al besar.
Sin embargo, su lobito era diferente. No había nadie en el mundo en quien YoonGi confiara más. ¿Estar enamorado de JiMin lo hizo algo gay mientras JiMin se definía? Sí, sin problemas. Incluso si JiMin decidía que no quería ser un omega, el jugador de hockey todavía se llamaría de cualquier forma por tener a su chico.
—Explícate —SeokJin le demandó.
—Sólo tengo miedo, ¿qué pasa si las personas me miran en la calle con JiMin? No van a pensar que yo soy gay, van a pensar que soy un omega teniendo a su alfa. Mi padre omega lo dijo y... Y los demás lo pensarán, voy a volverme como un omega.
Nam intentó calmarlo, acercarse para abrazarlo. Mucho antes de hablar YoonGi supo que no funcionaría.
—YoonGi, eso es una tontería.
—Sé que lo es. Es una tontería, pero... Creo, creo que acepté a HoSeok y su amor de mierda por eso. Salir con un omega me hizo sentir más alfa. —Con sus ojos aguándose, YoonGi tuvo que reírse cruelmente de sí mismo. Todos los descubrimientos de su vulnerabilidad eran patéticos—. ¿Dije que sólo era heterosexual para mirarme como alfa? Sí, joder, sí. ¿Y salir con JiMin es arriesgar la aceptación social por la que tanto he luchado? Que me, gusta tanto... La aceptación de que soy un alfa a los ojos de los demás. ¿Está tan mal, mierda? Me gusta tanto esa puta mierda.
—No es malo querer que la sociedad te acepte —SeokJin reconoció tristemente, bajando su enfado. Miró a YoonGi con un poco de lástima y a YoonGi no pudo importarle menos. Sus dedos se enredaron en sus cabellos como su corazón se enredó.
—Pero esa mierda no hará que esconda a JiMin, no soy así... No. Sólo necesito más de mi tratamiento y...
Antes de que alguien pudiera decir algo, hubo una gruesa lágrima saliendo del ojo de YoonGi. El responsable la limpió bastante asustado. Se paralizó aún más al notar que todos sus amigos habían visto su movimiento.
—Yoon...
—No. No digan nada. No quiero ser así de débil. —Violentamente YoonGi se tragó su llanto. Se dijo que no iba a desmoronarse, mucho más pronto acabaría su tratamiento y sus miedos se evaporarían mágicamente. Se dijo que estaría bien, intentó creerlo.
Pese a eso, todo lo que deseó era un abrazo de su JiMin, esconderse en los brazos de su amor hasta que la tristeza se fuera.
—Vamos a dar un calentamiento —El entrenador anunció, apareciendo de la nada. Ajeno a cualquier pena del grupo, le dio una olfateada al aire—. ¿Qué huele así?
—YoonGi se está descomponiendo —SeokJin respondió ácidamente. Su normalmente astucia para hacer bromas en ese momento sólo le dio una respuesta mordaz.
—¿De verdad, niño? No puedes caerte ahora, tienes que salir a jugar. Hay tantos reclutadores aquí que...
En su afán de levantar a su mejor jugador, el entrenador sólo hizo que el volcán erupcionara con más fuerza.
—¿Y qué, entrenador? —YoonGi se volvió hacia él. Sonriendo y dejando que las lágrimas corrieran libremente. Ya estaba totalmente desbordado con sus emociones. Las heridas estaban demasiado crudas para intentar ser ocultadas—. ¿De qué me serviría eso? No importa lo que haga, no importa que tan bien esté mi juego. Todos corren al saber que no soy un alfa cis y estoy tan harto de eso.
Tan desecho.
—¡YoonGi, inicia tu calentamiento! Vamos a perder sin ti.
—Eso es lo más jodido, ¿no? Valgo más de lo que todos me hacen creer. Carajo, yo valgo un poco y no puedo ser recíproco con la primera persona que me lo enseñó. —Sujetando su propio uniforme de hockey como una forma de señalarse, YoonGi se exaltó.
—¿Qué...?
—No lo intente, entrenador. No lo entenderá... —murmuró en voz baja. Se recompuso un poco para comenzar a trabajar. Ya no había tiempo para llorar sobre la leche derramada—. Ya estoy calentando.
Sería su último partido si YoonGi no se concentraba. Perder tan cerca de la final sería más mierda que no necesitaba en su vida.
Como alfa era un desastre, como amante era aún más desastroso porque no pudo decirle a JiMin cuánto lo amaba y desde siempre. Pero como jugador intentó arreglarse, ese partido salió a jugar y dedicó cada gol al chico de cabello chocolate con leche y dulces inconscientes lecciones sobre amarse a sí mismo.
Tontas, tontas temporadas de apareamiento. JiMin pensó. Él no quería aparearse, quería retomar sus actividades escolares y pasar tiempo con YoonGi. Ya se había perdido su semifinal gracias a su primer día de calor, así que únicamente le quedó el deseo de compensar al alfa por su esfuerzo.
Con un suspiro de cansancio, JiMin colocó el dorso de su mano sobre su frente para sentir la temperatura de su piel. Como esperó, estaba ardiendo.
Raro, porque al mismo tiempo tenía tanto frío. ¿O eso sólo vino de su corazón hambriento?
Esperando solucionar algo, estiró su brazo a ciegas en busca de una botella de agua en su mesita de noche, pero sus movimientos torpes, como si estuviera sedado, hicieron que el agua se derramara en parte de su brazo. En realidad, el resultado fue mejor que simplemente beber el líquido, así que JiMin tomó otra de las botellas y la vertió sobre su cabeza.
Otra botella fue directo a su cuerpo, la última a su entrepierna. Demasiado tarde JiMin notó que eso había sido un completo desperdicio. Rápidamente su cuerpo absorbió toda el agua, lo único que tardó en secarse fue su ropa.
Además, tenía sed de nuevo y ahora todas sus botellas estaban vacías. No calculó correctamente la cantidad de agua que necesitaría esos días y ya estaba sin nada, justo en la racha final.
Sin más opción, JiMin continuó recostado en su cama mojada completo hecha un desastre. Casi como un omega cachondo en su temporada de apareamiento, como si hubiera estado goteando su lubricante natural hasta empapar las cobijas. Ayudó que había estado estirándose a sí mismo en busca de algo de alivio, de esa forma su ropa interior estaba mojada gracias al lubricante sabor a fresas que escurrió hasta sus muslos expuestos.
La cautivadora fantasía que su cerebro produjo hizo que sonriera tristemente. Lágrimas acompañaron el movimiento.
El recordatorio de su realidad estaba firme entre sus piernas. JiMin lo sintió y decidió ignorarlo, por ningún motivo miró su entrepierna después de masturbase locamente, porque entonces lo que encontraría. Vería el bulto del nudo tratando de desinflarse, viéndose más grande de lo que era en sus pantalones cortos.
Fue fácil fingir que no había un nudo. Fue tan sencillo fantasear con que su cama estaba mojada por su cuenta, por su propio lubricante que escurrió desde su ingle hasta sus muslos y no a causa de uno artificial. Quizás también se le podía adjudicar un poco del hecho a sus lágrimas.
Además de estar increíblemente caliente, JiMin generalmente estaba fuera de sus emociones en sus temporadas. Demasiado crudo para afrontar la realidad sobre el tipo de celo que estaba teniendo.
Él quería ser cuidado, arrullado, protegido en todos esos días. Recibiendo besos suaves y que le hicieran el amor tanto hambrientamente como dulcemente.
Intentó envolverse en su cobija para esconderse de todos sus miedos y al tirar de ella, encontró algo mucho más áspero que la lana. Entre sus dedos descubrió que era la camiseta de entrenamiento de YoonGi, que todavía apestaba a YoonGi.
Olía a su alfa.
Se sintió como tener a YoonGi en ese momento.
Como si pudiera oler a YoonGi por medio de un abrazo.
Respirando pesadamente, JiMin hizo todo lo posible por no tocarse mientras inhalaba la ropa de YoonGi. Él realmente lo intentó, luchó bastante, no fue su culpa que estuviera en finales de su calor y su fuerza de voluntad simplemente flaqueó.
Desgraciadamente no fue lo suficientemente fuerte y respiró el aroma de su alfa, montando sus propios dedos con abandono. En sus fantasías, era YoonGi con su glorioso cuerpo de deportista desnudo, YoonGi diciéndole lo bueno que era, lo bien que se sentía alrededor de su polla, gruñendo en su oído. Quizás abofeteó su trasero un poco, quizás le escupió en la boca, pero definitivamente lo sostuvo tan fuerte contra el colchón que JiMin prácticamente fue atado y restringido de sus movimientos
Lo único que JiMin pudo hacer en sus fantasías fue abrir las piernas para su alfa y gemir tan fuera de sí mismo.
Pero al terminar, YoonGi lo sujetó muy suavemente, besó sus labios y frotó cada moretón amoroso que pudo haberle hecho. Lo amó tan dulce.
Ese era el sueño completo y ahí radico el problema, era nada más que un simple sueño. JiMin se despidió lentamente de él, abriendo sus ojos llorosos que se cerraron por la fuerza de su orgasmo y encontrando nada. Ni un solo rastro de su adorado YoonGi.
Las últimas lágrimas espolvorearon sus mejillas.
Sólo entonces la sed aumentó tanto que no tuvo más opción que levantarse en busca de algo que beber. Debía haber algo en algún sitio. JungKook debía tener algún suero escondido en la parte de su habitación, YoonGi tenía esa manía.
Sin embargo, no pudo llegar muy lejos. Las piernas comenzaron a fallarle y a mitad de la habitación se encontró derrumbándose.
Abrazando sus rodillas en el suelo, JiMin se resignó a tomar agua, también renunció a levantarse. La deshidratación era muy común en los celos, un problema que todos los alfas y omegas siempre tuvieron. Quizás no era tan malo, JiMin pensó que no. Después de todo, tenía frío, una dolorosa erección, mucha sed y hambre del alfa que amó.
Ahí confirmó la temida opinión popular, un celo enamorado de alguien era diez veces mucho más devastador que uno normal. Su cuerpo estaba siendo malditamente exigente sobre quien quería para aparearse, como si YoonGi no tuviera cero deseos por otro alfa.
JiMin cerró los ojos por un momento, dejándose llevar por todo el cansancio de su cuerpo, el emocional hizo una gran competencia con el físico para descubrir quién podría derrumbarlo primero
—Noto señales alarmantes en tu calor corporal, JiMin —Kai habló, rompiendo la aparente calma de la habitación y el silencio que se produjo cuando JiMin comenzó a respirar menos profundo cada vez—. ¿Autorizas que llame a un contacto de emergencia?
La pregunta hecha por la voz robótica sonó un poco a preocupación.
Pero JiMin no respondió. Sólo cayó en la inconsciencia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro