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37

YoonGi nunca pensó que sentiría alivio de encontrarse a HeeChan en el gimnasio de su universidad. Pero después de su última pelea, estaba felizmente tranquilo de ver a su enemigo hacer repeticiones en la máquina de poleas. Gracias a la medicina moderna volvió al entrenamiento en días.

Aunque la paz no duró mucho, tan pronto como HeeChan caminó hacia su dirección, YoonGi tensó cada músculo de su cuerpo canónicamente.

—Creí que el entrenador te había puesto una orden de restricción hacia mí —masculló, dejando las pesas que había estado ocupando. Casi las dejó caer sobre sus pies con tal de escapar rápidamente. No le importó, no quería tener a HeeChan cerca, mucho menos en ese momento que JiMin le había dicho que quería verlo.

JiMin venía en camino, así que cualquier acercamiento de HeeChan era un gran no.

—No vamos a comenzar a pelear en un lugar lleno de gente.

—¿No?

La réplica de YoonGi fue una clara burla, provocó que HeeChan lo considerada mejor. No sería su primer enfrentamiento público.

—Escucha, no quiero eso. Quiero hacer una tregua de paz contigo. —HeeChan habló lentamente como si las palabras tuvieran un gran peso. YoonGi se detuvo, mirándolo con un nuevo interés. Le costó una mierda creer que algo tan bueno como esa oferta venía de HeeChan. Una tregua sonó como una fantasía considerando que estaban en guerra desde que se conocieron—. El último incidente fue demasiado lejos, pudo poner alguno de los dos fuera de la competencia.

Los labios de YoonGi se torcieron un poco antes de hablar, sólo porque no quería darle la razón a HeeChan. Fue un poco físicamente imposible admitir que HeeChan había sido el más maduro de los dos.

—Eso es cierto. —Terminó mascullando en voz baja.

—Hagamos una tregua de paz. Nada de violencia física mientras tengamos que trabajar en el campeonato.

HeeChan le ofreció su mano para cerrar el trato, YoonGi la miró como si fuera una serpiente venenosa.

—¿Y la violencia verbal? ¿Qué hay de mencionar mi rango como insulto? —preguntó, listo para celebrar una victoria por encontrar el truco en tan buena oferta. Sólo que HeeChan hizo una mueca como si hubiera besado un puercoespín, pero no se echó atrás.

—Puedo tragarme algunos insultos por un tiempo.

Las cejas de YoonGi se levantaron.

¿Así que era el trato perfecto? ¿Sin letra pequeña al final? Parecía que sí. Si ellos no peleaban durante el resto de la etapa del campeonato, al final no les quedaría mucho tiempo juntos. Después del campeonato cada uno iniciaría su propio camino y ahí no habría nada de que mantenerse alerta.

—Está bien —dijo YoonGi en un tono mucho más amable del que usó inicialmente, al mismo tiempo que estiró la mano para alcanzarla la de HeeChan. Él se suavizó visiblemente.

Sin embargo, antes de cerrar el trato. Su idiota compañero de equipo retiró la mano en un parpadeo, sonriendo malvadamente.

—Con una condición.

Un gruñido de YoonGi perforó el aire.

—Era demasiado bueno para venir de alguien como tú. —YoonGi se tocó los colmillos porque los sintió crecer un poco. Mordió la punta de sus dedos para tranquilizarse y habló con ellos en la boca—. Escupe tu mierda ahora.

—Primero quiero el número de tu doctor.

¿Doctor? ¿Cuál doctor? YoonGi arrugó la nariz hasta que lo comprendió. JiMin era un fisioterapeuta, en la cabeza de HeeChan era un doctor cualquiera.

HeeChan pensó que era buena idea manipularlo para obtener algo de JiMin. HeeChan seguía interesado en JiMin, HeeChan quería cazar a JiMin después de la paliza en advertencia que recibió. HeeChan realmente quería morir.

Apretando la mandíbula, YoonGi reunió toda la sobriedad en su cuerpo para no ceder a sus impulsos animales, así que civilizadamente usó las palabras.

—Vete a la mierda.

Aunque no fueron palabras tan civilizadas.

—¡Oh, vamos, amigo!

Pero cuando HeeChan insistió en alcanzarlo para intentar ponerle una mano en el hombro, el control de YoonGi se volvió la línea muy delgada. Se vio puesto al límite, obligado a elegir entre estrangular a HeeChan o no meterse en problemas.

—No me toques y no somos amigos. Joder, te daré otra paliza si no paras. —YoonGi se tomó una pausa para respirar. Se enfrió bastante al pensar en JiMin—. Déjalo tranquilo, él no es un chico para follar.

Era un chico para adorar.

—¿Y si lo llevo a un lugar de autoservicio primero? —HeeChan tuvo la audacia de no sólo pensar esa estupidez, sino de decírsela a YoonGi como una especie de compensación. YoonGi no dijo nada, sólo caminó a la salida. Evitó empezar una pelea que terminaría peor que la última—. ¡Piénsalo! ¡Paz por un número!

Los dientes de YoonGi comenzaron a apretarse tanto entre sí que hicieron un chirrido.

Al salir disparado, chocó con alguien suavecito que intentó ir directo a él. Rápidamente YoonGi fue consciente de haber golpeado a su preciado JiMin, así que lo envolvió en sus brazos, creando un lugar seguro y comenzaron a andar así.

—¡Ugh, alfa, me ahogo! —JiMin se quejó lindamente, intentando mirar el camino porque él fue obligado a ir en reversa.

A YoonGi no le resultó fácil dejarlo ir, todos sus instintos de alfa se habían desenterrado. Tenía que proteger a su lobito. El mundo estaba lleno de idiotas como HeeChan que sólo lo llevarían a una cita mediocre para ocultar sus verdaderas intenciones de joderlo.

Nadie era lo suficientemente digno para JiMin. Nadie.

—No —El jugador de hockey se encontró murmurando sin mucho sentido. Más para sus propios pensamientos que para una respuesta real para JiMin.

—¿No? Estás aplastando mis cupcakes, alfa. —El alfa menor volvió a intentarlo y esta vez sonó algo triste. YoonGi finalmente aplastó su feroz instinto protector, dejando ir a su amado tesoro. Entonces miró que sí. Hizo que dos cupcakes, guardados en una caja transparente que JiMin sostuvo, se volcaran.

—Mierda, te lo recompensaré.

—No es necesario, todavía son comestibles. Vine aquí para darte uno, porque son de chocolate y no creo que pueda con los dos. —JiMin sonrió, aunque miró el desastre que ahora eran sus magdalenas.

Aunque YoonGi acababa de salir del gimnasio, aceptó la oferta fácilmente. Olvidó cómo era negarse cuando JiMin estiró sus labios pintados de rosa, haciéndolos ver más regordetes de lo que ya eran. Él sólo quería sujetar el rostro de JiMin en la posición adecuada y comprobar si su labial sabía o no a fresas.

Disimuladamente hizo una mueca, aceptar su atracción no le daba derecho a chupar los labios de JiMin. Tenía que comportarse.

—¿Entonces lo quieres, alfa? Me los regaló el señor Kang por mi aniversario de presentación, pero no me preguntó sobre mis gustos. Aprecio el detall...

Dentro de toda la explicación, YoonGi tardó en encontrar un dato que debió ser subrayado y escrito en mayúsculas. Mierda, ¿escuchó bien? Rebobinó lentamente hasta encontrar lo que llamó su atención.

—Espera, espera. ¿Aniversario, aniversario de... presentación?

—Ah, sí —JiMin dijo como si no fuera la gran cosa. Todavía dio una explicación, pero no reparó en lo extraño que era invisibilizar su fecha de presentación—. El maestro sabe nuestros aniversarios porque tienen nuestros expedientes.

—¿Es hoy?

—¿Sí?

—¿Y qué estás haciendo para celebrarlo?

—¿Nada? —JiMin respondió como si la pregunta de YoonGi fuera lo extraño y no su respuesta, inclinó la cabeza. El alfa mayor le devolvió la mirada de extrañeza, dándole un sentido de preocupación. Luego sus ojos se llenaron de certeza.

Ya había tomado una decisión.

—No vas a entrar a clases hoy. Te veo en dos horas, en la entrada de tu facultad.

Dos horas era una miseria para todas las increíbles ideas que tuvo sobre una fiesta de presentación, pero tendría que conformarse con algo de tiempo, era mucho mejor que no tener nada.

JiMin parpadeó lentamente.

—¿Qué? No lo entiendo, ¿por qué?

—Estás teniendo una fiesta de celebración, te veo luego.

Sólo que antes de marcharse, YoonGi fue atrapado por JiMin sosteniendo su ropa. El agarre desesperado le dijo que claramente nada iba bien, los dedos de JiMin nunca tuvieron tanta fuerza, sus nudillos estaban blancos.

Aunque tenía la cabeza agachada, no bloqueó la vista de su labio inferior temblando.

—Alfa YoonGi, no... No es necesario, no es una fecha feliz para mí... Por favor, me hace sentir muy triste intentar un festejo. —Desesperadamente JiMin se quedó ahí, demasiado cerca de llorar, sosteniendo a YoonGi de la ropa igual que su farol de seguridad y miró al suelo, intentando mantener unido su corazón roto—. Por favor, no quiero.

Mierda, incluso lo pidió por favor.

¿Cómo YoonGi pudo ser tan idiota? Obviamente que era un día terrible, fue el día que JiMin se presentó como un alfa y no omega. La muerte de su abuelo omega fue demasiado reciente, su primer ataque de asma se avecinaba.

—Lobito...

—¿Podemos fingir que sólo no existe este día? Comamos cupcakes y vayamos a clases.

—Lobito, me destroza verte así. ¿Cada año te sientes tan triste? —Fue doloroso hacer la pregunta, pero todavía más doloroso ver a JiMin asentir sin atreverse a levantar la cabeza. Joder, cada año su lobito se deprimió en silencio por una fecha que debió ser sólo alegría—. Está bien, vamos a arreglarlo. Intentémoslo hacerlo mejor.

Tal vez podían elegir el día del nacimiento de JiMin para un día de celebración, algo más neutral como hizo YoonGi. Como hizo cada persona trans jerárquica, pero no. YoonGi no iría por ese camino en sus pensamientos.

Sin embargo, resultó más difícil no vagar por ese sentido cuando JiMin soltó una verdadera confesión.

—Sólo estaría bien si fuera un aniversario de presentación de omega. —Las manos de JiMin se enroscaron en puños y sus ojos se llenaron de lágrimas. Todo su cuerpo intentó retener la desgarradora frustración.

Sólo bastó que YoonGi se recuperara de la sorpresa inicial, para decir las palabras mágicas que traerían la felicidad.

—Entonces hagámoslo. —JiMin hizo un ruidito de incredulidad y finalmente disparó su mirada hacia arriba. Antes de que el sonido de sorpresa se convirtiera en una oposición con palabras, YoonGi tuvo que intervenir—. Hagamos que tu aniversario de presentación sea de omega. Sé que puede ser algo cruel, lo sé como un alfa trans, pero también puedo darte lo que más quieres y podrías ser muy feliz. Libre.

A diferencia de usualmente, JiMin se mantuvo boquiabierto por un largo rato, tan enmudecido que no balbuceó nada. Sólo miró sus pastelitos como si el chocolate contuviera todas las respuestas. Después analizó a YoonGi, evaluando las posibilidades; si ignoraba el día permanecería menos infeliz o si se arriesgaba estaría felizmente mareado por veinticuatro horas.

Todo el debato cesó para al final asentir de manera tímida.

—Mierda, ¿sí? —YoonGi cuestionó, desconfiando de su vista. JiMin asintió menos pequeño que antes, sostuvo nerviosamente la caja de sus cupcakes. Incluso su voz salió demasiado bajita para decir "En dos horas, alfa" o algo como eso. El susurro apenas fue audible.

Su comportamiento tan cohibido hizo que YoonGi se mordiera los labios con preocupación. Tal vez su propuesta fue demasiado directa y su lobezno se asustó. Tal vez todavía estaba en tiempo de abortar la misión.

Pero antes de marcharse, JiMin le dio una mirada rápida que lo dejó sin aliento. Esos preciosos ojos nunca habían brillado tanto.

En el café esplendor YoonGi lo supo, era un puto genio.


Honestamente, JiMin podía contar con sus manos las veces que se había sentido así de nervioso, feliz y emocionado. Todas esas emociones en una mezcla abrumadora que tuvo a su estómago sintiéndose como el interior de una vieja lavadora, dando vueltas y vueltas.

¿Iba a tener un festejo como si se hubiera presentado como omega? ¿Qué clase de locura era esa y por qué estaba tan feliz? La alegría se desbordó en su risa nerviosa, sus manos moviéndose nerviosamente para matar los bordes arrugados de su suéter, también en su aroma a miel.

Tan pronto escuchó el ruido de una motocicleta a través de la calle, su corazón comenzó una loca carrera. No importaba que no fuera la primera vez que YoonGi lo recogería, su cuerpo no escuchó.

Con su pulso tronando, miró al alfa de hockey quitarse el casco para ofrecérselo. Igual que habitualmente JiMin lo recibió sin rechistar, ya estaba demasiado acostumbrado al sacrificio. A continuación, él tendría que trepar la motocicleta de uno o dos saltitos. Su pequeña rutina de acciones lo tranquilizó un poco sobre lo desconocido de una fiesta para un omega.

Pero no esperó el ataque de YoonGi a su tranquilidad. El alfa interrumpió su acción de subir al vehículo, tomándolo de la cintura con la suficiente fuerza para cargarlo hasta dejarlo en el asiento delantero.

—Los omegas son mejor cuidados adelante. —JiMin evitó dejar un gritito agudo ante la voz ronca del alfa en su oído, simplemente se sentó y permitió que YoonGi lo llevara a quien sabe dónde. El trato lo hizo volar tan alto. El alfa que amaba lo abrazó por detrás, lo sostuvo tan cuidadosamente. No demasiado diferente de siempre, pero algo nuevo.

Después de estacionarse, YoonGi le cubrió los ojos con sus tibias manos. Los pasos de JiMin casi se convirtieron en brincos gracias a toda la felicidad que se guardó.

—¿Alfa, a dónde vamos? —preguntó alegremente ansioso, aunque sabía que no recibiría una respuesta concreta.

—Es una sorpresa.

La voz de YoonGi sonó tan nerviosa que JiMin decidió permanecer en silencio para no darle más presión. Su esmero fue bien recompensado después de que sus ojos fueron liberados. Una vez que pasó la ceguera por toda la luz repentina, llegó el regalo.

La naturaleza no podía ser artificial, todo el enorme parque al que fue llevado tenía que ser un sueño.

—¿Dios, es de verdad? ¿Césped y árboles reales?

—Hasta donde puedas mirar.

No sólo lo maravilloso vino del verde que se extendió hasta la lejanía, a los pies de JiMin había una manta rosa de líneas que se juntaban para volverse cuadros. Sobre ella, había galletas de la tienda de convivencia, fresas del supermercado y un pequeño pastel. "¡Felicidades, eres un omega!" Dijo el glaseado y fue tan tonto que avergonzó en mucha cantidad a JiMin, pero lo hizo igual de feliz.

—¡¿Es un picnic?! ¡Alfa, esto es realmente lindo!

En medio de su ataque de euforia se lanzó con un pequeño salto a los brazos de YoonGi, gracias a los rápidos reflejos de su alfa fue atrapado a tiempo y sin riesgos de caer. Entre risas, obtuvo una vuelta en el aire y luego sus pies devuelta al césped.

—Me habría gustado hacer más —YoonGi murmuró mientras se rascaba detrás de la oreja. Apareció un rubor que no había estado ahí antes.

—Me encanta, me encanta, nunca me había sentido tan feliz con un regalo. ¿Llegarán los chicos? —Inmediatamente la sonrisa de YoonGi se congeló. El alfa volvió a rascar su oreja, mucho más fuerte que antes.

—Oh, ¿tú querías que los invitara?

—No realmente —JiMin jugó con sus dedos de manera nerviosa, sabiendo que también se estaba sonrojando. Seguramente los chicos no entenderían la fantasía del día, sólo era una cosa íntima entre YoonGi y él.—. Porque estoy seguro que todos están ocupados con sus clases

—Sí, muy ocupados...

—Demasiado ocupados.

Ambos se miraron y rieron tímidos por su tonta complicidad. Entonces iniciaron su propia fiesta, disfrutando de comer la chatarra y teniendo una agradable charla. El mejor momento absolutamente fue cuando YoonGi inició la celebración con el pastel.

—Pide un deseo, lobito.

No había vela para soplar, así que era un poco inútil pedir un deseo. Pero JiMin todavía lo hizo, cerró los ojos, junto sus palmas y pensó poderosamente: Deseo que el día nunca termine, para que nunca pare de ser un omega. Posteriormente fingió apagar el fuego.

YoonGi aplaudió y aulló ruidosamente cuando JiMin consiguió su primera rebanada, lo que convirtió el diminuto pastel barato, en el mejor pastel existente.

—Momento de los obsequios —Su alfa declaró entonces, tragando su último bocado.

—¿Obsequios? —Los ojos de JiMin se abrieron cómicamente. Comenzó a agitar las manos en vano, YoonGi ya estaba buscando los regalos en la cesta que trajo consigo—. Alfa, realmente no tenías que conseguir nada más. Ya gastaste en esto, déjame pagarte entonces por...

—Shhh, no es nada demasiado caro, así que acéptalo.

Fue así como JiMin recibió algo pequeño, tanto como su meñique. Se volvió un regalo del tamaño de un rascacielos únicamente porque venía de YoonGi. Incluso si al abrirlo no entendió su significado del todo.

—Fue una mierda encontrar algo así, pero lo conseguí —Su alfa comenzó a explicar nerviosamente ante la mirada curiosa que JiMin le dio al lápiz gastado—. Pensé que te gustaría porque es un lápiz de dibujantes de hace mucho tiempo.

Ya nadie usaba el grafito, porque el papel no existía. Todo se trató de una cosa digital y tener una cosa atemporal revolvió agradablemente el pecho de JiMin. Los objetos antiguos eran un sello del amor de su vida, fue simplemente maravilloso recibir algo así.

Era el regalo perfecto.

—Es...

Era maravilloso.

Pero antes de que pudiera expresar su enorme gratitud, un nuevo obsequio llenó sus manos. YoonGi pareció bastante asustado de no haberlo complacido con algo tan pequeño.

—Espera, mierda. Viene lo mejor. —Lo mejor cómo YoonGi lo llamó, fue una bolsa de regalo que no estaba sellada, con un vistazo JiMin podría ver el interior. No miró porque eso arruinaría todo el esfuerzo de su alfa—. Sólo es... Algo que hice yo hace unas semanas y no sabía cómo dártelo para que no fuera raro o intenso como la mierda... Lamento si no se parece al original. Lo intenté, quería corregir errores y... Joder, sólo a-ábrelo.

Impulsado por el misterioso discurso, JiMin abrió la bolsa con manos desastrosas. Casi conteniendo el aliento de la anticipación.

Finalmente, extrajo el regalo y su mundo se volcó de la calidez: YoonGi le tejió una réplica del bucket hat que le regaló su abuelo omega mucho antes de su presentación. En el mismo azul celeste, con las mismas nubes esponjosas.

Si algo cambió era lo artesanal del gorro en los tejidos no hechos a fábrica y el cambio de tamaño para que calza en su cabeza de adulto. Pero fue como si todo fuera igual, como si nunca hubiera sentido vergüenza ante la sociedad por sus gustos femeninos, como si lo malo nunca hubiera existido.

Como si nunca se hubiera presentado en el rango de alfa.

JiMin se cubrió la boca de la sorpresa. Quizás debió usar su mano libre para cubrirse los ojos e intentar contener las lágrimas que corrieron fuertemente por sus mejillas, igual que el río después de la lluvia.

—Oh, mi lobito. ¿Son lágrimas de felicidad?

—Sí, estoy muy feliz —JiMin aceptó el abrazo que su héroe le ofreció con tan sólo abrir los brazos. Se escondió en su refugio seguro y lloró un montón con su cabeza apoyada en el hombro de su alfa. El llanto sólo se detuvo cuando alcanzó su lápiz de madera para dibujar, sería mejor ocuparse.

Su lienzo fue una vieja hoja de papel del tamaño de su palma que guardó en su bolso por accidente, su musa fue YoonGi.

Alfa YoonGi levantó las cejas y abrió un montón la boca al notar sus intenciones.

—¿Me estás dibujando? Mierda, mierda, espera. —En todo su subidón de entusiasmo, YoonGi cambió de posición muy poco elegante. Se recostó sobre su costado, apoyó su codo sobre la manta y descansó su cara sobre su palma. Nada de eso fue casual, divertido sí—. Así, en esta posición. Dibújame como a uno de tus alfas coreanos.

JiMin rio tímidamente de la broma, haciendo mal uno de sus trazos de inmediato. Pero no fue demasiado exigente, dibujó libremente, llenando su arte de su desbordante amor y al terminar, se lo mostró al modelo.

—¿Así es cómo me ves?

YoonGi se miró tan pasmado que JiMin inspeccionó su dibujo otra vez. ¿Fue demasiado malo? Aunque no hubo nada extraño en su opinión, había resaltado los rasgos fuertes de YoonGi, las venas de sus manos, la mirada profunda, las cadenas pesadas colgando del cuello, la cicatriz de su cara. Lo demás sólo fue la naturaleza amable y dulce de YoonGi que se filtró en su cara.

—¿Sí? —respondió inseguro. Entonces, como una bala YoonGi se abalanzó sobre él. Tan fuerte que JiMin terminó cayendo de espaldas contra la manta con su héroe sobre él. Ninguno se golpeó en la cabeza por mera suerte.

—Adoro que me veas como un gran alfa, demasiado masculino.

Para ocultar un poco el rosa de sus mejillas, JiMin tomó su gorrito para cubrirse. Posteriormente lo colocó en su cabeza.

—¿Cómo me veo?

—Estás tan bonito que no podría quitarte los ojos de encima.

Una sonrisa satisfecha tiró de los labios de JiMin.

—Sí... Sé que soy un omega bonito—proclamó con total convicción, consiguiendo que YoonGi sonriera en acuerdo, ruborizado. Fue esa suave vista la que consiguió que JiMin hablara sin nerviosismo. Las palabras sólo se le escaparon como arena entre los dedos—. Soy el más bonito y sólo quiero ser tu omega.

YoonGi se vio duramente desconcertado por un gran rato. Durante ese tiempo, la cabeza de JiMin se invadió de malos pensamientos. Quizás había ido demasiado lejos, quizás sobrepasó la feliz ficción y se había herido. Quizás el día terminaría a partir de ese momento junto con su amistad.

—¿Qué? —El alfa por fin reaccionó, preguntando nerviosamente.

No, JiMin se negó a contagiarse. No debía estar nervioso porque ese día estaba viviendo el sueño. Tenía la autoestima que ser alfa le arrebató a gritos, la seguridad en sí mismo como omega le dio el impulso que necesitó para confesarse.

Esta vez lo explicó mejor.

—Soy un omega, a ti te gustan los omegas, ¿saldrías conmigo? No hay nada que te impida amarme ahora, alfa. Quiero que lo hagas —Su voz sonó firme, al igual que dulce como el hechizo de un omega. Olió bonito, siendo el omega que él era. Siendo libre.

Las fosas nasales de YoonGi se alentaron, su mirada se obscureció, todo el picnic se inundó al aroma de un alfa territorial. Evidentemente fue afectado.

—Mierda. ¿Cómo podría no amarte, mi nubecita? —El alfa murmuró, pasando un mechón del omega detrás de su oreja muy cariñosamente. Tocándolo con absoluta adoración—. Eres... El omega de mis sueños, el más bondadoso, hermoso y dulce de todos y estoy tan sorprendido porque es mutuo, porque yo soy yo. Pero mierda, no dejaré pasar esta oportunidad... Tú, joder, ¿m-me permites ser tu alfa?

El omega jadeó. Ruborizado, tan anhelante que era doloroso.

—¡Sí, sí quiero! —respondió muy en alto y felizmente genuino, aunque él mismo había alentado la petición. Se levantó de golpe, sentándose sobre el estómago de YoonGi. Su alfa lo amaba, era correspondido en su amor abrasador. Por fin, por fin, por fin—. Quiero tener tu marca, alfa. Cuando permanezcamos juntos más años, quiero vivir contigo, tener cachorros y adoptar un gato y otro pug.

Enternecido, YoonGi soltó una risa.

—Que lindo —murmuró, poniéndole una mano en la mejilla. JiMin se inclinó hacia ella como los girasoles al sol.

Había olvidado que se podía ser así de feliz.

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