36
—Soy gay —JiMin lo repitió, al borde de un colapso nervioso. Su garganta estaba tan seca que las palabras le rasparon la lengua, probablemente porque toda su humedad se movió hacia sus manos. Sus palmas se pusieron terriblemente sudorosas.
—No, es... —Finalmente YoonGi pareció salir del shock inicial. Revolverse el cabello varias veces le ayudó de alguna forma extraña a ordenar sus pensamientos—. Pero, ¿desde cuándo lo sabes? Fue reciente, ¿no? Tuvimos una plática antes de tus exámenes y todavía bromeamos sobre los omegas dominantes. ¿Cuándo?
El balbuceo de YoonGi se terminó con esa última pregunta, por ello sonó un poco más firme que el resto de su discurso. JiMin se encogió en sí mismo, con sus dedos engarrotándose sobre la primera cosa que encontró. ¿Por qué de todas las cosas YoonGi estuvo primeramente interesado en eso? La respuesta no le gustaría.
—Desde que me distancié de ti —murmuró, sin mirarlo a los ojos.
—¿Tuviste una crisis por eso? —Lentamente JiMin meneó la cabeza en afirmativo— ¿Y no intentaste acercarte a mí? ¿Sólo hiciste todo lo contrario? A la mierda, te alejaste de mí cuando estabas descubriendo algo muy importante de ti, algo, algo que me habría gustado saber.
YoonGi escupió todo eso demasiado rápido casi como un rap, viéndose tanto incrédulo como ofendido. Aunque estaba lastimado, trató de no demostrarlo. Presionó sus labios fuertemente y luchó por no arrugar demasiado el ceño. Lástima que JiMin lo conociera demasiado bien
—Nunca has tenido una crisis de orientación sexual, alfa y... Creo que hiciste que lo supiera. —Por un momento, YoonGi se quedó sin palabras. Su boca se quedó abierta, su expresión claramente en blanco porque aquello había sonado como una obvia confesión. Mientras su cara estallaba en rojo, JiMin se lanzó a arreglarlo—. ¡M-me ayudaste a ser una versión más libre de mí! Eso me llevó a aceptar mis gustos. Todos, incluyendo que me gustan los alfas. ¿Creo?
Hubo un pesado silencio que cayó entre los dos bruscamente. El único ruido fue el de los perros ladrando, algunas personas gritando en medio de un juego y luego YoonGi pasando su saliva ruidosamente. Antes de preguntar:
—¿Qué tipo de alfas te gustan?
La pregunta tuvo al alfa más pequeño ladeando la cabeza. Su tipo ideal era Min YoonGi, sin dudas. Pero no era una respuesta apropiada, así que lo generalizó un poco más.
—Bueno, los que son un poco opuestos a mí y me complementan.
De improvisto, YoonGi se apoyó un poco más cerca de él, sin tocarlo. Con ojos obscurecidos, YoonGi sólo colocó un brazo que rodeó sus caderas y JiMin se volvió muy consciente de su cuerpo tibio, mucho más cerca que antes. Estaba entrando en combustión gracias a toda la tensión.
—Ah, ese tipo de alfas... —Su héroe sólo murmuró demasiado cerca de su oído para su tranquilidad, para después no decir nada más. En un ambiente incómodo del tipo raro, YoonGi continúo mirándolo por el rabillo del ojo. JiMin buscó algo que decir.
—Sí, ese tipo.
Luego de un instante YoonGi se apartó, permitiéndole respirar correctamente. De hecho, no supo hasta ese momento que había estado conteniendo el aliento para no ser demasiado ruidoso. Las tensión pareció rasgarse a partir de ahí.
—¿Sabes que nada va a cambiar?
La pregunta atrapó a JiMin con la guardia baja, así que pareció un delirio y a la vez muy real. Su corazón exprimiéndose rogó porque fuera la primera opción, YoonGi no podía haber dicho eso, no podía haber bateado cualquier mínima esperanza de ser correspondido. No tan pronto.
—¿Eh? —dijo, en lugar de decir que su corazón podría romperse y pedirle a YoonGi que no se atreviera a repetirlo. A lo lejos, Ddochi comenzó a ladrarle a un dálmata a modo de juego. Ninguno le prestó demasiada atención.
—Sigues siendo mi lobito. Te acepto tal y como eres, así que estoy feliz de que tú también comiences a hacerlo. No hace diferente que seas gay, nada va a cambiar entre nosotros.
Bueno, fue sumamente destructivo y decepcionante. JiMin sabía que YoonGi estaba tratando de darle la tranquilidad que no hallaría en un mundo mayormente homofóbico, pero había esperado algo más. Un beso era demasiada ambición, pero un ligero cambio así.
Sólo quería una tonta oportunidad.
Sin embargo, la aplastante realidad terminó por matar sus esperanzas. Miró sus dedos solos y engarrotados por el frío.
—Gracias, alfa.
Fue una mentira.
Lo que YoonGi le dijo a JiMin en el parque fue una mentira. Esa noche el alfa de hockey no pudo dormir, rodó en su cama por lo que pareció horas y terminó hablando con sus amigos en su chat grupal hasta muy tarde sólo para matar el tiempo. También fue al estadio de hockey en la mañana, aunque era el último día de su fin de semana.
En la pista sólo hubo tres de sus compañeros, fue agradable. De esa forma podría matarse físicamente con ayuda de los robots de entrenamiento y acaparar gran parte de la pista.
Todo para distraerse del gran asunto en cuestión: JiMin era gay.
Ese insignificante dato hizo un ruido gigantesco en la mente de YoonGi. No en un sentido homofóbico, no era un monstruo. Pero fue raro, como si un sentimiento oculto que no tenía nombre, ni una forma definida y siempre estuvo ahí, comenzó a hacerse demasiado llamativo para sólo ignorarlo. Complicadamente y sencillamente algo había cambiado.
Si bien YoonGi le dijo al estudiante de fisioterapia que nada lo haría, algo en él se sintió distinto. Más tibio al pensar en su lobito.
Porque mierda, a JiMin le atrajeron otros alfas. No es que YoonGi no lo hubiera sospechado antes, en más de un par de ocasiones pensó que JiMin pudo ser un poco bisexual, pero rápidamente bateó esa conjetura porque no quería ser un estúpido que asumió los intereses de otras personas.
Pero ahora era diferente, JiMin directamente lo aceptó. Románticamente, sexualmente, admitió su gusto por los alfas que podían protegerlo, levantarlo en brazos, darle una marca, cuidarlo muy bien en el dormitorio. Rudos alfas que fueron todo lo contrario a su apariencia dulce.
Alguien como yo. YoonGi pensó muy alto en su mente, tomando su stick personalizado. Entonces su bendito palo de hockey se le resbaló de las manos.
Porque ahí estaba, la espina dorsal de todo el asunto que lo mantuvo inquieto.
YoonGi podría gustarle a JiMin. Porque era un alfa y a JiMin le gustaban los alfas. No es que los chicos gays no tuvieran estándares, sólo él encajaba dentro del tipo de JiMin. Él era el tipo de JiMin, ¿no? Obviamente que sí.
¿Correcto?
Sí, correcto, su mente era un maldito desastre. Un montón de recueros lo atravesaron tratando de conectarlos cabos sueltos. Como HoSeok diciéndole que JiMin podría enamorarse de él y YoonGi negando todo con el perfecto argumento de que los dos eran heterosexuales. Lo mismo dijo contra cada burla de SeokJin.
Como si esa no fuera suficiente cruz que cargar, YoonGi recordó su visita al museo con el alfa dulce. JiMin se comportó tan raro, estableciendo límites porque maldita sea, era gay. Así que los chupetones, tomarse de la mano y las marcas de olor no debieron parecerle un gesto muy platónico. Joder, su pobre cachorro de lobo seguramente se confundió cada vez que recibió algo de eso.
Dándose un buen golpe con su stick en la cabeza, YoonGi gimió.
Oficialmente era un idiota. Un idiota jodidamente inconsciente. ¿Cómo pudo ser tan ingenuo por tanto tiempo? Es decir, él no lo sabía, pero si hubiera tenido una pizca de sentido común en el cuerpo habría notado que puso a JiMin en un conflicto. ¿Lo hizo sufrir?
Sólo por si acaso, volvió a golpearse.
Después se ocupó en atar sus patines. Fue ahí cuando recibió un mensaje de la persona que había poseído todos sus recientes pensamientos.
"Alfa, ¿estás ocupado? ¿Puedo invitarte a desayunar?" YoonGi aceptó, no había forma de decirle a JiMin que no. No cuando envió una foto de su cara después de la petición. Guardó esa foto en su galería celosamente, ¿JiMin todavía lo quería después de lo gay que se comportó sin serlo? Eso sería un puto milagro que no merecía.
Salió a la pista, raspando el hielo con sus patines más fuertemente de lo habitual.
En el sitio se encontraban HeeChan y una de sus compañeras alfas practicando. A YoonGi le habría molestado trabajar con HeeChan, si no hubiera un intermediario en ello. Pero gracias a que la chica tenía una personalidad alegre se disipó cualquier tensión. Se creó un buen ambiente de trabajo.
Fue en el momento en que la chica alfa se marchó que empezaron los problemas. Porque por supuesto, YoonGi nunca debió quedarse a solas con HeeChan.
—Estás lanzando como omega —HeeChan comenzó. Sosteniendo su stick más fuerte de lo normal, YoonGi decidió ignorarlo—. Ok, lo olvidé. Debí decir que no deberías lanzar como omega.
—Cierra la boca por un momento, HeeChan. ¿No podemos tener cinco minutos de paz?
—No lo creo.
—Eres agotador como la mierda —YoonGi masculló entre dientes. Pero ignorar al idiota de su compañero no traería la paz. HeeChan no funcionaba así, entre menos atención se le prestara sus bromas más odiosas se volverían.
—Y tú también. —Eso fue una réplica bastante débil por lo que YoonGi gruñó frustrado. HeeChan lo intentó de nuevo—. ¡Uy, un gruñido! ¿No es agotador intentar parecer tan rudo todo el tiempo para que te vean cómo alfa?
—¿No es agotador usar ese tema cada vez que peleamos? Ten un poco de puta creatividad.
HeeChan gruñó, YoonGi lo imitó. Más por mero instinto que por un deseo real de continuar la confrontación.
—Cállate.
—Vete al carajo.
—¡Vete al carajo tú! —La discusión era realmente infantil, eso tenía HeeChan. YoonGi era lo suficientemente objetivo y maduro para evitarlo, no tenía por qué caer en sus provocaciones. Continuaría trabajando—. Vuelve con tus omegas. Nadie en el equipo te quiere aquí.
Sí, quizás YoonGi no era lo suficientemente maduro y objetivo para controlarse alrededor de HeeChan. Definitivamente no lo era porque quería darle una patada en las bolas, sólo para verlo murmurar de dolor. Pese a sus deseos, no hizo nada violento, solamente caminó hacia los vestidores. Comenzó a desvestirse para tomar un baño tranquilizante en las regaderas mediocres de la universidad.
Fue un mal momento para que Kai rociara el agua cuando escuchó una voz llamándolo desde la lejanía. Ni el sonido del agua cayendo bloqueó a su voz favorita en todo el mundo.
—¿Alfa? —Por lo lejano que sonó la voz de JiMin, debía estar en la entrada de los vestidores. Probablemente buscando a YoonGi tan dulcemente como sólo él podía hacerlo.
Tristemente YoonGi no compartió el mismo estado de ánimo. Él maldijo, pidió que el agua se detuviera e inició una carrera para volver a vestirse. No le gustó la idea de JiMin estando solo en la pista, HeeChan estaba ahí afuera, en algún sitio, a la acecha.
Al estar vestido de nuevo y con el pelo sumamente mojado, YoonGi supo que era demasiado tarde.
—¿Hola? ¿Quién eres? —JiMin dijo, parpadeando. Fue evidente que había respondido a un primer saludo de HeeChan y YoonGi nunca se había movido más rápido en su vida. Se interpuso entre su lobito y su enemigo, creando una distancia prudente.
—Lobito, ¿puedes esperarme afuera? Ya salgo.
Quería gritarle que corriera mil millas de HeeChan, pero se contuvo apenas. Por fortuna no hizo falta más comunicación para que JiMin se escapara, su lobezno entendió a la perfección que algo no marchaba bien.
—Tienes que estar jodiéndome —HeeChan bramó cuando JiMin inició su tarea de alejarse. Intentó ir detrás de él, sólo que YoonGi se colocó de tal forma que le obstruyó la salida de los vestidores—. ¿Eres amigo de ese puto omega? ¡He querido darle mi pene desde que lo vi!
Fue un poco complicado entender de que hablaba HeeChan por todas sus intensamente asquerosas feromonas de excitación por comenzar una cacería. Hasta que sus palabras encajaron.
—¿Cuándo lo viste? —YoonGi le preguntó, muy cerca de comenzar a gruñir. Sintió que su sangre comenzaba a calentarse. La encía de sus colmillos comenzó a picar al igual que la piel de sus dedos que guardaba sus garras, todo su cuerpo comenzó a agitarse para una pelea.
—Yo qué sé, fue hace mucho. Iba vestido de azul.
Azul fue la palabra clave para encontrar la punta del hilo.
"Un puto omega caliente" "Iba vestido de azul el hijo de puta." HeeChan había dicho y ese mismo día JiMin apareció en su ajustado traje de enfermería azul, no se encontraron únicamente porque HeeChan se había marchado antes.
Entonces todo ese tiempo, HeeChan estuvo cazando a JiMin. Cada vez que habló de sus fantasías sobre el omega de azul estaba refiriéndose a JiMin, de una manera muy sucia. Sexualizándolo sólo por ser bonito.
Mierda, las cosas que dijo no fueron un cumplido, eso era acoso y cosificación.
Hubo un primer estallido en YoonGi. Tomó a HeeChan de la camiseta con la fuerza necesaria para levantarlo un poco.
—Aléjate de él, HeeChan. Hablo en serio, mierda. No vas a joderlo.
—¿Por qué no? No me importa que sea tuyo.
El instinto animal en YoonGi se agitó mucho más después de escuchar a HeeChan. Ya estaba respirando pesadamente, su pulso se elevó malditamente rápido y hubo más signos de que se estaba saliendo de sí mismo gracias a su aspecto territorial. Si HeeChan no fuera tan descarado sobre querer a su dulce panquecito para desnudarlo, él no habría iniciado su modalidad protectora.
Tenía que proteger a su JiMin
—Es un alfa —YoonGi anunció, disfrutando un poco de como la convicción del idiota flaqueó. Idiotas como HeeChan fueron los que más se confundieron sobre el rango de JiMin—. Y te voy a matar si le pones una mano encima, ¿entendiste?
HeeChan no entendió, ni se rindió. Le escupió a YoonGi en la cara, después habló.
—No todos son basuras trans como tú.
Un simple chispazo de esa tonta provocación, inició el incendio. YoonGi perdió la paciencia y lanzó un certero puñetazo al estómago de HeeChan. Estaba sintiendo una colera muy animal sobre ese alfa, así que comenzó a ver rojo.
Obviamente hubo un golpe de vuelta, también había mordiscos intentando aterrizar en la piel, garras arañando cualquier piel al alcance y patadas que los hicieron caer al suelo. Pronto los dos estallaron en una pelea con poca gracia, nada parecido a sus peleas de hockey donde usaron la técnica como control.
La nariz de YoonGi comenzó sangrar y un golpe en su ojo lo hizo mirar estrellas. Pero él no se estaba deteniendo.
Además de violento, el confrontamiento fue muy ruidoso. Al arremeter contra una pared, varios palos de hockey colgados cuidadosamente en ella cayeron haciendo un sonido de lluvia. Todo eso terminó por atraer a JiMin a la escena. Quizás no debió estar muy lejos si no tardó mucho en
aparecer.
—¡Alfa!
El grito de JiMin trató de alcanzar a YoonGi dentro de su burbuja de violencia. Tardó bastante en hacer efecto, sólo funcionó hasta que el jugador de hockey accidentalmente miró hacia la cara asustada de JiMin. Fue suficiente para querer detener su mierda.
No quería poner esa expresión en JiMin. Sus ojos marrones no estaban destinados a estar llenos de miedo.
Su último movimiento fue empujar a HeeChan para apartarlo de él. No hizo mucho, ni siquiera aplicó demasiada fuerza, pero en su bruma animal el alfa contrincante se tropezó con sus propios pies y cayó contra los casilleros.
Sin embargo, HeeChan no se levantó de inmediato como habitualmente, dando una réplica en busca de defender su orgullo. Se quedó echado, aullando entre dientes como un perro abandonado. Nada de eso fue una buena señal.
Los colmillos y garras de YoonGi comenzaron a retraerse por la nueva sensación que aplastó la furia. Hielo comenzó a correr por sus venas.
HeeChan no se estaba levantando, algo grave le sucedió. ¿Pero qué? ¿Había algo que pudiera detener a HeeChan y no fuera la muerte?
—¿Qué te duele? —JiMin rápidamente se arrodilló frente a HeeChan, actuando mucho más rápido que los pensamientos de YoonGi sobre conseguir ayuda. Sus manos de fisioterapeuta se movieron hábilmente sobre el cuerpo maltratado, tocando perfectamente para encontrar el problema sin hacer más daño—. Ah, tu hombro está dislocado.
YoonGi se congeló.
Eso había sido su culpa.
Así que sólo se quedó en su lugar, parado como un idiota, mirando a la lejanía como JiMin sostuvo el rostro de HeeChan entre sus manos, muy suavemente. Tan delicadamente como se sostiene una flor a punto de marchitar.
—Muy bien, alfa, ¿puedes decir del uno al diez cuanto te duele? —HeeChan no respondió de inmediato. Tampoco se movió, los músculos de su cuello se veían todos entumecidos—. Kai, llama al servicio médico de la escuela. Necesito un número, alfa. Para esperar la anestesia o actuar ahora.
HeeChan luchó un poco a través del dolor, abrir la boca para hablar resultó un reto con su cara toda contorsionada. Su batalla seguramente empezó por el tono tranquilizadoramente amable del estudiante de medicina.
—Seis. No le daré a ese hijo de puta un número más alto.
JiMin se rio muy bonitamente y YoonGi no entendió que era lo gracioso. No lo entendió.
—Está bien, voy a regresarlo a su lugar. Aleja tu lengua de tus dientes. —Vertiendo todo su conocimiento, JiMin arrancó un pedazo de su propia camiseta. La tela fue para la boca de HeeChan le dio algo para morder y sin previo aviso, el fisioterapeuta tiró del hueso hasta su lugar. El crujido del acomodo sonó terrible, pero no tanto como el desgarrador grito de HeeChan. YoonGi no se animó a mirar, solamente supo que había terminado tan pronto como empezó—. Ahí está, eso es todo. Fuiste muy valiente, alfa.
Desde la posición de YoonGi fue perfectamente claro como HeeChan apoyó su sudorosa cara en la mano de JiMin, intentando recuperarse y como JiMin no lo rechazó, incluso le acarició la cabeza, mirándolo con toda su concentración.
Desde cualquier otro lugar no debió verse tan perfecto, eso debió ser su jodida suerte. La suerte quería apuñalarlo en el corazón y lo consiguió. YoonGi se abrazó a sí mismo, sintiéndose todavía muy fuera de sí. Como si la escena frente a él no fuera parte de su propia vida.
Probablemente se debía a que siempre fue él quien se acurrucó en el regazo de JiMin, recibió las caricias en el cabello para dormir y siempre fue a quien JiMin llamó alfa. Verlo todo con HeeChan lo hizo sentir como si tuviera un agujero en el pecho, como si estuviera quedándose vacío.
Solo.
Estaba solo.
El desastre que era simplemente desapareció cuando dos médicos aparecieron para llevarse a HeeChan.
Fue en ese instante que JiMin se acercó para atender a YoonGi con su equipo médico en una mano y las cosas comenzaron a iluminarse un poco.
—¿Estás bien, alfa? ¿Puedes ponerte de pie?
No, YoonGi no estaba bien. Le costó mucho encontrar la coordinación para sujetar la mano que JiMin le ofreció. Para su fortuna, la mano cálida y suave de JiMin lo hizo sentir mucho mejor. Él nunca quería soltarla.
Pero JiMin tenía otros planes. Abrió su botiquín y buscó algún producto.
—Lo llamaste alfa —mencionó YoonGi repentinamente, moviendo sus labios más rápido para que su mente no pudiera detenerlo. Si él estaba sorprendido, su lobito lució aún más confundido, hasta que lo recordó.
—Es una buena forma de llamar a los pacientes en un momento crítico, aunque funciona mucho mejor con un rango contrario. Por ejemplo, si yo fuera un omega y lo hubiera llamado de esa forma, lo habría tranquilizado mejor. Además, no conocía su nombre.
—Correcto —YoonGi dijo, mirando hacia la nada. Casi esperó, sabía que pronto llegaría su entrenador para mirar las cámaras de seguridad y darle una reprimenda.
Eso sonó mejor que intentar lidiar con todo su desastre interior. ¿Se sintió mal porque JiMin consoló a otro alfa herido? JiMin normalmente era así de dulce con sus pacientes. Él normalmente no era un bastado egoísta. ¿Hizo que JiMin le diera una explicación de su comportamiento médico? JiMin se excusó como si fuera su responsabilidad en lugar de decirle que se fuera a la mierda. Sinceramente debería irse a la mierda.
Los dedos cálidos que se enredaron en su barbilla para levantarle la cara le consiguieron un intento de sonrisa.
—Necesito hacerte un chequeo. ¿Cómo está tu ojo, alfa YoonGi? Puedo decir que tu nariz no está rota, pero necesitarás hacerte una radiografía. —Un pequeño suspiro abandonó los labios de JiMin y por la cercanía, el aire acarició el rostro de YoonGi. Eso se sintió bien—. De verdad me asustaste.
—Siento haberlo hecho.
El ojo inflamado de YoonGi pronto sintió algo húmedo. JiMin ni siquiera le avisó que iba a rociar algún spray en la piel inflamada, únicamente lo hizo. Así de ridículamente amoroso era el estudiante de fisioterapia.
—No sé porque pides disculpas, alfa. No va a ser la última vez que esto sucederá, eres un caso —JiMin lo regañó, limpiando toda la sangre de su nariz con algodón. Antes de que hubiera algo más, el entrenador de hockey apareció en escena tan furioso como fue de esperarse.
—¡Min YoonGi! ¡En mi oficina, muchacho, ahora mismo!
El entrenador se escuchó mucho más enfurecido que en ocasiones anteriores. YoonGi se habría asustado más en otro momento, no ahora que tenía un lío en el corazón. JiMin fue el que tuvo tiempo para preocuparse por los dos.
—¿Te vas a meter en muchos problemas?
—No es la primera vez —respondió sencillamente para calmar a JiMin. Aunque sí, se iba a meter en muchos problemas—. Y sólo le di el empujón.
Vio al alfa menor asentir porque era verdad.
—¡Min YoonGi!
Como siempre después del segundo grito, el jugador de hockey decidió marcharse e hizo un esfuerzo mortal por no darle un beso en la frente a JiMin. A pesar de que él quería tan desesperadamente, no se atrevió a pedir permiso. A secas le revolvió el cabello con una sonrisa insegura.
—Adiós, lobezno. Te mantendré informado sobre mi castigo.
No hubo tiempo de que alguno de los dos alfas dijera algo, YoonGi caminó hacia el entrenador. Lo recibieron un montón de gritos y promesas de horror, pero no le importó lo suficiente para no mirar hacia atrás. Mirando sobre su hombro, se encontró con el alfa de fisioterapia.
JiMin agitó ansiosamente su mano en una despedida y YoonGi le devolvió el gesto.
Entonces pensó en HeeChan siendo atendiendo por JiMin y JiMin siendo gay y ahora lo que hizo ruido en la mente de YoonGi al saber la orientación de su lobezno, es que JiMin podría enamorarse de cualquier alfa y no sólo de él.
Tendría la misma vista que tuvo con HeeChan. Después se volvería peor. Seguramente llegaría al punto donde vería a JiMin presumir la marca de su pareja, felizmente amado, protegido.
Así que YoonGi estaba asustado, porque no quería ver a JiMin enamorado de un alfa. Especialmente no quería verlo enamorado de un alfa que no fuera él.
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