31
—¿Cuándo compraste esta camiseta, bebé? —Su madre omega le preguntó tiernamente, sujetando su camiseta para señalar el objeto de su pregunta. JiMin se encogió en un sonrojo rosa porque la blusa blanca, transparente en las mangas con flores rosas, ceñida en la cintura, era de la sección de omegas.
Aunque su vergüenza fue leída malamente por su madre alfa.
—¿Cuándo vas a dejar de llamarlo bebé? Es bochornoso para él.
La mujer omega bufó como si hubiera escuchado una tontería y continuó acariciando el hombro de su hijo.
—Quizás cuando tenga sus propios bebés.
Oh, dios, JiMin iba a ser llamado bebé por toda su vida porque dos alfas no podían tener hijos naturalmente. Se necesitó demasiado presupuesto para un proyecto así, ya que ocupó tecnología de la más nueva y mucho dinero. Era un proceso ligeramente más barato que el de transición jerárquica gracias a su duración de nueve meses.
—Ah... Sí, es nueva —JiMin dijo, sonriendo falsamente. Sólo para desviar el tema de conversación—. ¿Se ve bonita o por qué llamó tu atención? Usualmente no preguntas sobre la ropa que me compro.
Por un momento se negó a mirar a su mamá omega, su valentía para cuestionarla no duró mucho. En silencio miró la elegante decoración del restaurante, las mesas casi vacías al ser un día cualquiera de la semana, los estanques de langostas decoradas en oro.
La ambientación casi le recordó a JiMin el restaurante al que fue con YoonGi, su cena soñada cerca del balcón. Pero donde estaba actualmente, era un sitio mucho más formal, más apagado. El lugar perfecto para que su abuelo pudiera tener una comida decente, en su propia opinión.
Si no era en casa, pasar tiempo familiar casi siempre era así de extravagante.
—No... Nada. —Su mamá omega retrocedió en un par de palabras y JiMin por fin la miró. Definitivamente había tomado a su madre con la guardia baja al confrontarla—. Se ve muy bonita en ti.
Fue en ese momento que llegó el mesero para tomarles la orden, cuando fue el turno de JiMin intentó que esconderse un poco detrás del menú hecho de un costoso papel corrugado.
—Lo siento —Aunque habló aún desde su escondite, JiMin le ofreció al trabajador de esmoquin una pequeña sonrisa de disculpa por atrasar su trabajo—. Todavía no sé qué voy a pedir.
—Puedes tomarte tu tiempo —el chico le respondió muy cordialmente, devolviéndole la sonrisa.
Fue gracias a su ingenuidad que JiMin no notó nada raro en ese gesto, continúo hablando con sus madres sobre la universidad. Hasta que el alfa mesero regresó con el pedido de sus madres. Su abuelo tampoco había ordenado, por lo que únicamente hubo dos platos rodando hacia la mesa y una servilleta deslizándose en la dirección de JiMin.
"¿Omega? Eres lindo". Alguien escribió en la servilleta y ese alguien claramente fue el mesero, quien le guiñó un ojo al estudiante de fisioterapia desde su puesto de trabajo. Todo fue demasiado directo, mucho para digerir.
Por eso JiMin intentó que su familia no tuviera curiosidad sobre la servilleta que guardó en sus bolsillos, para deshacerse de ella más tarde. Pero la suerte no lo quería demasiado, no le permitió pasar desapercibido.
—Si un alfa quiere obtener tu información, no debería avergonzarle que todo tu familia este aquí —Su abuelo comentó en un tono tan alto que sus madres obviamente escucharon.
JiMin quiso morir. Desaparecer lentamente. Su cara se incineró.
—¿Qué?
—Ay, no es la primera vez que mi bebé tiene a alfas detrás de él —Su madre omega explicó ante la confusión de su esposa. Tan naturalmente que JiMin sólo pudo tomar otros tres tonos de rosa más—. Sólo recházalo amablemente, así es como debe de ser.
Cierto, porque sus madres pensaban que JiMin no estaba interesado en el chico porque era un alfa, no porque ese alfa no era el mejor jugador de hockey de la universidad llamado Min YoonGi. Ellas no sabían que él era gay.
Su abuelo lo miró cautelosamente, jugando con su copa de vino que no podía tomar por la edad y fue esa mirada la que impulsó a JiMin para hacer una locura necesaria.
—Está bien... Se lo diré, después de todo no es alfa YoonGi. Los alfas me gustan, pero el único que se ha robado mi corazón es YoonGi —dijo lentamente. Apenas se detuvo a pensar que estaba haciendo, sólo derramó la verdad sin titubear en ningún momento. Fue su estómago el que se llevó la peor parte, se revolvió de una forma antinatural durante el silencio en la mesa.
Lo había dicho. Ya no quedó nada más que esperar.
Su madre omega resultó la primera en sonreírle y la respiración de JiMin que estuvo conteniendo sin saber, se regularizó. Un segundo más y se habría puesto algo morado con algunas arcadas.
—De acuerdo, bebé. ¿Pero sí lo vas rechazarás amablemente?
—Busca una forma digna de rechazarlo. —Fue la demandante sugerencia de su abuelo.
—¿Entonces no te gustan los omegas? —Su madre alfa fue la única que preguntó sobre la confesión de su hijo, sin juicio en su voz, simplemente confundida. A lo que el abuelo beta suspiró, profundamente decepcionado.
—No puedo creer que tenga una hija con tan poca percepción de su alrededor. Es simplemente decepcionante.
La mamá alfa de JiMin ya estaba demasiado acostumbrada a ese tipo de comentarios viniendo del beta, por eso simplemente lo ignoró, sin encogerse o sentirse mal por las correcciones tan duras de su papá. Sólo escuchó a su esposa que le tomó la mano.
—Cariño, eso es obvio desde que era un niño. Su presentación no influyó en nada en sus gustos.
—¿Entonces todavía quieres una ceremonia antes de ser marcado? —Su mamá alfa le preguntó, ahora siendo cariñosa. Seguramente recordando las fantasías de un pequeño JiMin.
El ahora JiMin grande y universitario sonrió muy grande, pero abochornado. Todo su cuerpo se volvió pequeñito en la silla donde estaba sentado, haciendo un contraste divertido con la toda la felicidad que sintió en ese momento.
Asintió un poco.
—Me gustaría que mi alfa me diera un collar de compromiso y un anillo también.
Sí, todavía quería su ceremonia. Deseaba a su futuro alfa vestido de negro, votos escritos personalmente y una noche en la casa de la futura pareja para sellar su unión. A JiMin ni si quiera le importó que inconscientemente tomó el papel de omega en su fantasía, su cerebro bloqueó lo llamativo de ese detalle como si no fuera nada importante.
Como si nada hubiera cambiado desde su presentación.
—Mi bebé es tan tradicional como yo. —La madre omega de JiMin dijo casi eufórica—. Será mejor que YoonGi sepa todos los detalles para encargarse de eso.
JiMin estalló.
—Oh, dios, ¿cómo puedes sugerir algo así?
—¿No has fantaseado con eso?
—Ese no es el punto. ¡En serio, mamá! —chilló lo último ante la mirada de incredulidad de su mamá.
Era bueno, que su familia lo hubiera tomado con tanta naturalidad. Era tan bueno que JiMin nunca tendría que vivir la experiencia de los chicos de los blogs, el rechazo de su familia se miró como un trauma asegurado.
En cuanto la comida se terminó, sus madres se tomaron su tiempo para mirar la mesa de postres, tomadas de las manos como dos adolescentes enamoradas. El abuelo se quedó comiendo su elegante banquete, disfrutando de la soledad. JiMin buscó la terraza del restaurante, para tomar una buena bocanada de aire fresco.
Estaba feliz.
Su familia era extraordinaria, no todos tenían la misma suerte que él. Por ejemplo, cierto jugador de hockey. ¿Cómo fue el inicio de la transición de YoonGi? ¿Se lo dijo a su familia y no lo apoyó? Porque no tenía contactos de emergencia en el consultorio, tampoco mencionó a su hermano en alguna conversación de ser trans, mucho menos a sus padres.
Seguramente YoonGi estaba solo en ese tratamiento tan brutal. No tenía a nadie más que a JiMin.
Ante eso, JiMin se apoyó en la barandilla del hotel y suspiró. Cada parte de sí mismo se derretía por saber cuál sería la reacción de YoonGi al decirle su orientación.
Sólo que al mismo tiempo se asustó. Al decirlo, YoonGi le preguntaría cómo se dio cuenta y la respuesta era más que obvia. Gracias a él, gracias a que lo amaba y amar a un alfa siendo otro no era una cosa completamente heterosexual, gracias.
De su bolso, tomó su tableta electrónica e inundado por el sentimiento de abandono presionó la opción de leer los mensajes de YoonGi, sin que el remitente lo supiera. No se sintió listo para responderlos, no todavía. Así que espió de otra forma lo que el alfa de hockey le había enviado: YoonGi diciendo que esperaba un poco de tiempo juntos, algunos saludos, vídeos de gatos, YoonGi diciendo que tenía una clase libre, le preguntó si podían verse, más gatos lindos, mensajes diciéndole que lo extrañaba tanto, gatos llorando, un triste "¿Lobito, estás enojado conmigo?" y un boleto para su partido.
JiMin no supo que hacer. Descargando el archivo del boleto, no estuvo muy seguro sobre ir o no. Había olvidado que el partido sería pronto y el evento era demasiado importante para no estar ahí. Se moría por ver a YoonGi, no había nada que quisiera más.
Pero tener un enfrentamiento con YoonGi lo abrumaría.
¿Qué debería hacer? No tenía mucho tiempo para tomar una decisión.
El estadio era una locura, había tanta gente que JiMin temió perderse. Intentó tomar la mano de TaeHyung, pero el beta se tensó. No aceptó el contacto.
Bueno, no es que JiMin quisiera tomar su mano. A él le gustaban las manos que le doblaban en tamaño, pálidas, nudillos prominentes, las venas saltando atractivamente cuando se apretaron, callos en las yemas de los dedos, ese era su tipo. Mientras tanto se conformó con sujetarse de sus propias manos, rezando por no separarse del beta camino hacia NamJoon.
Por fortuna, NamJoon no se escondió de él.
—Chicos, están aquí. Se perdieron todo el calentamiento.
—JiMin tenía que recoger algo —TaeHyung se quejó de malhumor, tomando un asiento junto a NamJoon con toda la gracia que le quedó después de esperar junto a JiMin.
Ya que el capitán de omegas en el equipo de hockey les había apartado un sitio en lo alto de las gradas, podían tener una vista tan buena. Ni todo el poder del beta les habría conseguido asientos medios decentes a la hora en que llegaron, el público estaba eufórico y ya medio borracho.
—¿Qué es eso?
—Sólo un regalo para YoonGi —JiMin le respondió a NamJoon. Apretando el gran objeto contra su pecho en un acto de protección.
—¿Entonces finalmente vas a enfrentarlo? —El alfa enmudeció. No pudo responder a eso porque no estaba seguro, sus dedos se cerraron sobre el regalo en su envoltorio. Todo el plástico crujió igual que su ruidoso corazón en sus oídos. El plástico para envolver que había escogido especialmente porque podría gustarle a su héroe—. No te presiones, que estés aquí ya es un avance. Ven, déjame completar tu atuendo.
Por la forma en que NamJoon lo sugirió, JiMin tuvo que darse una mirada a sí mismo. Se había vestido de azul en el tono representativo del equipo de YoonGi. Con un suéter tejido que se escurrió atractivamente por sus hombros y pantalones bombachos que lo hacían ver bonito.
¿No era suficiente? Estaba por hacer su pregunta, pero NamJoon lo interrumpió teniendo pintura para la cara azul, comenzando a dibujar dos corazones en las mejillas de JiMin y el número de jugador de YoonGi. Después comenzó a tomarle videos y JiMin intentó tapar la cámara porque se avergonzó rápidamente.
Sin embargo, los tres amigos se quedaron quietos en su juego de pintura para la cámara y grabaciones, sólo cuando vieron entrar a los jugadores a la pista.
JiMin perdió la respiración al ver a YoonGi.
Incluso si había pasado tanto tiempo desde su último encuentro, incluso si estaba todo cubierto por el equipo de protección, YoonGi se veía fantástico. Atractivamente poderoso en sus cuchillas, su palo de hockey y su cuerpo firme al dar cada paso. Muy encantador.
Se preguntó si YoonGi también lo vería.
YoonGi no. No pudo mirar a nadie en las gradas, apenas veía las espaldas de sus compañeros que iban adelante en la fila. SeokJin era el cuarto, JungKook detrás y al inicio las chicas alfas. Ellas abrieron la escena entrando al juego con toda la intención de cortar cuellos.
YoonGi estaba de acuerdo. Se deslizó por el hielo como un solo bloque con su equipo, sus corazones latieron al mismo ritmo acelerado gracias a la adrenalina. Los gritos del público, más la vista de los contrincantes volvió el subidón mucho peor. Fue cegador, ensordecedor y revitalizador.
El alfa inició el juego después de escuchar el silbato dado por un robot, golpeó el disco ferozmente y gruñó como el verdadero alfa que era al tener un reto serio. Un reto que podría definir su futuro.
Tal vez esa noche finalmente tendría un contrato real.
El disco voló por aquí, por allá, haciendo que YoonGi sudara más de lo que imaginó. El equipo atacante era mejor de lo que habían esperado, pero no lo suficientemente bueno para que YoonGi bajara la cabeza. No esa noche.
Se golpeó con algunos chicos fuertemente y su codo zumbó de dolor. YoonGi no hizo nada más que ignorarlo, le dio a SeokJin el disco en un tiro perfecto que el capitán no pudo fallarlo. Anotaron jodidamente rápido, en los primeros diez minutos.
Sólo faltaban ochenta minutos, podían hacerlo.
La segunda anotación fue de HeeChan y YoonGi chocó la mano con él, aunque fuera del hielo se detestaran a muerte.
Luego del primer descanso, el equipo contrario hizo dos anotaciones en tres minutos. Fue malo para el ánimo del equipo y las expectativas, pero nadie se rindió. No YoonGi, él gruñó y tiró del disco directo a la red. El tercero también fue por su parte y el cuarto fue con ayuda de JungKook.
A la quinta anotación de YoonGi, apoyado en una de las chicas del equipo todo se terminó. Las luces finalmente hicieron el final del partido.
Sudando, respirando mal y golpeado en muchos lugares cuando, YoonGi tardó unos largos segundos en ponerse al día con todos los gritos de su equipo. De como SeokJin lo levantó en el aire varias veces y JungKook gritándole era un jodido genio talentoso.
Se rio, bastante sorprendido que todo hubiera acabado tan pronto porque tenía la sensación de que apenas había entrado en la pista.
Sólo en ese momento de revelación, finalmente fijó la vista en el público. Únicamente había esperado encontrarse con NamJoon. No había invitado a nadie más que a su amigo omega y a JiMin.
Entonces cuando se encontró a JiMin entre toda la multitud, todo bellamente vestido de azul, en su cabello despeinado como si la emoción lo hubiera desalineado, casi tuvo un ataque al corazón. No estuvo preparado para esa vista tan hermosa.
Se embriagó.
Objetivamente, YoonGi sabía que debía quitarse primero el equipo, pero lo único que pudo hacer fue patear sus patines en los vestidores, tomar sus tenis y correr en dirección a las gradas. Gracias a las órdenes de su corazón hizo toda una carrera entre el montón de público, a la zona en que estuvo su amado lobito.
Sin embargo, cuando llegó no hubo nadie. Ni NamJoon, ningún rastro de JiMin, ni nadie esperando por YoonGi para darle un abrazo de felicitación.
Frustrado, ardiendo de dolor, YoonGi volvió a los vestidores. En ese lugar, en el desastre que era el espacio pequeño para todos los jugadores de hockey emborrachados de la euforia, el entrenador le hizo señas efusivamente.
—¡YoonGi, muchacho, ven aquí!
YoonGi se acercó, sintiendo que caminaba descalzo sobre hielo al ver a un hombre de pie junto a su entrenador. Ya había estado en esa situación muchas veces y en todas se le había roto el corazón desgarradoramente.
Lo sintió en su garganta mientras se acercaba al agente. Un jodido agente de otro país, representante de grandes jugadores con rumores de ser queer, YoonGi lo reconoció de inmediato. Sus manos temblaron cuando el hombre rubio las sujetó en un saludo medio formal.
—Buen día, muchacho. Muy buen juego.
—G-gracias —¿Tartamudeó? Sí y no había mucho que hacer para corregirlo.
El agente acercó un dedo al diminuto aparato traductor en el lóbulo de su oreja. Probablemente lo consultó para seguir la charla de coreano a inglés.
—Nunca había visto a nadie que tuviera ese talento natural. Te felicito.
—Sí, muchas gracias.
YoonGi rogó mentalmente, demasiado cerca de romperse. Rogó porque hubiera una oportunidad real en un equipo de alfas. Si este hombre que representó a alfas sospechosamente de minorías no lo fichaba, nadie lo haría. Así que YoonGi esperó que el hombre le pidiera su contacto y el entrenador también lo hizo a juzgar por cómo miró al agente.
Cualquier esperanza se derrumbó cuando el representante sólo sonrió. No buscó continuar la conversación, sólo sonrió.
—Espero que su equipo llegue a la final. Espero verte ahí.
Por supuesto, fue todo lo que el hombre dijo para comenzar a despedirse.
El alfa no estaba seguro de que lo agradeció con su voz muy desafinada, tal vez sólo lo dijo en su cabeza. No estaba seguro, caminó velozmente. ¿Qué había esperado del hombre? Ni si quiera se presentó como un agente. ¿Cómo pudo ser tan ingenuo y pensar que el hombre habría querido contratarlo? Era pura mierda fantasiosa.
Dolió como una perra caminar sobre los trozos rotos de sus sueños. Dolió porque no era la primera vez.
No había sentimientos bonitos en YoonGi. Estaba furioso, dolido y extrañaba jodidamente mucho a JiMin y su única idea para deshacerse de todo eso fue quitarse todas partes de su equipo, los zapatos otra vez. Una vez descalzo pateó el bote de basura frente a él con toda la fuerza que tenía.
Fue su única idea y tan mala.
—¡Vete a la mierda! —masculló entre dientes, tomando su pie para acariciarse los dedos de los pies. El dolor físico se pareció en mucho al tormento de su pecho—. Joder, eso me pasa por tener actitudes de un alfa con una masculinidad tóxica.
Se inclinó para recoger la basura que se había derramado fuera del bote por su estupidez.
—¿YoonGi?
—Nam —dijo rápidamente poniéndose de pie, fingiendo que no había pasado nada. Incluso que abrazó a Nam como de costumbre para no levantar sospechas. Pero sólo entonces, en esa estrecha distancia, sintió que algo en su amigo omega estaba diferente. El olor principalmente—. Hueles a JiMin.
Arrastró las palabras, todas rígidas y apretó los dientes. ¿Por qué sólo NamJoon podía tener un poco de eso? YoonGi lo envidió, quería malditamente apestar a su lobito. Quería abrazarlo, escucharlo reír, lo quería demasiado mal.
NamJoon se miró incomodo rápidamente.
—Sí, estuvo aquí, pero tuvo que irse pronto.
YoonGi hizo un ruido afirmativo, uno destrozado. Así que no lo había imaginado y sin embargo, cada vez las excusas le parecían más difíciles de creer. Se estaba desilusionando, cayendo en picada a una velocidad peligrosamente rápida.
—Oye, no te desanimes. Mira esto.
Entonces NamJoon le mostró un vídeo que había tomado del estudiante de fisioterapia antes de que el partido comenzara: JiMin sí se había vestido de azul y tenía corazones dibujados en sus mejillas sonrojadas, el número de YoonGi, luchó contra ser grabado entre pequeñas risas quejumbrosas.
La definición del vídeo era tan buena que YoonGi pudo ver las casi invisibles pecas de JiMin.
—Joder —Simplemente dijo. Porque eso lo resumía todo.
Joder.
—Y me dijo que te diera esto... —Por primera vez, YoonGi le prestó atención a la cosa que NamJoon había traído consigo. Era alargada, envuelta en plástico de regalo con un moño gigante y sólo alguien en el mundo podría tomarse el tiempo de envolver algo tan difícil para YoonGi.
Sólo un chico en el mundo podría quererlo tanto.
YoonGi lo desenvolvió con sus manos temblorosas. Era obvio de que se trató su regalo por la forma del objeto, pero tenerlo en sus manos fue una cosa complemente distinta.
La impresión acumuló algo de humedad en sus ojos.
Había escuchado sobre grandes jugadores de hockey que hicieron sus propios sticks en algunos sitios especiales, a su medida y gusto. Pero era algo que YoonGi sólo escuchó ya que era demasiado caro para él considerando que todo su dinero era para su tratamiento. Pero el dinero no debió ser un problema para JiMin.
Su lobito se tomó la molestia de diseñar (Porque obviamente ese era el estilo de dibujo de JiMin) cada detalle del palo de hockey y estaba hecho a la altura justa de YoonGi.
YoonGi apretó el regalo contra su pecho, acercándolo de alguna forma a su corazón.
No era justo. JiMin no podía simplemente desaparecer y ser una parte tan arraigada en su vida, era tan injusto.
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