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27


Gracias a que una de las prácticas de JiMin se había cancelado, tuvo un espacio para desayunar de manera decente. No como solía hacerlo habitualmente, afuera del aula tratando de empujar toda la comida en su boca en dos bocados.

—¿Tomamos el desayuno y vamos a practicar con los muñecos? —le preguntó a TaeHyung, mirando las opciones de menú que había en la cafetería. Esta vez se mantuvo fuera de la fila para no causarle problemas a nadie.

—Sí, me parece una buena idea. ¿NamJoon tendrá alguna clase ahora?

Que el indiferente TaeHyung preguntara eso ya no era una sorpresa. Los tres eran muy buenos amigos, se complementaban muy bien y se sintió algo vacío que uno de ellos faltara en un pequeño almuerzo o una pequeña reunión.

—Deberíamos pedirle su horario... —JiMin terminó de murmurar cuando miró aleatoriamente a su alrededor, todo para encontrarse con una figura terriblemente conocida. En un pestañeo se colocó en posición de huida al ver el alfa que lo agredió físicamente la última vez que intentó ordenar en la cafetería.

Sin embargo, el engreído jugador de americano se veía pisoteado, todo menos que engreído. Tenía la nariz hinchada con un rastro de sangre seca que terminó en su camiseta, los pómulos masacrados. No se había visto así antes, no parecía un accidente, mucho menos un tipo de golpiza que habría en un entrenamiento de futbol americano.

Lo más raro fue que, en cuanto el gran alfa lo encontró mirándolo rápidamente se fue por el camino contrario.

—Eso fue raro —TaeHyung comentó, mirando despectivamente por donde había desaparecido el acosador.

JiMin también lo habría encontrado raro, pero él sabía perfectamente quién había hecho todo ese trabajo de golpear la basura.

La nariz rota lo delató.

Suspiró, dándole su tarjeta de crédito a TaeHyung

—Por favor, ¿puedes comprar mi desayuno? Necesito hablar con él.

No dijo específicamente con quién, sólo se marchó antes de escuchar la respuesta del beta para no incomodarlo. No es que a TaeHyung no le gustara hacer favores, no le gustaba la incomodidad de tener que aceptarlos porque los betas no estaban acostumbrados a eso. JiMin se lo evitó al marcharse.

YoonGi le había dicho que se hallaba en el estadio de hielo a la espera de su próxima clase, por ello no fue difícil encontrarlo. El jugador de hockey se sentó en los escalones finales, alejado de su grupo de amigos, revisando sus mensajes.

—Lobito —YoonGi masculló entre dientes al verlo, con los ojos desorbitados, como si no quisiera verlo en ese momento porque no estaba planeado.—. Pensé que tenías una de tus prácticas.

—Lo vi, lo vi herido —JiMin lo acusó, acercándose rápidamente a YoonGi para comenzar a buscar señales de una pelea. El labio superior tenía una herida, pero todavía no fue una evidencia suficiente, eso pudo haberse hecho durante el entrenamiento. La prueba perfecta fueron los nudillos rotos de YoonGi, manchados en rojo y morado—. Lo golpeaste. Golpeaste al jugador de fútbol americano.

No hubo una pregunta, sólo una afirmación. YoonGi se encogió de hombros al no tener la oportunidad de negarlo.

—Nadie que te insulte así tiene el derecho de salir ileso.

—No me gusta la violencia —se quejó el alfa menor, aunque una sonrisa comenzó a crecer. Ni si quiera mordiéndose los labios pudo detenerla—. Porque terminarás lastimado si la usas. En el hockey está bien, pero no uses violencia para ayudarme.

Su reprocho no tuvo mucho efecto porque tenía una gran sonrisa levantando sus mejillas, aplastando sus ojos. YoonGi lo miró fijamente, algo fascinado, algo hechizado.

—Haría cualquier cosa por ti, lobezno —dijo como un bobo. Aunque no hacía falta mencionarlo, JiMin lo sabía y para ocultar su loco rubor, tomó la mano herida de YoonGi, la llevó hacia sus labios para besarle suavemente los nudillos heridos.

—Es una suerte que hoy no olvidé mi equipo médico.

—Es una suerte —YoonGi repitió, igual de sonrojado que él.

Esa noche, JungKook le ordenó a Kai que apagara parte de la luz para que sólo el pudiera dormir.


JiMin todavía no apagó la luz. Todavía estaba poniéndose sus camisetas grandes para dormir. Se bajó los pantalones, ya que la noche estaba cálida para pasarla con las piernas desnudas y estuvo por meterse a su cama cuando escuchó a la puerta abrirse. Simultáneamente YoonGi entró a su habitación.

—¿Alfa YoonGi? —le cuestionó bastante extrañado porque era demasiado tarde. Si YoonGi hubiera querido visitarlo antes, le habría enviado un mensaje preguntándole si estaba despierto. Era así de considerado. Normalmente—. ¿Alfa YoonGi?

Repitió su pregunta al no recibir una respuesta. Porque el olor a cítricos podridos que venían de su alfa lo asustó.

—Perdón, lobito —YoonGi le dijo, pero sonó como si no lo lamentara en lo absoluto—. Perdón. No quería despertarte. Pero... ¿Puedo quedarme aquí? Toda la noche.

—¿Eh? —Después de hacer el sonido, JiMin notó que no era la respuesta que YoonGi necesitaba. El jugador de hockey se lamió los labios ansiosamente, retrocedió listo para abandonar el cuarto en tan sólo un segundo—. Claro, alfa. Ni si quiera tienes que pedirlo, esta también es tu habitación.

—También estoy aquí —JungKook comentó, mirando a los dos con curiosidad. Su voz hizo que los dos alfas miraran en su dirección sorprendidos. JiMin lo había olvidado, YoonGi también.

—Sólo duérmete, Kook —El jugador de hockey mayor le ordenó, moviéndose para meterse en la cama de JiMin, abrazando el peluche de JiMin. Apretando el corazón de JiMin—. No voy a darte problemas a ti, sólo a JiMin.

JungKook no dijo nada más. Se dio la vuelta en su cama para no mirarlos, seguramente para seguir el consejo de YoonGi.

En silencio de nuevo, JiMin apagó las luces sólo parcialmente. Mantuvo la zona de su cama algo iluminada, dando la impresión de que había una lámpara de noche de luz cálida y tenue junto a su colchón.

—¿Qué sucedió? —le susurró a YoonGi. Tratando de no hablar demasiado alto para no incomodar a JungKook.

—HoSeok.

HoSeok, desde luego. JiMin lo suponía, pero no quería decir que no lo hubiera decepcionado.

—¿Qué hizo esta vez?

YoonGi se giró, permitiéndole al estudiante de fisioterapia ver toda su cara. En la penumbra, sus ojeras se acentuaron más, la herida de su boca se vio más rojiza, sus ojos más húmedos. Se vio más herido en la nueva obscuridad.

—Era nuestro aniversario. —El alfa heroico comenzó a narrarle y JiMin tuvo que acercarse más o no escucharía—. Como él se siente incómodo con nuestra relación en público, organice una cena en nuestro cuarto. No me esforcé mucho, no... Creo que supe en el fondo que la noche no terminaría bien.

—¿Él nunca llegó?

—Llegó más tarde de lo planeado, dos horas más tarde... Oliendo a otro alfa. Me enojé, peleamos, no fue nada nuevo. Pero dijo algo que fue demasiado. Demasiado. —JiMin agitó la cabeza, alentando al alfa mayor a continuar—. Hoy lo enfrenté, dije algo como: ¿Por qué mierda no invitamos a otro alfa, un puto alfa de verdad, para que esto funcione? Había más maldiciones dentro de esa pregunta.

La broma tensa de YoonGi, no le hizo nada de gracia. Claramente fue un intento doloroso de aliviar la tristeza que sentía.

—Ah, alfa...

—Estaba siendo sarcástico. Lo notas, ¿no? —JiMin volvió a sacudir la cabeza y YoonGi se alivió un poco al tener algo de razón—. Pero él se animó, me dijo una lista de alfas que podrían complacernos. ¿Puedes creerlo? Fue jodidamente cruel. No somos una relación lésbica que necesita de un alfa para marchar bien. Y aunque lo fuéramos... Si lo somos un poco, las relaciones lésbicas tampoco funcionan así, eso es mierda.

YoonGi escupió las palabras, como si hubiera tragado veneno y estuviera tratando de sacarlo de su sistema, tratando de no morir por dentro.

—No lo son. —No lo eran, de eso JiMin estaba seguro. No importaba que YoonGi lubricara, no era un omega. Una minúscula cosa biológica no podía convertirlo en un omega—. Son una pareja heterosexual.

—A veces se me olvida. Me cuestiono de todo cuando estoy cerca de él, porque siempre se mete en mi cabeza... —Hubo una pequeña pausa en la conversación—. Hace un par de semanas, intentó convencerme para que te dejara.

Los ojos de JiMin se abrieron desesperadamente, sus manos hicieron puños las cobijas. Debió haberlo visto venir, HoSeok actuó igual que cuando estuvieron en la misma escuela, enamorados del mismo alfa.

En aquellos tiempos HoSeok se encargó de esparcir en toda la escuela horribles rumores sobre JiMin, para que el alfa deseado lo apartara. Actualmente hizo un movimiento más directo, uno mucho más sucio, pero más eficaz.

—¿Lo consideraste? —preguntó aterrado, con el corazón en la garganta y fue un consuelo que YoonGi buscara una de sus manos por todo el colchón. Un movimiento que dijo que los dos permanecían juntos, sus dedos bien tejidos los unos a los otros.

—Nunca. He permitido que controle mis horarios, mis amigos, los omegas con los que hablo. Le permito demasiados límites, aunque él me dice que estoy loco cuando yo le pido uno. Pero tú te quedas. —No hubo una inflexión en la voz de YoonGi, ninguna duda—. No estás a negociación, tú eres mi vida.

"Gracias" JiMin expresó con la mirada y el alfa le respondió con una igual de cálida. En las luces casi apagadas de la habitación, aún había una hoguera compartida.

—No lo permitas. Que decida sobre ti o que te trate como omega. Tus rasgos biológicos no definen tu rango.

Impulsado por ser defendido tan firmemente, JiMin le puso una mano en la mejilla y YoonGi se inclinó hacia su palma. Parecía que su toque había aliviado alguna quemadura, una herida que no estaba a la vista.

—Cuando estoy cerca de HoSeok, eso se siente insuficiente... Me siento insuficiente. Mierda, comencé mi tratamiento por él, obviamente voy a sentirme insuficiente.

—¿Empezaste qué?

A JiMin se le resbaló la pregunta de la boca muy toscamente. Estaba incrédulo, molesto. Casi se levantó de la cama.

—Después de que lo encontré engañándome, lloré porque pensé que era mi culpa. Me dije que no era un alfa, sólo en palabras... Entonces comencé el tratamiento, para darle lo que necesitaba, después de volver con él. Pero parece que no importa, no es suficiente. Aunque tenga los colmillos más grandes no puedo darle el nudo que quiere —El alfa mayor finalizó su relato, cerrando los ojos fuertemente. Posiblemente maltrató sus parpados de esa manera para no llorar.

Sintiéndose helado de pronto, JiMin los envolvió a ambos con sus cobijas más fuerte. YoonGi que cotidianamente emanaba calidez, se sintió tan frío en ese momento. HoSeok era tan estúpido si estaba lastimando a YoonGi por algo que podría encontrar en todos lados: Un nudo.

—¿Por qué comenzaste a involucrarte con él?

Hizo la pregunta después de un rato de silencio.

—Porque era sexy. —Simplemente YoonGi admitió y JiMin sintió que algo dentro de él se quebraba. Tan lento que podía escuchar las grietas abriéndose. ¿Era su corazón quizás? No estaba seguro. ¿Por qué preguntó?—. Porque no era como el resto de los omegas, era dulce pero sólo en apariencia.

—Oh...

Sólo oh. JiMin sólo podía decir eso. Oh, sintió que la habían dado un puñetazo.

—Pensé que él y yo nos parecíamos un poco en algo. Así que lo invité a salir, me rechazó, pero después me besó. Me lo cogí y me sentí... ­­­—YoonGi se tomó un segundo para tallarse la cara bruscamente—. Un omega como él había hecho eso conmigo, me sentí como un ganador.

No hubo sorpresa para JiMin. YoonGi era un alfa, todos los alfas tenían ese tipo de reacciones al conseguir omegas perfectos, se sentían como ganadores de algo importante, era una reacción animal. Pero sí hubo algo de envidia.

—No es romántico. A ti te gustan las cosas románticas —señaló, sólo para calmar esa cosa viscosa y fea que sintió envidia de HoSeok. Le molestaba tanto que el jugador de tenis pudo darle ese tipo de sensaciones a YoonGi.

Lo carcomió por dentro.

Su comentario hizo sonreír al alfa mayor tristemente.

—Sí, lo sé. El año pasado no me importó, pero ahora me gustan las cosas románticas y me gustan los omegas que son dulces. Los que son genuinos con sus sentimientos, lindos. —Irracionalmente la pierna desnuda de JiMin subió hacia las de YoonGi, la garganta de YoonGi se balanceó, los pómulos de JiMin se encendieron.

¿Los omegas genuinos con sus sentimientos, lindos, dulces? Sonó como el alfa menor. Sino fuera un alfa, encajaría perfectamente en esa descripción. La zapatilla de cristal habría entrado en su pie a la perfección, para obtener al príncipe.

¿Y que había de HoSeok? Si el tipo de YoonGi cambio, la zapatilla no fue hecha para el jugador de tenis sádico.

—¿Entonces todavía lo amas?

El estudiante de fisioterapia se preguntó que les pasaba a sus labios. Preguntaron algo que él no quería escuchar. Tal vez sí quería, sólo que la respuesta le asustó tanto como lo emocionó.

Hubo un latido.

Un momento sin respuesta y luego los labios de YoonGi se abrieron para hablar, todo muy lentamente.

—Ya no.

Un poco de alivio inundó a JiMin. Fue sólo un poco, porque en cierta parte eso volvía todo peor. YoonGi no amaba a HoSeok, HoSeok evidentemente tampoco sentía amor, los dos estaban atrapados en una relación por costumbre. Demasiado acostumbrados a herir y ser heridos.

—No te merece, alfa. Deberías dejarlo. —Respiró hondo, antes de soltar una frase pesada—. Ser un alfa trans no significa que debas conformarte con una relación tóxica

Ahí, lo había dicho. Porque estaba seguro de que YoonGi lo veía así, de alguna forma aceptaba los puñales de HoSeok a cambio de un poco de amor, porque pensaba que era lo único que podría obtener de un omega.

—Lobito, yo...

En el yo, la voz ajena se quebró igual que un vaso de cristal tocando el piso. De pronto, YoonGi abrió los ojos y las lágrimas comenzaron a derramarse. Sus mejillas comenzaron a mojarse y con ellas las manos de JiMin.

—Hay omegas más hermosos, omegas que no son tontos... A uno de ellos no le importará. —JiMin se dijo que no le dolió pronunciar esas palabras. Se mintió a sí mismo para poder consolar a su alfa roto—. Alfa, tienes un corazón tan hermoso. Amas tan hermoso, me cuidas tan bien... Entonces, ¿por qué permites que alguien te trate así? ¿Por qué dejas que maltrate tu hermoso corazón que sólo merece ser adorado? ¿P-por qué?

YoonGi comenzó a llorar en serio. Era una vista extraña considerando que el gran alfa era tan fuerte que parecía invencible, el gran alfa que le destruyó la nariz a un jugador de futbol americano de dos metros.

En ese instante sólo se veía frágil, perdido. Podría perderse fácilmente en las cobijas de JiMin.

—No lo sé. N-no sé por qué mierda me hago esto.

—Por favor, déjalo —JiMin le pidió. Sus palabras apenas fueron entendibles por el nudo en su garganta—. Termina con él.

El llano ajeno se volvió un poco más profundo. No era ruidoso, los hipidos solamente fueron un pequeño silbido, los movimientos para tomar aire fueron los que se volvieron más grandes.

En ese estado de fragilidad, JiMin se acercó para consolarlo. Los sollozos de YoonGi se ahogaron en su hombro. Eran casi silenciosos, un desastre de miembros enredados. Sus piernas terminaron enredadas entre sí, las manos que nunca se soltaron y el alfa mayor le echó un brazo en la cintura.

Mirando al techo, los dedos del alfa de medicina trazaron los mechones de color carbón. Incluso con sus suaves caricias y besos ocasionales en el rostro húmedo, pasó un buen rato para que YoonGi se calmara.

—No quería mantenerte despierto hasta tarde —le dijo a JiMin con su voz mucho más profunda de lo normal.

—No importa. Cancelaron mis clases de mañana.

—Pero...

—Alfa, tú dijiste que a veces tenemos que aceptar problemas de las personas que queremos —repitió esa frase de los dos. A lo que YoonGi sonrió un poco genuinamente feliz. Con muchos lugares de su cara enrojecida, como la punta de su nariz, sus ojos, algunas zonas de su frente.

Dios, se veía tan lindo. Tan crudo por haber llorado tanto, pero eso no hizo que se viera menos guapo.

—Eso dije.

—Mañana tú tienes clases temprano —JiMin recordó, listo para ocuparse en algo más que no fuera las sensaciones provocadas por su héroe—. Voy a poner una alarma. JungKook no usa, es espeluznante.

—¿Sólo se levanta a la hora adecuada? —cuestionó YoonGi, luciendo entre asustado y algo incrédulo. Al ver a JiMin asentir, fingió tener un escalofrío—. Joder, que miedo. Es como un robot.

—¿Y si es un robot?

—Nuestra revolución tiene que empezar ya.

Era un poco bueno que el jugador de hockey bromeara después de haberse desahogado. Los dos alfas hablaron sobre cosas triviales, cosas poco importantes para ignorar el evidente e importante hecho de que YoonGi tenía roto el corazón.

Era más bien una herida que necesitaba puntos. Pero cada vez que estaba a punto de cerrar, era forzada y sangraba de nuevo. Sangraba lo poco que podía.

JiMin continuó peinándole el cabello a YoonGi, rascándole el cuero cabelludo de vez en cuando hasta que el alfa comenzó a cerrar lentamente los ojos. Fue un poco más insistente al ver que sus caricias daban frutos, sólo esperaba que el alfa descansara el resto de la noche.

—Lobito...

—¿Sí?

—Gracias —YoonGi murmuró, luchando por mantenerse un poco despierto al hablar. Su nariz se frunció un poco en la lucha—. Cuando tuve mi celo, también me cuidaste. Siempre me cuidas.

—No es nada, alfa. La secretaria me dijo que no tienes registrados contactos de emergencia, entonces la próxima vez que tengas una consulta dales mi contacto.

—Lo haré... —Era una buena promesa. JiMin escuchó a YoonGi aceptar cada vez más dormido. Debió ser la somnolencia que lo mantuvo algo despierto porque se le escaparon palabras sinceras, como si estuviera borracho—. Cada vez que me siento roto, sólo quiero venir a ti. Sólo pienso en ti, creo que todo el tiempo.

Todo el tiempo. Eso era mucho tiempo para JiMin. Él detuvo sus caricias, sus dedos se volvieron temblorosos, titubearon y no fue hasta que la impresión lo dejó, que pudo reanudar su trabajo con el cabello del alfa contrario.

YoonGi debía estar muy agotado después de haberse desahogado, porque se quedó dormido muy profundamente.

Por otro lado, JiMin no pudo conciliar el sueño. Se mantuvo mirando el rostro del deportista, que en medio de la noche comenzó a tener una pesadilla. Quien sabe que cosa estaba soñando, recordando posiblemente. Pero su ceño se apretó, un suspiro salió de sus labios y una lágrima se derramó.

JiMin la recogió con su pulgar. Sostuvo la pequeña lágrima de YoonGi como si tuviera un minúsculo diamante.

La situación, finalmente, lo golpeó como un tren descarrilado.

La terrible frustración llegó en una pesada carga.

Porque si él fuera un omega, JiMin se permitió perderse en su imaginación un momento, sería el omega de YoonGi.

Llevaría a su alfa a todos lados tomados de la manos, le daría un beso antes de entrar a clases, lo alabaría por la mínima cosa dentro del hockey. Lo amaría tan bien que nunca recordaría cómo se sintió llorar de desamor.

Si fuera el omega de YoonGi, nunca permitiría que el alfa se durmiera con lágrimas en los ojos.

En una cena de aniversario nunca habría llegado tarde. Se habría vestido bonito, usando su mejor vestido, su mejor maquillaje, su mejor pintura de uñas... Y YoonGi, considerando que JiMin sería su tipo perfecto de omega, se lo habría devorado con la mirada. Quizás no sólo con la mirada, quizás se habría comido a JiMin sobre la mesa en que cenarían. Todo romántico.

No había dudas sobre el asunto. Sería un mejor omega que HoSeok.

Sin embargo, tenía que volver a su cruel realidad. Nadie podía tenerlo todo. Era un alfa y a YoonGi no le gustaban los alfas. Sus fantasías simplemente se estaban construyendo gracias al si mágico, hizo castillos de cristal en el aire. Entonces JiMin tendría que conformarse con amar en silencio.

Eso estaba bien, estaba bien, estaba bien, estaba bien, estaba tan bien. Hasta que no lo estuvo.

Me he enamorado de ti, alfa. En serio te amo. Pensó, recogiendo la última preciada lágrima de la rasgada comisura de los ojos de YoonGi. 

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