20
Gracias a sus actividades anteriores, JiMin iba a llegar tarde a la reunión con los deportistas casi egresados. Lo que no era su culpa en lo absoluto, sus clases se estaban llenando de ocupaciones porque la primera etapa de exámenes se estaba acercando peligrosamente.
Tendría que correr a la sala de práctica donde sucederían las sesiones de fisioterapia gratis, aunque su torso estuviera lleno de plumón permanente. Había líneas, anotaciones en sus brazos, nombres de los tendones alrededor de sus bíceps, en su abdomen, en toda la columna vertebral.
En sus clases era muy común que hubiera un estudiante en ropa interior. Solía ser necesario que alguien se desnudara parciamente para que la clase pudiera tener un buen modelo. JiMin nunca tuvo problemas cuando fue su turno, no se sintió tímido sabiendo que las personas estaban viendo su cuerpo con un fin médico.
—JiMin, espera —Nadjela, su compañera alfa le dijo de un modo tan desesperado que JiMin no tuvo más opción que detenerse con la mochila a mitad de su hombro. La chica podía ser muy grande, seguro que se golpeaba la cabeza contra el quemacocos de los autos al entrar, pero en ese momento se veía muy perdida.
—¿Sí?
—No tomé apuntes sobre esta parte. —Ella lo tomó del brazo, mirándolo en súplica. JiMin se compadeció. Aunque estuviera tarde para la reunión, se arremangó la manga de su traje de enfermero, esperando ayudar de alguna forma—. Gracias por detenerte.
—Está bien, Nadjela. —La consoló porque ella se veía muy cansada. Daba la impresión de que no había dormido correctamente, incluso sus rastas se veían desordenadas—. Necesitas apuntes buenos para aprobar los exámenes.
Nadjela se rio y para mirarla, JiMin tuvo que estirar el cuello gracias a la diferencia de alturas.
—Ah, JiMin. Eres tan dulce como hueles.
¿Dulce? JiMin se alarmó.
—¿Huelo dulce? ¿Normalmente? —le cuestionó seriamente. Sabía que lo hacía, pero pensó que sólo era en ocasiones particulares, como recibiendo un cumplido de YoonGi, teniendo un abrazo de YoonGi, estando alrededor de YoonGi.
No recibió una confirmación directa, sino que el toque de Nadjela se movió del interior de su antebrazo a su muñeca. De una manera que se sintió algo sospechosa, menos amistosa.
—Todo el tiempo. ¿Pero sabes? Eso nos gusta mucho a los alfas.
¿Su aroma atraía a los alfas? ¿Fue por eso que YoonGi se encontró lamiendo su cuello? ¿Sólo porque atraía a todos los alfas y no específicamente a YoonGi? Tenía muchas preguntas, pocas respuestas.
—Yo también soy uno —se quejó mucho más tarde de lo habitual cuando las personas insinuaron que era un omega. Entonces el pulgar de la chica alfa que había comenzado a frotarse en su piel se detuvo en un solo movimiento.
Nadjela lo dejó ir, avergonzada.
—Sí, por supuesto, lo olvidé. Debemos tener el mismo gusto. —JiMin no hizo más que ladear la cabeza ante el cambio de comportamiento radical, Nadjela lo soltó como si su piel ardiera—. Ya terminé, gracias.
En respuesta el chico asintió, mirándola desaparecer. Después se giró sobre sus talones para por fin marcharse, cuando vio a YoonGi apoyado en las paredes del edificio contrario y todos sus planes se detuvieron, el mundo mismo lo hizo por un instante.
El alfa deportista tenía una gorra cubriéndole el cabello, los brazos cruzados.
A pesar de que su lenguaje corporal emanaba hostilidad, JiMin se acercó a él.
—Alfa YoonGi, hola. ¿Cuánto tiempo has estado aquí? —preguntó, demasiado ansioso por recibir su saludo del día. No le importó que fuera evidente por sus manos inquietas que intentaron acercarse a YoonGi—. ¿No deberías estar en la reunión? Perderás tu cita.
—Pensé que podíamos ir juntos...
JiMin se acercó más a YoonGi con los brazos abiertos. Para ese momento ya se había frustrado por no conseguir su abrazo, así que pensó que debería iniciarlo él mismo. Pero el alfa mayor huyó de él, claramente se escapó de sus brazos. No había forma de que JiMin no lo hubiera notado, de que eso no lo hiriera.
—¿Por qué? —le cuestionó en un susurro triste y su tristeza derrumbó la dureza en el cuerpo de YoonGi. Sus ojos se derritieron, volvieron a ser igual de amables que siempre.
—Joder, perdóname, lobezno, sólo no me gusta como hueles.
—¿A mí? ¿A Nadjela?
Preguntó más para descartar que para encontrar una respuesta. Por eso se sorprendió tanto al escuchar a YoonGi haciendo un ruido afirmativo de labios cerrados.
—A otra alfa.
—Podrías marcarme tú para solucionarlo. —Fue la oferta de JiMin, sintiéndose raro porque las cosas entre ellos nunca se sintieron así. Estaba seguro que en otro momento YoonGi lo habría solucionado por su cuenta, se habría quejado de eso en broma.
—No sé si después de la última vez eso te habría hecho sentir incómodo. Sé que no sólo las parejas se marcan así, cuando existían las manadas el alfa lamía a todos los soldados para protegerlos de alguna forma. Pero me dejé llevar —YoonGi admitió ahora viéndose menos tenso y más abatido—. Porque olías tan dulce, después de reconocerme como alfa. Olías de mi propiedad.
Él olió bien para YoonGi. Dulce como a todos los alfas les gustaba, pero no fue sólo ese motivo por el que se empujó hasta el borde.
—No me molestó. Debería haberlo hecho porque yo también soy un alfa, pero no lo hizo. —Decidió JiMin que debía ser sincero porque así funcionaba la reciprocidad. Ya había escuchado algo tímido que calentó su vientre, era su turno en corresponder.
—¿No? ¿Lo prometes?
—Se sintió bien —admitió ante la insistencia ajena, jugando con las correas de su mochila para que YoonGi no viera su sonrojo. Aunque tampoco vio el sonrojo de YoonGi—. Bueno, ¿me quitarías este olor a otro alfa?
Finalmente, después de lo que se sintió como una eternidad, YoonGi lo alcanzó para envolverlo en un abrazo desordenado. Hubo una nariz en su cuello, pulgares en una muñeca, brazos apretando su cintura, un alfa de hockey bombeando feromonas como un loco para envolverlo en esa esencia y JiMin se sintió como si pudiera respirar después de haber estado mucho tiempo bajo el agua.
—Que buen lobito —YoonGi le dijo cerca de su oído. El aliento fantasmal en su piel hizo que JiMin se agitara—. Aceptando el olor de su alfa para quitarse el de otro.
Las palabras le resultaron a JiMin demasiado agradables como para no retorcerse de gusto. Seguramente su abrazo se habría prolongado mucho más, sino hubiera visto a uno de sus compañeros de generación corriendo. El estudiante de fisioterapia recordó su clase, comenzó a correr, sujetó a YoonGi de la mano. Todo en ese extraño orden.
Al llegar ya había varios deportistas más, ya teniendo sus consultas.
—¿Min YoonGi? —El maestro Kang, quien era el que estaba a cargo del grupo de JiMin, le preguntó a YoonGi.
—Sí, ese soy yo.
—Se te ha asignado a TaeHyung, felicidades.
YoonGi hizo un puchero ante eso y JiMin no pudo evitar reírse. Aunque le advirtió al alfa que probablemente no lo trataría, todavía se decepcionó. Otra persona en su lugar habría saltado de alegría al saber que serían atendidos por el único beta chico de la universidad, YoonGi no, porque lo quería a él
—Después te haré un masaje. Porque lo necesitarás, TaeHyung no va a ser amable contigo.
—¿Qué quieres decir? —La pregunta cautelosa de YoonGi no obtuvo respuesta, el estudiante de fisioterapia simplemente lo abandonó con una sonrisa de compasión para atender a su propio jugador. Así que el alfa de hockey estaba a su suerte.
Se acercó al beta sintiéndose temeroso. Cosa poco usual, era un jugador de hockey y todo el tiempo se estaba golpeando con chicos grandes. Una revisión de rodilla no debería asustarlo, el beta no podría hacerle nada doloroso que no hubiera experimentado antes, ¿correcto?
—¿Dolor? —TaeHyung le dijo al verlo.
—Yo también estoy feliz de verte, es tan divertido convivir con los betas. —Al menos el abuelo de JiMin ya lo quería un poco, YoonGi tendría que conformarse con ello—. ¿Dolor? En mi rodilla izquierda, me cuesta un poco doblarla.
TaeHyung asintió y lo obligó a sentarse en una colchoneta llena de cojines para inspeccionarlo.
El espacio era cómodo, YoonGi lo notó. Lo obvio que se arregló la sala para que los alfas deportistas tuvieran una buena impresión sobre la facultad de fisioterapia. Excepto que nada de eso le importó, la vista más bonita fue JiMin. El alfa menor comenzó a atender a un estudiante de futbol, en la colchoneta vecina.
—¿Puedes contarme cuáles son tus molestias? Mientras más específico seas, tendremos mejores resultados. —La voz profesional de JiMin era muy dulce pero firme y el jugador rápidamente comenzó a contarle algo raro sobre codo. No era raro para JiMin, porque él asintió atentamente a cada pequeña molestia.
Definitivamente, la mejor vista.
Lo fue hasta que YoonGi sintió un pellizco en el interior de su muslo. Justo en el nervio perfecto para que eso doliera un montón.
—¡Mierda! —medio gritó, atrayendo la atención de algunos presentes, entre ellos JiMin. Sintiéndose estúpido por haber atraído tantas miradas, sonrió. Pero eso no le impidió sisearle algo al beta—. ¿Por qué hiciste eso?
TaeHyung no mostró signo de arrepentimiento, se mantuvo imperturbable.
—Pon tu atención en mí, ahora. Esta actividad es parte de nuestro puntaje.
—A JiMin también lo están evaluando —concluyó YoonGi, frunciendo el ceño. Entonces fue mejor que no los asignaran con su lobezno o le habría estropeado la evaluación, tratando de abrazarlo todo el tiempo o poniéndolo tímido.
—Contesta estos datos.
TaeHyung le empujó su tableta electrónica en un movimiento brusco que casi se ganó un gruñido de YoonGi. El alfa decidió contenerse ante la actitud seca, sólo contestó un montón de preguntas sobre su condición, su rango, su carrera y después devolvió al aparato.
—Siento haberte llamado omega.
YoonGi abrió los ojos. Sintió que había escuchado a TaeHyung, sólo que TaeHyung no pudo haber dicho eso. Alguna conversación ajena debió filtrarse en el silencio, era eso.
—Repite eso —pidió. Ahora pasando a achicar sus ojos, ya que desconfiaba de su oído.
—No.
En lugar de reprocharle a TaeHyung por sólo tener una pizca de sensibilidad, el alfa miró en dirección a JiMin mientras que se volvía más sensible por los dos.
—Siento que tengas que casarte con alguien que no amas.
—No entiendo en que se comparan ambas cosas —TaeHyung le respondió y YoonGi entendió que lo hizo como un escudo. Debía ser como una llaga que obligó a reventar en lugar de soportarla en silencio—. Mi comentario fue transfóbico.
Eso hizo que el jugador de hockey lo mirara con curiosidad. Era la primera vez que escuchaba de alguien que ya supiera sobre el tema antes de conocerlo, los encargados o pacientes a cargo de su transición no contaron como candidatos.
—¿Conoces eso? ¿Las personas trans de jerarquías? —dijo, en lugar de encasillarse en ese grupo. Si hubiera estado con JiMin no habría tenido problema, con un amigo lejano como TaeHyung su lengua solamente huyó de las palabras.
—Los betas tenemos la responsabilidad de saberlo todo.
Tenía sentido para YoonGi.
—Si necesitas un hombro para desahogarte, puedes ocupar el mío —ofreció con un encogimiento de hombros.
—¿Me vas a dar el mismo trato que a JiMin? No estoy acostumbrado al contacto físico
—Mierda, no —YoonGi le aclaró, manteniendo una sonrisa en su boca. Aunque TaeHyung tenía una mueca de rechazo ante la idea, no dijo que no le gustara el contacto físico—. JiMin es especial, él es abrazable, como un lobo pequeño y es mi confidente.
—Sí, él también sabe muchas cosas sobre mí. Le gusta que le compartan cosas secretas.
Entonces YoonGi miró a su lobezno que estaba presionando sus dedos en el punto de tensión del jugador de fútbol. Específicamente miró su dulce sonrisa de aliento mientras su paciente sufría de dolor.
Aún había algo que JiMin no sabía de él.
—Quiero decirle a JiMin que nosotros tenemos algo. —Fueron las primeras palabras que YoonGi le soltó a HoSeok. En cuanto el omega entró a su habitación, no esperó algo más de tiempo. Sólo soltó la bomba—. Voy a decírselo.
La habitual sonrisa con la que HoSeok entraba en la habitación se esfumó en un parpadeo. El estallido cegador de la bomba comenzaría poco a poco, YoonGi lo sabía muy bien.
—Perdona, cariño. Creo que te gustaría volver a considerar eso. —Al mismo tiempo que HoSeok lo amenazó amablemente, cerró la puerta detrás de él. En un cuarto a solas, el alfa intentó que su valentía no se difuminara entre los colores grises que comenzaron a inundar su pecho.
—Sé que acepté que esto fuera secreto. Pero JiMin merece saberlo, sólo él. Ningún otro de mis amigos tiene que enterarse, él no se los dirá.
HoSeok se sentó frente a él y se sintió como si hubiera una nube negra sobre su cabeza que amenazó en absorber a YoonGi. Ya era suficiente con el olor del humo en el cuarto, con todas las feromonas de la tristeza.
—Ya hablamos de esto. Si una sola persona se entera, el rumor se expandirá.
No era nada que YoonGi no hubiera escuchado antes, pero al mismo tiempo, era todo nuevo porque nunca había estado tan decidido.
—Pero no te importó que se extendieran los rumores sobre ese jugador de basquetbol —lo acusó, animándose a mirarlo a los ojos. Los ojos de HoSeok se sentían tan fríos e indiferentes en comparación a los de JiMin—. No intentaste que se detuvieran.
—Ya hablamos de esto, ¿no lo recuerdas? Te lo explicaré una última vez, eso hará que seamos menos sospechosos —El omega volvió a decir justo como lo hizo en su discusión sobre ese tema.
Tenía una razón desgarradora en ese punto. Nadie le prestaría atención al alfa trans que esperaba a HoSeok en el dormitorio, los chismes sólo irían sobre el atractivo alfa de basquetbol que tenía derecho a jugar tenis con el omega a plena luz del día. HoSeok tenía razón, esa era la estrategia más efectiva.
Para mantener a YoonGi como su secreto vergonzoso.
—Te avergüenzas de mi —YoonGi lo acusó, con su voz volviéndose algo temblorosa. HoSeok jadeó ante tal afirmación.
—Bebé, estás loco. Ya te lo dije que es para protegerte de las burlas por ser trans, las personas van a burlarse de ti.
—Te avergüenzas de mí —YoonGi repitió, aferrándose a ese mantra para que las palabras de HoSeok no lo manipularan. Él no ocultaba lo que era, simplemente no se sentía cómodo exponiéndolo a todo el mundo. ¿Era diferente? ¿O el omega siempre lo estuvo protegiendo?
—¿Cómo puedes pensar así de mí? Eso es tóxico, estás siendo tóxico y egoísta. ¡YoonGi, otra vez me estás agobiando con tus comportamientos!
La voz de HoSeok se volvió alta. Así que oficialmente ellos estaban discutiendo.
—Sólo quiero contarle a JiMin que tenemos algo, yo no... —Eso no era tóxico, ni egoísta, ¿cierto? YoonGi comenzó a dudar de su propio comportamiento. Las cosas comenzaron a verse algo distorsionadas ante las palabras de HoSeok, igual a mirar en el fondo de un vaso.
—¿Por qué te importa tanto contarle a JiMin? ¿A quién le importa si él lo sabe o no?
—Es importante para mí —se defendió sin aclarar que JiMin era lo realmente importante, no contarle.
HoSeok hizo un sonido que se parecía a un sollozo.
—¿Es más importante que yo? ¿Estás dispuesto a arriesgar nuestra relación sólo para hablar con él? Un verdadero alfa no haría esto, no trataría tan mal a su omega. —YoonGi se encogió en la cama. Quería desesperadamente ser un gran alfa que el regaño le hizo apretar los dientes—. No me importa que lo marques con tu olor, pero esto es ir muy lejos. ¿Estás enamorado de él?
—Joder no. Sabes que no me gustan los alfas.
El sollozo de HoSeok se detuvo y pareció como si nunca hubiera estado ahí. No hubo lágrimas en sus mejillas, ni gotas en la comisura de sus ojos, nada se derramó.
—Lo sé, por eso tienes que priorizarme. No puedes tratar mejor a un alfa que a tu omega.
—No era eso —YoonGi se quejó, queriendo llorar. Podía sentir los ojos picosos, pero permitir las lágrimas sólo le daría más fuerza a HoSeok.
—Nunca me gustó que fueran amigos tan cercanos... Deberías dejar de hablarle.
YoonGi se congeló en la acción de fregar su cara. Esas palabras ya habían sido escuchadas en ese acomodo muchas veces, perdió muchos amigos omegas que HoSeok no aprobó. Sin embargo, fue la primera vez que su respuesta no tenía la intención de cambiar.
—No, no haré eso.
Se sintió un poco más cómo el mismo después de decirlo. Supuso que era bueno, estaba defendiendo algo ante el jugador de tenis después de mucho tiempo de permitir demasiadas restricciones. Aunque como era de esperarse, HoSeok se enfureció luego de escucharlo. Sus facciones se endurecieron, su mirada se congeló.
—¿Lo ves? Se supone que debes elegirme antes que todo, pero lo estás poniendo encima de mí.
En cierta parte, tenía algo de verdad. Pero admitirlo sería permitir que HoSeok tomara una de sus piezas en ese ajedrez destructivo que los dos llamaban relación.
—No voy a dejar de hablarle. Sé que he permitido que decidas sobre mis amistades antes, pero no JiMin. Él es la única cosa en mi vida con la que voy a quedarme. —HoSeok se veía completamente molesto en ese instante, fue claro por el fuego ardiendo en sus ojos. Ya no había mucho que hacer para arreglarlo, por lo que YoonGi continúo hablando—. Si eso te causa inseguridades, podemos resolverlo... Pero me quedo con JiMin.
Siendo totalmente sincero, dudaba mucho que pudieran resolverlo como una relación sana. Una en la que se explicaban los deseos sin gritar o donde ambos podían besarse en público sin temer las reacciones.
—JiMin no me causa inseguridades —afirmó HoSeok casi rugiendo. Su maniobra habitual para jugar no estaba funcionando porque nunca admitiría que JiMin le hacía sentir inseguro. De lo contrario, estaría de vuelta a la escuela secundaria, cuando no era bonito y siempre era la segunda opción de los alfas.
—HoSeok, me estás confundiendo.
YoonGi tuvo que señalar, sintiéndose menos agitado que antes. No tenía idea de que su paz iba a durar el tiempo que HoSeok tardara en abrir la boca.
—Desconfío de él. Porque estoy seguro que se enamorará de ti por la forma en que lo tratas —YoonGi separó los labios al escuchar esa hipótesis tan estúpida—. Lo reclamaste con tu olor de una forma íntima, yo no soy estúpido.
Fue cruel pensar que YoonGi había marcado a JiMin con lengüetazos en esa misma habitación. Ese día el cuarto estuvo cálido, olía a felicidad, parecía que habían crecido girasoles del suelo para rodear toda la cama. A diferencia de la actualidad, en donde el cuarto se parecía más al interior de una piscina sin agua, sin vida, sin algún color.
Sin embargo, el día en que había sucedido ese incidente, HoSeok lo había notado. YoonGi no había esperado algo más. De inmediato supo que sería algo que se le arrojaría a la cara más tarde y no se equivocó, ya era ese momento.
Trató de mantenerse sereno. Ya que JiMin y él ya lo habían aclarado, no importaba nada más que eso.
—Estás olvidando algo, él también es un alfa y no le gustan los alfas.
JiMin podía tener actitudes gay en algunos momentos, pero YoonGi no iba a ser nadie para darle una etiqueta en base a suposiciones. Él no era nadie para nombrarlo de alguna forma, punto. Respetaría a su lobito hasta el final.
—Por favor, YoonGi —HoSeok se levantó y su sonrisa se veía bastante cruel—. Eres el único que piensa que no te ve como omega.
—Eso es falso —le respondió seguro. JiMin no lo hacía, JiMin no. Podría sospecharlo del resto de sus amigos, pero no del chico que lo veía con admiración cada vez que hacía algo simple.
—Probablemente le gustes porque eres el primer omega en darle un poco de atención. Nadie querría estar cerca de un alfa tan afeminado como él.
—¡Suficiente! —YoonGi le dijo en un gruñido destrozado, consiguiendo que HoSeok falsamente se echó a llorar. Por supuesto, el jugador de hockey no sospechó nada y cuando se movió para abrazar al omega, para pedirle que se calmara, decirle que no quiso gruñirle, HoSeok sonrió sin ser atrapado.
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