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11

Apenas era el primer día sin YoonGi en la universidad y JiMin ya estaba completamente aburrido.

Debió suponer que sería así de malo, se había acostumbrado a terminar sus deberes escolares lo más rápido posible para escabullirse con su héroe. Sin ese estímulo, el tiempo transcurría de una manera mucho más perezosa.

A pesar de que el par de alfas estuvo hablando gran parte de la noche a través de mensajes.

El alfa deportista le envió fotos a JiMin de su habitación del hotel. El entrenador le había dado un cuarto para él solo porque no quería meterse en problemas sobre poner a YoonGi y un alfa juntos. Lo que era algo discriminatorio, algo de lo que YoonGi se habría quejado sino hubiera notado que tenía un cuarto de lujo sin la necesidad de compartirlo. JiMin envió muchas caritas riendo, acusándolo de ser un privilegiado.

Hablaron hasta que notaron la tarde que era. Ninguno de los dos podía dormir tarde, respectivamente tenían la entrega de un proyecto y un partido importante al día siguiente.

Pero JiMin todavía sintió que una parte importante le faltaba. Intuyó que la única forma de borrar esa sensación era mirando el partido de YoonGi. Comenzaría en el último cuarto de su clase, esperaba llegar a tiempo a su habitación para sintonizar parte de él. Había un sitio local de internet que se encargaría de transmitirlos en vivo.

A la hora del almuerzo, no salió inmediatamente de la sala de conferencias como el resto de estudiantes. Miró a su alrededor, su mente vagó sobre que podría hacer a continuación. Estaba por elegir lo de siempre antes de conocer a YoonGi, cuando sus ojos se encontraron con los de TaeHyung.

El beta lo saludó de una manera insípida y mientras el alfa le devolvía el gesto con su mano, pensó que no era el único solitario en su clase, TaeHyung solía comprar lo más caro de la cafetería, tener una mesa exclusiva, sin nadie a su alrededor. Eso llevó a JiMin a levantarse de su silla decididamente.

Sería un alfa lleno de confianza como YoonGi le enseñó e invitaría a TaeHyung a almorzar.

Aunque una parte de él aún no podía creer que estaba acercándose al beta de la clase con intenciones amistosas, algo que se dijo que no haría. Pero era una opción. TaeHyung ya le había preguntado, sembrando la sospecha en JiMin de que el beta quería que comieran juntos. Igual que un par de amigos, no compañeros de estudios.

—Oh, TaeHyung, hola —lo saludó torpemente, mirando sus zapatos. Porque la inesperada inyección que recibió de confianza se había terminado—. Vas a almorzar, eso supongo. ¿Podemos sentarnos juntos y hablar de estudios?

—No. —El beta dijo. Debía estar muy acostumbrado a rechazar ese tipo de acercamientos porque no agregó nada más, ni si quiera se inmutó por el olor avergonzado del alfa frente a él.

—Entiendo, nos vemos.

Para recuperar la poca dignidad que le quedaba, JiMin no tuvo más opción que escapar. Al parecer había leído mal a TaeHyung, el beta no esperaba que su relación se volviera más íntima.

Suspiró profundamente, aceptando que seguía siendo un desastre para las relaciones sociales.

Comenzó a caminar fuera de su facultad, cuando la pantalla de su tableta se iluminó. Era un mensaje de YoonGi mostrándole la pista de la competencia. También le envió una nota de voz donde se escuchaba realmente feliz por lo grande que era a diferencia del campo congelado en su universidad.

JiMin podía jurar que el alfa de hockey había estado sonriendo durante la grabación del audio, por lo que se esforzó en escribir una respuesta que fuera divertida. Sin embargo, fue en ese momento que un par de manos lo sujetaron por los antebrazos, violentamente. Tan violento que su tableta pudo caerse.

Él conocía ese hedor, la forma castigadora de sostenerlo. Era la marca personal de un alfa salido del infierno.

No se atrevió a levantar la vista de su pantalla, se mantuvo mirando el último mensaje que envío YoonGi y cómo permanecía en línea. JiMin no era lo suficientemente rápido para presionar el botón de llamada, así que dejó que la pantalla se apagara.

Al parecer, nunca podría deshacerse de su naturaleza cobarde, terminaría saliendo a flote.

—Vaya, vaya, ¿a quién tenemos aquí?

—S-SunHo —murmuró, queriendo llorar a mares.

Tal vez SunHo estaba ahí para matarlo a golpes por ser un soplón. Tal vez JiMin no iba a vivir más tiempo.

—Sí, pequeña mierda, hola. —SunHo gruñó las palabras, alterando el corazón de JiMin, asimismo su respiración. Sería demasiado malo tener un ataque de asma en ese momento, por lo que comenzó a inhalar y exhalar, inhalar, exhalar, inhalar, inhalar. Tenía que controlarse—. ¿Me extrañaste? ¿Después de que me expulsaran?

Con la última pregunta, JiMin sintió que manos invisibles apretaban su garganta para asfixiarlo. Si su antiguo compañero de cuarto había venido por venganza no había mucho que pudiera hacer. No debió tardar tanto en salir del aula, la facultad no se habría puesto así de solitaria.

—No tenía idea por qué —El alfa más pequeño mintió, aunque no le gustaba hacerlo. Luchó porque su olor no mostrara nada más que miedo. Para eso debía controlar seriamente sus emociones. Él podía hacerlo. No era un llorón, era una persona inteligente emocionalmente, YoonGi se lo dijo—. Supuse que fue por tus negocios, pero no lo sabía.

SunHo lo mantuvo bajo una mirada estructuradora, detectando si estaba mintiendo o no.

Una tortuga podría haber avanzado más rápido que los segundos de evaluación.

—Eso pensé —aceptó SunHo, permitiendo que JiMin respirara un poco mejor dentro del desastre que era. Su antiguo compañero de cuarto sonrió cruelmente, él también debía verlo patético—. No eres valiente para delatarme. Pero parece que un asqueroso omega lo hizo, vine aquí para investigar.

JiMin temió por el omega que quizás también lo había delatado o quizás no y pagaría por sus propios actos. Sin importar lo asustado que estaba, no podía dejar que eso sucediera.

—¿Se te permite estar aquí? —Hizo una pregunta chillona, esperando ayudar en algo. Podía recordarle a SunHo que se metería en problemas con el equipo de seguridad al estar en la universidad a plena luz del día, quizás asustarlo.

Bueno ese era un pensamiento demasiado positivo. SunHo permaneció inmutable ante él.

—Claro que no, idiota. Pero nunca he hecho las cosas que se me permiten. —Dando un paso, SunHo terminó por invadir su espacio personal, era una clara técnica de intimidación que funcionó a medias. Todavía le quedó a JiMin la valentía de tratar de retroceder, tratar de liberar sus brazos porque la sangre ya no estaba fluyendo en ellos muy bien.

—SunHo, vete.

—Ya escuchaste, amigote. Deberías irte.

A JiMin le habría encantado que esa fuera la voz de YoonGi, una parte de él se aferró a esa imposible ilusión. Pero lógicamente el alfa no se teletransportaba, ni si quiera sabía que estaba en problemas, no podía leer su mente. Los únicos que funcionaron de esa forma fueron las parejas predestinadas de millones de años anteriores. Después la evolución se deshizo de todo eso porque era poco práctico para la reproducción.

La voz le pertenecía a NamJoon. JiMin tampoco fue malagradecido, miró a NamJoon con una completa gratitud por intervenir. El omega gigante estaba ahí para protegerlo, parecía que todo lo relacionado a YoonGi funcionaba como un escudo.

SunHo miró a NamJoon. NamJoon miró a SunHo. Fue un duelo a muerte.

—Trajiste un alfa para que te defendiera porque tú no puedes ser uno —comentó SunHo, con el veneno bañando sus palabras. La ponzoña quemó en JiMin o tal vez fue que su brazo estaba libre, ardiendo por haber sido retenido tanto tiempo—. Lo único que me hace feliz es no tener que ver tu triste cara otra vez, imitación de alfa.

SunHo escupió sobre sus zapatos, logrando que JiMin perdiera la respiración. Pero eso fue todo, no hubo una confrontación más grande. Su antigua pesadilla viviente únicamente desapareció entre las sombras de la universidad.

—¿Quién era ese tipo? ¿Estás bien? —NamJoon le preguntó sinceramente preocupado.

—No, espera, necesito mi inhalador. —JiMin abrió su mochila, temblando. Conocía de pies a cabeza el proceso médico y no era la primera vez que tenía que hacerlo en público; agitar el inhalador, colocar la aerocámara, respirar como si no hubiese un mañana. Una vez que terminó se volvió hacia NamJoon—. Gracias por estar aquí, en serio gracias. Esa coincidencia me salvó.

—No fue una coincidencia —El omega admitió con una mueca de incomodidad—. YoonGi me pidió que te esperara, para que no almorzaras solo.

¿YoonGi? JiMin parpadeó sorprendido, imaginando al alfa heroico haciendo una petición tan particular y simplemente no lo entendió.

—No es necesario, no... ¿Por qué haría eso?

—Porque te quiere demasiado, ¿acaso no es obvio? —NamJoon parecía bastante divertido porque JiMin era un poco lento en captar las cosas. El problema es que una vez que lo hacía, se sonrojaría hasta volverse cenizas.

—Eh, bien, yo lo mismo. —Prácticamente escupió las palabras. En caso de que YoonGi le preguntara directamente si lo quería demasiado, iba a conseguir una respuesta todavía más torpe que esa.

—Ya veo porque te quiere tanto, eres muy lindo. —El omega le tomó una de las manos, luciendo bastante divertido con toda su vergüenza. Como sostenerle la pata a un perrito en forma de saludo, algo así se sintió para JiMin—. ¿Entonces quieres que almorcemos?

—No tienes por qué hacer algo que YoonGi... —JiMin deslizó la mirada hasta llegar a los dedos ajenos que se aferraban tiernamente a los suyos. Entonces notó la decoración en las uñas de NamJoon. El diseño era de corazones rosas sobre el final de la punta redonda— ¡Oh dios mío! tus uñas son tan lindas, son muy bonitas.

NamJoon miró al mismo lugar que él, luciendo confundido.

—¿Lo hacen? Las veo como un desperdicio, en cuanto comience a entrenar se van a estropear. Una amiga mía trabaja en estas cosas para los omegas e insistió en hacérmelas tanto que tuve que aceptar.

Por supuesto, porque la decoración en las uñas era una cosa de omegas. Excepto que eso no impidió que JiMin siguiera mirando el manicure con anhelo. En NamJoon eran un contraste interesante. El omega musculoso más grande que él y jugaba un deporte bastante salvaje, mantenía las uñas recortadas, decoradas y tenía el pelo rosa.

Era el nuevo ídolo de JiMin. Sólo que el segundo ídolo omega porque YoonGi siempre sería el único alfa en ser el primero.

—No, no, para nada. Se ven lindas, muy, combinan con tu cabello genial. El tiempo que las tengas van a hacer que luzcas de maravilla —lo animó, contrayendo su boca felizmente. Fue con ese gesto que NamJoon entendió porque YoonGi estaba tan enganchado a JiMin y en ese momento lo sintió por su amigo, porque tendría que comenzar a compartir el lindo alfa con él.

Eso no le iba a gustar en nada a YoonGi.

Tanto el alfa y omega escucharon una falsa tos detrás de ellos. Se volvieron hacia el sonido sólo para descubrir que se trataba de TaeHyung. El beta no parecía tan altanero como de costumbre, sus hombros estaban un poco hundidos.

—JiMin, yo... Puedo darte el derecho de almorzar juntos.

NamJoon miró a JiMin preguntándole con la mirada porque el beta era tan raro. El alfa le respondió con un encogimiento de hombros en silencio.

—Bien, pero ahora somos tres. —JiMin señaló al omega, por si no era obvio. Sorprendentemente TaeHyung no se quejó, lo que fue raro. Se hizo un espacio entre los dos y caminó al mismo ritmo, directo a la cafetería. NamJoon tampoco dijo nada al respecto, se acopló fácilmente al nuevo acomodo.

—¿De que estaban hablando?

Entonces JiMin volvió a animarse.

—¡Del manicure de NamJoon! Se ve realmente hermoso. Mira, mira por tu cuenta. —Tomó la mano de NamJoon y la colocó frente a la vista de TaeHyung—. Es sencillo, pero se ve bastante elegante, más delicado.

Sin tener una sola idea, JiMin estaba haciendo amigos. No pensó que era socialmente torpe en ese momento, se sintió cómodo en su lugar y habló un montón.


Era de noche cuando el camión del equipo de hockey se detuvo frente a la universidad. Los alfas bajaron en grupo, coreando el himno de su universidad y gritando, muchos de ellos estaban gritando sobre conseguir alcohol y omegas lindos para continuar la fiesta en su habitación.

El entrenador no los regañó por todo el escándalo porque estaba igual de feliz que sus estudiantes, si su equipo no hubiera sobrevivido a la iniciación del campeonato todo habría estado tan callado como un cementerio.

El hombre se acercó a darle unas palmadas a YoonGi.

—Buen trabajo, chico. Sabía que darte una oportunidad en el equipo de alfas no era un error.

Así que SeokJin tenía razón. El entrenador decidió hacer la transferencia antes de que se graduara para ganar algo grande. Aunque había sido por los motivos equivocados, YoonGi seguía feliz.

—Todavía no me felicite, entrenador —YoonGi dijo, con una sonrisa tenue—. Este es sólo el inicio del campeonato.

Después de separase del grupo y antes de entrar a la división de los dormitorios por rangos, alcanzó a JungKook. Lo tomó tanto por sorpresa que tuvo la oportunidad de hacerle una llave. Ambos lucharon en el pasillo sin mucha fuerza, incluso si compartían el sentimiento de que sus huesos pesaban toneladas ninguno iba a rendirse primero.

—¡Ya, YoonGi! —se quejó JungKook, alejándose lo suficiente para que YoonGi no lo atrapara de nuevo. Su rendición hizo que YoonGi sonriera victorioso— ¿Por qué me estás molestando? ¿Necesitas algo?

—En realidad no, sólo quiero acompañarte, andando. —Lo que no mencionó YoonGi era que estaba acompañándolo porque necesitaba ver a JiMin antes de que el día terminara, sólo esperaba que aún estuviera despierto.

Atravesaron los continuos dormitorios acompañados del ruido de sus compañeros, a medida que avanzaron la bulla fue disminuyendo. En el semi silencio JungKook le pidió a Kai que los dejara entrar, YoonGi casi zumbó de emoción, esperando que la puerta se abriera.

Una vez que sucedió, notó que la única iluminación que venía era de la tableta electrónica de JiMin. El alfa sentado en su cama, tenía el rostro alumbrado por el brillo blanco. No tardó mucho para que sus ojos se encontraran.

Entonces YoonGi tuvo una sonrisa de bienvenida mal iluminada. Pero todavía era el gesto que había estado esperando por mucho, mucho tiempo.

—Alfa YoonGi —JiMin murmuró alegremente, sacándose sus audífonos. YoonGi adoraba los audífonos de JiMin porque lo resumían muy bien, eran estrellas azules del tamaño de un botón que se adherían como un imán a los surcos interiores de los oídos—. Kai, enciende la luz, por favor.

Con su camino alumbrado, el alfa deportista permitió que sus agotados pies lo llevaran hasta el objeto de su interés. Después cayó sobre él sin ninguna elegancia, lo apretó en sus brazos contra el colchón.

De no haber estado tan cansado, no habría dejado caer todo su peso en el estudiante de fisioterapia. Pero sus músculos lo traicionaron dejando de sostenerlo. Así que se consiguió una pequeña risa de JiMin, junto con un quejido de dolor.

JiMin intentó quitárselo de encima, sólo que YoonGi aún no quería separarse. Lo abrazó por los hombros y le rodeó las caderas con las piernas, convirtiéndose en un peso muerto bien adherido al dulce alfa. Escuchar cómo aumentaba la risa debajo de él, sólo le dio ánimos para continuar. No estaba demasiado exhausto para jugar con JiMin.

—Alfa volvió a casa, lobezno —le dijo en un arrullo. Fue silencioso porque no quería que JungKook escuchara, ese era su cálido momento, no iba a compartirlo con nadie más. Así debió sentir el alfa de la manada al volver de la guerra para encontrar a sus fieles aprendices—. ¿Viste la transmisión de mi partido?

—Vi todos —JiMin reconoció, sentándose en la cama de una manera muy recta ya sin YoonGi sobre él—. Estuviste genial, aunque no tenía idea de cómo funcionaba. Pero me gustó cuando anotaste, las tres veces. Ahora estaba mirando una explicación, sobre porque no penalizaron al alfa que te golpeó en el hombro. ¿La cultura de peleas en el hockey? Quería saber...

Escuchando las palabras de JiMin en el fondo, YoonGi no sabía cómo sentirse. Nunca había tenido a alguien que se tomara el tiempo de hacer algo así por él, nunca hubo alguien esperando en las gradas después del partido para felicitarlo.

En ese instante era como si el alfa menor lo hubiera esperado en el vestíbulo.

Así que decidió sentirse molesto consigo mismo por no cuidar de JiMin en esos días.

—Siento no haber estado aquí cuando SunHo apareció. —Incluso si era imposible que lo hubiese sabido, debió estar ahí. Comenzó a oler fuertemente al pensar en el peligro al que se expuso JiMin, debió encontrarse indefenso sin él.

YoonGi frotó una marca de olor en la muñeca ajena para apaciguar sus instintos de alfa. JiMin no se inmutó, ni lo miró raro. Al contario, le ofreció la otra muñeca dócilmente para que se impregnara en ambas. Eso consiguió que YoonGi se sintiera aún más satisfecho.

—Pero estuviste. NamJoon estuvo ahí porque tú se lo pediste —JiMin le aseguró, frotando su puño sobre sus ojos una vez que sus manos volvieron a pertenecerle. Fue tan adorable que YoonGi no pudo resistir el impulso de peinarle tiernamente los cabellos rebeldes.

—¿Estás cansado, lobezno? Deberías dormirte ya.

—Estaba esperando que llegaras, quería saludarte. No sabía si vendrías aquí, entonces pensé... —Un bostezo profundo interrumpió las palabras de JiMin— En buscarte yo, pero fuiste más rápido. ¿Qué hay de ti?

—También estoy agotado. Me iré a mis dormitorios.

Con una despedida de ambos alfas, YoonGi se marchó.

Los arreglos florales le dijeron que había abandonado la zona de alfas y ahora estaba en la de omegas, por lo que se sintió algo triste. Lentamente escaneó su carta de identificación, entró al lugar.

Pensó en saludar a NamJoon y agradecerle personalmente, pero su amigo omega ya debía estar dormido. Luego pensó en comprar galletas de la máquina expendedora, pero no podía caminar más.

No es que estuviera evitando entrar a su dormitorio, él no lo hacía.

Valientemente entró en su propia habitación, que estaba a obscuras. Su tableta electrónica seguía guardada en su equipaje, por lo que tardaría años luz en tener la linterna de ella. No le quedó más opción que susurrarle a Kai.

—Kai, enciende la luz ligeramente.

Como una vela que se encendía lentamente el cuarto se llenó de una diminuta luz cálida, que terminó por despertar a HoSeok. Primero creó un sonido de protesta, seguido de un resoplido y por último palabras.

—¿Por qué enciendes la luz? —La voz de HoSeok se había agravado notoriamente. Debía estar muy agotado por el entrenamiento, hizo que YoonGi se sintiera culpable por despertado.

—Tenía miedo de tropezarme —se disculpó, caminando hasta la cama del omega. Después se inclinó para presionar un corto y seco beso en los labios de HoSeok. El contacto le dolió a los labios de YoonGi —. ¿Quieres que te pase tu antifaz para dormir?

HoSeok sacudió la cabeza. No volvió a recostarse, apresó a YoonGi por el cuello.

—Ya que estoy despierto. ¿Quieres celebrar tu victoria? —El omega movió la cara para ofrecer esas sensuales palabras en su oído. YoonGi sintió que las escuchaba como si le estuvieran hablando debajo del agua.

—¿Cómo sabes que gané? —le preguntó ansioso. Ni si quiera estaba emocionado por la sucia sugerencia de HoSeok, por un momento pensó que el omega se había tomado el tiempo de mirar el partido. Cualquier especulación se deshizo en el aire al verlo negar, igual al humo de cigarrillo, igual de gris.

—Ay, supuse, bebé —El omega respondió, enganchando los dedos sobre su pantalón para besarlo. YoonGi lo apartó suavemente. Aunque esos eran los únicos momentos en que HoSeok lo miraba a los ojos intensamente, los únicos momentos donde su relación marchaba correctamente, YoonGi no quería hacerlo.

—Hoy no, estoy muy cansado.

No quería sentirse como un juguete esa noche.

Quería sentirse amado de verdad.

Pero por supuesto, él nunca podía salirse con la suya. HoSeok siempre debía tener las últimas palabras.

—Entonces vuelve a tu cama. Olvidaste que, nosotros, todos los omegas tenemos una revisión de dormitorio en la mañana —HoSeok le ordenó, tirando de las cobijas para volver a dormir. YoonGi ni si quiera tuvo tiempo de sentir la común decepción del rechazo, pidió que se apagara la luz entre murmullos, no se quitó su uniforme. Sólo se recostó en su colchón y cerró los ojos.

Porque de pronto, toda la energía que había sentido al estar con JiMin lo abandonó. 

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