
10
—Lobezno, lo siento. —Esas fueron las primeras palabras que recibió JiMin de YoonGi, no era un inicio prometedor sobre cómo sería el resto del día—. Tengo un problema y este es el único espacio que puedo ocupar para solucionarlo, el jodido almuerzo.
Era la primera vez que YoonGi se veía y olía de esa forma. Toda su cara estaba llena de arrugas, el aroma de su frustración era bastante amargo perfumando todo el aire a su alrededor. Algo realmente malo debió haberle sucedido para que tuviera ese estado de ánimo.
—¿Pasó algo grave, alfa?
—Olvidé que había programado una cita de revisión de mi tratamiento para la mañana en la mañana, pero te lo dije, mañana el equipo va a salir de la ciudad para iniciar el torneo. No voy a tener tiempo de ir. —YoonGi gimió frustrado, enredando la punta de sus dedos en su cabello lacio para tirar de él—. Tuve que mover la revisión para hoy, así que debo correr.
—Oh, no es ningún problema. Es una prioridad —JiMin lo consoló, sonriendo dulcemente. No le gustaba ver a YoonGi así de estresado, no era usual. Debía estar nervioso porque ya iniciarían las competencias y si su equipo no superaba la primera fase era todo para ellos. Para YoonGi era una gran oportunidad de ser reclutado mientras más avanzara.
Pero el alfa mayor no aflojó su ceño fruncido.
—Pero no quiero cancelar nuestra reunión. —No era un problema tan grave. JiMin quería decirle eso hasta que el alfa habló con un puchero en los labios, sabiendo perfectamente lo que iba a decir—. No digas que no es nada, voy a estar fuera por algunos días y no te veré...
—Alfa...
La consideración era demasiado dulce, pero JiMin no la quería si molestaba a YoonGi. Era así de simple.
Sin embargo, podía decir que ese sentimiento de tranquilidad no iba en el mismo sentido, el jugador de hockey parecía querer decir algo, hacer algo más. No pasó mucho para que la tetera por fin silbara. En un arrebato de valentía, YoonGi sujetó su muñeca y lo miró a los ojos.
—¿Quieres venir conmigo? —preguntó en un susurro desafinado. La voz de YoonGi siempre hacía esa cosa divertida cada vez que estaba nervioso—. Tendré que estar en el consultorio y tú en la sala de espera, pero...
En los blogs antes consultados, JiMin había leído que no se debía ser entrometido respecto al proceso de transición en las personas transjerárquicas, era de mal gusto, era invasivo. Por eso nunca presionó para saber más, se conformó con la poca información que YoonGi le daba, siendo feliz así.
Pero en ese instante era diferente. YoonGi le estaba permitiendo ser entrometido sobre algo personal.
—Bueno, yo, ¿estás seguro? —JiMin necesitaba confirmar porque sabía que era un permiso demasiado genial para él. Con su pregunta el aroma de YoonGi fue todavía más raro que antes. Movió la boca, probando que palabras decir.
—Sí —dijo simplemente. Después agregó algo más—. No me gusta si quiera mencionar el tema, pero... Confío en ti. No me dejarás de ver cómo, cómo alfa después de esto, ¿cierto?
YoonGi preguntó muy nerviosamente, sus últimas palabras chocaron las unas con las otras en su boca. Era doloroso que tuviera que hacer ese tipo de preguntas, que necesitara cerciorase duramente de no resultar decepcionado después de compartir algo muy personal. JiMin necesitaba darle esa tranquilidad.
—Por supuesto que no, alfa YoonGi.
Fue totalmente a propósito mencionar el rango de YoonGi con una voz suave, era algo que los omegas solían hacer para engatusar a los alfas. Hablar como si ronronearan. Parecía que había funcionado, la ansiedad que YoonGi estaba emanando, desapareció tan pronto JiMin habló.
—Entonces andando. Esto es una clase, sobre cómo ser un alfa incluso si no eres un alfa. —JiMin recibió un toquecito en su nariz y sonrió, estaba feliz de saber que no era el único. Puesto que el alfa de hockey levantó tanto los labios que sus colmillos aparecieron en esa sonrisa.
Ambos alfas comieron en el camino hacia el consultorio médico. YoonGi y él compraron un paquete de dos sándwiches cortados en triángulo, compraron un jugo de mandarina y otro de fresa. Todo se veía perfectamente encajado en la bolsa de compras.
JiMin estaba lamiendo la mayonesa que había quedado en sus dedos, escuchando la risa del alfa mayor por eso, cuando se dio cuenta que se dirigían a un barrio rico. Era una consecuencia lógica que el consultorio de transición estuviera ahí, después de todo no cualquier persona podía acceder a él y finalmente llegar al consultorio cerró cualquier duda.
Las puertas de vidrio con adornos de oro se abrieron automáticamente después de que YoonGi mostrara un pase especial, el aire de la sala de espera se volvió más cálido al detectar su presencia y aparecieron robots ayudantes con rosquillas. JiMin tomó una de glaseado rosa, después de agradecer, masticó con los ojos bien abiertos.
El televisor que ocupaba toda la pared frente a los sillones de felpa estaba encendido, anunciando la información de la compañía médica.
—¿YoonGi eres tú? —Una voz desconocida preguntó. JiMin atrapó con la mirada, la de un hombre mayor en bata saliendo de otro cuarto que debía estar detrás de la pared principal. YoonGi se inclinó hacia en él en una forma de saludo medio formal.
—Sí, doctor. Hemos llegado.
—Trajiste un acompañante —mencionó el doctor, observando a JiMin con sorpresa, parecía que quería ser una sorpresa disimulada pero no funcionó. Así que el estudiante de fisioterapia eligió sonreírle tímidamente—. Dame un segundo, ya te haré pasar.
YoonGi afirmó con un sonido. En cuanto volvieron a estar solos, JiMin eligió sentarse en el sofá más grande. Se sentía como estar sentado directamente en el algodón. Ni si quiera el sillón de su abuelo era de un material tan suave.
—Este lugar es impresionante.
—Mucha inversión —El jugador de hockey resumió mientras se sentaba junto a él. Dejó caer su cabeza sobre su hombro y tomó su mano libre para jugar con sus dedos. La temperatura de su piel estaba fría, no caliente como de costumbre. Tal vez era porque estaba nervioso, sudando frío—. A veces siento que mi riñón es más barato que el tratamiento.
—Así que es verdad, leí sobre eso.
—¿Leíste sobre eso? —YoonGi achicó los ojos al mirarlo, se veía muy incrédulo por algo demasiado sencillo.
—Investigué un poco después de que me aclaraste todo, porque no quería ser grosero o ignorante contigo —explicó JiMin tranquilamente. Él no esperaba que repentinamente YoonGi lo contemplara como si el mundo si hubiera detenido y fuera el único que siguiera en movimiento, intensamente maravillado.
Un pensamiento importante parecía estar abarcando la cabeza de YoonGi. Al final el alfa mayor se recompuso de la sorpresa, riendo.
—Ya no tienes que hacer eso, antes me habría incomodado, pero ahora puedes preguntarme lo que quieras. —La oferta significaba mucho para JiMin, de verdad mucho. En ese momento los dedos de YoonGi dejaron de estar fríos, se volvieron tibios contra los suyos—. El tratamiento es muy costoso, he estado ahorrando desde que tenía once. Al principio fue como un consuelo, pero después, se convirtió en una realidad.
—Eso es impresionante, debiste trabajar muy duro.
—Y apostar. Nunca hagas una apuesta conmigo —JiMin sacudió la cabeza ante el cinismo en YoonGi. No pensaba alagar al alfa por eso, sólo se reiría.
Antes de que YoonGi dijera algo aún más gracioso, una sombra apareció sobre ellos.
—YoonGi, ya puedes pasar. —El doctor que había aparecido de la habitación contigua, le avisó. YoonGi le dio un apretón en la mano a JiMin. A pesar de que se levantó rápidamente, se quedó de pie frente al sofá.
Fue cuando se pasó la lengua por la punta de sus colmillos que el alfa menor notó lo nervioso que estaba su Hyung.
—Espérame aquí y... —YoonGi se inclinó un segundo para susurrar en su oído— Trata de no escuchar a través de la pared
—¿Qué? —Intentando no girar la cabeza, para que sus rostros no chocaran, JiMin preguntó. No tuvo una explicación a su pregunta, el alfa deportista ya se había alejado de él para entonces.
Por lo que esperó.
—Buenos días, YoonGi. Vamos a tomar una muestra de sangre y de tu ADN para evaluar. También trajimos a tu psicólogo para hacer las preguntas del protocolo.
—¿Cómo ha ido tu mes? —El que parecía ser el psicólogo de YoonGi dijo y fue con ese cuestionamiento que JiMin entendió por qué YoonGi le había pedido que no escuchara, en un punto tendría que responder cuestiones personales.
Parecía una cuestión de rutina para YoonGi, porque comenzó a responder sin inquietarse.
—Ha ido bien. La primera semana tuve un poco de acné en la espalda, pero ya desapareció ah, y mi olor se volvió un poco fuerte.
—Entiendo, ¿pero puedes contarme cómo te has sentido emocionalmente? ¿Algo importante que deba anotar? Veo que te involucraste en otra pelea.
JiMin entró en pánico, eso era justamente lo que YoonGi quería mantener privado. Así que miró la información del tratamiento que había en la pantalla frente a él para distraerse, hasta que leyó: "¿Sintiendo que no perteneces a tu casta?"
Entonces no, gracias, no quería leer sobre eso.
Inevitablemente sintonizó la conversación al fondo de la pared. No quería, sólo que notó hacia donde iba la conversación y no pudo detenerse.
—Sé que mi círculo social me he apoyado antes, a su manera. Pero él, JiMin... Es más. —YoonGi reconoció con una risita. Las mejillas de JiMin se pusieron como lava al percatarse que hablaba de él. Fue tan vergonzoso como cálido—. Es más que eso. Él me hace, yo... No puedo ponerlo en palabras. Además, sé que está escuchando todo.
Al menos el alfa mayor no se escuchaba enojado por eso.
—¿Entonces puedo hacerlo pasar? ¿Te incomodaría que te vea en este estado? Es importante la honestidad.
—No, ya no.
A pesar de que estaba escuchando descaradamente, JiMin todavía pegó un brinco al cielo cuando YoonGi apareció del otro lado del muro, con la camisa arremangada sólo de un hombro.
—Lobito, ¿podrías...? —Apuntó hacia el interior del consultorio. Esta vez sin mirarlo mucho, esperando que su rubor pasara desapercibido.
Ni si quiera necesitó que se lo mencionaran dos veces, JiMin se levantó rápidamente y entró al consultorio. Estaba acostumbrado a estar en centros médicos con fotos del cuerpo humano, paredes blancas, los típicos muebles. Todo gracias a su adolescencia, a su carrera.
Pero ese lugar se hallaba equipado con cosas tan modernas que como aspirante a un tipo de médico comenzó a babear.
El hombre que parecía ser el psicólogo a cargo de YoonGi lo saludó con una reverencia. El médico no le prestó más atención que una mirada rápida, estaba más concentrado en limpiar la piel del hombro de YoonGi antes de tomar una muestra de sangre.
YoonGi ni si quiera pestañeó cuando el líquido rojo abandonó su cuerpo. Se mantuvo ocupado mirando a JiMin, quien miraba al psicólogo.
—Me alegra que puedas estar aquí, JiMin y te lo agradezco. Estoy a cargo de la salud mental de YoonGi mientras dura el tratamiento.
—O tendrían otra demanda —YoonGi murmuró con una diversión sarcástica. Su mueca alegre se terminó en el instante en que el doctor le arrancó un cabello, probablemente para la revisión y toda su cara se contrajo— ¡Auch!
JiMin sonrió, cariñoso. Se estaba acostumbrando rápidamente a que el alfa no se quejara sobre las cosas graves, pero sí a la picazón de la cicatrización o a perder un cabello.
El psicólogo continúo hablando, parecía estar acostumbrado a ese tipo de intervenciones por parte del alfa.
—Eres importante porque nuestros tratamientos pueden ser procesos traumantes para algunos pacientes. YoonGi suele ser poco abierto con esto, así que es un gran paso para él que tú estés aquí. Eres la primera persona que trae aquí.
—Él ya lo sabe —YoonGi lo interrumpió, sobando su cuero cabelludo—. Sabe que es especial para mí como nadie.
JiMin lo sabía. Pero todavía sintió que su corazón quería escaparse de su pecho al escucharlo de una manera directa.
El equipo de alfas estaba malditamente nervioso mientras esperaban a que un camión los recogiera fuera de la universidad. Había nubes cargadas sobre sus cabezas justo el día de su partida a un torneo nacional, no sonaba como un buen augurio y los jugadores de hockey eran bastante supersticiosos.
YoonGi decidió no pensar en eso. Encendió su tableta electrónica, con el objetivo de revisar su bandeja de mensajes, más precisamente el último enviado.
"No vas a venir a desearme buen viaje. Esperaba que lo hicieras". No era una pregunta, sino una triste afirmación sin respuesta, como siempre. Sus palabras le parecieron todas deprimentes y necesitadas, que sintió lastima de sí mismo.
Por ende, decidió eliminar el mensaje.
No tenía sentido.
Se sentía como si nunca pudiera recuperar el sentido.
Cuando vio a NamJoon, se dijo que era momento de ocuparse. Primero se alejó un poco del ruidoso SeokJin y su cómplice JungKook para pedirle el esperado favor al omega. Estaba seguro de que podía conseguirlo.
—NamJoon, amigo, ¿cómo ha estado tu día? —le dio un abrazo grande como los que le daba a sus amigos de más confianza. Una vez que terminó de disfrutar el contacto devolvió al omega en su lugar, NamJoon podía parecer un gigante, pero en realidad no era tan pesado como el mismo YoonGi.
NamJoon se rio ante su pregunta extraña.
—Te vi hace dos horas, en el entrenamiento y acompañé a todo tu equipo hasta aquí. ¿Por qué algo habría cambiado?
—Estaba tratando de ser amable —se quejó, arrugando la nariz. Como esa parte de su plan no estaba funcionando, recurrió a la opción B. Todavía no podía llegar a pedir el favor directamente o sería rechazado—. Oye, te haré una transferencia para que puedas comprarte algo en la cafetería. ¿De qué son los panques que te gustan? ¿Nuez?
Únicamente consiguió que NamJoon lo mirara feo.
—Son de almendra. No puedo creer que no lo recuerdes, los compro desde que entramos en la universidad.
Mierda, por el rumbo de la conversación era seguro que YoonGi no iba a poder salirse con la suya. Así que eligió rendirse, era lo único honorable que le quedaba porque tratar de sobornarlo no funcionó.
—Soy un pésimo amigo porque en el fondo quiero un favor —confesó, pasándose los dedos por el cabello. NamJoon no se inmutó con la nueva información.
—Lo suponía. Habla.
—Es sobre JiMin. —Con esa información el omega sí se sorprendió, levantó una de sus cejas—. Me voy a ir tres días y nosotros solemos almorzar juntos.
—Lo sé, ya no lo haces con nosotros. —YoonGi le dio un golpecito en el pecho, estaba seguro que no era un reclamo serio. Las veces que NamJoon se enfadó con él no tuvo pelos en la lengua para gritarle o comenzó a soltar feromonas intimidantes. Para ser un omega tenía un aroma particularmente fuerte, nada dentro del gusto de YoonGi.
A él le gustaban los omegas que olían como una jodida pastelería.
—Termina de escuchar. Me voy a ir, lo que significa que no podré almorzar con él y se va a quedar solo.
—¿Que no tiene más amigos? —La pregunta de NamJoon estuvo llena de ironía. No había sido hecha en un mal sentido, era sólo que no tenía idea de la situación.
Se sentía mal responder directamente a eso de forma afirmativa, así que YoonGi no lo hizo. A pesar de la criatura tan noble que era JiMin, no tenía más amigos que él. Era como si fuera demasiado frágil, demasiado tímido para el contacto social. Cuando no realmente, sus horas del almuerzo eran demasiado agradables porque la compañía de JiMin se ajustaba perfectamente a la de YoonGi.
—No quiero eso para él, ¿podrías sentarte a comer con él? No tienes que hablar demasiado, lo vas a asustar si haces eso... Pero si te quedas en silencio será peor, lo harás pensar que es aburrido o que te está causando problemas. Nunca —YoonGi enfatizó la palabra con demasiada seriedad—. Nunca le digas que está molestando. Tampoco le preguntes nada sobre su rango, aunque no evites el tema. Es un alfa, punto final, no le cuestiones nada sobre eso.
Lo único que consiguió con su escupidera verbal fue que NamJoon riera. El omega se veía como si no hubiera estado escuchando, lo que llevó a YoonGi a hacer un puchero de berrinche.
—Eso es muy específico.
—Sólo hazlo. No quiero que se sienta solo. —YoonGi no quería que JiMin se sintiera como un cachorro abandonado en su ausencia, era todo. Daría cualquier cosa por meter al chico en su maleta y llevárselo de viaje—. Además, le encanta el rosa y piensa que tu cabello es genial.
Había sido correcto mencionar eso. NamJoon comenzó a prestar atención.
—¿Te dijo eso?
YoonGi le estaba asegurando a NamJoon que sí justo cuando una cabellera café apareció en su campo de visión. El alfa de hockey conocía ese peinado desastroso en donde fuera. Sólo que no entendía por qué JiMin estaría ahí. Se estaba aprendiendo su horario de memoria, tenía clases de anatomía.
De la manera menos elegante existente, perdió el hablar hasta que JiMin llegó efusivamente a su lado.
—¡Alfa YoonGi! Pensé que ya te habías ido.
—Yo pensé que estabas en clase —le dijo, mientras lo tomaba en un abrazo. JiMin olía dulce como de costumbre y como de costumbre se sentía como un cubito de hielo. Así que YoonGi decidió abrir el cierre de su chaqueta verde y envolverlo igual que si se tratara de una manta. Como resultado, el estudiante de fisioterapia terminó presionado contra su pecho, sus cuerpos fuertemente presionados—. ¿Qué haces aquí, lobezno?
—Me escapé antes de que mi clase terminara—JiMin admitió, sonriendo traviesamente. Era un pequeño criminal en la opinión de YoonGi—. O no llegaría tiempo. Tenía que desearte buen viaje en persona.
Aprovechando que el alfa menor se estaba comportando tan dulcemente, YoonGi le dio una mirada a NamJoon sobre la cabeza de JiMin. Le estaba diciendo "¿Lo ves? Es tan solitario e indefenso. Adóptalo, por favor". El omega simplemente se rio en silencio.
—Lobito, gracias.
—Entonces, buen viaje, alfa. Vuelve a salvo y pronto, por favor—JiMin le pidió. Usó una de esas sonrisa que presionaba sus mejillas rosadas en lo alto de su cara, tan grande que YoonGi perdió la capacidad de hablar. ¿Había querido escuchar lo mismo de alguien más? ¿De quién? Ya no podía recordarlo, la satisfacción viajó en su pecho como tragar el chocolate caliente en un día nevado.
Lo mejor que pudo hacer fue envolver a JiMin más fuerte en su gigante chaqueta, poniéndole las manos en la espalda. Ni si quiera le importó si NamJoon puso una mirada extrañado. A la mierda, ese momento era para él. No tendría nada de eso en los próximos días.
—Volveré pronto. Sólo porque me lo pediste así —le aseguró en un susurro. Regresó su voz a la normalidad para la siguiente parte, incluso la levantó más de lo necesario—. Cualquier cosa que necesites puedes pedírselo a NamJoon. ¿Eh, NamJoon?
Al tener la mirada de JiMin sobre él, NamJoon no tuvo más remedio que aceptar. Debió sentir la energía de cachorrito que desprendía el alfa menor y nadie se podía resistirse a eso.
El ambiente se habría puesto mucho más divertido entre los tres sino hubieran escuchado la voz del entrenador llamando a los alfas de hockey al camión. YoonGi no tuvo más remedio que abrir los costados de su chaqueta, permitiendo que el estudiante de fisioterapia se alejara de su espacio personal.
—Adiós, lobito —le dijo, despeinándolo del cabello. Luego le dio un abrazo a NamJoon. En silencio le agradeció por intentar cuidar de JiMin, aunque sabía que no había aceptado directamente.
—Revisa en tus bolsillos, alfa YoonGi —le recomendó JiMin en el último momento antes de marcharse. Era una sugerencia extraña, que YoonGi ejecutó en cuanto estuvo arriba del autobús y su maleta con las del resto del equipo. Entonces revisó sus bolsillos y encontró una barra de chocolate.
La misma que había señalado diciendo que se parecía al tono del cabello de JiMin.
Su aprendiz de alfa debió ponerla ahí mientras se abrazaban. YoonGi no debió estar sorprendido, él se había despertado más temprano para llevarle gomitas a su clase, pero todavía miró la cosa con una risa irregular.
Nunca le habían gustado tanto los dulces como en ese momento.
Comió la costosa tira de chocolate durante el viaje, siempre recordando a cierto alfa y cuando SeokJin intentó arrebatarle un pedazo, le gruñó diciéndole que era suyo. Suyo y de nadie más.
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