1
Al saber quién sería su compañero de habitación, Park JiMin decidió llegar tarde a su universidad.
No podía creer que el tiempo de sus vacaciones veraniegas invertido en rezar para que eso no sucediera fue en vano. Esa misma mañana, el nombre de SunHo apareció en su notificación sobre el estado de su nuevo dormitorio, justo debajo de la felicitación por parte del instituto.
La noticia de que conservaría el mismo roomate cayó como una bomba sobre él, destrozando brutalmente la poca esperanza que le quedaba. JiMin tendría que soportar al mismo alfa, dueño de sus pesadillas, hasta el próximo cambio de dormitorios.
No sería tan malo si SunHo sólo fuera el chico territorial e invasivo que era. El verdadero problema era que vendía contenido de los omegas con los que se acostaba. JiMin lo descubrió accidentalmente y cuando le pidió que se detuviera, recibió una amenaza que lo dejó paranoico por días.
A pesar de lo mucho que quería ayudar a esos omegas en problemas, él era un verdadero cobarde.
Un cobarde que gracias al retraso decidió comprar un pase para un Metrobús con la política sobre nunca detenerse a excepción de las paradas. Mostró el código de su boleto de pase a uno de los pequeños robots ayudantes y una vez que fue autorizado su acceso, caminó mirando el suelo. Las puertas holográficas se cerraron fuertemente detrás de él.
Mientras encendía sus auriculares, notó que había un olor dulzón viniendo de alguna parte del vagón. Probablemente se trataba de un omega entre ellos que estaba pasando los últimos días de su celo.
Discretamente cubrió las fosas de su nariz para evitar las náuseas. Siempre se había sentido raro alrededor de los aromas intensos que desprendían los omegas en un estado de excitación.
No como un alfa debería sentirse.
Sin embargo, a medida que pasaron los minutos ese aroma se volvió mucho más penetrable. JiMin levantó la mirada de sus zapatos sólo para comprobar de dónde venía. No fue difícil hallar la fuente, todos en la estación estaban mirando hacia el mismo lugar, hacia una adolescente en su uniforme escolar que se veía lo suficientemente asustada como para desmayarse.
Ella era demasiado joven. No parecía superar ni los quince años.
En el instante en que JiMin notó su edad, inmediatamente se congeló. La situación no podía ser peor, la joven estaba teniendo su presentación como omega en esa misma estación.
Tenía que ser una horrible burla del destino ya que todo resultaría en una masacre, había un montón de alfas dentro del vehículo, JiMin contó cuantos de ellos ya estaban mirando a la chica como un bocadillo, eran seis. Un número enorme.
No existían muchas soluciones. Detener el metro era imposible, los conductores tenían un estricto protocolo regido por la inteligencia artificial. Las capsulas de resguardo para omegas, creadas para emergencias de este tipo, estaban al fondo del corredor. Demasiado lejos, la chica nunca llegaría a tiempo si todos los alfas decidían saltar sobre ella.
JiMin miró en busca de ayuda. Había una mujer beta sentada al fondo, la dama simplemente miró su reloj costoso como si no pudiera esperar para que el evento de cacería terminara. Aunque todos sabían que los betas eran la parte más selecta e importante de la sociedad, JiMin nunca pensó que actuarían tan indiferentes ante una situación de esa magnitud.
En este mundo de humanos animales, todos tenían un papel. Las presas, los depredadores y los observadores. Nadie hacía nada que no estuviera estipulado en este pacto que se otorgaba al iniciar la adolescencia, nadie nunca iba contra sus genotipos de lobo.
La joven omega comenzó a llorar de miedo, quizás también del dolor de la presentación y eso bastó para que la tensión se rasgara ruidosamente. Uno de los primeros alfas se acercó a ella, su lenguaje corporal gritaba dominio.
—Hueles delicioso.
—N-no, yo n-no...
—Ella también es mía.
—Quiero a esa omega.
JiMin tenía que hacer algo, ayudar de alguna forma. Pero lo único que consiguió fue aferrarse a su asiento acolchonado del Metrobús, sintiendo que su respiración comenzaba a dificultarse.
Como era de esperarse, se paralizó igual que el estúpido cobarde que era.
—¡Por favor, no se acerquen! —La omega gritó desgarrándose la garganta y JiMin cerró los ojos, terminando por perder el control de sus pulmones. Un maravilloso momento para tener un ataque de asma, simplemente genial.
Esperó que el caos se desatara. Sólo que este nunca llegó.
Eso hizo que levantara los parpados, algo nuevo comenzó a suceder en el metro. Al principio no pudo entender de qué se trataba, las personas en el metro se habían movido de tal forma que su visión estaba bloqueada. Necesitó levantarse de su sitio y sostenerse sobre la punta de sus pies para mirar.
Entonces tuvo la vista más impresionante de toda su vida; dentro del círculo de cazadores, había un enfurecido chico de chaqueta verde que parecía apostar al bando correcto.
—Si alguno de ustedes quiere ponerle un maldito dedo encima, va a tener que pasar sobre mí primero. Y les advierto que soy muy jodidamente difícil de matar. —El chico amenazó a todos los que miraban con hambre a la recién omega, después la colocó protectoramente detrás de su espalda.
Sus colmillos habían crecido lo necesario para sobresalir de su boca. Por el tamaño de sus incisivos, este era un alfa, no había duda alguna.
Eso lo volvió mucho más maravilloso ante los ojos de JiMin, el chico no sólo estaba dominando sus rasgos de lobo al oler a un omega en celo, sino que también estaba enfrentando a toda una manada de alfas hambrientos.
—Ella es mía, mía, mía. —Uno de los alfas atacantes le respondió, viéndose tan fuera de sí. Quizás saber que estaba siendo retado para obtener a un omega ayudó a que sus componentes animales tomaran mucho más rápidamente el control de su cuerpo.
El nuevo héroe de JiMin, sonrió de lado. Emanó una increíble aura de soberbia cuando eligió ignorar el comentario. En su lugar le habló a la omega que protegía.
—¿Tienes a la mano tu carta de identificación? Vas a correr hasta la cápsula de seguridad. —Luchando contra los dolorosos espasmos de la presentación, la chica se descolgó el bolso de su hombro. Pero ese pequeño movimiento sólo movilizó al resto de los alfas—. ¡Mierda, vete!
El resto de la pelea inició en un parpadeo.
A JiMin se le apretó el pecho cuando uno de los abusadores lanzó sus garras contra la cara de su héroe. En una de sus materias de estudio había aprendido que algunos pequeños cortes causados por alfas eran capaces de destrozar la piel. Así que miró con el corazón en la garganta esperando que ese golpe bajo no le hubiese costado el ojo a su nuevo héroe.
Afortunadamente el alfa heroico tocó la línea de sangre que atravesaba el costado izquierdo de su cara, desde la ceja hasta la mejilla, después estrechó ambos ojos.
—Te voy a matar por eso —le gruñó en una advertencia, zambulléndose de nuevo a la batalla.
Aliviado JiMin soltó el aire que no sabía que comenzó a retener.
El chico bueno iba a necesitar alguien para pelear a su lado o terminaría más herido que eso. Aunque quería ayudarlo para darle su merecido a esos alfas, JiMin conocía sus capacidades físicas y en lugar de ayudar, se volvería un gran contratiempo. Por ese motivo eligió correr hacia la chica para ayudarla.
Fue tan rápido porque al parecer había entrado en la dinámica de la situación. Incluso se habría desecho de la mochila que llevaba con tal de ganar tiempo.
La nueva omega estaba tan adolorida que sus pasos podían ser superados fácilmente.
—¿También eres un omega? —La chica le preguntó sin aliento. JiMin le quitó el bolso, pensando que no era un momento para mentir. Su única opción fue no responder correctamente a esa pregunta, si le confesaba su verdadera naturaleza simplemente la asustaría.
—Soy JiMin y estoy aquí para ayudarte. ¿Dónde está tu carta de identificación? —La estudiante le mostró dónde y mientras JiMin abría el cierre del bolso ajeno con manos temblorosas, recordó otro problema—. Necesitamos actualizarla para que puedas entrar en la cápsula.
Si ella no se había presentado hasta ese momento, significaba que no estaría registrada como una omega. Lo que era igual a un nulo acceso al cuarto de seguridad.
Cuando JiMin encontró su carta de identificación, la encendió con sumo cuidado. Los últimos modelos para las últimas generaciones se habían vuelto igual de delgados que un billete. Era divertido porque la única novedad en la identificación de JiMin era ser un ladrillo plegable.
A pesar de lo rápido que intentó ser mientras cambiaba los datos, alguien lo sujetó de la muñeca con la suficiente fuerza para inmovilizar su mano. JiMin levantó los ojos asustado hasta que se encontró con los de su héroe.
El miedo se evaporó al mirar los ojos rasgados de un valiente.
El alfa estaba respirando por la boca bruscamente, había sangre en su rostro y sus garras estaban raspando un poco el brazo de JiMin. Sin importar lo violento que se viera, JiMin tenía el fuerte presentimiento que ese chico nunca lo dañaría.
—Estoy ayudando, lo prometo —le dijo, esperando que su héroe creyera en él, aunque no había una garantía verdadera en sus palabras. El alfa lo miró por un breve momento, luego lo soltó para volver a cuidarles las espaldas.
Con eso y un último ajuste terminó con la carta de identificación de la chica, en un sólo movimiento JiMin escaneó el código consiguiendo que las compuertas de la cápsula de seguridad se abrieran para poner a la chica dentro.
Ella lo miró confundida, probablemente preguntándose por qué se quedó fuera. Lo único que JiMin pudo darle fue una sonrisa de disculpa por haberla engañado.
Una vez que la cápsula se cerró. El sistema de seguridad se encendió, porque irónicamente era mejor actuar tarde que nunca e inundó el espacio con una cantidad exagerada de feromonas artificiales. Estas eran extrañas, nunca se quedaban en la piel como las producidas naturalmente por otra persona, eran un invento que buscaba apagar todos los instintos de los alfas hasta ponerlos tontos.
Funcionó correctamente. Tan pronto como los alfas atacantes lo inhalaron, se tambalearon en una dirección indefinida.
No importó lo mucho que JiMin intentó no respirar, la fragancia se coló en su organismo decidiendo actuar de inmediato. Sintiéndose como si estuviera saliendo de su cuerpo, se miró las manos, tratando que la imagen dejara de verse tan borrosa. No podía dormirse, tenía que hablar con el alfa heroico y decirle lo mucho que lo admiraba. Quería verlo una vez más.
Quién sabe cuánto tiempo permaneció JiMin en ese estado de embrutecimiento, lo único seguro era que cuando retomó el control de sus extremidades, estaba de pie en alguna estación desconocida y definitivamente fuera del metro.
Sin ningún rastro del alfa de chaqueta verde.
Lo más seguro era que había aterrizado en otra parada o no había bajado del metro en lo absoluto. Tal vez logró luchar contra las drogas en el aire y decidió que lo mejor era esperar que la cápsula fuera enviada correctamente.
Únicamente quedó una marca de aroma que el alfa había dejado sobre su muñeca, de manera accidental.
Una hora más tarde JiMin llegó a la universidad. Antes de ir a la zona de dormitorios para alfas, se desvió hacia el área de administración. Todavía estaba invadido por los sentimientos del viaje junto con la enorme cantidad de adrenalina que seguía acumulada en su corazón, siendo bombeada por todo su cuerpo.
—Buenos días, alumno promedio. ¿En qué puedo ayudarte? —KAI, el nombre del operador virtual a cargo de todo el país, le preguntó fríamente y amablemente. A pesar de que JiMin sabía a lo que venía, se asustó cuando escuchó la voz robótica al entrar a las oficinas.
—Ah, buenos días, KAI. Me gustaría hablar con la jefa de administración de los dormitorios.
—En un momento. Por favor, toma asiento. —JiMin obedientemente lo hizo. Uno de los pequeños robots de asistencia se acercó para ofrecerle café, JiMin sujetó el vaso incluso si su estómago se sentía lo suficientemente desastroso para rechazar cualquier bebida.
En ese momento, le señorita omega a cargo de los dormitorios entró a la oficina. Tomó asiento frente a él al mismo tiempo que se chupaba los dedos de lo que debía ser su desayuno.
—Vaya, chico, tu cara es inolvidable. Aunque no creí verte de nuevo, ¿tampoco estás feliz con tu nuevo compañero? —Aunque la mujer no estaba burlándose de él, JiMin no pudo sostenerle la mirada.
—Es el mismo...
Ella hizo una mueca de sorpresa que se transformó en una risa irónica.
—Qué poca suerte tienes. ¿Algo más? ¿O quieres que te cambie de compañero sin algún motivo? —El ciclo pasado, JiMin había hecho una petición para un cambio de dormitorio. Pero estaba demasiado asustado para delatar a su compañero de cuarto, así que simplemente le dijo a la administradora que no estaba cómoda con él. Ella por supuesto, no hizo ningún cambio—. ¿Vas a comportarte igual que antes? Cielos, ¿qué pasa con los alfas de estos días? Son todos tan territoriales sin motivo.
JiMin levantó los ojos de vuelta a la administradora. Sujetó sus manos a la altura de su pecho, de forma que su muñeca estaba un poco más cerca de su nariz. Así podía oler la marca de olor que el alfa dejó en él sin querer y se sintió como si él también fuera una persona valiente.
Los alfas de estos días eran un desastre, al igual que escondían personas como el héroe del metro. Un chico que peleó por una desconocida sin pensárselo dos veces, sabiendo que con eso ponía su vida también en riesgo.
Pensando en ello, las palabras se le resbalaron como mantequilla caliente.
—Mi compañero de cuarto ha estado compartiendo vídeos íntimos de omegas a otros alfas, fotografías. Todos estudiantes de esta institución. Le dije que no estaba bien y me amenazó que, si se lo contaba a alguien, él iba a... Bueno, hacerme la vida una pesadilla. Estaba tan asustado que no pude confesarlo antes del periodo de descanso, lo siento tanto.
La administradora lo miró en silencio. Probablemente tratando de determinar que no estaba mintiendo, eso le llevó un rato bastante largo.
—Bueno... No hueles como un mentiroso. —La mujer ahora miraba a JiMin con un poco más de respeto. No como un tonto territorial—. Pero vas a tener que ser mucho más detallista que eso y mostrarme pruebas.
A pesar de lo nervioso que el estudiante alfa se sentía. Eso era lo correcto, lo que debió haber hecho mucho antes si no hubiese sido un gatito asustadizo, pero ahora estaba todo resuelto. JiMin le contó todo lo que sabía a la administradora, no omitió ningún detalle al respecto sobre como operaba SunHo y al abandonar la silla de un casi interrogatorio, lo hizo con satisfacción.
Sensación que duró hasta que llegó a su nueva habitación.
La puerta se abrió después de leer su carta de identificación y JiMin fingió que ese movimiento no lo hizo sobresaltarse. Fue complicado, pero de alguna manera mágica consiguió oler como si no hubiera confesado el crimen de su compañero.
Si tuviera un poco más de tiempo sin SunHo lograría actuar normal. Aunque sin importar lo mucho que oró mentalmente para ello, ese milagro no se le concedió. El alfa estaba trabajando en su computador, probablemente en sus negocios sucios. El tipo que parecía nunca tener clases ni si quiera levantó la mirada para verlo, habló como si hubiese estado esperándolo por horas.
—¿Me extrañaste? —le preguntó siniestramente. Un saludo de SunHo sonaba como el recibimiento al infierno para JiMin. Su única garantía era que pronto todo terminaría.
—Supongo que sí. —JiMin se aferró a las correas de su mochila, deseando no verse como un terrible mentiroso. Porque lo era, pero el único escape que le quedaba para sobrevivir era aparentar que no.
—Cuando supe que me tocaba habitación contigo pensé: Genial, JiMin ya sabe de mis negocios y recuerda nuestro trato. ¿Lo haces no, JiMin? —Ante el tono cruel dentro de su pregunta, JiMin miró hacia otro lado y asintió. Porque sí, recordaba el acuerdo, pero no significaba que aún lo cumplía. Obtuvo la reacción que quería, SunHo se mostró complacido y con una vil sonrisa se acercó hacia él— Por tu amable silencio, me gustaría agradecerte... ¿Sabes que si te gusta algún omega puedo encargarme de eso por ti? ¿No te gustaría contenido personalizado a un bajo precio?
Inevitablemente JiMin miró horrorizado a su compañero de cuarto. Desde la escuela secundaria, nunca había encontrado a nadie que en serio le gustara. Pero si ese fuera el caso, lo que menos querría sería que sus fotografías estuvieran corriendo en manos de otras personas.
—Eso sería imperdonable —murmuró, sintiéndose asqueado.
SunHo no respondió. Su mirada se obscureció.
—Bien. Ponte cómodo, JiMin. Van a ser largos días el uno al lado del otro.
La amenaza habría hecho que el JiMin del pasado se alejara rápidamente. Esta versión de sí mismo que tenía una diminuta mejora sólo asintió obedientemente, sabiendo que en el fondo había comenzado a revelarse. Las mejores revoluciones comenzaban siendo un proceso silencioso.
Lo mejor que pudo hacer fue cambiar el tema de conversación hacia el desastre que era su nuevo cuarto.
—Hablando de la mudanza... ¿Podrías, no lo sé, mover tus cosas? Estás invadiendo una parte de mi habitación.
Meses antes, JiMin jamás se habría atrevido a pedirle algo así a SunHo. Simplemente habría soportado que su espacio fuera totalmente violentado porque era demasiado tímido para iniciar una pelea. Su compañero de cuarto se veía sorprendido por su nueva petición, excepto que no era el tipo de sorpresa agradable.
—¿Qué? ¿Hablas de mi espacio en mi habitación?
JiMin pensó en el alfa del metro. ¿Qué habría hecho si hubiese estado con un compañero tan nefasto? Seguramente ya se habrían arrancado la garganta el uno al otro y su héroe lo habría sometido, resultando victorioso.
—Te pido que lo muevas. —Demasiado firme, eso sonó demasiado firme. JiMin abrió los ojos con pánico y velozmente trató de arreglarlo—. Quiero decir, ¿por favor, mueve tus pertenencias?
SunHo quien tenía la fama de nunca desaprovechar una pelea. Se levantó de la cama con los ojos fijos en él, haciendo que JiMin retrocediera un par de pasos.
—¿A quién le estás hablando de esa forma? —le cuestionó y JiMin podía sentir que lentamente sus palabras se estaban transformando en un gruñido de lobo. Fue tan aterrador que cuando SunHo levantó su mano, JiMin instintivamente acomodó su cuerpo de forma que se veía más pequeño. Su reacción hizo que su compañero de cuarto riera tan fuerte que las paredes retumbaron—. ¿Qué es eso? ¿No es esa una técnica de defensa de los omegas? Qué patético.
Para finalizar su amenaza, SunHo lo sujetó de la muñeca y de inmediato JiMin intentó liberarse. Si SunHo lo hubiese tomado del codo no habría ningún problema, pero ese lugar era donde guardaba el aroma especial.
—¡Por favor, suéltame! —le rogó en un grito desesperado. Fue un triste momento porque su intento de liberarse consiguió que SunHo se enfureciera aún más. Debió pensar que era alguna clase de desafío a su rango, cosa que evidentemente no era.
—¡Recuerda tu lugar, imitación de alfa!
—Lo hago, lo hago. Ahora déjame ir.
Su ruego terminó una vez que SunHo aflojó su agarre. Su compañero de cuarto lo miró como una diminuta hormiga que trataba de defenderse de un atacante, pasó junto a él golpeando sus hombros y se alejó.
En el silencio de la habitación, JiMin se desplomó en el suelo. Se acercó la muñeca a su nariz sólo para encontrar que la marca de su héroe había desaparecido. El reconfortante aroma masculino se apagó bajo el ácido aroma de SunHo, sin dejar rastro alguno.
—No, ya no está...
Como la marca de olor del alfa heroico, la sensación de seguridad había muerto.
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