Capítulo 29: Terco
LEANDRO
Existe cierta comodidad entre sus brazos que jamás encontraré en otro sitio. Hay un sentimiento de paz que surge dentro de mí mientras lo observo dormir cómodo y tranquilo, maldiciendo el hecho de que pronto tiene que despertar.
Quiero que él sea feliz, quiero poder eliminar cada cosa que lo preocupa o lo angustia, quiero que nada tenga jamás el poder de cambiar su esencia, quiero proteger su seguridad, su confianza. No quiero que nada lo rompa, quiero que siga sintiéndose poderoso y fuerte.
Quiero proteger su ego, su autoestima, su sensación de grandeza y su desmedido amor propio. Quiero ser siempre ese que lo hace sentir en casa cuando casi tambalea, ese pequeño golpe de energía que necesita para volver a salir a ponerle el pecho a lo que sea. Porque él puede con todo y lo sabe, él conoce su poder, y yo lo amo por eso.
El despertador suena y su ceño se frunce, aún con los ojos cerrados, estira su brazo hacia la mesa de noche para apagarla con fastidio.
Se voltea hacia mí otra vez y se acurruca contra mi hombro, pasando su mano muy lentamente por mi abdomen desnudo para abrazarme. Paso mi mano por sus rizos despeinados, y luego la bajo lentamente para acariciar su rostro con la yema de mis dedos.
Entonces sonríe, y como consecuencia yo también lo hago. Pestañea un par de veces con pesadez, pero abrir los ojos parece misión imposible.
—Estás aquí —murmura muy bajito, abrazándome más fuerte y sin borrar la sonrisa.
Estar en la cama todo el día sin absolutamente ningún plan, sería el mejor plan de todos en realidad. Solo él, yo, mucha comida y un par de películas. Él ama las películas, y yo amo todo lo que lo hace feliz.
—Deja de verme así —se ríe, y yo también lo hago porque aunque no abre los ojos aún sabe perfectamente que lo veo como idiota.
—Ya hay que levantarnos… —le recuerdo con mucha lástima.
—No… te extraño, ¿por qué no regresas a la casa?
—¿Acaso pretendes que duerma contigo cada noche y la tensión sexual no me mate? —me indigno en tono de broma, apartándome para sentarme en la cama— No sé qué te hice, pero no me tortures así.
—¿Solo soy buen sexo para ti? —finge ofenderse, mientras se sienta también.
—¿Necesitas algún tipo de demostración más? ¿Acaso mis acciones no bastan?
—No necesito nada —sonríe—, solo que estés cerca.
—Ve a bañarte, te haré el desayuno —le indico rodando los ojos.
—Qué mandón estás, es una orden tras otra… —protesta.
—¿Quieres desayuno?
—Obviamente sí.
—Entonces ve a bañarte.
—Serás un padre horrible, ellos van a preferirme a mí y siempre haremos las cosas a tus espaldas —advierte con cierto tono de supremacía que me hace reír.
—Si tu creyeras que yo seré un padre horrible, no estarías proyectando tener hijos conmigo.
—Cállate —se queja y me arroja un zapato.
—¿Te vuelves inseguro si no dominas la situación? Mira tú… esto es nuevo —me burlo de su expresión fastidiada.
—Sabes que puedo invertir esto en un segundo, no te rebeles…
—Me gustaría ver cómo lo intentas… a ver —elevo mis cejas hacia él, de forma desafiante.
Sé que puede, él tiene mucho control sobre mí y sabe perfectamente cómo ejercerlo. Sin embargo, el juego de egos siempre ha sido lo nuestro y no creo que eso cambie.
Se agacha ligeramente para quedar a la altura de mi oído, ya que aún estoy sentado en la cama, y en un tono muy bajo susurra:
—¿Por qué no vienes y me bañas tú?
Levanto mis ojos a los suyos, mi pulso se aceleró, él sabe la forma exacta de volverme vulnerable.
—Porque tú dijiste que no podías… —le recuerdo conteniendo la respiración.
—¿Bañarme? No, tal vez no puedo, por eso necesito tu ayuda —insiste, con la mirada intensamente fija en mis labios.
—Elai, mira que... —intento advertir, pero él me interrumpe con una risita.
—Bla, bla, bla, bla, bla —Rueda los ojos, se quita la camiseta para dejarla en el suelo y caminar hacia el baño.
Lo voy a seguir, desde luego, después lidiamos con las consecuencias.
No sé cómo se desnudó tan rápido, pero ya está dentro de la ducha, el agua comienza a humear y lo observo pasar las manos por su rostro y llevar hacia atrás su cabello que de inmediato vuelve a caer por la presión del agua.
Sus rizos se desarman rápidamente, miro el agua correr sobre él mientras me quito la ropa para seguirlo dentro.
Tomo la esponja y le pongo el suficiente jabón para asegurarme de que la espuma no se acabe. Huele a él, a su piel.
Sus ojos están fijos sobre los míos, esperando a que yo haga lo que él espera, y me genera un poco de ansiedad no saber exactamente qué es.
Doy un paso hacia adelante, apoyo la esponja sobre su pecho y la deslizó suavemente hacia abajo, dejando un rastro de pequeñas burbujas blancas mientras la presión del agua golpea contra mi espalda.
Él se mueve apenas en cuanto llego a su abdomen, y ese breve movimiento hace que su erección se roce con la mía, poniéndonos tensos a ambos.
¿Qué le hizo creer que esto era buena idea? Lo único que hay en mi mente ahora son veinte maneras distintas de llegar allí con mi boca.
Supongo que si nos arrastró a esta situación, es porque probablemente él también está deseando que vuelva realidad una de todas esas.
Bajo la esponja por sus caderas, el agua caliente lava la espuma de inmediato dejando su piel humeante, marcada por las pequeñas gotas que bajan hacia donde quiero bajar yo.
—¿Por qué siento que esto está mal? —murmura, recostando su cabeza en la pared de atrás.
—No tiene que significar nada, solo es un momento, al salir del baño las cosas seguirán iguales que antes de entrar —lo tranquilizo, dejando en claro que aún voy a respetar su espacio.
En cuanto lo acepta baja su mano hasta mi erección para acercarla a la suya, haciendo que se toquen. Toma ambas con una sola mano, y comienza a moverla con una lentitud tortuosa.
—¿Por qué te necesito tanto? —susurra, mientras cierra los ojos dejándose invadir por el lento placer.
—No me necesitas —lo corrijo apoyando mis manos a sus lados para cerrarle el paso—, me quieres.
Estoy seguro de eso, él es completamente funcional sin mí, su vida sigue y lo hace bien, como siempre. Él me quiere a su lado, y la sensación de un deseo que no puede controlar lo hace sentir extraño.
—Estoy en paz si estás aquí, y en caos cuando no te siento cerca.
—Pero aún dentro del caos, tú puedes con todo —lo vuelvo a contradecir, mientras acerco lentamente mi rostro al suyo.
—Pero no se siente bien.
—Haré que se sienta mejor —prometo elevando un poco su rostro para dejar un beso justo en el inicio de su mandíbula.
—Haz que deje de pensar… —Sube su cabeza un poco más para dejarme llegar a su cuello y cierra los ojos, entregándose a las sensaciones de su cuerpo.
Los besos son suaves y breves, trazan un camino por su cuello hacia sus clavículas, y luego van de regreso hasta su rostro. En cuanto llego a sus labios atraigo el inferior para morderlo, escucho un suave quejido escapar de su entrecortada respiración por el dolor, pero yo sé cuánto le gusta eso.
—Voltéate —exijo, y él abre un poco de más sus ojos para expresar su sorpresa.
—¿Que yo…? —balbucea intentando ordenar las ideas.
—Sí, tú —afirmo con seguridad— ¿No quieres dejar de pensar?
Por lo general estamos cómodos cada uno en su rol, él no es cerrado en ningún ámbito y mucho menos en el sexual, pero inconscientemente hemos mantenido siempre la misma fórmula.
Se pierde de mucho, un par de dedos no alcanzan y quiero que lo vea.
—Bien… —acepta, aunque un poco dubitativo.
Intentaré ser tierno, porque si me impongo mucho su ego lo va a dominar y buscará tener el control otra vez.
Besos en su cuello, en su espalda, caricias en cada sitio que mi mano libre alcance, mientras con la otra sostengo su erección y mantengo el movimiento arriba y abajo, lento, pero constante.
Él tiene los ojos cerrados, pero se abren en cuanto deslizo mi pulgar por su entrada. Está acostumbrado a mis dedos, así que no me toma mucho trabajo introducir un par y bombear dentro, rozando el punto justo que lo hace voltear los ojos.
—Hazlo de una vez —exige, con ansiedad por lo lento de mis movimientos.
Sé que aún no está del todo listo, pero si se va a poner exigente va a tener que aguantar, entonces.
—Intentaba ser gentil, puede doler…
—¿Me ves cara de llorón o blandito? —provoca de forma desafiante, justo cuando entierro mis dedos más profundo haciéndolo respirar fuerte.
Bien, si así lo quiere, ¿quién soy yo para negarme?
Quito mis dedos de su interior, y luego de asegurarme de que la zona está bien lubricada, empujó mi erección dentro de él. De una sola y lenta vez, hasta el fondo, sintiendo como aprieta y al mismo tiempo se abre paso.
—Mierda… —murmura entre dientes.
—¿Se te fue la valentía? —me burlo empujando un poco más.
—Quieto —ordena manteniendo los ojos cerrados por unos breves instantes. Suelta un suspiro y agrega—: Ya…
Enseguida que escucho su confirmación vuelvo a empujar un poco fuerte, solo con la intención de escucharlo gemir porque no es algo que suele hacer. Funciona, y su voz grave activa en mi cerebro alguna especie de instinto que solo puede buscar más.
Me muevo otra vez, más fuerte que la vez anterior y él se vuelve a quejar.
—¿Más despacio? —susurro en su oído.
—No te contengas —responde con una media sonrisa.
Genial, un pase libre.
Empujó sus caderas hacia atrás para mejorar la posición y me olvido por completo de la gentileza. Él afloja su cuerpo y me deja tomar el control.
Observo en sus expresiones el placer que le generan mis embestidas, creo que se dió cuenta de que se estaba perdiendo de mucho y a partir de ahora compartiremos el trabajo.
—Ya voy a… —intenta avisar cuando solo han pasado unos minutos, pero un empuje más fuerte le corta las palabras y las transforma en un jadeo.
Ni siquiera lo estoy tocando, me gusta este nuevo superpoder.
Enfoco mi mente en la situación para correrme al mismo tiempo, no me lleva mucho trabajo hacerlo por los dos, en cuanto suelto mi descarga dentro de él observo la suya caer en el suelo y correr con el agua que cae sobre ambos.
Apoyo mi mentón sobre su hombro mientras los dos nos tomamos un momento, y luego de varios segundos me deslizo fuera de él haciendo que suelte un quejido que me hace reír.
—Eres terco hasta para coger.
—Tal vez no, tal vez me gusta que duela —contrapone.
Se voltea y deja un besito en mis labios, para de inmediato hacerme a un lado y bañarse de verdad.
—————
Unos cuantos minutos después estamos fuera de la ducha, acabamos de desayunar y Aimée llegó para su entrevista. Su atención se detiene en nuestros cabellos mojados y no puede evitar la observación:
—¿Se bañaron juntos? —interroga casualmente.
—¿Qué clase de pregunta es esa? —me quejo con una risita, pero Elai la responde sin pararse a pensarlo demasiado.
—Sí, hay que cuidar el agua.
—Me siento tan sola… —dramatiza dejándose caer en el sofá— Nadie se preocupa por el impacto ambiental conmigo.
Ella y Santi van a regresar en algún momento, estoy seguro. Sobre todo porque los motivos por los que se separaron los excedían a ambos, y porque conozco a mi amigo, sé cuánto la ama.
—¿Ya hablaste con Santi sobre esto? —interroga Elai, sentándose a su lado.
—¿Sobre ahorrar agua? Claro, es un tema que solía preocuparnos mucho…
—Sobre la entrevista, linda —la corrige con una nota de ironía.
—Ah, sí. Diré la verdad, que estábamos juntos, pero ya no.
—¿Estás segura?
—Si no lo hago seguirán con las teorías e investigaciones, mejor salir rápido de allí.
—¿Él está de acuerdo? —insiste mientras se pone de pie para acomodar el set.
—Te acabo de decir que ya hablé con él, ¿acaso estamos en conversaciones diferentes?
—No te ves igual que ayer, se supone que grabamos todo el mismo día —la observa con detenimiento, meneando la cabeza.
—¿Qué tengo distinto? —cuestiona dándole una mirada a su sudadera.
—El cabello, traías onditas ayer. Y también el delineado más largo, como hasta aquí —indica con su dedo justo al lado de su ojo.
—Qué detallista —murmura Aimée mientras mete la mano en su bolso.
Lo es, él ve todo lo que los demás no ven. Supongo que tiene que ver con su amor por el cine, los detalles hacen la diferencia y él lo sabe.
Aimée saca el rizador de su bolso y lo levanta en el aire.
—¿Me ayudas? —me pide estirándolo hacia mí.
—Claro —sonrío y me pongo de pie para buscar el enchufe.
—Mientras te peinas necesitamos hablar de varias cosas —indica Elai acomodándose en una postura muy seria—. Primero sobre mañana, invité a Alanna, y hasta donde sé no te has disculpado con ella.
—¡Lo intenté! —se defiende de inmediato— Me está evitando, la llamé, le dejé mensajes, la esperé despierta hasta tarde y nada, solo me ignora cuando llega y se va a su habitación.
—Entonces esfuérzate más.
—Tampoco le voy a rogar, si no quiere hablar conmigo pues buscaré otro sitio donde vivir y…
—Le hiciste daño, ¿puedes entender su reacción? Tanto que críticas el ego de cierta persona, parece que te contagió —la acusa indirectamente pero de forma clara.
—No me regañes.
—Te defendí con todo el mundo, pero a ti tengo que decirte lo que pienso: estás celosa, y estás siendo infantil.
Aimée resopla y cruza los brazos, un poco molesta.
—Lo peor de todo es que ella me cae bien…
—¡Uy, sí! Se nota mucho… —vuelve a hablarle con ironía— No puedo imaginar lo que sería si no te agradara.
—No me enojé porque Santi le gusta, fue porque creí que tenía malas intenciones. Me equivoqué, así que me agrada otra vez.
—Arréglalo, sé que puedes —la anima, esta vez con un tono más tierno.
—Lo haré —acepta—. ¿Desde cuándo te agrada?
—¿Alguna vez dije lo contrario? —Aimée asiente y él niega— Solo dije que buscaba encajar y que no nos mostraba quién es en realidad, lo cual es verdad, pero no tiene que ser necesariamente malo. A veces solo guardamos lo que nos duele…
—Ya me voy —interrumpo su intercambio regresandole el rizador a Aimée después de dejar una marcada onda sobre su hombro.
—¿Ya? —pregunta Elai— Pensé que hoy trabajabas en la tarde…
—Sí, pero si quieres que vaya contigo mañana debo ir a mi casa a buscar ropa y Male tiene un examen importante en la tarde, quería ir a mimarla un poco…
—Me viene haciendo falta un hermano como tú —dice Aimée justo cuando le dejo un beso en la cabeza para alejarme de ella.
—Ah, gracias —ironiza Elai, muy ofendido.
—Tú me estás regañando.
—No existe persona en el mundo que te cuide y te consienta más que yo, pero si te molestan las verdades quédate con él, luego cuando me extrañes será tarde…
—Dramático —se ríe ella. Se pone de pie para intentar abrazarlo, pero él la evade mostrando su descontento.
—No, no más amor, ve a tu lugar que sales en tres minutos —indica señalando el sofá del setup.
Elai me sigue hasta la puerta, mirándome con una especie de complicidad y expectativa.
—Regresas a la noche, ¿verdad?
—¿Aún no me voy y ya me extrañas?
—Deja de presumir —exige entrecerrado los ojos, pero no está dispuesto a quedarse sin respuesta—: ¿Vienes o no?
—Regresaré en unas horas, sí.
—¿Harás la cena?
—A veces pienso que solo me quieres por la comida —dramatizo dando un último paso hacia la puerta.
—Podría ser cierto —asume, dando el mismo paso para mantener la cercanía—. Pero de todas formas te mantengo feliz, así que es un buen negocio.
—Puede ser —coincido—, pero estoy pensando en subir los precios, el mercado está complicado.
—Pagaré lo que sea.
—Ya me voy, llegas tarde a la entrevista —le digo conteniendo la risa y señalando a Aimée.
—Adiós —dice viéndome directamente a los ojos.
—Chau —respondo sosteniendo la mirada por unos segundos.
—Te veo en la noche.
—Sí.
Ninguno de los dos se mueve ni desvía la mirada, hay una cómoda y disfrutable tensión que por un momento me hace sentir que tengo quince años otra vez.
¿Quiero que me bese? Efectivamente sí. ¿Lo besaré yo? Por supuesto que no.
Soy un hombre de palabra.
—Ya bésalo, están llamando —interrumpe Aimée señalando la pantalla—. Yo me cubro los ojos.
Suelto una risita al verla tapar sus ojos con ambas manos como si fuera una niñita.
Pensé que él pasaría por alto su insinuación y aprovecharía la interrupción para romper la tensión, pero no, un segundo después su mano está en mi mentón, atrayéndome a él para darme un beso muy tierno y suave, pero de todos modos intenso.
Se aleja y me deja esa sensación de nerviosismo en el estómago que no te permite dejar de sonreír.
Estoy estúpidamente enamorado, eso está claro.
————————
De camino a casa solo sonrío, me siento feliz, contento, agradecido con el universo.
Todo se siente bien.
Obviamente algo malo tenía que pasar, y los gritos que vienen de mi casa me ponen alerta de inmediato.
—¡Te dije que no quería volver a verte la cara! ¡Vete! —grita mi mamá, se escucha claramente su voz rota y la ansiedad que le está provocando la situación.
—Por favor —agrega Male, más triste que enojada—. No empeores la mierda, simplemente vete…
—Necesito que me escuchen, es importante —suplica mi hermano al que llevo varias semanas sin ver.
¿Por qué mi mamá no quiere volver a verle la cara? ¿De qué me perdí?
—Brenda está embarazada, voy a ser papá y quiero que él esté cerca de su familia. Yo sé que ustedes me odian, pero son asuntos distintos.
El llanto de mi mamá se vuelve más fuerte, y una parte de mí quiere intervenir, pero la otra percibe que por algo no me han contado del conflicto y el único modo de averiguarlo que tengo es mantenerme aquí.
—¿Brenda sabe la verdad? —inquiere Male, con bastante desprecio.
—No, ella… no… no pude.
—¡Eres una basura! —lo increpa de inmediato— ¿Cómo te atreves? ¿Cómo puedes ser tan mierda?
—Male… Yo estoy arrepentido de lo que hice, pero no lo puedo arreglar. Tengo derecho de continuar con mi vida.
—Y ella tiene derecho de saber que va a tener un hijo con un puto asesino, y yo se lo voy a decir —desafía con bronca, y entonces todas las fichas se acomodan en mi cabeza.
Fue él, por eso jamás me respondió los mensajes cuando le pedí información.
Él disparó…
El impulso se apodera de mí y empujo la puerta para abrirla.
—¿Fuiste tú? —lo increpo con un empujón en el hombro— ¿Ibas a matar a Santi por seguir una puta orden? ¿Tú mataste a Salvador? ¿Tú disparaste contra MI hermano?
—Tranquilo, tranquilo, por favor —suplica mi hermana con nerviosismo metiéndose entre los dos—. No hagamos esto, no así… Lean, por favor.
No puedo escucharla, no puedo pensar en nada, solo en todo el dolor de mi amigo, en su familia destruída…
—¡Intenté avisarte! —se defiende dando varios pasos hacia atrás— ¡Te dije que se lo lleven, pero ustedes querían hacerse los revolucionarios! ¡No podía desobedecer, me estaban poniendo a prueba!
Mantengo los puños cerrados a mis lados, pero sus estúpidas palabras no ayudan, él quiso matar a mi mejor amigo, arruinó su vida, lo hizo sentirse miserable por meses…
—Por favor, vete —solloza mi mamá.
—Necesito que me escuchen…
Quiero golpearlo hasta que no sea posible reconocerlo, pero no les haré esto a mi hermana y a mi mamá, ellas son mi prioridad y no las expondré a la violencia que quiere estallar en mi interior.
Simplemente lo tomo por la ropa y abro la puerta para arrojarlo hacia afuera, haciéndolo caer en el camino con bastante fuerza.
—Vas a pagar por lo que hiciste, yo me voy a encargar —le aseguro, con todo el odio que siento plasmado en mis palabras.
En cuanto cierro la puerta mi mamá se arroja a mis brazos, llorando con mucha fuerza.
—Lo siento, perdóname… —suplica abrazándome— No quería que estés en medio, no quería ponerte en esta situación, pero tampoco que te enteres así…
—Lo siento… —murmura Male, limpiando las lágrimas de sus mejillas.
Ninguna mamá debería estar en esta situación, ella jamás debió estar en medio de esto, él también es su hijo y no voy a juzgarla porque estoy seguro de que esto la está destruyendo lo suficiente ya.
Estiró mi brazo hacia Male y la uno al abrazo, ella se acurruca permitiéndose llorar de forma tímida.
—Está bien… —susurro por lo bajo— Ahora no sé qué hacer con esto…
—Estamos aquí para ti —asegura mi mamá— Apoyaremos lo que sea que decidas.
—Tendrá un bebé —susurro, comprendiendo el peso de mis palabras—. Pobre pequeño, en estás circunstancias… hay que estar con él, como sea.
—Hay que decirle la verdad a Brenda —insiste Male, alejándose con preocupación—. Hay que apoyarla porque será duro, pero necesita saberlo.
—Ya veremos cómo —coincide mi mamá.
Yo lo único que tengo en la cabeza ahora es a mi amigo.
¿Cómo voy a decirle esto? ¿Cómo lo voy a mirar a la cara? Justo ahora que decidió mirar hacia adelante…
Pero no puedo ocultar esto, yo no… no podría. Sería como encubrirlo, sería ser cómplice.
Es una mierda, y como sea no habrá buenos resultados.
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Hola pollitos 🐣
Este capítulo tuvo de todo, modo love, modo hot, modo drama...
Perdón por el remix de emociones, uno ya no sabe cómo sentirse -_-
Los quiero mucho ❤️
Besos, mil besitos :)
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