Capítulo 24: Besties
LAURA
Me dijo que no, después de tanto que batallé conmigo misma para escribirle y dejar de ser orgullosa, él prefirió decir que no.
Me dolió, pero intento entenderlo y no pensar que es porque no le importa. Me pesa demasiado la idea de terminar de este modo, aunque entiendo el final, quiero que sea diferente, que podamos ser lo suficientemente maduros para seguir queriéndonos de otras formas. Aunque tal vez sea demasiado pronto para eso.
Mientras eso pasa, me estoy dando mi tiempo para llorar, para enojarme, para ser negativa y positiva, para entender, para culparme y para culparlos; he pasado por todas las emociones, pero siempre regreso al mismo pensamiento: esto es lo mejor para todos.
Estoy en mi habitación, ordenando mi ropa porque a Aimée no le gusta el caos e intento respetar la convivencia para que ambas estemos cómodas. La música melancólica no está colaborando con mi estado de ánimo, pero tampoco tengo ganas de escuchar algo diferente.
Intento atravesar el dolor, esperando que al final algo bueno surja de todo esto.
Hago una pila con todos los tops que hace tiempo no me atrevo a utilizar y me siento triste por eso, quiero que no me importe estar gorda o flaca, quiero usar la ropa que me gusta y sentirme bonita sin la necesidad de que nadie me lo diga.
Entonces una idea cruza mi cabeza: ¿Y sí me obligo a usarlos? ¿Será que funciona? Debería hablar de esto con mi psicóloga y dejar de hablarle todo el tiempo sobre Elai.
Se trata de mí, y de la persona que quiero ser.
La alarma de mi teléfono suena porque es la hora a la que suelo tomar la píldora anticonceptiva, ¿debería seguir tomándola? No voy a tener sexo en un buen tiempo, ni siquiera tengo ganas de pensar en eso...
Lo debato por unos segundos y decido que mejor no tomo decisiones estúpidas, una nunca sabe lo que puede pasar y mejor prevenir que lamentar.
Voy a ir a la cocina por agua, pero apenas abro la puerta la cara de Aidan está a un centímetro de mí. Da un paso adelante, invadiendo por completo mi espacio personal y cerrando la puerta detrás de sí.
Debería dar un paso hacia atrás, pero estoy demasiado sorprendida por la situación y en cuanto abro la boca para preguntar él la cubre con su mano para que no haga ruidos.
Okay, esto es raro. Sus ojos están demasiado cerca de los míos, me está pidiendo que haga silencio con su mirada, y en cuanto le queda claro que no hablaré por fin me quita la mano de la boca.
Por una fracción de segundo sus ojos bajan a mis labios, pero de inmediato vuelven a mirar el suelo.
Sentí eso, fue extraño.
Diez segundos después unos golpecitos en la puerta en la que está recostado me dejan entender brevemente lo que está pasando.
Junta sus manos pidiendo por favor que no diga que está aquí, no lo dijo, pero lo entendí.
—¿Qué pasa? —pregunto y me divierto observando su nerviosismo.
—¿Puedo pasar? —responde Alanna al otro lado— Necesito contarte algo.
Sonrío de lado y él me suplica con sus ojos, mientras articula un claro "por favor" sin emitir sonido.
—¿Puede ser en un rato? —pido, poniendo la mano en la perilla solo para ponerlo nervioso.
—Pero luego no te enojes si Aimée lo sabe antes que tú...
—Es que estoy en una videollamada, luego me lo cuentas.
—Va, también me cuentas tú —acepta soltando una risita mientras su voz se pierde en el pasillo.
Aún no me alejo, aún se siente extraño pero ahora también es divertido.
—Así que huyes, cobarde —lo acuso con un susurro.
—Es incómodo, no sé cómo actuar —asume en un tono aún más bajo que el mío.
Paso mi mano por su lado y él se queda exageradamente quieto, puedo sentir su nerviosismo y me hace reír, aunque mi único objetivo era ponerle el seguro a la puerta.
Por fin me alejo, él es demasiado extraño de una forma graciosa, como que las mujeres le damos miedo y cualquier acercamiento lo aterra.
Será que las fans cuando lo ven lo acosan, lo sexualizan y lo intimidan, y es como si su cuerpo siempre estuviera a la defensiva.
—¿Te quedarás a dormir conmigo? —cuestiono con ironía— Te recuerdo que ella vive aquí.
—No lo sé, pero ahora no puedo salir.
Y yo no puedo dejar que salga, ¿qué le voy a decir a Alanna si ve que le mentí para estar a solas en mi habitación con el chico que le gusta?
Es que yo respiro y ya la estoy cagando, es un don.
—Okay, de todos modos necesito a alguien que me escuche —afirmo regresando a mi tarea de organizar ropa.
—¿Yo? —cuestiona bastante inseguro manteniendo el tono bajo.
Me volteo hacia él y lo tomo por los lados de sus brazos para sentarlo en mi cama.
—Tú solo siéntate ahí, y limítate a darme la razón —indico para voltearme otra vez.
—¿Y si no la tienes?
—La tengo.
—Okay —cede sin volver a insistir.
—El asunto es que Elai me terminó porque soy... —me detengo antes de decirlo, y me decido a reformular la idea—: Me dejó porque peleábamos mucho, y él estaba cansado de ceder todo el tiempo. También porque tenía una relación de dependencia con Leandro que interfería mucho en la relación de los tres.
—¿Estaban juntos los tres?
—Sí —asumo por primera vez ante alguien, es irónico que me atreva a hacerlo una vez que terminó—. Duramos casi un año, y ahora mi cerebro está colapsando por vivir sin ellos.
—Así es la dependencia.
—Lo sé... —suspiro tomando una pila de ropa y llevándola hacia el armario— Pero al mismo tiempo pienso, si dejo de necesitarlos, ¿los seguiré amando?
—Probablemente no. O sí, no sé, Elai es definitivamente alguien a quien se puede amar.
—Las ganas que le traes no ayudan, ¿sabes?
—¿Por qué ustedes lo vuelven todo sexual? —se indigna, aunque no sé exactamente a quién va dirigida la generalidad— La admiración y las ganas de coger no son sinónimos.
—¿No? —finjo sorpresa— ¿Que no todas tus fans te quieren coger?
—No, hay algunas que se enojan mucho cuando otras me tratan de ese modo.
—¿Y a ti te enoja? —interrogo sentándome a su lado.
—Me... —suelta un suspiro buscando la palabra correcta—: asusta.
Me dio demasiada ternura eso, ahora quiero cuidar de él.
—Se olvidan de que eres una persona...
—Incluso yo me olvido a veces —murmura bajando la mirada—. Pero estábamos hablando sobre ti, ¿estás triste?
Eso fue lindo, he conocido pocas personas que sean así de atentas...
—A veces muy triste, a veces muy enojada, pero no lo suficiente para llegar a la fase de perra empoderada, ¿crees que se tarde?
—Creo que esa es la fase de negación en la que finges que no te importa, te la saltaste porque eres lo suficientemente madura.
Abro grandes mis ojos, sorprendida por su punto de vista.
—Jamás usaron ese adjetivo conmigo, más bien todo lo contrario.
—Probablemente necesitas opiniones más objetivas y no dejar que otros te definan.
Suelto una risa y niego.
—Sé que soy inmadura, Kow, pero gracias por la buena onda.
—¿Kow? Suena a vaca —se ríe también—. Pensé que ibas a llamarme Eky.
—Es que tu apellido es superior, ¿se burlaban de ti en el preescolar y te pedían opciones?
—La película salió después de que comencé a llamarme Aidan, así que eres la primera que se burla de mí —explica en tono acusatorio.
—No me estoy burlando —insisto riendo—. Me agradas desde que sé tu nombre, antes no lo hacías.
Él sonríe levemente, pero de inmediato vuelve a mostrarse tímido y cambia de tema.
—¿Le puedes escribir a Aimée que invente algo para sacar a Alanna de la casa un momento? Dejé mi teléfono en la sala.
—¿Y si lo vio? —pregunto fingiendo preocupación para inquietarlo.
—¿Por qué sabría que es mío?
—¿Porque es tu fan? —ironizo dándole un golpecito en la frente— Se vio todas tus películas y series mil veces, incluso esas en las que solo sales en un capítulo, las veía completas para tener contexto.
—Sí, me dijo eso —murmura con expresión ausente—. ¿Y tú las viste?
—He visto algunas —acepto, porque obviamente algunas son tan populares que no creo que exista gente que no las conozca—. Cuando era más chica solía ver esa en la que todos son patinadores sobre hielo, tú eras el novio de la villana, pero luego veías su maldad y en la última competencia la abandonabas para ser compañero de la protagonista.
—Oh, sí, qué inesperado... —murmura con una sonrisita tímida— Odiaba usar el traje de la escena final, no podía ir al baño y grabábamos por horas.
—¿Aprendiste a patinar para la película?
—Me enseñaron cosas básicas para los planos cortos, pero la coreografía la hizo un profesional.
—Qué engaño... —me indigno— El beso del final me hacía gritar todas las veces que la veía.
—He besado a más personas en ficción, que en la realidad —confiesa como quien cuenta una triste historia.
—¿Es verdad que todos los actores andan entre ellos en los sets?
—Sí —se ríe—. Pero mis managers no me dejaban convivir mucho con los demás, la fama de estrellita rebelde no iba a hacerse sola... Gracias a eso todos creen que soy arrogante y presuntuoso.
—No lo eres —sonrío tomando su mano—. Es agradable hablar contigo, me cambiaste el humor.
—De nada —dice haciendo una reverencia.
—Solo por eso le hablaré a Aimée para que te salve.
Busco mi teléfono, pero antes de que termine de escribir el mensaje es ella la que me habla.
💜 – en línea
Salimos a comprar, tiene como quince minutos para salir.
Lau – en línea
Traigan fruta, porfa, que solo queda un plátano rancio.
Luego de recibir un sticker como respuesta, me volteo hacia Aidan otra vez.
—Ya puedes irte, aunque si quieres ser mi amigo y el de Aimée tendrás que resolver esto, es incómodo.
—Lo sé, intentaré dejar claro que no estoy interesado, solo me bloqueé —acepta con un suspiro—. Gracias por ayudarme, tú también me cambiaste el humor.
—No me des las gracias —digo fingiendo humildad—. Te lo cobraré en algún momento.
—Lo imaginé —se ríe antes de cruzar la puerta—. Te veo pronto.
—Adiós, Kow.
—Si me sigues llamando así, tendré que llamarte Skipper.
Me hizo reír la idea de él llamándome como a un pingüino de Madagascar frente a otras personas, así que lo acepté.
—No veo el problema.
—Lo haré entonces —afirma mientras se aleja por el pasillo.
Bien, ¿qué estaba haciendo antes de ser interrumpida? Lo pienso regresando mentalmente sobre mis pasos, hasta que lo recuerdo.
Agua, la píldora.
Voy a la cocina a cumplir con la misión, y en cuanto termino de tomarla una discusión acalorada llama mi atención desde el pasillo.
Esa voz... la conozco.
Abro la puerta del departamento y los veo allí, frente al ascensor, Aidan está discutiendo con un chico que trae la capucha puesta, pero en cuanto salgo voltea hacia mí y puedo verlo con claridad.
Es Mikel Kann, el vocalista de la banda Lawsuit, conozco varias de sus canciones, a mi hermano le gustan mucho.
Ahora, ¿qué hace él peleando con Aidan frente a mi casa? Pregunta de la que no tengo respuesta aún, pero la obtendré.
—¿Te puedes tranquilizar? —le pide Aidan evitando que el chico se le acerque— Yo no tengo nada que ver en eso.
—¿Cómo que no? ¿Y entonces quién le dio el vídeo? —grita Mikel increpando a Aidan de forma muy violenta— Tal vez a ti te llene de orgullo, pero a mí me da vergüenza y jamás dejaría que alguien lo vea, tuviste que ser tú.
—Ni siquiera tengo el vídeo, ¿por qué lo guardaría? ¿para recordar el asco que me hiciste sentir?
Me sorprendió un poco una respuesta tan grosera por parte de Aidan, pero la forma en la que el chico lo está tratando lo ameritaba.
—¿Asco? —se burla avanzando hacia él hasta que lo hace chocar de espaldas con la pared— ¿Ahora fingimos eso?
—Después de lo que me hiciste me da asco la idea de haberte tocado, tú no te merecías nada de mí.
—Sé enterará todo el mundo del "asco" que te doy si no haces lo que tienes que hacer —lo increpa con autoridad—. Yo no quiero que lo sepan, tú tampoco, así que firma el puto contrato.
—Necesito que te vayas —murmura Aidan—. Mis decisiones laborales no son asunto tuyo.
Un golpe de puño en la pared justo al lado de donde está Aidan me impulsa a ponerme en medio para evitar que se golpeen, aunque no sé si sirva de mucho, no me gusta la idea de que Aidan se sienta indefenso.
—Ya, fue suficiente, creo que no tienes nada que hacer aquí —intervengo sin moverme ni un poquito ante su insolente mirada.
—¿Y tú quien demonios eres? —me desafía con violencia también, cerrando los puños a sus lados.
—Yo no soy él, y si tengo que partirte algo en la cabeza no voy a dudar.
Voltea y camina algunos pasos de forma nerviosa, para luego regresar e intentar intimidar a Aidan con gritos otra vez.
El ascensor se abre, Elai y Leandro bajan de él, seguro escucharon los gritos.
A pesar de la situación tensa se siente como si una piedra cayera directo en mi estómago.
"Hoy no puedo", me dijo. Ahora veo por qué...
—¡Me lo debes, mierda! —grita Mikel con mucha frustración, trayéndome de regreso al drama— ¡Tú me lo debes, no puedes hacerme esto!
—Te está pidiendo que te vayas —le recuerdo.
—Muévete —me va a apartar, pero la mano de Leandro toma su brazo para impedirlo.
—Tócala y te mato —amenaza de forma muy intimidante, hablando bajo y viéndolo directo.
—¿Qué pasa? —interroga Elai, confundido por la situación.
—¿Cómo entraste aquí? ¿Por qué me sigues? ¿Qué mierda pasa contigo? —dice Aidan a mis espaldas.
—¿Qué importa eso? ¡Tiene el puto video, Aidan! ¡No se trata de ti! —Se voltea hacia la pared apoyando sus puños allí, él no está ni siquiera bajo su propio control. —Haz lo que tienes que hacer...
—¡Tú grabaste ese video! Yo no tengo la culpa de nada, y después de lo que me hiciste no tienes ningún derecho a reclamar... —se defiende Aidan, como si tuviera que hacerlo.
—¿Aún estás despechado? ¿De verdad?
—¿Puedes irte, por favor? —vuelve a pedir, y el nerviosismo en su voz me enoja mucho.
No me importa lo que haya pasado, él no se merece que nadie lo trate así.
—¡No iré a ningún lado! —grita acercándose otra vez.
—Que te vayas, te dijo. ¿O quieres que yo te saque? —lo desafía Leandro poniéndose entre él y yo.
—Ey... —Elai toma su mano de forma tierna— Sin violencia.
Siempre amé su conexión, ahora me duele.
—Aidan, ¿por qué no entras? Leandro y yo llamaremos a la seguridad del edificio —le dice Elai, hablando con tranquilidad para transmitirla.
—Lo que sea que él diga... —intenta aclarar Aidan, pero Elai lo interrumpe.
—Lo que tengamos que saber, saldrá de tu boca, él no importa —le asegura.
Agh, siempre tan perfecto. ¿Qué le cuesta ser un poco idiota para que sea más fácil dejar de quererlo?
—¡No te irás! —increpa Mikel, acercándose otra vez.
Leandro se interpone para que no llegue a tocarlo, dándonos el espacio para que entremos a la casa.
Pude quedarme afuera para resolverlo con ellos, pero prefiero evitarlos. El solo ver cómo se miran y sentirme fuera de eso me hace sentir vacía, así que prefiero estar aquí con mi nuevo bestie.
Nos sentamos en el sofá, él levanta las rodillas, pone sus brazos arriba y oculta su rostro allí, respirando muy lento.
—Tengo muchas preguntas, pero no haré ninguna si así lo prefieres —digo apoyando mi mano sobre su espalda.
—¿Recuerdas a la chica de mi canción?
—Sí...
—Es él.
—¿La mejor amiga que no te correspondió?
—Bueno... el mejor amigo que... me correspondió a medias y luego se arrepintió.
—¿Y se acostó con tu papá? —arrugo mi frente muy confundida por el giro en la historia.
—Con mi mamá, solo invertí los roles para... no sé, no tenía muy definida mi sexualidad y me dio pena decirlo.
—Sé cómo se siente eso —admito sintiendo empatía—. En algún momento se siente mejor, ya verás.
—Creo que ya lo hace... desde que los conocí a ustedes.
—Y el vídeo... ¿era algo... sexual? —pregunto con la mayor sutileza que puedo.
—No, pero igual era algo personal. Estábamos en mi casa viendo series acurrucados en el sofá, él grabó varios vídeos ese día, en uno de ellos sale un beso.
Entiendo, si eso llegara a los fans sería un escándalo muy grande. Los dos tienen una imagen pública muy heterosexual.
—¿Entonces?
—Entonces el vídeo lo tiene Gonzalo, le dijo que se ocupara de que yo firme la renovación del contrato o saldría a la luz.
—Que hijo de... nada, su mamá no tiene la culpa, pero qué mierda tan grande es ese tipo, que imbécil, le quiero pegar...
—No sé qué hacer —Levanta sus ojos hacia mí dejando ver la preocupación en su rostro.
—¿A ti te asusta que lo sepan?
—¿Debería... decirlo yo? —se cuestiona, aunque con mucho miedo.
—Va en contra de tu contrato, no deberías incumplirlo hasta que se acabe.
—Pero en cuanto acabe y firme con los chicos, ¿crees que ellos me dejen?
—¿Dejarte? —inquiero arrugando la nariz— Tú tomarás tus decisiones, ellos solo te respaldan.
—Es que la industria es muy homofóbica, la posibilidad de trabajar en nuevos proyectos bajaría muchísimo.
—No tienes que hacer algo para lo que no estás listo solo porque te están presionando —aseguro sintiendo su impotencia—. Además, si eres gay o no es un asunto que solo te incumbe a ti.
—Bisexual —se apresura a aclarar.
—Okay, bisexual, pero sigue siendo tu asunto. Sé que los chicos encontrarán un modo, tranquilo.
—No puedo estar tranquilo... pero gracias —sonríe apenas—. Nunca antes me habían defendido así, te veías tan pequeña al lado suyo y aun así te metiste en medio.
—Para eso están los amigos —aseguro, restándole importancia.
Unos golpecitos en la puerta me hacen ponerme de pie, sé que es Elai solo por su forma de golpear y no quiero ir, pero no me queda más que enfrentar la situación con dignidad.
Abro y me encuentro de frente con su atenta mirada, todo se siente incómodo por un instante, pero él de inmediato busca a Aidan con la mirada dentro de la casa.
— Ya se fue, ¿subes así hablamos? —le pide gentilmente, recibiendo un asentimiento como respuesta.
Aidan se pone de pie y camina hacia nosotros, al pasar por mi lado me besa la mejilla y cruza la puerta hacia el ascensor. Se ve cansado y triste, me da pena verlo así.
—Adelántate, voy enseguida —le dice Elai, que no se mueve de mi puerta.
Okay, creo que no estoy lista para esto.
No digo nada, en cuanto el ascensor se cierra y estamos solos me mantengo recostada en el marco de la puerta solo esperando a que él diga algo.
—Lo siento por lo de hoy, no creas que no me importa, es que no tuve un buen día y no tenía energía para más golpes emocionales.
Es triste ocupar ese lugar, supongo que me lo gané, pero no deja de doler que lo diga de ese modo.
—No te preocupes —respondo con calma—. No quería hablar sobre nada profundo, supongo que aún no estoy lista para eso.
—¿Entonces? —inquiere buscándome con la mirada, la cual evito viendo hacia el suelo.
—Solo quería estar en buenos términos, me molesta la tensión y es incómodo para todos.
—Yo no estoy enojado contigo, solo te estoy dando tu espacio.
—Yo tampoco estoy enojada, no hace falta que nos estemos evitando. —Quisiera estar más convencida de lo que digo, pero al menos lo estoy intentando.
—De todos modos, en algún momento tenemos que hablar sobre lo que pasó, las cosas inconclusas siempre vuelven a surgir...
—Aún no —defino sin rodeos—. Cuando esté lista te lo diré.
—Me parece bien —acepta cambiando su postura para irse—. Ten una bonita noche.
—También tú —respondo con cortesía, aunque en ningún momento de la conversación fui capaz de levantar la cabeza para mirarlo.
Lo observo subir al ascensor y vuelvo a entrar a la casa. Sé que esa conversación no sucederá pronto, porque no me expondré a eso hasta que no deje de doler, si es que en algún momento lo hace.
Estoy a punto de regresar a mi habitación cuando mensaje de Aidan desde Instagram me saca de mis pensamientos melancólicos y me hace sonreír:
@aidan.ulloa_ndt: No llores, Skipper :)
Creo que no lo haré, no sé por qué tengo la sensación de que poco a poco todo comenzará a sentirse mejor.
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Hola Pollitos 🐣
Traigo actualización con chismecito incluido, como prometí :)
Los quiero
Besos, mil besitos
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