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Capítulo 19: Opciones


LAURA

Me siento extraña. Acabo de quedarme soltera, definitivamente.

Los últimos días me los he pasado llorando, obviamente por lo que perdí, pero también por mí misma.

Hace un año que estoy yendo a terapia, es una chica bastante joven, se llama Lorena y hablar con ella es fácil porque manejamos el mismo idioma, compartimos muchas ideas y vuelve todo muy cómodo.

En un inicio hablábamos de mi infancia, de mis padres, de mi hermano, me ayudó a identificar muchas cosas que había aprendido cómo normalidad que en realidad no lo eran, me ayudó a cuestionar todas mis estructuras, e identificar con claridad cada hecho que me había dañado.

Hace un tiempo comenzamos a centrarnos más en el presente, y entonces me insinuó muchas veces que le preocupaba cuánto estaba dispuesta a ceder por conservar a los chicos. En un principio lo negaba, yo veía todas las cosas que había cambiado como madurez o crecimiento, pero Lorena me hacía cuestionarme si yo realmente elegía esos cambios, o simplemente quería convencerme a mí misma de que era así.

—Aceptar que tu pareja esté con otras personas es una opción, no es algo que tienes que madurar, tal vez simplemente no lo eliges y está bien —dijo en una de las sesiones, luego de manifestarle lo insegura que me ponía eso.

—Es hipócrita, porque igual yo quiero estar con Alanna, es justo que ellos también lo hagan —contrapuse yo, segura de mis palabras.

—Tú solo me dijiste que te atraía, pero no querías estar con ella. Las fantasías, incluso dentro de las parejas tradicionales, son normales mientras solo estén en la mente. Fue hasta que los chicos lo supieron que decidiste que sí, y fue bajo su influencia.

—No me están manipulando, Lore, ellos no son así.

—No estoy diciendo eso, solo veo que te sientes inmadura negándote a ser "liberal" —indica haciendo comillas con sus dedos—, cuando en realidad es una opción válida y ellos deberían respetarla.

—Lo hacen, llevamos once meses con una relación exclusiva solo porque yo lo decidí así.

—Tú querías una relación exclusiva con Elai —me recordó como si yo no lo hiciera.

—Yo amo muchísimo a Leandro, y siento mucha culpa de lastimarlo por no saber qué me quería. Me recrimino todo el tiempo eso, no haber dicho que sí antes.

—Solo quiero que tengas claro que no tienes que ceder todo el tiempo. Tienes que elegir lo que quieres, aunque eso los haga alejarse...

Ella tenía razón, pero recién ahora lo veo. Nunca me adapté a la libertad de Elai, y él se adaptó a mis estructuras mientras pudo, pero ya no.

No existe una solución para eso, no pueden estar juntas dos personas que quieren caminar por senderos opuestos.

Me duele porque lo amo, amo todo de él, y atravesar esto me va a costar muchísimas lágrimas y momentos de mierda.

Leandro acaba de irse cuando Aimée regresa. Las dos estamos en la misma situación y nos estamos sosteniendo mutuamente. A veces lloramos, a veces buscamos distracciones, y otras simplemente dejamos salir el enojo cantando a los gritos las canciones más despechadas de mi playlist.

Alanna ha sido una buena amiga, casi siempre nos acompaña en el sentimiento aunque no se sienta identificada, ella nunca estuvo en pareja con nadie y dice que tampoco quiere estarlo.

Me da risa porque suele justificar su falta de compromiso con un "es que soy Sagitario", pero yo pienso que tiene que haber un trasfondo más grande, yo solía ser como ella y era porque tenía miedo de la dependencia.

Y pues tenía razón, acabé siendo muy dependiente, y por eso estoy segura de que hice bien.

—¿Cómo te fue? —le pregunto a mi amiga en cuanto cruza la puerta.

—Necesito una canción nueva, la discográfica le solicitó a Elai que saquemos un single antes de que ellos saquen el vídeo de la gira, para generar interacción en el canal.

—¿Tienes algo? —me intereso mientras caminamos juntas a la cocina.

—No... —murmura por lo bajo— ¿sabes qué es lo peor?

—Poner a Santi a escribir justo ahora —respondo leyendo su pensamiento.

—Me va a romper el corazón —confirma—, otra vez...

—Leandro estuvo aquí, él y Elai... bueno, no entendí bien, pero al parecer ya no es definitivo.

—¿Y contigo sí? —se sorprende ella, abriendo grandes sus ojos.

—Vino a intentar arreglarlo, pero tuve que decirle que no —susurro casi haciendo un puchero.

Ella rodea la barra y viene a abrazarme. Ya habíamos hablado del tema, solo que ahora es definitivamente real. El punto es que ninguna esperaba la posibilidad de que Elai y Lean se quedaran juntos.

—Estaremos bien, estoy segura —afirma dejando un beso a un lado de mi cabeza antes de volver a alejarse.

Su teléfono suena dentro de su bolsillo, ella lo busca y pierde sus ojos en la pantalla.

—Es Lean —dice, y parece sorprendida de que la llame—, iré a hablar al cuarto, si vas a pedir comida pide para mí lo mismo que para ti.

Se desaparece sin dejarme responder, pero esperaré a que regrese para que pida ella la comida. Últimamente se me está haciendo difícil la idea de comer algunas cosas, así que, por mi bienestar emocional, antes de comenzar a contar calorías otra vez prefiero que sea ella quien decida y yo solo me esforzaré en comer.

No quiero que la tristeza me lleve a esos lugares oscuros otra vez, quiero amarme, y necesito hacerlo bien en esta ocasión.

El timbre suena, me sorprendo porque es el de la puerta y no el de abajo, y lo único que espero es que no sea ninguno de los chicos porque de verdad ya no soporto golpes emocionales.

Pero no, es incluso peor. Es Aidan.

Debería ser gentil, él no tiene la culpa de nada y yo lo sé, pero al mismo tiempo no puedo evitar que venga a mi mente el hecho de que su cercanía con Elai desató todo.

—Hola, ¿que necesitas? —hablo con frialdad.

—Estoy buscando a Aimée —responde un poco intimidado.

—Está hablando por teléfono.

—¿La puedo esperar? Solo será un minuto —pide con mucha amabilidad.

Okay, pasa —cedo y me hago a un lado para dejarlo entrar.

Voy a ir a avisarle a Aimée cuando escucho el teléfono de Aidan sonar, e instantes después reproduce un audio en volumen alto.

"Eky, możesz zadzwonić do mamy?"

No sé qué idioma sea ese, pero la curiosidad me puede, así que me detengo para escucharlo responder.

Przepraszam babciu, to nie twoja sprawa. —Reniega con la cabeza, como molesto por la situación y agrega, esta vez en español—: Y mi nombre es Aidan, no Erek.

—¿De dónde eres? —lo interrogo sin disimular que estaba escuchando.

—De aquí —responde él sin poner demasiada atención.

—¿Qué idioma era ese? —insisto, no dejaré pasar el chisme así como así.

—Polaco, mis padres vinieron de Polonia cuando mi madre estaba embarazada, yo soy de aquí.

—¿Te llamas Erek? —continúo con el cuestionamiento.

—Legalmente sí, pero todos me llaman Aidan desde los cinco, mis padres me lo cambiaron para que suene mejor aquí en cuanto comencé a actuar.

—Espera... —me sorprendo de inmediato— ¿Aidan Ulloa es tu nombre artístico?

—No... bueno sí, pero es más mi nombre que Erek, solo mi abuela me llama Eky.

—Me gusta Eky, te llamaré así.

—No, gracias.

—No te pregunté —respondo secamente—. ¿Cuál es tu apellido real?

—¿Para qué quieres saber? ¿Para seguir burlándote de mí? No, gracias —responde abandonando la amabilidad—. Lo que haya pasado entre Elai y tú no es mi culpa, no tienes por qué ser grosera conmigo.

Me sorprende su respuesta tan directa, pero en realidad tiene razón en la última parte, solo estoy siendo estúpida.

—¿Acaso él te dijo algo?

—No hizo falta, yo solo me di cuenta —responde y desliza el teléfono en su bolsillo antes de cruzarse de brazos—. No pasó nada entre él y yo, solo un día le dije que quería besarlo, él dijo que mejor no y eso fue todo, relájate.

—No me estoy burlando de ti, solo me dio curiosidad —me defiendo con la verdad—. Y de todos modos él te gusta, tampoco te ofendas de ese modo.

—A mí me gustan muchas personas, eso no significa nada.

Discurso conocido y repetido, otro con aires liberales y nula responsabilidad emocional. Todas las personas que le gustan están con alguien más, o estaban, y eso no le importa. Por eso me cae mal.

De todos modos, no me estaba burlando de él, solo me sorprendió que nadie supiera su nombre real.

—Él es libre de hacer lo que quiera, y yo también. No tienes nada que explicar.

—¿Entonces por qué me miras así? —cuestiona sin ceder.

—Así soy, no lo tomes personal.

—Comencemos de nuevo, entonces —propone soltando un suspiro y extendiendo su mano hacia mí—. Aidan Ulloa, mucho gusto.

—No, si te vas a presentar con un nombre falso no empezamos bien. —Extiendo mi mano sin tomar la suya y me decido por presentarme primero—: Laura Sofía Romero Méndez.

—Erek Kowalski. —Toma mi mano, pero a pesar de mi esfuerzo no consigo contener la risa.

Él eleva una ceja, como si ya se esperara esa reacción.

—Anda, dilo —acepta con gesto cansado, así que hago los honores.

Kowalski, opciones —suelto imitando el tono de voz de Skipper, uno de los pingüinos de la película Madagascar.

De inmediato me río, él también lo hace y la incomodidad ya se fue, por lo que decido que es buena opción una disculpa.

—Lamento ser grosera, no es fácil terminar una relación —le digo con sinceridad.

—Está bien, no te preocupes —me da una leve sonrisa y vuelve a mirar el suelo.

—De todos modos te llamaré Eky, se me hace mejor que Aidan.

—Mientras no le digas a nadie por qué lo haces, está bien —cede, bajando el tono en cuanto Aimée sale de la habitación.

—No me vas a creer lo que pasó... —me dice muy sorprendida, hasta que sus ojos reparan en Aidan y deja de hablar.

Genial, ahora tengo curiosidad y tendré que esperar a que el intruso se vaya para saber qué le dijo Leandro.

—Hola —lo saluda, dejando en evidencia que está sorprendida de verlo aquí. Ellos trabajan juntos por las tardes, no hace mucho que se vieron, así que ahora también quiero saber qué lo trajo aquí.

La falta de vida propia me ha vuelto muy chismosa, pero necesito enfocarme en algo que no sea llorar y extrañar a los chicos, así que cualquier distracción es buena.

—Hola —habla él, dejando una sonrisita tímida— ¿Podemos hablar un momento?

—Sí, claro, ¿es privado? —pregunta, y para mi mala suerte él asiente en respuesta— Vamos a mi habitación, entonces.

En cuanto me dejan sola Alanna llega de la universidad, cuelga las llaves en el llavero y su bolso en el perchero antes de acercarse a saludar.

—Buenas noches... —saluda con un beso en la mejilla.

—Solo noches, porque buena estás tú —le respondo con un piropo, como es costumbre.

Ella se ríe porque solo es broma, obviamente, no tengo mente para nada que involucre a otras personas en este momento.

—Estoy del asco —niega, señalando su cabello que está más desordenado que nunca.

—Pues...

—¿Qué? —interroga volviendo a verme mientras camina a la cocina.

—Aidan está aquí.

—¿Cómo? —se exalta en un instante.

Ella es fan de Aidan desde pequeña, y me confesó que el otro día en la fiesta se esforzó por mostrarse segura y solo lo logró con ayuda del alcohol, pero que de solo pensarlo moría de vergüenza.

—Está con Aimée en su habitación.

—Oh... —murmura luciendo decepcionada—. Claro, es lógico.

—Solo están hablando de algo, no es...

—Él dijo que ella le gusta, solo es cuestión de tiempo para que pase.

—Créeme que no —afirmo con mucha seguridad—. Si te gusta deberías acercarte, Aimée no está en esa sintonía.

—¿Tú sabes quién es el chico de la sudadera roja? —me interroga, y finge olvidar la decepción de que a su crush le gusta otra.

—Claro.

—Pero no me lo dirás —asume, y está en lo correcto.

—Basta con decir que es el amor de su vida, y que Aidan no es ni una opción.

—Yo tampoco soy una opción para él.

—¿Y tú seguridad? —pregunto expresando mi descontento y arrugando la nariz— Será muy bonito y exitoso, pero no deja de ser un chico como todos los demás.

—Obvio que no, a ver, por ejemplo, ¿quién es tu crush?

—Tú —le respondo para evadir la pregunta.

En realidad no se me viene nadie a la mente, no me gusta idealizar a las personas que no conozco, me he llevado muchos fiascos con los famosos.

—Anda, tonta —se ríe, sin darle importancia a mis palabras—. Alguien tiene que haber...

—¿Los personajes cuentan?

—Supongamos que sí —cede, rodando los ojos.

—Adrien Agreste.

—¿Es broma? ¿Un dibujito animado? Laura, por favor... —dice soltando una carcajada— Pensé que sería el personaje de una serie o de un libro.

Claro, ella se ríe de mí por mirar dibujitos animados, pero solo dije el nombre y ella ya supo a quién me refería. A mí no me engaña, también le gusta.

—Ajá, pero eso no importa, solo quieres usarlo de excusa para no ir al frente con Aidan, no justifiques tu cobardía —reniego volviendo al tema que ella pretende desviar.

—No soy cobarde, tú lo sabes bien —se ofende, al parecer no le gusta que le toquen el ego.

—Si no lo invitas a salir tú, lo haré yo —desafío con seguridad.

Aunque obviamente no lo haré, Kowalski no es una opción.

Casi suelto una risa por mi propio chiste interno, pero la contengo para no dar explicaciones.

—Invítalo a salir con las dos —propone con entusiasmo.

—No, no dejaré que me uses para acostarte con él. Si lo invito a salir será solo conmigo, yo que tú me daría prisa.

No más tríos por ahora, y además no tengo ni la más mínima intención de participar en este, solo lo estoy diciendo para que ella se atreva a hacerlo por su cuenta.

—Eres una amiga horrible.

—Lo soy, no tengo códigos, una vez besé a la novia de mi mejor amigo e hice que ellos se separen.

Lo peor de esa declaración es que es absolutamente cierta, solo estoy obviando el sufrimiento que me generó a mí y a los demás, y por supuesto que no volvería a cometer los mismos errores.

—Sé que no invitarás a Aidan a salir, a ti no te gustan los niños bonitos —asegura en un intento fallido de sonar confiada.

—Lo encuentro bastante parecido a Adrien Agreste. Si cuando salga de la habitación no le dices nada, entonces lo haré yo —vuelvo a presionar sin pena—. En tus manos está todo.

Aimée y Aidan regresan, necesito que me dejen a solas con mi amiga para que me suelte todos los chismes, y sé que no lo hará con Alanna aquí porque a pesar de que nos agrada aún no hay tanta confianza.

Somos cerradas en nuestra amistad, pero amigables, por lo que jamás se lo hacemos notar.

—Ya me voy —asegura Aidan luego de saludar a Alanna con un simple movimiento de cabeza.

—Te veo mañana —le sonríe Aimée de forma amistosa.

—Descansa —le responde él, le da un beso en la mejilla y luego voltea hacia mí para darme una sonrisita y agregar—: Tú también.

Le doy una última mirada de advertencia a Alanna, que parece fingir no comprender.

Lo observo caminar hasta la puerta para darle una última oportunidad, pero como no habla lo llamo de regreso para cumplir con mi parte:

—Aidan...

—¿Sí? —voltea poniendo sus ojos en mí.

Entonces Alanna cede ante la presión y termina por animarse.

—¿Te... gustaría ir por un café mañana?

Él se gira hacia ella, muestra un poco de confusión en su mirada, pero de todos modos responde con mucha amabilidad.

—Em... Sí, claro, solo que no puedo ir a lugares muy frecuentados. Si quieres puedes venir al café del hotel donde me estoy quedando.

—Perfecto —sonríe ella—. Le pido tu número a Aimée y te aviso la hora.

—Genial —acepta sin más.

Antes de irse vuelve sus ojos hacia mí, como si quisiera entender por qué lo llamé, o si tengo algo más para decir. No digo nada, solo le sonrío como despedida y él se va un poco confuso.

—¿Qué acaba de pasar? —nos interroga Aimée al notar la tensión.

—Ella me obligó a eso —me acusa Alanna y mueve sus manos en busca de deshacerse de sus nervios.

—Lo hice por tu bien —asumo con la intención de quitarme la responsabilidad.

—¿Y ahora qué? No funciono con los chicos, no sé de qué hablar, y menos con él.

—Aidan no es un chico estereotípico, puedes hablar de lo que sea con él —la anima Aimée—. Conmigo habla de libros, con Elai habla de cine, sabe un poco de todo.

—Dijo que le gustan tus pinturas —le recuerdo por si ella no lo hace—. Ya tienes un tema.

—Lo dijo con sarcasmo, porque hice un dibujo gigante de su cara y él le dio like.

—No lo dijo con sarcasmo —niega Aimée—. También hiciste un dibujo de mí, y cuando lo vi entré a tu perfil a ver los demás y me encantaron, seguro le pasó lo mismo.

—No lo sé... —suspira Alanna— Iré a bañarme así olvido la vergüenza que me hiciste pasar.

Me parece genial, así puedo chismosear a gusto con Aimée. En cuanto sentimos la puerta del baño cerrarse nos vamos a la cocina.

—Esto no es una buena idea —susurra acercándose lo suficiente para estar segura de que la conversación sea privada.

—¿Por qué?

—A Alanna no le gusta Aidan, ella es su fan, no es lo mismo.

—¿Por qué no? —vuelvo a preguntar sin entender el planteo.

—Porque Aidan no se parece en nada a lo que ella cree que es. Está enamorada de alguien que no existe, y si él nota eso se sentirá muy inseguro.

—¿Y por qué nos importa tanto? —cuestiono imitando su tono preocupado de forma irónica—. ¿Estamos celosas?

—No, obviamente no, pero él es mi amigo.

—Si no hay química o no se llevan bien no llegarán a mucho, solo ayudé a mi amiga a acercarse a su crush —explico sin entender por qué tanto drama.

—Es que él es muy inseguro, y muy inocente. Alanna no es nada de eso, no quiero que le haga daño.

—Que le quite la inocencia no estaría mal... —me burlo, aún sin darle trascendencia.

—Ser inocente no es un defecto, Lau. Cualquier persona que esté con él debería ser capaz de respetar sus tiempos.

—Aimée... —la detengo al ver que el drama no termina— No es un bebé, no hay que protegerlo de nada, hay que dejar que decida lo que quiere y ya.

Ella rueda los ojos, pero da por terminada la conversación en la que de todos modos no habría acuerdo.

Aprovecho para cambiar de tema, y así conseguir que me cuente lo que habló con Leandro.

Me alegró mucho saber que tendrá nuevas oportunidades en el trabajo, y que su jefa ya no lo molestará. Se me hizo muy raro no saberlo de su propia boca, y entonces de un momento a otro entiendo que ya no compartiré mi vida con ellos, ni ellos la suya conmigo.

Es doloroso ir entendiendo cada una de las cosas que incluye terminar, y de verdad espero que todo el dolor pase para poder ser amigos, que la familia se arregle, volver a tener todos los momentos que nos hacían felices.

—¿Prefieres que no te hable de esto? —pregunta mi amiga al ver que mi energía ha cambiado por completo.

—No, está bien, quiero saber... —meneo la cabeza en un intento de alejar la nostalgia—. Solo me pregunto si en algún momento volveremos a la hermosa normalidad de estar todos juntos.

—Espero que sí... —murmura ella, tomando mi mano sobre la mesa.

Mi teléfono suena con una notificación de Instagram y me distraigo de la conversación.

"@aidan.ulloa_ndt quiere enviarte un mensaje"

Lo abro y le doy a aceptar, no nos seguimos, y creo que tampoco lo haremos. Se siente raro hablar con una cuenta verificada.

El mensaje es corto pero contundente:

@aidan.ulloa_ndt: ¿Por qué hiciste que tu amiga me invite a salir?

Bien, dos conversaciones me alcanzaron para ver que no tiene un pelo de tonto. Ahora no sé qué mierda voy a inventar para no dejar a Alanna en evidencia ni quedar como una idiota.

Tal vez Aimée tenía razón, no era una buena idea después de todo. 

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Hola Pollitos 🐣

No tengo una gran nota el día de hoy, solo adelantar que el próximo capítulo trae una sopresa♥ 

Los quiero muchísimo♥ 

Besos, mil besitos 


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