Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 12: Dudas

ELAI

—¿Te gusta? —me interroga Lean llevando su mirada levemente hacia atrás, donde Aidan habla con Santi y Aimée.

—¿Poder tomarte la mano en la calle? Me encanta.

—Aidan —especifica sin dejarme evadir el tema.

Decido que es mejor ser sincero, igual que siempre.

—Sí, pero no lo suficiente.

—¿Lo suficiente para qué? —quiere saber de inmediato.

—Se supone que no se lo diré a nadie, pero eres tú, así que... —suelto sin pensarlo demasiado—. Aidan está aquí porque quiere que yo sea su representante en cuanto termine su anterior contrato, me gusta, pero no lo suficiente como para complicar las cosas con incomodidades innecesarias.

—Dijiste lo mismo con Lau y terminaste enamorado —me recuerda metiendo sus manos en los bolsillos.

No fue lo mismo, entonces no sabía de amor y por eso ocurrió sin que lo supiera.

—¿En serio estás celoso? —me burlo de su actitud.

—No, yo no soy celoso.

Creo que es el que más borracho viene de todos, y no recuerdo haberlo visto tomar tanto.

—Ya te dije que no quería a nadie más, de hecho soy el único de los tres que no ha usado su libertad para nada.

—No te estoy pidiendo explicaciones, solo pregunté.

Volteo a verlo para leer en su rostro lo que ya me adelantaba su tono de voz.

—¿Qué te preocupa? —pregunto de forma directa.

—El amor... la idea de que alguno de los tres se enamore de otra persona.

—A mí no me importaría —respondo de forma tranquila—. Me genera tanta... paz, verlos ser ustedes mismos.

—¿Tú crees que el amor convencional te quita libertad? —Entrecierra sus ojos para voltear a verme, me da ternura su actitud, él y yo jamás tenemos dramas para entendernos, pero al parecer el alcohol le ha hecho surgir las inseguridades.

—¿Observaste a Lau hoy? —respondo con una pregunta, porque si tuviera que ser directo diría que sí, el amor convencional te quita la libertad.

—Sí ¿Qué pasa?

—Esa parte de ella, toda segura, desinhibida, seductora y libre; no existe mientras solo somos los tres.

—Lo sé... —murmura con seriedad—. Es como si la Lau de siempre hubiera regresado.

—¿Y Aimée? —continúo con mis ejemplos para argumentar y que no sea tan brusco mi punto de vista—. ¿No crees que ella quiere hacer las cosas de un modo, y no puede porque en su visión de la vida sería "irrespetar" a su pareja?

—Lo noté por el modo en que la mira a Lau, como si quisiera su libertad.

Ese es el punto, y no entiendo por qué si todos lo notan, en realidad nadie lo ve.

La mayoría de nosotros no supera los veinte años, y a pesar de que hemos pasado cosas duras y somos independientes, no dejamos de ser adolescentes. Para mí, reducir todas tus experiencias a una persona, en el momento de más necesidad de experimentación, es anular por completo una parte de tu vida.

—Es que no me importa eso, a mí me encanta cómo eres y amo verte ser tú, eres encantador y seductor, y a cada sitio que vas las personas se enamoran de ti porque es inevitable —asegura soltando el aire—. Pero yo no quiero que tú ames a nadie más, que te gusten está bien, que te amen ellos a ti, es genial. Pero si alguno de nosotros se enamora de otro... mi visión del futuro se vuelve inestable.

Suelto una risita por la forma en la que me ve, no creo que eso sea tan cierto, pero me gusta proyectar esa energía.

—¿Que me amen y les rompa el corazón, dices? —pregunto riendo.

—Exactamente —afirma él, también entre risas—. No es amor libre, solo es libertad sexual.

—De acuerdo, pero desde el comienzo te dije que no tienes nada de qué preocuparte.

Me quedo pensando en lo de "mi visión del futuro se vuelve inestable", sobre todo porque yo no tengo una, solo pienso en lo que está pasando y tal vez por eso no me preocupa nada de lo que pueda pasar después.

No he pensado en lo que pasará con el correr de los años, o en si esto es para siempre. Solo tengo presente que hoy lo que siento es real, y con eso me basta.

Sin embargo nunca se los digo a ellos, siento que no lo entenderían del mismo modo que yo, y solo les traería inseguridades.

No sé qué pasará después, no puedo prometer mi amor eterno, no puedo prometer un futuro porque no tengo idea de lo que pasará, de lo que sentiré o de lo que sentirán ellos, y jamás entenderé porque a las personas les gusta hacerse promesas que no tienen idea si podrán cumplir.

—Necesito entender cómo funciona —exige Aidan regresando con nosotros.

—¿El qué? —pregunta Lean, riendo de su efusividad.

—Los semáforos. —Sus ojos celestes se pierden concentrados en la luz que acaba de ponerse verde frente a nosotros.

—Son personas pequeñas que hay dentro, ellos ponen las luces verdes cuando ven que hay niños bonitos esperando —le responde a modo de burla, pero Aidan va tan borracho que se lo toma en serio.

—¿Personitas? ¿Y no descansan?

—Toman turnos de ocho horas, les pagan bien, tienen que mantener a sus hijitos gnomos.

—Ya, idiota —dice al darse cuenta de que le está tomando el pelo—. No me tomas en serio.

—Se manejan desde una central, donde hay una computadora con un programa especial que los hace funcionar, por lo general solo tienen el tiempo programado pero de todos modos hay personas que los monitorean —respondo yo, con la verdad, tomándome en serio su curiosidad infantil.

—Personas de tamaño real, Aidan, no existen los gnomos de semáforo —se vuelve a burlar Lean.

—Qué pena, sería cool —se lamenta por lo bajo.

Santi tenía razón, no quisieron vendernos por no ir en auto, y creo que los gritos de todos y risas ebrias no colaboraron mucho. Para nuestra suerte, unas chicas que iban en su auto reconocieron a Aidan, luego a Aimée y también a mí.

No tengo dudas de que los rumores de Aidan y Aimée juntos van a aumentar muchísimo con esto, porque como no saben de la colaboración no hay lógica de que él esté en la ciudad si no es para verla a ella. Además, obviamente nos encontramos en una situación más personal que laboral.

El punto es que después de muchos gritos de emoción y pedir fotos y videos para todas sus primas, accedieron a comprarnos las hamburguesas.

—¿Piensas en Lau y Alanna? —interrogo a Lean mientras observamos como los chicos juegan a ver quién lanza más lejos una roca mientras esperamos las hamburguesas.

—No, ¿Por qué? —Voltea a verme con gesto confundido, parece que a cada minuto que pasa está más borracho, aunque dejamos el alcohol en la casa.

—Acabo de descubrir tu faceta celosa, quiero saber más.

—Ellas no me dan celos... —Suelta una risa dándome un empujón—. Ayer incluso, me preguntó cómo hacerlo.

—¿Cómo hacer qué?

—Cómo tocar... la. A una chica.

—Ella es una chica, ¿Acaso no sabe tocarse?

—Eso dije, pero ella dice que no es igual que cuando yo lo hago —afirma, y su tonito de arrogancia es todo lo que está bien en el mundo.

—Me siento ofendido y afortunado al mismo tiempo... —acepto teniendo en cuenta que Lau tiene razón.

—Sabes que soy muuuuuy bueno con los dedos, es de mis mayores habilidades —presume entre risas mirándose las manos—. ¿A ti que te hace sentir? ¿Morbo?

—No —respondo con un encogimiento de hombros—. No me gusta Alanna.

—¿Te cae mal?

—No, me cae bien de forma amistosa... pero no sé, no tiene "eso".

No sé por qué dijo que se parece a Laura, no encuentro ni el más mínimo punto de comparación. Lau tiene un equilibrio perfecto entre ser directa y descarada, y ser tierna y compradora; ella sabe perfectamente cuándo sacar cada una de sus facetas, y cómo utilizarlas a su favor.

Alanna me dio más la impresión de una chica que quiere encajar, pero en definitiva por muy fuerte que se muestre no dejo de verla frágil.

—¿Y Aidan sí lo tiene? —inquiere llevando sus ojos a él.

—Sí.

—¿Me prometes que no vas a enamorarte de él? —pregunta sonando inseguro.

—Ni siquiera voy a tener algo con él, Lean, tranquilo —respondo dándole un poco más de seriedad al asunto—. No entiendo qué te pasa, pensé que todo iba bien.

—Es que... si tú vas y conoces a alguien, lo besas, cogen y luego adiós, me parece perfecto, me agrada, incluso querría que me lo cuentes todo. Pero... no lo sé, te vi hablando con él y sentí... miedo, de que un día lo veas del mismo modo que me ves a mí.

—¿Lo hablamos mañana cuando estés sobrio? Siento que hay algo interfiriendo en tu sentido común, debe ser el alcohol —aseguro en un intento de evadir el ataque repentino de inseguridad que no va para nada con él.

De hecho, ni siquiera pronuncia bien las palabras.

—Es que Santi dijo que solo tú estabas listo... —suelta de pronto.

Ajá, ahí estaba la influencia, estaba seguro de que la había.

—Santi se separó de Aimée por semanas solo porque besó a Lau, ¿Te parece que es capaz de comprender el modo en el que nosotros vivimos nuestra relación?

—No ames a Aidan... —insiste recostándose en mi hombro—. A menos que vayamos a amarlo los dos, entonces... tampoco, cuatro son demasiado, y Alanna, ¿Cinco? No, no, tres está bien, tú, yo, y la enana hermosa que ahora está...

—Ya, ¿Por qué no vas a jugar con los chicos? —cambio de tema otra vez, esperando que se olvide de tantos enredos innecesarios que está haciendo.

—¿Sabes? A veces ella se para a mi lado, muy cerca de mí, y pone su mano en mi brazo o en mi espalda de forma disimulada, pero yo lo noto, y me siento taaaaan incómodo.

No entiendo de qué habla, pero en la confusa oración que logró formular había varias señales de alerta.

—¿Alguien te está molestando?

—Sí, ella —afirma tímidamente—. A veces se reclina sobre el escritorio para mostrarme sus tetas, y yo no quiero ver sus tetas, ¿Por qué no puede entender?

—Leandro, mírame —exijo tomando su rostro—. ¿Quién te está molestando? ¿Qué pasa?

—Pasa que no puedo decir nada, porque entonces me quedaré sin trabajo otra vez... No es justo ¿Sabes? No lo es...

De acuerdo, logré armar la historia, y me duele que tenga que haber estado borracho para poder contarme. Estoy molesto, siempre me reclama que lo deje cuidar de mí, entonces está viviendo una situación de acoso que no puede resolver y me lo oculta.

Sé bien el motivo, sabe que le diré que renuncie, que el dinero no es problema, y no lo quiere aceptar. Ya demasiada carga lleva porque estoy pagando sus clases de cocina.

Odio eso, odio que ninguno de los dos me permita usar el dinero que me gano trabajando en hacerles la vida más fácil.

¿Para qué quiero trabajar tanto entonces? ¿Qué sentido tiene? Si ellos siguen presos de vidas que no quieren...

Sin embargo, aunque la situación me enoja muchísimo, no es momento de hacer planteos.

—Ya no lo hará, ¿Sabes? Yo voy a cuidar de ti.

Tiene los ojos cerrados, aún está recostado en mi hombro y parece que va a quedarse dormido en cualquier instante.

—Sí, pero no se lo digas... —murmura.

—¿A Lau?

—A Elai, él siempre se preocupa por todo, y yo quiero ser su paz, no una preocupación más.

Eso dolió, ¿En qué momento pasé a ser la persona a la que le ocultan las cosas?

¿Será que el tiempo lejos sí influyó? ¿O será que ellos no me ven accesible?

Lo hablaré con él mañana, no sería leal hacerlo hoy sabiendo que dirá cosas que sobrio no diría.

Nuestras hamburguesas llegan, pero teniendo en cuenta que Lean se durmió se me hace mejor llamar a un taxi para regresar a casa.

—¿Por qué no vinimos en taxi en primer lugar? —cuestiona Aimée—. Los taxis son autos...

Tiene razón, lo curioso es que nadie lo pensó.

Al llegar a casa Santi me ayuda a llevar a Lean a la cama, la verdad es que lo despertamos y subió caminando, pero está medio dormido y hay que indicarle el camino, espero que mañana no se sienta tan mal para ir a trabajar, tal vez una fiesta a media semana no fue la mejor idea.

Aimée fue a llevarles sus hamburguesas a las chicas, nosotros las comimos en el camino, y ahora ya es tiempo de ir a dormir.

—¿Te quieres quedar? —le ofrezco a Aidan mientras me ayuda a recoger los vasos—. Ya no nos quedan habitaciones, pero puedes dormir en el sofá.

—No, gracias —niega rápidamente—. El alcohol ya está bajando y tengo vergüenza, imagínate lo que sería despertar aquí.

—¿Quieres que te llame a un taxi?

—Solo son dos calles, estaré bien —niega brevemente.

—Eran tres habitaciones, pero en una aún está mi estudio de edición, estamos buscando un lugar para instalarnos y separar la casa del trabajo, pero aún no lo hacemos.

—¿Solo duermen en dos habitaciones? —cuestiona, y entonces me doy cuenta de mi error—. ¿Cómo hacen?

—Una para chicas, otra para chicos.

Eso sonó anticuado, me dio risa, Santi se vería en una situación muy peculiar si así fuera.

—Te acompaño al hotel, entonces —agrego para dejar pasar las mentiras rápido.

—Está bien —acepta buscando su abrigo.

En cuanto subimos al ascensor siento su mirada sobre mí, pero no volteo a verlo, se siente muy cómodo estar a su lado y por eso voy a evitar con toda mi fuerza de voluntad las tensiones.

—¿Te pasa algo? —pregunta de forma tierna—. Desde que volvimos de buscar las hamburguesas tu mirada se ve triste.

Vaya, qué observador...

—Solo tengo muchas cosas en la cabeza —respondo aleatoriamente—. Sé que todo aquí parece felicidad, pero nos han pasado muchas cosas y algunas aún no las resolvemos.

—No quiero ser entrometido —se anticipa—. Pero si necesitas... lo que sea, puedes contar conmigo, tengo mucho más de lo que imaginas al alcance de mi mano.

Suelto una risita, conozco bien ese sentimiento, la diferencia entre él y yo es que él consiguió todo por sus propios medios, y yo aún estoy en proceso de eso.

—Puedo imaginar...

—No era mi intención presumir, solo que me tengas en cuenta.

—Lo digo en serio, es que mi papá es multimillonario. Crecí con el mundo en mis manos, pero decidí abandonarlo para conquistarlo con mi propio esfuerzo.

—Suena increíble. —Sonríe.

—No lo fue, fue muy difícil.

—¿Por qué me hiciste besar a tu novio? —suelta de pronto sacándome de onda.

Salimos a la calle y el frío nos invade, son cerca de las cinco y las calles están bastante vacías.

—Creí intuir que él quería hacerlo, así que solo se lo puse fácil.

—Entonces sí es tu novio...

—Sí, casi hace un año ya.

—¿Y son... así de desapegados?

—Yo soy así, me gusta que haga todo lo que quiere siempre. —Se siente muy raro hablar en singular, no me gusta dejar a Lau fuera, pero después de todo es su decisión estarlo.

—¿No te da miedo? Digo... si conociera a alguien mejor... entonces.

—No existe alguien mejor —aseguro y él se ríe—. Y sí un día ya no quiere elegirme, ¿qué sentido tendría querer conservarlo?

—Quisiera tu seguridad, yo ni siquiera sé lo que me gusta.

—¿Por eso no respondiste?

—Es una pregunta muy personal —asume mirando el suelo—. Creo que me gusta todo, pero mi contrato me exige ser hetero.

—¿Es en serio?

—Sí.

—Es una mierda... —murmuro, incrédulo—. Pero todo cambiará pronto.

—Es difícil de creer —suspira en cuanto estamos en la puerta del hotel.

—No eres un objeto, Aidan, tienes muchísimo talento y por eso te siguen las personas.

—Es que toda la vida me han dicho cómo ser, cómo actuar, qué decir... No sé quién soy en realidad, y lo peor es que me da miedo descubrirlo.

Puedo entender eso, porque lo miro y solo veo a un niñito de cinco años al que le robaron su infancia para ponerlo a trabajar, y desde entonces se convirtió en un simple producto comercial.

—Estaré aquí para ti cuando decidas hacerlo.

—Gracias —sonríe levantando sus ojos hacia los míos—. Y por abrirme las puertas de tu casa, de tu familia, y hacerme sentir así...

—¿Cómo?

—No lo sé explicar, pero gracias.

—De nada.

Se queda viéndome, simplemente así, y de pronto siento esa sensación tan peculiar en la boca del estómago.

Mierda.

Este no era el plan, no tensión, no problemas.

—Seamos amigos —me adelanto a cualquier cosa que él pudiera decir.

—Uhm... sí, supongo que está bien —responde él sin dejar de verme fijamente.

No, no se ha ido la tensión, la friendzone no funcionó, ¿Ahora qué prosigue?

—Quiero besarte, pero supongo que es porque estoy borracho... Mañana se me habrán ido las ganas ¿Verdad? Mejor subo.

—Mejor sube —coincido metiendo las manos en los bolsillos de mi abrigo.

—Hasta mañana, Elai.

—Hasta mañana.  

____________

Hola Pollitos🐣

¿No sienten como que el drama nos acecha? Tal vez sea verdad... 

Que tengan un lindo fin de semana♥ 

Besos, mil besitos 💋

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro