Capítulo 1
-Narrador Omnisciente-
El frío entraba por la rústica ventana de piedra dando acceso a la habitación dónde se encontraba Gwendal Bedoña.
Gwendal era una muchacha de unos 25 años, cabellos tan rojizos como las brasas de una hoguera y cuyos ojos tan verdes como el follaje de los bosques que rodeaban el castillo en la nación de Alba, lugar que daría nombre a la actual Escocia.
Un chico de más o menos de la edad de Gwendal entró en la habitación y se acercó lentamente a la cama.
Evan: ¡Gwendal!, despierta ya - zarandeaba a la chica que se encontraba dormida, por el grito causó que la chica saltara de la cama y cayese al suelo.
Gwendal: Evan, cómo te pille te corto el cuello y se la doy de comer a los cerdos - el chico llamado Evan era el novio y mejor amigo de Gwendal, soltaba una carcajada al aire, mirando a Gwendal se sonrojó cuando se fijó en su vestimenta, un sencillo camisón de algodón de color blanco.
Evan: te queda bien el blanco - Gwendal se sonrojó y le tiró lo primero que encontró en su mesa de noche pero Evan lo evitó.
Athon: tu puntería es pésima, tu padre te está buscando - le tiró un beso y salió de la habitación.
-Punto de vista de Gwendal-
Tras un rato largo me até el cinturón de la funda de mi espada en mi sencillo vestido verde, me coloqué el carcaj lleno de flechas en mi espalda.
Era la mayor de tres hermanos, siendo la futura jefa del clan Bedoña, en el siglo V a. C el único papel que tenía la mujer era ser comprometida con otro clan vecino.
Mi suerte había cambiado cuando Evan me dijo que me amaba en aquel caluroso día de verano.
Bajé al salón estrepitosamente obteniendo una mirada acusadora de Éire Bedoña, mi madre y mujer del jefe del clan, Aldair Bedoña, mi padre.
Éire: hija, una dama no baja las escaleras como una manada de jabalíes - me senté en la primera silla que vi.
Gwendal: ¿Dónde está padre? - hablaba mientras masticaba una manzana, mis hermanos soltaron un gesto de asco al igual que mi madre.
Éire: !Gwendal, compórtate¡ - golpeó la mesa con su puño, me levanté y con una leve sonrisa salí del castillo hasta las caballerizas, encontrándome con Evan en ellas.
Evan: hola mi reina - me cogió de la cintura mientras me apoyaba en el muro de madera.
Gwendal: hola futuro jefe del clan - coloqué mis manos alrededor de su cuello y le besé.
Un carraspeo me hizo separarme de él - hola papá - me dirigí ante mi padre con Evan detrás de mi.
Aldair: mi pequeña - su prominente barba rojiza rozó mi mejilla causándome cosquillas.
Evan: jefe - Evan sostuvo su mano en el aire esperando el saludo de mi padre, este le aceptó con gusto.
Aldair: princesa acuérdate que esta noche viene mi invitado especial, quiero modales, por favor
- asentí y me dirigí hacia Tormenta, mi caballo de raza de color negro.
Tormenta al verme relinchó de alegría y me monté - venga Evan te hecho una carrera - golpeé con el pie el lomo de Tormenta y salí cabalgando de la caballería con Evan detrás de mi.
Bajé de Tormenta cerca de un lago protegido por grandes robles de hojas rojizas - es tan bello - me acerqué a la orilla para tocar el agua fría.
Evan: no tanto como tú - Evan me cogió de las manos y entrelacé sus dedos con los mías.
Gwendal: me vas a hacer de sonrojar Evan - me acarició la mejilla y acercándose poco a poco me besó. Cuando se alejó de mi noté peso en mi mano derecha, era una joya en forma de luna.
Evan: mi padre me ha ayudado a hacerlo - me giré retirando mi pelo y me lo puso.
Gwendal: es precioso Evan no debiste.
Evan: es una promesa princesa, una promesa de amor eterno - le sonreí.
Gwendal: Evan siempre estaremos juntos para siempre.
Evan: ¿aunque seamos unos viejos y tengamos quince hijos? - me alejé de él golpeando su hombro.
Gwendal: no quiero tantos hijos Evan.
Evan: bueno pues diez - empecé a reír con él, dejando que aquel claro en el bosque fuera testigo de nuestro amor.
Estuvimos toda la tarde cazando, era nuestro día a día, desde bien pequeña mi padre me había enseñado a luchar con espada y al tiro al blanco. A pesar de las negaciones de mi madre me enseñó a luchar y pelear cuerpo a cuerpo consiguiendo que fuese una gran cazadora.
La noche llegó pronto y con el grito en el cielo mi madre me regañaba en el gran salón - !El invitado de tu padre está por llegar y estás hecha un desastre¡ - me encogí de hombros y noté como la criada me llevaba al baño.
Después de dos horas me había ataviado con un vestido de color rojo que hacía que me comprimiese el pecho, odiaba los corsés.
Nana: estás preciosa Gwendal - terminó de poner la última flor en mi pelo alrededor de la trenza que me había hecho.
Gwendal: sabes que sigo siendo yo Nana-la sonreí a través del espejo, desde la puerta mi madre me miraba con alegría.
Éire: estás preciosa hija mía - me abrazó ocasionando que el corsé me aprimiera más.
Gwendal: madre que me axfisias - me cogió de la mano bajando hacia el gran salón.
Mis hermanos al igual que mi padre se encontraban en el pie de la gran escalera - ¿ya ha venido? - mis hermanos se quedaron mirándome al igual que mi padre que me regaló una sonrisa.
Aldair: estás preciosa hija mía - me agarró entre sus fuertes brazos y me abrazó.
Gwendal: padre este corsé me está matando y si me abrazas así de fuerte me axfisias más - dije para que dejara más tarde de abrazarme.
La puerta principal se había abierto dejando entrar aún hombre de pelo castaño oscuro con ciertos toques de canosidad, mandíbula cuadrada y ojos oscuros, me fijé en ellos no me daban mucha confianza.
Aldair: Azazel viejo amigo - abrazó con gran efusividad a su viejo amigo de batallas.
Azazel: ya tenía yo ganas de que me invitaras a tu casa y así poder conocer a tu preciosa familia - mi madre se adelantó unos pasos hacia su presencia quedando delante de aquel extraño hombre.
Azazel: mi viejo amigo Aldair no mentía en sus cartas, tiene una esposa muy hermosa - con una sonrisa ladina besó a mi madre en la mano para después hacer una reverencia.
Éire: Gwendal ven te presento aún amigo de tu padre - me moví con el escaso movimiento que aquel vestido me dejaba, en respuesta Azazel me besó también mi mano - y no sabía que tenía una hija tan hermosa que por cierto se parece a su madre.
Mi padre llevó a nuestro invitado al gran banquete que habíamos realizado en honor de aquel desconocido para mí.
Azazel: y bueno Gwendal, he visto ese precioso collar, me figuro que será de algún apuesto caballero - me volvió a sonreír con aquella sonrisa.
Gwendal: si es de mi novio Evan - cogí el colgante y se lo enseñé.
Azazel: ese chico tiene mucha suerte de haberse emparejado con una chica tan hermosa como tú - con un gesto mi madre me hizo de levantarme de la mesa al igual que a mis hermanos.
Al dirigirme hacia las escaleras sólo vi cómo aquel hombre me miraba de una manera muy extraña.
Ya en la noche, sería la una de la madrugada por la posición de la luna llena que se encontraba en lo alto del oscuro cielo lleno de estrellas, noté como un tirón y
me sobresalté de la cama porque me habían agarrado de la pierna arrastrándome lejos de esta cayendo cerca de la chimenea de piedra.
Era una mujer vestida con pantalón de cuero marrón y un top ajustado entre cruzado negro llevaba una estola de zorro rojo que cruzaba todo su pecho y unas botas altas de color negro- así que tu eres la niña escogida - de repente sus ojos se volvieron negros como el mismo carbón, no sabía que estaba pasando.
Mujer: tú vendrás conmigo - me cogió del pelo y me levantó haciendo caso omiso de mis quejas de dolor.
Me llevó a arrastras al salón, tenía bastante fuerza ya que intentaba alejarme de ella - estate quieta niña- me tiró al suelo delante de Azazel. Me fijé en los cuerpos que se encontraban en el suelo y por el reflejo de las grandes llamas que salían de la chimenea me di cuenta de que eran mis hermanos, sus cuerpos sin vida se encontraban llenos de sangre y sus tripas sobresalían de sus cuerpos, horrorizada grité.
Intenté llegar hasta ellos pero la mujer me cogió poniendo una daga en mi cuello - quédate quieta sino quieres tener su mismo final - mis lágrimas se mezclaron con la sangre seca de sus manos.
Azazel: !Meg¡ estate quieta la quiero viva - me giró hacia Azazel, me dejó temblando de miedo cuando sus ojos se volvieron amarillos.
Gwendal: usted los ha matado,
!porqué¡ - grité aunque tuviese una daga en mi cuello.
Azazel se encogió de hombros - no me hacían falta además lo que busco lo tengo aquí - otros tres hombres pusieron a mis padres y a Evan de rodillas.
Aldair: Azazel, ¿Qué has hecho?, este no era el trato - miraba con horror los cuerpos de sus hijos.
Azazel: oh no Aldair no lo era - dos de los dos hombres se pusieron detrás de mi madre y de Evan.
Azazel: yo te daba diez años y me dabas a cambio a tu hijo primogénito, y no has querido, debes de pagar por ello - se acercó lentamente a mi madre para levantarla y puso su mano sobre su vientre. De repente los gritos de mi madre llenaron el salón ya que empezaba a morir abrasada por las llamas que sobresalían de la mano de Azazel, al final cayó muerta su cuerpo estaba carbonizado.
Empecé a llorar - padre ¿qué está pasando? - el dolor recorría mi cuerpo.
Aldair: hice un pacto con Azazel, él no es mi amigo, él es un demonio, me daba diez años a cambio de ti - sus palabras entraron en mi mente, Evan se levantó dándole un codazo en la cara al hombre detrás de ėl.
Sacó su espada de la funda y se dirigió hacia Meg y hacia mi, Meg me tiró al suelo y clavó la daga en el pecho de Evan.
Gwendal: !Evan¡ - me levanté y me dirigí hacia él, se sacó la daga del pecho y se tumbó en el suelo.
Evan: al final no podremos estar juntos - su sonrisa estaba desvaneciéndose mientras tapaba su herida.
Gwendal: mi amor no me dejes por favor - su mano derecha limpiaba mis lágrimas.
Evan: siempre estaré contigo aquí - señaló con su dedo índice mi pecho y cerró los ojos para siempre.
Dejando el cuerpo de Evan en el suelo me dirigí hacia Meg y la golpé en el estómago con mi rodilla derecha dejándola doblada - pienso matarte desgraciada.
Azazel empezó a aplaudir - !Bravo¡, me encantas Gwendal - se acercó hacia mi y me obligó a abrir la boca - serás mi gran mano derecha - me encontraba paralizada por el miedo, y miré hacia la chimenea un humo negro empezó a salir y entró por mi boca.
Aldair: !Qué la has hecho, maldito¡ - se levantó pero entre los otros dos hombres le cogieron de cada brazo evitando que se acercara a mi.
Gwendal: lo que tu querías padre - una sonrisa apareció en mi rostro y me acerqué poco a poco a él, con un gesto de cabeza volvieron a poner a mi padre de rodillas.
Aldair: tu no eres mi hija - las lágrimas empezaron a salir de sus ojos, era como un insecto a punto de ser aplastado.
Me acerqué a su oído - tú me has hecho esto padre - me levanté y poniendo mis manos alrededor de su cuello, se lo retorcí, notando como sus huesos se rompían en mis manos.
Azazel: ahora eres mi hija Gwendal- sin sonreírle, acepté con la cabeza y en un abrir y cerrar de ojos desaparecimos. Para los clanes vecinos sólo verían cómo el castillo del clan Bedoña desaparecía entre las llamas pero para mi sólo había sido mi comienzo cómo hija de Azazel, según él había planes muy importantes que hacer, y yo era su arma.
-Fin del capítulo-
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