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.WHY.

Me encontraba viendo mis manos, ahora limpias, como mis heridas y ropas, debido a la enorme celebración a mis espaldas; todos estábamos celebrando haber ganado la batalla contra la orden final de Sidious.

Solté un suspiro profundo, acariciando mi palma donde el tacto cálido de Ben seguía fijo, como si estuviese tomando su mano otra vez, en ese mismo momento.

Pero él ya no estaba.

Tenía tanto en mi mente que no sabía cómo empezar a resolver cada cosa, a entender, a analizar todo lo sucedido.

Ben murió.

Ben me salvó...

¿Por qué?.

–Rey, así que estabas aquí – la alegre voz de Finn me sacó de ese tormento haciendo que girará mi cabeza. Venía caminando hacia mí con una entusiasta sonrisa que le correspondí levemente. Se sentó a mí lado antes de hablar nuevamente – ¿Por qué estás tan sola? Pensé que querías estar con el resto de los muchachos.

–No, yo... – negué en voz baja, no quería dañar su euforia – Quería estar un rato sola. En un momento iré.

Finn posó una mano en mi hombro, ahora su expresión preocupada.

–¿Que no estas feliz?.

Suspiré con una risa desganada.

–Claro que estoy feliz, por supuesto que sí, pero...

–¿Es por lo qué sucedió allá? – preguntó al darse cuenta que no terminaría mi sentencia. Tomó una inhalación y su voz se tornó más seria – ¿Él hizo algo?.

–Estoy tratando de entender porqué lo hizo – murmuré con voz queda, más para mí que para él. Sintiendo un gran nudo en mi garganta y pecho, voltee a verle –. Finn... Ben está muerto. Murió allá.

La expresión sorprendida no tardó en hacer acto de presencia en el rostro de mi amigo.

–¿Cómo...? ¿E-ese Sith lo mató?.

Abrí la boca, pero honestamente no sabía que decirle, así que la cerré otra vez , posando la vista de nuevo en mis manos por otros pocos segundos, pensando cómo explicar lo que ni yo misma entendía acerca de lo que había pasado.

–Nos mató a los dos, o más bien yo morí al matarlo... Pero Ben... – mi voz se fue apagando con dolencia. Sentí mi pecho doler al seguir:– Volvió, y me salvó, cambió su vida por la mía.

No me atreví a levantar el rostro, pero el silencio y jadeo incrédulo de Finn me daba a entender lo atónito que estaba.

–¿Hizo qué?.

–Yo era la nieta de Palpatine – admití sin más, sabiendo que podía confiar en él chico a mi lado,y cansada de fingir. El mismo abrió sus ojos y tragó en seco –. Ben siempre lo supo, no quería llevarme con él porque sabría que moriría como... Mis padres.

–Wow, Rey, yo... – admitió dándome un apretón de apoyo, tocando la misma mano que tocó Ben, pero no sentí lo mismo que él le hizo sentir... Sin embargo, la calidez y apoyo me reconfortó de otra manera –No sé qué decir. Jamás imaginé que Ren hiciera algo así después de todo lo que hizo.

–No fue Ren, fue Ben – corregí con un suspiro exasperado; me dolía cómo nadie podía darse cuenta del verdadero ser que él era, ni siquiera Finn cuando acaba de decirle los hechos. Al ver cómo este último tuvo una expresión de lamento, me calmé, sabiendo que estaba siendo algo ruda cuando él sólo quería ayudarme, debía entender sus motivos. Solté otro suspiro e hice un intento de sonrisa que no llegó a funcionar mucho –. Finn, lo siento. ¿Podrías dejarme un momento a solas y decirle al resto? Necesito pensar.

No lucía convencido, pero aún así se levantó, observando algún apiz de duda en mí, uno que no consiguió.

–Está bien, estaré aquí si me necesitas.

Asentí en automático, sintiendo sus pasos alejarse con lentitud a mis espaldas.

Pero yo sabía que no estaba sola, y el ruido de las hojas que indicaban grandes y descuidados pasos me hizo sonreír con desgane.

–Chewie, no pensé que te gustara escuchar conversaciones escondido – recibí una respuesta del gran peludo que se acercaba para sentarse a mi lado con aire triste. Le miré con pesar –. ¿Lo oíste? – otra respuesta salió de él como una disculpa. Le acaricié la cabeza con afecto, sintiendo mis ojos humedecerse –. Sé que estás molesto con todo lo que él hizo, pero era bueno, Chewie – el mencionado me regreso la misma mirada triste, y pude sentir su dolor al haber perdido a la última familia de Han que tenía. Solté un sollozo que no pude evitar mientras le daba un abrazo para reconfortarnos  –, realmente los amaba, a todos.

Chewie soltó varios quejidos de dolor regresandome el abrazo.

No sabía a ese punto quien de los dos lo necesitaba más, pero era bueno tenerlo.

----+----

A ese punto, días después, ya todos sabían de la muerte de Ben; algunos celebraron sin compasión, otros se lamentaron, y algunos guardaron la forma por más que les gustara que finalmente "El Sith pagara". Landon, C3PO, R2, Rose, Maz y Chewie fueron los únicos que de corazón lo lamentaron.

Dimos una ceremonia privada entre nosotros; Finn y Poe yendo solo por obligación de estar conmigo, y porque también era para Leia. Le agradecieron por todo, le perdonaron y desearon que estuviese en paz.

Yo no pude decir una sola palabra, simplemente no salía de mi shock.

Ninguno sabía la razón de mi dolor, porque nunca se imaginarían que estaba conectada con él, jamás lo entenderían, no todos.

Aún así, fueron muy amables conmigo, preocupados, pero ya me había acostumbrado a mostrar sonrisas y aparentar estar bien, mientras que en las noches me derrumbaba en llanto.

Cada noche soñaba lo que había pasado. Ninguna soñé algo que me diera paz, ninguna aparición se presentó a mí, y ya yo estaba temiendo a pensar que realmente Ben se esfumara, para siempre.

Una parte de mí estaba muerta, como si la otra a parte de mi corazón se fue. Quizás por el vínculo que teníamos y ahora no estaba, porque no volví a sentirlo u oírlo, o porque realmente...

Solté un suspiro en mi cama, viendo el techo de la nave como tanto hacía cada noche de insomnio.

"¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? "

Siempre le hacía la misma pregunta a la nada, porque sabía que él ya no respondería.

Sin embargo, de todas las veces que el silencio me acompañaba, en esta ocasión apareció una nueva voz que conocía bastante bien.

"No se ha ido, querida, no te atormentes."

Enseguida me levanté sobresaltada y con el corazón acelerado.

Leia estaba hablándome; desde que se fue junto a él, sólo la vi en sueños, pero no hablábamos realmente, hasta ese instante que oí de nuevo su voz.
Era mi oportunidad de obtener al menos una respuesta que me hiciera dormir, cualquiera, porque, sinceramente, ya estaba desesperada.

"¿Entonces, por qué no está conmigo?."

"Debes sentirlo."

Un dolor punzante apareció al responder con pesar una de mis mayores penas.

"La conexión ya no está... Él murió."

Leia soltó un suspiro pesado, y aunque no había hecho una aparición materializada, sentí en ese instante el confort de sus abrazos.

" Los únicos que mueren son aquellos que no se elevaron, que olvidamos."

Negué con vehemencia.

"Yo le aseguro que no lo olvidé."

"Lo sé."

Una chispa de esperanza se despertó en mí, haciéndome hablar esta vez en voz alta.

"¿Por qué lo hizo? ¿Está con él?."

Hubo cierta tensión ,seguido de puro silencio.

Ya me estaba comenzando a desesperar, tanto que casi fui capaz de exigirle a la generala que me diera una respuesta, y de seguro que lo sintió, porque me terminó por contestar en tono triste.

"No puedo decirte algo que es su deber. Y sí, siempre lo ha estado."

La presencia de fue lentamente, dejándome otra vez en la sola y fría oscuridad.

Sollocé colocando una mano en mi boca para silenciar mi llanto, el cual surgió con fuerza, sin detenerse, mucho peor que todas las noches pasadas. Un ardor me atravesó por dentro, quemando por la confirmación.

Él estaba con la fuerza, si bien ya lo sabía, lo acababa de confirmar, pero no había ni siquiera por un segundo dicho nada, cortando nuestro vínculo, desapareciendo sin rastro...

Y lo peor es que no sabía si planeaba aparecer en algún momento.

Por más que le rogué en ese instante que estuviese aquí, conmigo, no vino. Tampoco lo hizo su madre, o nadie más...

Quedé totalmente sola, retorciendome en mi dolor, sin saber que él me veía, sintiendo el mismo dolor desde el otro espacio que nos separaba...

---+---

Rey estaba arreglando una mochila dentro del Halcón, dispuesta a hacerlo lo más rápido posible para emprender su camino. Justo en ese momento, entró Poe Dameron junto a BB-8.

La chica no se inmutó en su presencia, decidida en no levantar la vista de lo que hacía, por lo que el piloto suspiró, y es que desde que oyó que ella viajaría sin un rumbo establecido a un planeta no especificado, cabía decir que sola, estaba algo, bastante, angustiado.

–¿Sigues con la idea de ir hasta allá?.

–No es una idea, lo haré.

–He estado preocupado por ti – soltó sin preámbulos, analizando las reacciones de la otra; esta solo se limitó a pausar su actividad aún sin darle la cara. Continuó –. Pareces distinta.

Rey sabía que era así, así que no se atrevió a mentirle a su amigo.

–He cambiado, me siento distinta.

–¿Es por lo que pasó? – preguntó con cautela; sabía que era un tema delicado, y lo que menos quería era incomodarla. Ella prosiguió a arreglar la mochila sin dar respuesta. Insistió con un tono receloso – ¿Ese viejo demente te dijo algo?.

–Me dijo mucho – siseó con molestia –, pero es más por...

Poe se dio cuenta de que no terminó su oración, y parecía titubear en seguirla, por lo que se acercó a ella con paso lento. Se sentó a su lado y soltó un nuevo suspiro, indicándole a BB que les dejara solos. No era bueno en conversar, pero por Rey quería intentarlo, porque se veía que necesitaba a alguien que le entendiera desesperadamente.

–Finn estuvo contándome un poco – susurró con suavidad –. ¿Es verdad? Que Kylo...

–Ben, su nombre es Ben – la castaña corrigió de inmediato, con la diferencia de que ya no había molestia en su voz, solo cansancio puro.

El piloto sabía que su amiga no andaba nada bien, estaba tan preocupado como el resto al ver aquellas ojeras y ojos tristes, a pesar de haber ganado la batalla contra la orden final. Había estado oyendo sus sollozos en las noches, y sabía tan bien como Finn que aparentaba con sonrisas y un falso "Estoy bien", cuando sentía todo lo contrario.

Quería ayudarla, sabía que algo sucedió con el hijo de la generala, pero necesitaba corroborarlo.

–¿Qué sucedió? – se decidió a preguntarle tras un minuto.

La castaña se mantuvo pensante, dudando de decir lo que le sucedía, después de todo, por años fue así, no tenía con quien hablar...

Sin embargo, al ver los ojos preocupados y sinceros de Poe, sabía que debía contarle, simplemente era mucho peso para ella, y no pensó en nadie mejor para hablar del tema, para sacarlo de su pecho, porque Finn, a pesar de ser también un gran amigo, no la entendería por un simple detalle que, por más que le dolía evadir, prefería no tener en su atormentada mente...

–Cuando peleamos en Endor, estuve a punto de matarle, pero lo salvé. Leia se comunicó con los dos, y él la escuchó, ambos lo hicimos – comenzó a narrar en tono quedo –. Me fui con su nave y la quemé; estaba muy enojada con él, por todo lo que había hecho, por no dejarme ayudarle y hacer que me apartara de su lado.

«En ese momento, en Ahch-To, quise dejar todo atrás, mi cabeza estaba explotando en cosas y mi pecho se oprimía pensando en todo – pausó para tomar aire, porque las emociones y recuerdos la abrumaban. Sonrió levemente ante un buen recuerdo –, hasta que Luke apareció y me hizo entender todo, poner los pies en la tierra y mi espíritu en las estrellas. Ya después me fui a enfrentar a Palpatine...

–Lo venciste – dijo pensando que la animaría.

Por el contrario, Rey sentía otra cosa con eso, un vacío que la hacía infeliz.

"Más bien siento que él me venció a mí..."

–Los dos nos vencimos – musitó con amargura; donde quiera que esté ese asqueroso ser que, tristemente, compartía su sangre, seguro debió de disfrutar que le arrancó una parte tan grande de ella. Se preparó para confesar con bastante remordimiento –. Palpatine me insistió en unirme a él, y estuve a punto de hacerlo cuando los vi pereciendo sobre mí, casi lo hice... – dejo ir todo el aire en un suspiro tembloroso – Pero Ben apareció y ambos peleamos contra él.

–¿Él peleó a tu lado? – parpadeó en sorpresa, nunca se esperó eso, puesto que hacía ver que no dejó que Rey cayera al lado oscuro; pensaba que ese había sido el objetivo del azabache desde el principio, y ahora saber eso no tenía sentido. Preguntó algo más que le confundió – ¿Cómo supo que tú estarías ahí?.

–Él lo sabía – se encogió con simpleza, sin querer dar detalles de la conexión que tenían, eso se lo reservó siempre para ellos... Al menos para cuando eran ellos dos, y no él negándose a aparecer. Prosiguió con una mueca adolorida –. Palpatine nos robó toda la fuerza que teníamos; cuando desperté, Ben no estaba. Pensé que estaba muerto, y fue cuando luché contra Palpatine; a todos los Jedi, los sentí, sus voces, su fuerza estaba conmigo. De no ser por ellos no lo hubiese derrotado. – cerró los ojos sintiendo aún esa misma emoción que sintió al saber que la acompañaban, pero aquella sensación no podía ser del todo algo de regocijo, puesto que a quien más quería sentir, se negaba a dejarla.

Los dos se quedaron unos segundos en silencio, el hombre analizando los hechos narrados, la chica hundida en su tormento.

–Entonces él... – murmuró finalmente sin saber cómo continuar la frase.

Rey abrió los ojos y los conectó con el nuevo General a su lado. Sin más, comenzó a decir la parte más dolorosa y complicada para ella.

–Poe, matar a Palpatine hizo que muriera. Yo morí. Pero él, Ben, vino y me salvó – remarcó cada cosa sin apartar su vista del otro, quien abrió sus ojos y boca en asombro –. ¿Recuerdas el cómo curé a la serpiente? –intentó explicar mejor, a lo que el piloto asintió lentamente. Ante ello, finalizó – Él hizo lo mismo conmigo, pero más allá, me revivió.

–¿T-tenían el mismo poder? – sobraba decir que estaba atónito con lo que su amiga le confesaba; Finn le contó, pero ninguno de los dos lo creyó. Negó con ceño fruncido – La generala me dijo que nadie había logrado revivir a nadie jamás.

–Pues él lo logró – sonrió desganada. El nudo en su garganta creció, oprimiéndola de tal manera que dejó de hablar por un minuto. Bajó su cabeza cuando decidió proseguir –. Pensé que estaríamos bien los dos, pero luego él... Se fue –su voz se quebró, casi en un susurro inaudible, sus ojos picando –. Entendí luego; Ben dio su vida por mí.

Poe negaba sin entender.

–¿Por qué haría eso?.

–No lo sé, Poe – se limpió con disimulo una lágrima que se escapó por sus mejillas –. No pude oír nada de él, ni siquiera pude despedirme...

Dameron no podía sentirse más impotente al ver el claro dolor que sentía Rey. Sus ojos lo decían con esa humedad dolorosa en ellos parecidas a una tormenta, sus gestos, su voz rota y los sentimientos que ponía en cada palabra; por más que luchara en ocultarlo, él sabía que estaba mal, que estaba confundida, aturdida y rota.

Ahora él entendía tantas cosas que antes no veía, otras que se negaba a ver, puede que como lo hacía Finn...

–Quizás se arrepintió de todo lo que hizo y quiso arreglarlo... – espetó con mirada gacha. Inhaló y colocó una mano en la de Rey, atreviéndose a soportar verla en ese estado de desasosiego, por más que le doliera, debía darle ánimos. – No te atormentes con eso, no es tu culpa – ella apretó su mano, pero no le regresó la mirada. Soltó un chasquido nada convencido –. ¿Segura que quieres ir a ese viaje ahora, sin nosotros?.

Por un segundo estuvo a punto de negar y pedirle compañía, pero no podía, era algo que sentía debía hacer por ella misma. Por más que Poe la ayudara a sentirse acompañada, entendida.

–Necesito ir sola – sonrió débilmente –. Estaré bien.

Sabían que no era cierto, pero no tuvo más opción que aceptar, sabiendo que la chica era muy terca cuando algo se proponía.

–Llamanos si nos necesitas, estaremos ahí, y por favor llevate a BB-8 al menos – ante el asentimiento de la castaña, se levantó tras darle un beso en su cabeza, gesto nada usual en él, pero fue inspirado por el instinto protector que sentía por sus amigos y se acrecentó tras los sucesos. Rey le regaló otra sonrisa pequeña mientras se alejaba. Cuando estuvo en la compuerta, se decidió por agregar algo más: –. ¿Sabes algo? En el fondo sentí que la generala tenía algo de razón, que su hijo volvería – al obtener la atención de la chica, sonrió con honestidad –. Tú le ayudaste, y me alegro que al menos hiciera algo por ti.

Se quedó viendo al piloto, y cuando este casi cruzó la puerta, logró decir con suavidad.

–Poe, gracias.

El mencionado asintió y se fue, dejando a la menor en aquella habitación.

Poe fue seguido por BB-8 al salir, y le acompañó cuando se sentó minutos después junto a su mejor amigo, quien esperaba cualquier indicio de noticia, porque este sabía que por lo dirección de donde venía, había hablado con su amiga.

–¿Cómo está? – Finn insistió con impaciencia ante la expresión pensativa y consternada del otro.

–Siendo honesto, no lo sé – contestó pasando una mano por su rostro –. Me contó todo.

Finn no conocía la historia completa, no era tonto, sabía que había más y que Rey no se lo contaría, no por no confiar en él, sino porque, quizás, lo conocía tanto que podía saber lo que hasta ahora no le había confesado sentir. Tampoco quería saber todo si no era de la boca de la misma, si es que algún día le contaba, porque eran muchas las cosas que no le decía, lo sabía.

–Aún no me lo creo – se limitó a decir.

–Él la salvó – dijo el nuevo general con vista al cielo. Un pensamiento simple le hizo inquirir: –. ¿Sabes por qué lo hizo?.

–¿Tu la sabes?.

–Sí.

Finn sonrió con ironía.

–Igual yo.

Poe dejó escapar el aire con pesadez, sintiéndose mal por no poder ayudar a Rey a saber la razón del sacrificio del hijo de la generala, no sabía si decirle su opinión la haría sentir peor, ni a Finn con su desamor, o a sí mismo por todo lo que pasó, lo que sabía, lo que sentía...

Porque sabía que era obvio que algo más sucedió entre esos dos, siempre lo sospechó, y ahora lo confirmaba con melancolía en su tono, soltando la verdad que el viento se llevará.

–Por la misma razón por la que ella no lo deja ir...


---+---


La nave se estacionó en un terreno casi desolado de Tatooine, donde la fuerza me guío con una misión en particular. Me bajé y caminé hasta una pequeña vivienda, sintiéndome atraída por la energía de una familia en específico.

Frente a la vivienda, pude sentir que alguien había sido velado a unos pasos más, y supe que era descendiente de los Skywalker, quizás la abuela de Luke y Leia.

–Quedate aquí, BB-8 – le indiqué al droide a mi lado, el cual me obedeció con un sonido afirmativo.

Al entrar a la vivienda, estaba claramente abandonada pero se respiraba un aire de paz, armonioso, a pesar de que sentía que muchas cosas habían pasado ahí. Me deslice en un pedazo de metal por la arena, bajando y entrando al comedor.

Si cerraba los ojos, podía oír las risas de dos personas junto a la de Luke, hablando de leche azul, cosa que me hizo sonreír levemente. Peleas y lágrimas también se vivieron con las mismas voces.

Otra sensación estuvo presente por una zona que parecía un viejo taller, también abandonado y con rastos por aquí y por allá.

La desolación, rencor, frustración, y a la vez amor, apoyo y comprensión. Anakin y Padme, así se llamaban los abuelos de Ben, eso me susurró una voz... Quizás ellos compartieron un momento en ese sitio.

En este sitio Luke vio un mensaje de Leia pidiendo ayuda por primera vez, lo pude ver al tocar unas herramientas que usó para al parecer manipular a R2, C3PO con ellos quejándose.

–Como siempre – negué en voz baja.

La casa estaba llena de miles de recuerdos, generaciones, emociones buenas y malas.

Me quedé un buen rato revisando todos los rincones, sintiendo más, viendo más recuerdos.

Me sentía parte del sitio, extrañamente, aunque nunca había estado, ni se me dijo la indicación, pero la fuerza de todos los Skywalker me guió hasta ahí.

Solté un pesado suspiro y me dejé caer en el patio lleno de pura arena.

«Todas sus voces, menos la tuya, Ben.»

Jugué con la arena en mis manos, tomando un puñado y dejándola caer lentamente, una y otra vez.

«No lo entiendo, siento a todos, pero tu te empeñas en dejarme...»

Sisee y dejé la arena con brusquedad.

–¿Por qué sigo hablandote si sé que no me vas a responder? – me quejé para mí misma en voz alta.

Nuevamente, silencio.

«Si tan solo lo pudiese entender... ¿Por qué?.»

–¿Acaso me imaginé que sentías algo? – cerré los ojos soltando el aire con agotamiento – ¿Por qué te fuiste...? – mi tono denotó con aquel quejido quebrado lo rota que mi alma estaba al no sentir la otra parte en mí. Sin embargo, entre mis sollozos, sentí una suave brisa que me estremeció, porque de pronto, la presencia de alguien inconfundible, y que tanto esperé, me hizo abrir los ojos y dejar de llorar de inmediato – ¿Ben...?

Lo busqué convencida de que cada vez más que la conexión seguía ahí, tomando fuerza, volteando mi cabeza con rapidez a lo lados, y levantándome de golpe con el corazón acelerado como no había estado en días.

«Por favor, no te vayas, por favor...»

Estuve a punto de volverle a llamarle por segunda vez, rogando mentalmente que aquello no se esfumara...

Cuando lo escuché en mi cabeza.

«Nunca me iría a ningún lado lejos de ti.»

Me detuve en seco, reteniendo la respiración.

Esta vez, su voz resonó en el sitio.

–Rey.

Ese simple llamado me erizó la piel haciéndome girar a mis espaldas con rapidez. Mi boca se abrió soltando un jadeo ahogado y mis ojos volvieron a humedecerse con facilidad.

Justo frente a mí se encontraba la figura de Ben, el hombre al que tanto esperé volver a ver, mostrando una sonrisa melancólica en su rostro, viéndome con aquel brillo que siempre tenía para mí, el cual estuvo hasta su último momento junto a mi lado...

Tape mi boca con mis manos y dejé salir una risa sollozada de la emoción.
–Ben... ¿Eres tú?– logré decir entre mi llanto, no pidiendo controlarlo. Sin más, me acerqué a él con pasos rápidos, tocando su rostro para confirmar que no era un sueño, tal como hice la última vez antes de perderle; aunque siendo sincera, no me importaría que fuera un sueño con tal de verle así, regresandome la sonrisa, viéndome fijamente como si hubiese esperado ese momento tanto como yo. Sentía su piel en mis manos de una forma tan real, la misma sensación que me decían que no podía ser falso. Seguí soltando palabras entre el llanto –, estas aquí, en serio estas aquí.

Ben posó sus manos en las mías.

–Estoy aquí, Rey, soy yo.

El tacto me confirmó que no era un sueño.

Lo abracé de inmediato, siendo correspondida al instante por sus grandes brazos llenos de una calidez única que sólo él podría darme. Escondí mi rostro en la curvatura de su cuello, y él se inclinó un poco para hacer lo mismo en la mía, frotando mi espalda con suavidad. Aspiramos el olor del otro, y mis lágrimas no dejaban de fluir con fuertes sollozos, a lo que él se limitaba a repetirme que estaba ahí, que lo sentía, dándome apoyo.

–Te extrañé mucho – me a ferré más fuerte a él –, pensé que no volvería a verte.

Le oí suspirar, haciendo cosquillas en mi nuca.

–Yo también te extrañé, más de lo que te imaginas – se separó de mí para verme a los ojos –. Lo siento...

–Pensé que no querías verme. N-no respondías el vínculo y creí que... – mi voz sonaba angustiada, dolida, tanto que se quebró poco a poco – Que no querías saber de mí, l-lo rompiste y...

–No es así – me cortó tomando mi rostro entre sus grandes manos, sin apartar sus ojos de los míos –. Todo este tiempo no he hecho otra cosa que no sea verte, escucharte y pensar en ti.

Sentí un estrecimiento ante la idea.

–¿Por qué no podía sentirlo?.

Ben sonrió con aquella misma tristeza que tenía en su alma.

–Porque lo rompí. No quería que te aferraras a un recuerdo, no es justo – bajo su rostro y negó, bajando su tono –. Siempre has sido más de lo que merezco, nunca conocí a alguien tan bueno como tú.

–No digas eso, de no ser por ti no habría podido vencer a Sidous, no habría salido con vida – refuté de inmediato, tomando esta vez su rostro en ambos lados para que me observara –. Siempre vi la bondad en ti, tu lucha, todo el conflicto, lo sentía.
–Tal como sentí el tuyo – afirmó con un brillo de admiración en sus ojos –. Lo mínimo que podía hacer era salvarte, no podía permitir que cayeras como yo, no tú, Rey – acarició mi cabello tal como yo hacía con el suyo –. Y mucho menos dejar que murieras.

Cerré los ojos, inclinándome a su tacto, con voz rota al hablar.

–Pero tú lo hiciste...

Limpió una lágrima rebelde que se escapó por mis mejillas, acariciando esta con titubeo; como si le diera miedo dañarme, o como si tocara algo muy preciado para él.

–Sigo aquí. Nadie realmente nunca se va – abrí los ojos para encontrarme con su leve sonrisa, la cual me fue imposible no corresponder al notar que usaba las palabras que una vez Mass me dijo. Continuó: –. Siempre he estado a tu lado, solo que no me dejé ver.

–¿Por qué lo hiciste? – finalmente solté con impaciencia, con reproche, con lamento – ¿Por qué diste tu vida por mí?.

Ben dejó caer sus manos lentamente, una expresión indescifrable para mí nació en su rostro.

–Esperaba que lo hubieses sentido.

Mi corazón se aceleró nuevamente entre la emoción y los nervios.

–Necesito saber si es así, no lo entiendo...Si eso que sentías en ese momento... Eso que sientes es...

Sin dejarme terminar, volvió a conectar nuestras miradas, volviendo a hablar, diciendo lo que esperé entender durante todo este tiempo.

–Porque no podía soportar pensar en una vida sin ti.

–Ben...

–Porque te amo.

Un vuelco hizo que mi pecho brincara y de pronto me sentía sin habla, mis piernas débiles, como si flotara; de repente la gravedad no me sostenía.

Ben me sostenía por los hombros con suavidad, pero firmeza a la vez, un apiz de sonrisa en sus labios y su intensa mirada en la mía, diciéndome que era sincero...

Diciéndome que quiso decir aquello hacía mucho, y sabía que era así, ahora lo sabía, porque lo podría sentir en él, lo podía sentir en mí, fluyendo finalmente.

–¿Me...?.

–Nunca pensé que esa compasión, ese deseo de tenerte a mi lado, sería por amarte – confesó con parsimonia, sin prisa, haciendo nuestro tiempo, el cual no tuvimos hasta ahora en todo el caos que vivimos; hasta ahora es que podíamos sentirlo sin remordimientos, y no iba a callarlo más –. Pero lo hago, y lamento no decírtelo en ese momento, o mucho antes.

«Lamento haber pensado que lo correcto era mantenerte a mi lado, en esa oscuridad vacía, creyendo que lo harías mejor con tu compañía sin saber que no pertenecíamos ahí – sus ojos mostraron un gran pesar entre lágrimas que amenazaban en bajar por su rostro, tal como lo hacían las mías. Uní nuestras frentes para reconfortarnos, frotando levemente nuestras narices. Él me acerco más por la cintura, y yo no dejaba de acariciar su cabello como tanto había querido hacer, y solo pude por unos segundos cuando todo ocurrió, pero le había extrañado tanto, como si fuera algo que toda la vida había hecho, o necesitado; un acto tan simple, pero que nos agradaba a los dos, porque lo sentía regocijarse bajo mi tacto. Prosiguió con voz baja y ojos cerrados: –. Lamento que no pude despedirme, pensé que tendría más tiempo, aunque sabía que te di todo y que estaba a punto de irme, creí que no sería tan rápido... Lo que más odio es eso, no haber podido tener más tiempo.

–No lo tuvimos – asentí con un sollozo lastimero.

Abrió sus ojos, por lo que conecté los míos con ellos. Se separó un diminuto espacio de mi rostro, ahora con una mano acariciando una de mis mejillas con su pulgar.

–Pero ese beso, Rey, me hizo sentir más vivo que nunca, y valió toda la pena – confesó acariciando mis labios esta vez, con tal suavidad que me estremecí. Finalizó con otra admisión llena de genuinidad: –. Lo volvería a hacer una y otra vez, sin duda.

Sabía que ese era el verdadero Ben, mostrándose sin más mascaras frente a mí, como siempre quise verlo, porque estaba proyectando su alma y espíritu, como siempre él, por más que lo negaba, quería mostrarse; vulnerable, afectuoso, bondadoso y honesto.

Yo tenía también tantas ganas de mostrarme hacia tanto, mostrarle mis sentimientos, por más que me lo negaba, pero ahora iba a hacerlo; porque no fue suficiente el tiempo efímero cuando nos vimos realmente por primera vez, no fue justo el tiempo que se nos dio para compartir un beso, ni una caricia, o un abrazo que mostraba nuestra alegría por la victoria.

–Ben, todo este tiempo que estuve molesta, bloqueandote, fue porque no quería aceptar que me habías herido, porque quise tomar tu mano, y la apartaste con la idea de Kylo... – confesé con una sonrisa melancólica mientras él me observaba absorto, con tanta atención como la que siempre me daba y me hacía sentir especial. Yo continúe entre su tacto: – Pero no podía apartarte de mi mente, de mis deseos. Porque lo que más quiero, es tenerte a mi lado – finalmente, me decidí a soltar la verdad más profunda, queriendo reflejarlo en mis ojos fijos en los suyos –. Porque yo también te amo.

Él dejó salir un suspiro liberador que me generó una risa entre lágrimas, y le contagie de ella, porque la emoción y brillo en su expresión me eran tan sinceras que calentaron mi interior.

–Aquí estoy, no me iré – prometió dando un beso casto en mi frente –. Mereces más que nadie estar aquí.

–Nadie me ha conocido tan bien como tú – aseguré con ojos cerrados.

–Nadie me había visto a los ojos como tú. Nadie había tomado mi mano como tú – abrí mis ojos y él me miró directamente, tomando una de mis manos, entrelazándolas –. Nadie había creído en mí como tú, Rey.

Le di un abrazo con ello.

Sabía que era cierto, por eso me llegó tanto, sabiendo que había sido muy duro para él desde que nació con una familia llena de expectativas altas, una a la que le era difícil aceptarle, que temía de él sin entenderle... Pero que lo amaba tanto que se entregó a ayudarle hasta el final.

Aquello me recordó un hecho que tenía hasta ese instante pasado por alto.

Nos separamos, tomando nuestras manos nuevamente.

–¿Por qué te puedo tocar y ver de forma diferente?.

Quién tenía mi mano entre las suyas, esta vez la besó pata responder.

–Es nuestra conexión, solo tú puedes sentirme así.

–¿Volveré a verte y sentirte así? – pregunté con algo de miedo, aunque me sentía culpable de sentirlo después que lo prometió.

–Si lo quieres así.

–Más que nada. No quiero que te vuelvas a ir. Para mi no eres un recuerdo, mi vida forma parte de la tuya; somos uno, Ben – aseguré buscando su otra mano para enlazarla –. Sin uno, no hay otro, y mi vida solo seguirá cuando tenga esas dos partes en mí.

–Te prometo no irme – sonrió con una calma tranquilizadora que se volvió mi imagen favorita de él –. Me tendrás molestandote entonces.

Reí inevitablemente.

–Será un honor – suspiré con ensoñación –. Tu madre me dijo que estabas con ella.

–Estoy con muchos – sus oscuras cuencas brillaron con euforia y orgullo –. Soy un Jedi, me lo han dicho.

Mi pecho se lleno tanto de orgullo como de afecto, ternura, y lo demostré en mi expresión.

–Lo eres, Ben, eres un Skywalker.

–Y tú igual. 

–No, yo soy una...

–En tu corazón no es así – levantó mi barbilla con su índice y pulgar tras dejar ir uno de nuestros agarres –. No importa de donde vengas, sino donde perteneces, mamá siempre lo dijo de ti.

Nuevas lágrimas salieron de mí, llenas de alegría, de amor, sintiéndome completa como nunca, tras tanto.

–Gracias, en serio.

Ben negó, regalándome otra sonrisa de las cuales tanto quise ver y un aire de paz que esfumó todo su pesar y tristeza.

–No, Rey, gracias a ti.

Sin más, los dos nos acercamos y juntamos nuestros labios sin ser capaces de aguantarlo más, fundiendo lágrimas de felicidad entremezcladas en un beso lleno de amor, gratitud, orgullo y mil sentimientos y emociones que ahora podíamos dejar salir libremente. Sin soltar nuestra mano, usando la otra para acariciarnos con todo ese afecto y anhelo puro.

Estuvimos así un buen rato, hasta que nos dijimos un hasta luego, jamás un adiós, porque ahora lo sentía siempre en mí, como antes...

O no, mejor, porque sentía al verdadero Ben, no ese lleno de pesares, demonios, y un amor reprimido.

Salí afuera de la casa donde generaciones estuvieron, tomando los  sables de los dos hermanos Jedi más poderosos y unidos de toda la galaxia. Los coloqué en una tela, envolviendoles, hasta que los dejé en el suelo arenoso, viéndolos desaparecer tan lento y rápido a la vez.

Sonreí sabiendo que hacia lo correcto, guiado por ellos.

El sable en mi cinturón lo saqué y lo active en mis manos, viendo el hermoso color dorado que indicaba mi destino, mis dos lados.

La puesta de sol estaba casi en su punto, cuando una señora se acercó.

–Jovencita – me saludo antes de preguntar curiosa –¿Quien eres?.

–Soy Rey... – pausé un minuto al sentir la presencia especial de los dueños de los sables que yacían en su sitio, y al voltearme, los vi, juntos, con una sonrisa llena de paz que me invadió enormemente, haciéndome saber que estaban conmigo. Sonreí con lágrimas en los ojos, sintiendo que pertenecía. Tomé aire y volví a ver a la paciente señora para decir con seguridad y con gran regocijo – Skywalker. Rey Skywalker.

La presencia de Ben llenó mi alma con una suave brisa, y juro poder sentir su mano en la mía, aunque no le vea.

«Bienvenida. Aquí perteneces. Aquí estaré, junto a ti.»

«Siempre sostendré tu mano, la mano de Ben Skywalker

Viendo la hermosa puesta de los dos soles de Tatooine, junto a BB-8 a mi lado, y los Skywalker detrás de mí, respiré hondo.

Ahora lo entendía.

Estábamos en casa, eramos nuestro hogar, y ellos estaban conmigo, todos los Jedi, tal como él.

–Ahora lo sé...

---+---

Bueno, espero les gustara este Oneshoot. Haré un capítulo especial de Ben ^^

Admito que esto está super cursi, pero necesitaba un final diferente para los dos después de ver la película :( Aún así haré en mi otro fic (Narrado desde el episodio III de Star Wars hasta más allá del IX), algo mejor, más adaptado y completo ♥ Pueden pasarse si lo desean ^^

Aún hay mil dudas respecto a la última película, y muchas otras cosas, así que esto es solo una de las mil ideas que se me ocurrió para otro final. Aún así, aclaro que apruebo la teoría de que Ben no está muerto, sino entre mundos. Muchas teorías se están dando, yo espero la movilización de este episodio y cómics para confirmar, pero para mí, Ben sólo Skywalker vive.

Di indicios aquí de PoeRey porque es mi ship culposo de la nueva trilogía °3

Amor y paz. Que la fuerza los acompañe.

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