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Capítulo 2

Julien Grayson jugaba con el borde de su suéter, envolviéndolo en su dedo índice con nerviosismo mientras mordía insistentemente su labio inferior. Su corazón martilleaba contra su pecho, rápido y fuerte, mientras trataba de respirar con calma para tranquilizarse.

La noche anterior, en su cuarto, cuando sacó sus libros para revisar los deberes que debía hacer, encontró un papel doblado en la libreta de ciencias que le había prestado a Damien Keller. Ese papel tenía escritas palabras muy bonitas, con las que Damien le pedía una oportunidad para estar juntos.

Había dado vueltas en la cama y leído la carta una y otra vez hasta saberla de memoria. ¿Esto era lo que se sentía cuando sus sentimientos eran correspondidos? Porque era maravilloso.

No había podido dormir casi nada y tenía una tonta sonrisa en su rostro que dudaba que alguien pudiera borrarle.

Sentía tantas cosas a la vez en su interior. Había estado enamorado de Damien desde que lo conoció; sin embargo, nunca se atrevió a dar ese primer paso. Temía que lo rechazara, nunca lo había visto interesarse en un chico… bueno, en nadie en general. Pero ahora era Damien quien le pedía una oportunidad.

Julien suspiró, y las conocidas mariposas revolotearon en su estómago. Aún no podía creer que Damien le hubiera escrito una preciosa carta de amor, que más bien parecía un poema o una canción.

Miró nerviosamente de nuevo su reloj. Las clases habían empezado hacía ya diez minutos.

Damien llegaba tarde casi todo el tiempo, y por eso Julien había decidido esperarlo en el pasillo. Julien estaba seguro de que, si entraba a su clase, se acobardaría y no tendría el valor de darle una respuesta a Damien. Y lo que menos quería en su vida era romperle el corazón a un chico tan lindo.

Damien, por lo general, llegaba un poco desarreglado. La mayoría del tiempo vestía de negro, su cabello era demasiado largo, tenía muchos piercings y algunos tatuajes en los brazos; el aspecto de un chico malo al que todos le temen. Sus amigos incluso decían que Damien parecía un adicto o un delincuente.

Julien no estaba de acuerdo con ello.

Aunque no lo conocía del todo, y apenas habían cruzado palabras en todos estos años, Julien había dedicado tiempo a observarlo desde lejos, con la esperanza de que tal vez algún día se fijara en él. Damien era tranquilo, un poco solitario, misterioso, agradable y también amable.

Y se lo demostró con las dulces palabras que le escribió, que aunque tuviera un aspecto de chico rudo, en el interior era alguien tierno. Saber eso hacía que Julien se sintiera más atraído hacia Damien.

Pasaron cinco minutos más y entonces empezó a escuchar risas desde el final del pasillo. Pudo ver de inmediato quiénes eran. El corazón de Julien se aceleró más, si eso era posible, y sus piernas temblaron con la expectativa del momento.

Tranquilo, respira —se dijo Julien a sí mismo mientras se limpiaba las manos con su pantalón.

Damien venía caminando justo hacia él, aunque tenía la mirada en el suelo. Traía un gorro negro en su cabeza y unos audífonos puestos. Detrás de él, sus tres amigos reían a carcajadas mientras se codeaban entre ellos.

Julien tomó una larga respiración, llenando sus pulmones de aire, y luego lo soltó lentamente. Empuñó sus manos a cada lado para darse ánimos. Podría hacerlo. Había soñado con esto muchas veces. Era el momento justo, su oportunidad de seguir a su corazón y estar con la persona que le gustaba. No la iba a dejar escapar.

Caminó unos pasos, parándose delante de Damien, obstruyéndole el paso. Los chicos dejaron de reír y lo miraban curiosos. Los ojos oscuros de Damien se posaron sobre su rostro, haciéndolo sonrojar de inmediato.

Damien se quitó un audífono e intentó pasar por un lado, pero Julien volvió a ponerse en su camino.

—¿Y a ti qué diabl…?

—¡Sí! —casi gritó Julien por los nervios, antes de que Damien continuara.

—¿Eh?

Julien movió sus pies de forma nerviosa.

—Mi respuesta es “sí” —repitió.

—¿Sí? ¿Sí qué? —interrogó Damien con voz un tanto impaciente.

Julien se llenó de valor y levantó su rostro para mirar directamente a los ojos de Damien antes de decir:

—Sí quiero estar contigo —soltó, sintiendo sus mejillas arder—. Podemos empezar por este día.

Julien se puso de puntitas por la diferencia de estatura y le dejó un beso en la mejilla a Damien. Justo en ese momento su valentía se esfumó, y salió corriendo. ¡Lo había hecho! Había aceptado la propuesta de Damien. ¡Ellos estarían juntos a partir de ahora! Solo pensar en ello lo hacía querer saltar de felicidad.

—¿Qué diablos acaba de pasar, Damien? —preguntó Hunter, aún sin poder creer lo que había visto.

Chase y Nolan parecían estar en una especie de shock, con los ojos muy abiertos y el ceño fruncido, como si estuvieran procesando la escena que acababan de presenciar.

—Nosotros creyendo que el enamorado era Hunter y resultas ser tú, DK. Pero qué bien guardado te lo tenías —Chase fue el primero en hablar, con su tono burlesco de siempre.

—Dejen de decir idioteces. Yo no sé qué diablos le pasa a Grayson —aclaró Damien, un tanto desconcertado, limpiándose con la mano la mejilla que Julien le había besado.

—¡No nos quieras ver la cara! —exclamó Nolan—. Debiste pedirle el cuaderno tú mismo si lo invitaste a salir.

—“Si quiero estar contigo, podemos empezar este día” —repitió Chase, tratando de imitar la voz de Julien, y le dejó un beso en la mejilla a Nolan. Ambos se miraron y estallaron en carcajadas.

Damien apretó los dientes y les lanzó una mirada mortal. En serio quería golpearlos para que dejaran de ser tan idiotas. Entonces empezó a atar cabos: el cuaderno, las palabras de Julien, “podemos empezar este día”.

—¡Mierda! —murmuró, tirando su bolso al piso y buscando desesperadamente entre sus cuadernos el papel con la estúpida canción de Hunter. ¡No podía ser cierto! ¡Esto debía ser una jodida broma!—. Maldición… —murmuró entre dientes mientras sacaba todos sus útiles y los dejaba regados, buscando cuaderno por cuaderno y revisando cada bolsillo de su mochila.

No había nada. No pudo encontrar la estúpida canción…

—¿Qué te pasa, Damien? ¿No nos vas a contar cómo hiciste para conquistar precisamente a Julien Grayson? —preguntó Hunter, arqueando una ceja.

—Seguro fue por su elegante presencia y atractivo físico —añadió Nolan, aguantando la risa.

—Por supuesto, fue su atractivo de conejo adicto a los esteroides. Damien parece el conejo de Pascua de El origen de los guardianes —bromeó Chase, haciendo reír a todos, menos a Damien.

—Cierren la maldita boca de una vez. Todo esto es por su culpa. Ayer estaban jodiendo con esa estúpida canción, cuando se las quité, la metí en un cuaderno sin darme cuenta de que era el de Julien. Y como yo se lo entregué, ahora piensa que yo le escribí la canción —explicó exasperado, pasándose las manos por la cara. Esto parecía una broma de mal gusto, y sus amigos no ayudaban en nada.

—Espera, eso quiere decir que Grayson aceptó salir contigo… ¿Por qué leyó mi canción? —preguntó Hunter, con los ojos llenos de asombro.

—¡Es increíble! —gritó Nolan.

—¡¿Quiénes son los del escándalo en el pasillo?! —se escuchó el grito de la directora.

—¡Corran! —ordenó Damien. Los chicos salieron despavoridos, como si no hubiera un mañana.

Damien maldijo entre dientes mientras recogía sus cosas, pero al levantar la vista, se encontró con el rostro de la directora Bennett.

—No corra, Sr. Keller. Ya lo vi —dijo la directora, con los brazos en jarras—. Tarde otra vez y llega haciendo escándalo. ¿No le da vergüenza? —Lo tomó de la oreja y luego lo soltó con un suspiro cansado—. Le haré un nuevo reporte. Tengo los ojos sobre usted y sus tres amigos.

Damien caminó junto a ella con una mueca. La mujer cincuentona, de lentes horribles, refunfuñó y, después de un largo sermón, le dijo que si reprobaba una materia más tendría que repetir el año. Como castigo, debía abonar y sembrar plantas nuevas en el jardín del instituto. Finalmente, lo dejó ir.

Damien maldijo entre dientes. Eso le pasaba por ser amigo de esos tres ruidosos y locos chicos. Aunque, en realidad, no los cambiaría por nadie. Eran las únicas personas en las que confiaba, y los quería mucho, aunque jamás se los diría.

Siguió caminando por el pasillo con la mochila al hombro. Ya estaba por comenzar el descanso, así que, ¿para qué entrar a clase? Se dirigió detrás de la biblioteca, donde estaba seguro de que los encontraría.

—Son unos malditos —les dijo, tirando su mochila al suelo.

—¿Nosotros? Oye, DK, dijiste que corriéramos. Pensé que venías detrás. No es nuestra culpa que te hayas quedado hechizado con el beso de Grayson y no corrieras a tiempo —murmuró Chase.

—No cruces la línea, Chase —le advirtió Damien con una mirada.

—Ya, está bien. ¡Te queríamos contar que, mientras tú estabas en la dirección, estuvimos pensando! —exclamó Chase, como si estuviera a punto de revelar la idea más increíble del mundo.

—¿Ah, sí? Al fin estrenaron sus cerebros. Los felicito —bufó Damien, sarcástico.

—Ja, ja, ja, muy gracioso, Damien. Pues sí, estuvimos pensando en que deberías aprovechar la confusión y hacerle una buena broma a Grayson —sugirió Chase, moviendo las cejas con diversión.

Damien frunció el ceño. —¿Qué? Yo no haré eso.

—Vamos, Damien. Esta oportunidad no se te va a volver a presentar. Podemos tomarla como una venganza. Ellos se creen los reyes del instituto y siempre nos están jodiendo —insistió Chase.

—Una cosa no tiene que ver con la otra, Chase. Yo no voy a salir con Grayson para vengarme de nadie. No los soporto, y mucho menos saldré con uno de ellos —contestó Damien, molesto.

—Sí tiene que ver. ¿Ya se te olvidó que Rowan Lane escondió mi ropa y la de Nolan después de la clase de natación? O cuando Simon Hughes llenó de pintura rosa el casillero de Hunter, solo porque sacó una nota más alta que la suya en inglés. Grayson es el rey de los populares. ¿Sabes cómo se mata a una serpiente? —preguntó arqueando una ceja.

—Golpeando su cabeza —respondió Nolan.

—Exacto. Ellos siempre se meten con nosotros. Es hora de darles donde más les duele —insistió Chase.

Damien negó con la cabeza. —Seguramente eso de salir conmigo no es más que una broma. Yo voy a salir jodido. Además, a mí no me gustan los hombres.

Chase rodó los ojos. —Qué importa que no te gusten los hombres. No te vas a acostar con él. Lo único que harás es jugar un poco. Grayson es bonito. Imagínalo con el pelo largo y podría pasar por niña —se encogió de hombros.

—Hablas como un imbécil en este momento —bufó Damien, totalmente en contra de esa estupidez.

—Los que voten para que Damien salga con Grayson, levanten la mano —dijo Nolan, burlón.

Chase levantó la mano y le dio una patada a Hunter para que lo hiciera también. —Tres contra uno.

—Esto no es una maldita democracia —refutó Damien.

—Ya votamos, DK —Chase le guiñó un ojo.

Hola mis amores besitos para ustedes, amo con todo mi corazón.


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