Capítulo 1
—Hasta que te dignas a aparecer —murmuró Hunter, mirando a Damien con una ceja levantada y una sonrisa divertida adornando su rostro.
Damien le dio una mirada despreocupada —Mi alarma no sonó —contestó simplemente, encogiéndose de hombros.
—Como si tuvieras una alarma. A ti no te importa si llegas o no al instituto —se burló Chase, haciendo reír a Nolan.
—Es que venir aquí solo es una pérdida de tiempo —contestó Damien sin mostrar interés. Sacó sus audífonos y se los colocó.
Damien nunca había destacado por ser el estudiante más aplicado, y eso no le preocupaba en lo más mínimo. Las calificaciones apenas suficientes eran su única constante, un balance frágil que mantenía para no tener problemas mayores en casa.
No le interesaba esforzarse más de lo necesario, porque para él la escuela no era más que una obligación impuesta. Cada año era lo mismo: sus padres llenaban los formularios, lo inscribían, y él simplemente cumplía con la rutina de asistir, más por inercia que por verdadera intención.
No había pasión ni curiosidad en su mirada cuando cruzaba las puertas de la escuela, solo una resignación silenciosa que lo hacía invisible entre los demás.
—Y lo bueno es que te va a tocar estar aquí un año más si repruebas ciencias —dijo Nolan, quitándole un audífono—. Recuerdo que el viejo Kramer dijo que si seguías faltando te reprobaría, y hoy te tocaba a primera hora.
—¡Maldición! —Damien hizo una mueca y apartó las manos de su amigo.
Eso era cierto. Su maestro de ciencias ya lo había sentenciado. El viejo Kramer, con su mirada de superioridad y sus comentarios sarcásticos, parecía disfrutar viendo a los estudiantes como Damien tropezar una y otra vez. Reprobaría, no cabía duda. Este era su último año en el instituto, y sabía que no podía seguir faltando, aunque detestara cada minuto en esas paredes grises.
No tenía ni la más mínima idea de lo que haría después de graduarse. Su futuro era una hoja en blanco que no tenía interés en rellenar. Pero definitivamente quería salir de ese infierno. Eso era lo único que lo mantenía caminando cada mañana hacia esa jaula de rutina y mediocridad, aunque cada paso se sintiera como una tortura.
—No te compliques, pídele los apuntes prestados a uno de tus compañeros —le aconsejó Hunter, dándole el camino más obvio.
Damien puso los ojos en blanco y dejó salir un bufido.
—¿Qué? Es la única solución que veo. Y si dejó un trabajo importante, tienes que hacerlo —se explicó Hunter.
Damien frunció el ceño. Hunter tenía razón, ya que, para su mala suerte, no compartía esa clase con ninguno de sus amigos, y el profesor Kramer había puesto alguna tarea que salvaría sus notas. No podía dejar pasar esa oportunidad.
Pero allí yacía el problema.
Damien no se llevaba bien con ninguno de sus compañeros de la clase de ciencias; ni siquiera sabía sus nombres.
En realidad, no conocía a nadie en el instituto en general. Solo soportaba a Hunter, Chase y Nolan porque eran amigos desde el jardín infantil.
Su escuela, de clase media-alta, era un revoltijo de personas de todo tipo que, por alguna razón, parecían más interesadas en los dramas cotidianos que en sus propias vidas.
Damien los observaba desde lejos, sin molestarse en acercarse o tratar de entenderlos. ¿Para qué? Una vez que se graduara, jamás volvería a cruzarse con ellos. No había motivo alguno para involucrarse, ni siquiera por cortesía.
No se veía a sí mismo como un rebelde. Ser rebelde implicaba algún tipo de esfuerzo, y él simplemente prefería evitar el contacto. Quizá era un poco asocial, sí, pero eso no era un defecto, sino su elección. Disfrutaba de su espacio, de su tranquilidad, y no había nada peor que el ruido constante de la gente alrededor. Si lo llamaban amargado, no le importaba. Mientras nadie se interpusiera en su camino, podían pensar lo que quisieran.
Pero esta vez no tenía opción. Necesitaba saber qué había hecho el profesor en la clase. Era absurdo, pero no tenía alternativa, lo que le resultaba tan irritante como irónico. Tendría que hablar con alguno de sus compañeros, aunque el solo pensarlo le provocara una risa amarga y llena de sarcasmo.
—Ya deja de pensarlo, DK. Sabes que no tienes otra opción. Vamos a la cafetería; allí se reúnen tus compañeros de clase —Chase lo empujó.
Damien dejó caer los hombros y caminó junto a sus amigos. La cafetería era un lugar que no acostumbraban visitar. Uno, porque era muy ruidosa, y dos, porque allí se reunían los considerados “populares”, los de clase más alta.
Damien se rascó la cabeza, despeinando aún más su desaliñado cabello, y miró una de las mesas.
—Mueve el culo, DK. Pide un cuaderno prestado. Huele a niños ricos engreídos por aquí, y me quiero ir —se quejó Hunter con desagrado. Era molesto estar rodeado de tanta hipocresía y lamebotas.
—Ahí está Lara. Ella y tú van en la misma clase, ¿no? —señaló Chase a una chica rubia del otro lado de la cafetería. Era del equipo de porristas.
—A esa no le pediría ni agua aunque me estuviera muriendo de sed —dijo Damien de brazos cruzados.
Una vez le había tocado sentarse al lado de esa chica. Ella lo miraba con asco, como si Damien tuviera peste contagiosa. Por eso su precioso uniforme de porrista terminó reemplazando a la bandera del instituto. Nadie supo cómo llegó allí jamás.
Que no le gustara relacionarse con sus compañeros no significaba que se dejaría humillar por ellos.
—Vamos, Damien. Puedes doblegar tu orgullo. No es como si fuéramos a ir a la universidad, pero quiero que nos graduemos juntos —le dijo Nolan.
Damien rodó los ojos.
—Vámonos. No necesito nada de estos idiotas. Ya veré qué hacer —espetó, saliendo.
Nolan frunció el ceño e iba a salir, pero chocó sin querer con un estudiante. Era uno de los compañeros de Damien, y como él era un poquito más amigable y extrovertido, le pidió la libreta en nombre de su amigo.
Damien se dejó caer bajo un árbol, detrás de la biblioteca del instituto. Se colocó sus audífonos nuevamente y sacó una de sus libretas, trazando líneas para empezar a dibujar.
Nolan se acercó a él y le tiró el cuaderno en las piernas.
—¿A quién se lo robaste? —lo codeó Chase, dejando salir una risita pícara.
—Se lo pedí a Julien Grayson —contestó Nolan simplemente.
—¿A Grayson? —preguntaron Hunter y Chase al unísono, con los ojos muy abiertos, sin poder creerlo.
—Pues sí, él es menos desagradable que todos ellos, supongo —Nolan se encogió de hombros.
—¿Menos desagradable? ¡Ja! Todo el mundo sabe que Julien Perfecto Grayson es el rey de ese séquito de mierdas engreídas. ¿Acaso tienes anorexia, Nolan? —expresó Chase.
—¡Amnesia, estúpido! —Hunter le dio un manotazo en la nuca.
—Pues eso, lo que sea. Suena casi igual—
—No lo hacen. Tú eres un tonto —Hunter negó con la cabeza.
—Está bien, sabelotodo —Chase rodó los ojos y le sacó la lengua.
—Ya, bueno, no importa de quién es el cuaderno. Lo bueno es que el idiota de Damien tiene los apuntes —soltó Nolan.
—Me vuelves a llamar idiota y te rompo la cara, Nolan —lo amenazó Damien.
—Así le paga el diablo a quien bien le sirve —se quejó Nolan.
—Ya no discutan. DK, déjame ver. Hasta una bonita letra tiene. No se parece en nada a los jeroglíficos tuyos —se burló Hunter.
—Ya dejen de joder y cállense —ordenó Damien, empezando a pasar los apuntes a su cuaderno.
Hunter tenía razón: Grayson tenía una letra muy bonita y sus notas estaban bien organizadas, con colores y dibujos. Damien dejó de prestarle atención a su trío de amigos y se concentró en escribir. Tendrían que hacer un proyecto de investigación para entregarlo dentro de dos semanas.
—¡Damien! Hunter está enamorado —gritó Chase, correteando alrededor del árbol con el moreno persiguiéndolo.
—¿Ahora qué les pasa? —gruñó Damien, quitándose un audífono.
—¡Yo no estoy enamorado de nadie! Solo es una canción que escribí —se defendió Hunter.
—Uno solamente escribe ese tipo de cosas si está enamorado. Vamos, Hunter, dinos quién es —Chase movió las cejas.
—¡Que no estoy enamorado! ¡Entrégame eso, Chase! —Hunter se quitó un zapato para lanzárselo, pero Chase lo esquivo con agilidad mientras reía.
—Si no estás enamorado, ¿por qué no dejas que Chase la lea? —se burló Nolan.
—Haz lo que te dé la gana, pero no me dañes eso —exclamó frustrado por no haberlo golpeado con el zapato.
Chase carraspeó la garganta como si fuera a leer un gran discurso. Y si no fuera por el tono exagerado, dramático y burlón de su voz, se podría apreciar la intención y la hermosa letra de la canción.
Hablaba de un amor inocente, pero con un toque de intensidad. Era una súplica tierna y honesta, donde alguien le pedía a otra persona que dejara los prejuicios a un lado y se atreviera a darle una oportunidad.
Era un bonito mensaje. Todo podía comenzar con un solo día: un día para conocerse, para romper las barreras y entender que quizá ese pequeño instante podría convertirse en algo más grande. No prometía un futuro perfecto ni idealizaba el amor, pero ofrecía la posibilidad de construirlo poco a poco, paso a paso.
—¡Oh, me muero de diabetes! —gritó Nolan, fingiendo convulsiones en el suelo, para después estallar en carcajadas.
—Tienes que estar enamorado para escribir una mierda tan cursi, Hunter —dijo Chase riendo.
A Damien ya lo tenían harto con tanto ruido. Nolan y Chase juntos eran peor que un terremoto, así que, para callarlos, les arrebató el papel a Chase, lo dobló y lo metió en un cuaderno.
—Dejen de joder de una maldita vez, o ya verán los tres —amenazó, para terminar de escribir la última nota.
—Toma, llévale eso a Grayson —le ordenó a Nolan.
Nolan se rió —Por amenazarme con golpearme, llévalo tú —respondió, y se echó a correr con Chase detrás de él.
—Yo lo siento, pero no lo llevaré, DK —Hunter salió corriendo detrás de sus amigos.
Damien frunció el ceño con el cuaderno en las manos y dejó salir un suspiro de resignación.
Caminó a la cafetería y vio la mesa donde estaba sentado Julien Grayson, con su impecable sonrisa. Su forma de hablar hacía que todos estuvieran atentos a lo que fuera que estuviera diciendo.
Damien se aclaró la garganta. Los que estaban en la mesa de inmediato lo miraron con desagrado. Este bruscamente dejó caer el cuaderno sobre la mesa.
—Gracias —dijo, y se dio la vuelta sin siquiera mirar el rostro de Julien.
Hola, espero les guste el inicio de esta historia ❤️
Gracias por leer
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