71
Alguna vez leí por ahí que, si siempre dices la verdad, no tendrás que recordar nada. Y eso hice. Tres semanas después, fui con Taehyung y me desbordé como un niño que se queja porque le han robado un juguete. Con voz quejumbrosa, le conté todo lo que pasó con Yoongi, desde el principio, sin emitir nada. Ante su silencio llegué a pensar que me odiaba y, en cambio, me abrazó. Me abrazó tan fuerte y desesperado que aún siento su cuerpo comprimiendo el mío. Después me advirtió que debía de llamar a la señora Eunjin —la madre de Yoongi— para asegurar que no hubiera dicho nada de mí. Específicamente que nadie se diera cuenta de que yo sabía sobre ese experimento, pues era confidencial y a Yoongi se le dio la gana de contármelo, cuando solamente debía de saber su madre. Y para mi suerte, la señora Eunjin nunca dijo nada de mí. Nunca me mencionó siquiera.
Taehyung dijo que sería bueno que fuera con alguien que pudiera escucharme y apoyarme apropiadamente, pero no lo creí necesario. Hace días que no pienso en eso. A veces me paso los dedos por la herida que me hizo y me estremezco, nada más. Sin embargo, cuando Taehyung lo vio, me besó la piel y sentí cosquillas, como si fuera una zona erógena. En lugar de tener miedo, sentí excitación y deseo porque Taehyung me lamiera y me mordiera allí mismo... Cosa que no pasó.
Ayer le pedí a mi madre que me adelantara mi regalo de cumpleaños porque necesitaba algo. Fui y compré dos anillos color plata porque me parece menos llamativo y más significativo. Eso no quiere decir que Taehyung y yo seamos algo, pero incluso los amigos tenemos derecho a dar recuerdos.
—¿Quieres que me vaya para que estén solos? —me pregunta mamá después de ayudarme a acomodar la mesa.
Mi madre tiene la frente perlada de sudor y las manos un poco tiesas después de ayudarme con la cena. Soy un desastre cocinando, pero en algo ayudé.
—¿A dónde irás?
—No lo sé —suspira, con los brazos en jarra—. Iba a ir a visitar a Eunjin, pero se mudó a Jeju. ¿Lo sabías? Me comentó que quería estar más cerca de su hermana y sus sobrinos mientras Yoongi se organizaba aquí por su cuenta. Siempre creí que iba a independizarse muy rápido y mira, pasó.
No sé independizo, quizás está muriendo. O intentan salvarlo ahora que lo jodieron. Eunjin me comentó que días después de que fui a visitarlo, Yoongi se molestó por un pequeñes con ella e hizo un gran escándalo, incluso estuvo a punto de golpearla. Ella estaba tan asustada que, cuando salió de allí, llamó al encargado. Este dispuso que Yoongi fuera internado en la central de investigaciones y que, por su salud —para Eunjin—, sería mejor que buscara otro lugar, por si en algún momento recibía una mala noticia. Y es que ahora que está sola, poco le costó tomar esa decisión.
—Puedes quedarte en tu habitación, mamá —le respondo, en cambio.
—¿Seguro? ¿No quieren algo de privacidad?
—No haremos nada más que charlar. —Ella enarca una ceja, sugestiva—. Te dije que por ahora ya no hay un "nosotros".
—Pero esto es demasiado romántico —opina, mirando a su alrededor.
Sí, creo que he exagerado. La mesa tiene un mantel encima y una vela en la mitad que encenderé cuando llegue. Puse unos pétalos de rosas también y en la nevera nos espera una champaña. Lo admito, perdí la cabeza. Quizás en el fondo si quería hablar de un nosotros, o sencillamente quería darle algo especial después de casi perdido todo.
—¿Crees que debería de quitar esos pétalos?
Mi madre reprime una sonrisa y echa las manos al aire.
—Como tú quieras. Es tu velada, no la mía. —Se acerca y me toma entre sus brazos, apretándome como un bebé—. No pensé que fueras tan romántico.
—No lo soy.
—¿Entonces?
—Él es así de romántico y... Bueno, sí, tal vez me contagió un poquito.
Me besa en la mejilla y se aleja, dejándome respirar.
—Me gusta verte así, todo enamorado. Solamente sé paciente.
Asiento y mamá me sonríe antes de irse a su habitación. El corazón se me acelera y decido guardar los pétalos. Se supone que debo darle un ambiente pacífico, que no trasmita ninguna otra intensión más que de agradecimiento y cariño.
Me dejo caer en el sofá —los cuales he tenido que pegar más a la pared para abrir un espacio en el suelo, junto a la mesa—, y miro la hora en mi celular. Acordamos a las ocho y ya pasaron varios minutos desde la hora acordada. Me siento tan nervioso que se me ha formado un nudo en la garganta.
Un auto se estaciona al otro lado de la calle y observo por la ventana como Taehyung desciende de él. Desde hace días que se ve mejor, con más color en sus mejillas y más fuerza en sus piernas. También se ve menos triste y más enérgico, casi como antes.
Me llevo la mano al corazón cuando tocan el timbre. Inhalo, exhalo. Inhalo, exhalo. Abro la puerta y me quedo tan tieso que Taehyung se anima alzar las cejas, como preguntándome ¿Qué pasa? Y si fuera yo muy sincero, respondería: pues nada, que te amo demasiado y te he preparado una cena, te he comprado un anillo y espero que no salgas corriendo despavorido ya que quedamos en ser amigos y no amantes.
—Nada... Yo... Pasa —Me hago a un lado y camino a zancadas para quitar la vela de la mesa. Taehyung cierra la puerta mientras yo corro a la cocina para dejar la bujía allí—. Pensé que no vendrías.
—Había mucho tráfico. Sabes que siempre soy puntual, pero bueno. ¿Estás bien? Parece que viste un fantasma.
—Estoy bien.
—Traje esto —dice, entregándome un postre que se encuentra dentro de una hermosa y pequeña caja—. El postre es importante.
Muevo la cabeza afirmativamente y guardo el postre en la nevera. Sudo como un cerdo y comienzo a abrirme un poco la camisa, por el cuello y por detrás de la espalda, como una especia de abanico.
—¿Empezamos por la champaña?
—Yo la abro.
Taehyung se ocupa de abrir la botella y sirve en dos copas que he comprado esta mañana. Ha sido un día bastante ajetreado.
—¿Preparaste todo eso? —pregunta mientras echa un vistazo a los sartenes y ollas. Se inclina sobre el galbitang, una sencilla y exquisita sopa de costillas para absorber su olor—. Esto no lo hiciste tú.
—¿De verdad?
—La última vez me ayudaste a hacer el arroz y te quedó tan simple como el agua. Aun así, valoro tus esfuerzos. Créeme.
—Mamá me ayudó —confieso y, como arquea una ceja mientras sonríe, cambio la respuesta—. Bueno, yo ayudé a mamá.
—De nuevo, valoro tus esfuerzos.
Más tarde, después de terminarnos la segunda copa, me ocupo de llenar la mesa con la comida. Taehyung aprieta los ojos cuando va por el primer bocado, argumentando que es delicioso. Y no es para menos, mamá no es solo buena enfermera, sino cocinera, madre y... Es muy buena en todo. Tanto que nos devoramos la comía en menos de diez minutos. El postre lo divino en tres y me encargo de llevarle un buen pedazo a mi madre.
Al volver, me recuerdo entregarle el anillo.
—Te compré algo —le aviso. Taehyung termina de meterse un bocado de postre a la boca y sonrío al notar sus ojos saltones mientras mastica—. No quiero que parezca que te presiono o algo... Yo solamente quise comprarlo. Tener algo lindo entre los dos.
Frunce el ceño y bebe un sorbo de su copa. Yo también debería de hacer lo mismo, pero no lo hago, porque ya no puedo. Estoy concentrado en esto. Saco la pequeña cajita de color índigo, la abro y la dejo en la mitad de la mesa. Que sea su decisión.
Exhalo y atisbo con la mirada algún detalle de confusión, encontrándolo en su ceño fruncido y los labios apretujados. Pasa el dedo índice por el exterior de los anillos, tan cuidadosamente que me desespera. Quiero que me diga algo, pero se mantiene en silencio, muy sorprendido.
—Entiendo que puede ser demasiado, así que podemos guardarlo y...
—¿Cuál es el mío?
—Cualquiera, el que tú elijas —le respondo con ilusión.
Taehyung vuelve a quedarse callado y toma la caja entre sus manos. Lo observa. Y lo observa. La excitación se me va del cuerpo como si me hubiera caído un balde de agua fría encima y me bebo el resto de la champaña de un solo golpe. Vuelvo a servirme más y termino de llenarle la copa a él, terminando con eso la botella.
—¿Crees que aún sigo molesto porque compartieras un brazalete con Yoongi? —pregunta en voz baja.
—No. Tal vez sí, un poco, pero no lo compré exactamente por eso. O si, me dio la idea. —Muevo la cabeza, sintiendo que me estoy estrellando con mis propias palabras—. Me gusta pensar en esto como una promesa. Quiero que recuerdes que estaré siempre para ti. Quiero que cuando veas el anillo me veas a mí y recuerdes esto. Supongo que antes no lo consideré porque estaba en un ensueño y luego pasó todo esto, tú...
Los ojos se me anegan en lágrimas, sin embargo no suelto ni una. Escucho a Taehyung moverse y sentarse a mi lado. Sorprendentemente, toma mi mano y desliza un anillo por mi dedo anular. Lo observo, encajando perfectamente. Alzo la mirada y atisbo una tímida sonrisa en su rostro que me llena el pecho de emoción, así que, con el mismo ánimo, le pongo el otro anillo en su dedo anular.
Nos quedamos en silencio, mirándonos las manos contrarias, hasta que tomo la suya y vemos las nuestras, juntas al fin. El calor que se siente entre nuestros cuerpos es similar al que se tiene cuando hace mucho frío y estás frente a una fuente de calor. Se siente bien. Y es un calor abrasivo, más no asfixiante.
Podría quedarme así por toda la vida, especialmente en invierno, cuando necesite un cuerpo y un sentimiento que me haga sentir así de cálido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro