67
El café está demasiado amargo y tuerzo el gesto. Olvidé ponerle azúcar. Abro tres sobres que me dejaron sobre la charola y endulzo la bebida. Humea tanto que cubre mi vista y lo espanto un poco con la mano. Taehwan regresa con dos sándwiches. Tengo hambre y, sin embargo, no me provoca tomar el emparedado y meterlo a mi boca. Vaya contradicción.
He dejado de temblar y sollozar desde hace media hora, aunque me parece que ha sido hace un minuto.
—Estás tan pálido como el papel. Seguro botaste todo y tienes el estómago vacío. Come —me anima, arrimándome el sándwich.
—No me entra.
—De acuerdo. Debes guardarlo para más tarde. No puedes quedarte sin comer nada. ¿O comiste antes de venir? —Meneo la cabeza y extiende sus brazos como cuando mamá quiere recriminarme algo—. Lo ves. Hasta por eso debiste de ponerte tan mal.
Lo observo beberse un jugo de naranja con más entusiasmo que antes. Parece que tiene un subidón de energía particularmente extraño. Me encuentra mirándolo y me sonríe con picardía.
—No me digas que estás comparándome con Taehyung.
Lo pateo bajo la mesa y sisea mientras se acaricia la espinilla. Siento el cuerpo pesado y mi mente todavía trastornada, intentando procesar todo lo que vi y escuché. No puedo quitarme la imagen de Taehyung de la mente. Su rostro fatigado y adolorido, su cuerpo sacudiéndose con fuerza... Exhalo y me retrepo en la silla. Si sigo profundizándolo, resultaré llorando otra vez.
—¿Vas a contármelo ahora sí? —le pregunto.
Hace rato que dejó de sonreír y volvió a hacer él. No sabe cómo lidiar con las emociones de los demás y yo tampoco, por eso no juzgo su mal genio o, incluso, su repentina amabilidad.
—Podemos ir a otra parte —le digo, dándome cuenta de que no es el mejor lugar, pues muchas personas están a nuestro alrededor. Taehwan asiente y más tarde lo sigo afuera del centro.
Salimos a la parte de atrás, un parqueadero con un extenso follaje a su alrededor. Taehwan retuerce un pedazo de la cerca metálica y pasamos por allí.
Qué gran seguridad.
La mochila se me queda enredada en una punta suelta y la desengancho rápidamente para no perderlo de vista. Él se sienta en una banca, algunos árboles más atrás de donde hemos salido.
—Hace mucho tiempo esto solía ser más solitario —me cuenta mientras me siento a su lado, escuchándolo atentamente—. Venía con Taehyung todo el tiempo y nos escondíamos. Papá quiso talar algunos árboles para evitar que nos perdiéramos, pero mamá no lo dejó.
—¿Ella también es científica? —curioseo. Taehyung dijo que ella seguía viva, pero no la veía mucho. Casi nada.
—Lo era. Ya no le interesa tanto como antes. Comenzó a verlo de un modo diferente cuando... —Se queda en silencio, pensativo—. Te lo explicaré todo desde el comienzo.
—Está bien si quieres saltarte esa parte, Taehwan. Simplemente me gustaría entender lo que pasa allá dentro.
Él asiente moviendo la cabeza. Siempre viste elegantemente, aunque en esta ocasión parece un chico rico que lo ha perdido todo. Lleva los primeros botones de su camisa abiertos y la corbata con el nudo flojo. Las mangas de su blazer están remangadas, y podría decir que le falta llevar el cabello despeinado para darle un toque tristón si no fuera porque lo lleva corto.
—Aun así, quiero contártelo desde el comienzo. Quieres entenderlo todo y esta es la forma.
Dejé el café adentro y me tomé unos cuantos sorbos antes de venir. Ahora desearía no haberlo hecho, pues siento que me hace falta para despejar la enmarañada nube de pensamientos que tengo en mi cabeza.
—Cuando éramos pequeños, nuestra familia era algo convencional: padre, madre y dos hijos. Papá estaba muy interesado en las ciencias tecnológicas. No obstante, nunca nos descuidaba. Tanto él como mamá tenían un horario fijo y procuraban sacar suficiente tiempo para estar con nosotros. Era muy agradable. —Sonríe, empujado por los recuerdos—. Poco después de nuestro cumpleaños número ocho, papá fue elegido para dar una conferencia sobre su nuevo proyecto, en el que participarían accionistas y otros científicos reconocidos. Sí, necesitaba eso si quería comenzar a crecer. Nadie lo juzga.
Baja la cabeza y lo veo jugar con sus dedos, entrelazados sobre su regazo.
—Enfermé un día antes, a pocas horas de tomar el vuelo. La conferencia seria en Estados Unidos y sería un largo trayecto, así que mi madre decidió que lo mejor sería quedarnos, pero papá quería que fuéramos todos. Los recuerdo discutiendo afuera de mi habitación, como si yo ni Taehyung estuviéramos allí. —Vuelve a sonreír, aunque esta vez debe tomar una bocana de aire porque se le humedecen los ojos—. Sabes que Taehyung es menor que yo por casi nueve minutos. Lo que no sabes es que siempre era él quien cuidaba de mí. Esa mañana me besó en la frente y me dijo que se quedaría conmigo, que no se iría a ninguna parte. Que pasara lo que pasara iba a quedarse hasta que estuviera mejor... Pero papá entró, se despidió de mí y se llevó a Taehyung.
»Mamá estaba furiosa. Mientras estaba a mi lado no dejó de refunfuñar. Después de un tiempo llamaron a casa, diciendo que habían tenido un accidente. Mamá enloqueció. Nunca la había visto tan alterada. Me sentía fatal, pero salí de la cama porque estaba asustado. El coche quedó pequeño al lado de un camión. Papá estuvo tres días internado, mientras que Taehyung la pasó muy mal. Tenía varias fracturas y un golpe en la cabeza que casi lo deja en coma. Debido a la fuerte impresión, su corazón ya no bombeaba como antes. Estaba muy débil y hablaban de pocas posibilidades. El menor disgusto podría matarlo.
»Allí comenzó todo. Necesitaban encontrar un donante, pero encontrar un corazón resultaba mucho más difícil. Papá lo mantuvo dormido por meses. Si despertaba era probable que su corazón se detuviera. ¿Por qué cómo explicarle a un niño lo que había pasado sin que sintiera pánico? Mamá culpó a papá, y aunque le doliera, le pidió que lo dejara ir. No obstante, papá no cedió, se sentía muy culpable para hacer eso. Días después le dieron una segunda oportunidad de presentar su proyecto y con eso pudo financiar su tecnología. Taehyung fue, en realidad, la primera persona en probar el experimento de papá. No, él se convirtió en su experimento. La razón por la que mamá no quería que eso pasara es porque debía de pasar por todo tipo de pruebas. Además de ver sufrir a su hijo, se le adicionaba la angustia de no poder saber si funcionaria o no. Muchos siguen creyendo que lo que le pasó a Taehyung fue un milagro, pero no fue así. Fue ciencia.
Se queda en silencio como si todo hubiera terminado. Un remolino de emociones se concentra en la boca de mi estómago y paso una mano por mi vientre, como si eso pudiera calmarme. La boca la tengo seca y me entran unas ganas terribles de llorar.
—Creo que entiendes que su corazón no es humano.
—¿Y? —susurro.
—Él no te lo dijo no porque no confiara en ti, sino porque cada vez que le ha dicho esto a alguien, o lo han usado en su contra para hacerlo menos, o les ha entrado tanto miedo que terminan alejándose. —Me mira y yo a él—. No te lo dije para que sintieras lástima de él, te conté todo esto para que tomes una decisión. Y también porque lo cierto es que los sentimientos no tienen nada que ver con el corazón, sino con la mente, y él te quiere de verdad. Con la cabeza, que es más importante.
—¿Qué van a hacerle?
—Necesitan cambiar su corazón. Mi padre cree que no funcionará ponerle un corazón natural, por así decirlo. Necesita llevar la misma tecnología para que viva más tiempo y mejor. Su recuperación será más rápida de esa forma.
—Entiendo que él no me haya dicho nada de esto, pero sigo sin comprender por qué intentaba ocultarte de mí. ¿Dices la verdad?
—¿Por qué te mentiría?
Se lame los labios, estira las piernas y cruza las manos tras su nuca. Yo lo empujo a decir algo más con mi mirada fija en él.
—Hubo un malentendido con su último novio. ¿En serio quieres escuchar esto? —Me encojo de hombros y él me mira extrañado—. Minjae era una escoria. Creo que sigue siéndolo. —Vuelve la vista al frente y resopla—. La cuestión es que enfurecí y fui a su casa. Le dije hasta de lo que se iba a morir. Literalmente le arranqué la ropa del enojo. Lo tenía entre mis manos y, cuando salí agitado y hecho un caos, Taehyung iba llegando. Claro, al ver a su ex igual de despeinado que yo supuso que él y su hermano habían tenido algo. Desde ese momento dejó decirles a los chicos que tenía un hermano gemelo.
—¿Fue solamente por eso? Porque intuyo que Taehyung siguió adelante con él, ¿no? —Decirlo me incomoda un poco, pero no pasa nada, es el pasado.
—Bueno, hubo una situación antes —suelta, retrepándose en la banca. No puedo creerlo—. Y si nos encontró besándonos. Fue su novio quien vino a mí, lo juro. Pasa que creen que soy más normal que él. Lo que me parece una estupidez. Él pertenece aquí tanto como tú y como yo.
—También lo creo —asiento—. Además, si es mejor que tú.
—Bueno, gracias por lo que me toca.
Nos reímos tan rápido como nos sentenciamos a un silencio. Esto resulta aterrador. Estar aquí, esperando que Taehyung esté bien, imaginando todo lo que fue su vida. Esto es desesperante e intento evadir los sentimientos que me produce, lo que es imposible.
—Estás preocupado —dice, rompiendo el silencio—. Yo también, pero ¿adivina qué? Taehyung saldrá de esto y tendrán mucho sexo.
—¿Qué? —me giro a verlo, con la cara enrojecida y el corazón dándome un vuelco. ¿De dónde saca semejante cosa? Y ahora, que es peor.
—Va a desahogarse luego de recuperarse —agrega—. Pasarán alrededor de tres meses antes de que vuelva a su vida normal. Por supuesto, si ustedes solucionan lo suyo.
Sí solucionamos lo nuestro. Sus palabras vuelven a herirme porque hablamos de posibilidades y no de un hecho, del hecho de que volvamos a estar juntos.
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