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Hay un silencio espantoso en la biblioteca. Todos tienen la cabeza metida en los libros y yo apenas y puedo hacer eso. Aunque he intento concentrarme en las clases, todo me sabe a aburrimiento y decepción. Llevo una semana en las mismas. Quisiera que algo me inyectara un poco de ánimo, pero ni siquiera el alcohol puede ayudarme.

—De acuerdo. Estaré recibiendo la información de cada uno hasta mañana al mediodía. Si no lo envían, olviden ese 20% de la nota porque no los anotaré —concluye Giselle, mirándome de reojo.

Los demás chicos se levantan de la mesa y me quedó con Giselle un rato más. Ha sospechado que algo me pasa y no me pregunta nada, en cambio, intenta sacarme plática y cambiarme el gesto del rostro por uno más alegre.

—Vayamos a comer esta noche —me invita con entusiasmo—. Yo invito.

Hace dos días fueron un par de tragos que me dejó con resaca. Aunque suena tentador la cena, he tenido un nudo en el estómago que no se desamarra ni con un pastel, que por cierto me recuerda a Taehyung.

—No puedo.

En parte no miento porque me prometí a mí mismo ir a casa de Taehyung una vez más. Incluso si Minju está dispuesta a echarme como aquella vez, no se lo permitiré. Fui un tonto al dejarme convencer de ella. Sé que lo que dijo no fue con la intensión de lastimarme, pero esto es algo que debo solucionar con Taehyung, no con ella.

—¿Ni aunque yo invite?

—Lo siento.

Ella asiente con la cabeza mientras guarda sus cosas en la mochila. Su cabello negro está atado a una coleta y sus mejillas están sonrojadas, no sé si porque le ha molestado que me haya negado, o por el calor infernal que hace aquí dentro.

—Adiós —se despide, dándome una ligera sonrisa.

Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás. Si miro demasiado, parece que el techo está a punto de caérseme encima. Eso estaría bien, podría descansar un rato. O para siempre. Inspiro y me retrepo en la silla, empaco mi PC y algunos apuntes extras que he tomado prestados. Iré directamente a casa de Taehyung.

Debo llegar a tiempo para hacer mi parte del trabajo. Si no lo hago, no solamente estaré perdiendo un buen porcentaje de la materia, sino la confianza de Giselle y el resto del equipo. Odiaría comenzar a trabajar solo después de haberme acostumbrado a delegar trabajos sin tener que hacerlo todo yo. En la escuela solía ser así todo el tiempo. Y no me molestaba, aunque a veces me hacía sentir como un perdedor.

Tomo un taxi y le doy la dirección. Mientras voy en camino, me las arreglo para buscar algo de información e irlo compilando todo. Espero que Taehyung esté en casa y, sobre todo, esté dispuesto a hablar conmigo. Las cosas terminaron muy mal y odio eso. ¿Estoy siendo egoísta al irlo a buscar? Quiero creer que no.

El auto se detiene frente a la entrada. Estoy una vez más aquí y todo me parece un dejavú, a excepción de la camioneta gris estacionada delante de nosotros. Le pago al taxista y desciendo del auto. El hombre se va.

Esta vez voy a quedarme sin importar qué.

Toco la puerta y el timbre. Espero por largos minutos. ¿Es posible que no haya nadie en casa? Debe ser una broma. La señora Hyori no pudo irse a descansar ahora. Me repongo la mochila sobre mis hombros y exhalo con fuerza. Tengo hambre, pero esto es más importante.

Diez minutos más tarde alguien abre la puerta y saltón del escalón.

Taehwan me observa con los ojos muy abiertos. No se mueve.

—Hola —lo saludo. Por primera vez no me estoy equivocando y es porque aún lleva el cabello corto—. ¿Taehyung está?

Apretuja los labios y mira a su alrededor con notable incomodidad.

—No me dijeron que vendrías.

—No tengo a quien avisarle —chisteo un poco, pero él no se ríe. Me percato que lleva unas mochilas negras en las manos y las sostiene con recelo—. ¿No son de Taehyung?

Hincha sus pulmones de aire y termina de salir de la casa, cerrando la puerta detrás de él. Perfecto. Ahora no es Minju sino su hermano.

—Necesito hablar con él, por favor.

—Taehyung no está —dice con seguridad. Da un paso hacia un lado y yo me muevo en su dirección—. Jungkook.

—Me quedaré aquí y lo esperaré el tiempo que haga falta.

—Bien —refunfuña—. Haz eso, pero él no está, te lo digo en serio.

—¿En dónde está?

—Necesito llevarle estas cosas. Dame permiso.

—¿Por qué? ¿Le pasó algo? —El corazón se me acelera y pierdo el color de la piel, lo sé porque siento que mi cuerpo pierde fuerzas. Taehwan evade mi mirada y se tensa—. ¿Puedo ir contigo? Por favor.

—Él está bien. —No suena seguro, más bien parece que intenta convencerse de sus palabras—. Simplemente necesita descansar.

—¿Está enfermo? ¿Por qué no me dijeron nada?

—Dije que está bien.

—¡Pero no está bien! —Sus ojos me miran con horror y angustia. Tensa la mandíbula y suelta un bufido—. Sé que estás mintiendo. ¿Qué tiene? ¿Fue un accidente? ¿Enfermó de repente? Taehwan, dímelo.

Inspira profundo y camina hacia otro lado.

—Debo irme.

Camina con una asombrosa agilidad mientras yo corro a su auto con un poco de torpeza. Él echa las maletas a la parte trasera de la camioneta y yo me paro en seco frente a la puerta del conductor.

—Estás siendo muy infantil.

—¿Te parece? —debato, con la esperanza de que no se me desgaje la garganta—. ¿Está en el hospital? ¿Tan grave se encuentra?

Me mira fijamente, como si solo estuviéramos él y yo. Quizás no soy capaz de apartar la mirada porque se ve exactamente igual a Taehyung.

Menea la cabeza.

—No lo conoces —dice en voz baja—. Nunca lo conociste, Jungkook.

­—¿Qué quieres decir?

—No sabes nada sobre él. No enfermó hace días, o meses. Lleva lidiando con... eso, muchos años.

Paso saliva, sintiendo que me duele hacerlo.

—¿Qué significa "eso"? ¿Qué tiene?

—Jungkook —advierte con voz grave—, necesito irme.

—Entonces llévame. —Antes de que me contradiga, agrego con voz ahogada—: Taehyung cree que lo engañé, vida que no pasó, pero si tiene razón en otras cosas y debo aclararle lo que sucedió. Debo disculparme. Él me importa mucho, Taehwan, y no quiero que sufra por algo que no fue. Por favor.

Se muerde el labio inferior mientras tuerce la boca. No le convence. Todos creen que Taehyung podría repetir la historia de su ex. Y no soy él, aunque tampoco sé cómo era. Y caigo en la cuenta de que Taehwan tiene razón, no sé nada sobre Taehyung. No lo importante. Apenas y hemos hablado de su infancia.

—De acuerdo, pero no podrás verlo.

Frunzo el ceño.

—¿Qué objeto tiene ir si no puedo acercarme a él?

—Taehyung sabrá que estás ahí. Y que le importas, como dices tú, pero no te verá, no es bueno para él.

Los ojos me pican, al igual que el pecho. Tengo primavera sobre la piel e invierno bajo esta. Estoy confundido y adolorido. Cierro los ojos un instante y asiento con la cabeza. Eso es mejor que nada. Rodeo el auto y me siento junto a Taehwan. El estómago me duele y tengo calambres en las manos de sujetar con tanta fuerza las tiras de mi mochila.

Quiero que Taehyung esté bien. Quiero que esto sea algo ambulatorio. Quiero... Deseo que vuelva a casa. 

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