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59

Yoongi ha estado trabajando en una cafetería cuyo nombre ya no recuerdo. He querido ir a visitarlo en sus horas de trabajo y siempre saca una excusa para que eso no suceda. Queda alrededor de una hora lejos de mi casa y, cada vez que lo recuerdo, se me esfuman las ganas de ir a visitarlo también. Decidió que quería tomarse un año sabático. Nunca pensé en hacer eso y ahora me arrepiento.

—Es una locura —dice Yoongi mientras bebe una lata de cerveza. Después de una semana desde el encuentro con el gemelo de Taehyung, por fin nos podemos reunimos para contarle esa locura que no me deja dormir—. Nunca lo hubiera imaginado.

Me termino mi limonada y me sirvo un poco más de la jarra. Hace mucho no venía a la casa de Yoongi y hoy opté por hacerlo cuando me dijo que tenía cosas que hacer. Al llegar, me di cuenta de que seguía en pijama y fumaba un cigarrillo. Sí, estaba muy ocupado.

—Ya pasó una semana, pero sigue sintiéndose tan extraño —confieso—. Aceptarlo me está tomando más tiempo del que pensé.

—¿Te enfadaste con Taehyung en cuánto te enteraste?

Meneo la cabeza y jugueteo con el vaso medio lleno.

—No fui capaz. Es decir, al principio estaba muy confundo. Y enojado. Sin embargo, no podía culparlo de todo. Lo del beso en el jardín ni siquiera fue su culpa. En realidad, la única cosa que me enoja es que no me lo haya dicho en el momento.

—Entonces tienes razón suficiente para estar molesto. ¿Cuánto tiempo más crees que lo hubiera mantenido en secreto si no hubieras llegado a su casa ese día?

—Llámame como quieras, pero siento que tenía alguna razón para ocultarlo. Incluso si no ves a tu hermano muy seguido, no es motivo suficiente para esconderlo de tu vida. ¿O sí?

Yoongi se lo piensa y hace una mueca casi graciosa.

—Has madurado mucho. Te sirvió tener un novio —suelta, burlón. Y las ganas de tirarle el jarrón se precipitan en mi cabeza—. No hay por qué avergonzarte.

—No me avergüenza.

—Así que... ¿Aún piensas usar el día de tu cumpleaños como un acto seductor para llevarlo a la cama?

Me ruborizo violentamente y amenazo con tirarle la jarra de limonada, a lo que él se encoge.

—Suena horrible si lo dices así —espeto.

—No es horrible, es práctico. Y si Taehyung no entiende las indirectas, dile que te mueres de ganas por tener sexo con él.

—Basta.

—El sexo es prácticamente una necesidad básica del hombre, Jungkook. No tiene por qué seguir siendo un tabú. Cada que menciono la palabra sexo te mueres de la vergüenza. ¿Cómo vas a tener intimidad con Taehyung si te preocupa la mera existencia de esa palabra?

—Tampoco me regañes ­—gruño, levantándome del suelo.

—Simplemente intento abrirte los ojos. Deberías de ser más abierto con ese tema.

Suelto un bufido y me acerco a la salida.

—¿Crees que Minju lo sepa? Lo del gemelo.

Yoongi se encoge de hombros y aplasta la lata de cerveza.

—Es probable que sí. Es su mejor amiga. Y de hace muchos años.

Me despido y salgo de su casa tan rápido como se me es posible. Quiero ir al parque y tomar un poco de aire. En el camino me compro un helado y me siento en un banco a comérmelo. Yoongi tiene razón, todos sus amigos seguramente lo saben. Es estúpido pensar que no.

He crecido y he entendido muchas cosas, especialmente en la universidad. El tiempo avanza muy rápido y no sabemos cuando se nos acaba. Desde hace mucho he tenido pensamientos pecaminosos con Taehyung. A veces me hace sentir la peor persona del mundo, y otras veces lo encuentro normal y excitante, incluso. Ansío tocar su cuerpo y que el toque el mío. Y más que vergüenza, siento pánico, un miedo escurridizo de no ser lo que esperaba. Es decir, él debe entender que nunca he estado con nadie de esa forma, así que...

Suelto una exhalación y me levanto del banco cuando ya he terminado mi helado. No tiene ningún objeto seguir aquí, pensando de esa forma. En dos semanas es mi cumpleaños y sé lo que quiero. Hemos esperado mucho tiempo.

Me he obligado a investigar algunas cosas y no parece ser difícil.




─────;








Taehyung ha organizado una reunión por mi cumpleaños y esta vez he tenido suerte al festejarlo un fin de semana. Estoy nervioso, tanto que no me reconozco a mí mismo. Yoongi ha metido dos sobres de condones en mi bolsillo y le he soltado un buen puñetazo en el muslo. Se está burlado de mí, pero está bien.

—Debieran quedarse a dormir —propone Taehyung mientras la señora Hyori recoge la mesa—. Hay muchas habitaciones libres. Además, está lloviendo.

Hace diez minutos comenzó con una brisa suave y ahora llueve a cántaros. Me gusta mucho la lluvia, así que puedo decir que esto es mejor de lo que esperaba.

Jongin dice que tiene un compromiso, mientras que Jimin y Minju aceptan quedarse. Y si Minju se queda, Yoongi también lo hará.

—Pediré que arreglen sus habitaciones —avisa Hyori, marchándose con el último plato.

Más tarde, en la habitación de Taehyung, me excuso para darme una ducha. No se sabe lo que pueda pasar, así que procuro hacerlo bien. Me quedó un largo rato encerrado en el baño y, cuando he terminado, me visto únicamente con la bata de baño. Me siento como un prostituto. Al salir, me encuentro a Taehyung terminándose de poner una camisa de pijama. Está de espaldas a mí y se me acelera el corazón.

Debería dar media vuelta y volver.

—¿Estás seguro de que dormir juntos es una buena idea? —pregunto, sonando como un inocente chico.

—No sería la primera vez —argumenta y, en cuanto se da la vuelta, parece retractarse. Tengo algo puesto encima, pero se me ve el pecho desnudo, parte de los muslos y las piernas—. ¿Jungkook?

Sabe que intento seducirlo. Usualmente, salgo vestido con un pijama o con la bata de baño, pero intento cubrirme lo más que se pueda. Ahora no, estoy procurando mostrar más de lo que debería. Me siento apenado, pero lleno de vida.

—Pensé que podría ser un buen regalo de cumpleaños que me enseñaras algunas cosas.

Una pequeña curva en sus labios me muestra que lo desea, sin embargo, hace todo lo posible para no demostrarlo.

—Ni siquiera tienes una identificación. Recién cumpliste los diecinueve hoy.

—No puedes ser tan correcto en todo, Tae —chillo, esperando que no se me note la desesperación—. Nadie va a enterarse.

Lo medita unos segundos y avanza hacia mí. El estómago se me revuelve y duele.

—¿Estás seguro, Jungkook?

Atisbo un brillo de deseo en sus ojos e inhalo lentamente. Si tuviera que entregarle mi alma a alguien, seria a Taehyung. Confío en él, a pesar de todo. Y, en lugar de responderle, me acerco lo suficiente como para darle un beso en los labios.

—Debo buscar un lubricante —susurra, como un secreto—. No quiero que cortemos en mitad del acto para buscarlo.

Me besa nuevamente y sale de la habitación. Me siento en la cama y espero. Estoy empalmado y me toco un poco por encima de la bata. Entre los nervios y la ansiedad me estoy convirtiendo en un lío emocional.

Taehyung vuelve minutos después y hago un esfuerzo adicional por aguantarme la erección. Deja el bote de lubricante sobre la cajonera y algunos condones, haciendo que me sonroje y se me atore un poco de saliva en la garganta.

—Una vez más: ¿estás seguro?

Tomo aire, me levanto, le sonrío y paso las manos por su cuello. Quiero esto.

—Estoy seguro. 

Entonces, comienza a besarme, a tocarme la piel, a saborearme por completo mientras aprendo sus movimientos, sus gemidos, lo que le fascina hacer. Y aunque siento que podría morir de dolor, me gusta que me haga suyo, porque al mismo tiempo yo lo hago mío.

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