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Creo que me parezco a un perro cuando saca la cabeza por la ventana, tan entusiasmado por el viaje que podría ir de cara contra el pavimento. Mientras escuchamos Too Young de Nat King Code y nos miramos de vez en cuando, me parece estar en una comedia romántica de los años 90 y, aunque no es lo mío, me gusta mucho.
—¿Por qué te llevó dos semanas ayudar a tu amigo? —le pregunto.
Baja el volumen de la radio y me mira un microsegundo antes de preguntar:
—¿Aún piensas en eso?
—No hablaste mucho al respecto —gruño.
Me ha estado dando vueltas desde que hablamos. Evadimos tanto hablar de eso que lo he acumulado todo y no lo soporto. ¿Qué hicieron juntos? ¿Qué le tomó tanto tiempo?
—Pareces celoso. —Miro por la ventana, los departamentos desaparecieron hace como una hora y seguimos en movimiento. Hemos hecho algunas paradas, pero supongo que ya no haremos ninguna—. Lo conocí hace un año por medio de la aplicación. Tenía problemas y estaba en Corea, así que fue fácil ir y ayudar un poco.
—¿Te aceptó enseguida?
—Lo hizo. —Suspira lentamente y baja la velocidad, orillándose a un lado de la carretera—. Jungkook, no es que no quiera hablar de él, pero no me gusta hablar de otras personas a sus espaldas. Te dije que hacía esto todo el tiempo y espero no sea un problema en el futuro. Aunque, claro, te avisaré cuando vaya a irme. En los dos años que tengo de hacer estas intervenciones, eres la única persona a la que me he acercado de más. Para mí las relaciones son muy importantes y nunca cruzaría la línea con nadie más que contigo.
Sé que el momento es excesivamente serio, pero no puedo evitar reírme y sentirme molesto. No quiero ser el tipo de novio —aunque extraoficialmente no lo somos— que cuestiona cada acción de su pareja. Nunca dudaría de él, lo que pasa es que mis celos son más arraigados a su atención. Mientras yo desee que esté aquí conmigo, él estará allá afuera consolando a otra persona.
—¿Por qué te ríes? ¿Fue demasiado romántico?
Las comisuras de los ojos me pican un poco y me encargo de rascarme con suavidad.
—Perdón, me puse un poco nervioso.
—¿Por qué?
Me alzo de hombros y saco un dulce de la guantera.
—Todo es nuevo para mí. Y... Si, me siento celoso, pero me controlaré. Es lindo lo que haces por las personas... —Me meto el dulce a la boca y lo saboreo con ganas. Lo miro con atención—. También es extraño, porque fui uno de ellos. Es vergonzoso.
—Jungkook, a pesar de que pasaste por lo que pasaste —valga la redundancia—, tu carácter se hizo más fuerte. No te doblegaste ante nadie. Estabas decidido a seguir luchando por ti y muchos no tienen la fortaleza para hacer eso, muchos no son tan valientes. Nunca pensé que necesitaras mi ayuda como tal, pero si un empujón. Creo que pasaste de ser gruñón a un lindo algodón. Pero entiendo por qué eras así, y porque aún te reservas ciertas cosas. Me gusta que seas sincero con respecto a lo que te gusta o no te gusta. —Pasa la mano atrás de mi cuello y acaricia cerca del nacimiento de mi cabello, estremeciéndome—. Además, admito que no me disgusta que me celes un poquito.
Quisiera besarlo para acabar con la tensión. Taehyung tampoco puede negarse a la idea de tocarme los labios y, en esas circunstancias, soy yo quien termina de cerrar el espacio entre los dos. Abro los labios y recibo los suyos; están húmedos y suaves. Me gusta el sabor del dulce combinándose con nuestra saliva, pero admito que es igual de peligroso.
—Estoy pensando que pasar una noche juntos no es del todo una buena idea —dice, separándose perezosamente.
—Puedes amarrarme para no intentar sobrepasarme contigo.
Suelta una carcajada y enciende el auto.
—Soy yo, en todo caso, quién estaría sobrepasándose contigo. Y... agradecería que no me dieras esas imágenes.
—¿Cuáles? —pregunto con falsa inocencia.
No responde, se lo piensa y se lo guarda para él con una sonrisita que me encanta.
Un cuarto de hora después nos adentramos en un camino de grava, con árboles rodeándonos. El auto nos da un sacudón mientras sigue andando. Taehyung ha estado un poco nervioso los últimos minutos, mirando a todos lados, a mí en especial. Es como si quisiera decirme algo, pero no sabe cómo.
—¿Vas a decírmelo? —Intento empujarlo.
Me mira nuevamente e inspira.
—Hablé con Minju esta semana. Dijo que tal vez se equivocó de número porque había estado bebiendo de más cuando me lo envió —explica con un gesto de incredulidad—. No le creo mucho, pero investigué el número y le pertenece a una chica que reside en Jeonju. No tiene ninguna conexión con Minju, por suerte. Intenté llamarla y no me contestó, como siempre. Le dejé un mensaje diciéndole que sabía que no eras tú y me puso emojis como diciéndome que estaba avergonzada. Después me bloqueó.
La última parte parece un chiste y no puedo evitar reírme. A él no le hace mucha gracia, pero a mí ya me duele el estómago. Imagino el gesto de Taehyung después de que la chica lo bloqueara. ¿No debería ser al revés?
—Esto es serio. Hacerse pasar por otra persona es realmente malo, y despiadado. —Tomo aire, aunque se me sigue escapando alguna risilla—. Y con respecto a la ancheta... Sí que fue una pésima coincidencia. Al parecer tuvieron problemas con el envío, me llamaron varias veces para reprogramarlo o tomar otra decisión, pero no les contesté. Aún lo tienen, así que les dije que lo enviaran mañana.
—Pareces un detective.
—Más o menos —responde, orgulloso. Baja la velocidad del auto y miro a mi alrededor: árboles y más árboles—. Ahora si te pediré que cierres los ojos y no te atrevas a abrirlos hasta que yo te diga.
Lo miro con recelo y hago lo que me pide. Lo escucho reírse antes de echar a andar el auto otra vez. No pasa mucho, quizás uno o dos minutos cuando vuelve a detenerse. Desciende del auto y, sin previo aviso, abre la puerta del copiloto, donde estoy yo. Su olor me palpita en la sangre cuando se inclina para desabrocharme el cinturón.
—Lo olvidé —dice. Posterior a eso me hace bajar del auto—. Espera. No vayas a abrirlos.
Cruzo las manos delante de mi cuerpo y me quedo tan quieto como una escultura, con una sonrisa que no se me quita ni un poco. Lo escucho moverse atrás del auto, quizás sacando nuestras cosas, que en realidad son chucherías y dos cambios de ropa.
Vuelve a mi lado y con toda la delicadeza del mundo me guía. Sigo el camino recto, con el corazón a punto de saltarme del pecho. Me indica que hay unas escaleras y me sostengo con fuerza de su antebrazo. Seguimos caminando en línea recta y nos detenemos. Me suelta y el frío me eriza los vellos de la piel.
De acuerdo, esto es demasiado romántico.
—Muy bien, ya puedes abrirlos.
Como he estado tanto tiempo con los ojos cerrados, me cuesta un poco acostumbrarme a la luz, no obstante, esto dura poco y pronto lo veo todo con más claridad. La cabaña está hecha de madera, con un estilo rústico. La cama está en el suelo, con una mesita pequeña al lado. Hay ventanas por todas partes y cortinas blancas cubriéndolas. Huele a algo dulce combinado con la humedad del lago, que se hace más fuerte a medida que te acercas a las ventanas. Afuera, el color verde de los árboles predomina bajo la luz del sol, extendiendo las sombras de sus ramas hasta las orillas del lago. Es caótico, hermoso e inmaculado.
—¿Te gusta? —pregunta Taehyung después de mi largo silencio.
Podría darme la vuelta y empujarlo con un beso que nos consumiera el alma, pero me mantengo firme, tan tieso como un tronco. No quiero asustarlo de más.
—Me gustaría más si pudiéramos meternos al lago.
—Podemos —contesta con seguridad—. Hay una piscina al otro lado de las cabañas. Las personas prefieren ir ahí y por eso el lago se ve tan vacío. Tal vez haya una que otra persona nadando en la orilla.
Abro las ventanas y me inclino sobre el alfeizar. Cierro los ojos y aspiro el olor. La naturaleza siempre llamará mi atención.
—Me gusta mucho. Es demasiado lindo.
—¿Quieres ir a nadar?
Giro como si fuera un niño y le sonrío entusiasmado. Para mañana es tarde. Buscamos en las maletas nuestros bañadores y, mientras yo me cambio en el baño, él lo hace afuera. El baño es muy espacioso, con una bañera enorme como para dos personas. No puedo evitar imaginarme ahí metido con Taehyung lavándome la espalda y yo la suya, compartiendo caricias descaradas...
Taehyung golpea la puerta y me pregunta si estoy listo. Le miento diciendo que sí, aunque no me he quitado la ropa todavía. Entretanto, me sonrojo con violencia y comienzo a desnudarme. Se vale soñar.
Y se vale desearlo, aunque me convierta en un manojo de nervios.
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