45
Culpo a Taehyung de mi reciente popularidad en la escuela. Primero fue una chica de coleta alta y nariz respingada, quién se convirtió en la vocera de su grupo de amigas. Vino a mí porque quería confirmar si, efectivamente, existía un Taehyung real. Y no pude mentirle. Luego, fue un chico, que me preguntó como había logrado ir con él. Evadí su pregunta. Taehyung vino a mí en realidad.
Las chicas no se cansan de revolotear a mi alrededor, al igual que los chicos. Yoongi me ha ayudado mucho a sobrellevarlo, echándolos a todos cuando comienzo a sentirme abrumado. No comprendo la diferencia de la primera vez que Taehyung fue a mi escuela, a la segunda. El salto de popularidad parece una fantasía.
El timbre resuena una vez en mi casa y me deshago de la envoltura de un dulce. Mamá se ha antojado de un paquete de bombones de chocolate y me los he gastado yo. Seguramente vendrá más tarde a tirar de mis orejas. Por ahora, lo disfruté.
En la entrada de mi casa, me paralizó, casi ahogandome con el dulce.
—Hola. ¿Tu mamá está en casa?
Taehyung parece ansioso. O tal vez tiene frío. Son casi las ocho de la noche y lo que usa parece un pijama.
—¿Te escapaste de un manicomio?
Se mira a sí mismo y abulta los labios.
—Quiero estar cómodo. ¿Ella está?
—¿Por qué?
—Quiero que me acompañes a un picnic.
—¿Cómo? —Se lleva las manos a la boca y exhala, parece que se está congelado. El auto está vacío—. ¿Y tu guardaespaldas?
—Conduje yo. También puedo hacer eso.
—¿Un picnic dónde?
—No te lo diré. Llama a tu mamá y dile que te secuestraré un rato. Prometo que no nos tardaremos. —Se da media vuelta y cruza la calle—. Te esperaré en el auto.
Cierro la puerta y termino de saborearme el dulce. Taehyung es más impulsivo de lo que pensé.
Camino hacia mi habitación y me arreglo lo más que puedo, sin ser demasiado obvio al mismo tiempo. Me cepilló los dientes y tomo el celular y las llaves de casa antes de salir. Entro al auto y me abrocho el cinturón. Lo admito, es extraño. Y también me invade el miedo.
—¿Seguro que sabes conducir?
—Conduje bien de casa hasta aquí. Estás seguro, no te preocupes.
El motor ruge y comienza moverse.
—Creí que el guardaespaldas era obligatorio.
—Lo es. —Me mira un segundo—. Pero quería más privacidad.
—¿Debería saltar del auto?
Asoma una sonrisa y yo me agarró del cinturón.
—No sé que te estás imaginando, pero solamente iremos a comer y disfrutar de la vista.
Miro hacia atrás y me aguanto una risotada. El corazón se me acelera y por poco chillo de emoción. En la parte de atrás tiene dos hermosas canastas.
—¿Preparaste la cena?
—La señora Hyori me ayudó un poco —admite—. Pondré algo de música, ¿está bien?
Asiento, mientras miro las luces desvanecerse rápidamente a nuestro alrededor.
Se escucha "Dream a little dream of me" y él canturrea, mirándome de vez en cuando. Incluso cuando acaba la canción, puedo preguntarme si era una indirecta.
Nos detenemos en la orilla de una carretera veinte minutos más tarde y Taehyung desciende del auto, saca las canastas y me mira.
No hay luces.
No hay nada. A excepción de pinos, robles y otros.
Tomo aire, me deshago del cinturón y me bajo. Rodeo el auto y me detengo al lado de Taehyung. Me entrega una canasta y me sonríe. Lo observo sacar una linterna de su chaqueta e ilumina un pequeño ascenso, un camino rocoso en medio de los árboles.
Confío en él. Es lo que me repito mientras lo sigo.
—No es lejos —anuncia un tiempo después.
Camino cerca de Taehyung, como si fuera una clase de imán. Voy con la cabeza gacha mientras observo la luz. Poco después, nos detenemos y caiga en la cuenta de que ya no es una subida, sino que es completamente plano.
—¿Qué te parece?
Taehyung apaga la linterna y subo la mirada. A mi alrededor sigue habiendo oscuridad, pero allá abajo, a lo lejos, se ve la ciudad en todo su esplendor. Pensé que esto solo se vivía en los libros, o en las películas.
Me quedo sin habla, ensimismado con el paisaje y el aire que se respira desde aquí arriba. Ni siquiera me doy cuenta del preciso momento en que una luz ilumina atrás de mi espalda.
—Es hermoso, ¿verdad?
Sonrío y me giro. Hay una manta en el suelo y una lámpara en el centro que ilumina gran parte de nuestro alrededor. Taehyung está sentado a un lado, sacando las bebidas. Su concentración es digna de admirar.
Me siento a un lado y dejo la canasta en el suelo.
—No sabía de este lugar. Aunque es un poco solitario.
De la canasta que yo llevaba, saca contenedores de todos los tamaños y comienza a repartirlos por toda la manta. A medida que los abre, me inunda un sentimiento de nostalgia inexplicable.
—Me gusta venir en las noches. Es simple y hermoso. —Toma una pequeña jarra y me mira—. ¿Chocolate?
—Si, por favor.
Lo sirve en una pequeña taza y me lo ofrece. El olor es incandescente y el sabor ni se diga. Me electrifica todo el cuerpo.
—Es un buen lugar para pensar —dice, mientras bebe su chocolate.
Hace un rato, me pareció fuerte y alegre. Ahora, me parece pequeño y agotado.
—¿Cuándo decidiste que querías venir?
—Esta mañana. —Sonríe y estira la mano para tomar un contenedor—. Son panes recién horneados. Después de tres intentos, quedaron buenos, lo prometo.
Tomo un pan y le doy un mordisco. Está calentito y agradable. La textura es suave y el sabor es justo lo que deseaba.
—Quedaron deliciosos.
—Te lo dije.
Comemos dos más. También un poco de fruta y rollos de chocolate. Hablamos muy poco y nos dedicamos a admirar el paisaje. Como siempre, hay pocas estrellas y la luna brilla en el firmamento, dándome la impresión de que está más cerca.
Observo a Taehyung en silencio. Come despacio, caviloso. Tiene una mirada triste y melancólica.
—¿Es probable que te guste venir aquí para despejar tu mente? —le pregunto y me mira con leve sorpresa—. Pareces cansado.
Se toma un tiempo, saborea y analiza.
—Ayer discutí con mi padre. También volví a discutir con Minjae. Fue un encuentro accidental. Y... —Se me arruga el corazón, como una bola de papel—. También estoy molesto con otra persona, pero discutir con él es inútil.
—Ya veo. No ha sido la mejor semana.
Menea la cabeza. Nos sumergimos de nuevo en el silencio y me arrastro hacia él, lo tomo del brazo y jalo de su cuerpo. Su cabeza queda en mi pecho y, aunque deseo que no escuche o sienta mis palpitaciones, sé que es imposible ignorarlo.
—¿Jungkook?
—Soy fatal con las palabras —le confieso—. Y, de cualquier forma, no creo que ayuden.
Taehyung se queda estupefacto unos segundos antes de reponerse, mirarme fijamente a los ojos y abrazarme. Lo estrecho entre mis brazos.
—Gracias.
—Si quieres hablar, además de abrazarte, puedo escucharte.
—Nunca había traído a alguien aquí.
—¿Ni siquiera a Minjae? —Se me escapa rápido.
Suspira, y el aire me acaricia el cuello.
—Contigo es diferente. Y difícil.
De nuevo, la grieta de nuestra edad. Llevo una mano a su cabello y lo masajeo. Nos quedamos así, sin decir nada más. Dándonos suficiente calor como para querer dormir así por siempre.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro