40
Mi madre desordena mi cabello y no puedo evitar gruñir. Ha abierto la puerta tan fuerte, que sin querer se me ha acelerado el corazón. No obstante, no quiero abrir los ojos. Es una difícil tarea para alguien que hace poco concilió el sueño.
—Levántate —ordena.
—No quiero.
—Son las doce, Jungkook. Nunca habías dormido hasta esta hora. Si Yoongi no me dice no caigo en cuenta.
Es tan sorpresivo que me siento de golpe y miro a mi madre como si nunca hubiera estado mejor. Ella suspira con reproche y se arrima a las ventanas para correr las cortinas. La luz hace que me duela las retinas y giro la cabeza.
—¿Yoongi está aquí? —pregunto, estupefacto.
—¿Qué? ¿Ya te da pena que te vea semidesnudo?—Camina hacia el umbral de la puerta—. Arréglate y baja. Él nos acompañará a almorzar.
—¡Tengo un bóxer puesto! —exclamo, pero ella ya se ha dado media vuelta.
Exhalo y me echo de espaldas a la cama.
Supongo que ya no es raro hablar con Yoongi, puesto que lo hacemos en los descansos, también cuando vamos a la escuela. Es como una rutina. Y, extrañamente, las mariposas dejaron de sentirse. Creo que es porque ahora es bueno, y socializamos más. Dicen que nos sentimos atraídos por el peligro. Yoongi ya no es peligroso. Diría yo que es una serpiente sin veneno.
Me pongo una sudadera y una camisa, me acerco al comedor a trompicones y lo veo reírse de un mal chiste que ha hecho mi madre. Pienso que de allí viene mis chistes baratos. Nos saludamos, él tranquilo y yo un poco nervioso, porque hablar en la escuela es una cosa, otra es que esté entrando en mi vida nuevamente, hasta el punto de estar en mi mesa, en mi casa, con mi madre.
—Y Yoongi, ¿qué tal el estudio?
Yoongi le sonríe a mi madre mientras yo me mastico un pedazo de carne. Por primera vez deja de mirarme para darle atención a ella, pues no ha dejado de hacerlo desde que comenzamos a comer.
—Últimamente, todo es más difícil, pero aún sigo ocupando el primer puesto.
—Eres tan inteligente —chilla mi madre. Luego, se gira hacia mí—. Mi bebé no es el mejor, pero sé que se esfuerza. ¿No te gustaría que Yoongi viniera más seguido a casa y te ayudara con las clases, cariño?
Por poco y grito un gran "no". Me contengo. Empuño el mango de la cuchara con fuerza y actúo como si no pasara nada.
—Yoongi necesita ese tiempo para estudiar, mamá. No es necesario.
Yoongi se aclara la garganta y lo miro con rudeza.
—Tengo tiempo. Además, si quedas en segundo lugar podrías acceder a una beca.
Mi madre aplaude en el aire y me mira esperanzada, con sus dos ojos brillando como estrellas en la oscuridad. No deja de sonreír. Y me siento presionado.
—Voy a...
El celular vibra sobre la mesa y considero que es el momento apropiado para dejar la conversación. Es un alivio. Lo tomo como excusa y vuelvo a mi habitación. A mi madre no le gusta que deje la mesa, pero le he dicho que es importante.
Es Taehyung.
Mi corazón se agita y rechazo la llamada. Luego, insiste una vez más y otras tres. Se detiene y veo algunos mensajes.
TAEHYUNG:
De nuevo huiste, no lo entiendo.
Lo siento, eso sonó mal.
No estoy molesto, estoy... No lo sé. No sé cómo me siento. ¿Confundido tal vez?
¿Es por el beso?
Lo siento.
Por favor hablemos.
Jungkook.
—¿Todo bien?
Me sobresalto, como siempre. Yoongi cierra la puerta atrás de sí y se queda ahí, a una distancia prudente.
—Sí.
—Debí de avisarte que venía.
—Sí.
—Yo... en serio quiero arreglar nuestra relación. Aunque no me creas, siempre me preocupé por ti. —Definitivamente, no esperaba que lo dijera. ¿Lo imaginé? Si, alguna vez, hace mucho tiempo—. Quisiera compartir más tiempo contigo. Así que, si quieres, puedo darte clases. Te ayudaría bastante.
Paso saliva y me guardo el celular.
—Voy a pensarlo.
—Bien.
Mi madre toca dos veces y Yoongi se aleja de la puerta. Ella nos reclama por dejarla sola en el almuerzo y nos hace volver. Me dice que, aquello importante que tenía, puede esperar hasta más tarde.
Espero que Taehyung pueda esperarme.
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