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31

Me siento molesto con Taehyung, con su exnovio por arruinar el momento, y por aquella chica al pedirme que me fuera. Siento que todos conspiraron para sacarme de allí cuando más cómodo me sentía. Siendo así, me hacen reflexionar sobre muchas cosas, especialmente si habrá otra ocasión para volver y si decidiré aceptar o no.

No debería.

No lo haré.

El quejumbroso sonido de un celular disipa todos mis pensamientos y observo al conductor echarle mano al aparato. Entonces, recupero más la consciente y me doy cuenta de que tengo su chaqueta y mi celular no está en ningún lugar.

—Sí, sí. Lo siento, ya mismo se lo paso —habla el hombre.

El conductor me entrega su celular como puede sin apartar la vista del camino. Lo tomo con una expresión confusa y miro la pantalla: KIM. En mayúscula, inconfundible. Kim Taehyung.

—¿Hola?

—¡Eh! ¿Por qué te fuiste así? —espeta en un tono bajo. Parece triste, o decepcionado—. No es que me moleste, pero me siento mal. Lamento que te hayas ido de esa forma, incluso dejaste tu celular. Prometo ser un mejor anfitrión la próxima vez.

Me siento inquieto por haberme ido... A la larga fue lo mejor.

—¿Mañana puedes entregármelo al mediodía? —le pregunto.

—¡Por supuesto!

—Bien, gracias. ¡Ah! Y tu chaqueta la dejaré en el auto, perdón. Adiós.

Alejo el celular y cuelgo de inmediato. El chofer me extiende de nuevo la mano y se lo entrego.

Un suspiro se escapa de entre mis labios. Me siento cansado y confundido a la vez, porque sigo sin entender que es lo que quiero, o lo que estoy viviendo.

A la mañana siguiente me levanto con pocos ánimos, mi cuerpo entero duele y se debe a que pasé una mala noche. Traté de cerrar los ojos y descansar, pero no me fue posible, en ningún momento pude dejar de pensar en Taehyung, en su novio y en los problemas que pudieron haber tenido... De hecho, pensé en su relación.

Taehyung tiene el placer —al menos— de que una persona le ruegue por su amor. Para otros será malo, pero para alguien como yo —que nunca ha tenido a nadie— es todo lo contrario.

Cuando salgo de la habitación busco a mi madre y, como siempre, ella no está en casa. Sé que me ama y necesita trabajar duro para mantenernos a ambos, pero desearía que pudiera compartir más tiempo conmigo. Ahora cuando estamos juntos se siente tan distante. Somos una madre y un hijo con una relación disfuncional.

El reloj de la sala indica las diez y me sorprende, pues estaba seguro de que sería más temprano. Me doy media vuelta y me dirijo a la cocina. Hay una nota de mi madre que dice que regresará en la noche. No es ninguna novedad, pero aún duele no poder pasar más tiempo con ella.

Después de desayunar cereales y yogur observo nuevamente el reloj: diez y veinte. El tiempo avanza lento, y sé que no cambiara mucho si sigo mirándolo seguido. No obstante, no puede dejar de hacerlo, es una horrible costumbre.

El timbre de la casa resuena en mis oídos y mis piernas tiemblan ligeramente, así como mi corazón. ¿Podrías ser Taehyung? Le dije que después del mediodía. Inspiro y me miro: tengo un pantalón de pijama y el pecho desnudo. No quiero que me vea desnudo. Y porque no tengo nada aquí arriba exactamente, es porque no quiero que lo vea, así que corro a mi habitación y me pongo una camiseta. Luego me lavó rápidamente los dientes y bajo, antes de que el timbre de la casa explote.

—¿Por qué tardaste tanto en abrir?

Yoongi mira a ambos lados y me empuja ligeramente antes de entrar a casa.

—¿Qué haces aquí? —cuestiono, con tono inquisitivo.

Tiene un cigarrillo encendido en la mano y se pasa la otra libre por su cabello, jalando con frustración.

—¿Podrías cerrar la puerta?

—¿Podrías irte? —replico.

—Vamos, cierra la puerta, Jungkook.

—Entonces deshazte del cigarrillo.

Da algunos pasos, dubitativo. Le da una calada al cigarrillo y lo aplasta un poco sobre la mesa. Espero no llegue a dejar marcas o mamá me regañará.

—Ya puedes cerrar la puerta.

Frunzo el ceño y cierro la puerta, no sin antes mirar de reojo lo que sea que esté allá afuera, pero no hay nada, a excepción de un vecindario solitario y muy silencioso, como siempre.

—¿Escapabas de algo?

Se sienta en el sofá y echa la cabeza hacia atrás. No deja de mover su pierna derecha con frenesí y una película de sudor le recorre la sien. Está pensativo.

—No sabía que fumabas.

—Fue hace algunos meses. No es tan malo.

—Entonces... —Me cruzo de brazos y me acerco a un sofá frente a él— ¿De quién escapabas?

—No escapaba de nadie —gruñe.

—Lo hacías —le reclamo.

Finalmente, me mira y temo que esté molesto. Sus ojos son como dos bolas de fuego y me hacen sentir diminuto y frío.

—¿Podrías no meterte en mis asuntos?

—¿Podrías no meterte a mi casa?

—Me iré luego. Cuando yo quiera.

Abro la boca para replicar, pero decido no hacerlo, en cambio me dirijo a mi habitación y tiro la puerta con fuerza. Salto sobre mi cama y ahogo un grito en la almohada, porque me desespera él y su actitud. Yoongi y su cambio. Temo que él es tibio, ni muy bueno, ni muy malo. Y lo odio. 




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