Es lamentable que las cosas sucedan así.

El grupo de Yoongi siempre me han convertido en motivo de burla, también en un saco para saciar sus frustraciones, aunque nunca habían llegado a los golpes. Como ahora.

Al principio me culpé. No debí levantarle la voz a Soobin, o a Yoongi cuando se burlaron de mí esta mañana. Tampoco cuando intenté recuperar mi celular después de que Yoongi les dijera a todos que yo tenía novia. Ellos querían corroborar la información. De ese modo, tendrían algo más para molestarme.

Después de meditarlo, me he convencido de que no he tenido la culpa de nada de lo que me ha pasado y ellos son unos imbéciles. Soobin y los demás por burleteros y abusadores, Yoongi por no hacer nada mientras sucedía. Sin embargo, fue por él que comenzó todo en primer lugar.

Suspiro y observo el mustio reflejo de mi rostro en el cristal, acompañado por un labio roto y una sombra amarilla, casi naranja bajo mi ojo izquierdo.

No puedo dejar de maldecirlos, por dañar mi rostro y por dañarme a mí. Aunque me mantenga fuerte e intente acostumbrarme a sus palabras, nunca será fácil. Me digo: será un año más, luego partirás a la universidad y no tendrás que volver a ver a esos idiotas. Entonces, eso parece dar solución a mi tristeza y desesperación.

No obstante, me permito llorar para desahogarme. Mis lágrimas son como un diluvio y me encojo en el suelo, para abrazarme y sentirme a mí mismo.

Cada bonito recuerdo que tengo de Yoongi comienza a deteriorarse. Él es una farsa, un desaprensivo.

Él es popular en la escuela, tiene a muchas personas dispuestas a hacer lo que sea por él y yo solo tengo a mamá, si es que en verdad lo es. Así que, desde mi perspectiva, estoy muy solo.

¿Qué puedo hacer?

Fueron cinco contra uno. No solamente mi rostro está afectado, sino más partes de mi cuerpo. Ellos no dijeron nada mientras me golpeaban, pero sus risas maquiavélicas fueron suficiente para entender que les divertía de sobremanera.

He escuchado por mucho tiempo que al que está quieto, se le deja quieto. Sin embargo, este no es mi caso.

Mientras más quieto estoy, más extraño para ellos. Mientras más extraño, más divertido es joderme.

Cierro los ojos, tratando de alejar estos pensamientos que me torturan tanto, estas emociones, todo. Quiero arrancarme el alma si es posible. Tengo que reponerme después de sacar todo esto que llevo adentro.

El timbre de la casa suena varias veces y no puedo evitar saltar de imprevisto, me levantó rápidamente y me miro al espejo. Posterior a esto, intento ocultar las heridas es mi rostro lo más pronto posible.

Los nudillos de mamá golpean la puerta, sé que es ella por su forma peculiar de llamar mi atención. Después abre un poco la puerta, dejándome ver solo una parte de su rostro.

—Para nuestra sorpresa, Yoongi está aquí. Está tan guapo —chilla, cerrando la puerta.

No emito ni un sonido, pues siento que mi garganta se cierra y me apresuro a ir a la cama. Esta no tiene nada de especial, pero es una reacción inconsciente. Tomo una almohada y la pongo sobre mi regazo. La sujeto con fuerza, y me recuerdo respirar.

Yoongi entra a la habitación y cierra atrás de sí. Me mira por unos segundos antes de recorrer el lugar.

—Esta habitación sigue siendo igual. Es muy aburrida. ¿No has pensado en cambiarla? —Rebusca en el bolsillo de su pantalón y saca mi celular. Lo mira un instante antes de tirarlo sobre la cama—. Debo decir, adicional a eso, que tu celular, tu estúpido juego... Es lamentable.

—No tenías por qué revisar mis cosas —me defiendo, aunque siento la voz ahogada.

—¿Quieres que exponga mis razones? —Avanza hacia mí, quedándose a dos pasos de la cama. Me estremezco. Su mirada parece titubear, así como sus palabras—. No hagas nada. Eso ayudará a sanar tus heridas.

—¿Qué?

—Si le dices a alguien sobre esto; si vuelves a jodernos, será un golpe tras otro, así que nunca podrán sanar.

—¿Vienes a mi propia casa a amenazarme?

Yoongi se encoge de hombros.

—Estoy advirtiéndote. Estar solo por tanto tiempo, a mi parecer, te hace un poco... vulnerable.

Me muerdo el carrillo, y empuño con tanta fuerza la almohada que mis nudillos se ponen blancos. Lo odio. Y lo quiero. Lo odio. Si, más lo odio.

—Vete de mi casa.

—Deberías salir y conocer a más personas. Si comienzas a rodearte de...

—Vete —gruño—. Es estúpido lo que estás pidiéndome. El problema no soy yo, son todos ustedes. Si estoy solo es porque así lo quiero. ¿Les molesta que sea extraño por querer mi soledad? Váyanse a la mierda. Tú en especial.

Estoy enfurecido. Siento la sangre hervir en mi cabeza como si fuera un caldero. En realidad, no disfruto la soledad, no todo el tiempo. Él dice fácilmente que haga amigos como si fuera una maldita obligación. Puedo disfrutar de mí mismo también.