Mi corazón palpita con tanta rapidez que me duele el pecho. Yoongi acaba de entrar al baño. El agua cae en mis manos y los músculos de mi cuerpo se tensan. Él extiende sus brazos y pronto el agua se desliza entre sus dedos.

No me dice nada.

Es como si yo no estuviera aquí, de pie, observándolo de reojo. Me duele saber que no existo para él.

Me estremezco cuando mi móvil vibra en el bolsillo de mi pantalón, seco las palmas de mis manos con mi camisa y luego lo tomo.

Siento que esta vez iré al suelo.

Taehyung, grande y claro, aparece en la pantalla.

Mis manos tiemblan ligeramente y deslizo mi dedo por la pantalla para recibir la llamada.

—Son las nueve de la mañana —dice.

—¿Y...?

—Querías que yo te recordara a esta hora que te amo.

Una sonrisa inconsciente aparece en mi rostro, mientras miro de soslayo a Yoongi. No puedo evitar tomar nota mental de sus movimientos, al secarse las manos con su Jean, tan lento, que pienso es una forma de quedarse por más tiempo y espiarme.

—Yo también te amo.

No lo pienso, o quizás sí. Imagino que de esta manera podría ver, finalmente, alguna reacción de parte de Yoongi.

—Eres muy tierno, Jungkook.

—Si, me lo dices todo el tiempo.

Y sigo sonriendo como un maldito idiota.

—¿Qué haces? ¿Quieres un bomboncito de amor?

Temo que la situación está a punto de salirse de control y decido terminarlo antes. Es demasiado meloso para mi gusto.

—Está bien, adiós.

Y cuelgo.

Guardo el celular en el bolsillo de mi pantalón nuevamente y vuelvo a mojar mis manos.

Yoongi aún sigue de pie. Y esta vez como si su manilla tuviera algún defecto, no deja de tocarla y repararla con la mirada.

—¿Ya tienes novia?

Siento un nudo en mi garganta y la incapacidad de hablar. Tomo un poco de agua y lo observo por medio del espejo. No me mira. ¿Me lo ha dicho a mí? Por supuesto, no hay nadie más. No obstante, por inercia, miro a mi alrededor rápidamente.

—Sí.

Miento, como siempre. No sé de dónde sale este coraje para mentir.

Él sonríe como si se estuviera burlando de mí. Me siento muy mal, por mí, por él, por todo.

—No creí que fueras a conseguir a alguien. Te has convertido en un ratón de biblioteca.

Muerdo mi labio inferior y cierro la llave.

—Y tú te has vuelto un imbécil, muy despreciable, Yoongi —espeto y tomo aire—. Dices eso porque no me conoces. Tengo más personas detrás de mí de lo que tú podrías imaginarte.

Cállate, Jungkook.

—¿En serio? Nunca te he visto con nadie. —Por primera vez, me mira fijamente—. Todos hablan sobre eso. Eres muy solitario, Jungkook. ¿No es triste? —Frunce los labios y, antes de salir del baño, agrega—: Como sea. Me gustaría conocer a tu novia. O novio. Me genera curiosidad.

¿Es posible entenderlo? Temo que no. Y es tanto el esfuerzo que hago por aclarar sus palabras, que se me retuerce el estómago y agita mi corazón.