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𐙚 capítulo 15

advertencias: humor absurdo, chaelisa y otras parejas. capítulos cortos.

Smut.

Rosé de pronto estaba besando a Lisa, y cuando pestañeó, no sabía cómo, pero llegaron a un callejón donde estaba acorralando a la pobre chica contra la pared, sin separarse de ella un momento, sin dejar sus labios unos segundos, sólo lo suficiente como para que pudiera respirar y no morir ahogada.

Sus manos estaban en su cintura, aferrándose a ella, mientras los brazos de Lisa estaban rodeando su cuello, acercándola, apretándola, como si temiera que pudiera alejarse de ella.

Pero Rosé no pensaba alejarse de Lisa, al menos, no por ese momento.

¿Cómo habían acabado en esa situación? Bueno... Qué importaba en aquel instante. Lo único que importaba era que la estaba besando con total salvajismo y pasión.

Rosé podía besar todo el día a Lisa y jamás se cansaría. Y no le importaba lo que significara eso, le daba lo mismo, sólo quería besarla en cualquier momento y eso estaría bien para ella.

A su oído, Lisa gimió en voz baja cuando sus labios se deslizaron por su cuello.

—Te estoy besando con tu consentimiento, ¿Cierto? —se burló Rosé de pronto, deslizando sus manos más abajo, dándole un apretón en el trasero.

Lisa se sobresaltó, sus mejillas ruborizándose.

—S-Sí... —jadeó sintiendo la entrepierna de Rosé frotándose contra la suya.

—Bien. —satisfecha, Rosé siguió besándola por el cuello, mordiendo, chupando, lamiendo.

Tener a Lisa bajo ella, de esa forma, la estaba enloqueciendo a más no poder. No había forma de explicarlo, pero no importaba, porque si ambas lo estaban disfrutando entonces estaba bien.

—Es... Estamos en pu-público... Rosé... —gimoteó Lisa al sentir los dedos hábiles de la cabello rosado desabrochar su pantalón.

—Tranquila —gruñó Rosé, bajando un poco su pantalón y ropa interior—, seremos rápidas.

Lisa quiso preguntarle a qué se refería con eso, pero de pronto una de las manos de Rosé la estaba masturbando, frotando con entusiasmo de arriba a abajo, y era un manojo de nervios, de gemidos. La Australiana la siguió besando, pudiendo sentir la sonrisa de la chica contra sus labios, para luego abrir su propio pantalón, liberando también su entrepierna, comenzando a masturbar ambos coños.

Tuvo que morder su labio inferior para no gritar por el placer que estaba sintiendo.

La mano de Rosé que la estaba masturbando la soltó, e iba a soltar un quejido, pero llevo sus dedos a sus labios para humedecerlos y asi deslizarlos por los bordes de su coño. Lisa ante el gesto.

Sonriendo contra sus labios en un beso demandante, Rosé presionó un dedo húmedo contra la entrada de Lisa, sin empujar demasiado, y escuchó el quejido de la chica.

Profundizó el beso en el momento en que metió más profundo su dedo, y pudo escuchar el gemido ahogado de Lisa contra su boca.

Comenzó a mover su dedo en su interior, penetrándola lentamente, haciendo pequeños círculos mientras su otra mano seguía ocupada en masturbarse, y pronto Lisa estaba gimiendo en voz baja, mordiendo su labio inferior mientras Rosé se dedicaba a seguir marcando su cuello.

El segundo dedo causó que Lisa volviera a sobresaltarse, pero aceleró los movimientos de su mano, por lo que pronto la chica olvidó el dolor momentáneo para deshacerse en gemidos.

Pronto, los dedos de Rosé encontraron su punto débil y Lisa, por supuesto, no fue capaz de aguantar mucho. No cuando estaba recibiendo estímulos en dos de sus zonas mas erógenas: su cuello y su coño. Gimiendo contra el hombro de Rosé, temblando por completo, sujetándose de la mayor, llegó al orgasmo sintiendo que podía alcanzar el cielo en ese momento.

La visión de Lisa corriéndose fue suficiente como para que Rosé la siguiera entre jadeos.

Ambas quedaron manchadas por el liquido traslucido entre sus piernas mientras trataban de recuperar el aire, y Lisa se apoyó en la pared, respirando aceleradamente mientras Rosé se alejaba mirando su ropa interior sucia.

—Eres horrible. —se quejó Lisa sintiendo sus mejillas ruborizadas.

—Cuando estemos a solas —le murmuró Rosé acercándose—, vamos a terminar esto de otra forma.

Lisa sólo le respondió con una sonrisa desafiante.

¡Gracias por leer!

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