Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

[17]̴

            Mirando la hoja que había escrito, en borrones, todo lo que se me había dicho, sentía que no podía ni pensar coherentemente. Los gemelos lo habían leído una y otra vez, intentando descifrar qué podría significar, y con el Doc anotando similitudes y sinónimos para poder indagar en el significado, todo era tan ambiguo que nada tenía un solo sentido.

Me abracé con mas fuerzas las rodillas al pecho al dejarme caer en el sillón. Noah estaba sentado, una de sus manos aferradas a mi tobillo y su pulgar acariciando mi piel, tratando de relajarme sin presionarme tampoco.

A diferencia de él, Tom estaba mirando el papel y lo había agarrado por la séptima vez en la última hora.

Nada será suficiente. En el desequilibrio de una, la otra tendrá el mismo rumbo —leyó en voz alta una vez más, cada palabra frunciéndole más las cejas—. Se necesita de la otra mitad en su mismo lado o la destrucción causará el fin de la nueva era... Empecemos a separar con que eso puede referirse a... ¿ti? ¿Tu anomalía? En cierto lado, es tu otra mitad, a lo cual...

El Doc chisteó desde la silla que se había arrastrado de la mesa del comedor.

—Podría ser. Tay no tiene una delimitación marcada por el momento, la realidad es que probablemente ella conozca sólo parte de ella y que esté lejos de su totalidad —señaló, frunciendo sus ojos con cansancio o frustración—. Pero no creo que ese sea el gran problema que la está afectando a ella.

Fue Noah el que tomó el papel que su hermano había vuelto dejar en su lugar, y dándome un apretón donde me tenía agarrada, terminó de leer lo que quedaba.

Tu quiebre está marcada por pérdida y lucha, fuese tuya o de alguien más... —suspiró, meneando la cabeza y lanzando el papel a su lugar, terminando lo que quedaba ya de memoria—. Tu pérdida es la ganancia...

Tom apoyó sus manos a cada lado de su cadera.

—Pérdida es un término que tiene varias ramificaciones dentro de la gramática, ¿no? —empezó a razonarlo, en otras palabras, distintas que antes sin importar que fuera el mismo camino—. Podría no sólo referirse a una persona, sino a un objeto, situación...

—O pelea —agregó el Doc.

—O pelea... que en este caso esperemos que no se refiera a eso —se apresuró por decir el gemelo, dándose cuenta de que, en nuestra circunstancia, era mejor perder un objeto—. ¿Y sí...? Tampoco bueno, esperen, pero; ¿Qué pasaría si...? No, eso tampoco...

Noah carraspeó la garganta, lo que hizo, o pareció indicarle, a su gemelo que deje de hablar.

—Creo que estamos preocupándonos por algo que siquiera sabemos cuándo pasará —dijo, girándose hacia mí cuando me incorporé en el sillón—. Esto puede pasar dentro de días, semanas, o años, no lo sabemos, y si lo pensamos a fondo, no cambiaría nada.

Parpadeé un par de veces.

—A mí me cambia todo.

—No vas a entender lo que quiero decir si no me escuchas tampoco —aclaró, señalándose a sí mismo—. Seamos honestos, en el momento, lugar y situación en la que nos encontramos, sabemos que estamos viviendo nuestra vida como una supervivencia, lo que eso significa que sí, hay una chance de que algunos de nosotros... no sobrevivamos.

Que lo dijera me apretó el corazón, inconscientemente me hizo tratar de hacer mi pie para atrás. Lo agarró con más fuerza.

—Es la realidad que nos toca, Tay, y la que estamos tratando de pelear por cambiar, ¿o no? —insistió. Si no fuera por mi dolor y mi desesperación, le habría dado la razón absoluta. No esperó a que le respondiera para continuar hablando—. Lo que estoy tratando de decir es que, sea lo que sea que vaya a suceder con nosotros, contigo, con quién haya sido que haya aparecido en tu predicción, es algo que no vas a poder controlar, que no será tu culpa si pase o no, y que por saber lo que va a suceder, no puedes guiar el resto de tu vida por algo que no tiene una fecha ni horario. No puedes castigarte así.

Entre él y yo, él tenía mucha más lógica y razonamiento que pura impulsividad. Yo me manejaba por mis emociones, lo sabía y era lo que me representaba a mi persona, por eso la desconfianza de Julia en mis acciones, por eso el enojo de Noah después del suceso de Javier; porque yo me manejaba puramente por lo que sentía que debía hacer. La predicción no iba a ser distinta, sabía que me guiaría, que inconsciente o conscientemente trataría de evadir los escenarios que había visto —borrosos y extraños, sin sentido y sin contexto—, pero que, en la mínima similitud, sería la primera en tratar de cambiar el camino que se me había escrito.

Cómo también era impulsiva, podría llegar a ser igual de testaruda.

—Tú no viste lo que yo vi, ni sentiste lo que me hizo sentir —murmuré, bajando la mirada y llevando mis manos a mi pecho, dónde la memoria del dolor seguía igual de fresca—. Si lo hubieras sentido, si lo hubieras visto, no estarías hablándome con esta normalidad.

Relamió sus labios, sabiendo que tenía razón, y bufó.

—Eso podría darnos respuestas, ¿sabes? —interrumpió Tom, todos dirigiendo nuestra atención a él—. Que nos predijeran también.

Me levanté del sillón de un salto.

—Ni se te ocurra, a ninguno —sentencié, espantada por la idea—. No tienen una idea de lo horrible que fue, de lo... insuficiente y desesperante que es saber parte de tu futuro a medias y con respuestas que Zafira no podrá darte —me crucé de brazos, totalmente negada al disparate que había soltado—. Además, podría darte otra predicción que no está relacionada y hubiera sido sin sentido. Así que no.

—Sin contar que Zafira está desconsolada, detesta esta responsabilidad —el Doc se levantó de su silla y se apoyó en el respaldo de ella. Pensar en la pobre mujer también me dio pena, con mi mente un poco más relajada que antes, pude sentir empatía por ella—. Nadie que escucha sus predicciones sale contento. La reacción de Tay fue justamente lo que ella quería evitar.

Tenía un poco de vergüenza al pensar cómo había actuado, la forma en la que el Doc había tenido que restringirme para no sacudirle las respuestas —que no existían en su memoria— fuera de Zafira. Podría ser comprensible y sensato para alguien que escuchó algo tan atroz como lo mío, sin embargo, era injusto para ella. Zafira no me la había dado a propósito, había sido yo que, en mis ganas de ayudarla, olvidé la regla más importante de ella.

—¿Ella está bien? —la pregunta sonó más baja de lo que planeé. El Doc relamió sus labios.

—Va a estarlo, Troy está con ella y las dos saben que fue un accidente, por más difícil que sea aceptarlo para ella —dijo, jugando inquieto entre sus dedos—. Es una buena mujer, es horrible que cargue con una anomalía que la haga sufrir así.

Ella merecía que yo le pidiera disculpas, la verdad. No merecía tampoco que, en el extraño estado que estaba, yo la culpara de algo que no estaba ni consciente de haber hecho hasta que fue demasiado tarde. Quise preguntar qué le había pasado, pero en lo que me giraba al Doc, la puerta de entrada de mi departamento se abría y tres personas se hacían paso.

Morgan me sonrió al verme—: ¡Hola, Tay!

Debió verse extraño para ella la forma que me acerqué para casi tirarla de un abrazo, como si eso me asegurara que ella también estaba bien, que haber ido a la escuela no iba a dañarla y que podría no ser parte de lo que me perseguiría de ahora en más. Hasta me palmeó la espalda extrañada, riéndose como si estuviera bromeando con ella.

Decidí seguirle el juego para no preocuparla más. Ya muchos estaban pendientes de mis problemas y estaban igual de frustrados que yo.

—¿Qué fue tanto cariño? ¿Qué rompiste de mi habitación? —se rio, mirando por sobre su hombro a Simo que estaba con ella. El chico me saludó en un ademán, a diferencia de su hermano mayor que estaba en el marco de la puerta y siquiera levantó una ceja. Morgan tampoco parecía cómoda con Enzo cerca y lo señaló con la cabeza—. Dijo que necesitaba que el Doc y Noah vayan con él, tienen que ayudar a mudar a los recién llegados y hablar de algunos temas de la ciudad.

No quería que Enzo se comunicara con mi hermana ni que comentara nada que no fuera su responsabilidad. El tipo me sonrió con amargura, claramente dándose cuenta de lo que me estaba molestando y sólo se dirigió a los otros dos.

—Los espero afuera, es urgente su ayuda.

En lo que el sarnoso se iba, me volví hacia los otros dos. Tom había sido lo suficientemente rápido como para doblar la hoja con lo que había escrito y la guardó en un bolsillo. Noah y el Doc se miraron entre sí antes de acercarse a mí.

—Está bien, vayan, los veo después —sonreí en una mueca. El Doc me palmeó una de mis hombros, pellizcó las mejillas de los dos menores y siguió de largo. En lo que mi hermana y Simo se iban hacia su habitación para hacer tarea, con Tom prometiéndoles que los iba a ayudar, fue Noah el que parecía dudoso de irse—. Voy a estar bien, Tom se quedará. Nos vemos en la noche.

Eso no pareció relajarlo, y sin más opción, terminó dejándome un beso en una de mis sienes y mi mejilla, acariciando mi piel por un segundo antes de seguir de largo y cerrar la puerta al irse con los otros dos.

Una vez con Tom a solas, dejé caer mis hombros como si una tonelada de concreto estuviera en ellos. Sentí las manos del otro gemelo caer en mis hombros.

—Cómo lamento que las últimas semanas hayan sido puramente terribles para ti —dijo, sus dedos masajeando mis músculos para ayudarme—. No puedo entender como no hay un minuto de paz para ti.

—O para ustedes —agregué—. Siempre están involucrados de una forma u otra. No lo merecen tampoco.

El gemelo suspiró a mis espaldas, lo que me hizo darme vuelta y ver su rostro, sus facciones. Era tan parecido a su gemelo, por obvias razones, y, al mismo tiempo, tan distintos. Mientras que uno era más lógico, el otro simplemente era más empático. Ambos eran, por igual, dos personas bastantes presentes en mi vida y parte de mis prioridades.

No pude esconderle a Tom a quien también había sido parte de la predicción.

—Ella estaba ahí también, ¿sabes? —solté y necesité aclararlo para que entendiera la importancia que en sí cargaba la predicción para mí. No sólo había pérdida y que por ello una ganancia, sino que había una sorpresa—. Claire.

Hacía tanto tiempo que no veía sus ojos almendrados con tanta ilusión.

—¿Qué? ¿Cómo?

—No lo sé. Sólo sé que estaba ahí porque la escuché —recordé, entre las voces que había logrado oír, la melodía de la suya—. De alguna forma u otra, ella está ahí. Despierta.

Lo único bueno que parecía de aquella profecía o lo que fuera, era que, en algún momento, no sabíamos cuándo, ni cómo, o por qué, pero nuestra vieja amiga volvería a ser parte de nuestra rutina. ¿Pasaría después de mi pérdida? ¿Antes? ¿O durante? El rostro del gemelo pareció iluminarse, algo que brevemente logró animarme y palmeé su mejilla con broma.

—Esperemos que eso sí pase pronto... —dije—. Lo demás podría esperar un poco, ¿no?

Por más ilusionado que se viera por la nueva noticia, de igual forma frunció la boca. Era difícil agarrar lo dicho a medias, era hasta complicado deducir si todo estaba relacionado entre sí o eran distintas facetas que iba a tener que transitar hasta llegar al real problema; mi ganancia a través de una pérdida.

Tom había supuesto dos que no había dicho.

—¿Qué se te había ocurrido hace un rato? Mientras hablabas de las opciones que podrían ser... pérdidas —traje el tema de vuelta, lo cual lo hizo ponerse tenso—. Aparte de pérdida de alguien, algo o situación, que fueron las dichas, sé que pensaste otras dos y no quisiste decirlas. ¿Cuáles fueron?

Terminó rascándose la parte detrás de la nuca.

—No quise ser pesimista, por eso no lo dije... —contestó, sus ojos un poco afligidos—, pero sí pensé varias, tres para ser exactos. Pensé en qué pasaría si la pérdida es...tu anomalía. Si es que la perdieras a cambio de algo. O bueno, también me hizo darme cuenta de que pérdida podría significar algo que estarías dispuesta a hacer por nosotros. Porque es algo que ya hiciste.

—¿Qué cosa?

Mantuvo su vista fija en mí, sus facciones serias y dijo—: Sacrificarte.

Perderme a mí. Que mi muerte sea la pérdida en cambio de algo (o alguien) más. Esa fue la mejor que podría haber pensado, que, a cambio de mi vida, yo podría salvar la de alguien más. Que esa, en esa circunstancia dada, siempre sería mi ganancia.

Decidí no acotar nada sobre eso, sabía que le haría bien a Tom oír algo así, y sólo pude carraspear la garganta.

—Esas son dos. ¿Y la otra? —quise saber—. La tercera.

—La más cercana a tu realidad; perder tu humanidad, digamos —recordó, sus ojos cayendo en mis manos—. El volverte una poseída.


[...]


No pude dormirme en las primeras horas que me acosté sola en mi habitación. Incluso después de una ducha cálida, una cena sabrosa que Tom se había tomado el tiempo de hacer con mi hermana, y que el gemelo trató de distraerme con música y bromeando en bailes con Morgan; mi mente no pensaba en nada más que la secuencia que había visto. Cerrar los ojos podría ser volver a verla, y estar sola en mi habitación me daba mucho más espacio en mi cabeza para que los recuerdos me atormenten.

Incluso pasada la medianoche, en el reloj que había conseguido, que estaba en mi mesa de luz, podía contar los minutos que pasaban hasta que cruzaron las dos de la mañana. No había un sonido por todo el edificio. Noah no había vuelto todavía de la reunión, algo que suponía que había sido bastante grave. Después de todo, habían sido atacados en la misión y les había costado volver.

Sentada en mi cama, continué mirando el reloj hasta que, cuando estaban por ser las tres de la mañana, escuché la puerta de entrada del departamento. Conociendo el ritmo de los pasos, esperé a que cruzara mi puerta, sólo cuando la cerró me animé a acercarme a mi velador, tan viejo que chispeó al encenderlo, y encontrarme con su rostro exhausto.

Me sonrió brevemente al acercarse.

—Deberías estar durmiendo.

—Tú también —devolví la sonrisa igualmente y esperé a que se terminara de acercar. Se sentó en la cama para sacarse el calzado y las medias—. ¿Quieres ir a darte una ducha? Dejé una toalla limpia.

Terminó asintiendo, murmurando que no tardaría, y en lo que se arrastraba al baño, yo acomodé lo que se había sacado en una esquina. Había conseguido unos borcegos militares que parecían bastante resistentes, pero viendo unas marcas de quemadas en ellos, me hizo notar no estaban hechas para un anómalo. Vaya a saber cuánto Noah había tenido que batallar ese día para encima lidiar conmigo y con la líder que teníamos.

No habrá tardado ni diez quince minutos que ya estaba de vuelta, su pelo húmedo en todas direcciones. Yo me escondí más entre las sábanas en lo que él dejaba su ropa en la silla que tenía y se ponía una muda de ropa que había dejado en mi armario. Apagué la luz una vez que empezó a meterse en la cama, y en lo que apoyaba su cabeza en mi pecho al abrazarme, yo me aferré a él también.

Se notaba físicamente tan exhausto como yo. Me sentí un poco mal pensar que todo se había tratado de mí hoy.

—¿Qué pasó hoy? —murmuré contra su pelo, acariciando su espalda y tragándome el nudo de preguntas al sentir unas cicatrices nuevas. Probablemente recién curadas—. Salvaron a mucha gente, pero vinieron en terrible estado.

Tardó unos segundos en contestar, lo que me hizo dudar de si se había dormido en un milisegundo, pero terminó resoplando y respondiendo.

—Un tipo de emboscada, nada que no nos esperábamos. Las misiones tratan de eso, de áreas cercanas o futuros nuevos migrantes a la ciudad que se encuentran en peligro. Estábamos preparados, sólo que había una diferencia de números y eso nos pesó a muchos —contó, con uno de sus manos metiéndose por debajo de mi camiseta y acariciando la piel de mi vientre. Tendría la piel cálida, y de igual manera, me daba el mismo escalofrío por la columna—. No perdimos a nadie ni estuvimos cerca de ello. Sólo fue cansador. Julia quiere armar una nivelación más para empezar a acercarnos más a estas áreas y ayudar.

—¿Así como un ataque a las bases que se están acercando? —quise saber. Asintió contra mi pecho—. ¿Ella quiere empezar a ser la que ataca?

—Sin dejar la posición de defensa, dice que quiere usar bien la palabra de resistencia, no que fuera solo un refugio.

Yo ya conocía esa historia, conocía las ganas de pelear, las ganas de defenderse, las ganas de hacer saber al bando contrario que no estábamos sólo cuidándonos. Estábamos defendiendo nuestra persona, estábamos intentando dejar en claro que no éramos la escoria, que los militares y el resto de la sociedad que no nos apoyaba, pensaban que éramos.

Insegura y con miedo, más que nada en ese momento, fue de las pocas veces que estuve un poco de acuerdo con Julia.

—¿Y tú que piensas?

Mi pregunta lo descolocó un poco, lo que lo hizo levantar su cabeza para poder mirarme en la oscuridad. No sabía si lo había hecho porque tenía miedo de como reaccionaría a su respuesta o porque no tenía una todavía, o probablemente una mezcla de las dos. Así que, en lugar de responderme, me dio una razón que me hizo tensar y tener una mínima idea de qué pensaba.

—Escuché a mi papá hoy —dijo, los músculos en su espalda tensándose. Yo no pude esconder la forma en la que apreté la mandíbula—. Él no estaba ahí, pero era quien los estaba ordenando. Pensé que estaba delirando cuando la escuché desde sus radios, hasta que uno contesto con un "señor Parker".

Pasé mis dedos por su pelo, tratando de conformarlo.

—¿Tom lo notó? —pregunté—. Aparte de haber dos de ustedes, ¿crees que los reconocieron?

—Uno sí, nos miró a ambos en el momento y trató de llegar a la radio —contó, volviendo a apoyar su cabeza como antes—. No sé que le llegó primero, si mi fuego o el hielo de Tom. No llegué a preguntarle si escuchó el nombre de papá o no, estoy seguro de que, si lo hizo, no es un tema que quiera hablar.

—¿Nunca lo hablaron?

—Él y yo tenemos dos versiones distintas de quién es nuestro progenitor. Él tiene un papá que, sabiendo que no fue del todo lo mejor para él, no dejó de estar con él en sus últimos años en casa —recordó, lo que me hizo suspirar—. En cambio, yo conocí su peor versión y en los últimos años, me alejé de todo tipo de imagen de él. Mi hermano tuvo más contacto.

Estaba segura de que Jack Parker no habría sido tan diferente con Noah como lo habría sido con Tom, no encontraba bondad en él al pensar en su nombre y persona. Hasta que me acordaba del suceso de la supernova, de cómo había estado preocupado por su hijo y con su esposa prácticamente restregándole en la cara que Noah no estaba con ellos por su culpa. Ahora toda esa escena tenía más sentido en mi cabeza, y mirando cómo Jack había estado con su hijo, me daba cuenta de que, frente al otro gemelo, simulaba ser otra persona que la que Noah conocía.

Nos quedamos en silencio por un rato, mis dedos acomodando su pelo que iba secándose al paso que su cuerpo se ponía más cálido, algo que estaba empezando a relajarme y darme sueño. De no ser porque volvió a hablar, estaba segura de que habría caído en sueño.

—Escuché hoy que ayudaste a un par de mellizos a llegar al mundo.

Me reí un poco seca.

—Me olvidé de eso, no voy a mentirte. Entre todo lo de hoy... —alargué, peleando el bufido que cargaba en el pecho—. Pero sí. Un niño y una niña. Ashley y Jamie.

Se rio contra mi camiseta—: ¿Jamie? ¿En serio?

—Te juro que no lo planeé, solo pasó. Llamó Ash a la niña y no había nada que no pudiera hacer para no pensar en ellos —en la oscuridad, traté de mirar a la foto donde mis viejos amigos me acompañaban—. Se sintió como que tenía que honrarlos, darles una segunda oportunidad a sus nombres. Creo que esos bebés que cuidaron de su mamá lo merecen.

—Estoy seguro de que van a saber llevar esos nombres. Es adorable de tu parte —siguió riéndose suavemente contra mí, lo cual me sacó una sonrisa. Su tono de voz se iba volviendo cada vez más bajo—. Y sé que te hace bien en parte. De seguro fue toda una experiencia.

—Ni que lo digas, ¿con el miedo constante de ser aplastada por una mujer pariendo y volviéndose piedra al mismo tiempo? —rodé los ojos al resoplar—. No voy a olvidármelo.

Siguió riéndose unos segundos más, de a poco cayendo en sueño hasta que, sin dejar de trazar su espalda o pelo, empezó a soltar sus leves ronquidos usuales. Me incliné a dejarle un beso en la cabeza, aferrándome todavía más a él y nuevamente deleitándome en su calidez hasta empezar a dormirme yo también.

No llegué a tener pesadillas ni nada relacionado a todo el suceso, pero no podía dejar de pensar en la idea de Jack Parker sabiendo dónde estaban sus hijos y qué haría con esa información. O que haría al pensar que hijos de anómalos podrían nacer y no ser creados a partir de la radiación de la supernova. No, él no tenía que saber eso, como tampoco el general Gedeón.

¿Podría eso ser el inicio de la ruina que había sido establecida?

En la mañana siguiente, Noah y Tom se habían ido a entrenar junto a los demás. Yo me quedé preparando unas tostadas para mi hermana. A su suerte, no las quemé como otras veces y hasta ella se sorprendió de verlas no carbonizadas.

Tomando mi café matutino, ella me interrumpió al preguntar:

—Enzo mencionó que estabas conmovida ayer... —dijo, lo que casi me hace escupir el café en la taza de vuelta. Perro asqueroso y encima metiche—. ¿Pasó algo ayer?

Tuve que bajar la taza al girarme hacia ella, sus irises grises cómo súplica para que le diga. No quería preocuparla más, suficiente con lo que estaba haciendo con mis amigos, pero tampoco podía mentirle. A mí no me gustaría que ella me mienta a mí.

Mientras la respuesta fuera concisa, sólo esperaba que ella no indagara más en dónde no convenía.

—Zaf me predicó unas cosas que, bueno, no fueron de mi gusto. Fue un accidente y no reaccioné bien.

Morgan asintió brevemente.

—¿Qué te dijo?

—Lo necesario para angustiarme y ponerme nerviosa. Respuestas ambiguas que no sabría cómo explicarte —dije, no queriendo hablar mucho del tema—. Lo único que tengo en claro es que tengo que seguir cuidándote y a los demás también. Nada distinto a lo que venía haciendo.

Relamió sus labios después de darle un trago más a su café, por sus facciones centradas deduje que estaba pensando. No fue hasta que levanté los platos y los dejé en la regadera para limpiarlos después, que ella volvió a hablar.

—¿Por qué te responsabilizas tanto por la seguridad de los demás antes que la tuya?

Su pregunta me hizo tensarme. Fue un rejunte de palabras justas que me ahogaron en un santiamén, en dónde no tenía una respuesta sana la cual dar. Mi anomalía, mis emociones, todo siempre había estado y sido dirigido para cuidar de mis alrededores, de hacerme cargo que estuvieran bien; cómo la crianza y cuidado de mi hermana, la protección de mis amigos, las visitas a Claire para que supiera que estaba ahí. Siempre había sido así, una parte de mí al menos siempre lo había tenido en cuenta, pero no fue hasta después de la supernova y todo lo que había pasado, que esa responsabilidad se volvió más grande.

Sólo pensé en los sucesores de los mellizos que cargaban sus nombres ahora y volteé hacia mi hermana.

—Porque cuando no lo hice, los perdí —recordé. Evitaba pensar en la muerte de Jamie y en la de Asher, en cómo ambos se habían sacrificado por mí y yo no había podido hacer nada para salvarlos—. Y no quiero pasar por ese dolor de vuelta, no puedo pensar en perder a ninguno de ustedes. Menos que menos a ti, no quiero ni imaginar lo que sería ese dolor.

Mi hermana me miró con cierta compasión que me confundió, como si el dolor que yo le había mencionado, ella lo conociera. Me puse a pensar en los meses que habíamos estado separadas, probablemente ella había perdido a sus amigas también y yo no estaba enterada. No quise preguntarle, se veía un poco conmocionada con lo poco que había hablado, e incluso cuando quise decirle algo, ella saltó de su asiento para agarrar sus cosas.

Por sobre su hombro, agregó.

—Eres una sola persona, Tay. No puedes cargar con la vida de todos cuando la tuya no parece estar en el mejor momento tampoco. Cuida de ti también.

No dejó que le contestara, se acercó rápidamente a darme un beso en la mejilla y retirarse del departamento para ir a la escuela. Me había quedado estática en la cocina, pensando en lo que me había dicho y no pude hacer nada más que rascarme las manos debajo de los guantes.

Cuidar de mí significaba cuidarlos, porque mi salud mental y emocional dependía de ellos más de lo que debería.


[...]


Llegué al centro de entrenamiento cuando ya no había nadie, subiendo los escalones de la entrada y pasando al lugar que Sue seguramente estaría esperándome. Tom había vuelto rápidamente al departamento para avisarme que tendría que reunirme con mi exlíder y la voluntaria en el centro. Cuando pregunté quién se había ofrecido, él sólo hizo el signo de rezo en mis hombros, pecho y frente y siguió de largo.

Entendí por qué una vez que encontré la cabellera rojiza dándome la espalda.

—Me tienen que estar jodiendo...

Sue y Anna se dieron vuelta al mismo tiempo, la exlíder rodando los ojos al ver mis gestos estupefactos. La otra sólo sonrió con amargura. Sue se acercó ya con sus manos a cada lado de su cadera.

—Fue la única que se ofreció.

—Porque fue la única que personalmente trató de matarme —recordé y levanté dos de mis dedos—. Dos veces, para aclarar.

Anna se cruzó de brazos.

—Y la que llegó a casi hacerlo, también. Nadie más estuvo así de cerca —aclaró, algo que, por más que detestara, tenía razón. Sue le dio una mirada de costado que la hizo levantar sus manos en inocencia—. Está bien, está bien. Sólo remarcaba.

Después, mi exlíder se giró hacia mí para apoyar una mano en su hombro.

—Es una excelente combatiente de cuerpo a cuerpo, es ágil, puede ayudarme a enseñarte defensa física y no anómala —señaló, su mano dándome un apretón—. Vamos a practicar igual con tu anomalía, cómo dije ayer, no creo que debas acumularla. Menos ahora con todo lo que sucedió ayer.

En la reunión estaba segura de que se había hablado de Zafira y lo que había pasado. Hasta Anna pareció fruncir su boca en un gesto que parecía pena, dudaba que fuera eso, y así de rápido que lo vi, también se fue. Sue empezó a llevarme hacia el centro del lugar, donde habían acumulado unas barras, pesas y colchonetas para el entrenamiento.

Con dos palmadas, que me llevó a meses y meses atrás cuando estábamos en el campamento, se paró frente a nosotras y nos miró con atención.

—Quiero aclarar un par de cosas con ambas antes de empezar y quiero que me escuchen bien. Las dos —aclaró, inclinándose hacia cada una para terminar de reforzar lo último—. Primero, acá es solo entrenamiento. Mientras el otro aprenda, entienda y refuerce, ese es el objetivo. Más que nada para Taylin. En tu caso, Anna, pierdes horas de guardias aburridas, así que es un bonus para ti —la señaló, a lo cual ella asintió y me dio una mirada de soslayo. Sue se volvió hacia mí—. Segundo, vamos a tener precauciones a la hora de entrenar. Cuando es físico, tus guantes van a estar siempre puestos y vamos a variar las herramientas y métodos. Hoy será barras, por ejemplo. Pero, cuando es anómalo, va a haber distancia en el medio. No quiero que nadie salga herido.

Asentimos una vez más, y para última aclaración, señaló todo su alrededor.

—Acá siempre será nuestro encuentro en este horario hasta, bueno, que terminemos. Podríamos probar en el exterior para las anomalías, así mantener más distancia y nada de confinamiento que podría salir perjudicado —siguió hablando y se agachó para agarrar dos de las barras—. Bueno, ¿alguna pregunta?

Yo levanté mi mano y ella hasta rodó los ojos por más que me señalara que la soltara.

—¿Hay algún límite en la pelea?

—¿Quieres que no lo haya? —fue Anna la que contratacó la pregunta. Me reí con sarcasmo.

—No, de hecho, la hacía para recordártelo a ti.

Hay límites. No quiero que vuelva a pasar ni lo que pasó en el campamento ni la última vez que ustedes intentaron entrenar juntas —aclaró, ya frustrándose con nuestras discusiones—. No voy a malgastar mi tiempo intentando sacar algo bueno de ustedes cuando lo único que harían es saltar al cuello de la otra. Al mínimo segundo que se sobrepasan, se las verán conmigo, ¿queda claro? Bien.

Nos tendió a ambas una barras que parecían metálicas, de un peso tan ligero que podía mover de lado a lado. Anna hizo unas piruetas con ella frente a mí, luciéndose con su anomalía, lo que me hizo bufar y ya posicionarme para lo que se me vendría. Ya por preguntar si no era mejor correr para calentar los músculos, en un gesto rápido que la exlíder había hecho, tenía a Anna saltando frente a mí con la barra direccionada hacia mí.

Decir que me aplastó como una cucaracha tratando de escapar fue poco.

La primera media hora pude sobrevivir a ataques, defensas y contrataques que Anna guiaba en mi dirección. Muchos de ellos llegaron a golpearme, sonidos secos del metal contra mi cuerpo que me hacían sisear y maldecir por lo bajo. Después de una hora, muchos de esos golpes llegaban con menos tiempo de por medio, y para la segunda hora, yo estaba con todos mis sentidos anonadados por el cansancio.

Limpié el sudor que me caía por la frente con mi antebrazo, la barra que antes parecía ser ligera se había transformado en una tonelada que me hacía temblar los brazos cuando la levantaba. Ya el entrenamiento que tenía antes era agotador, éste dónde no podía recaer en mi protección, donde mis manos picaban a morir por la contención, y estar constantemente entrenando con alguien tan ágil que no había repetido ni un movimiento en las últimas horas; me estaba destruyendo físicamente.

Hasta había logrado mantener mi mente ocupada de todo lo que había pasado el día anterior, entre golpe, ataque, esquivar y todo, no había podido pensar en todo lo que había pasado. Parecía haberse borrado de mi mente en las horas de entrenamiento, algo que me di cuenta de que necesitaría para calmar mi impulsividad e inseguridad.

De ser que Zafira no estaba esperándome fuera del centro, hubiera pasado el resto del día pensando cuánto me dolía el vientre o si podría levantar el tenedor en la cena. Pero ella ahí estaba, parada en los escalones de entrada con dos canastas a sus pies. Sue palmeó mi espalda al despedirse, Anna solamente con un gesto de cabeza que hasta me sorprendió. Me acerqué a Zafira con cuidado, notando unas ojeras espantosas debajo de sus ojos.

—Hola, Zaf, ¿cómo te encuentras? —fue lo primero que dije, manteniendo cierta distancia entre nosotras—. Quería disculparme-

Sin verlo venir, se lanzó a mí con sus brazos abiertos y rompiendo en llanto. Yo me quedé paralizada en lo que ella se acercaba y me abrazaba, poniéndome tan tensa y preparándome para la siguiente ola de predicción que terminaría de matar mi estabilidad mental. Extrañamente, eso no pasó. Sólo recibí el abrazo de una mujer desconsolada y que terminé calmando con palmadas en la espalda.

—¿Disculpas? ¿Qué disculpas, Tay? ¡Si fui yo! —estalló, separándose y tomándome del rostro—. Cómo lamento lo que te haya dicho, sé que es muy duro y es muy injusto haberte cargado los hombros con algo tan espantoso, más que nada después de todo lo que te está pasando. Cómo lo siento, linda.

Todavía no entendía cómo era que sus manos, demasiado suaves, estaban tocándome y yo no estaba retorciéndome en el piso con horribles sensaciones. Ella pareció notar mi confusión y suspiró.

—Una vez que pasaste por mi pesadilla, hasta que no se cumpla, tengo como un permiso de tacto con la persona —contó, algo que me hizo parpadear un par de veces. Ella sorbió su nariz—. Extraño, lo sé, pero es lo que me tocó. En serio lamento que hayas tenido que sufrirlo también.

Meneé la cabeza, saliendo de mi confusión.

—No tienes por qué disculparte, la que cruzó la línea y no se acordó fui yo. Tu estabas inconsciente —pensando en eso, fruncí las cejas—. ¿Por qué estabas en el piso? Parecía que estabas en un... trance extraño.

Mi comentario pareció exasperarla aún más. Parecía bastante cargada de cosas también.

—Últimamente estoy teniendo estas premoniciones constantes sin sentido, y al ser muchas muy seguido, me agarran esas horribles situaciones en dónde caigo inconsciente —se encogió de hombros, mordiéndose su labio inferior—. Me encontraste en uno. De no ser por ti, hubiera hasta perdido el departamento y la vida. Te voy a seguir pidiendo disculpas y agradeciéndote por mucho tiempo. Te traje también esto como un gracias...

Agarró las canastas y las tendió en mi dirección, dentro de ellas encontrándome con todo tipo de horneado que ya había visto de ellas. Panes caseros, budines, galletas y más. Yo seguía anonadada entre todo lo que había, lo que me estaba diciendo y el hecho de que seguía palmeando mi mando al darme la canasta.

—No pude dormir en toda la noche, y en lo que Troy y Jacob arreglaron mi horno, no podía dejar de pensar en ti y bueno, me quedé cocinándote.

—Oh, Zaf, no tenías por qué.

—Claro que tenía por qué. Me salvaste la vida y yo en cambio te di un trauma —sus ojos se pusieron llorosos de vuelta—. Ojalá pudiera darte más que sólo eso y esto.

Reaccioné sin ningún límite por medio, acercándome para abrazarla con tanta fuerza que hizo que estallara en llanto de vuelta. La pobre mujer había cargado con culpa toda la noche, se había tomado el tiempo de hasta pensar en mí y querer redimir la situación horrible que habíamos vivido las dos en el incidente. En verdad esa mujer no merecía lo que cargaba en sus manos, y ser yo la única que ella podía darle un abrazo y contenerla, merecía que se lo diera las veces que lo necesitara.

En lo que ella se calmaba y volvía a recomponerse, no pude dejar de pensar en esos ataques. ¿Le estarían diciendo cosas horribles? ¿Se acordaría de ellos o sólo parte? O peor, ¿estarían diciéndole algo terrible de lo que me había dicho y no podía decirme? Tenía tantas preguntas por hacerle, más que nada con respecto a eso, pero estaba tan afligida, tan herida como yo, que sólo pude contenerla, aceptar su regalo y quedarme con ella.

No, no le mencioné lo que me dijo, no iba a castigarla tampoco con eso. Noah tenía razón, no debía guiarme por algo que no sabía cuando pasaría, pero si podría prepararme con mi nuevo entrenamiento y estar dispuesta a dar pelea a lo que fuera que sea el sentido de mi predicción.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro