Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

[12]̴

            Las cosas estaban diferentes. En todo tipo de sentido.

El ataque había causado una enorme ola de desconfianza, y era razonable que eso pasaba; si un anómalo había atacado antes y se había tomado el tiempo de, de alguna manera, perseguir a su víctima, ¿Qué significaba eso? ¿Qué éramos o seríamos víctimas de alguien más? ¿Qué estábamos en la mira por nuestra propia gente? Y la peor pregunta surgía del temor, del terror de la persecución y la seguridad; ¿en quién ya no había que confiar?

Lo más notorio de ese miedo, fue el silencio que se formó en toda la ciudad. Ahora enrejada y rodeada de altas paredes metálicas que Jacob había pasado días y días armando, y que de igual forma no calmaban la nueva sensación que corría entre los integrantes. Encerrarnos no significaba que estábamos a salvo, ¿y si alguno de nosotros se volvía como Javier? ¿Si perdía la cabeza?

Para empeorar las cosas, desde la perspectiva de los anómalos, el cuerpo de Javier fue enterrado en una zona que estaba apartada para actuar como un cementerio. Muchos se enojaron al enterarse de aquello, ¿por qué tratar decentemente a alguien que nos había dañado? Fuese o no inconscientemente, fuese o pareciese como si hubiese sido poseído, ¿por qué tomarse el tiempo? El Doc fue el que insistió con la idea y pudo habilitarnos una zona en el pequeño cementerio.

Estaba en una zona aislada, un poco más adentrada al bosque que rodeaba la ciudad y cerca del acantilado. Por pedido de Drea, después de que el cuerpo fuera evaluado de pies a cabeza —o bueno, lo que quedaba del cuerpo en realidad—, logró convencerla a Julia de poder darle un entierro digno a su cuñado. La convenció con contarle sobre lo que había pasado en su viejo campamento y su comprometido, le contó todo. Menos lo de sus bebés que, tarde o temprano, también saldría a la luz.

La acompañé esa mañana, mi brazo enredado en el suyo y con mucha lentitud caminamos hasta el agujero que un anómalo había hecho con su anomalía de tierra. Los restos de Javier habían sido envueltos en una vieja sábana, el Doc habiendo sido cuidadoso y tratando de mantener el cuerpo de la mejor manera. Junto a Tom y Troy, que también estaban ahí, bajamos el cuerpo en la tierra y Drea se despidió con sus ojos llorosos y dejando caer unas flores que había juntado con Olivia del bosque.

No dijimos nada, hubiera sido hipócrita de nosotros hacerlo. Nos había atacado y causado muchos problemas, más a mí en el futuro, y lo único que me permití hacer fue mecer la espalda de Drea que lloraba detrás de su pañuelo. Más allá de sus traumas, era su última familia. Horas después, la acompañé a su nuevo departamento en un edificio continuo al mío y me aseguré de que entrara en él antes de continuar con mi día.

No fue la desconfianza y tristeza lo único distinto en el campamento. Yo era, en mis ojos, el factor más cambiado.

Lo había tratado de ignorar los primeros días, las cosquillas distintas que atacaban mi nuca y columna mientras que entrenaba, o cuando usaba mi anomalía para pequeñas cosas como defenderme y mover objetos. Hacía mucho tiempo que no sentía los pinchazos en la cabeza, esos habían terminado después de mi estallido hacía meses. Que volvieran no solo me llamó la atención, sino que me hizo temer que estaba tomando pasos hacia atrás con mi proceso y evolución con mi anomalía.

Pero no fue eso lo más raro. Los pequeños episodios habían empezado en momentos que siquiera estaba usando mi anomalía.

El primero que había presenciado, había sido un día que estaba con mi hermana en un fin de semana que no me había tocado guardia. Le había prometido que le enseñaría a usar su anomalía, más que nada después de la situación que había pasado, y estábamos practicando al aire libre por precaución. Le había pedido permiso al Doc para usar el patio trasero de su pequeña cabaña y, por sólo estar interesado en ver la anomalía de mi hermana, nos dejó estar con la condición de él también presenciar la práctica,

Morgan estaba jugando con alzar algunas cosas en el aire, algo que venía practicando desde hace semanas y parecía que estaba siendo más fácil cada vez, cuando me paré frente a ella.

—Okay, An, vamos a probar algunas cosas —palmeé mis manos, el Doc acomodándose en una silla que se había traído desde adentro—. ¿Con qué te gustaría empezar?

Se removió tan emocionada en sus rodillas que por poco no se tropieza en el aire.

—Quisiera probar ser invisible —sonrió—. Podría ahorrarme muchas cosas.

—Espero que eso no esté relacionado a la escuela.

—Oh vamos, no soy como tú.

El Doc escondió su risa con una tos cuando lo miré de costado. Yo no había sido nunca un ejemplo a seguir en la escuela, de hecho, había aprobado gran parte de las materias por Jamie y sólo tenía notas buenas en materias que ni los profesores se esforzaban por poner difícil. Morgan era totalmente lo contrario, pero estaba entrando en la etapa de "rebeldía".

Mientras que el Doc acomodaba sus hojas que probablemente usaría para hacer sus anotaciones, estiré mis manos frente a mi hermana e hice que me copiara.

—En mi caso, se siente como una cosquilla suave, como si mi piel desapareciendo fuera esa sensación —al explicar, lo dicho sucedió a través de mis dedos, subiendo por mi muñeca y deteniéndolo en mis codos. Morgan se rio al ver mis brazos desaparecidos—. Cool, ¿eh? Intenta buscar la misma sensación, conectar con ella y moverla por su cuerpo.

Ella cerró sus ojos y respiró hondo, al estirar sus brazos, pude ver ciertas pequeñas heridas en ella como raspones o pequeñas marcas en las palmas de su mano como cortes viejos de cuando cocinaba o pinchazos de su breve entrenamiento para crear armas de emergencia con Enzo. No iba a mentir y decir que no me preocupaba, pero al realidad también era que no vivíamos en un lugar dónde las cicatrices fueran algo extraño. Cada uno tenía las suyas.

Pasaron cinco minutos o un poco menos antes de que terminara haciendo un puchero y abriera los ojos.

—No siento esas cosquillas.

Me encogí de hombros al responderle—: Entonces busca una sensación distinta. Algo más tuyo.

Extrañada me hizo caso, volviendo a su posición donde sus manos estaban tendidas frente a ella y respiró hondo más veces que antes. Me quedé mirando sus gestos, la forma en la que sus párpados se movían, su nariz se fruncía y en lo que sus dedos se movían, todo su rostro pareció relajarse, como si lo hubiera encontrado. Automáticamente bajé la vista hacia sus brazos, y no fue ver la piel intacta y visible frente a mí lo que me hizo dar un paso hacia atrás, sino la forma en la que todas sus cicatrices y raspones se iban curando.

Parpadeé unas cuantas veces, sólo levantando mi cabeza hacia mi hermana una vez que dio una patada frustrada al piso.

—¡No funcionó!

—No, Ann, hiciste otra cosa... —seguía igual de sorprendida y hasta tome uno de sus brazos para mostrárselo. Le señalé uno de sus dedos—. ¿No tenías un corte acá? ¿De hace unos días cuando cortaste mal una zanahoria y se deslizó hasta tu dedo?

Lo miró confundida al ver que ya no estaba.

—Sí, todavía estaba curándose...

—Doc, ven un momento por favor —le pedí, el nombrado acercándose lo más rápido que pudo. Le conté rápidamente lo que había pasado y él frunció las ceja—. ¿Es posible? ¿Qué pueda curarse?

El Doc lo anotó en una de sus hojas, usando su otra mano como soporte lo que lo hizo quedar ilegible, y tanteó en sus bolsillos un pequeño estuche que tenía, entre muchas más cosas, una pequeña navaja. Apenas quise abrir la boca para negarme, sabiendo lo que iba a hacer, mi hermana ya había tendido su brazo.

—Quiero saber —fue lo único que me dijo, y yo tuve que morderme la lengua al ver como el Doc deslizaba el filo por la palma de su mano. La escuché sisear, mi mirada cayendo en el Doc de manera tensa, y cuando un poco de sangre empezó a desparramarse por su palma, fue que el tipo a mi lado suspiró.

—A ver, vuelve a hacer lo mismo que hiciste antes.

Morgan cerró los ojos, respiró hondo, mantuvo la palma tendida frente a nosotros, y esa vez fue cuestión de segundos antes de que sus facciones se relajaran. El Doc y yo mantuvimos la atención en la herida, en el corte que le había hecho, y cómo éste se había ido regenerando hasta desaparecer y su piel quedara como nueva.

—Eso no es curarse, pequeña —el Doc le agarró al mano a mi hermana, algo que la hizo volver a nosotros, y acarició la zona con una sonrisa asombrada—. Es regeneración. ¿Viste la forma en la cual su piel se unía como partículas reapareciendo?

Asentí.

—Eso no fue su piel... —supuse. El Doc negó.

—Fue su energía.

Morgan hasta había inflado el pecho orgullosa, algo nuevo en ella que la emocionaba. Yo estaba más que confundida; si teníamos la misma anomalía, entonces eso significaba que yo también podría hacerlo. Le tendí mi mano al Doc para que también hiciera el corte, algo que me arrepentí un poco apenas lo hizo (después de limpiarla con la esquina de su remera), y cuando busqué una sensación nueva en mí, que no fuera ni las cosquillas o calidez, sólo me recibió el mismo tajo en mi mano. Yo no podía hacerlo.

El Doc lo miró intrigado.

—¿Será algo que podrás desarrollar más adelante? —lo dijo más como una pregunta para sí mismo que otra cosa—. Si ella no puede volverse invisible, y tú sí, son cosas distintas en cada una y que pueden desarrollarse después.

—¿Pero sería sólo mi energía? —cuestionó Morgan, volviendo a su nueva novedad, más que curiosa y contenta—. ¿O podría regenerar con la de otros?

El Doc señaló mi mano.

—¿Quieres intentarlo?

Había aceptado mi derrota —y nueva cicatriz— una vez que agité la mano para limpiarme la sangre, hasta que mi hermana me detuvo y agarró mi mano antes de que la suya empezara a brillar con su haz lila que acarició la palma de mi mano. Mi piel copió el movimiento de sus dedos, regenerando mi piel y cerrando la pequeña herida.

Al girarnos hacia el Doc, yo con una sonrisa orgullosa por mi hermana, a diferencia nuestra, él se estaba agarrando la cabeza.

—Ustedes me van a romper la cabeza con las teorías que me surgen sobre ambas.

Continuamos la investigación de mi hermana durante lo que quedaba de la tarde, encontrando en ella habilidades que hacían al Doc ponerse loco escribiendo y tratando de probar todas. Podía regenerarse, formar el mismo escudo que yo y mover objetos, algo que yo podía hacer también, pero no podía volverse invisible ni tampoco formar los rayos o puños de energía que yo sí. Tampoco desintegrar, algo que por más que hiciera brillar sus ojos y sus manos, no sucedió.

El Doc lo anotó manteniendo su vista en mí.

—Desintegrar para Tay, regeneración para Morgan... —habló en voz alta—. Parecen opuestas.

Me encogí de hombros. Parecíamos tener la misma anomalía limitada y opuesta, que venía de un mismo núcleo y nosotras éramos las distintas ramificaciones. Escuché los gruñidos de mi hermana que intentaba probar hacer sus puños con energía, algo que le parecía increíble que yo podía hacer, la vi intentar de golpear un tronco, sus manos en su más alto destello.

Me quedé viéndola con los brazos cruzados.

—Aparentemente enseñarle va a ser mucho más distinto de lo que pensé.

—Toda una nueva aventura, ¿eh? —bromeó el Doc, dándome un codazo suave—. No te preocupes, pequeña, ella va a aprender igual que tú. Es bastante lista y testaruda por lo que vi, cómo tú.

—Lista es mucho para mí, pero acepto lo de testaruda...

—Eh, ¡¿Tay?!

El tono preocupado de Morgan me hizo correr hacia ella, pensando en que podría estar herida o que algo había pasado. O bueno, algo había atravesado. Se me dislocó la mandíbula de la sorpresa al ver su puño y parte de su brazo metido en el tronco, sin ningún agujero, ni nada roto a su alrededor. Sólo su brazo haciéndose paso por el tronco y sin causarle ningún daño.

Los últimos pelos del Doc volaron de su cabeza cuando lo vio y estaba por llorar de la frustración más o menos al ver lo que mi hermana había logrado.

—Pe-pe...Pero...—no dejaba de anotar, de analizar, de hasta intentar mover la mano de Morgan de dónde estaba. Mi hermana parecía estática—. ¡¿Cómo?!

Ese día, el Doc no quiso volver a armar una teoría. No cuando mi hermana, aparentemente, podía adaptar todo su cuerpo y energía a atravesar cualquier tipo de superficie. Claramente no quise ni probarlo por mi dignidad.

Un carraspeo de garganta nos hizo girar a todos, mi hermana deslizando su brazo fuera del árbol y moviéndolo con un nuevo interés. Troy nos sonreía en una mueca, lamentado de interrumpir, y señaló por detrás suyo.

—Enzo y Marla están en la entrada, quieren hablar contigo Doc.

En su apuro y emoción que había tenido antes, sus hojas se habían desparramado, algo que Morgan y yo nos tuvimos que quedar juntando en lo que él se apuraba para ir a hablar con los otros dos. Seguramente algo que Enzo necesitaba para su líder y Marla, que siempre era llamada para ayudarlos, estaba de acompañante. Troy nos alzó los pulgares, probablemente habiendo visto los logros de mi hermana, y en lo que Morgan se acercaba para darle algunos de los papeles, yo me quedé juntando los últimos.

Fue el reflejo de la navaja del Doc, que había dejado también caer, que vi mis ojos una vez más con el nuevo destello. Brillaban con furia, una presión como los viejos pinchazos en mi cabeza, lo que me hizo preocupar, y que no fue hasta que apreté con fuerza los párpados para tratar de que se fuera, que una vez que volví a ver el reflejo, estaban mis irises verdes y normales. ¿Por qué se habían puesto así si siquiera estaba en peligro o defensa?

Esa fue la segunda vez que me había visto así. Para la tercera, no fueron mis ojos.

La siguiente vez que pude reconocer algo raro en mí, estaba entrenando con los demás. De hecho, por primera vez en meses, estaba entrenando junto a Noah. Había escapado de su usual entrenamiento con Enzo, atrapando mi mano y tirándome fuera del círculo en un tirón. Nos habíamos apartado del resto, desplazándonos todos por el enorme galpón, y empezamos con simples prácticas de defensas. O bueno, su simple era mi peor sufrimiento. Él tenía una duración que yo peleaba por soñar antes de que tener.

Aparte, él estaba molesto conmigo. No por lo que había sucedido y la pelea que habíamos tenido después, que por más que hubiéramos terminado entendiendo el punto del otro, él no me había creído la mentira que le había dicho sobre qué había hecho yo. Le había contado el mismo cuento que a Tom, no queriendo cambiar ni el más mínimo detalle para que, justamente, no hubiera una mentira más mezclada y armada de la que estaba haciendo.

Había sido esa misma noche, cuando después de los tres golpes en mi pared a los cuales respondí con uno, él apareció en mi habitación y deslizándose por las sábanas hasta mantenerme contra él. Me había abrazado por la espalda, su mentón contra mi hombro y sus dedos aferrándose entre los míos.

Fue ahí cuando preguntó qué había pasado.

—¿Pudiste hablar con el Doc? —murmuró contra mi oído, su calor y el cansancio del día durmiéndome más rápido de lo esperado. Tuve que pelear para no balbucear la respuesta.

—Sí. Mencionó lo que nombraste y más o menos me armó una teoría... —a diferencia de con Tom, Noah y yo estábamos en la oscuridad y yo le estaba dando la espalda. Sería más fácil mentirle, o al menos eso pensé. Mi corazón latió pesado en mi pecho cuando decidí cumplir con lo que había hablado con el Doc—. Cree que puedo eclipsar y deshacer anomalías, así como una vez había pasado con Logan que lo hice débil o brevemente humano, pasó lo mismo con este tipo. Al menos eso es lo que piensa él.

El silencio que mantuvo por un momento me hizo dudar de mis palabras, de si había dicho algo mal. Hasta las repasé en mi cabeza y no encontraba el error.

No supe como él sí.

—Él te dijo eso entonces y que era una teoría... —murmuró, su calor aumentando unos grados. Estaba tenso—. ¿Qué fue lo que verdaderamente que pasó?

—¿De qué estás hablando? Eso pasó.

—O lo que te aconsejaron que dijeras —respondió tan rápido que no fue difícil comprender que estaba molestándose—. Porque no fue lo que pasó. Y lo sabes.

Detestaba lo inteligente y rápido que podía hacer, o cuánto verdaderamente me conocía. Sabía que no podría convencerlo de lo contrario, algo que me lo hizo más difícil, y lo único que pude hacer fue tragarme el nudo amargo en el pecho, girarme en sus brazos y encararlo. No hallé su mirada en la oscuridad y en parte lo agradecí, pero me obligué a deslizar mis dedos por su mandíbula, apretada y tensa, y solté un suspiro.

—Esto fue lo que me dijo el Doc, yo no recuerdo que pasó... —fue lo único que respondí, mis palabras empezando a mezclarse entre sí cuando el sueño comenzó a atraparme—. No sé nada más...

Yo sé que no me creyó. Seguía tenso cuando me terminé de acurrucar contra él, lo sentí y escuché respirar entrecortado, de la misma forma que hacía cuando se enojaba. A mi sorpresa no dijo nada más e incluso me aferró contra él, un beso en mi frente lo último que recordé y unas palabras que no pude escuchar al dormirme. A la mañana siguiente no trajo la conversación a la mesa del desayuno ni tampoco en los siguientes días. Probablemente no quería volver a pelear, y lo único que me hacía darme cuenta de que seguía molesto, era la forma en la que me miraba a veces cuando pensaba que no me daba cuenta.

Nunca odié tanto mentirle a alguien como a los gemelos Parker.

Fue entonces, en ese entrenamiento conmigo que todavía seguía molesto, que parte de mi mentira parecía deshacerse. Había sido un momento espontáneo, que ni él ni yo esperamos que sucediera. Pero, cuando en plena defensa de un ataque suyo, me terminé cayendo de rodillas tomando mi cabeza en dolor, sabía que algo me había pasado más allá que solo haber sacado una anomalía.

Había sentido que las cosquillas me estaban afectando mis reflejos al empezar, pensé que podría haber sido por estar distraída o por las bromas que le estaba haciendo Noah con tal de provocarlo y hacerlo perder. No fue hasta que me desbalanceé unas cuantas veces, que pensé que podría ser algo más serio, y fue en cuestión de un giro que mi cabeza empezó a doblarse o apretarse internamente.

El dolor era más fuerte que solo los pinchazos, me tapaba los oídos y me hacía escuchar el ruido de mi sangre bombeando por mis venas. Todo mi cuerpo empezó a sentir esas cosquillas, con mis ojos brevemente abiertos pude ver el destello rodeando mis dedos y pecho, raramente con mis piernas desapareciendo y apareciendo como su una sábana invisible estuviera tapándolas y destapándolas.

Mis dientes crujieron cuando mis dedos agarraron mechones de mi pelo, tratando de distraer el dolor y mis ojos se fruncieron con la misma fuerza.

—¡Tay! Tay, Tay, ¿Qué pasa? —Noah estaba sacudiéndome, tratando de que lo mirara. Sus dedos se enterraban en mis brazos—. ¿Qué te pasa? ¿Qué te duele? ¿Tay?

Su voz sonaba como un eco distante, sus palabras no lograban penetrar la barrera que tapaba mis odios y por más que trataba de responderle, probablemente si abría la boca iba a gritar. Sabía que me seguía hablando, su voz se estaba volviendo más un barullo que algo entendible, y no fue hasta que sus dedos me hicieron sisear por lo calientes que estaban en mis mejillas, que empecé a hacer fuerza para volver a mí misma.

—...me estás asustando, ¿Tay? ¿Me puedes oír? —su voz empezó a tomar más protagonismo, a lo cual me aferré con fuerza y también a su calor. Peleé con mi cabeza para solo quedarme con esos sentidos, su tacto y su tono de voz—. Por favor respóndeme, mírame, o algo. ¿Tay? ¿Taylin?

Abrí los míos en un instante, hallándome con los suyos preocupados y que, en su reflejo, pude ver los míos destellando en su nueva forma. Me dejé caer en mis brazos y dejé caer la cabeza, no habiéndome dado cuenta que había estado conteniendo la respiración y mi pecho ardía en falta de aire. Aproveché para esconder mis ojos, inconscientemente contando los segundos hasta que todo mi cuerpo comenzó a relajarse. Noah me seguía hablando, tomando mis brazos para tratar de levantarme y sólo cuando me pude recomponer en mis rodillas fue que lo volví a mirar.

Parecía hasta pálido cuando me volvió a tomar el rostro. Tom estaba detrás de él, igual que su hermano, y con una botella de agua tendida hacia mí. Alrededor nuestro nadie parecía haberlo notado, más siendo que me había arrastrado contra una de las paredes y había estado tratando de esconderme. El cuerpo de Noah me había tapado de la vista de todos, sólo los gemelos y, al haber estado entrenando con Tom, Sue Lee se acercaron.

Mi cabeza seguía latiendo y lo sentí peor al tomar unos tragos de agua. Sue se agachó al lado de Noah y se quedó mirando fijo mis ojos.

—¿Por qué se ven distintos?

Tom se cruzó de brazos.

—El Doc mencionó que fue porque estaba evolucionando con su anomalía, no es nada distinto —escuché alto y claro, ignorando la mirada fija de Noah en mí y obligándome a distraerme con el agua—. Pero... ¿Qué fue lo demás? ¿Ya se calmó?

Noah tomó la botella de mis manos una vez que la vacié y volvió a tomarme el rostro.

—¿Tay...?

El dolor no paraba.

—Se me parte la cabeza a la mitad.

Apenas ladeé mi cabeza para agarrarla de vuelta, él fue más rápido y me levantó de un tirón. Uno de sus brazos lo rodeó en uno de sus cuellos, su hermano haciendo lo mismo con el otro, y en lo que me ayudaba a caminar fuera —el dolor no permitiéndome ni mantenerme parada—, Sue nos siguió hasta que me sacaron del centro de entrenamiento y me llevaron con el Doc que estaba, ese día, de vuelta en la escuela. Claramente, viendo como me estaban llevando, muchos se dieron cuenta de mi estado.

De lejos vi a mis amigos querer acercarse, Luna estaba con Aiko y Cassia, quien me estaba dando la espalda para cuando mi cabeza se ladeó en su dirección, y Jacob estaba con Marla y su grupo. Todos parecían sorprendidos y preocupados por verme en esa situación.

Tuvimos suerte de no cruzarnos a mi hermana en el camino, no quería ni que me viera así ni que se me preocupara. Con el aire fresco al salir el dolor empezó a suavizarse, cada vez lo sentía menos y menos. De hecho, al llegar a donde estaba el Doc, los gemelos me pudieron dejar sentada sobre una mesa y parecía mucho más consciente y sin dolor que antes.

Para cuando pude respirar hondo otra vez, mi cuerpo cansado por el episodio doloroso, me encontré con las manos del Doc levantando mi cabeza e iluminando mis ojos con esa linterna ultravioleta que tenía de antes.

—Parece estar más lúcida ahora, no veo nada de distinto en sus ojos al menos —dijo, moviendo la luz de lado a lado y al apagarla, sus dedos masajearon mis sienes—. ¿Sigues teniendo dolor, pequeña? ¿Podrías indicarme dónde?

Meneé la cabeza, bajando sus manos—: Ya no me duele, estoy bien...fue en el momento.

Fue Noah el que habló antes que el resto.

—Se desplomó en el piso por el dolor, no fue algo sólo del momento —lo miró al Doc con ojos filosos, claramente sabiendo que algo había cambiado—. Nunca le había pasado esto y le sucede después del ataque del anómalo.

—¿Estás diciendo que algo podría haberla afectado? —recién recuperaba mis sentidos del todo, y de igual forma me tuve que obligar a actuar confundida cuando el Doc decidió hacer lo mismo. Él seguía cubriendo mi secreto, yo tendría que hacer lo mismo—. ¿Qué viste de distinto en ella? Dime los detalles así puedo anotarlos...

Hizo el gesto de ir a buscar sus cosas, únicamente deteniéndose al ver el brillo rojo en la mirada de dicho gemelo. Sue se aprovechó para acercarse a mí y su dedo apareció en mis ojos.

—Tiene un brillo totalmente distinto al que conocemos, yo no lo había visto antes y los gemelos parece que sí —remarcó, el Doc inclinándose en otra mesa donde anotó lo dicho. Miré en dónde estábamos, reconociendo una de las aulas—. ¿Qué fue lo que la hizo cambiar así tan... drástico? No parece ni un síntoma que otro anómalo tenga.

Tom se sentó a mi lado, palmeando mi espalda.

—No es como si Tay fuera como cualquier anómalo.

—Pero a ninguno le agarran ataques de esa forma y —Noah me señaló más bruscamente de lo pensado. Si antes estaba molesto, ahora estaba a punto de una rabieta si alguien no le daba una respuesta—, nadie se enfrentó a un anómalo de la forma que ella lo hizo. "Sacando su anomalía".

Sue alzó sus cejas y se giró hacia mí—: ¿Le sacaste la anomalía al tipo? Pensé que se había calcinado solo cuando lo encerraste con tu haz, que ni él mismo había soportado la intensidad de su anomalía.

Pocos sabían del suceso real o el de a mitades. Mientras menos personas lo supieran, mejor. Sue ahora se sumaba a la lista.

—Según el Doc, eclipsé su anomalía...

—Fue otra cosa, pero no quiere mencionarla.

—Noah —Tom lo detuvo, una mano en su dirección—, no es momento.

—¿Cómo que no es momento, Tom? ¿Me estás-?

—¡Chicos! —estalló el Doc, levantando sus manos en ambas direcciones de los gemelos—. Ponerse a discutir no va a ayudar el estado de Taylin y seguramente no va a aportar nada en el momento de hoy. Les agradecería, a los tres de hecho, si me dejan sólo con ella para poder evaluarla y asegurarme que está bien. ¿Okay? Okay. Muchas gracias, vuelvan pronto.

Tom fue el primero en obedecer, bajando de la mesa donde estaba y dándome un apretón en una de mis rodillas, lo cual me hizo sonreírle. Sue Lee me dio una sonrisa de lado y siguió los pasos de Tom, el último negándose en ir siendo Noah que estaba cruzado de brazos. No quería pelear con él, lo último que necesitaba era discutir de vuelta, así que solo tiré mi mano hacia él y esperé que la tomara para que se acercara a mí.

—Te prometo que estoy bien, seguramente el Doc encuentre una respuesta a lo que haya sido —le dije, mitad verdad mitad mentira. Iba a tener una respuesta, lo cual no significaba que pueda o no ser dicha. Le di un apretón a su mano—. Te busco apenas me libere, ¿sí? ¿Por favor?

Me miró con mucha duda, apretando su mandíbula al pensar y no fue hasta que me incliné hacia él para darle un beso, que suspiró y asintió. Me dio un rápido beso en la cabeza y me soltó la mano con suavidad al alejarse y cerrar la puerta del aula. Mi corazón latió mucho más pesado, yo sabía que él sólo quería cuidarme, que su hermano tenía las mismas intenciones y que ambos estaban preocupados. Pero, según el Doc, tampoco podía contarles la verdad.

—Que me hayas pedido que les mienta es mucho más difícil de lo que pensé, Doc —agité la cabeza, tragando con fuerza el nudo en mi garganta—. Más cuando es obvio que algo no está... bien.

Sus ojos parecían preocupados.

—¿Sientes que algo cambió en ti, pequeña? —preguntó—. ¿Algo se siente distinto? ¿Te sientes diferente?

Mis ojos cayeron en mis manos, recordando el suceso de hacía minutos y de cómo mi anomalía había parecido estar estallando y confundiéndose.

—Creo que todo se siente distinto, que todo está cambiando —hablé más en general, gesticulando nuestro alrededor con mis manos. Al caer, mis manos se aferraron a las placas en mi cuello—. Nunca iba a dejar de cambiar. Fuese evolucionando o para otra cosa. El problema es que no sé si para bien o para mal.

Se acercó con sus brazos cruzados, analizando con sus ojos mi estado, pasando por mi mirada que ya había sido mencionada varias veces, hasta por mis manos y piernas. Me hizo usar mi anomalía, volviéndome invisible, iluminando mis brazos y pecho con mi haz y analizó mis nuevos ojos con facciones tensas. Ambos sabíamos que algo había cambiado en mí y lo que estaba sucediendo podía ser evolución, o algo peor.

Sólo pude pensar en Javier.

—Te prometo que voy a investigar lo que pueda sobre el suceso del anómalo, tratar de comunicarme con otras resistencias a ver si tienen algo de información o lo que sea —me trató de calmar horas después, tomando sus nuevos papeles anotados sobre mí y metiéndolos en una carpeta que había hecho con dos cartones—. Pero, pequeña, si algo grande te pasa, si algo sucede con otro anómalo... tenemos que ser cuidadosos.

No hice nada más que asentir por más que quería corregir lo que había dicho; yo tendría que ser cuidadosa. Más de lo que ya era.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro