Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Especial de Papis - 3

Emiliano Zapata – Padre de, aprox., 16 hijos

***

– ¡Un buen trago por nuestro compadre!

En los Campos Elíseos, la fiesta entre mexicanos se había armado en gran manera en especial porque era una hecha por el Ejército Libertador del Sur: los amigos y compañeros del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata.

– ¡Jajajaja! – el mencionado recibió un tarro enorme lleno de cerveza, el cual todos supieron qué hacer al verlo.

– ¡Fondo, fondo, fondo, fondo…!

Todos le animaron, hasta que el Einherjer se vio obligado a ceder llevándose el tarro a la boca y tomando su contenido en menos de 10 segundos con un largo y profundo trago. Al terminar, dejó el contenedor vacío en la barra en dónde estaba bebiendo y soltó un silbido mexicano.

– ¡Listo!

– ¡Awebo, mi general!

Todos celebraron con el humano cálidamente; ¿Cómo no iban a hacerlo? Gracias a ese mexicano y su arduo esfuerzo, la humanidad entera había conseguido una gran delantera en el marcador del segundo Ragnarok con 3 victorias consecutivas.

Esa pelea había sido muy difícil y casi imposible de ganar, pero su espíritu de libertad junto a la valkiria Mist lograron superar al guardián celta de la naturaleza para obtener lo que tanto deseaba el mexicano.

Libertad para su gente.

– ¡Muy buena pelea diste allá, compadre!

Palafox se le acercó a Zapata golpeando en su hombro; Emiliano le sonrió ampliamente al identificarlo.

– ¡Compadre Manuel! ¿Cómo has estado?

– ¡Ahora, con tu gloriosa victoria, mejor que nunca! Fue como medicina para mis ojos verte peleando hasta obtener la victoria.

Emiliano le respondió con una sonrisa, que Palafox no dudó en cambiar por algo de molestia.

– ¡Solo que ahora ya no podrás hacerte las pajas! – dicho esto soltó un ligero golpe en el hombro izquierdo, que era todo lo que quedaba de su brazo tras haber recibido un impacto de Deo Ceruninco en su combate.

Eso incomodó a Emiliano y casi lo hizo caer al suelo de su silla; a pesar de haber pasado bastante tiempo, desde que le atendieron en la enfermería hasta quedar fuera de peligro y capaz de volver a su vida normal, su herida seguía doliendo y aún no se acostumbraba por completo a vivir equilibrado sin un brazo.

– ¡N-No mames! ¡Lo siento--!

– No hay problema… – le interrumpió Zapata acomodándose de nuevo en el asiento, para reírse de Palafox de inmediato – ¡Con respecto a las pajas, supongo que será de nuevo tu mujer quien tenga que hacérmelas!

Ambos rieron, además de otras personas se "colaron" en la conversación y pronunciaron risas por sus palabras.

– Cómo siempre, mi compadre, ¡De buen humor, incluso estando así!

– ¡No podría esperar menos de él!

Detrás de ambos caballeros apareció otro de los grandes amigos del Caudillo del Sur: en este caso, el Centauro del Norte, con una gran sonrisa detrás de su pequeño bigote.

– ¡Pancho!

– Este es nuestro general del Sur… ¡Ni siquiera un pendejo de esos que se hacen llamar Dioses es capaz de vencerlo o siquiera cambiarle el humor! ¡Siempre será el sonriente y fuerte general!

Pancho puso una mano en la espalda de Zapata para animarlo, aunque eso provocó casi tirarlo de nuevo al suelo por falta de equilibrio. Una vez se recuperó, volvió a su botella individual de cerveza que estaba bebiendo para continuar con una plática más tranquila con sus compañeros.

– Nunca creí que estaría en algo como esto… ¡En un desmadre cósmico, luchando contra Dioses para salvar a nuestra gente!

– A decir verdad… ¡Nadie esperaba eso! Para todos nosotros, solo éramos un montón de hombres valientes marcando la diferencia en nuestra nación… ¡Resulta que la historia se encargó de dejarnos plasmados para todas las generaciones futuras!

– ¡Claro que si…!

En ese momento Zapata se dio cuenta de algo; se levantó de golpe de su asiento y corrió a la salida de la enorme habitación dónde estaban teniendo su fiesta. Tal gesto extrañó a sus compañeros.

– ¡Con permisito!

– ¿A dónde vas, compa?

– ¡La chamaca estaba por ahí sin saber que sigo vivo…! ¡Creo que debo decirle!

En cuanto abrió las enormes puertas del lugar, apareció una figura atractiva para él con un vestido de esos típicos que relucían mejor su figura, junto una sonrisa encantadora y una mirada atractiva.

– … ¡Josefa…!

– … ¡Papi!

Pero tal figura no estaba sola: la mujer mexicana estaba rodeada por un grupo enorme de personas, desde jóvenes adultos hasta pequeños niños, que se abalanzaron de inmediato en una oleada inmensa sobre el Einherjer.

– ¿Sabes lo difícil que fue juntarlos a todos…? – se rió Josefa por lo bajo, un poco molesta y moviendo sus manos – Más todavía lidiar con cada una de sus madres para que me los prestaran.

Todos ellos eran los hijos que Emiliano Zapata había tenido en todas sus relaciones amorosas.

– … ¡Mis niños!

– ¡Papi!

Siendo en total más de 15, todos desde los más chicos hasta los mayores, abrazaron a su padre cómo pudieron.

– ¡Estás vivo!

– ¡No puedo decir que bien porque te falta un brazo!

– ¡Estaba muy asustada, papá!

– ¡No vuelvas a hacer algo como eso!

De repente los chicos comenzaron a llorar y a lamentarse por lo que había ocurrido en el combate; observar cómo su padre fue molido a golpes y con magia por ese mastodonte céltico, en el proceso arrebatándole uno de sus brazos, fue una experiencia nada agradable para ellos.

Zapata, en parte asfixiado por el peso de sus hijos, se separó de ellos y agachó a sus estaturas para poder hablarles con más calma.

– ¡Mis chamacos! ¡No tienen por qué chillar!

– ¿De qué hablas, papá? ¡Casi te petateas! ¡De no ser por… por esa mujer con quién estabas luchando, te nos ibas!

Emiliano no perdió su sonrisa a pesar de que procedió a hablar con razón.

– Es cierto. Pude haberme petateado allí mismo, pero… No fue así. Porque hice una promesa; a mi gente de Morelos, de México, y ahora a todo el mundo. Prometí libertad para todos…

» También libertad para mis chamacos… ¡Ningún ser en los Cielos podrá arrebatarles ese regalo! ¡Y ahora más que nunca podré disfrutarla con todos ustedes!

Los chicos poco a poco cambiaron sus lágrimas por sonrisas, para de nuevo abrazar a su padre.

– ¡Gracias papá!

– ¡No me lo agradezcan! – Emiliano sintió nostalgia, al comparar aquel momento con lo que le hubiera gustado haber vivido hace mil años con cierro combate de cierto padre… – Es el deber de un padre proteger a sus niños.

Emiliano volvió a separarse de ellos, para redireccionarlos a la fiesta que se armaba detrás de todos.

– Vayan allá adentro a celebrar con el tío Pancho.

– ¡El tío Pancho! – unos se emocionaron con escuchar ese sobrenombre…

– ¿Eh? ¿Ese quién es? – … mientras otros no tenían la menor idea.

Cuestión de perspectivas históricas.

– ¡No pierdan el tiempo! ¡Pueden conocerse entre ustedes, y conocer al tío Pancho! – Zapata se volvió a la fiesta – ¡Oigan! ¡Guarden el tequila y las morras chidas, que van a entrar mis niños!

Rápidamente los miembros del Ejército Libertador del Sur se pusieron en marcha a limpiar su desorden mientras los chicos comenzaron a entrar al bar, al tiempo que Zapata se alejaba del lugar.

– Bueno, mi amor… – Emiliano también tuvo la decencia de despedirse de su mujer – Ya me tengo que retirar, que tengo cosas que--

– ¿Papi?

Esa voz.

Una chillona, infantil y femenina voz. Definitivamente era de una de sus hijas…

Pero no era de cualquiera.

Zapata volteó y encontró que, abrazados a las piernas de su madre, estaban los 2 hijos que no había visto hace unos pocos segundos y para él, sus mayores tesoros en especial por sus lamentables fallecimientos en tan corta edad.

Josefita de 3 años, y Felipe de 5 años: ambos sus hijos con Josefa Espejo.

– Mis niños… ¡Josefita, Felipe!

– ¡Papi!

Ambos niños corrieron a abrazar a Zapata, quien se agachó y usó su brazo para rodear a ambos chicos. Josefa se descruzó de brazos y se acercó al mexicano.

– Me costó mucho encontrar a todos tus escuincles. Pero a ellos… nunca los he perdido de vista.

Emiliano se sintió conmovido en ese momento, en especial porque ambos habían sido víctimas de venenos en sus tan cortas edades y por eso murieron sin que él pudiera haber vivido lo suficiente con ellos. Una situación que… tal vez Emiliano pudiera haber evitado, si tan solo…

– ¡Papi, estás bien! – Felipe sonrió ampliamente – ¡Ganaste tu pelea tan épica!

– ¡Sabía que ibas a volver! – asintió Josefita con emoción y orgullo – ¡Papi nunca pierde!

Esas palabras calmaron las dudas que pudiese haber llegado a tener Emiliano.

¿Dejar la Revolución? No, por supuesto que no. La Revolución también había sido en nombre de sus pequeños; por desgracia perdieron sus inocentes vidas, pero en el futuro mexicano se pudieron evitar más desgracias.

– ¡Cuanto los extrañe mis pequeños! – se podría decir que ambos eran los favoritos de Emiliano, a tal que se sintió a punto de llorar.

Josefa llegó hasta el hombre y cargó a Josefita en sus brazos, para que Emiliano pudiera cargar a Felipe en el suyo.

– Ahora estamos todos de nuevo… – sonrió Josefa ampliamente – Toda nuestra familia reunida de nuevo.

– ¡Y como vencedores! – exclamó Felipe con los puños cerrados, a lo cual Josefita asintió.

– ¡Claro que si! ¡Papi hizo que tengamos 3 victorias!

Emiliano sonrió con orgullo, escuchando en su mente parte de las palabras de su compadre vegetariano Cernnunos. En especial, todas esas palabras y acciones que demostraron su voluntad inquebrantable de cumplir sus ideales sin importar el costo que pudiera causarle.

En el caso de Cernnunos, podría perder la vida y su familia para proteger la naturaleza.

– Claro que sí, mis hijos… ¡3 victorias, para las 3 persons que amo!

En el caso de Zapata, él perdería la vida por sus seres amados.

No lo cambiaría por nada.

***

« Eso es lo último que recuerdo… »

Ahora las cosas eran muy distintas.

Él estaba bastante borracho y semidesnudo, acostado y metido en las cobijas de su cama asignada en su habitación de Einherjer.

Acostada a su lado bajo las cobijas también estaba Geir que, a considerar el desorden presente en su mitad del inmueble, estaba tan borracha como hace rato y completamente desnuda.

Emiliano se pasó una mano por la cabeza.

« No puede ser… ¿La chamaca y yo… lo…? » el mexicano se sacudió la cabeza un par de veces « ¡No, no, no, no, no! ¡Debe ser un grave error! ¡No puede estar pasando! ¡Debe ser como en esas películas gringas donde la peda se fue de control, todos perdieron el conocimiento y se fueron a dormir, pero la situación a la mañana siguiente es tan desmadroza que piensan que pasaron otras cosas! »

Emiliano… Chan… – Geir estaba balbuceando dormida mientras se movía en círculos en su lado – No… ahí no va eso… No lo hagas, por favor… Todavía soy nueva en eso…

Emiliano se espantó demasiado al oír aquello.

« No mames. Lo hicimos… »

Déjame enseñarte… Brunhilde onee-sama me enseñó…

« … ¿¡Qué!? »

Esto… va… ¡Aquí!

Geir saltó de repente y estiró su mano hacia el mexicano, tomando lo que sería uno de sus dedos estirados. Emiliano se asustó todavía más.

– ¿¡Qué rayos haces, chamaca!?

Esto… debe entrar… en un solo lugar… Así harás que me sienta bien…

Geir comenzó a jalar el dedo de Zapata, sorprendiendo bastante al humano por la fuerza sobrehumana que tenía la pequeña valkiria.

– ¡Suéltame chamaca! – Tal vez era el alcohol y el resultado físico de su combate que no le permitían zafarse de la valkiria.

La pelimorada seguía moviendo sus brazos jalando el dedo de Zapata, cada vez saliendo de las cobijas para exponer su cuerpo de décimo tercera hermana valkiria y cada vez más acercando el dedo de Zapata a ese lugar… como si fuera…

Eso debe entrar… aquí y solo aquí… ¿Lo entiendes…? ¡Así podremos… vibrar!

Una llave.

Geir puso el dedo de Zapata en un candado a un costado de la cama, justo en el lado dónde ella estaba.

El mexicano se confundió bastante, más cuando Geir uso ese dedo para golpear el candado.

Esto es raro. Se supone que pones la llave aquí… y haces que la cama vibre para darte un masaje… – los ojos de Geir de repente comenzaron a llorar en berrinche – ¡Lo sabía! ¡Todavía soy nueva en esto!

La valkiria soltó a Emiliano para llorar, mientras el mexicano retiró su mano para mirarse a si mismo con repudio.

« Soy un degenerado. »

De repente golpearon en la puerta un par de veces, a lo cual Geir chilló como gato para ahuyentar a quien fuera; Zapata la silenció y se levantó de inmediato para entreabrir la puerta, encontrándose con el rey espartano de pie y con rostro preocupado.

– ¡Hey! – Zapata le reconoció de inmediato – ¡El macho pecho peludo!

Leónidas no estaba muy abrir gusto con lo que alcanzaba a ver.

– … ¿Por qué estás semidesnudo?

– … ¿No lo hacen ustedes todo el tiempo?

– … No importa. Mejor respóndeme, ¿Has visto a Geir?

– ¿¡A la chamaca!? – Emiliano se asustó un tanto – ¿P-Por qué…?

– Hace mucho tiempo que no la veo. Estaba conmigo en la enfermería mientras ocurría tu combate, y después desapareció sin dejar rastro. Estoy muy preocupado por su paradero.

Emiliano guardo silencio por un momento.

– No, no la he visto. En cuanto lo haga, le avisaré de inmediato.

– De acuerdo – Leónidas se dio la vuelta para retirarse – Muchas grac--

¡Nyah! ¡Fuera!

El grito de Geir llamó tanto la atención de Leónidas como de Zapata, quien se volteó rápidamente cerrando la puerta para volverse a la cama, donde Geir estaba haciendo una pose felina.

– ¡Chamaca--!

Antes que pudieran cerrar por completo la puerta, Leónidas con la fuerza de la palma la detuvo para asomarse a la habitación con creciente furia.

– ¿Eso… qué fue?

Zapata impuso fuerza para tratar de cerrar la puerta, siendo únicamente capaz de soltar una mala broma.

– Un… ¿Un gato?

Sin hacerse esperar Leónidas entró en la habitación llegando a romper la puerta frenéticamente; al ingresar encontró el desastre armado, en especial el revoltijo de artículos montados en la cama del Einherjer incluida la valkiria de cabello morado.

El espartano entró en en furia colérica.

– ¿¡Qué es esto!? ¿¡Por qué Geir está aquí y… y desnuda… en tu cama!?

– ¡Puedo explicarlo! – Emiliano se detuvo armatoste pensarlo bien un par de veces – No. De hecho, no puedo.

– ¡Te voy a matar!

¡Nyah! – Geir exclamó mientras vio al espartano y al mexicano comenzar a darse golpes entre ellos – ¡No sé por qué tanto drama! ¡Yo solo llegué aquí a dormir sin ropa porque tenía calor~!

***

Ilustración especial de Emiliano Zapata, padre de, aprox., 16 hijos.

***

He aquí les traigo el tercer especial del día de padres (que ya tenía olvidado por falta de inspiración y falta de tiempo, cosas que aún mantengo por cierto xdn't)

En primer lugar créditos de idea a levi5672; no es exactamente igual a la idea propuesta, pero con todo el tiempo que estuve articulando este one-shot fue lo mejor que pude hacer.

En cualquier momento terminaré los 2 especiales de padres que me faltan, aunque me gustaría mucho saber si tienen alguna idea; de ser así, vayan a "Resultados 19 de Junio" y pongan sus ideas en los comentarios. Así los leeré y podré terminar esta sección.

Sin más que decir… ¡Los leo en el siguiente especial!

♡ 18/octubre/2022 ♡
ASFD

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro